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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

!accio cap 9!

Capitulo IX

¿Deseo o Amor?

 

Puntual a las 10pm, estaba en la puerta de la casa de Valeria. Se bajó de su auto y tocó el timbre del intercomunicador.

-¿Si? – preguntó una voz desconocida.

-Buenas noches, vengo por Valeria. Soy Alejandra San Román.- le dijo al aparato.

-Buenas noches, pase.- un pitido sonó e inmediatamente el portón enorme y elegante se abrió, dejándola pasar. El camino la condujo hasta la puerta de madera de la residencia. Una mujer con vestimenta de servicio la esperaba ahí.-  Tome asiento.- pidió amable cuando la llevó a la sala.

-Gracias.

No habían pasado ni cinco minutos cuando escuchó unos taconazos acercándose. Se puso de pie para recibir a la chica pelirroja, quien en cuanto la vio se le echó a los brazos.

-Que bien te ves.- le sonrió pícaramente mientras la analizaba. Ella se había puesto unos jeans, camisa azul, zapatos negros y chaqueta del mismo color.

-Gracias, tu te ves estupenda.- Valeria tenía un vestido corto, negro con blanco y tacones negros. Su maquillaje era discreto pero resaltaba su belleza y su cabello rojo… ¡Wow!

-¿Nos vamos?

En esa ocasión no llevó su auto, pues se había dado cuenta que a la pelirroja todo ese asunto de los guardias le encantaba. Y no falló pues Valeria se veía emocionada. Según le dijo la chica, un amigo suyo inauguraría un nuevo antro, lo más exclusivo de la ciudad. Como era de esperarse el lugar estaba en el norte, las luces llamativas hacían que el antro se distinguiera entre los demás negocios a la redonda. La camioneta pasó despacio por la entrada del lugar. Ahí un chico del ballet se encargó de abrirles la puerta, mientras por protocolo, Fausto se llevó a estacionar el vehículo y Milo las acompañó a ellas. Caminó junto a Valeria y se preguntó cuanto tardarían en entrar, pues había una fila enorme.

-Hay muchísima gente…- Eso la incomodaba un poco, odiaba los lugares con muchas personas.

-Es la inauguración más esperada del año. Ven.- La pelirroja la tomó de la mano y la guio hasta el principio de la fila. Ahí estaba un cadenero musculoso y con cara de matón.- Valeria Demonte y Alejandra San Román.- Le dijo al hombre. Enseguida, el tipo las dejó pasar. Se escuchó un abucheo de parte de las personas que seguían esperando.

-Entramos rápido.

-La ventaja de ser quienes somos.- Se quedó callada debatiendo con ella misma si eso era correcto o no.

-Espera…- le pidió a su amiga y se giró la hablar con Milo.- Sé que tu trabajo es estar pegado a mi pero… esta chica en verdad me gusta. ¿Podrías darnos espacio?- El hombre sonrió ligeramente y asintió.- Gracias.

Las luces la cegaban y la música estaba súper fuerte. Apenas veía por donde caminaba, las pinches luces blancas siempre la habían mareado y ahí parecía que habían mil luces de esas. Así que confió en la visión de Valeria y se dejó llevar y arrastrar entre la multitud de gente. Le pareció ver a la pelirroja saludando con la mano a varios de sus amigos y brincar de emoción al ver a alguien. Caminaron hacia una mesa donde estaban algunos chicos de la universidad. Ella ya conocía a la mayoría de ellos.

Después de estrechar manos y dar besos se sentó entre Valeria y Nadia. Dijeron que los tres mejores DJ´s de la ciudad, tocarían. La mesa estaba llena de copas y botellas. Valeria enseguida se sirvió vodka.

-Alejandra, ¿Te sirvo algo?- le ofreció Valeria.

-Eh, no. Solo quiero soda.

-Anda, solo una copa.- insistió.

-No, de verdad, gracias. Con la soda estará bien.

-Oh, vamos. No seas aguafiestas.- Se metió a la conversación un tipo, le parecía que se llamaba Miguel.

-No es ser aguafiestas, solo no me apetece alcohol en este momento.- El chico se dio por vencido y regresó a lo suyo.

Los siguientes 30 minutos fue de escuchar las palabras inaugurales del dueño… bla bla bla, además de las conversaciones de los chicos, sonreír y sentir la mano de Valeria acariciarle la pierna. La pelirroja, que iba en su tercera copa, recargaba su cuerpo en ella y le hacía mimos.

-Alejandra, ¿por qué no vino Cristina?- le preguntó Enrique.- ¿Salió con Alberto?

-¿Alberto? ¡Claro que no! Se quedó en casa.- le respondió al chico.

-¿Segura? Alberto me dijo que la había invitado a salir…

-¿Te contó también que Cristina lo rechazó?- ¡Cruel, Alejandra! ¡CRUEL!

-¿Lo rechazó?- Nadia intervino en la conversación. Parecía asombrada.

-Tal y como hace siempre.- ¡Eso! ¡Estruja más la herida!

-¡Vaya! Y yo creí que estarían juntos puesto que ninguno de los dos está aquí. Aunque ahora que lo pienso, en la tarde llamé a Alberto y hablaba algo raro… - Claro, después del putazo que le había dado, era un milagro que Alberto aún pudiera hablar, aunque sea a medias.

-Pues no Enrique, mi prima se quedó en casa. Tenía muchos deberes que terminar. Y si Alberto te dijo que tenía una cita con ella, pues te mintió.- Aún tenía ganas de estrellarle mil palas en la cara cuando pensaba en lo que ese cerdo le había hecho a su hermana. En verdad detestaba a Alberto, detestaba su personalidad y sobretodo detestaba la idea de ver a Cristina con él.

-Alejandra, ¿bailamos?- Valeria llamó su atención.

-Vamos todos.- Sugirió Nadia y la mayoría de sus amigos se pararon para dirigirse a la pista.

La pelirroja se metía entre los que ya bailaban. Nadia, Enrique y una par de chicos más las siguieron. La música electrónica retumbaba en sus oídos y sus ojos se deleitaban viendo a Valeria moverse frente a ella.  Por momentos la chica la abrazaba y le pegaba el cuerpo, a los demás parecía no importarles los movimientos sensuales de Valeria y ella. Luego Enrique jaló a Valeria y Nadia ocupó el lugar de la pelirroja. La verdad se estaba divirtiendo. Ya tenía calor y empezaba a sudar mientras seguía brincando y bailando. Después de un par de canciones Valeria volvió a sus brazos y la abrazó del cuello, dándole piquitos cada pocos minutos.

Bailaron casi una hora. Ya estaba sedienta así que regresaron a la mesa por algo de tomar. Valeria se sirvió más vodka y ella tomó agua. Observó mejor a la chica y notó que ya estaba algo “happy”.

-¿Te sientes bien?- interrogó a su amiga.

-Genial. Bailo, bebo y te beso, ¿Qué podría estar mal?

-Pues… te noto algo ebria.

-No pasa nada. Ven, Acompáñame.

Siguió a Valeria atravesando el lugar. Caminaron por una sección llena de sofás, sillones y cortinas semitransparentes. ¿Qué era eso? Valeria la empujó para tumbarla en un sillón y se le fue encima.

