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El dragón y el rey [Destiel AU] por erickkbaj

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Capítulo IV: El mito de los amantes.

—Dean ¡Despierta! —Castiel golpeó el rostro del humano para despertarlo, no había logrado sacarlo del sueño sino con esa forma, Dean se molestó, pero también se preocupó al ver a Castiel tan alterado.

—¿Qué sucede? —Murmuraba el humano mientras se vestía con su armadura.

—Tienes que irte ¡Vete! —Ordenó el ángel, empujando a Dean para que se fuera.

—No me voy a ir a ninguna parte, Castiel. —Se puso de pie, enfrentándose al ángel.

—Estás en peligro, idiota. —Dean frunció su entrecejo, pero desvió su mirada al ver a una mujer detrás del ángel.

—¿Princesa Anna? —Cuestionó Dean, yendo en dirección donde la mujer estaba.

—Dean, ella no… —

—¿Está perdida? ¿Cómo llegó aquí? —Interrogó mientras revisaba si la sangre que tenía su vestido era de alguna herida.

—Dean, ella es un Dragón. —Las manos de Castiel se convirtieron a garras, tomando una pose atacante delante de ella.

Detuvo su andar al ver a la mujer, sacando su espada de su funda haciendo que la mujer se alterara de solo verla, empujando al humano lejos de ella, haciéndole rodar por el suelo.

—¿Qué haces aquí? —Cuestionó el ángel al dragón, revelando sus alas, ella hizo lo mismo, mientras sus alas eran como las de un murciélago y sus manos tomaban forma de garras envueltas en escamas.

—Sobrevivir, ángel, lo mismo que hace tu especie. —El cuerpo frágil y delicado de la mujer dio paso a una enorme criatura tan alta como los árboles, sus alas de gran envergadura dejando ver su verdadera forma.

Castiel hizo lo mismo, dio paso a su verdadera forma, levantando el vuelo al mismo tiempo que el dragón.

Dean se levantó, viendo como las criaturas luchaban por los cielos, los sonidos de sus golpes eran fuertes, sus quejidos ensordecedores y se lanzaban contra los árboles, algunos quebrándose, otros siendo arrancados desde la raíz. El dragón escupía fuego de su boca y el ángel se cubría con sus alas, el calor de sus llamas lo empezaba a dañar y a debilitar.

Dean se sentía impotente por no poder ayudar a Castiel en la lucha, así que si el dragón tenía hambre reconocería un olor tan básico para su supervivencia que lo haría enloquecer.

Tomó la espada entre sus manos y cortó la palma, lo esparció por el río. El dragón empujó contra los árboles al ángel, tomando este una forma humana al caer sobre la madera. El dragón cayó sobre el río, gruñendo y corriendo hacia Dean, este esperaba que se acercara lo suficiente para clavarle la espada, pero el dragón expulsó fuego de su garganta, Dean se quedó quieto, nada había pasado, Castiel le estaba protegiendo del fuego con sus alas.

—Castiel. —Dean lo tomó entre sus brazos cuando las llamas se disiparon, sus alas estaban quemadas, así que lo sumergió en el agua para tratar de curarlo.

El dragón se abalanzó hacia ellos, y entre sus brazos tomó a Castiel, rodando lejos del agua, pasó el metal por una de sus extremidades, haciendo gritar a la bestia, esto le dio tiempo para encontrar un refugio y revisar las heridas de Castiel.

—¿Te duele algo más? —Cuestionaba tomando un trapo de su ropa mojada, limpiando sus heridas.

—¿No eres muy listo verdad? —Gruñó al sentir el dolor de las quemaduras.

—Déjame montarte. —

—¿Qué? —Castiel le miró confuso.

—No de esa forma, idiota, con tu verdadera forma, así podré llegar hasta esa cosa y clavar la espada y matarlo. —Castiel negaba.

—Es una mala idea. —

—¿Tienes alguna otra, imbécil? —Castiel cayó, molesto y herido aún.

Se alejó de Dean mientras este se subía a un árbol, Castiel mostró nuevamente su verdadera forma, le tomaba mucha energía y comenzaba a debilitarse, Dean saltó y se subió a su lomó, sonriendo y sintiéndose confiado.

