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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

Básicamente estos primero capítulos son iguales a los originales. He cambiado algunos detalles preparando el camino para los capítulos inéditos, que ya vienen un poco más adelante.

!Accio cap 3!

Capítulo III

¡Yo no quiero aprender ajedrez!

Sin duda la chica a su lado era sensual y bella. Podía babear mirándola. Caminaba junto a Valeria y a Cristina, rumbo al edificio de artes.

-Dime Ale, ¿Qué estudias?- preguntó curiosa la pelirroja.

-Estoy en el tercer año de la licenciatura en artes musicales.

-Oh vaya, una artista.

-¿Y tú que estudias?

-Estoy en segundo año de Derecho.

-¡Qué bien!- exclamó boba, mirando como la brisa mecía el cabello rojo de la chica.

-¡Claro que no! Pero mis padres querían que estudiara derecho y…

Se pasó la siguiente hora sonriéndole a aquella chica que parecía empeñarse en tenerla sujeta del brazo o de la mano. Valeria era tan sexy, tan femenina… Y le dirigió varios guiños para nada heterosexuales. Si por ella hubiera sido preferiría haberse quedado con Valeria, pero su hermana la apresuró para ir rumbo a la oficina de su padre. Así que después de una despedida demasiado efusiva por parte de Valeria, las San Román estaban de nuevo en la camioneta.

-Y ¿Para qué nos espera tu papá?- le preguntó a una callada Cristina.

-Quiere hablar contigo.

-Sí pero de qué.

-De tus responsabilidades, supongo.

-Ehm, ¿Por qué estás tan seria?

-Así soy siempre.- Contestó tajante la azabache.

Observó a su hermana que miraba hacia la ventana. Parecía enojada, ofendida. Suspiró y decidió quedarse en silencio. La avenida parecía interminable. Los centros comerciales, tiendas de lujo,  hospitales, agencias automotrices, pasaban veloces junto a ella.

-Ahí es. – escuchó decir a Cris.

Miro un edificio alto, de unos 20 pisos, al final de la transitada calle. Tenía ventanales enormes que parecían espejos y en la cima, imponente, el escudo de la Casa Castilnovo. Caminó un poco nerviosa junto a Cristina que avanzaba segura y con un porte gallardo. Las personas en el interior se hacían a un lado  después de inclinar la cabeza. Sin hablar con alguien, Cristina se metió al elevador y presionó  el botón del vigésimo piso. Cuando las puertas se abrieron, sintió que sus pupilas le ardían de ver tanta limpieza y orden. Todo frente a ella era de mármol y los muebles eran elegantes.

-Esto parece un psiquiátrico…- le susurró a Cris quien solo esbozó una pequeña sonrisa.

-Señorita San Román, bienvenida.-Saludó una mujer madura.

-Buenos días Amelia. ¿Mi padre está ocupado?

-Así es. Sn embargo no debe demorar en su reunión. Si gusta le informo en cuanto se desocupe.

-Sí, por favor. Por cierto, te presento a mi prima, Alejandra San Román.- Escuchar su nombre la hizo concentrarse en el presente, pues ya empezaba a divagar por el espacio sideral.

--Mucho gusto, doña Amelia.- Le sonrió gentil a la mujer.

-Oh, Señorita, que amable. El gusto es mío.- respondió sonrojada la aludida.

-Llámeme Ale.- La mujer parpadeó varias veces viéndola ¿Qué le pasaba a esa gente?

-Amelia, avísanos en cuanto mi padre pueda recibirnos.- dijo Cristina ya encaminándose hacia una puerta al costado izquierdo. Ella solo la siguió y entraron a otra oficina. Cristina rodeó el escritorio y se sentó en la cómoda silla ejecutiva,

-No me digas que es tuya esta oficina.- dijo sentándose en una de las dos  sillas frente al escritorio.

-Sí, así es.

-¡Pero si tienes apenas 18 años!- Exclamó frustrada subiendo los pies y cruzándolos.

-¡Baja los pies de ahí!

-¿Por qué? Es más cómodo así. Anda tú también sube los pies.

