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Menor por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

Fic dedicado a Aranel Poli quien me sugirió esta trama.

Esta trama es corta y está relacionada con Mayor, si desean leerla explica algunas cuestiones pero no es necesario hacerlo.

 

Notas del capitulo:

La pareja es nueva para mí pero espero que les guste a quienes lean.

 

 

 

Las familias de Escorpión y Acuario eran vecinas, de hecho se hicieron amigas con velocidad, además cada matrimonio contaba con dos hijos, uno mayor y uno menor, de edades similares respectivamente y por eso no tardaron en hacerse amigos, logrando una convivencia a lo largo de los años que los acercó mucho. Pero los años pasan, aunque en ese tiempo los mayores Degel y Kardia se hicieron muy amigos y también lo eran los menores Camus y Milo, no estaba nada mal, se apoyaban, se entendían, se llevaban muy bien y las cosas parecían ir bien de esa manera, no existía algo que los distanciara, aunque si comenzó a haber algo que los hizo pensar las cosas desde otra perspectiva.

—     Ya llegaron—decía Milo.

Con el inicio próximo del ciclo escolar los menores de las dos familias se alistaban para regresar a la escuela, estaban en el último año de la escuela media superior, tan solo a un paso de una nueva etapa escolar, similar a la de los dos jóvenes que estaban de regreso.

—     Parece que vienen contentos—mencionaba Camus.

Los dos estaban en casa de los Escorpión en ese momento, sabían que sus hermanos estarían de regreso ese día pues habían partido a un campamento de verano por parte de la universidad, para que entrenaran, ya que ambos estaban en el equipo de atletismo y se pensó que era algo bueno para los jóvenes esa convivencia además de entrenar. Los mayores caminaban juntos y parecían reírse de algo pues iban sonrientes, sus hermanos bajaron de la planta alta de la propiedad y los encontraron desde las escaleras, mientras los otros dos reían por alguna razón.

—     ¿Qué tal les fue?—preguntaba animado Milo.

—     Muy bien—respondió Kardia sonriendo—Todo este entrenamiento ha servido para mejorar.

—     ¿Sí?

—     Desde luego.

Como si fuera un desafío el mayor de los Escorpión se despojó de la chaqueta y dejó ver la remera que utilizaba, con sus músculos marcados y bronceados por las semanas anteriores de trabajo, se veían muy bien. Se veían tan bien que un joven Camus no podía apartar la vista de Kardia, siempre había sido un chico guapo pero en esos momentos estaba deslumbrante, habían crecido juntos pero en ese momento se veía tan…

—     ¿Cómo ha estado todo en casa Camus?

La pregunta tan directa hizo que el menor de los Acuario volviera a la realidad, miró a su hermano que esperaba por una respuesta y logró responder.

—     Todo ha estado bien en casa Degel, papá y mamá tan solo esperaban que regresaras.

—     Qué bueno, creo que será mejor ir a casa, vámonos.

—     Si—dijo algo apagado.

—     Nos vemos Kardia, adiós Milo—se despidió.

—     Nos vemos—dijeron los otros dos.

—     Adiós—logró decir el menor.

Pero al ir saliendo no pudo evitar mirar una vez más al mayor de los hermanos Escorpión.

Al llegar a su hogar no tardaron en ser bien recibidos, sobre todo el que había estado ausente, de inmediato sus padres abrazaron a su hijo y deseaban saber todo lo que había sucedido en esas semanas lejos de ellos, Camus se sentó con ellos en la sala y parecía escuchar atentamente lo que su hermano decía, aunque una parte de su mente no dejaba de pensar en lo apuesto que se veía Kardia.

De hecho desde ese momento las cosas fueron de diferente manera para el menor de los Acuario, quien no podía evitar mirar más y más al guapo Kardia, con sus ojos azules, sus cabellos del mismo tono, su sonrisa, su bien delineado cuerpo, era sencillo mirarlo después de todo, y lo conocía de toda la vida. Sin embargo reconocía que nunca antes había mirado con tanto interés a ningún chico, claro que le habían gustado muchachos antes, pero el mayor de los Escorpión era un asunto diferente, más que mirarlo parecía admirarlo.

—     ¿Qué te parece la idea Camus?