Apenas pudo coordinar sus movimientos antes de fundirse en un beso apasionado con Valeria. La chica se le sentó encima y aprisionó su cabeza con sus manos  para que no pudiera despegarse de sus labios. ¿Aire? ¡Que chingue su madre el aire, aquí solo queremos besos! Estrechó a la pelirroja, la apretó con sus brazos, sintiendo sus pechos contra su cuerpo. La respiración agitada de Valeria la prendía más.

-Valeria…

-Ale, me encantas.

-Y tú a mi.

-Sé que me deseas, pero quiero que lo hagas aún más… Te quiero loca por mi.- le dijo Valeria entre besos. Sentía unos labios en los suyos, unas manos en su nuca, un cuerpo moviéndose sensual sobre ella… Y su cuerpo reaccionaba a las sensaciones. Pasó a saborear el cuello de la chica, deslizó sus manos por esas caderas bien formadas. Deseaba tanto estar con alguien. Su mente estaba aturdida, ¿Por qué? Por el deseo, ¿deseaba a Valeria? ¿O simplemente deseaba sexo? ¡Bah!

-Alejandra… ¡Apártate!-  En milésimas de segundo Valeria estaba sentada en el sillón junto a ella como si nada hubiera pasado. Ella solo la veía con cara de “¿Qué pedo?”- Fotógrafos.- Dijo la pelirroja apenas moviendo los labios.

-¿Dónde?

-A la derecha.

Era verdad, había un par de fotógrafos deambulando por el lugar sacando fotos de los asistentes, sus flashes parpadeaban cada pocos segundos. Algunas personas posaban, otras no se daban cuenta de que eran fotografiados.

-¿Y qué?

-¿Y qué? Imagina que mañana saliera nuestra foto en una revista o un periódico, besándonos y tocándonos ¿Qué crees que diría tu tío?- ¿Su tío? ¡Ah! El conde… seguramente la reprendería por dar espectáculos públicos manchando el honor de la familia… Seguramente eso pasaría… Y Cristina, si ella viera una foto así… Le disgustó la idea de que su hermana viera una foto de ella en esas circunstancias. Se movió incómoda en su lugar. ¿Qué estaría haciendo Cristina en esos momentos? Era poco más de medianoche, seguramente se encontraría dormida… con el cabello cubriendo su almohada, los labios entreabiertos, con esa expresión pacífica y tierna que descubrió el día que habían dormido juntas.- Ale… Ale…

-¿Uhm?

-¿En qué piensas?

-¿Porqué?

-Porque no  dejas de sonreír.

-¿Qué? No, yo solo… recordaba unas cosas que tengo que… hacer mañana.- ¡Mientes con todos los dientes!

-Creo que será mejor volver a la mesa.

-Si, vamos.

Cuando regresaron con sus amigos actuaron como si nada. No habían pasado ni cinco minutos cuando  los fotógrafos llegaron hasta ellos y les sacaron mil capturas. Entonces se percató de que la jefa de la cuadrilla no era otra que Fiorella.

-Querida, nos volvemos a encontrar. ¿Sabes? Toda familia real tiene a un integrante que… digamos que es la oveja negra.

-Mi familia no es real.-Argumentó para intentar quitarle esa sonrisa de suficiencia a la mujer.

-A efectos prácticos son la realeza de Castilnovo… y algo me dice que tú eres esa oveja en tu familia.

-Vamos Fiorella, no seas antipática con Alejandra.- Se metió Valeria.

-Oh no, querida. Nunca sería antipática con una amiga de Alberto.- ¿Así que de eso se trataba?

-Tu… querido Alberto.- Sonrió con cinismo a la pseudo-reportera, que se había quedado callada apretando los labios ante su tono insinuante. ¡Sabía que esos dos se daban duro!- ¿Qué? ¿Dijiste algo?- Ladeó la cabeza  acercando la oreja hacia Fiorella. Sin decir más, la mujer se dio la vuelta y se perdió entre los presentes.

-¿Qué fue eso?- Quiso saber la pelirroja.

-Solo me comporto como la oveja negra que soy.

-Que sexy que seas la chica mala de tu familia.- Susurró Valeria acercándose a su rostro para que solo ella la escuchara.

Después de eso se la había pasado escuchando las anécdotas de los chicos. Ya se había llenado con toda la soda que se había bebido y a ratos se quedaba mirando el vacío, pensando en que prefería irse ya a casa. Eso de pasar horas en un  lugar como ese no era lo suyo. Prefería un lugar más bohemio, con buena música, con olor a café y libros. Tal vez podría ir a uno de esos lugares con Nico, las chicas y Cristi. ¿Su hermana habría terminado sus deberes? Le hubiera encantado pasar a la habitación de la azabache a platicar un rato, aunque dudaba que la encontrara despierta, ya era muy tarde…

-Ya Valeria, no los defiendas, tu sabes que es verdad lo que digo.- decía uno de los amigos de la pelirroja.

-Calla, Ale se enojará.- comentó Nadia dándole un codazo al tipo.

-¿Ah? – Volvió al mundo de los vivos cuando escuchó su nombre.- ¿Qué dicen de mi?

-Decía…

-¡Cállate, Sergio!

- Que los San Román se creen los dueños del universo. Digo, es verdad que tienen muchísimo dinero pero eso no les quita lo engreídos y tiranos.

-Ah… ok.

-¿Ok? ¿Solo eso dirás?

-Pues… si. No me ofende lo que dices. Es tu opinión y además,  ya estás ebrio.

-Estar ebrio no me impide decir la verdad...

-Ya Sergio, bájale.- Le exigió Enrique.

-¿Porqué? ¿Te incomoda la verdad, Ale?- Ella no sabía ni de lo que hablaba ese tipo.

-No.

-Sergio, calma o le pediré a los guardias que te saquen de aquí.- Lo amenazó Valeria.

-Claro, tu también eres parte de su familia ¿no? Tu padrastro es uno de ellos. Igual de déspotas todos, de autoritarios. Y el conde, se las da de muy honorable – Sergio se había puesto de pie y se balanceaba tratando de mantener el equilibrio.- pero es el peor de todos ellos. Un hombre despiadado… Un sinvergüenza, canalla, indecente…

-Ya basta.- Ella también se puso de pie.- Él no es así. Estás ebrio, mejor vete.

-¿Ven?  Una San Román ordenándome. ¿También te crees inalcanzable como Cristina?- Apretó los puños, intentando controlarse. ¿Primero Guillermo y ahora su hermana? Ah no, eso sí que no.

-Sergio, ya cállate.- Enrique intentó jalarlo y sacarlo del antro pero Sergio estaba envalentonado con el alcohol.

-¿Porque me callaría? Cristina es la chica más fría que conozco, rechazando a todos, como si fuera la reina. Pero llegará un día que me hartaré de sus rechazaos y le demostraré lo que un hombre puede hacer.- El chico se agarró la entrepierna.

Enfurecida, caminó hasta Sergio empujando la mesa, tirando vasos y botellas. Valeria se interpuso para detenerla.

-Ignóralo, está ebrio.- Respiró hondo varias veces, intentando no molerlo a golpes.

-¡¿Qué pasa?! ¡¿Me tienes miedo o qué?!- Empezaba a temblar de rabia.

-Vámonos,- Valeria la jaló de la chamarra para que salieran de ahí.