-No, ya bájalos.

-Oblígame.-  Cristina la miró con enojó pero luego de respirar hondo prendió una lap top y empezó a escribir sin prestarle la más mínima atención.- Cris…

-¿Si?

-¿Por qué tienes una oficina aquí?

-Porque trabajo aquí.

-¿Qué? ¿Tan joven?- Bajó sus apestosos pies del escritorio.

-Según la ley, a los 16 años el heredero de un título ingresa  a la vida pública y se le pueden delegar ciertas obligaciones, según lo que decida la familia en cuestión. En mi caso se me asignó un puesto aquí para que aprendiera de los negocios familiares, aparte de mis responsabilidades como vizcondesa. Así que me encargo de esto y de la universidad.

-Por Dios, eres un robot.- Dijo tomándole el pelo.

-No seas tonta.- Cris le tiró un bolígrafo en la cara, pero ella lo atrapó en el aire.

-¿Y qué negocios tiene la familia?- Pregunto garabateando una hoja que encontró por ahí.

-Bueno, básicamente estamos enfocados a la rama turística.- comentaba sin dejar de leer y escribir en su lap.-  Entre otras cosas somos dueños de una cadena internacional de hoteles, una aerolínea, tenemos negocios con los petroleros árabes y varias inversiones en empresas de telecomunicaciones.

-Wow, eso suena… a mucho trabajo.- Había dibujado un perro… más bien parecía un caballo. Era mala dibujando.

-Así es. Mi papá siempre anda ocupado, viaja constantemente y en ocasiones me toca ir con él o con Álvaro a cerrar algún negocio o visitar algún hotel.

-¿Y te gusta eso?- Pudo ver a Cris levantar sus ojos hasta ella y observarla unos segundos.

-Claro, es mi trabajo.

-¿Y la diversión qué?

-No tengo mucho tiempo para eso.- se sinceró la chica.

-Bueno, ahora que estoy aquí podríamos salir a dar un paseo.- Dijo con algo de prudencia, pues los ojos de Cristina denotaban miedo, pero ¿a qué?

-Es que… prefiero no salir mucho.

-¿Por qué no?

-No me gusta que me sigan.- Dijo la chica apenas en un susurro, pero la escuchó.

-Nadie nos seguirá. Yo te cuidaré.- Su hermana sonrió de lado, tal vez algo incrédula.

-Yo…

¡Pit pit! Un sonido las interrumpió.

-Señorita Cristina, su padre las espera.- La voz de Amelia sonó desde el intercomunicador.

-Gracias. Ya vamos para ahí.- Contestó Cris presionando un botón del aparato.

-Ya era hora.

-No exageres, no esperamos mucho tiempo.- Caminaron hasta una puerta enorme de cristal tintado y Cristina dio dos golpes.

-Adelante.-Escuchó decir a su padre.

Abrió la puerta y pudo ver al conde sentado detrás de su elegante escritorio y a un hombre casi de la edad de su padre mirándola sonriente.

-¡Álvaro!- exclamó feliz abrazando al sujeto.

-Hola, Alejandra. Por fin nos encontramos. ¡Qué alta estás! ¡Y qué pinta de rebelde!

-Si, bueno ya sabes que soy cool.- respondió con una sonrisa de arrogancia fingida.

-No cambias mocosa.- Si algo le gustaba de Álvaro, era que le hablaba de esa forma tan amigable y familiar.- Cristina que gusto verte.- Saludó con un beso a su hermana.

-También me alegra verte, ¿de donde conoces a Alejandra?- Se quedó en silencio sabiendo que había metido la pata.

-¿Quién crees que fue a buscar a esta testaruda?- Habló Álvaro con toda naturalidad.- Fui a buscarla y a decirle que su familia la esperaba aquí. Me costó bastante pero lo logré.

-¿Así que fuiste tú? Que bien.- La azabache sonrió.- ¿Cuándo volviste?

-Hace un par de horas. Fue un viaje rápido.

-Luego podrán platicar, ahora tenemos prisa.- se escuchó la voz grave del conde.