Pero los ojos azules del de Acuario, igual que sus pensamientos, estaban en otro lado, sin prestar atención a nada de lo que le decían.

—     ¿Me estás escuchando Camus?

—     Si…— dijo algo apurado.

—     ¿De verdad?—preguntaba Milo—Repíteme lo que estaba diciéndote entonces, anda, hazlo.

—     Pues…tú…dijiste…

—     Ya veo lo mucho que me prestas atención—se quejaba el de Escorpión—Ponte atento, se trata de la fiesta del año.

Era un asunto del que hablaban en la escuela, se sabía que habría una fiesta de universitarios y se decía que estaría increíble, fuera lo que fuera que eso significaba, no eran pocos los muchachos más jóvenes que decían que deseaban ir aunque o estaban invitados, era algo así como un asunto de mayores. Ahí entraba la inventiva de Milo, quien pensaba que no estar invitado no era un asunto tan importante para no ir, tan solo requería de algo de planeación y la colaboración de su amigo.

—     Será sencillo Camus, solo diré que me quedo en tu casa y tú dices que te quedas en la mía, no sospecharán nada.

—     ¿No?

—     ¿Quieres ir a la fiesta o no?—lanzaba con algo similar al enfado.

—     Pues…

—     Vamos Camus ¿no quieres ir a una fiesta de universidad?

Pero una idea lo asaltó en ese instante.

—     ¿Qué hay de Degel y de Kardia?—preguntaba—Tal vez ellos vayan, si nos ven ahí no les va a gustar.

—     No irán Camus—aseguraba—Escuché a mi hermano cuando hablaba con el tuyo, tienen planes en otro sitio para esa noche, algo de un grupo de estudio, mis papás ya lo saben, los tuyos también deben estar enterados.

El de Acuario aún parecía pensarlo pero su amigo no iba a dejarse ganar por esas dudas, así que lo tomó de la mano e hizo que lo mirara de frente.

—     Anda, vamos ¿no vas a dejarme solo o sí?

—     Claro que no—afirmó.

Con eso quedaba en claro que el menor de los Acuario acompañaría a su amigo a una fiesta en la que iban a colarse sin ser invitados.

De hecho cuando llegó la fecha señalada los dos jóvenes ya tenían bien planteada su coartada, sus padres no se opusieron cuando escucharon el pretexto de esa salida y no era inusual, desde niños habían hecho cosas así y no existían motivos para desconfiar. Pero ambos muchachos ya tenían más planes en marcha, llevaban ropa extra oculta en una mochila que según ellos los haría verse mayores, después la ocultaron en un árbol y se sintieron dispuestos a seguir con su plan. Tomaron el autobús y quedaron a unas calles del sitio designado, caminaron y cuando estaban cerca de la casa les llegó el sonido de la música a todo volumen, veían entrar a diversos jóvenes, tan solo hacía falta entrar.

—     ¿Estás seguro de esto Milo?—preguntaba dubitativo.

—     No tengas miedo Camus, lo vamos a lograr.

Con esa seguridad tan suya el de Escorpión tomó de la mano al de Acuario, aguardó cerca de la entrada con discreción y cuando vio que llegaba un grupo amplio de chicos lo jaló hacia la misma dirección de la puerta, saludando como si nada, no los detuvieron, estaban dentro.

—     ¿Lo ves?—decía Milo a su amigo—Todo salió bien, estamos dentro.

—     Sí, estamos dentro—decía aún sin creerlo.

—     Ahora vamos a divertirnos—decía con una gran sonrisa casi bailando—Y será con los mayores.

Lo habían logrado y de verdad parecía que todo estaba saliendo bien, era una fiesta y no pensaban dejar de disfrutarla, era ser parte de lo que hacían los chicos menores o al menos eso parecía lo emocionante del asunto, pero no hacer lo que hacen los demás siempre es lo mejor. La cuestión fue que el de Escorpión se dedicó a ser abierto, sonriente, charlaba, bailaba y un más cerrado Camus solo permanecía a su lado, por lo mismo bebió de la ponchera, sabía bien, y bebió otro vaso y otro vaso y otro vaso…sin saber que contenía alcohol. El menor de los Acuario no bebía, así que el efecto del dulce y el alcohol de la bebida no era para nada una buena combinación, eso quedó comprobado en el momento en que comenzó a comportarse tan desinhibido, nada usual en él, al grado que apenas sin darse cuenta ya estaba llamando la atención de varios, más aún cuando estaba bailando sobre una mesa. 