-¡Eso! ¡Vete! ¡Pero cuando te enteres, ya me habré tirado a tu querida prima!

Se arrebató del agarre de Valeria y en tres zancadas ya había llegado frente a Sergio…

-¡Imbécil!-  Le estrelló el puño en la cara, haciendo que el chico se fuera hacia atrás derribando otra mesa.

Había destellos de flashes y Enrique estaba arrodillado junto a Sergio que estaba noqueado, tanto por el golpe como por el alcohol. Nadia intentaba contener la risa y Valeria volvió a jalarla para sacarla de ahí. La pelirroja apresuró a los Men in black para que trajeran la camioneta.

-¡No debiste golpearlo así! ¡Es impropio!- La camioneta aceleró, dejando atrás a Fiorella y su cuadrilla que intentaban sacarles más fotografías.

-Vale un huevo lo impropio… ¡ofendió a Cristina!

-¿Y qué?

-¡¿Y qué?!- Quería regresar y seguir golpeando a ese tarado. Quería golpear a todos los que se metieran con su hermana.

-Alejandra, debes aprender a lidiar con estas cosas, siempre habrá alguien que odie a tu familia. No puedes irlos golpeando a todos.

-¡Tu escuchaste la forma tan vulgar en la que habló de Cristina!

-¡Siempre buscaran la forma de ofenderles! Cristina nunca ha dado motivos para dudar de su honor y Sergio es un fanfarrón que jamás se atrevería a tocarle un pelo. Odia a tu familia pero también les teme. Además Cristina es muy capaz de defenderse sola.

-Me enojé, ¿de acuerdo? No voy a tolerar que ningún imbécil hable así de ella o que intente aprovecharse como quiso hacer Alberto.

-¿Sigues con eso?

-¡Si! Sigo con eso. Yo sé lo que pasó y es algo que no voy a pasar por alto.

-¡Controla tu furia!- No podía. Era muy temperamental y explosiva. Se volvía loca, perdía la cabeza.

-Yo…- Se apretaba las manos, pues éstas le temblaban aún un poco.- Creí que en esta ciudad todos querían a mi familia.

-Te equivocas. Unos los quieren, otros les temen y otros los odian. Tu tío es la cabeza del gobierno y un hombre de negocios. Las personas nunca estarán conformes con el gobierno y aparte de eso, en los negocios siempre hay un perdedor. Los San Román nunca han perdido, pero han hecho perder a muchos. Eso no significa que sea mala persona. Yo creo que él solo intenta hacer lo correcto para la mayoría y ese es un trabajo difícil.

-No se por qué no te gusta tu carrera, serías una excelente abogada.

-Gracias.- La pelirroja le sonrió. Ya se sentía más tranquila.

-Lo siento, arruiné la noche.

-No te preocupes, la repondremos. Espero que esto no te cause problemas con tu tío.- ¡Naaah, que va!

 

 

Se levantó de un salto al ver la hora. Eran las 7:30am ¡y tenía clase a las 8am! Se bañó y vistió en tiempo record, cuando bajó ya no había nadie de su familia. Todos habían salido a sus diversas obligaciones. Bernardo le dijo que Cristina se había marchado ya a la universidad ¡No la había esperado! Sacó su auto y condujo lo más rápido posible hasta su escuela. Llegó 20 minutos tarde a su clase de italiano, ganándose una llamada de atención por su impuntualidad.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué tarde?- preguntó Nico.

-Me quedé dormida y nadie fue a levantarme.

-Creí que a ustedes les despertaba el Coro de Niños Cantores de Viena.- se burló su amigo.

-No jodas, Nico.- pidió sonriendo y tirándole un papel arrugado por encima de su hombro. ¿Por qué nadie la despertó? Ni siquiera Cristina que normalmente solía ir por ella cuando se atrasaba. No la había esperado para ir juntas a la escuela. Miró por la ventana hacia el edificio de la azabache…. ¿Qué estaría haciendo? ¿Qué clase tendría?  Quería verla. Las horas pasaron lentas pero al fin la campaña sonó y salió rumbo a la cafetería pues seguramente ahí estaría Cris. Entró y miró para todos lados pero no la vio. Así que se dirigió al edificio donde estaba la carrera de su hermana. No tenía idea de en que salón estaría.

-Hola, disculpa ¿sabes en que salón está Cristina San Román?- le preguntó a una chica que se le atravesó y que la miraba como si nunca antes hubiera hablado con otro ser humano.

-Segundo piso tercera puerta a la derecha.- Señaló hacia arriba.

-Gracias.-Subió rápido las escaleras hasta el salón indicado. Ahí estaba Cristina leyendo unas hojas, totalmente concentrada ignorando al mundo. Dudó un poco antes de entrar, había algunos chicos, compañeros de Cris. Dio unos pasos y al ver que nadie le decía nada se acercó con decisión hasta su hermana.- Hola.- Saludó inclinándose y dándole un beso en la mejilla.

-Uhm, eres tú.- Contestó fría la chica, cambiando de hoja.

-Sí, ¿Qué haces?- se sentó un lugar delante a de Cris. Con el cuerpo hacia la azabache.

-Trabajo.- Su hermana en ningún momento la había mirado.

-¿Te ayudo?

-No. No lo hiciste anoche y no tienes por qué hacerlo ahora.

-¿Anoche? Dijiste que no teníamos trabajo pendiente…

-¡Siempre hay trabajo pendiente, Alejandra!- Ahora sí la miró, pero  hubiera preferido que no lo hubiera hecho. La veía con enojo.

-No me dijiste.

-¡Usa tu sentido común! Sabes que hoy tenemos una reunión importante con mi padre y Tomás…

-¡Pero lo de esa reunión ya está planeado!- Los presentes en el salón las miraban, atentos.

-Preferiste irte de fiesta con Valeria.

-Te pedí que fueras conmigo…

-Ah y ¿para qué?- Pero, ¿por qué estaba tan enojada?

-Para pasarla bien, divertirnos…

-Pues parece que te divertiste mucho, llegaste tarde al colegio.

-No escuché mi alarma y no fuiste a despertarme.

-No es mi deber.

-Esperaba que no lo hicieras por deber, sino por mi.- Silencio. Solo se veían a los ojos, ambas con el ceño fruncido.

-La próxima pídele a Valeria que te despierte.- Cris volvió a sumergirse en su lectura y aunque ella insistió en hablarle, la chica simplemente la ignoró. Rendida, prefirió irse a su salón. Ni siquiera recordó desayunar.

 

 

-Le hubieras cortado el cuello con alguna botella rota.- sugirió Natalia cuando caminaban rumbo a la salida, ya había finalizado su día escolar.

-Natalia y sus consejos pacifistas…- comentó Nico. Alguien había filtrado fotos de Sergio tirado con la nariz rota y ella parada frente a él con cara de asesina pasional. Se habían publicado en línea.- Me sorprende que no estés en la cárcel, Nat.

-Cállate.

-Ahora todos ya se enteraron de tu pelea. Pero, ¿por qué lo golpeaste?- quiso saber Lisa.

-Por imbécil.

-Es mi primo.- dijo Natalia.

-Eh... ¿Perdón?

-Le hubieras cortado la garganta.

-Quiso decir que no era necesario pedir disculpas.- Tradujo Lisa.

-Lo golpeé porque dijo algo sobre Cristina y me enojé.

