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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

¡Accio cap 36!

 

Capítulo 36

Un Nuevo Comienzo.



- Es un día de júbilo en el Ducado. Me atrevo a decir que nunca había sentido un ambiente festivo tan exagerado. En cada casa hay celebraciones esta noche y nuestra capital está abarrotada de personas.- Decía el hombre mayor.

 

- No todos los días nace una nación. Oficialmente hoy nos erigimos como un Gran Ducado y  tendremos la investidura de nuestro Gran Duque.- .Comentó entusiasmada la mujer.

 

- Por cierto, me sorprende ver la puntualidad de los actos. A las seis de la mañana se izó la bandera en el Palacio Castilnovo y en el Palacio de Gobierno.- Se metió el hombre más joven.

 

- Y está quedando fantástico. Después de la destrucción, ya han completado los trabajos de la parte central. No dudo que don Guillermo haya reunido a un ejército de constructores para asegurar su terminación lo más pronto posible.

 

- ¿Y cuándo será el nombramiento de su hija Cristina? Supe que ya no tardaría en tener una agenda oficial.- Quiso saber la mujer.

 

- Seguramente quieren que la gente se concentre únicamente en lo de hoy. Después harán el anuncio oficial de su propia fecha de investidura.

 

- Hay que estar muy atentos de lo que sucederá cuando su nombramiento ocurra. Estoy a la expectativa de lo que será su relación con Alejandra.- Comentó el hombre mayor.

 

- ¿Vas a empezar de nuevo?

 

- ¡Pero si esto no ha terminado! Es innegable que Cristina será la sucesora de su padre, 

quien al parecer no pretende presionar para que ese noviazgo termine. Y no me negarán que es algo sin precedentes en la historia de las casas reinantes en todo el mundo. ¿O ustedes conocen algún caso?- Argumentó en su defensa.

 

- A mi me parece perfecto. Me siento orgullosa de saber que este Ducado y sus futuras generaciones serán guiados por dos mujeres. Ambas han demostrado gran talento y empatía por los habitantes de Castilnovo.  Y creo que se complementan perfectamente. Estoy segura que Alejandra hará que el arte y la creatividad entre a cada hogar mientras Cristina se encargará de aumentar el ingreso per cápita.

 

- Tu ya das por hecho que su relación durará años, pero¿ crees que esa parte conservadora y religiosa del Ducado les dará tregua?- Interrogó el joven.- Yo no cantaría victoria todavía.

 

- Los San Román son una maquinaria económica y política, si realmente apoyan la relación, seguro ya tienen listas estrategias para lidiar con eso.

 

- Pues esperemos que todo vaya bien. Ya hemos tenido bastante con todo lo que  ha pasado. Este Ducado merece tranquilidad y prosperidad.

 

- Y felicidad.- Cerró la mujer.

 

Le puso “Mute” a la televisión cuando escuchó que alguien tocaba a la puerta. Luciano entró.

- ¿Lista? En exactamente diez minutos debes salir rumbo a la Cámara Legislativa.

 

- ¿Y si salimos en doce?- Le tomó el pelo al hombre. Luciano solo frunció el ceño pensando en qué pasaría.-¿Ya está lista mi tía?

 

- Ya está abajo.

 

- ¿Y los demás?

 

- La Familia Ducal tiene prevista la salida en veinte minutos.

 

- Entonces solo pasaré a despedirme de Cristina.- Dijo caminando a la salida.

 

- No, no, no. Hay que irnos ya.

 

- Pero…

 

- Pero nada. La verás en la Cámara.

 

- Falta mucho para eso.- Se quejó mientras el hombre la empujaba al piso de abajo. Vio la puerta de Cristina alejándose. Seguro que dentro estaba su novia acompañada del ejército de personas que la ayudaban a alistarse.

 

- Todo el tiempo están juntas. Podrás sobrevivir unos minutos sin ella.

 

- Eres un amargado.- Respondió juguetona.

 

- Ahí está.- Escuchó la voz de Milo cuando la vio bajando al recibidor. Su guardia caminó hasta perderse de vista y regresó acompañando a Angie.

 

- ¡Pero qué guapa estás!- Exclamó la mujer.

 

- Tu lo eres más. Apuesto que cierta persona caerá a tus pies cuando te vea.- Le susurró a Angie cuando se paró a su lado.

 

- No sé de qué hablas.- Dijo la mujer caminando de manera altiva.

 

- No sé porqué lo niegas.

 

- No te escucho.- Su tía se paró al pie de las escaleras esperando el auto que las llevaría a la ciudad.

 

- Vamos bien, muy bien.- Luciano caminaba de aquí para allá consultando su reloj.- Beny… Beny…- Lo vio presionando la oreja donde tenía el intercomunicador.-  ¿La entrada oeste está despejada?

 

- En estas semanas ha envejecido diez años.- Dijo Angie sonriendo mientras miraba al hombre.- Deberías decirle a tu padre que le de unas vacaciones.

 

- Ya se las ofreció, pero él no quiere irse. 

 

- ¡Tenemos todo listo! ¡Al auto!- En ese momento una camioneta aparcó para que las dos subieran.

 

- ¿Tenemos que ir tan temprano?- Estaba a la mitad de un libro buenísimo y le desesperaba un poco saber que estaría ahí sentada por un rato. Ese tiempo podía aprovecharlo para leer.

 

- Cada llegada está planeada con exactitud. La Cámara ya debe estar llena, después de ustedes solo faltarán los duques y sus hijos.- La reprendió Luciano.

 

- ¿Y por qué vas con nosotras? Creí que esperarías a los demás.

 

- Fausto los escoltará a tiempo. Me aseguré de decirle varias veces la hora exacta en que debían salir del palacio

 

Ya no dijo nada. Se quedó mirando por la ventanilla. El cielo estaba más azul que en otros días. Era el nuevo inicio de Castilnovo y de su familia.

 

***** *******

 

Las calles estaban abarrotadas de gente. Podía ver banderines y globos por todas partes. Las personas la saludaban a su paso, aunque seguramente no podían verla a través del polarizado. Después de la investidura, Guillermo, Sofía y sus hijos harían un recorrido por las principales calles de la ciudad, que terminaría con un saludo desde el balcón del Museo de Historia, ya que el Palacio de Gobierno aún no estaba listo para el acto. Por la noche se realizaría una cena de gala con invitados especiales, delegaciones internacionales y personajes distinguidos del Ducado.

 

- Esta ropa me asfixia.- Se jaló el cuello de su camisa.

 

- Bueno, era venir de gala o venir desnudos. No creo que a Guillermo le guste la idea de otro escándalo.- Angie también veía por la ventanilla.- Es la segunda investidura de su vida. No cualquier persona puede decir eso.

 

- ¿Estuviste en la de tu padre?

 

- Claro que no. Nací muchos años después de que lo nombraran conde.

 

- ¿Era una buena persona?

 

- Sí…pero demasiado serio para mi gusto. Muy pocas veces lo vi sonreír.

 

- ¿Y tu madre?

 

- Ella era un alma caritativa. Bondadosa y tierna con todos… me consentía mucho.