Lo que no sabían los menores era que no muy lejos, en esa misma fiesta, otros dos amigos habían llegado con una coartada.

—     Relájate Kardia—decía su amigo—Es una fiesta, vinimos a divertirnos.

—     No me siento cómodo aquí ¿de acuerdo? No soy mucho de fiestas y no dejó de pensar que nuestros padres se van a dar cuenta.

—     Ya estamos grandes para preocuparnos de papá y mamá.

—     ¿Sí? Entonces no veo porqué mentirles con lo del grupo de estudio.

Era verdad, para pasar tiempo fuera sin admitir que se trataba de ir a una fiesta en la que sin duda habría alcohol inventaron lo de un grupo de estudio para recuperar tiempo en las materias que habían perdido por el entrenamiento.

—     Tan solo relájate ¿quieres Kardia? Vamos a pasarla bien.

La expresión del otro no parecía algo prometedor, pero Degel no dejó que se le contagiara esa preocupación y se fue a pasarla bien por otro lado, dejando solo a Kardia, quien se limitó a intentar pasar desapercibido, aunque no pudo evitar que le llamara la atención una especie de coro desde otro lado de la casa, se acercó y vio que parecían vitorear a un chico. El joven de cabellos azules subido en una mesa se quitaba la chaqueta, la camisa, las zapatillas, no dejaban de animarlo a que siguiera pero cuando iba por los pantalones lo reconoció.

—     Camus—dijo sorprendido.

Antes que hiciera nada más logró bajarlo de la mesa y cuando intentaron intervenir para detenerlo les lanzó una advertencia muy clara.

—     Más les vale no meterse en esto.

La frialdad de sus palabras hizo que nadie insistiera, notó de inmediato el estado en el que se encontraba el joven y no tardó en enco9ntrarse con otra cara conocida, lo cual no le hizo nada de gracia.

—     ¿Qué están haciendo aquí Milo?

—     Nosotros…nosotros…—balbuceaba el otro jovencito.

—     Llegando a casa nos arreglamos tú y yo, ahora ve a buscar la ropa de Camus, te espero en la entrada.

Las palabras fueron firmes y seguras, por lo que Milo obedeció, dejando solo a su hermano mayor con la labor de sacar al de Acuario de ahí.

—     Tenemos que llevarte a casa Camus—le decía.

—     ¿Por qué?—preguntaba el otro notándose lo bebido que estaba—Me gusta estar contigo, eres tan guapo Kardia…

—     Solo relájate.

—     Noooo, quiero estar contigooooo…me gustas tantoooo…

Kardia intentaba decirse que era el alcohol hablando lo que estaba provocando toda la escena pero no pudo evitar sentir un estremecimiento, era verdad que él había notado lo lindo que era ese chico desde antes, pero jamás se habría atrevido a hacer nada, lo consideraba más joven y amigo de su hermano menor, no parecía tener mucho sentido  algo como eso. Aunque el otro continuaba con su discurso entre sincero e incoherente.

—     Me gustas Kardia… quiero estar contigo… quiero que seamos felices…

—     Camus.

Lo veía, a pesar del alcohol estaba tan bello en ese instante, hubiera hecho algo, como tomar sus labios pero el joven no podía ni estar bien de pie, lo que sí hizo fue sincerarse consigo mismo en ese instante.

—     También me gustas Camus.

Justo en ese instante apareció Milo con la ropa del de Acuario, con eso y con su hermano mayor quien lo vio, estaba a punto de dar un discurso sobre no estar ahí cuando el menor le recordó algo más.

—     Creo que tú tampoco deberías estar aquí.

Con esa frase quedaron en una especie de acuerdo los cuatro involucrados, ninguno diría nada siempre y cuando todos mantuvieran la boca cerrada. Era el momento de irse, lo hicieron en silencio y procurando no ser notados. Pasarían la noche en la casa de la familia Escorpión, procurando no ser notados por sus padres tampoco, era mejor no tener que dar explicaciones de su comportamiento de esa noche.