-Cristina es muy linda.- comentó Lisa con expresión vaga.

-Sí, lo es…- Sonrió.

-Ahí está.- Nico señaló a la chica.- Entonces creo que ya debes irte.

-Sí, tenemos trabajo que hacer.

-Intenta no golpear a alguien, al menos hasta mañana.- sugirió su amigo.

-No prometo nada.- Caminó hasta la azabache que revisaba su celular.- ¿Nos vamos?- Cris la miró sin demostrar expresión alguna y volvió a lo que hacía.- ¿Cristi?

-Deja de llamarme así. Marcos vendrá por mi.

-¿Porqué? Vamos al mismo sitio.

-Me iré con él. Síguenos en tu auto.- En eso, una de las camionetas de su familia aparcó frente a ellas. Cris subió de inmediato. Cabizbaja, fue hacia su auto y se dirigió a la empresa. El asiento del copiloto se sentía muy vacío. Solo veía la camioneta transitar delante de ella.

Cuando llegó a la puerta de la oficina de su hermana, golpeó la madera un par de veces pero la chica no le respondió. Abrió con cuidado y vio a la azabache sentada detrás de su escritorio. Entró sin hacer ruido y conteniendo la respiración.

-¿Te ayudo?- Preguntó cuando se sentó junto a la chica.

-No. Y siéntate por favor en las sillas del frente.-le respondió sin voltear a verla. El intercomunicador sonó antes de que pudiera contestar.- ¿Si?- le preguntó Cris al aparato.

-El conde pide que la señorita Alejandra vaya a su oficina, de inmediato.- ¡Mierda!

-Ya va.- Cris siguió en los suyo.

-¿A que hora llegó?

-Hace unos minutos.- Sin decir nada más, se dirigió a la oficina de su padre.

 

Toc-toc.

-¡Entra!- Escuchó un grito del otro lado. El conde estaba de pie, con expresión de disgusto. Tenía en su mano un ipad. Álvaro estaba con él y la veía con cara de: te van a dar el regaño de tu vida.

-¿Me buscabas?

-¿Podrías explicarme esto, Alejandra?- Guillermo aventó el ipad sobre su escritorio. Se acercó y lo tomó para mirarlo. Era la publicación de la pelea.

-Eeeh….

-¿Es todo lo que dirás?

-Pues no sé que explicar. Si crees que me pelee con este tipo, si así fue. Le di un puñetazo en la cara.

-¿Te das cuenta que en estos días has golpeado a dos chicos?

-¡Se lo merecían!

-Guillermo, tal vez debes dejar que Ale explique qué pasó…

-Álvaro por favor retírate. Esto es entre mi hija y yo.

-Guillermo…

-Es una orden.- Álvaro lo pensó un momento. Respiró hondo.

-Me iré pero no porque me lo ordenes, sino porque creo que ustedes dos necesitan tiempo para hablar a solas.- El hombre salió de la oficina.

-Te dije que no tendrías castigo por lo que le hiciste a Alberto. Pero ahora si lo tendrás. No podrás salir de la casa más que para ir a la universidad y venir aquí. Anoche saliste sin preguntar o avisar.

-No soy una niña.

-Entonces deja de comportarte como tal. La violencia no es la solución.

-¡No lo hice porque fuera una solución! ¡Lo hice porque esos pendejos lo merecían!

-¡Cuida tus palabras!

-¡No me digas que hacer!

-¡Soy tu padre!- El conde parecía muy enfadado.

-¡Pues trátame como tal! Solo me das órdenes y me gritas sin dejar que te cuente qué pasó anoche. ¿Quieres castigarme? ¡Bien! ¡No saldré! ¿Eso te hace sentir mejor? ¿Te sientes como un padre con eso? Ya no tengo diez años, la época de mandarme a mi habitación ya pasó. ¡Ya crecí!

-¡Pues deja de dar problemas con tu conducta!

-¿Cuáles problemas? ¿Unas fotos? ¿Un chisme? ¿Qué importa si le di un golpe a un imbécil?

-Cuando llegaste aquí te deje claro que debías comportarte con decoro y honor, Y ¿Qué haces? ¡Te metes en problemas!

-¡Tú también lo hubieras golpeado al escuchar la manera en que habló de Cristina!

-¿Qué dijo de Cristina?- Su padre cambió su expresión de disgusto por una de curiosidad y preocupación.

-¡¿Ahora si escucharás mi versión?! Ya me castigaste ¿no? ¡Me voy!

-Te dije que tu castigo era ir solo a la universidad o venir aquí. Ya estás aquí y cumplirás con tus responsabilidades. Tenemos una reunión en una hora.

-¿Y para que me quieres en esa reunión?

-Trabajas en equipo con tu hermana. Así que te espero en una hora en la sala de juntas.- Su padre de sentó frente a su computadora y dio por terminada la conversación. ¡Puta madre!

 

 

 

Regresó hasta la oficina de Cris hecha una furia. Azotó la puerta.

-¡Ten cuidado con lo que haces!- le reclamó Cris por el golpetazo a la puerta.

-¡¿Tú también?! ¡Aaarggghh esto es increíble!

-¿Qué quería mi papá?

-¡Castigarme! ¿Contenta? Hoy no es mi día. Me duermo, llego tarde a clases, tu no me diriges la palabra, no he comido nada, tu papá me castiga y tengo que quedarme a una junta en la que tu seguirás ignorándome y él seguirá enfadado conmigo.- Caminaba como león enjaulado.

-¿Por qué te castigo?

-Por las fotos.

-Uhm…

-¿Las viste?

-Todo el condado ya las ha visto. Todos hablan de tu pelea de copas con Sergio.

-¿Copas? ¡No bebí nada!

-Eso dice la prensa.

-¿Y le crees a la prensa?

-¡Desde el principio te dije como era esto! ¡Pero te valió! ¡Te largaste con Valeria después de pasar un fin de semana perfecto!

-¡Solo fuimos a bailar! ¡Te pregunté si querías ir conmigo!

-¡¿Y hacer mal tercio?! ¡Quería que te quedaras en casa conmigo!

-¡No me lo pediste!

-¡Esperaba que te quedaras conmigo por tu propia decisión! ¡Pudimos ver la serie toda la noche!

-¡Tú fuiste la que me dijo que saliera!

-¡Porque se notaban tus ganas de irte con Valeria! ¡Babeas por ella!

-¡Eso no significa que no quiera estar contigo! ¡Te hubieras divertido!

-¡¿Golpeando gente?!

-¡No! ¡Bailando conmigo!

-¡Deshonrando a la familia! 

-¡¿Es lo que crees?!- ¡¿Eso eran en serio?! ¿Por qué no dejaban de pelear?

-¡Sí! ¡Solo te metes en problemas! ¡Te largas sin avisar!

-¡Tu sabías que saldría!

-¡Debiste decirle a uno de mis padres!

-¡No avisé que saldría porque no estoy acostumbrada!

-¡Excúsate con tu orfandad!- En cuanto esas palabras salieron de sus labios, Cris se tapó la boca. El silencio cayó sobre la oficina. Parpadeó varias veces mientras la última frase de Cris retumbaba en sus oídos.

-No... No es excusa…- Giró sobre sus talones para salir de ahí. Escuchó a Cris correr hacia ella y cuando tenía una mano cerca del picaporte, la chica la abrazó por atrás aprisionando sus brazos.