 

- No sé mucho sobre ellos.

 

- Eso es muy malo. Deberías conocer a tus antepasados. Hay mucha información sobre ellos en nuestra biblioteca… Sí que hay mucho alboroto aquí.- Su tía bajó un poco el cristal y saludó a la multitud.

 

La camioneta se detuvo a un costado de la Cámara. Por esa puerta entrarían ellas, para pasar lo más desapercibidas posible. 

 

Había tenido una reunión familiar junto a los funcionarios encargados de llevar a cabo todo el protocolo del Ducado. Se les indicó cuáles serían  los nuevos títulos y se les explicó lo que eso significaba. Angie y ella no recibieron ninguno, ya que oficialmente no eran parte de la Familia Ducal. Eso la alivió bastante, pues  no quería pasar un semestre en NY rodeada de la rimbombancia de un título nobiliario.

 

A su tía se le asignaría agenda, aunque con menos actividades que a Sofía y a Cristina. Los enanos tendrían sus propias responsabilidades a partir de los 18 años y ella era la única que no tendría vida pública oficial, ya que su parentesco con Guillermo era “distante”. 

 

Su padre objetó los ingresos que el ducado ofrecía a la familia y asignó ese dinero para la reconstrucción del centro histórico y para impulsar al ducado internacionalmente. Decretó que hasta no tener todo marchando al cien por ciento, la familia se sostendría con su patrimonio particular y se encargaría de cubrir todos los gastos de protocolo.

Se  había mantenido su compromiso con Cristina fuera de los asuntos que se discutieron en la reunión, pues no se quería centrar la atención en ese tema… aún. 

 

- Por aquí, señora.- Escuchó que le decían a su tía unos metros delante de ella. Milo se mantuvo a su lado, alerta como siempre. Los asientos que les tenían asignado estaban en primera fila, junto a los invitados especiales.

 

Luciano caminaba discretamente de aquí para allá, acompañado de algunos de los organizadores y miembros de la Cámara. Angie saludaba con un movimiento de mano a una persona aquí y otra allá. Alguien se sentó junto a ella.

 

- No pareces muy divertida.- Álvaro sonreía de oreja a oreja.

 

- Esto estaría mejor con algo de música.

 

- Hola, Angélica.- Le dijo el hombre a su tía.

 

-  Vas a empezar.- La mujer giró el rostro, ofendida.

 

- No sé a quién creen que engañan.

 

- ¿De qué hablas?- Álvaro estaba algo rojo.

 

- De nada, señor sinceridad.

 

- ¿Cómo van las cosas en casa? Escuché que Cristina les pateó el trasero a unos cuantos.- Cambió rápido el tema.

 

- Eso fue muy divertido. Debí grabarlo.

 

- Hubiera dado un brazo por verla ahí.

 

- Ha asumido muy bien su papel.

 

- ¿Y tú?

 

- Todo en orden.- Dijo encogiéndose de hombros.- Solo quiero música, paz y tranquilidad.

 

- Si… todos hemos tenido suficiente. Por cierto, iré a NY en unas cuantas semanas.

 

- ¿En serio?

 

- Tengo que reunirme con parte del equipo de hotelería y aviación, pero si estarás ahí podríamos pasear un día. Hay unos tipos que tocan una música extraña que seguro a ti te gustará.

 

- Y comeremos hot dog´s… ¡En Papaya!

 

- ¡En Papaya!- Dijo Álvaro al mismo tiempo.

 

La gente se apresuró a tomar asiento para ver la transmisión pues la pantalla se había encendido de pronto. Su padre estaba vestido con su traje militar y se encontraba de pie en la calzada frente al Palacio de Gobierno. A su costado estaban Sofía y sus hijos. Los acompañaban funcionarios de Estado y los ministros que serían parte del gabinete de Guillermo. 

Ella observaba a Cristina. Estaba más hermosa que nunca, aunque siempre que pensaba eso, la chica volvía a superar su propia belleza. Lucía un vestido azul, algunos tonos más claros que el azul marino de su padre, haciendo un visible contraste con él.

 

El General Espadas, colocó en el traje de Guillermo las insignias que lo nombraban Comandante Supremo de las recién creadas Fuerzas Armadas del Gran Ducado. La banda de guerra empezó a tocar mientras su padre caminaba hacia un batallón de infantería pasando revista, con el General Espadas acompañándolo. Nunca había visto algo así. Su ciudad natal no era capital de ningún  condado, era solo una ciudad conocida por su arte y ya. Sus habitantes no estaban familiarizados con ese tipo de ceremonias.



Cristina y los demás caminaron hacia Guillermo, para emprender su marcha hasta la Cámara Legislativa. El camino a su paso, estaba lleno de soldados y elementos de las Fuerzas Armadas y unos metros más allá, la multitud de personas que habían asistido al evento. Por toda la ciudad se habían colocado pantallas gigantes para que todos pudieran ver la ceremonia, además de la transmisión por todos los canales  de comunicación.

 

Ya habían llegado. El presidente de la Cámara y varios representantes se encontraban de pie en la entrada para darle la bienvenida oficial a la comitiva.  Después de los saludos obligados, la procesión entró al recinto. Todos se levantaron de sus lugares.

 

En orden, algunos representantes y funcionarios de Estado fueron subiendo a tribuna, quedando de pie mientras los demás entraban. Los últimos fueron Guillermo, Sofía y detrás, Crsiti y los enanos. La gente empezó a aplaudir sin parar. Su padre sonreía e inclinaba ligeramente la cabeza en señal de gratitud. Fue hasta que hubo silencio cuando el presidente de la Cámara tomó la palabra.

 

- Hoy es un día que quedará grabado en la historia. Los que estamos aquí reunidos, los que nos observan desde casa y los que nos ven desde otras partes del mundo, seremos testigos del nacimiento de una nación, de nuestra nación. Como ciudadanos de esta tierra, estamos decididos a trabajar para  hacer de Castilnovo una potencia mundialmente reconocida. ¿Porqué estoy seguro de lograrlo? Por qué los Castilnovences hemos demostrado ser duros de roer, que estamos dispuestos a plantar cara y a luchar por los ideales de esta nación, y porque tenemos grandes líderes, uno de los cuales será investido este día como Gran Duque. Estoy seguro de que esta tierra y sus leyes tendrán al mejor guardián. Don Guillermo, usted está a punto de jurar lealtad y respeto a nuestra Carta Marga y a millones de ciudadanos libres, que ponen su fe en usted y en su familia al nombrarlos la dinastía gobernante. 

 

Guillermo se colocó delante del presidente, quien colocó la Constitución frente a él. 

 

- Esto es emocionante.- Dijo Angie limpiándose la mejilla cuando una lágrima rodó por ella.

 

-Ten.- Le susurró Álvaro dándole un pañuelo. 

 

- Don Guillermo, - Continuó el presidente.- coloque por favor su mano izquierda sobre nuestra Constitución y levante la derecha. ¿Jura usted cumplir y hacer cumplir las leyes de nuestra Nación, sus tratados y reglamentos, ser leal a sus compatriotas, contribuir a la paz y prosperidad de esta tierra?