-Claro, papá. Disculpa.

-Cristina acompaña a Álvaro a su oficina para que te entregue los datos que trajo de Nueva York.- Cris y Álvaro salieron de la oficina y ella se sentó frente a su padre.

-¿Para qué querías verme?

-Tenemos que hablar de tus responsabilidades y de otros asuntos.

-¿Qué responsabilidades?

-Ten.- el conde le entregó una carpeta. Dentro encontró unos papeles. El primero era un ¿horario?

-¿Qué es esto?

-Tu itinerario de actividades y clases extra.

-¿Clases extras? ¿Estás loco?

-Alejandra…- su padre le dirigió una mirada de advertencia.

-Disculpa, lo de loco no es en serio pero, ¿Esgrima? ¿Equitación? ¿Ajedrez? ¿Idiomas?  ¿Etiqueta?

-Es todo lo que tienes que aprender.

-¿Para qué? Tengo suficiente con la universidad como para que me llenes la tarde de clases inútiles.

-No son inútiles, son parte de tu formación.

-Lo que me interesa aprender es composición, piano, solfeo… ¿para qué quiero aprender ajedrez? ¿Para morir de aburrimiento?

-Eres parte de ésta familia y debes ser educada como tal. Desde pequeña se te debió dar esta formación, sin embargo no es tarde para que aprendas. Tus hermanos reciben clases de música y de diferentes instrumentos, sin embargo por obvias razones tú no las necesitas. Así que tu horario no es muy cargado.

-¿No es muy cargado?  ¡Aquí me marca hasta la hora para ir al baño!

-Claro que no.

-Bueno pero solo eso faltaba. Lo siento, no pienso tomar estas clases. Tal vez la de idiomas sí, aunque en la universidad ya he tomado inglés y ahora estoy en italiano II…

-Asistirás a todas tus clases.

-¡Pero no me interesa aprender equitación!

 -Es parte de tu formación, ya te lo dije.

-No me agradan los caballos. Yo no quiero andar por ahí exhibiéndome. No quiero conocer a tus amistades refinadas. Solo quiero ser una chica más. Ir a la universidad, tocar mi música, tener amigos.

-Ya te he dicho que eres parte de esta familia y como tal asistirás a los eventos sociales que se presenten.- La regañó el conde.

-No me agrada vestirme elegante.

-Alejandra, por favor.- pidió Guillermo con voz cansada.- No quiero discutir. ¿Te parece si vamos hablando de esto conforme se presenten las ocasiones?

-Vale, vale.- Tampoco ella quería discutir, ya luego se las ingeniaría para volarse las dichosas clases y todo lo demás.

-Bien. Abre el sobre.-  Miró entre los papeles y encontró un sobre amarillo. Sacó dos tarjetas y un celular.

-¿Qué es esto?

-Son tus tarjetas. Una es de crédito ilimitado, puedes usarla en cualquier parte del mundo. La otra es de tu cuenta bancaria. Cuando Tony murió, al ser yo su familiar varón directo más cercano, heredé todo su patrimonio, Sin embargo ahora se te ha reconocido como su hija  y al hacerlo, eres su heredera universal. Mi primo poseía una cuantiosa fortuna y gran cantidad de acciones aquí en la empresa. Él nunca se involucró en los negocios, así que siempre fue Álvaro el encargado de administrar esa fortuna y lo hizo de manera excelente, incrementándola. Todo ese capital es tuyo al igual que diversas propiedades. Todos los detalles están en la carpeta, puedes tomar posesión de tu herencia a partir de este momento. También te traspasaré acciones mías, pues eres mi hija. Solo firma esos documentos y todo será tuyo.- Miró las hojas que para ella estaban en chino. Al final había un renglón con su nuevo nombre.

-No gracias.- dejó la carpeta sobre el escritorio.

-¿Por qué no?

-Nada de esto me corresponde. No soy hija de Antonio. Vamos, ni lo conocí. Dudo que él quisiera heredarme todo eso.

