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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

Ahora siiii, todo en orden.

Disculpen el error. Esta nueva versión la publico también en wattpad y es por eso que olvidé subir el capitulo 25 auí.... me losalté jajaja. PEro ya está.

 

!Accio cap 26!

Capítulo XXVI.


Tú y yo haciendo cochinadas en NY… No sé, piénsalo (II)


 


-Tiene que ser pecado, tiene que ser delito hacer el amor de la forma en la que anoche lo hicimos. A dentelladas cinturas y a manantiales delirios, con la furia en los talones y el abuso en los colmillos.-  Su alarma empezó a sonar.


A duras penas abrió los ojos buscando el celular. ¿Dónde carajo estaba? ¡Ah, su pantalón! Se levantó del colchón y rebuscó en sus bolsillos. Se apresuró a callarlo para que Cris no despertara. Su novia se movió pero mantuvo sus ojos cerrados. Se habían pasado gran parte de la noche haciendo el amor, besándose y tocándose. Volvió junto a su chica y se acostó detrás de ella, abrazándola. Cris se aferró a ella, buscando abrigo. Aunque podía verla dormir por horas, era momento de levantarse.


-Cristi, despierta. Es hora de conquistar NY. Amor… hey dormilona.- besaba la mejilla de su novia que esbozó una sonrisa pero siguió con los ojos cerrados.


-Quiero quedarme aquí contigo.- La azabache giró para estar frente a ella. Ahora si abrió los ojos y la miró.


-Podremos volver a acurrucarnos después. ¡Tenemos trabajo, señorita!- Punzó las costillas de Cris.


-¡Alejandra, quieta!- Su novia aprisionó sus manos para evitar que siguiera con las cosquillas.- Bueno, pero mientras me ducho prepara el desayuno.


-¿Y si mejor nos duchamos juntas?


-No, porque seguro te me irás encima y se nos hará tarde.


-¡Claro que no!- Cris la miró con la ceja levantada.- Bueno sí. ¿Pero de donde sacaré algo para preparar?


-La nevera está llena. Pedí que la surtieran.


-¡Claro, de ahí sacaste las fresas y el chocolate! Por cierto… Gracias por la sorpresa. Estuviste increíble. – Estrechó a la azabache besando su oreja.


-Sí, yo… es…- Cristina suspiró mientras ella seguía con los besos.- ¡Ale, ya!- Su novia se paró de un brinco poniendo una distancia prudente entre ellas.- Tienes algo que hacer, así que ve. Yo me ducharé.


-Ah que odiosa te pones.- Guiñándole un ojo a su chica se puso el pantalón y la camisa sin abotonar y salió de la recámara.


Puso música y fue a la cocina pensando en que cosa podía preparar.


Se lavó las manos y rebuscó en la nevera. Se movía al ritmo de la música mientras hacía esto y lo otro. Canturreaba y hacía sonidos de instrumentos. Licuaba aquí, cortaba allá…


Media hora después Cristi apareció. Iba en short y una blusa de tirantes, se veía bastante cómoda.


-¿Y qué preparó mi chef?- Preguntó sonriente apoyándose en la barra.


-Oh lala,  mademoiselle. Primego degustaguemos un licuado de plátano con leche y chocolate.- Empezó a decir con un acento francés poco convincente.- Despuégs  un rico omelet con jamón y queso acompañado de jugo de naganja y fruta.


-Que pésima pronunciación.- Se burló su chica.


-Si bueno, mi idioma es la música y es un idioma universal.


Desayunaron entre bromas y risas. La azabache alabó lo que había preparado y la apresuró a que se bañara mientras ella lavaba los trastes. Sonrió al cruzar una mirada con Cristi. Sería tan genial que ese fuera su día a día. Ellas dos solas, juntas… Mimándose, consintiéndose, conviviendo como cualquier pareja que comparte el techo.


Se dio prisa para estar lista. Buscó su maleta y sacó la ropa. Ni siquiera habían desempacado. Tiró sobre la cama lo que usaría y se metió a la ducha.


En serio que tenía mucho que quitarse de encima. Se lavó muy bien todo el cuerpo y se sintió revivir con el agua cayendo sobre ella. Se secó y caminó hasta el cuarto así desnuda. Cuando entró, Cristina estaba ya vestida y maquillándose un poco frente al espejo.


-Creo que el jacuzzi es lindo, debemos aprovecharlo, ¿no crees?- sonrió pícara a su novia que solo negó con la cabeza como diciéndole “que pervertida eres”.


-Después.


Se vistió lentamente pues notaba que su azabache la espiaba por el espejo. Así que le dio un espectáculo visual. ¡Gózame! Se paró a un lado de su chica para peinarse y delinearse los ojos.


-¿Qué tal me veo?- Preguntó cuando estuvo lista.


-Demasiado sexy.- Cris se mordía el labio y la miraba de abajo hacia arriba.


-Tú te ves demasiado hermosa.- Se acercó y le dio un pico a su chica bonita.


-Gracias.- Cristi suspiró y la abrazó recargando la cabeza en su hombro.- De verdad quisiera que este viaje fuera solo de placer y no gastar ni un segundo en negocios. Quiero recorrer NY contigo.


-Aprovechemos el tiempo libre para hacer locuras por ahí.


****** *******


Álvaro las esperaba parado junto a Azcorra y otro hombre, al parecer también latino. Reían de sabe qué cosa e interrumpieron su charla cuando ellas se acercaron.


-Buenos días.- Saludaron a los tres hombres.


-Buenos días, chicas.- Álvaro les dio un beso a cada una, mientras Azcorra les estrechó la mano.


-Buenos días, les presento a Jaime Gallegos, el gerente de este hotel.


-Hola, mucho gusto.