-Ale, perdón. No quise decir eso.- Sonaba realmente apenada.

-Suéltame.

-No… perdón. Por favor, perdóname.- La voz de su hermana sonaba a la que conocía, sonaba a la Cris tierna y sincera, no a la altanera y autoritaria de la mañana. Sintió las manos de Cristina sobre su abdomen, aferrándose al abrazo que ella se negaba a corresponder. Su hermana la mantuvo abrazada así, acomodando la cabeza en su espalda. Sin saber si la orden vino de su cerebro o de su corazón, giró para quedar frente a Cris y la estrechó fuerte.

-No volvamos a pelear.- le dijo mientras ponía su cabeza en el hombro de la chica, envolviéndola prácticamente con todo su cuerpo.

-Nunca. Perdón. No debí tratarte así.

-No puedes evitarlo, ¿no?- Bromeó con la azabache.

-De verdad, no quise lastimarte.

-Ya pasó, Cristi.

-Adoro cuando me dices Cristi.- Se movían suavemente en su lugar, como arrullándose.

-Creí que lo odiabas.

-Lo odio, pero no cuando tú me lo dices.- Cris estampó un beso en su mejilla sin soltarla.- ¿Por qué golpeaste a Sergio?

-Por… por nada.

-¿No fue por las copas?

-No, no bebí ni una gota de alcohol.

-¿Ninguna?

-Ninguna.

-¿Y por qué fue?

-Dijo algo grosero sobre una de las personas que más quiero.- Cris se apartó un poco para verle los ojos, con la interrogante silenciosa en su mirada gris.- Tú.- Su hermana la envolvió de nuevo en un abrazo fuerte.

-Perdóname. Me dejé llevar por el enojo y creí lo que ellos decían de ti.- La chica volvió a conectar sus miradas.- Te juro que nunca más volveré a comportarme así contigo. Te escucharé primero siempre.

-¿Y después de escucharme me regañarás?

-Seguramente.

-Eso me parece bien.- Después de una mañana triste, ahora por fin sonreía.

 

 

 

-¿No me dirás que pasó exactamente?- volvió a preguntarle Cris mientras recogían sus cosas para ir a la sala de juntas.

-No es necesario. No quiero disgustarte.- Caminaban hasta la puerta de la oficina para salir de ella.

-Tengo curiosidad.- Su hermana la detuvo antes de que abriera.

-Sergio está dolido por tus rechazos, dijo algo al respecto y me hizo enojar que se expresara así. Quería arrancarle la cabeza.- Solo con pensarlo tenía ganas de darle otro puñetazo a ese cabrón.- No importa cuales hayan sido sus palabras, no dejaré que ningún imbécil te ofenda.

-Puedo defenderme sola.- contestó Cris con calma.

-Sé que puedes hacerlo, pero soy tu asistente ¿recuerdas?- Sonrió.

-Tonta.- Cris le pellizcó la mejilla.- Las reuniones con Tomás me estresan.- Ahora sí, salieron hacia la sala de juntas.

-¿Porqué?

-Su actitud me disgusta.

Entraron a la sala, era rectangular. Con una mesa larga, para unas 25 o 30 personas. De lado derecho había una mesita con una cafetera y algunas botellas de bebidas alcohólicas. Su padre estaba sentado a la cabecera de la mesa y Álvaro le enseñaba algo de una carpeta. Cristina y ella se sentaron al lado derecho del conde.

-¿Desean algo de tomar?- Les preguntó su padre.

-Café.- Pidió su hermana.

-Agua.- pidió ella.

Álvaro fue hasta la mesita del servicio por lo que habían pedido y en ese momento la puerta corrediza de madera se abrió. Un hombre entró. Era un par de centímetros más alto que ella, tenía la tez clara, el cabello castaño oscuro con algunas canas, bigote, cejas pobladas y varias arrugas en el rostro. Se veía de unos 55 años.

-Buenas tardes.- Saludó con voz ronca, acercándose a estrechar la mano de Guillermo, que se había puesto de pie para recibir el saludo. Luego caminó hasta Cristina, besándole el dorso de la mano. Cris ya había adoptado su rostro inexpresivo.- Un gusto como siempre, Cristina. Alberto me pidió te trajera regalos de Europa, te los enviaré al palacio.

-Preferiría que no lo hiciera. Eso podría dar lugar a malas interpretaciones ya que Alberto y yo no somos nada.- Disimuló una sonrisa al escuchar la respuesta “diplomática” de su hermana. Guillermo veía a su hija menor, como si nunca hubiera pensado que respondiera así.

-Eso no significa que en un futuro no puedan ser algo más que los amigos que son ahora.- Insistió Tomás.

-Ahora no somos amigos, así que tampoco pretendo tener algo más con él en mi futuro.- Intentaba recordar el himno nacional para espantar la risa escandalosa que amenazaba con escapar de su garganta. El conde carraspeó.

-Tomás, te presento a mi sobrina, Alejandra.

-Oh si…- dijo el hombre, examinándola.- la hija de Antonio. Mi ex esposa me ha hablado de ti.- Le dirigió una mirada dura y amenazante. No le tendió la mano.

-Ella y yo somos grandes amigas.- Le sonrió burlonamente. ¡Eeeeehhh putooooo!

-Tomás, siéntate. Empecemos con esto.- Cuando Tomás les dio la espalda para ir a su lugar, el conde las regañó con un gesto por su insolencia.

-Tomás, el primer punto a tratar es tu informe sobre el viaje que realizaste.- Tomó la palabra el conde.

-Como dice en el informe escrito, que ya tienen en sus manos...- Álvaro les pasaba unas carpetas con dicho informe. Abrió la suya y empezó a leer.- me alojé en Londres y me reuní con los supervisores regionales de Italia, Inglaterra, España, Francia, Alemania, Dinamarca y Suiza.- Vio una tabla con los nombres de todos los supervisores que asistieron a las reuniones.- Los hoteles marchan viento en popa, estamos a la vanguardia en los servicios que ofrecemos y somos considerados la mejor cadena de hoteles de lujo del mundo. Además de nuestros paquetes atractivos para la gente común que gusta de sentirse, aunque sea un fin de semana, como uno de los nuestros.- Terminó con una sonrisa arrogante.

El conde seguía sin levantar los ojos del informe. Álvaro veía con desagrado a Tomás. Cristina cerró la carpeta y se dirigió al hombre.

-¿Algún contratiempo? ¿Alguna petición por parte de nuestro personal?

-Hay… hay una petición, sí. Los empleados de aseo del Castilnovo Emperador, desean un aumento de sueldo. Obviamente le dije al supervisor regional que eso es imposible. También lo incluí en el informe.

-¿Por qué les negó un aumento?- interrogó ella.

-¿Para que quieren un aumento?

-Oh vaya, no se… Tal vez lo quieren para alimentar a su familia, por ejemplo.

-Les pagamos lo justo.

-¿Cuánto es lo justo?- preguntó al aire.

-Déjame revisar…- Álvaro buscó rápido en su laptop.- el sueldo base está en 350 dólares al mes.

-¿Dónde queda ese hotel?

-En Madrid.

-Madrid eh…-  Suspiró.- ¿Esas personas deben ser mucamas e intendentes no?