-Seguramente lo haría. Estoy seguro que tú serías su sobrina favorita.- Guillermo sonrió.

-Tal vez tuvo hijos…

-No, no los tuvo.

-¿Cómo sabes?

-Lo sé. Mi primo y yo no teníamos secretos. Si él hubiera tenido un hijo, yo lo sabría.

-Yo no quiero nada de esto. ¿Qué haré con tanto dinero?

-Puedes hacer infinidad de cosas. Lo que quieras. Viajar, comprarte cosas innecesarias, no sé que cosas hagan los chicos de tu edad ahora.

-No me gusta viajar ni ir de compras.

-Entonces ayuda a las personas. Dispón de ese dinero a tu manera.

-¿Por qué no se lo das a mis hermanos?

-A tu hermana se le dio un obsequio similar al cumplir la mayoría de edad. Además, así puedes comprar tus cosas personales sin tener que pedirme dinero. Todo estará en tu cuenta.

-No necesito tanto dinero.

-Tienes derecho.- Dinero, dinero, dinero, dinero… su padre la hablaba de algo tan común como el dinero. A ella le gustaría hablar de otras cosas con él, conocerlo.

-¿Y los enanos?

-Ellos tendrán lo que les corresponde al hacerse mayores.- Miró a su padre a los ojos unos segundos. ¿Qué sabía de él? Que le gustaban las motos… que trabajaba mucho… y… y…

-De acuerdo.- Dijo resignada firmando los estúpidos papeles. Si a su padre no le interesaba conocerla aun teniéndola cerca, a ella tampoco le interesaría.

-El lunes empezarán tus clases, así que mañana será tu último día libre. Con respecto a la universidad recuerda que debes comportarte siempre teniendo en mente a qué familia perteneces. No quiero escándalos así que sé prudente y discreta.-El Conde la miró significativamente.

-Entiendo. Nada de andar en tanga en público.-Ironizó.

-Cuidado con esos comentarios.

-¿Algo más, señor Conde?- Puta madre ¡Puta madre!

-Es todo. Puedes retirarte.- Se quedó esperando un segundo, queriendo preguntarle tantas cosas a ese hombre. Pero él se mantenía serio.

Su padre le dirigió una última mirada severa antes de que saliera enfadada de la oficina. No estaba dispuesta a hacer nada de lo que su papá quería. Nunca le había gustado que controlaran su vida !ella no podía ser controlada! (¡Dvgt, fuck yeah!) No sabía como su hermana podía con ese estilo de vida. Regresó sola, pues Cristina tenía trabajo que hacer y ella no estaba de humor para soportar todo eso.

Sin embargo, no quería ir al palacio, así que se dirigió a la iglesia del pueblo. Necesitaba hablar con su tío.

-¿Y que tal van las cosas?- preguntó el viejo sentado frente a ella tomando su refresco

-No sé. Él complica todo.

-¿Tu papá?

-Si, él.

-Llámalo por lo que es: tu padre.

-No creo llamarlo así alguna vez. No tenemos nada en común. Él es súper serio, estricto, inflexible. Es un ogro.

-Claro que no lo es. Tú estás predispuesta en su contra. Vienes con tantas ideas erróneas en tu cabezota que no le das una oportunidad de redimirse ante tus ojos.

-¿Redimirse? ¿Por abandonarme?- Bufó.

-Él no te abandonó. Debes entender que tus padres buscaban lo mejor para ti.  Él te ama, al igual que a sus otros hijos.

-Pero con ellos si ha estado siempre.- Dijo con resentimiento.

-¿Les guardas rencor a ellos?

-No, no es rencor….

-¿Envidia?- ¿Qué diablos sentía?

-El me confunde.

-¿Porqué?

-No sé. A veces, por una fracción de segundo, su mirada cambia. A veces, parece un ser humano sensible… pero luego sus ojos vuelven a ser severos.

-La vida de Guillermo no ha sido fácil.

-¿No? Es un maldito conde y antes de eso fue el hijo de uno, ¿dime que pudo faltarle?