- Lo juro, por mi honor.

- En nombre del pueblo que esta Cámara representa, le coloco la corona ducal de soberano legítimo.- Guillermo se inclinó un poco pues su cabeza quedaba fuera del alcance del presidente. Igualmente se le colocó una manta roja sobre los hombros.- A partir de hoy se le conocerá como el Gran Duque Guillermo I de Castilnovo.

 

Todos en la Cámara aplaudieron con fuerza. Guillermo dio unos pasos adelante, ataviado de los símbolos de la nueva monarquía. Afuera se escuchó el disparo de 21 salvas. 

 

Cuando volvió el silencio, se le retiraron el manto y la corona. Fue entonces cuando su padre se acercó al micrófono para dar su primer discurso oficialmente como Gran Duque.

 

- Honorables miembros de esta Cámara, invitados especiales, diplomáticos, delegaciones extranjeras, queridos compatriotas… amigos mios, me siento profundamente honrado y conmovido este día. Estamos en el comienzo de este viaje llamado independencia y por primera vez, Castilnovo es libre de volar hacia horizontes nuevos, hacia más gloria y prosperidad. Somos una nación sólida, rica y con aliados que estrechan nuestra mano para darnos la bienvenida a la mesa. Que no les quepa la menor duda: su gobierno es fuerte, sus instituciones están listas para afrontar la responsabilidad. Ya he jurado ante la Constitución, pero ahora quiero hacerles otro juramento. Les juro a todos que seré el gobernante que esta nación se merece, alguien que escuche, que integre y que respete. Alguien que defienda y haga valer las leyes, alguien que entienda la identidad diversa de su pueblo. Hoy empieza una nueva historia en la que todos somos libres, iguales, somos hermanos. Les doy mi palabra de que no se perseguirá ninguna corriente ideológica, no se suprimirán derechos ni se oprimirán minorías. No se impondrá ninguna religión o creencia. Castilnovo será para siempre sinónimo de libertad, de armonía y de igualdad. Ningún hombre valdrá más que otro, ninguna mujer será objeto de discriminación. Ningún joven o niño se quedará sin oportunidades para el futuro. El origen o las circunstancias de nacimiento no determinarán el destino de nadie, pues hacer eso sería ir contra la dignidad del ser humano, contra su propia naturaleza. Por último quiero decirles lo mucho que ustedes me enorgullecen, espero que por mi trabajo ustedes también se sientan orgullosos de mi.

 

Su padre tomó un bolígrafo y se acercó a un libro enorme que se encontraba a la vista de todos: era la Constitución del nuevo Estado. En la primera página estaba redactada la declaración de independencia y la formación de una nación libre y soberana. En la parte de abajo se podía ver la firma del presidente de la Cámara y del Ministro de Justicia. Solo hacía falta la firma del Jefe de Estado, así que Guillermo firmó y levantó el libro para que todos pudieran verlo.

 

********** *********

********CRIS******

 

El recorrido iba a empezar. Estaba esperando indicaciones mientras volteaba discretamente para tratar de localizar a Alejandra. Durante toda la ceremonia había tratado de contener sus miradas hacia ella, pero es que ¡estaba guapísima! Le fascinaba su porte y esos bellos ojos esmeralda que la observaban desde su sitio.

 

Se les había pedido tomar distancia entre sí aquel día para no desviar la atención de la investidura de su padre. Tanto ella como su castaña deseaban tener un perfil bajo en esa ocasión tan especial para el ducado.

 

- Princesa…- Fausto llamó su atención.- por aquí por favor.- Fue guiada hasta un carruaje descubierto tirado por caballos blancos.

 

- ¿Sabes dónde está Alejandra?

 

- Su tía y ella los esperarán en el interior del Museo. ¿Desea enviarle algún mensaje?- Preguntó el hombre señalando el chícharo en su oreja.

 

- Dile que se ve muy hermosa hoy.- Sonrió mientras sentía sus mejillas arder un poco.

 

- Enterado.

 

- ¿Dónde tengo que sentarme?- Preguntó Memo subiendo al carruaje.

 

- Yo aquí.- Sofi ganó el lugar junto a ella.

 

- No me gusta ir sentado de espaldas.- Dijo Memo cruzándose de brazos.

 

- Solo será esta vez.- Apresuró a su hermano.

 

Dieron la orden para avanzar y salieron por la primera calle, cruzando la calzada. La multitud empezó a gritar sus nombres mientras la carroza en la que iban sus padres y en la que iban ellos tomaban un poco de velocidad. 

El sol era intenso y no se quería demorar demasiado el recorrido por temor a que hiciera daño a las personas que llevaban paradas horas ahí, esperando que todo empezara.

Caían globos blancos de los tejados y las personas les arrojaban pañuelos y rosas rojas. Sofi estaba encantada saludando a todos y regalando sonrisas a su paso. 

 

Los escoltas de su padre iban elegantemente vestidos con casaca roja, llevando banderas y haciendo sonar los tambores y trompetas. Nunca había visto algo igual, ni siquiera los desfiles anuales tenían tanta energía y asistencia.

 

Estaba emocionada por estar ahí, por lo que habían logrado. Pasaron días difíciles, con dolor físico y emocional, pero lo habían conseguido. Realmente estaba orgullosa de haber sido parte de ese cambio. Sentía que era lo mejor que le podía pasar a su tierra y estaba convencida de que no le costaría nada entregar su vida a la tarea de gobernarla. 

 

*******  *******

 

- ¿Desean agua o alguna otra bebida?- Les preguntaron cuando bajaron de las carrozas.

 

- Champagne.- dijo Memo. El ballet lo observó sin atreverse a preguntar algo o a retirarse.

 

- Solo agua, gracias.- Le sonrió ella al chico.- Aún no tienes edad para beber.- Reprendió a su hermano.

 

- ¡Pero hoy es un día especial!

 

- ¿Están bien?- Preguntó su madre cuando al fin llegaron a su lado. Sofía estaba con la cara bastante roja, igual que todos.

 

- Yo quiero estar en casa ya.- Dijo quedamente Sofi, que había perdido un poco el ánimo por la asoleada. Se dirigían todos a la parte superior del Museo.

 

- Solo una cosa más y nos iremos.- Respondió su madre haciéndole cariñitos a la pequeña.

 

- ¿Este es mi trabajo de princesa?

 

- Así es.

 

- Está bien.- La enana tomó un poco del agua que les habían traído y se acomodó los mechones castaños.- Estoy lista.

 

- Ahí están.- Escuchó la voz de Angie. Estaba junto a Alejandra, las dos sentadas en un salón frente al balcón. Su tía tenía una copa de vino en una mano y su novia comía unos canapés que estaban en una charola.

 

- ¿Estuvieron aquí encerradas?- Les preguntó su padre.

 

- Sí, les observamos en la televisión.- Angie señaló una pared.- Te ves muy acalorado, ¿quieres?- Movió la copa ante sus ojos.

 

- Claro.

 

- Aquí hay más, Señor.- Le ofreció el ballet.