Pero definitivamente algo más iba a desprenderse después de lo vivido en esas horas y sería para el joven Camus y el un poco mayor Kardia.

 

************

 

Lo ocurrido esa noche quedó en una especie de secreto de estado entre los cuatro jóvenes pues nunca hablaron de ello, se quedaron callados y sus padres jamás lo supieron, aunque eso fue quedando de lado poco a poco cuando dos jóvenes supieron que ya no era posible pretender que nada ocurría. Al principio procuraron ambos chicos incluso no tratarse pues no deseaban enfrentar lo que sucedía, había algo entre los dos, sus miradas seguían al otro pero si se encontraban no la mantenían, había una sensación de timidez, de que las cosas podían no salir como las esperaban y eso lo complicaba todo. Era quizás por eso que había que dejarle algo al destino, a veces se necesita de ese empujoncito extra para que las cosas marchen entre dos personas y en ese caso Kardia y Camus iban a hacerle frente.

El mayor de los hermanos Escorpión había decidido salir de compras ese día, nada especial, solo deseaba una remera nueva que había visto con anterioridad, le había pedido a su amigo Degel que fuera con él pero el joven tenía otros planes, aun así fue pues no quería quedarse encerrado pensando en otro chico que no estaba seguro del porqué inundaba sus pensamientos. No era sencillo reconocer que le gustaba el amigo de su hermanito, Camus era un muchacho muy atractivo de muchas maneras y él las conocía bien, después de todo habían crecido prácticamente juntos. Tal vez era eso lo que hacía que todo se embrollara en su interior, conocía al menor de los Acuario desde hacía años, y tampoco podía hacer a un lado que era el hermano menor de su mejor amigo.

—     Será mejor dejar de pensar en esto—se dijo.

De verdad se sentía muy dispuesto a no darle vueltas al asunto de Camus por más tiempo, pero no pudo porque justo en ese momento vio unos ojos y cabellos azules que lo hicieron quedarse en su sitio sin parpadear.

—     Camus—lo llamó.

—     Kardia—dijo el otro con sorpresa.

El de Acuario no esperaba eso, había salido buscando hacer algo más que quedarse encerrado en su habitación pensando en el hermano de Milo y se lo encontraba justamente en su camino sin siquiera buscarlo.

—     ¿Qué haces por aquí Camus?—lo saludó.

—     Solo daba una vuelta—respondió el otro— ¿Vas a comprar algo?

—     Sí, una remera que había visto.

—     Que bien.

Pero de nuevo se quedaron callados pues parecía que no podían decirse nada más, solo sus ojos hablaban de manera muy elocuente aunque sus labios no se despegaban para ser sinceros entre ellos sobre lo que estaban sintiendo. Quietos en el mismo sitio fue como por casualidad que sus miradas se hicieron directas, se encontraron y ante eso ya no era posible negarse que sucediera algo entre ellos, algo especial y lo mejor era intentar descubrir lo que era.

—     Camus—lo llamó con cierta timidez el de Escorpión.

—     ¿Sí?—preguntaba con anhelo el de Acuario.

—     ¿Te gustaría, no sé, que hiciéramos algo?

—     ¿Algo, cómo qué?

—     Lo que sea—dijo de manera algo torpe.

—     Me encantaría—y sin poderlo evitar agregó—Me gusta estar contigo Kardia.

—     A mí también Camus.

Con esas palabras fue como si cimentaran lo que estaba ocurriendo entre ellos dos, admitiendo que les gustaba estar juntos, aunque también había una pregunta por hacerse.

—     ¿Qué vamos a hacer?

Era una pregunta válida, sobre todo en la situación en la que se encontraban, pero al estar juntos  sentían que lo que iban a hacer era seguir adelante.

—     Podemos intentarlo Camus—decía el de Escorpión—Solo eso y después, bueno, ya después las cosas dirán si seguimos juntos o no.

—     Quiero estar contigo Kardia—admitía el de Acuario—Pero quisiera que fuera solo algo de nosotros dos, sin nuestras familias detrás, estarán muy atentos a todo lo que hacemos y no quisiera eso por ahora.

—     Tendríamos que ser discretos pero si es lo que quieres, por ahora, lo acepto—decía con suavidad.