-Así es.- Confirmó Tomas.

- Tomás, ¿usted sabe de la crisis que atraviesa España en estos momentos? ¿Y sabe que el euro tiene un valor superior al dólar?

-Sí, lo sé.

-Yo no creo  que la exigencia de aumento de sueldo sea injusta, no al menos antes de hacer una evaluación de las circunstancias de esas personas. Usted no puede negar algo sin saber.

-Y me puedes decir tú, ¿Por qué tienes voz en esta reunión?

-La voz se la otorga su padre.- Intervino el conde con voz firme, viendo ceñudo a Tomás.- Alejandra, como heredera universal de Antonio, posee gran cantidad de acciones de esta empresa, más de las que tú posees. Así que tiene todo el derecho de preguntar e intervenir en los asuntos que se traten aquí. Y estoy de acuerdo con Alejandra, no se puede negar algo sin conocer el contexto de trabajo de esas personas. Cristina, comunícate con el supervisor y el gerente del Castilnovo Emperador y diles que tendremos una video-conferencia para hablar de su petición.

-Sí, padre.

-Guillermo, si empiezas a otorgar aumentos de sueldo, todo nuestro personal pedirá lo mismo.- Se quejó Tomás.

-Los ingresos de los hoteles han aumentado considerablemente los últimos años.- dijo Álvaro mirando unas gráficas en su pantalla.- Creo que podemos darnos el “lujo”.- hizo un ademán de comillas con las manos.- de subirle el sueldo a los empleados sin tener pérdidas económicas.

-Insisto en que el pago que les damos es justo.

-Le recuerdo, - ella volvió a hablar.- que ellos no viajan en aviones privados, no se hospedan en hoteles de lujo con gastos pagados. Tal vez son madres o padres solteros que solo quieren que sus empleadores los escuchen y protejan, devolviéndoles así lo mucho que ellos hacen por la empresa. Además… dígame…- sacó una hoja del informe.- en el anexo “gastos de representación”, ¿a que se refiere exactamente con “servicios de entretenimiento”?

-Uhm… yo… no lo recuerdo… debe ser de alguna comida… o…- Tomás estaba incómodo y sonrojado.

-¿Comida?- intervino Cris. – Eso es un gasto aparte. Aquí está.- Señaló un punto en la hoja.

-Entretenimiento, más bien me suena a… ¿prostitutas?- Apuñaló con un gesto irónico. ¡Goloso!

-¡¿Cómo te atreves?!- El hombre se puso de pie, indignado.

-¡Siéntate!- Bramó furioso el conde. Tomás se sentó lentamente, mirándola con odio. Ella tomaba su agua quitada de la pena. Cristina le dirigió una mirada cómplice.

-Guillermo, tu sobrina me ha faltado gravemente al respeto.

-Revisaremos y comprobaremos a detalle tus gastos de representación. Así que si quieres confesarme algo, podrás hacerlo a solas al final de esta junta. Pero si no me aclaras ese punto y descubro que Alejandra tiene razón, te despediré.- Tomás estaba más rojo que antes. Tenía una mano sobre la mesa, echa puño.

-Ahora pasemos al siguiente punto.-dijo Cris.-  Sostuvimos una reunión con el ingeniero Mendoza y nos informó que se le había dado la orden de reducir el presupuesto para la construcción del centro comunitario. Como seguro sabe esa construcción es parte de las donaciones que hacemos al condado y está a mi cargo. Ni mi padre, ni yo dimos esa orden. ¿La dio usted?

-Si, por supuesto.- respondió con orgullo.- Como vicepresidente tengo la facultad de dar esa orden. Y Cristina, discúlpame que te lo diga, pero estás tirando mucho dinero a la basura con ese proyecto.

-¿A la basura?

-Así es. Ese centro no representa ninguna ganancia económica para nosotros y sobrepasa lo que destinamos a la beneficencia.- Se fijó en que su padre escuchaba atento esa conversación, sin intervenir. Casi no había hablado en la reunión. Solo las dejaba a ellas al mando.

-Ese centro no es un negocio, Tomás. Es para ayudar a las personas. Contaremos con clases de diferentes oficios, talleres artísticos y actividades deportivas. Será un lugar que ayudará a mantener a las personas enfocadas a algo sano y productivo para la ciudad.

-¿Y necesitas gastar millones en su construcción?

-Si.- dijo Cris sin dudar un segundo.- Será un centro de primera y no se construirá con materiales de dudosa calidad. Eso sería poner en riesgo a las personas. Le pido que en el futuro evite intervenir en mis proyectos.

-Solo quise ayudarte.

-Se lo agradezco pero no necesito esa ayuda. Alejandra trabaja conmigo y solo ella y yo podemos decidir sobre ellos.

-Veo que gozas de la confianza absoluta de Cristina.- le escupió Tomás.

-Así es.- se apresuró a responder Cris, tomándole la mano que ella descansaba en la mesa, como señal de apoyo.

-Chicas, Álvaro, déjenme solo con Tomás, por favor.- pidió el conde.

Los mencionados se pusieron de pie y salieron. Siguió a su hermana de regreso a su oficina. Entraron y Cris dejó sus cosas en su escritorio mientras ella se sentaba en una de las sillas.

-Le partimos la madre…- dijo riendo.

-Tienes una forma tan elegante de decirlo.- bromeó su hermana.

-Ya casi me sacaba a patadas de la sala de juntas.

-Yo no lo hubiera permitido.- dijo Cristi sujetándose de los apoya brazos de su silla, inclinándose para darle un beso en la nariz.

-¿Por qué fue eso?- preguntó mientras su hermana se sentaba frente a ella, totalmente relajada.

-Porque te quiero.

-Yo también te quiero…. Y muero de hambre.

-Es verdad, no has comido nada. ¿Quieres que Amelia te pida algo para comer?

-Tengo una mejor idea. ¡Escapémonos!

-¿A dónde?- Se puso de pie y jaló a Cristina para que también lo hiciera.

-¿Qué te parece pasar el resto de la tarde comiendo pizza y viendo la serie en mi cuarto?

-¿Pizza?

-¡¿No me digas que nunca has comido pizza?!

-Pues… si la he probado.

-Claro, claro. Le preguntaré a Nico cual es la mejor pizzería…- sacó su celular y le envió un whats app a su amigo.

-Pero, ¿nos iremos ahora?

-Si.

-Es muy temprano.- la chica consultó su reloj. ¡Vaya, al fin lo usaba!

-Oh, vamos, Cristi. No seas odiosa. Puedes escapar de vez en cuando ¿no?

-Pero, aún hay… mucho que hacer…- miró su escritorio.

-No hay nada urgente y lo sabes.  Intenta disfrutar tu vida, al menos antes de ser una condesa. Ya luego podrás amargarte todo lo que quieras.

-¡Oye!- Cris le dio un empujoncito para que cayera de sentón sobre la silla en la que momentos antes estaba. Pero ella se colgó de la chica, haciendo que Cris acabara sentada en su regazo.- Oh, lo siento.- Se disculpó Cristi, sonrojada.

-No, está bien quédate aquí.- respondió sonriendo. Cris pasó un brazo por su cuello mientras miraba la respuesta de Nico.- Mira, hay un lugar que… ¿por donde quedará?