-Encantado de conocerlas.


Azcorra y Gallegos las guiaron hasta la sala de juntas, en el segundo piso. Ahí estaban esperando a los Warren y a los representantes de la constructora. Mientras tanto unas chicas les servían agua, café o lo que se les antojara. Cris fulminó con los ojos a una rubia que le sonreía. La pellizcó por debajo de la mesa.


-Auch, ¿qué te pasa?- Susurró conteniendo el dolor.


-Deja de mirarla.- respondió Cris por lo bajo.


-¿A quién?


-A la del café.


-¡Pero si no la he mirado!- ¡No la había mirado!


-¡Pero ella a ti sí!


-¡Pues pellízcala a ella!


En esa discusión a susurros estaban cuando las puertas se abrieron. Los Warren y los de la constructora entraron. La junta aburrida iba a empezar.


****** ****


Por ratos había escuchado lo que se decía y por ratos se ponía a divagar haciendo garabatos o componiendo pedazos de canciones. De verdad trató de concentrarse en la reunión pero estar tres horas ahí sentada la aburrió terriblemente. Aunque ahora por fin podía estirarse. La junta había acabado. Ayudó a Cris a ordenar sus cosas y la siguió hasta la salida.


-Excelente reunión.- Escuchó que decía Warren a su novia y a Álvaro, a unos metros de ella.


-Pareces aburrida.- Alguien le habló. Volteó para ver a Stella parada a su espalda. La mujer había acompañado a su padre a la reunión.


-Eh, no. ¿Cómo crees?- Ironizó. Stella sonrió.


-Bueno, tendrás toda la tarde para divertirte. ¿Has pensado que lugares visitarás?


-Algo así.


-Si quieres puedo enseñarte la ciudad.- Se ofreció la gringa.


-Ahm…


-Stella, qué amable pero ya hemos planeado que hacer el resto de la tarde.- Cristi se había acercado a ellas, se despidió rápido de todos y la jaló. Solo hasta que llegaron a elevador volvió a hablar. -Detesto a las coquetas.- Bufó ceñuda.


-¿Que coquetas?


-¿Cómo que qué coquetas? ¡A la chica del café y a Stella!


- Stella no me coqueteaba.- ¿O sí?


-¡Se la pasó mirándote en toda la reunión! Como si no tuviera a nadie más a quien mirar la muy…- La puerta del ascensor se abrió y caminaron hasta el pent-house. Entraron.


-No seas celosa.- Dejó las cosas en una de las mesitas y abrazó a su azabache. Cristi le sonrió de manera encantadora.- Sabes que yo solo tengo ojos para ti. No me interesa ninguna gringa fea.


-Stella no es fea.


-Pero si es gringa y los gringos no son de confianza.- Bromeó.


-¿No eran los chinos?


-¡Ninguno es de confianza! Yo solo confío en ti.- Le dio un besito a su novia.


-Ya somos libres para disfrutar de la ciudad. ¿Te parece si vamos de compras?


-¿Co-compras?


-Anda. Prometo que no tardaremos. Además nuestra familia nos encargó cosas, ¿lo recuerdas?- Quería llorar.


Cuando Cristina se cambió lo que traía por ropa y zapatos más cómodos y ella se abrigó con la ropa más calientita que encontró, salieron del hotel. De la mano, caminaron hacia la quinta avenida. Según su novia, no había mejor lugar en el mundo para ir de compras.


-Hace frío.- Se acomodó mejor la bufanda.


-Si…- Cris revisaba el celular.- Creo que sería mejor recorrer desde la 34 para arriba…


-¿Qué?


-Que podemos empezar a caminar desde la calle 34. Ahí es donde empieza la parte de tiendas exclusivas.


Ella solo caminaba junto a Cris y veía para todas partes. Le fascinaba la gran variedad de culturas que veía a su paso por esas calles. Se la pasaron de tienda en tienda, buscando los perfumes para su tía, los videojuegos para Memo, juguetes para Sofi… Vio una tienda de motocicletas y convenció a su novia de entrar. Compro dos rompevientos, uno sería para ella y el otro para su papá. Estaba segura que a Guillermo le gustaría. A la condesa le compraron un reloj, que según Cris solo se podía encontrar en esa tienda.


No se sentía tan traumatizada por estar comprando, solo que después de un par de horas le dio hambre así que entraron a un restaurante. La comida estaba buenísima pero lo que hacía famoso a ese lugar eran sus postres. Había una mesa de postres y podías comer todos los que quisieras. Observó que al ser pura gente “fifi” la que asistía a ese lugar, se hacían de la boca chiquita y solo tomaban una rebanada de pastel o tarta… pero ¡ella no! Así que toda sinvergüenza, se sirvió ocho postres… y se comió lo que Cris no se había podido terminar.


-¡Que bien me siento!- Exclamó cuando salieron de nuevo a la calle.


-Se te nota, amor.- La azabache solo sonreía. Se la estaban pasando genial, ellas solas recorriendo esas calle. Álvaro les dijo que él había quedado de visitar a unos amigos de la universidad, a los que no había visto en un par de años.


-¡Mira!- Jaló a Cristina hacia un lugar en que se veía mucha gente. A empujones se metieron.- ¡Genial! ¡Hagámonos uno!


-¿Estás loca?- Cris  miraba con cara de pánico el lugar.


-Anda amor. Mira esto. Es uno de los mejores tatuadores del mundo.- Había tomado un folleto en que estaba la foto y el nombre de aquel hombre: Enrique Johnson. A ella no le desagradaban los tatuajes, nunca se había puesto uno, pero había escuchado muchas veces sobre ese tipo.  Su amigo Lalo si era fanático de los tatuajes y era cliente de Johnson.