—     Gracias.

Con una sonrisa y un suave beso que le siguió la relación quedó decidida entre los dos jóvenes quienes dieron sus primeros pasos tomados de la mano.

Gracias a ese primer movimiento la pareja continuó hacia adelante, su relación se movía con calma pues ninguno de los dos buscaba darse prisa, aparentemente preferían ser amigos que se iban conociendo más en el terreno de una pareja  que solamente una pareja, lo cual les funcionaba bastante bi9en. Quizás hubieran seguido de esa manera, de no ser por un evento importante en la vida del de Acuario pues implicaba la culminación de un largo esfuerzo, de años, y no solo iba a ser importante para él.

—     Ya viene mi graduación—mencionó.

—     Me alegra Camus—hizo una breve pausa pero continuó— ¿Qué has pensado que usemos ese día?

—     ¿Quieres venir conmigo Kardia?

—     Por supuesto, soy tu novio, es lo más natural que vaya contigo.

Los ojos azules del menor parecían brillar pero no le sostenían la mirada al otro muchacho que parecía esperar por algo y encontró que era tan buen momento como cualquier otro para exponer lo que había pensado en los días pasados.

—     Quiero ir contigo Camus, que me vean a tu lado y que sepan que estamos juntos, que somos una pareja.

Sin embargo el de los Acuario aún parecía pensar las cosas y por eso agachó la cabeza con abatimiento, claro que él también había pensado en eso pero tomaba en cuenta a los demás, sobre todo a su familia t en primer lugar a su hermano mayor, quien no se distinguía por ser tranquilo y pensar las cosas.

—     ¿Qué crees que diga Degel si sabe lo nuestro?—le preguntó.

—     No lo sé.

—     Quiero que estemos juntos pero no sé cómo se lo van a tomar los demás.

—     Pero Camus…

—     Es lo que siento, además ¿Qué piensas que va a decir tu familia de que estemos juntos?

Su mirada era tímida al hablar, era honesto con las palabras que le dirigía, y eso lo comprendía su compañero pero no quería seguir con él a espaldas de los demás.

—     Prometo pensar en una manera de decírselo a mi familia—aseguró de repente el de los Acuario.

—     No quiero que sientas que te estoy forzando Camus—le decía con gentileza—Pero esto de escondernos no es bastante para mí.

—     Haremos lo que sea necesario, pero necesito que me des un poco de tiempo ¿por favor?

Esos bellos ojos reflejaban una danza de luces que hacían irresistible al menor ante su compañero quien al final solo sonrió, compartieron un beso y parecía que sería todo; sin embargo en los días siguientes se volvió un tema común lo de estar juntos ante los demás, pero el de Acuario le pedía tiempo para decidirse.

El de los Acuario pensaba mucho en el momento preciso para hablar con su familia de su relación con Kardia pero cuando creía que era el momento preciso algo pasaba y simplemente no se atrevía a hablar, dejaba todo igual, per pensando en lo que iba a hacer. No sabía que tan bien se iban a tomar la noticia de su relación, sobre todo por su hermano mayor quien podría ponerse en un plan quisquilloso.

Todas esas ideas lo inquietaban y no veía una manera de enfrentar la situación, o no la vio hasta esa mañana en que encontró a su hermano mayor con su mejor amigo, en la cama, con lo cual supo que no había manera que los demás se opusieran a su romance con el mayor de los Acuario. No tardó en decirle a Kardia que hablaría con su familia y de hecho lo hizo esa misma mañana, dejando a los demás un poco sorprendidos pero se veía tan contento que no vio motivos para no querer perder más tiempo.

Con esa parte resuelta pudo dedicarse abiertamente a sus planes para la graduación, que incluían a su compañero, vieron juntos la ropa que usarían, unos elegantes trajes de noche, de hecho no se presentaron inconvenientes que no pudieran sortear y cuando la fecha justa llegó ambos estaban listos para ir al baile de graduación.