El dragón aterrizó delante de ellos mientras el ángel permanecía lo más que podía en las aguas del río. El dragón lanzó fuego haciendo que el ángel levantara el vuelo para huir de las llamas, el dragón le siguió, estando a cierta altura comenzaron los primeros golpes, la cola del dragón golpeó una de las extremidades del ángel, éste se respondió mordiendo una de sus alas, dando otro golpe a la cabeza usando una de sus alargadas extremidades.

Al estar tan cerca, Dean se sujetó de uno de los cuernos de Castiel y cortó un poco el cuello del dragón, éste se alteró y golpeó el cuerpo lanzándolo contra los árboles, el dragón expulsó fuego y Castiel huyó de él.

La criatura con escamas se dejó caer contra el ángel, enterrando sus garras en su espalda mientras los ruidos de sus quejas se escuchaban por todo el bosque, Dean cortó los dedos de las garras del dragón y éste empujó al ángel al suelo.

Castiel estaba herido y no podría seguir por más tiempo, el dragón estaba enfurecido, no dejaba de sangrar y expulsar fuego por todas partes.

—Vamos Cas, podemos hacerlo, resiste un poco más. —El ángel jadeaba, su sangre salía de su espalda herida y con sus últimas fuerzas levantó el vuelo.

Se lanzó contra el dragón, usando sus alas para protegerse del fuego, enterró sus garras en su cuello, mordiendo y desgarrando sus alas mientras Dean se acercaba para dar el golpe final. El dragón mordió con todas sus fuerzas el cuello del ángel, haciendo que ambos cayeran. Dean enterró la espada en el ojo del dragón y después cortó su garganta.

Al caer al suelo, el dragón se ahogaba con la sangre que brotaba de su garganta, muriendo lentamente. Enterró la espada en el pecho de la bestia corriendo a ver a Castiel.

Seguía en su verdadera forma y no podía moverlo hacia el río o hacer algo más. Dean comenzaba a desesperarse, Castiel estaba herido y sangraba de su cuello. Fue a tomar un poco de agua de alguna forma y cuando regreso ya estaba el cuerpo del hombre, tendido sobre la tierra, herido y débil. Parecía que estaba agonizando, entonces Dean en su desesperación lo tomó entre sus brazos, corriendo hacia el río para que se curara. La sangre seguía saliendo de su cuello y tan solo sus quemaduras sanaban poco a poco, lo había perdido.

Dean movía el cuerpo de Castiel, tratando de que reaccionara o que de alguna manera eso lo ayudara a despertar, pero no fue así. Su sollozo hizo eco en el bosque, abrazando aquel cuerpo que seguía sin moverse, lo había defendido en una pelea, lo había ayudado, no lo había dejado solo y ahora ese era el resultado, el mismo que siempre había en cada batalla que era enviado, no era justo que todos a su alrededor murieran.

—¿Castiel? —Abrió sus ojos en cuanto sintió unos brazos rodearle, Castiel le estaba abrazando, sus brazos seguían débiles y sus alas al menos recuperaban su forma.

—No te arrepientas de nada, idiota. —Le golpeó su brazo, dándose la vuelta para salir del agua. Dean lo abrazó por la espalda, evitando que se fuera de ahí.

—No trates de alejarme, imbécil. —Sollozo el humano.

Dean ayudó al ángel a sentarse al borde del agua, no servía de nada estar dentro del agua porque no curaba más rápido de esa forma, y después de cierto tiempo le fastidiaba, por eso mejor se sentaba al borde y con sus manos dejaba caer pequeñas porciones por sus heridas, así era más entretenido y la curación era lo mismo.

Tal vez, por primera vez en su vida Castiel cerró sus ojos para dormir, Dean se mantenía dejando caer el agua por sus heridas, habían pasado ya unas cuantas horas y al menos la sangre había desaparecido y solo algunas marcas quedaban, mañana con otras sesiones lo ayudarían, hoy seguía cansado y los brazos del humano rodeando su cuerpo lo hacían vacilar y querer quedarse de aquella forma por siempre.

—¿Te quedarías conmigo? —Cuestionó el ángel en medio de la noche, Dean alzó su mirada para verlo, viendo como gracias también a la Luna sus heridas mejoraban. Aún se sentía culpable por todo.