Leyó rápido lo que decía el folleto. Los cinco mejores artistas del mundo estarían en ese local por un par de semanas.


-¿De verdad quieres un tatuaje?


-Si, ¿te haces uno conmigo?- Cris la miró un momento en silencio.


-¿Sabes que tengo prohibido tatuarme?


-¿Quién te lo prohibió?


-Código de conducta de la nobleza.


-¿Y piensas obedecer? ¡Rayos! Andas con una chica, ¿eso no es violar el código de conducta de los estirados? Anda, hagamos otra locura juntas.- Cris le sonrió.


-Hagamos otra locura, mi amor.- Le dio un pico y se acercó a una joven que estaba detrás del mostrador.


-Hola, disculpa queremos tatuajes de Johnson, ¿está libre?- Observó a la chica revisar en una computadora.


-Está terminando con un cliente justo ahora. Luego está libre, si quieres te apunto. ¿Sería uno?


-Dos. Mi novia y yo.


-Ok. Nombres, por favor.


-Alejandra y Cristina San Román.- La joven tecleó rápido. Y luego le pasó un catálogo.- Si no tienes algún diseño en mente puedes elegir uno de aquí o decirle a Johnson qué quieres y él te lo puede diseñar en unos minutos. En cuanto se desocupe les llamo.


-Perfecto, gracias- Tomó el catálogo y caminó detrás de Cris hasta un rincón. Se apoyaron en la pared y empezaron a revisar el catálogo.


Pasaron cerca de 25 minutos cuando la chica gritó sus nombres. Las condujo por un pasillo hasta una habitación. Había una silla algo parecida a la que usan los odontólogos y una camilla. Las paredes estaban llenas de cuadros de tatuajes y diseños, algunos bastante raros.


Había un hombre en esa habitación.


-Hola, chicas… Ale y Cris, ¿verdad?- interrogó mirando su laptop.


-Sí, así es. Un placer conocerlo.- Le estrechó la mano.- Me encanta su trabajo, señor Johnson.


-Muchas gracias. Llámenme Enrique. ¿Has visto muchos de mis diseños?


-Si, bastantes en realidad. Mi amigo Lalo es un gran admirador suyo, de hecho se ha tatuado con usted.


-Lalo… Tengo muchísimos clientes pero, ahora que dices Lalo solo me viene a la mente un chico alto, moreno y que no para de hablar nunca.


-¡Ese es!- Ese Lalo tan imbécil.


-Pues un placer tenerlas aquí conmigo. ¿Han pensado en algún diseño?


-Si, verá… quería algo enorme y llamativo pero eso nos causaría muchos problemas. Así que pensamos en algo clásico y pequeño.- Le enseñó una imagen de un corazón con latidos.-Este, agregándole una “C” en el mío y una “A” en el de ella.


-Ok… entiendo.- Johnson frunció el ceño, pensando. Las miró.- ¿ustedes…?


-Sí, es mi novia.- Rodeó a Cristi por los hombros.


-Ah, que curioso, creí que eran hermanas, por apellidarse igual.


-Si es una larga historia.- comentó su novia.


-Me imagino, pero todas las grandes historias de amor son largas...- el hombre les sonrió mientras dibujaba rápidamente.- ¿Qué les parece esto?- Les ensenó las plantillas… ¡Geniales! Observó la emoción en el rostro de Cris. Su novia no estaba asustada… ¡Espera a que te claven esa aguja! (nota personal: ¡duele como la puta madre!)


-¡Estupendo!


-¿Quién será la primera?


-Ahm… yo.- ¡Que la valiente te dicen!


-¿En qué parte del cuerpo lo quieres?


-Aquí.- Señaló un punto entre su abdomen y su pelvis. Notó la sonrisa pícara de Cris.


-Recuéstate aquí y descúbrete esa parte, por favor.


Le pasó a su novia su abrigo y se acostó. Enrique le enseñó los materiales que utilizaría haciendo énfasis en la higiene de todo.  El hombre se sentó y la acomodó para poder trabajar sobre su piel. Desinfectó esa parte de su cuerpo y ¡a darle! Vio como la aguja se acercaba… ¡Su puta madre! (¡Se los dije!)


Intentaba no moverse ni hacer alguna mueca de dolor para no espantar a Cristina. Dolía, ¡dolía, carajo! Era como cortar una y otra vez sobre la misma herida… intentó pensar en otras cosas. En unicornios, cuya sangre era tan mágica y pura que podía mantenerte con vida aunque estuvieras al borde de la muerte… En la velocidad a la que iba la snitch dorada, ¿podría ir más rápido en su motocicleta?...  En que tan al norte estaría Azkabán… En Cristina acariciándola con fresas y chocolate,  ¡eso no! Se excitaría…


Ella no hablaba pero escuchaba a Johnson y a Cristina platicar amenamente. Y aunque por momentos creyó que los minutos eran eternos, vio a Johnson dando los toques finales a su obra.


-Listo.- Anunció. Miró su abdomen. Tenía la piel roja y  algo sangrante. El hombre le dio una gasa para que la mantuviera presionada unos minutos.- Es normal que esté así. Cristina, tu turno.-La azabache se paró y caminó decidida. También se recostó.- ¿en que parte?


-En la misma que Ale solo que del otro lado para que…- se detuvo. Estaba ruborizada.


-Entiendo.- Johnson sonrió y limpió la piel de Cristi.


Se sentó en donde minutos antes estaba su novia. Vio a la chica hacer una mueca de dolor pero enseguida relajó el rostro y cerró los ojos. Se la pasó observando los cuadros de las paredes y luego caminando un poco por la habitación. Por un costado había un mueble y algunas fotos en él. Una llamó su atención. La chica en la foto tenía muchos tatuajes. Tenía el cabello oscuro y los ojos verdes. Calculaba que a lo mucho, la chica sería un par de años mayor que ella. Era muy bonita, ¿quién sería?