 

- Tú eres más hermosa.- Le susurró Alejandra, que por fin había podido acercarse a ella.- ¿Estás bien?

 

- Sí, aunque me hubiera gustado que me acompañaras. Aunque… fue mejor estar aquí comiendo algo, ¿no?

 

- Nou. Te extrañé. Quise pasar temprano a tu habitación para darte un beso pero Luci se colgó de mi y me arrastró al auto. ¿Por cierto dónde está?- Miraron por todas partes, hasta que lo vieron corriendo por el pasillo.

 

- Señor...- dijo Luciano apenas con aire en sus pulmones en cuanto estuvo frente a ellos.- es hora… el saludo. Estamos a cinco segundos del tiempo cronometrado.

 

- Bien.- Guillermo se acercó al hombre y le sonrió.- Pero antes de saludar, necesito que me hagas una promesa.

 

- Claro, lo que pida.

 

- Promete que mañana comprarás un pasaje para irte de vacaciones al lugar que te plazca. Tómate unas semanas. Lo has hecho muy bien.

 

- Pero, Señor… 

 

- Es una orden, Luciano.

 

- Entendido, Señor. Muchas gracias.- Luciano dejó de temblar un poco.- Primero usted.

 

Guillermo caminó al balcón. Lo vio de espaldas, saludando a la multitud que coreaba su nombre. Después de un momento su madre lo acompañó.

 

- ¿Y nosotros?- Preguntó Sofi.

 

- ¡Ahora!- Dijo Luciano haciendo que sus hermanos y ella se pararan junto a sus padres. 

 

La multitud era enorme. El mar de gente se extendía por todo el zócalo y las calles aledañas. Había mucho alboroto de las personas, que gritaban y aplaudían sin parar.

 

- Alejandra, Angélica, vengan.- Pidió Guillermo.

 

- Tía no puedes llevar tu copa.- Escuchó que decía Alejandra justo a tiempo, pues Angie estaba a un paso de estar a la vista de todos.

 

- Ups.

 

Regresó su atención al frente, riendo mientras Sofi enviaba uno que otro beso. Angie y su castaña se pararon hasta el otro extremo del balcón, junto a Memo. Si era posible, la gente empezó a hacer más escándalo. En pocos instantes se escuchaban gritos: las personas le decían algo a Alejandra. 

- ¡Ahí no!

 

- ¡No vas ahí!

 

Fueron las cosas que logró entender. Alejandra observó un momento a su papá, quien asintió. Entonces su castaña caminó detrás de ellos y se colocó junto a ella… Y Castilnovo enloqueció.

 

****** *******

******ALE******

 

- ¿Aún tienes energía?- Le preguntó a Cristina cuando empezaron a arreglarla para la cena de gala. 

 

- Estoy molida, pero con ánimo. ¿Qué esperas para vestirte?

 

- No tengo muchas ganas de asistir.

 

- Mi padre te matará si no asistes. Él te invitó.- Le dijo su chica moviendo apenas los labios pues le estaban aplicando maquillaje en el rostro.

 

- Si, ya sé… Sabes que no me gustan mucho las cenas glamourosas. Pero va, me iré a cambiar.

 

- Señorita, si quiere podemos ayudarle con su arreglo.- Ofreció una mujer.

 

- No, así estoy bien. Gracias.

 

- Aunque sea su cabello.

 

- ¡No!- Se alejó con rapidez de la mujer, pues tenía cara de que fantaseaba con acabarse un spray en su peinado.

 

- Es algo especial con su cabello.- Escuchó que decía Cris antes de cerrar la puerta y correr a su habitación.

 

*****  *******

- Creí que esto sería más divertido.- Le dijo Memo. 

 

Los dos estaban de pie a un costado del enorme salón, mientras los invitados no paraban de llegar y su padre, Sofía y Cristina los recibían. Al menos no se trataba de gente estirada. Había varios conocidos, pues se había invitado a personas notables en diversas áreas de la ciencia, el arte y demás. Eran personas que Guillermo quería unir para formar un grupo sólido e impulsar al ducado de manera potente.

 

- Escuché que empezarías a tomar clases avanzadas.- Le dijo a su hermano menor.

 

- Sí. En cuanto termine el curso. Cristina se salvó de Álvaro, pero yo no.

 

- Al menos ten la seguridad de que se encargará de prepararte muy bien. Es una de las tres personas en el mundo que conoce a la perfección la empresa.

 

- Si, ya sé...

 

- Parece que la idea no te gusta. ¿No estás de acuerdo con manejar los negocios familiares?

 

- Claro que sí. Me alegra que  por fin me hayan tomado en serio y confíen en mí. Me aterraba que siguieran viéndome como un  niño débil y enfermizo.

 

- Entonces, ¿cuál es el problema? 

 

- Mariana… Quería aprovechar las vacaciones para pasar más tiempo con ella. Tú sabes, invitarla a salir.

 

- Uhm, bueno… pero ya han salido ¿no?

 

- Algunas veces, pero… quería verla más. Supe que hay un chico que está interesado en ella.

 

 - ¿Y eso qué?

 

- Si me la gana, ¿que hago?

 

- En primer lugar, ella no es un oso de peluche que te ganas disparando rifles en una feria. Segundo, puede gustarle a muchos chicos pero el chiste es quién le gusta a ella. 

 

- Pues… yo.- Dijo el chico mirando al suelo bastante sonrojado.

 

- ¿Ves? Problema resuelto.

 

- Eres muy tajante con ciertas cosas.

 

- Tú eres un excelente partido. Y no creas que hablo de dinero o familia, sino de tu carácter y personalidad. Mariana me parece una chica lista y seguro ya vio eso en ti. No cometas el error de creerte poca cosa.  

 

- A veces das terribles consejos y otras veces te luces.

 

- Sí, así soy. 

 

- Ahí viene Álvaro, seguro me dirá que mis lecciones empiezan mañana.- Memo huyó antes de que el hombre llegara hasta su lugar.

 

- Buena fiesta, ¿no?

 

- Le hace falta un toro mecánico, pero no se puede tener todo en esta vida.

 

- Al  menos Guillermo trajo música. Aunque yo conozco a un mejor cuarteto.

 

- Si bueno… creo que no es momento para que la sobrina de Duque esté cantando en un escenario.

 

- Eres más que la sobrina. Creí que te diste cuenta en el balcón.

 

- ¿Crees que la gente acepte el compromiso?

 

- ¿Tú crees que no? Todos te vieron dirigiendo un ejército contra Tomás. Nadie puede poner en duda tu papel en el ducado. Y quien lo haga es un estúpido.

 

- Y tú, ¿no extrañas esto?

 

- Les extraño a ustedes. Pero también sé que ayudo mucho desde donde estoy.

 

- ¿Y ya me confirmarás tu romance con mi tía?- Álvaro se puso serio.

 

- Angélica y yo no tenemos ningún romance.- Respondió tomándose de golpe toda la copa.

 

- Creo que tienes penas de amor.

 

- Las mujeres son complicadas.

 

- Más bien Angie lo es. ¿Por qué no vas con ella?- Hizo un gesto con la cabeza para indicarle a Álvaro que la mujer se encontraba detrás de él.