-Te fijas solo en lo material. Y la vida no se trata solo de objetos. A tu padre le faltaron muchas cosas. Atención, comprensión, afecto. Solamente le he conocido un par de amigos sinceros, los demás son puros buitres que andan rondando a tu familia para sacar algún provecho.

-No parece muy interesado en conocerme.

-Claro que lo está, solo que tu levantas un muro entre ustedes. Lo miras y solo ves al hombre que siempre te hizo falta. Recuerdo que cada día del padre estabas enfadada, cuando descubrías que era de noche y él no había ido a verte, que no habías podido entregarle el regalo que año tras año le comprabas.

-¿Cómo… como sabes eso?- Sintió su cara ardiendo.

-Tu madre.

-¡Le pedí que nunca contara eso!

-Ella estaba preocupada por ti. No quería que tu alma se llenara de rencor, pero tampoco quería perderte. No quería que Guillermo te trajera aquí y te educara como su hija.

-Nunca entenderé ese estúpido trato.

-Yo tampoco lo entendí, pero así fueron las cosas.- Se quedó callada un momento, pensando.

-Él hizo unos arreglos y me entregó la herencia de Antonio y parte de sus acciones…

-¿Eso hizo?- Su tío tenía la boca abierta.- ¡Eso es una fortuna!

-Si… eso dice él.- Sacó la carpeta de su mochila y se la extendió al anciano.- No quiero nada, puedes quedarte con todo el dinero.

-¡¿Estás loca?!- Sebastián le arrebató la carpeta solo para golpearle la cabeza con ella.- Esto es tuyo.

-Ya te dije que yo no…

-¡Basta!- La interrumpió su tío.- Deja de ser tan testaruda y tan inmadura.- Se quedó callada pues rara vez veía al viejo en verdad enfadado.- Si Guillermo te dio esto lo hizo de corazón, porque cree que es lo correcto. Además, ¿crees que a tu papá o a la empresa le hará falta este dinero? Mejor utilízalo para hacer cosas buenas.

-Si, está bien.- Aceptó algo apenada.- Ahm… donaré una parte para la parroquia y podemos… no sé… dar becas a los niños de aquí… escolares y artísticas.- dijo cuando su cerebro se iluminó.

-Esa es una gran idea. Buscaré entre mis feligreses niños que merezcan y necesiten esa ayuda. Gracias.- dijo el anciano con una sonrisa amigable. Su mal humor ya se había esfumado. Ella solo asintió.

-También me dio un tonto horario con clases extra. Quieren hacer de mí una señorita de la alta.

-Entiendo. Verás…-Su tío se rascó la barbilla, pensativo.- Tu padre creció en ese mundo y es la forma en que educa a tus hermanos. Así que supongo que en su mente, él está haciendo lo correcto contigo al darte la misma educación que a ellos.

-¡Pero yo no quiero eso! Él no sabe nada de mi, de lo que me gusta, de lo que espero de mi vida o de mi futuro.

-Entonces, haz que te conozca. Alejandra, es verdad que no eres muy brillante…- Dijo Sebastián con expresión de burla.

-¡Tío!- El anciano rio.

-Tú puedes con eso y más. Eres la hija de tu madre, ella era muy talentosa y por otro lado…- dijo sonriente.

-¿Por otro lado?

-Eres más parecida a tu padre de lo que crees. Y no me refiero al físico, sino al interior. Yo conocí a Guillermo hace mucho tiempo, antes de que sea un conde y te aseguro que es alguien totalmente diferente a lo que refleja. No es un ogro, eh. Si se comporta así es porque su trabajo y su posición se lo exigen. Mi consejo es: realiza lo que te pide, sin dejar a un lado tu forma de ser y verás que eso bastará para acercarte a él.

-No estoy segura de querer acercarme a él.

-Claro que quieres. Es por eso que andas enfadada desde que llegaste aquí. Sé que te asusta conocer a tu padre pero es algo que has querido siempre, no desaproveches la oportunidad de recuperar los años perdidos.