-Los tatuajes de esta chica están geniales.


-Claro, los hizo el mejor del mundo.- Bromeó Enrique, percatándose de la foto que ella veía.- Es mi hija.


-Pues vaya que es linda.- Cristina carraspeó y Johnson rio.


 


Un poco después salieron del local. Johnson les había dado indicaciones de como cuidar los tatuajes y también les dio unas pomadas para la inflamación. Cristina estaba feliz, al parecer su novia toleraba el dolor más que ella. La azabache se veía emocionada. Según su reloj eran las 6 pm.


 


Regresaron al hotel. En cuanto entraron al pent-house, dejó las bolsas en un rincón y se tiró boca abajo sobre uno de los muebles.


-Estoy muerta. ¿Quieres salir de nuevo o nos acurrucamos a ver una película?- No obtuvo respuesta. - ¿Amor?


-¡Aquí!- Escuchó una voz desde la recámara. Se levantó y caminó hasta su novia. Cuando entró al cuarto, Cristi examinaba algunas ropas, como decidiendo qué ponerse.- Ale, cámbiate.


-¿Qué? ¿Para qué?


-Es una sorpresa.- La azabache sonrió.


-¿Y qué debo ponerme?


-Algo elegante… Déjame ver.- Su novia empezó a buscarle ropa. Después de unos minutos le entregó las prendas.- Apresúrate.- No entendía muy bien que pasaba pero se dispuso a cambiarse.


Observó la ropa. Era uno de los trajes negros que había comprado con Cris en una ocasión anterior. Mirando a su novia que se colocaba unos tacones, empezó a desnudarse para ponerse la ropa nueva. Ropa, zapatos, perfume…


-¿Así estoy bien?


-Perfecta.- Respondió su chica mirándola complacida. Ella se pintaba los labios.- ¿Estás lista?


-Si. Te espero afuera.


-Ya voy.


Salió del cuarto y fue… a la nevera. ¡Tenía hambre! Sacó una manzana y se la comió. Sacó otra y se la comió. Iba a empezar a comerse un plátano cuando Cristina apareció. Dejó ahí su fruta y siguió a su novia. Su chica estaba hermosísima. Traía un vestido muy lindo, un collar elegante y la forma en que se había maquillado y con el cabello recogido… ¡Aaah bella! ¡Bella!


La azabache la tomó del brazo y atravesaron el lobby, hasta la puerta del hotel. Ahí estaba el auto negro esperándolas. El chofer les abrió la puerta y subieron. Solo saludaron al hombre pero Cristina no dijo cual era su destino. Seguro el tipo  era cómplice de su novia en ese vil secuestro y ya sabía a donde se dirigían. Miraba para todos lados intentando descifrar a donde iban,


No tardaron mucho en llegar al Lincoln Center. Estaba fascinada cuando caminaron por el lugar… ¡uno de los centros de artes más grande del mundo! Cristina la tomó de la mano y la guio a través de los edificios. Notó que su chica sabía muy bien como no perderse en ese lugar. Ella sin duda se perdería entre las decenas de edificios dedicados al arte.


-Bienvenida al Avery Fisher Hall.- Le dijo Cris sonriendo feliz de la vida.


-Espera…- Rebuscó en sus archivos cerebrales. ¡No!- ¡Nooooo! ¡¿En serio?! ¡¿Veremos a la Filarmónica de NY?!- Su novia asintió. Atrapó la cara de Cris con sus manos y le estampó un sonoro beso como agradecimiento. ¡Estaba emocionada!- ¡Vamos!


Ahora ella arrastró a Cristina al interior de ese edificio. Había muchas personas entrando. Algunas saludaban a sus conocidos. Todos vestidos elegantemente. Ahora entendía porque su azabache le dijo que se vistiera así.


Llegaron a la puerta del recinto. Cristina sacó un par de boletos de su bolso y se los entregó al sujeto de la entrada. Caminaron hasta sus lugares… ¡Primera fila! Ya podría morir en paz.


Se pasó la siguiente hora y cuarenta minutos muriendo de emoción en su lugar. Le encantaría estar en una orquesta así. Tal vez en algunos años podría hacerlo pues sabía que aún le faltaba para estar al nivel de esos grandes músicos.


 


******** ******** ********


********CRIS***********


Le fascinaba ver la expresión en el rostro de Ale. Cuando su novia escuchaba música había algo que cambiaba en ella. Una energía abrasadora salía de su cuerpo y a ella le encantaba estar cerca en esos momentos.


A ratos se acercaba lo suficiente a su castaña para poder besarle la mejilla, ¡no podía evitarlo! La amaba tanto y quería hacerle mimos a todas horas. Alternaba su vista de la Filarmónica a su novia.


El día había sido genial. Había logrado un excelente acuerdo en la reunión y había pasado la tarde junto a su Ale. Rio cuando su chica dio un brinco de emoción al escuchar un remate de la orquesta. Sabía que Alejandra tenía dos amores: ella y la música, solo así aceptaría compartir el corazón de su castaña, con la música.


Estaba feliz de que todo hubiera salido bien, pues en cuanto se enteró del viaje se la había pasado buscando conciertos o espectáculos en esa fecha. Sabía que Alejandra tendría que una prueba difícil al volver a Castilnovo, así que estaba decidida a dedicar todo ese viaje a disfrutarse como pareja, a olvidarse de los problemas de casa. Y lo había conseguido, sabía que ese recuerdo viviría en su novia por el resto de su vida, al igual que ella. Porque si de algo estaba totalmente segura, era que viviría por siempre junto a esa chica castaña y de mirada esmeralda.