 

- No quiero hacer algo que arruine la noche.

 

- ¿Tan mal están?- El hombre se encogió de hombros.

 

- Hola.- Su novia por fin se había acercado. 

 

- Cristina, cada día estás más guapa.

 

- Tú no te quedas atrás. ¿Verdad, amor?

 

- Eres como George Clooney, pero sin canas.

 

- Ahora entiendo porqué cierta mujer de este salón está loquita por ti.

 

- Cris, ¿tú también estarás con eso?- Álvaro les tiró una mirada de frustración y se marchó a saludar a Guillermo y a Sofía.

 

- Creo que la está pasando mal de verdad.

 

- ¿Terminaste de recibir invitados?

 

- Todos los de la lista ya están aquí. ¿Viste a tu decano?

 

- Sí, andaba charlando con el rector por ahí. Creo que tienen un romance. 

 

- Yo también he pensado eso. Por cierto, papá anda un poco nervioso por la presencia de un embajador inglés.- Dijo Cristi susurrando.

 

- ¿Nervioso? ¿Él?

 

- Papá no me dijo nada pero mi mamá sí. Ella dice que el embajador es algo conservador y…

 

- ¿Homofóbico? 

 

- Así es. Creo que le preocupa que esos prejuicios puedan afectar las relaciones comerciales con ellos. Papá desea ir a una reunión importante en Londres en un par de meses, pero necesita ser invitado por el embajador.

 

- ¿Quién es el tipo?- Miró “discretamente” por ambos lados.

 

- No lo veo por aquí… es un tipo alto, rubio y  de la edad de papá. Habla mucho.

 

- Pues si escucho a alguien parloteando en inglés sabré que es él. 

 

- Habla español perfectamente.

 

- Entonces, ¿no podré besarte apasionadamente ahora?

 

- Me temo que no.- Observó como Sofía le hacía una señal.

 

- Creo que tu madre te necesita.- Cristina miró hacia la mujer.

 

- Sí… perdón. No sé si podré estar mucho tiempo contigo.

 

- No te preocupes, estaré bien. Buscaré a Sofi y correré por los pasillos.

 

- Sofi está dormida.

 

- Entonces correré sola.- La azabache sonrió y volvió junto a sus padres, quienes estaban platicando con los representantes de la Academia de Artes y Ciencias.

 

****** *********

****CRIS ****

 

Intentaba seguir el hilo de todas las cosas que escuchaba durante esa noche. Sus padres le habían encargado que estuviera cerca de ellos para que le fueran presentando uno a uno a todas las personas invitadas a la gala. El objetivo de Guillermo era que la gente entendiera  que ambos eran un frente unido. Que ella sería la continuación del trabajo de su padre y que por ende, ella podía atender cualquier asunto del ducado.

 

Por eso era importante que todos los embajadores y representantes de gobiernos extranjeros la conocieran y hablaran con ella. Tenían que notar que era tan fuerte y decidida como Guilelrmo.

 

- En ese caso, nos gustaría reunirnos con usted y su señor padre lo más pronto posible.- Le decía el presidente de la sociedad de ganaderos del ducado.

 

- Usted será la primera persona que atenderemos. Nos interesa muchísimo firmar los acuerdos de exportación de ganado. Verá que en pocos meses la producción se irá hasta las nubes.

 

- Por eso los asociados y yo estamos emocionados. Todos estamos preparando nuestros ranchos para criar el doble de lo que tenemos ahora. Gracias por presionar para que los impuestos no se coman todas nuestras ganancias.

 

- Es necesario mantener precios competitivos. A todos nos irá bien con unas finanzas sanas.

 

- La cena está servida.- Escuchó la voz inconfundible de Bernardo, quien estaba vestido más elegante que nunca en su vida y parecía maravillado de tener a tanta gente en el Palacio.

 

Poco a poco todos ingresaron al salón más grande. Ahí se habían puesto unas mesas muy largas, formando un cuadrado. Ella y sus padres se sentaron en la mesa principal, mientras que los demás iban tomando sus lugares estratégicamente colocados… Aunque… Alejandra estaba frente a ella, al otro lado de la estancia, sentada junto al embajador inglés.

Carraspeó y le hizo una indicación discreta a su madre para que mirara lo mismo que ella.

 

- Él es un caballero. No creo que haga un desaire.

 

- Roguemos que no. No creo que Alejandra se quede quieta si alguien le dice algo ofensivo. No debiste enseñarle a pelear.

 

- Justo ahora me arrepiento un poco de eso.

 

Bernardo comandaba al ejército de personal que atendían las mesas. Doña Cuqui se había lucido con la elección y preparación del menú. Todo aquello estaba delicioso y podía complacer los gustos diversos de todos los invitados. 

 

De fondo se podía escuchar la suave música de violines proveniente desde el rincón oeste del salón. Angie tenía cautivos a sus interlocutores, sentada junto a Memo que tampoco lo estaba haciendo mal. Había escuchado varios halagos hacia su hermano esa noche. Las personas lo consideraban un chico listo y gentil.

 

Levantó rápidamente la vista al escuchar una voz fuerte. El embajador inglés se sujetaba el estómago. Mil cosas pasaron por su mente, pero la principal era: ¿Alejandra lo había golpeado? Entonces el embajador giró el rostro y pudo ver mejor: se estaba carcajeando.

 

Su novia movía los labios como si terminara de decirle algo al sujeto, que daba golpecitos en la mesa y apretaba la boca para contener la risa. Las personas que los rodeaban se unieron a sus carcajadas.

 

- Fausto…- Guillermo llamó a su guardia, que estaba de pie detrás de ellos.- ¿Podrías preguntarle a Milo qué está pasando ahí?

 

- Claro, señor.- Observó a Milo, cuidando a Alejandra como siempre, tocando discretamente su oreja seguramente para escuchar mejor lo que Fausto le preguntaba. Mientras tanto, la castaña movía los brazos efusivamente, como si contara una historia genial.- Señor, la señorita Alejandra tiene cautivos a los invitados con algunos chistes… pícaros.

 

- ¿Pícaros?

 

****** *******

 

- Le contaré ese chiste al ministro francés en nuestra próxima cena.- Escuchó que le decía el diplomático inglés a Alejandra.

 

- Solo espero que no estalle la tercera guerra mundial por mi culpa.

 

La velada había terminado y la gente iba saliendo del Palacio para abordar sus vehículos y marcharse. Alejandra se acercaba a ella con varias personas, incluidos el inglés que no había dejado de reír en toda la velada.

 

- Señor, me marcho encantado. Pero antes me gustaría invitarlo a las reuniones que sostendremos en Londres con varios miembros de la Unión Europea. Me tomo el atrevimiento de entregarle esta invitación en sus manos.- El hombre sacó un sobre de su bolsillo y se lo entregó a Guillermo.

 

- Asistiré con gusto.

 

- Princesa, quedo a sus órdenes.- El inglés hizo una cortés reverencia  ante Cristina.- Estoy seguro que nuestras naciones tendrán una estrecha amistad. Alejandra, pienso visitar la cafetería que me recomendaste y comprobar si es verdad que tienen las mejores donas del mundo.