-Yo… ¿Qué hago con todo el rencor que siento? Solo con tenerlo enfrente siento la sangre hervir, siento tantas ganas de gritarle, de echarle en cara el mal padre que ha sido para mi.

-Díselo. Grítale. Explota. Pero haz algo.

-No sé…- se sentó y el viejo se colocó frente a ella sujetándola de los hombros.

-Ten fe. En Dios, en tu padre y en ti. Las cosas volverán a su sitio.

-Si tú lo dices.- No estaba convencida pero ¿qué le quedaba? Tenía que controlarse y confiar en que todo iría bien.

-¿Y que tal te llevas con el resto de la familia?

-Pues, bien. Son bastante formales en algunas cosas.

-Son aristócratas.

-Lo sé. Es solo que a veces no sé si mi forma de hablar y comportarme son las correctas.

-Tu madre te educó muy bien. Y aunque es verdad que te vistes horriblemente…-

-Luzco mejor que tú con el vestido que usas.

-Se llama sotana, irrespetuosa.

-Como sea. Y bueno… es que... Cristina se viste tan bien, es como una princesa y yo…

-Tú eres María la del Barrio.

-Viejo tonto. El glamour y yo no congeniamos.- dijo soltando un suspiro.

-Eso no importa, o ¿acaso tu padre te ha pedido cambiar?

-No, él solo habla conmigo de dinero.

-No te preocupes, dale tiempo. Además él está enterado de tus preferencias.

-¿Tú le dijiste?

-Lo sabe desde hace años. ¿Por qué crees que en tu guardarropa no incluyó vestidos de princesa?

-Pues ¿gracias?- se frotó ansiosamente la mejilla.

-Anda, ya anochece. Te llevaré a tu casa.

-No te preocupes tío. Caminaré, solo son 2 km y me hará bien el aire fresco.

-Ve con cuidado.

-Si. Me largo.

Se despidió del anciano y emprendió el viaje de regreso, eran las 6.30pm. La carretera hasta el palacio estaba iluminada por farolas a determinada distancia. Los enormes árboles a los costados, con las hojas moviéndose a merced del viento, la relajaban. Su tío tenía razón, nadie dijo que su nueva vida sería fácil. Y ella no era una cobarde.

-Señorita Alejandra, ¿vino caminando?- preguntó asombrado el guardia.

-Si.- ¿Qué? ¿Acaso estaba prohibido caminar?

-Hubiera pedido que fuéramos por usted.

-No te preocupes, me gusta caminar.

Se adentró a la propiedad y vio a Cristina en la puerta del palacio. Parecía enojada.

-¿Dónde estabas?

-Con el padre Sebastián.

-Estaba preocupada, ¿viniste sola?

-Si, tranquila ¿de acuerdo?

-No deberías caminar sola a esta hora.

-¡Pero si el pueblo es muy tranquilo!

-Pero no es propio andar sola y menos a esta hora.

-Si ya bájale. Solo quería aire fresco. Además se me hace tonto ir con chofer de aquí para allá.

-¿Me estás llamando tonta?- Cristina giró sobre sus talones y caminó rápido hasta los escalones.

-Cris, espera.

-Estoy cansada. Hablamos después.

-¿Mucho trabajo?- Le seguía el paso hasta la habitación.

-Como siempre.

-¿Y tu papá?

-Tenía una cena de negocios, vuelve más tarde.

-Creí que lo acompañabas a esas cenas.

-Álvaro fue con él, yo tengo deberes escolares.

-¿Estás enojada conmigo?

-No.- dijo azotando la puerta en sus narices.

Toc  toc.

-¡Cris! Abre por favor.- silencio.- Cris, abre o tirare tu puerta.

-Entra.- ¡Perfecto! Solo tenía que amenazar con violencia y asunto arreglado. La habitación de su hermana era demasiado seria a su gusto. No había nada fuera de lugar. Se sentó frente a ella en la cama.

-¿Estás bien?

-Si.

-No parece. Te ves cansada y enfadada. Cris…- Puso una mano sobre la que la chica tenía en la cama.

-Estoy… estoy cansada, eso es todo. Perdón por ser brusca contigo.- susurró la menor abrazándose a ella.