 


******** ******** ********


*********ALE**********


 


Después de que le concierto terminara y de que una amable mujer les tomara unas fotografías juntas, estaban de pie esperando el auto que iría por ellas.


-¡Eso fue increíble, amor! ¡Increíble, increíble, increíble!- Abrazó a la azabache por la cintura y buscó su boca. Empezaron a besarse con el Lincoln Center a sus espaldas y solo se separaron cuando el auto llegó por ellas. Durante todo el camino se la pasaron riendo y dándose besos. Ahora que ya había dejado de concentrarse en la música se dio cuenta del hambre que tenía. Decidieron cenar en uno de los restaurantes del hotel, estaban muy cansadas como para ir a cenar por ahí, Una vez que estuvo llena de una deliciosa comida italiana, subieron a su habitación y se sentaron con cansancio en la sala. - Estoy muerta.- Comentó mientras se quitaba el saco y estiraba los brazos sobre el respaldo del mueble.


-Mañana puedes descansar todo lo que quieras.- Cristina se colocó en el suelo y empezó a quitarle los zapatos.


-No, mañana me toca darte una sorpresa.- Su azabache levantó la vista hacia ella.


-¿Tienes una sorpresa para mi?


-Si.- Se inclinó y levantó a Cris del suelo.- Mañana es mi turno de hacerte feliz.- La abrazó mientras su novia se sentaba en sus piernas.


-Siempre me haces feliz. Tu sola presencia me hace muy feliz. Te amo Alejandra.


La azabache la tomó del rostro y la besó despacio. Era más bien un roce tierno lo que venía de sus labios. Cerró los ojos para disfrutar de ese momento. Acarició el torso de su novia que soltó unas risitas.


-¿Qué pasa?


-Me haces cosquillas.


Miró unos segundos la sonrisa de esa chica hermosa sentada sobre ella. La chica que había puesto su mente y su corazón de cabeza y ahora, después de mucho sufrimiento y confusión, por fin era su novia.


-Te amo Cristina. Estoy tontamente enamorada de ti, de cada cm de tu piel, -acarició los brazos desnudos su novia.- del sonido de tu voz, de tu aroma, de tu alma… eres perfecta.


-No lo soy…- Susurró Cristi  cerca de su rostro.


-Lo eres.- Aseguró sin titubeos. Besó de nuevo a la azabache, con toda la ternura de la que era capaz.


-Ámame, Alejandra… ámame esta noche.


-Esta y todas las noches, mi amor.


Aprovechando que Cristina estaba en su regazo, la abrazó y la cargó. Entre besos, risas y tropezones llegaron a la recámara. Con mucha delicadeza acostó a su novia sobre la cama. Se colocó sobre ella y le besó la nariz. Se quedaron mirándose un momento, solamente disfrutando de la presencia de la otra.


Siguieron con ese ritmo suave, se desnudaron sin prisa, el tiempo podía correr a su antojo afuera, porque en esa habitación ellas tenían su propio tiempo, marcando los segundos con sus besos y sus caricias, con sus suspiros y gemidos ahogados.


Bajó la mano por el cuerpo de Cristina, disfrutando de su piel divina. Acarició el tatuaje y lo observó un momento.


La azabache la miró a los ojos e hizo girar sus cuerpos, colocándose ella arriba. Esa noche lo que predominaba eran los besos, tenía una necesidad de besarla, un deseo descomunal por sus labios. Como si después de esa noche no pudiera volver a besar esa boca. Y vaya que Cristina besaba muy bien. Su chica estaba sobre ella, restregando su tatuaje en el suyo, como si esos dibujos también se besaran.


Condujo su mano hasta la entrepierna de Cristi. ¡Estaba muy mojada! Acarició su zona genital disfrutando de su lubricación. Reprimía los jadeos de su novia pegando más su boca a la de la chica.


Sentía su propio sexo caliente y deseoso de atención, así que rompió el beso y giró para estar sobre Cris. Tomó la cadera de la chica y sin hablar le indicó que se pudiera boca abajo. Acomodó unas almohadas debajo de la azabache para levantarle un poco la pelvis.


-Si te incomoda esta posición me lo dices.- Dijo al oído de Cristi cuando se colocó sobre ella, pegando su intimidad a los glúteos de su novia.


Rodeó el cuerpo de la azabache con un brazo y coló la mano hasta alcanzar de nuevo su intimidad.


Cristina suspiró cuando ella empezó a mover sus dedos en la entrada de la chica, insinuando lo que pasaría a continuación…Su novia jadeó y se estremeció.


-Se siente bien.- Soltó Cris con voz ronca.


Manteniendo la suavidad con la que todo había empezado, sincronizó sus movimientos sobre los glúteos de Cristi y en su interior. La azabache también movía las caderas, presionando las pompas en su sexo.


Con el brazo libre intentaba mantener el equilibrio, apoyándose en el colchón. Sin duda se volvería loca. La vagina de su novia le tenía aprisionado los dedos, sentía esas paredes húmedas contraerse y cada que lo hacían Cristina gemía con más fuerza, logrando que ella empujara su pelvis contra ella con más presión.


De las gargantas de las dos salían sonidos para nada castos, al contrario, esos sonidos las excitaban más a cada segundo.


-Oh, Cristi.- dijo pegando los labios a la espalda de la chica, sintiendo la calidez de ese cuerpo.


Vio a su novia apoyar mejor ambas manos en el colchón y aumentar el ritmo de las embestidas. Jadeo al sentir mayor contacto de su sexo contra el cuerpo de Cris.


Estuvieron así varios minutos, pero cada vez era más difícil contenerse y no terminar. Quería disfrutar lo más posible.