 

- Le apuesto la elegancia de Francia a que quedará encantado.

 

- También deberías ir a la reunión, no hay duda.- Dijo el hombre fascinado recordando todos los chistes de la noche.- Pasen buenas noches.

 

- ¿Cómo lo hiciste?- Preguntó su padre.

 

- Nadie se resiste a un buen chiste de “un inglés, un francés y un alemán entraron a un bar”.

 

- ¿Segura que no fue porque se enamoró de ti o algo?

 

- Me dijo que Cristina y yo somos una pareja muy fotogénica… así que no creo que haya reido porque me ame. 

 

- ¿En serio dijo eso? 

 

- Nunca subestimen los chistes de bar. Son los mejores.

 

******* *******

- Ahora sí quiero dormir por dos días seguidos.

 

Por fin el día había acabado. Estaban en la habitación de la castaña, alistándose para dormir. Habían tenido uno de los días más pesados en la historia. Llevaba casi todo el día despierta y sentía el cansancio a punto de vencerla.

 

- Pero todo salió perfecto. Ahora todos deberíamos estar tranquilos.- Ale soplaba el café que estaba a punto de tomar.

 

- Gracias por ser tan paciente hoy. Casi no pudimos estar juntas. 

 

- Tranquila, entiendo que debemos ajustarnos a los protocolos. Solo quiero que también podamos tener tiempo para nosotras.

 

- Me aseguraré de que siempre podamos disponer de espacio para estar juntas. Lo que no quiero jamás, es que me reproches por la vida que tendremos, por los sacrificios que tendrás que hacer por mi.- Alejandra la observó un momento antes de hablar de nuevo.

 

- Por fin lo entiendo…

 

- ¿Qué cosa? 

 

- Lo que debió sentir mi madre. ¿te ha pasado que de repente, en un segundo, puedes ver años adelante en tu vida? Acaba de pasarme eso. Sé que mi mamá amaba a mi padre, pero nunca había podido entender lo que sintió cuando tomó la decisión de seguir su carrera. Yo… sé que podría poner el mundo a mis pies con mi música, sé que seguir sin ti sería duro, pero podría hacerlo. No quiero eso. El amor es una decisión y yo decido quedarme aquí, contigo. Decido ayudarte a lograr que Castilnovo sea tan grande como lo ves en tus sueños.- Se sentó en el colchón frente a su castaña.

 

- Gracias por elegirme. Nunca dejaré que sientas que dejaste atrás algo que amabas. Mientras no se haga el anuncio del compromiso, tendrás más libertad. Y mientras yo no sea la Gran Duquesa, me aseguraré de que puedas mantener tu vida lo más privada posible. Podrás tener música siempre, te lo prometo. Veremos la forma de hacer que esto funcione para las dos. Por eso cuando estés en NY quiero que hagas mil canciones, todo lo que se te ocurra.

 

- Puede que me quiera ir de gira unos años, eh. 

 

- Hazlo. Solo no olvides volver.- Alejandra acercó su cara a la suya.

 

- ¿Y si te llevo conmigo? Cantas muy bien y necesitaré una corista.

 

- ¿Pagas bien?

 

- Tu dime.- La castaña la besó y la tumbó sobre la cama. 

 

- ¿Y me pagarás con besos siempre?- Soltó una risita cuando los labios de Ale empezaron a recorrer su cuello.

 

- ¿Con qué más quieres que te pague?

 

- Pues…- Deslizó las manos por el abdomen de su chica y las metió entre su pijama.

 

- Que indecorosa eres, Princesa.- Ale le quitó la prenda que cubría su busto. Observó ese brillo lascivo en los ojos verdes de la castaña, que admiraba sus senos sin rastros de pudor.- Me encantas.

 

- La forma en que me miras sigue poniéndome nerviosa.

 

- Amo todo de ti.- Sintió los labios de Alejandra empezar a juguetear con sus pezones.

 

Suspiró y cerró los ojos, concentrándose únicamente en la humedad que sentía recorrer sus pechos. Las manos de la castaña acariciaban sus piernas y daban jalones a la ropa que aún conservaba.

 

- Alejandra…- Dijo con dificultad, colgándose del cuello de su chica, dispuesta a dejar que su novia terminara de desnudarla.

 

******* *******

****** ALE*******

 

Se movía con rapidez sintiendo la respiración agitada de su chica muy cerca de su oreja. No sabía cuánto tiempo habían permanecido encerradas en la habitación y tampoco tenía idea de si el sol ya había salido. Solo sabía que de repente habían sentido la urgencia de amarse y de sentir sus cuerpos de todas las formas posibles.

 

Estaba cansada, pero el frenesí de una última exploción la impulsaba a seguir con los movimientos de caderas. Su espalda le ardía cada vez que Cristina se dejaba llevar y presionaba con más fuerza de lo habitual sus uñas contra su piel.

 

Sentía como su chica utilizaba sus piernas para  hacer que su pelvis golpeara con más fuerza la suya, en un intento por llegar al orgasmo más rápido. Sus cuerpos estaban mojados, un poco por el sudor y otro tanto por los fluidos que no dejaban de lubricar sus entrepiernas.

 

La azabache se sujetó fuerte de su espalda y la tensión en ella le dio la indicación que necesitaba para dejarse llevar también. Con un último movimiento, soltó un bufido y un escalofrío placentero recorrió su cuerpo. Durante los siguientes segundos, ocultó su rostro en el cuello de su novia, mientras los temblores pasaban.

 

- Ahora sí, hay que dormir.- Dijo jadeante su chica, que tenía el cabello totalmente alborotado y la cara sonrojada. 

 

- Es la tercera vez que dices eso.- Se hizo a un lado y se acomodó sobre el colchón. Estaba exhausta. 

 

- Tú eres la que me provoca. Yo me alisté para dormir y de pronto me atacaste.

 

- ¿O sea que eres una víctima de mis bajos instintos?

 

- Así es.- Dijo Cristi tocándose la entrepierna. Pudo ver una gran cantidad de lubricación en sus dedos.

 

- ¿Estás bien?

 

- Sí… Cada vez lo disfruto más. 

 

Respiró hondo varias veces y observó a su novia. Cristina se veía radiante a pesar del cansancio que decía sentir y tenía esa expresión ardiente que ponía durante el sexo. No había dudas de que la niña había desaparecido por completo y en su lugar estaba una mujer fuerte y sensual. 

Admirarla completamente desnuda, era algo que podía hacer todo el día, todos los días de su vida. Era como contemplar la perfección y la belleza. Sintió una nueva punzada en su zona íntima y se trepó otra vez sobre su chica, que solo soltó una carcajada.

 

- ¿La puntita?- Preguntó con expresión inocente. Cristina le lanzó una de sus miradas seductoras.

 

- Espero no quedarme dormida en mi primera reunión.

 

Le dio un piquito a su chica y fue bajando por su cuerpo…

 

**********  ***********

 

Habían pasado varios días desde la investidura y por fin había tenido el último examen. Caminaba por la escuela acompañada de sus amigos, que también se sentían libres y listos para las vacaciones.