-Uhm, deja veo.- Y ahí estaban las dos mirando la pantalla del celular. La azabache dio unos toques en esa pantalla con la mano libre, ubicando la dirección en el GPS.- Creo que ya sé por donde queda.

-¿Vamos?- Agarró fuerte a Cris, levantándose con ella.

-¡Bájame, loca!

Soltando una carcajada, dejó que Cristi pusiera sus pies en el suelo. Tomaron sus mochilas y salieron como si nada de la oficina, poniendo cara de inocentes. Cuando estuvieron en el auto, aceleró. A diferencia de la mañana, ya no sentía su auto vacío, Ahora Cris iba a su lado.

Pidieron dos pizzas especiales, o sea con tooooodos los ingredientes. Sus tripas  tocaban el Himno a la Alegría. Sentir el olor saliendo de las cajas fue una tortura para ella, ¡Ya quería estar en su habitación! Entraron a la mansión corriendo de puntitas, no querían que nadie las viera ni les robara tiempo.  Con la espalda pegadas a la pared, miró discretamente hacia la derecha  y cuando Bernardo desapareció de la vista, corrieron como alma que lleva el diablo hasta su habitación. Todo era parte de su aventura. Cris cerró con pestillo la puerta y soltaron una carcajada.

-Muero de hambre.- dijo mientras dejaba las pizzas en la mesilla frente a la pantalla. La abrió y sacó un pedazo. Dio un mordisco nivel lobo hambriento.

-¡Oye! Aun no ponemos la serie…- se quejó Cris mientras buscaba en la smart TV.

-Como o muero.

-Entonces yo también quiero.- Le ofreció de su propio pedazo y Cris lo aceptó dando también un generoso mordisco.- ¡Está deliciosa!- dijo después de tragar.

-Te lo dije.- Se pararon una junto a la otra, compartiendo el pedazo de pizza.

-¡Ahí está!- gritaron al mismo tiempo.

Así que se sentaron en el comodísimo sofá, a mirar Designated Survivor (se las recomiendo) y a tragarse los kilos de pizza. Veía a Cris relajada y contenta. Pensó en el mal momento que habían pasado en la mañana y estuvo segura que haría todo lo posible porque eso no volviera a suceder. Quería ver a la chica junto a ella feliz y tranquila, quería que solo el sonido de su risa o de su voz feliz saliera de ella, no quería escuchar  otra vez  ese tono en que su hermana le gritó en la mañana.

-¿Pasa algo?- le preguntó Cris al percatarse que hacía varios segundos no le quitaba los ojos de encima.

-No…

-Yo creo que sí.- Cris subió una pierna al sofá para girar su cuerpo y quedar frente a ella.- Dime.

-Pensaba en que me gusta verte así, feliz. Te ves tan linda.- Cris se sonrojó.- Lo que pasó, nuestra pelea…

-No, ni lo menciones.- Se acercó más a su hermana.

-Quiero hacerlo. Lo siento. Siento mucho no quedarme contigo anoche.

-No puedo obligarte a estar conmigo todo el tiempo. Tu… yo sé que te gusta Valeria.- Cris miraba hacia abajo.- Es normal que quieras estar con ella y no conmigo.

-No digas eso.- Usó sus manos para hacer que Cris la mirara a los ojos.- Es verdad que Valeria me gusta pero ahora, aquí contigo….- ¿por qué su corazón latía fuerte y loco?-  no quisiera estar en ningún otro lugar del mundo.

-Alejandra…- Cris la abrazó, pegando su cuerpo al de ella.- Te adoro.

-Y yo a ti… Cristi… promete que pase lo que pase nunca dejarás de quererme.- dijo acariciando la espalda de la chica.

-¿Por qué dices eso?

-No sé, es… - Tenía terror de perder a Cris. Por tantas mentiras. Por ocultarle cosas.-  precaución. Promételo.

-Te prometo...- Cris la miró a los ojos, a pocos centímetros de su rostro.- que nunca dejaré de sentir lo que siento por ti.

 

 

 

La semana fue una locura. Iba de aquí para allá. De la escuela a la empresa. De la empresa a sus clases extra. De las clases  al club pues su tía Angie estaba neurótica con lo del coctel del sábado. Quería todo perfecto, todo de primera. Tenía que hacer sus deberes, los pendientes que le dejaba Cris y servir de burro de carga o chofer para su tía. Además, Tomás le tiraba flechas con los ojos cada que la veía. En esas ocasiones, Cris la tomaba de la mano, del brazo, le plantaba un beso o la abrazaba como si quisiera demostrar que no estaba sola y que Tomás no se atreviera a meterse con ella.

-Ale… Ale…

-Uhm.- Sintió algo moviéndose sobre ella.

-Ale, despierta.

-Ahm.

-Ale… suelta la guitarra.- Le arrebataron algo de las manos.

-¿Cris?- entreabrió los ojos, distinguiendo una silueta en la oscuridad.

-Si.

-¿Qué hora es?

-Casi media noche.

-¿Qué haces aquí?- preguntó más consciente.

-No podía dormir así vine a ver si tú lo hacías y te encontré dormida abrazando tu guitarra.

-Si, yo… ensayaba una partitura para un examen de mañana.- Cris se sentó en la cama, haciendo que colocara su cabeza en su regazo. Le acarició el cabello.-Me harás dormir si haces eso.

-Duerme.

-Pero tú no tienes sueño.- sus ojos se cerraban.

-Hagamos algo, cuando te duermas me iré a dormir también.

-No. Mejor quédate conmigo.-respondió más dormida que despierta, tomando sin nada de fuerza la mano de Cris para evitar que se fuera.

Cristina se deslizó en la cama para acostarse junto a ella. Sintió ese cuerpo cálido junto al suyo, sin abrir los ojos pasó su brazo por debajo de Cris, para acomodarla en su pecho.

-Buenas noches, Ale.- susurró Cris pegando suave sus labios a la piel de su mejilla.

-Buenas noches, Cristi.

Se acurrucaron y dejaron que el sueño las invadiera.

 

 

 

Se removió en su cama. Sus oídos captaron los sonidos matinales y poco a poco se hizo consciente de su propio cuerpo. A su pesar, abrió los ojos.  Su visión fue obstruida por ¿cabello? Giró hacia un lado y vio a Cristina dormida, con la cabeza junto a la de ella. Con mucho cuidado pasó sus dedos sobre el rostro de Cris, observándola hipnotizada. Su piel era muy clara, limpia y suave. Respiraba acompasadamente. Cris era tan bella. Y ella la quería tanto… La chica soltó un suspiro.

-Buenos días.- dijo la azabache apenas moviendo los labios.

-Buenos días. Que linda.

-Debo verme horrible.- Bromeó Cris.

-Te ves hermosa.- Volvió a acariciar su rostro. Ahora Cris tenía los ojos abiertos y sonreía.

-Gracias. Tu cabello se parece al de ese personaje que tanto admira Memo, el que pasa de tenerlo negro a amarillo…

-¿Gokú?

-Sí, ese. ¿También a ti te gusta?

-Claro, ¡es Gokú!

-Ay, por Dios.- Empezaron a reír como locas. Cris intentó acomodarle el cabello, usando sus propias manos, enredando sus dedos.

-¿Qué haces?- se quejó por los tirones en su pelo.

-Quiero quitarte el look de Gokú.