-Ale… quiero ver tu rostro.


Obedeciendo a su novia se separó de su espalda y salió de su interior. Rápidamente volteó a la chica y le abrió las piernas, uniendo sus vaginas.


Empezaron a moverse una contra la otra. El verde y el gris se encontraron…


Podía ver el sudor caer por la frente de Cristina y sabía que ella estaba igual pues sentía la espalda mojada y su novia usaba sus manos para delinearle el rostro y apartar el cabello mojado de su cara.


-Cristi, me matarás…


-No quiero eso…- Le respondió jadeante su novia.-  quiero hacerte… vivir…ah… ya…- Cris la tomó de la cadera y usó también una pierna para pegarla más.


-No… no aguanto…- logró decir entre gemidos.


Perdiendo la poca cordura que le quedaba se movió lo más rápido y duro que pudo, refugiando la cara en el cuello de Cris. Sentía la viscosidad entre sus sexos a todo lo que daba. Presionaba tanto que tuvo miedo de haber lastimado a la azabache pero ésta, lejos de quejarse, se movía más.


Valiéndole un cacahuate si la escuchaban en todo NY dejó salir un gemido de placer total cuando sintió como su cuerpo explotaba. El orgasmo de Cristina llegó un segundo después del suyo, haciendo que la azabache se estremeciera y le arañara la cadera.


Jadeantes se quedaron en esa posición varios segundos, incapaces de mover  un solo músculo.


-Wow… eso... estuvo muy… bien.- Cris se limpió el sudor de la frente.


-Si… demasiado bien.- Ahora si se apartó del cuerpo de Cristi y se acostó a su lado con los brazos abiertos, respirando hondo.- Creo que… esta es mi forma favorita de sudar en NY.- Cris soltó una carcajada.


-Siempre y cuando me hagas sudar contigo.- Su chica se sentó en la cama y se acomodó el pelo, pues lo tenía todo revuelto y alborotado.  Pudo observar la preciosa espalda de su novia.


-Claro que si, sudaremos juntas todos los días.


-¿Todos?


-Todos.


 


******** ******** ********


*******CRIS******


Cuando salió del baño se dio cuenta que era hora de despertar a Alejandra, que seguía desnuda sobre la cama. Horas antes habían hecho el amor de nuevo. Ale era muy apasionada en ese aspecto y sabía que cuando decía que quería hacerlo todos los días, era en serio. Y a ella no le disgustaba la idea en lo absoluto. Al contrario, cada que lo hacían le tomaba más gusto. Ahora entendía lo que algunas de sus amigas decía: que una vez que inicias tu vida sexual es muy difícil detenerse.


Ella adoraba tocar y besar a Alejandra. Le encantaba ver sus expresiones de placer. Le fascinaba escuchar esos sonidos obscenos saliendo de ella. Y la volvía loca que su Ale la amara de esa manera, con sus manos, con su boca, con toda su piel.


Quería que esa chica, que ahora parecía un angelito durmiendo, fuera la única persona que le hiciera el amor.


Gateó sobre la cama hasta colocarse cerca de Ale, a la altura de su abdomen. Si antes le parecía la parte más sexy de su novia, ahora con ese tatuaje se le antojaba más. Quería lamerlo y morderlo sin piedad.


Hipnotizada por esa imagen acercó su boca y dejó muchos besos por ahí. Ale se removió un poco pero no despertó, solo empezó a mover los pies.


Se dio cuenta que se estaba excitando de nuevo. Tener a Alejandra a su disposición la excitaba. Miró el reloj. Su chica le dijo que tenían que salir temprano, a las 8am… Y eran las 7.15am. Tal vez debería continuar con eso más tarde. Dio un último beso a ese sexy abdomen y se acostó de lado junto a su castaña.


-Amor…- La sacudió del hombro.- Dormilona despierta.- Nada.- Alejandra… ¡Hey, tú! ¡Despierta!


Ale abrió los ojos de golpe y la miró en silencio unos segundos.


-¿Qué?


-¿Qué de qué? Ya es hora de levantarnos.- La castaña se restregó las manos en la cara, para espantarse el sueño.


-Voy.- Tomando impulso se levantó de la cama.


-¿En serio así como así? ¿Sin un beso?


-Ah lo siento, mi amor.- Ale se subió de nuevo a la cama y le plantó un beso… Y se tumbó a dormir otra vez. Empezó a reír a carcajadas. En serio Ale era muy boba a veces. Cuando controló la risa, puso la cara más seria que tenía.


-¡Alejandra, levántate!


 


******** ******** ********


*********ALE********


Creyó que levantarse temprano sería pan comido. Con lo que no contaba era el cansancio que sentiría después de dos días de constante actividad y sexo, oh si. Por esa parte no se quejaba.


Cuando su novia la despertó con gritos, corrió de inmediato a ducharse y a vestirse para salir.


Fue hasta la cocina donde Cristi había preparado café y había unos panecillos sobre la mesa. Se sirvió una taza mientras su novia hablaba por teléfono.


-Sí, todo excelente.- decía la chica.- ¿Alejandra? Aquí está tomando café y tiene cara de muerto.- Le hizo una mueca a su novia.- Si papá, se ha portado muy bien.- Le sonrió lascivamente a Cris, quien se sonrojó. Su novia le pasó el teléfono.


-Hola.


-Hola,  ¿Cómo estás?- escuchó la voz de Guillermo.


-Tengo sueño.


-Me imagino. Nunca despiertas temprano los domingos. Cristina me dijo que saldrían porque le tienes una sorpresa. ¿Irán solas?


-No, Álvaro nos acompañará.


-Oh que bien. Estaremos esperándolas. Cuídense y pórtate bien, eh.