 

- ¿Se han fijado que Nico de repente se convirtió en un galán?- Preguntó Lisa.

 

- Es que eso de haber sido hospitalizado después de una pelea con Alberto y su padre, contribuyó a que se viera sexy.- Aclaró Nat.

 

- Yo también lo estoy disfrutando.- Dijo el chico que aún tenía que usar el bastón por un par de semanas más.

 

- Ale, ¿qué te parece una mega fiesta de despedida?- Propuso la matona.

 

- ¡Sí! ¿Qué tal rentar un yate y navegar por la costa mientras un DJ pone unas buenas rolas?- Nico empezó a hacer un bailecito.- ¡Auch!

 

- Tranquilo Elvis, no queremos que se te salgan las tripas. Una fiesta estaría bien, lo del yate no sé. Tengo que consultarlo primero.

 

- ¿Ahora no puedes hacer nada sin pedir permiso?

 

- Nico, casi te parten por la mitad para tener una nación libre e independiente gobernada por mi tío y mi novia. Tengo que hacer que tu sacrificio valga la pena.

 

- O sea que tienes que pedir permiso.- Recalcó Nat.

 

- Déjenla en paz.- La defendió Lisa.- Hay cosas que son más importantes que una mega fiesta, como nuestra libertad… la de Ale no porque ella tiene que pedir permiso para todo ahora.

 

- ¡Foto!- Gritó Nico. Él, Lisa y Nat posaron tapandola. Les encantaba arruinar las fotografías que los paparazzis o admiradores intentaban sacarle.

 

- No tengo que pedir permiso para todo, pero si quieren hacer una mega fiesta con DJ, stripers y demás, tengo que avisar.

 

- Nadie dijo algo sobre stripers.

 

- Pero sería buena idea.- A Nico le brillaron los ojos.

 

- Como ya es guapo, ahora le tira a todas.

 

- ¡Oye! No puede ser que yo sea el único de este grupo que no tiene sexo.

 

- Y seguro que nunca en tu vida lo has tenido.- Se burló Nat.

 

- Claro que sí lo he hecho antes.

 

- ¿Sí? ¿Con quién?- Las tres miraron a su amigo, que parpadeó varias veces antes de responder.

 

- Maria… nela.

 

- ¿Marianela? ¿La anciana dueña de la cafetería?

 

- ¡No es ninguna anciana! ¡Apenas tiene 55 años! ¡Es una mujer madura y hermosa!

 

- ¡Podría ser tu abuela!- Natalia casi se atraganta riendo.

 

- ¡Mira quien lo dice! La que fantaseaba con la decano.

 

- ¿Fantaseabas con la decano?- La interrogó Lisa.

 

- De lo que uno se entera.

 

- ¿Y tú qué, mentirosa? Dices que Cristina y tú nunca lo han hecho.

 

- Y es verdad. Vírgenes hasta el matrimonio.

 

- ¡Foto!

 

- Es momento de irnos.- Milo se había acercado a ella.

 

- ¿Tan pronto?- Se quejó Nico.

 

- Tranquilos, chicos. ¿Qué les parece si mañana en la noche van a mi casa y hacemos pijamada?- Sus tres amigos la miraron raro.- Con alcohol, obvio.

 

- ¡Uju!

 

- ¡Tú todavía no puedes tomar!- Nat le dio un coscorrón a Nico.

 

- ¡No me digas que hacer!

 

- ¡Ya cállense los dos!

 

Se alejó dejando atrás la pelea de esos lunáticos. La camioneta ya la estaba esperando para escoltar su auto hasta el club. Ahí estaría Cristina terminando su primer día de entrenamiento en el equipo de salto. 

 

Esos días, toda la familia había estado organizando sus respectivas agendas. Los compromisos y los pasatiempos por fin habían logrado equilibrarse en la vida de todos. Ella creía que su padre se volvería más serio y estricto con su día lleno a tope, pero no. La familia era una máquina bien aceitada. 

 

Cada quien sabía exactamente qué hacer y cómo hacerlo. Así mientras Guillermo atendía algún asunto, Sofía se hacía responsable de otro y Cristina y Angie atendían otros más, para que a ninguno se le cargara la mano.

 

Mientras hacía el recorrido hasta donde la esperaba su novia, pudo ver a Valeria practicando tenis un poco más allá acompañada por Darío, jugando contra Ernesto y Nadia. Levantó la mano para devolverles el saludo y subió los escalones de las gradas frente a la zona de equitación.

 

Cristina estaba quitándose el casco, mientras su entrenadora le decía algo. La chica asentía y señalaba la silla de montar. 

 

- ¿Cómo ha ido?- Le preguntó a Beny, que era el responsable de la seguridad de Cristi ese día.

 

- Genial. Saltó esas cosas… caballos. Todo bien.

 

- No tienes idea del salto ecuestre, ¿verdad?- Se burló Milo.

 

- Estoy aquí para cuidar a la princesa, no para entender por qué los caballos saltan.

 

- Por fin llegaste, muero de hambre.- Volteó al escuchar a su novia. La chica le besó los labios.

 

- Yo también. Por cierto, invité a los chicos a la casa mañana.- Le dijo a Cris mientras caminaban hacia la zona de comida.

 

- Ya sé. Acabo de ver un mensaje de Lisa. También me preguntó si tú y yo ya habíamos tenido sexo.

 

- No puedo creer que sigan con eso.

 

- Le dije que sí.

 

- ¡¿Qué?! Yo le dije que no. Hay que hablar sobre esto de hacer coincidir nuestras historias.

 

- ¿Recuerdas cómo me usabas de coartada cuando llegaste a vivir aquí?

 

- Sabía que serías feliz ayudándome.

 

- Shhht.- Cris se detuvo de golpe y le hizo una señal para que se agachara. Milo y Beny se acercaron pero la azabache les indicó que dieran unos pasos atrás. La chica caminó hacia un muro y se acercó al borde. La siguió y agudizó el oído para escuchar eso que había llamado la atención de su novia.

 

- Te comportas como una niña.- Decía Álvaro, conteniendo la voz enojada.

 

- Y tú como un patán.- Se defendió Angie.

 

- ¿Y qué harás? ¿Fingir que no pasó?

 

- Es que tú no entiendes nada. 

 

- Angélica, por Dios. Somos adultos.

 

- Ser adulta no tiene nada que ver con sentirme mal por lo que hice.

 

- Él ya no era tu novio.

 

- Apenas nos habíamos separado… ¡entiende que me siento inmoral!

 

- ¿Y por eso me evitas ahora? ¿Quieres tener tu duelo por tu tonta relación terminada?

 

- ¡¿Tonta?! ¡Fueron años de mi vida! ¡Íbamos a casarnos!

 

- Ya no lo amabas, lo sé. De otra manera no te hubieras acostado conmigo.

 

- ¡¿No preferirías gritarlo?! Estaba pasando por un mal momento, si fueras un caballero no te hubieras aprovechado de mi.