-Supongo que tú eres la que carga con más responsabilidades ¿Verdad?- Acarició el cabello de la chica.

-Si, normalmente después de la universidad voy a la empresa o a tomar alguna clase extra. O salgo de viaje y descuido la escuela. No me gusta descuidar la escuela.

-Entiendo.- Notaba a Cris exhausta y aún era una adolescente. Toda la carga de esa chica, en realidad era de ella. Y ahí estaba su hermanita mostrándose débil ante sus ojos. Estaba segura que no solía mostrarse así ante nadie y sin embargo ahora le parecía tan vulnerable.- Cualquier cosa que necesites me lo pides ¿va? Si necesitas ayuda con algo, hablar o que golpee a alguien por ti.

-¡Alejandra! No serias capaz ¿o sí?- Su hermana se separó un poco de ella para mirarla a la cara.

-¿Por ti? ¡Claro!

-Pero no creo que golpees a Valeria, se nota que te… encantó- dijo suspicaz.

-Si bueno, yo…

-¿Te gustan las chicas?- le preguntó de golpe y sin aviso.

-¿Tan obvia fui?

-No le quitaste los ojos de encima.

-A ti, ¿te molestaría tener una prima lesbiana?- preguntó seria esperando la respuesta de Cristina.

-Nuestra sociedad es bastante intolerante con ese tipo de relaciones así que te pido discreción, no quiero el nombre de nuestra familia en un escándalo.- dijo dura.

-Ajá bueno,  respuesta perfecta por la futura condesa de Castilnovo. Ahora te pregunto a ti, Cristina, simple y mortal Cristina, ¿te importa que sea lesbiana?- Su hermana la miró por unos segundos y le sonrió.

-Me importa un cacahuate.-respondió abrazándola de nuevo.

-¡Y la princesa se rebela!- Bromeó estrechando fuerte a su hermana.

-Solo sé prudente. No me gustaría que te lastimaran.

-Lo prometo. No me meteré en problemas.- (¿Ustedes creen?)

 

 

El domingo fue un día relativamente tranquilo. Al menos sus hermanos, la condesa y su tía estaban en casa. Su padre, como siempre, ausente. Asistieron a la misa de 11am. La gente del pueblo saludaba con respeto a su familia. Entró quitada de la pena a la iglesia. Le gustaban los sermones de su tío. Era tan gracioso.

Después de comer secuestró a sus hermanos y los arrojó a la piscina. Cristina la regañó por tratar así a Memo pero ella creía que su hermano podía hacer más cosas de las que le permitían. Su tía Angie le había explicado que Memo tenía un defecto congénito en la cadera y por eso le limitaban las actividades. Eso le parecía una exageración. Memo no era ningún inútil y el chico parecía contento al ver que ella lo trataba como si su discapacidad no existiera.

La condesa y su tía hablaban con unas señoras de la alta, en los muebles del jardín, mientras Cristina terminaba unos deberes sentada en uno de los camastros junto a la piscina y los pequeños y ella jugaban dentro del agua.

 

 

El despertador sonaba con fuerza.

-¡La puta madre, calla!- Se despertó de malas por el escándalo de la cosa esa. Resignada se bañó y bajó a desayunar. En el comedor estaban solo sus hermanos.

-Buenos días… ¿estás bien?

-sí, ¿Por qué?

-Luces horrible.- dijo feliz Memo.

-Gracias.- dijo tirándose sobre la silla y apoyando la cara en la mesa.- Tengo sueño.

-Vamos Ale, deberías estar ansiosa por tu primer día en la universidad.- dijo severa Cris.

-Quiero dormir.

-¿Estás babeando la mesa?

-Si.

-Iuuuugh Alejandra, que asco contigo.-Exclamó su hermana pasándole una taza de café.

A regañadientes terminó su desayuno y subió por sus cosas. Al bajar, los condes estaban junto a sus hermanos en la entrada.