-Seguro.- Se cortó la llamada.


 


Bajaron al lobby donde Álvaro las esperaba. El hombre tenía ropa casual y cómoda ya que sabía a donde irían. El mismo auto negro los llevó hasta la bahía. Caminaron por uno de los muelles. Buscaba entre la gente…


-¡Alejandra!- Un chico de piel oscura, mas o menos de su edad se acercó sonriente a ella.


-¡Drew!- lo abrazó.


-No creí que hablaras en serio.


-¿No? ¿Y por qué viniste?


-Por si las dudas.


-Ven. Te presento a mi novia, Cristina.


-Encantado.- Su amigo saludó de beso a Cristi.- Que guapa.


-Gracias.


-Amor, Drew es un amigo al que no había visto en… ¿Cuántos?


-Tres años.- Le recordó el joven.- La última vez que te vi estabas con Lalo en casa de su tío.


-Cierto, cierto. Ah mira, él es Álvaro, trabaja con nosotros y es un gran amigo de la familia.


-Mucho gusto.- Álvaro y Drew se estrecharon la mano.


-¿Listos?- Preguntó el moreno. Ella y Álvaro asintieron. Cristina la veía con cara de interrogación.


-Te gustará.- dijo tomándola de la mano y caminando detrás de Drew.


Había contactado a su amigo por dos razones: Primera, porque tenía ganas de verlo y segunda porque tenía experiencia en esos recorridos, ya que en verano guiaba a los turistas por esa zona.


Fueron a un costado de ese largo muelle. Había varias motos acuáticas. Drew revisó tres para verificar que estuvieran en buenas condiciones.


Cristi le rodeó la cintura y besó su mejilla muchas veces.


-Creo que ya se adonde me llevarás.- Cristi parecía emocionada.


-No importa, finge que no sabes y emociónate cuando lleguemos.


-De acuerdo.


Así que subieron a las motos. Drew y Álvaro solos mientras que ella llevaba a Cristina. Luego de asegurarse que su novia estaba bien sujeta a ella y de acomodarse las gafas oscuras, aceleró. La brisa marina, el viento y el agua salpicándole el rostro la hicieron despertar por completo. No eran más de tres kilómetros los que la separaban de la Isla Ellis. Ahí era a donde se dirigían. Cristina gritaba emocionada mientras la moto golpeaba el agua. No había sensación de libertad más genial que esa. Unos minutos después ya estaban asegurando las motos en el muelle de la isla. Caminaron por él mientras Drew saludaba a varios conocidos. Claro al ser parte de los recorridos en los que trabaja, las personas de ahí ya lo conocían.


-¿Qué te parece?- Preguntó a Cris señalando el edificio frente a ellas.


-Genial amor, gracias.


-Si yo... sé que te gustan las cosas históricas así que…


-Y tienes toda la razón, ¡me encantan!


Cristina parecía niña chiquita mirando ese lugar tan representativo de NY. Álvaro tomaba mil fotografías a todo lo que se encontrara a su paso. Drew hablaba sin parar, explicando como había sido usado ese lugar, primero como fuerte y luego como aduana.


Su novia preguntaba cosas a Drew y observaba detenidamente todas las fotos en blanco y negro y archivos históricos en el museo de la isla. Hicieron cerca de dos horas en ese lugar.


Le encantó ver la sonrisa de Cristi cuando subieron de nuevo a las motos. Aún faltaba recorrido. Emprendieron la marcha pues ahora el destino era la isla de la Libertad. Dieron una vuelta alrededor de la isla, admirando la imponente Estatua. Vista desde las motos, le dio vértigo pero tenía que admitir que era bella.


Drew les indicó que se acercaran lo más posible a su moto para que pudiera darles una reseña rápida del lugar. Y de nuevo Cris, con esa emoción en la voz, hacia pregunta tras pregunta. Después de media hora ahí, se pasó a la parte trasera de la moto y dejó que Cristi condujera.


Le dio instrucciones precisas de como hacerlo y ahí estaban de nuevo en marcha, dando un recorrido por la bahía y el rio Hudson. El cabello azabache de la chica danzaba con el viento y le hacía cosquillas. Abrazó fuerte la cintura de su novia, colocando la cabeza en el hombro de Cris mientras se sentía libre y feliz.


***** *******


-Muchas gracias por todo, amigo.


-Todo sea por los viejos tiempos. Golpea a Lalo de mi parte en cuanto lo veas… por cierto, su tío aun quiere que le devuelvan la botella que le robaron.- Drew le guiñó el ojo.


-¡Pero si esos fueron ustedes!- Se defendió.


-Un placer conocerlos. –El moreno estrechó la mano de Álvaro y besó la mejilla de Cris.


-Igualmente.


-Oye Cristina…Si Ale te causa problemas, dímelo y la pondré en su lugar.


-Gracias Drew, lo tendré pendiente.- Su novia sonreía divertida.


-Con amigos como tú… Un placer verte. Recuerda que te espero en Castilnovo. Lalo también me prometió ir.


-Por supuesto, me encantaría que nos reuniéramos.- Abrazó una vez más a su amigo y el chico se fue caminando hacia el otro lado de la calle.


-Quédense ahí, les tomaré una foto. – Cristi se alejó unos metros para captar un buen ángulo de ella, Álvaro y la bahía. El hombre la abrazó por los hombros.


-A tu papá le hubiera fascinado hacer este recorrido con ustedes.


-La próxima vendremos todos juntos.


-Quiero ver eso, eh. Que Guillermo se tome unas vacaciones.


-Cuando todo esto acabe, Cristi y yo lo convenceremos.


******


Eran las 12.30pm cuando llegaron al hotel.