—Toda la eternidad. —Dijo con un leve mohín en sus labios, realmente no quería separarse de él.

—Los ángeles y los humanos no vivimos para siempre. —Dijo con seriedad.

Dean solo bufó molesto, acostándose en el suelo, apagando la fogata. Al poco tiempo Castiel se escabulló a su lado, rodeando su cuerpo con sus alas ya mejoradas. Tomó asiento sobre el regazo del humano inclinándose para besar sus labios algo que Dean no dudó en corresponder, el cuerpo del ángel se había convertido en su perdición, primero había sido por el olfato, después por la vista, después por el oído, finalmente por el tacto y el gusto. Se había metido hasta debajo de su piel aquel ser que parecía sacado de un cuento.

Dean seguía embistiendo el interior del ángel, sus miradas se cruzaban cuando llegaron al final, admirándose el uno al otro con devoción una vez más debajo de la cómplice de los amantes: La Luna.

—¿Quieres regresar a tu hogar? —Cuestionó el ángel mirándole de reojo, Dean se mantenía acariciando sus alas con sus ojos cerrados.

—¿Cuál es tu hogar? —Evadió la pregunta, esbozando una sonrisa.

—Eso no responde la pregunta, Dean. —Castiel le miró confundido, arrugando un poco su frente.

—Quiero ir ahí, tú eres mi hogar. Los humanos después de todo no son los únicos seres idiotas. —Se burló del ángel, éste solo le golpeó y quitó sus alas de encima.

—Hey, Cas, no es para tanto. —Se quejó, poniéndose de pie después de ver al ángel ponerse de pie.

—Quieres estar siempre conmigo ¿No? —Cuestionó Castiel, tomando la espada con una manta, dándosela en las manos. —Bueno, sígueme. —

Castiel mostró su verdadera forma, estirándose entre los árboles, derribando unos cuantos. Se inclinó y mostró su lomo para que Dean lo montara. Una vez encima suyo emprendió el vuelo. Castiel voló sobre el reino del Rey Arturo mientras Dean impresionado veía hacia abajo, como cada estructura se veía cada vez más pequeña, rio un poco cuando Castiel atravesó una nube, la Luna solo los iluminaba y les guiaba en el camino que el ángel había decidido.

Extendió sus brazos mientras veía el paisaje que Inglaterra les ofrecía, era como un sueño, estaba volando, no podía sentirse más que contento, estaba feliz y tenía con quien compartir esa felicidad, ese algo o alguien que le daba esa felicidad, era Castiel.

Abrazó el cuello de Castiel mientras éste volaba más alto sobre los cielos, haciendo un tenue sonido gutural similar a un ronroneo, Dean sonrió al escucharle y se quedó dormido sintiendo la calidez del ángel.

La fuente de creación de los ángeles era la misma que la de los humanos y la mayoría de las criaturas vivas en el mundo. Se había evitado una interacción entre estas, contrario a lo que los humanos creían, por lo que cuando los ángeles tuvieron la habilidad de transformarse en formas humanas se les maldijo. Un ángel reduciría la mitad de su vida al aparearse con un humano y se obligaba al humano a acompañarlo hasta el final, si uno moría el otro lo hacía con él ya que en un inicio la maldición era temida ante la situación de guerra entre las especies, pero la paz llegó y los demás seres se ocultaron en los rincones del mundo, los humanos tomaron el mando y tras varios años los hechos se volvieron mitos y leyendas. Estos seres y otros se escondieron por milenios de los humanos pensándose extintos, después que solo eran parte de la imaginación humana.

Los ángeles no son inmortales, pero pueden llegar a vivir varios milenios, teniendo las habilidades de curación gracias al agua podían mantener con vida a los humanos con los que emparentaban hasta llegar el día de su muerte, siendo imposible para ellos procrear.

FIN.

Notas finales:

No, no dejaré de escribir Destiel, tal vez tarde un poco en publicar una, empieza ya la Universidad y había prometido actualizar durante este mes todos los días para festejar mis 4 años de fanficker xD y porque no tenía nada que hacer, así que espero me esperen, hay por lo menos dos historias más en puerta- Muchas gracias <3


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