 

- ¿Me aproveché de ti? ¿Las tres ocasiones? ¡Oh claro, ya recuerdo!

 

- ¿Qué es lo que quieres?

 

- ¡Tener una relación normal! Hemos estado años con estos jueguitos y no voy a negar que me parecía divertido, pero ya me cansé. Sé que lo común te aburre pero carajo, ya estamos viejos para seguir tonteando.

 

- Es muy pronto…

 

- ¡¿Pronto?!

 

- Sí, si. Pronto. ¡Y ya déjame en paz! Necesito ir con mis sobrinas.

 

- ¡Eres la mujer más terca del mundo!

 

- ¡Y tú eres un impaciente! ¿Acaso crees que a mi hermano le parecerá bien que inicie una relación a pocas semanas de romper mi compromiso?

 

- ¡Ni siquiera estás segura de lo que opinaría Guillermo! Y yo ya estoy cansado de tus largas.

 

- ¡Entonces no te importo! Si te importara entenderías que soy una dama y que lo que hice me hace sentir como una mujerzuela.

 

- ¡Está bien! Haz lo que quieras. Ya no seguiré con esto.

 

Álvaro se dio la vuelta y se marchó. Su tía empezó a sollozar. Cristina y ella intercambiaron miradas. Ella negó con la cabeza, pero Cris asintió enérgicamente. Salieron de su escondite.

 

-Tía…- La azabache habló e hizo que Angie se sobresaltara. 

 

- Niñas, iba a buscarlas.- La mujer volteó el rostro para ocultar que se limpiaba las lágrimas.- ¿Que se les antoja? ¿Comida italiana? ¿Tailandesa?- Pero no aguantó, Soltó una expresión de dolor y empezó a llorar nuevamente. Cristina la abrazó e intentó tranquilizarla por varios minutos.

 

- Creo que mejor nos vamos a casa. 

 

Tratando de ocultar lo que pasaba, rodearon esa parte del club para evitar las miradas de los curiosos y se apresuraron para llegar al estacionamiento. Los vehículos salieron rápido en dirección al Palacio. Su tía y su novia iban juntas en la primera camioneta mientras ella iba detrás, con Milo escoltando la caravana. 

Nunca había estado tan enojada con Álvaro y le rompía el corazón ver llorar a Angie. Cuando llegaron a un semáforo en rojo, se detuvo a pensar en lo que debía hacer. El asunto no era de su incumbencia, pero tenía muchas ganas de echarle en cara a Álvaro su insensibilidad.

Cuando la luz se puso verde aceleró y giró el volante en dirección contraria. Ni un segundo después Milo estaba detrás de ella. Iba rápido por la avenida hacia la zona residencial donde vivía Álvaro. El guardia de la privada no le puso ninguna objeción cuando la vio.

Cuando llegó a la puerta la golpeó fuerte varias veces.

 

- ¡¿Quien carajo…?!- El hombre abrió y parecía muy sorprendido por verla ahí.- ¿Qué haces aquí? ¿Pasa algo?

 

- Pasa que eres un idiota.- Dijo mientras entraba a la casa. Notó que Álvaro tenía un vaso de whisky en la mano.- Escuché tu discusión con mi tía.

 

- No respetas la privacidad, eh.

 

- ¿Privacidad? Ustedes se pusieron a hablar de eso en un lugar público. Qué bueno que solo fuimos nosotras quienes los escucharon.

 

- ¿Y viniste a regañarme?- Le arrebató el vaso de la mano.

 

- Sí. ¿Olvidaste todas las veces en que me hablaste sobre cómo debía tratar a las chicas? ¿Por qué no aplicas esos consejos con mi tía? Solo la presionas sin tomar en cuenta lo que siente.

 

- ¡¿Y lo que yo siento que?! Durante años he estado enamorado de ella. La primera vez fue un desastre, éramos demasiado jóvenes y no podía ofrecerle un gran futuro a mi lado. Por eso tu abuelo nunca vio con buenos ojos nuestra relación. 

 

- Creí que le agradabas a mi abuelo.

 

- Le agradaba como amigo de Guillermo, pero no estaba de acuerdo con que su hija y yo tuviéramos una relación. A fin de cuentas mi padre era solo un administrador plebeyo. Entre otras cosas, eso fue lo que nos hizo separarnos y ella se la pasó tonteando con otros tipos estos años…

 

- Y tú con otras mujeres.

 

- Solo me cansé de esperarla.

 

- ¿Se lo dijiste?

 

- ¿Qué?

 

- Que estás enamorado de ella.

 

- Está implícito.

 

- No lo está. No importa lo que haya pasado antes, eso ya no puede cambiarse. Solo vale lo que tienen en este momento. Tu le gritas y quieres que ella haga algo que la hace sentir incómoda ahora. Que no quiera formalizar algo contigo no significa que no le importas, solo que tiene que pasar por un proceso para estar lista. ¿O quieres que todo se arruine de nuevo?

 

- Carajo… ¡carajo! Esa mujer me desquicia… pero no quiero estar sin ella.

 

- ¿Por qué no se lo dices? Solo gritas y te embriagas como un adolescente inmaduro. No quieras imponerte, no se trata de ver quien es el más fuerte.

 

- La amo… quiero casarme con ella, quiero escuchar todas las cosas raras que se le ocurran todos los días.

 

- Si en verdad quieres arreglar las cosas, tengo un lugar libre en mi auto.- Sin demora, salieron de la casa.

 

- Debí cambiarme de ropa… o bañarme.- Álvaro se olfateaba.

 

- En la guantera hay un perfume.

 

- Genial.- El hombre lo encontró y se lo echó encima.- ¡Huele a chica!- Dijo tosiendo.



****** **********

 

- Amor…- Asomó la cabeza en la habitación de su tía. Se escuchaban sollozos y susurros. Cristina se dio cuenta de su presencia y caminó hacia ella.

 

- ¿Dónde estabas?- Jaló a su chica para que saliera al pasillo.- ¡Oh!- Vio a Álvaro.

 

- Creo que hay que dejar que hablen.- La azabache se cruzó de brazos y frunció el ceño.- Anda, amor. Dale una oportunidad.

 

- Cristina, vengo a pedirle perdón. Te prometo que no la haré sentir mal nunca más.

 

- Está bien… pero si la haces llorar de nuevo te arrancaré los ojos.- El hombre entró a la habitación.- ¿Está usando mi perfume?

 

- Era eso u oler a whisky.

 

- Princesa, aquí está lo que pidió.- Bernardo llegó con una bandeja con una jarra de agua, jugo y unos bocadillos.

 

- Genial Berny.- Ella tomó la bandeja y se sentó frente a la puerta. Empezó a comer.

 

- ¿Qué haces? Eso es para tía.- Le reclamó Crsiti.

 

- Tengo hambre.- La chica se sentó junto a ella.

 

- Bueno, creo que hoy nos toca ser las alcahuetas. ¿Crees que se arreglen?

 

- Espero que sí. O la empresa tendrá a un presidente sin ojos.

 

Notas finales:

Les mando besos cachondos y apretones de nalga.

 

¡Travesura realizada!


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