-Alejandra, acompáñame un momento.- le pidió su padre. Caminaron por un pasillo que conectaba la casa con la cochera. Dentro había cuatro camionetas y siete autos.

-¿Para qué me trajiste aquí?

-Escucha: las camionetas se usan para transportar generalmente a mi esposa, a tus hermanos o a mi. Los autos los uso  yo en ocasiones. Esos dos de ahí son intocables, ya que son de tu tía y se vuelve loca si alguien los usa. Y este Mercedes Benz SLK es tuyo.

-¡¿Qué?!- Admiró el auto deportivo gris frente a ella.

-Es tuyo. No te gusta andar con chofer así que aquí tienes la solución a eso. Solo conduce con cuidado y lleva a tu hermana a la universidad contigo. Irás detrás de la camioneta y llegando a Thó tomarás rumbo a tu escuela. Cuenta con sistema de rastreo y si tienes algún problema solo presiona este botón.- Le señaló un botón rojo bajo el tablero.

-¿Para qué es?

-Es el botón de auxilio. Al presionarlo llegará ayuda en menos de cinco minutos.

-Gracias. Pero no era necesario tanto lujo.

-Eres una San Román y según Angie, debes andar con estilo. De hecho es un regalo de tu tía. Lo compró en cuanto supo que vendrías a vivir con nosotros.- Su padre sonreía.

-Le agradeceré en cuanto la vea.

-Hay algo más. Vamos.- Siguió al hombre a la parte trasera de la cochera. Ahí una decena de motos la esperaban.

-¡Wooow! ¿Puras Harley Davidson?

-Son mis favoritas. Cristina me comentó que te apasionan las motos.

-Si, así es. ¿Las utilizas alguna vez?- preguntó mientras las examinaba.

-Antes si, ahora ya no. De ahora en adelante puedes usar la que quieras.

-Gracias. ¿Los chicos manejan?

-¡Claro que no!- Guillermo había sonreído muchas veces durante esa charla.-  Tú eres la única de mis hijos que heredó mi gusto por las motocicletas.- Se miraron un momento en silencio. Escuchar a su papá decir eso último la había hecho sentir extrañamente bien.

-Podría enseñarles…- Habló al fin.

-¡Ni se te ocurra! De solo imaginar a Cristina conduciendo me da temor. Es muy frágil para esto.

-¿Y Memo?

-No, él no puede.

-¿Por lo de su…?- indicó la cadera.

-Si, por ese problema. Es un mal congénito.

-¿Le duele?

-Ocasionalmente.

-¿Y a Sofi le puedo enseñar?- preguntó divertida pero se puso seria al ver la mirada asesina de su padre.- Ok, a Sofi no.- Pensó un momento en las palabras de su tío.- ¿Tú… darías un paseo conmigo?

-Estos días estaré…- empezó a decir Guillermo pero se detuvo y la miró con otra sonrisa en el rostro.- Claro, buscaré un momento del día para salir contigo.- Solo asintió intentando no parecer demasiado feliz.

Después de sacar su auto nuevo y escuchar las indicaciones de la condesa, Cris se subió con ella mientras sus hermanos menores iban en la camioneta con el chofer y un guardaespaldas.

-Ale, no corras tanto.- le exigió Cris una vez la camioneta se dirigió al colegio de sus hermanos y ellas se encaminaron a la universidad.

-Tranquila, no pasa nada.

-Es en la siguiente salida, cruza bajo el puente.

-Ok.

Y ahí estaba la imponente universidad. Se metió al estacionamiento donde varias cabezas giraron con curiosidad hacia ella. Aparcó y bajo, caminando junto a Cris, soportando las miradas.

-Te ven así por ser nueva y por llegar conmigo

-Yo creo que miran lo sexy que soy.- dijo arrogante.

-En eso estamos de acuerdo.- dijo alguien a su derecha.

Se sonrojó al ver a la chica parada ahí. Su ropa y su maquillaje la hacían ver muy bien. Y lo que más le gustaba era la sonrisa traviesa de Valeria.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Besos cachondísimos y pensamientos lujuriosos.

Amo AY.

!Travesura realizada!


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