-Chicas, en dos horas saldremos rumbo al aeropuerto así que si tienen algo más que comprar mejor háganlo de una vez.


-Creo que ya hemos comprado todo.- comentó Cris después de pensar unos segundos.


-Yo quiero ir a Central Park.- ¡De verdad quería ir!


-¿Qué les parece si dejan todo listo y van un rato a dar un paseo?


-Si, esa es buena idea. ¿Qué te parece?- Le preguntó la azabache.


-¡Yo quiero ir a Central Park!


******* ****


Se apresuraron a subir al pent-house y a empacar todo. Se le hizo gracioso ver que al llegar, entre Cris y ella traían siete maletas y ahora eran ¡doce! Su novia de verdad se había emocionado con las compras.


-No aprovechamos el jacuzzi…- dijo con pesadez.


-Mandaré poner uno en mi baño, ¿Qué te parece?


-Genial, por eso te amo.- Le sonrió a la azabache.


-Pervertida.


Cristina era muy ordenada y por lo tanto no había mucho que acomodar. Se aseguraron que no se les quedara alguna pertenencia y solicitaron que un mozo fuera por ellas. Comía lo que quedaba en la nevera cuando un botones llegó. Salieron del pent-house y mientras el chico se bajaba en el piso de Álvaro para dejar todas las maletas en su habitación, ellas siguieron hasta la planta baja.


Cuando salieron del hotel, sintió el aire frío y se abrazó a Cristi. Su novia y ella tenían jeans, tenis, chamarras, guantes y gorros. Parecían una neoyorkinas comunes. Sin nada lujoso encima, solo dos chicas que caminaban hacia Central Park. El lugar estaba solo a un par de calles arriba.


Sonrió feliz al ver la gran extensión de naturaleza frente a ella.


-¿Sabías que Central Park es ocho veces más grande que el Vaticano y dos veces más grande que Mónaco?- Preguntó a su chica.


-¿Así de grande?


-Si, por eso de noche es algo tenebroso. Tipo el bosque prohibido.


-No creo que aquí hayan centauros, amor.


-Quien sabe. Vamos ahí.- Tomó la mano de Cris para poder caminar más a prisa, ya que abrazadas su paso era más lento.


Había un carrito de hot dogs con varias personas esperando su pedido. Por el olor, se le hizo agua la boca. Esperaron su turno y compraron algunos y unas gaseosas. Se veían deliciosos con todo ese tocino y el queso derretido encima… Ñam ñam.


Con la bolsa de comida, ahora sí se adentraron al parque. El camino empedrado tenía rastros de nieve, los árboles tenían las ramas desnudas y en los pinos se combinaban el verde y el blanco. El lago no estaba congelado pero estaba segura de que el agua estaría heladísima. Algunas familias estaban a los alrededores, jugando con la nieve, tirándosela a la cara o haciendo muñecos. ¿Y si hacemos un muñeco?


-Adoro el frío.- le dijo a Cris mientras sacaba dos hot dogs y le daba uno a la chica.


-Pero si eres muy friolenta.


-Lo sé, pero me gusta. Lo prefiero al calor.- Dio una mordida a su comida. ¡Buenísimo!


-Esto está muy rico.- Cristina saboreaba su hot dog.


-De lo que te habías perdido 18 años de tu vida.


-Pero llegaste y me enseñaste lo deliciosa que es la comida callejera.- dijo su novia riendo.


-Esh ña mengor.


-¡No hables con la boca llena!- Tragó grueso y hasta le lagrimaron los ojos.


-Quise decir que…-Ah, estaba llorando.- es la mejor.


-Amor…- Cris la miró como si dudara en continuar.- ¿crees que no hay otra forma de desenmascarar a Tomás?


-No lo sé. Creo que lo que pasa por la mente de papá, es hacerlo todo ya. Quiere acabar con esto de una vez por todas.


-Pero, ¿por qué arriesgarte a ti?


- Porque sabe que allanar casas es pan comido para mi.- Broméo.


-No seas boba. Podríamos contratar gente para hacer eso. No quiero que vayas ahí y menos con Sergio. Aunque diga que lo detesta, Tomás es su padre.


-Papá confía en él y yo también.- Miró los ojos titubeantes de su chica.- Cris… la felicidad puede estar incluso en un momento oscuro, solo no olvidemos encender la luz.


-¿Qué?- La azabache parecía muy confundida.


-Dumbledore.- Dijo mientras tomaba un sorbo de su refresco.- Saldremos de ésta, dolorosamente. Pero lo lograremos.


***** **********


-¡Adiós Nueva York! ¡Volveremos pronto!- Gritó al cielo cuando caminaban para salir de Central Park.


-Estás loca.- Cristi reía.


-Anda, grita. Yo sé que quieres.- Tomó a Cris por la cintura. La chica negó.- Anda, tu puedes.- Su novia respiró hondo.


-¡Te extrañaremos, Nueva York!


*****


Puntuales subieron al auto que las llevaría de nuevo hacia el aeropuerto. Estaban con la cara pegada a la ventanilla, disfrutando de las calles neoyorkinas por última ocasión.


Al igual que en el viaje de regreso, al llegar a la pista el avión ya estaba listo, esperándolas. Subieron mientras el personal se encargaba del equipaje. Ella se acurrucó junto a Cristina. Estaba exhausta.


Minutos después el capitán anunció que despegarían, que se abrocharan los cinturones y pusieran sus asientos en posición vertical. Miró como el suelo de NY se alejaba de avión conforme se elevaban.


Suspiró, lista para la última batalla.

Notas finales:

 Felices fiestas.

Que el 2019 esté lleno de amor, buenas notas y sexo salvaje (si ya están en edad de coshar, obvio).

 

!Travesura realizada!


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