-¡No! ¡Cristi!

-¡Quédate quieta!- No podían dejar de reír y de forcejear, dando giros sobre la cama. Parecían un par de niñas haciendo escándalo. Se quedó quieta observando a la chica, esperando que su hermana también se tranquilizara.

-Me gustan tus ojos.

-Has visto ojos verdes toda tu vida.

-Los tuyos tienen algo especial, algo que solo tú posees.- Los ojos de Cris se desconectaron de los suyos y miraron un poco más abajo… Sentía su corazón golpear fuerte.

-Se… se supone que debemos levantarnos, ¿no?

-Un ratito más…- Cristi volvió a acomodarse contra ella.- Hoy será un día largo. Mañana es el coctel.

-A las 9 tengo examen.

-¿Estudiaste?

-Digamos que si.

-Abrazaste tu guitarra y te dormiste ¿verdad?

-Igual y se me paga algo por ósmosis.

-Tonta.- Cris  le dio varios besos en la mejilla.- Ya, arriba.

-¡No! ¡Otro ratito!- Abrazó con más fuerza a Cris, hundiendo su cara en el cuello de la pelinegra.- Hueles bien.

-Eso pasa cuando te bañas diario.

-Y pensar que cuando te conocí no sabías lo que era bromear.- se burló.

-¡Oye! Vamos, se nos hará tarde.- Resignada, aflojo el abrazo pero se quedó acostada. Cris se sentó en la cama y la miró con ojo crítico.- Ya no tienes el cabello tan alborotado.- Sonrió feliz la chica.

 

 

 

-¡No estuvo mal!- Gritó mirando al cielo, saliendo de su examen.

-Srita. San Román vaya a gritar por ahí.- le pidió su profesor, visiblemente enojado.

-Lo siento, profe.- Vio su reloj. Eran las 9.45 ¡bien! Podría llegar primero a la cafetería  y comerse todo antes de que los demás grupos salieran. ¡Oh, yeah!

-¡Ale, espera!- Nico corría tras ella.

-¡Apresúrate! ¡Comida!- Como idiotas, corrieron hasta la cafetería.- Quiero dos  enchiladas suizas, un burrito de carne asada, un jugo de naranja y una rebanada de pastel de chocolate.

-¿Algo más?- Preguntó la mujer incrédula.

-No… ¡bueno si! Una hamburguesa de pollo, por favor.

-¿En serio comerás todo eso?- le preguntó Nico.

-Seeeeh… muero de hambre. ¿Qué comerás?

-Bueno yo…- Nicó sacó la mano de su bolsillo y empezó a contar su dinero.- Tengo para dos tacos y un refresco.

-¡Claro que no! Pide lo que quieras, yo te invito hoy.

-No, no es necesario.

-Anda, no seas odioso. Para que sirve el dinero sino para comprar comida.

-Tu lógica, mata.

Espero a que Nico pidiera su comida, pagó y luego fue por un café mocchiato. Se sentaron y empezaron a comer y a platicar. Minutos después llegaron Lisa y Natalia, también con una tonelada de comida.

-Empiezo a creer que los músicos comen demasiado.- Se escuchó una voz detrás de ella. Sonriendo, giró la cabeza y vio a Cris.

-Hola. Siéntate junto a mi.-  le pidió con un puchero.

-Claro, solo iré por un café.

-Aquí lo tengo.- le enseñó.

-¿Me compraste café?

-Sé que te tomas uno de éstos diario.- Cris sentada junto a ella, dio un trago a su bebida. Lisa, Natalia y Nico las veían atentamente.- Gracias.- le dijo su hermana sonriéndole, después de sentir el líquido caliente resbalar por su garganta.

-De nada. ¿Quieres comida? Tengo una deliciosa hamburguesa de pollo aquí. Esas te gustan, ¿no?

-Sí, ¿no te la comerás?- Sus tres amigos seguían observándolas, pero las San Román estaban en su mundo.

-Ya comí bastante… y si me quedo con hambre puedo comprarme otra cosa.- Cris le aceptó la oferta.

-Oh, lo siento. Hola, ¿Cómo están?- preguntó Cris a sus amigos.

-Bien.

-Excelente.

-uhm.- Natalia y sus sonidos extraños.

-¿Qué tal el examen?- preguntó Cris al aire.

-Creo que pasaré.- respondió ella.

-Sencillo.- dijo Lisa viendo su lechuga.

-Yo le copié a Lisa.- Confesó Nico.

-Uhm.- Natalia engulló un pedazo de pizza.

Valeria pasó junto a ellos saludando a Cris con un movimiento de mano y dirigiéndole una sonrisa pícara a ella. La vio ir hacia la comida, acompañada de un grupo de amigas. Se veía sensual con esos jeans ajustados pero… prefirió quedarse en su lugar. Volvió la mirada hacia Cris que hablaba de sabe que con Lisa. Le gustaba ver a su hermana sonriendo. Cuando la conoció no sonreía tanto como ahora. Su celular vibró y vio que Cris también sacaba el suyo.

-Es tía Angie, ¿También te envió algo a ti?- le preguntó su hermana.

-Si… dice que los músicos acaban de cancelarle.

-Lo mismo me envió. Le marcaré.- Cris marcó el número de su tía y puso el altavoz para que ella también escuchara.

-¡Cristina!

-Aquí estamos.- respondió ella para hacerle saber a su tía que también podía oírla.

-¡Chicas! Los músicos, ¡los músicos cancelaron su presentación para la cena de gala!

-¿Dijeron por qué?- interrogó Cris.

-Muerte, fallecimiento, algo así. ¡Cancelaron!- Su tía sonaba muy mal.

-Calma tía, ¿Qué necesitas?

-¡Músicos!- Levantó la vista al frente.

-Tranquila tía.- le dijo al aparato.- Acabo de conseguirte cuatro.

-¿Uhm?- Natalia.

 

 

 

-¿Te parece buena idea contratar a tus amigos?

-Claro, son excelentes músicos y tienen una semana para prepararse, bueno prepararnos. Además les caerá bien el dinero.

-No te preocupes, yo me encargaré de pagarles. A ti no. Eres pésima.- ¡¿Qué?! Ofendes ¡O-fendes!

-Te dejaré con la boca abierta.

Estaban ya bajando del carro en el estacionamiento del club. Fueron a llevarle unos cheques a su tía para pagar algunos servicios. Al día siguiente sería el coctel. Los asistentes pagarían al entrar, tendrían derecho al banquete y podrían apostar en las diferentes competencias ecuestres.

-Tengo que ir a ver que Belleza esté en buenas condiciones…- comentó Cris.

-¿Belleza?- Caminaban por el club buscando a su tía.

-Mi yegua.

-Oh si, es cierto.- Había olvidado que así se llamaba una de las yeguas de su hermana.

-Con Belleza participaré en la competencia de mañana.

-Espera ¡¿Qué?! ¡No me habías dicho!

-¿No?

-¡No!

-Pues sí. Defenderemos nuestro lugar como campeonas invictas en salto ecuestre.- Dijo la chica con orgullo.

-¡Vaya! ¿Me das un autógrafo?

-Deja de molestar.

Cris la tomó del brazo y caminaron así, en busca de su tía.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Besooooos ardientemente cachondos.

 

!Travesura realizada!


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