Camus aguardaba pacientemente por la llegada de su compañero y cuando finalmente se presentó de manera puntual a la puerta se sintió como si el corazón le latiera más aprisa, estaba muy guapo, por eso estuvo un poco tímido para acercarse pero lo hizo con una sonrisa. Sus padres solo sonreían con simpatía a los dos y no dejaron pasar la oportunidad de tomarles una fotografía, algo similar harían los Escorpión cuando Degel llegó por Milo a su casa. Aparte habían acordado compartir el elegante vehículo que alquilaron para esa noche, los cuatro iban contentos pero estaba en claro que cuando llegaron al salón cada pareja iba a estar por su cuenta. Sin embargo algo más habían discutido de esa noche y en el punto culminante del baile, para ellos, fue Kardia quien se acercó a su compañero para murmurarle al oído que deseaba estar con él, Camus lo miró y aceptó de un movimiento.

Sí, también habían dicho que esa noche harían el amor por primera vez.

—     ¿Estás seguro Camus?

—     Si—respondió sin vacilar.

—     Vamos entonces.

—     Vamos.

Se tomaron de la mano con fuerza y con discreción abandonaron el salón, dispuestos a seguir con su nuevo camino.

El baile había sido como un hermoso interludio pero ambos sabían que no era lo más maravilloso que esperaban para esa noche, cuando alcanzaron el sitio reservado por Kardia no dijeron nada, permanecían en silencio, pero seguían adelante, no iban a detenerse en ese instante justamente. Siendo así avanzaron y el vehículo que llamaron los dejó en el estacionamiento, bajaron del mismo y sus pasos fueron hacia la entrada, se trataba de un bonito lugar en las afueras, rodeado de lo que alguna vez fuera un parque y por lo mismo, con árboles y arbustos, brindaba una apariencia de estar escondido, justo el lugar que necesitaban parejas que deseaban un poco de privacidad para permitirse demostrar sus sentimientos.

En la recepción estaba un atento hombre de mediana edad que se limitó a darles la bienvenida con elegancia y después pedir sus datos.

—     ¿Cuál es su número de reservación?—preguntaba el caballero.

—     El 8-11—respondió Kardia.

—     Muy bien, por favor, permítame una identificación.

El joven le extendió su carnet vehicular, los datos correspondían con los de la persona que había hecho la reservación, estaba la cuenta pagada y no se veía ningún problema; además el lugar sabía que en fechas como graduaciones no eran pocos los jóvenes que deseaban ponerse románticos con sus parejas.

—     Todo está listo señor—continuaba el caballero.

Le devolvió su tarjeta, llamó a un dependiente con una campanilla y sin pasar mucho tiempo eran guiados por los pasillos de madera hasta la planta alta, les abrieron la puerta de una habitación que tenía vista hacia el jardín interior y en unos instantes, después de la propina, desapareció con velocidad el joven. Ahora estaban a solas, tal y como deseaban estarlo.

En un primer momento Camus miraba el lugar solamente, era confortable, muebles delineados pero resistentes de madera, cortinas bien planchadas, flores, en una mesita no tardó en encontrar chocolates y jugo de frutas gasificado (aún no tenía edad para beber), queso, frutillas y otras golosinas. Se acercó a la ventana, le gustaba lo que se veía, gracias a la época las flores estaban maravillosas y su aroma rodeaba el lugar, se trataba de un sitio bien dispuesto para que las personas se sintieran inspiradas al romance.

—     Es un sitio muy hermoso Kardia, gracias por traerme—le dijo.

—     Solo es lo que mereces Camus, e lo que quiero darte.

El de Acuario fue hacia el pequeño balcón y abrió las puertas de cristal, las cortinas de inmediato fueron mecidas por el aire, que movió también el cabello azulado del joven que aspiraba el aroma del ambiente, de verdad era un sitio hermoso. Cerró los ojos pero apenas unos segundos y sintió unas manos rodeando su cintura con masculina seguridad y unos labios fueron hacia su oído para hablarle.

—     Ven conmigo Camus.

El otro joven sintió algo de inquietud pero no desagradable, sabía bien que había llegado hasta ese momento por una razón muy concreta, que amaba a ese chico a su lado y deseaba compartirlo todo con él. Así que dio vuelta lentamente y no se opuso a seguirlo, tomados de la mano, a tan solo unos pasos había otra puerta y cuando Kardia la abrió dejó ante sus ojos la bien arreglada recámara, que era dominada por una amplia y mullida cama que sería testigo de su entrega.

 

***********

 

Una vez en el interior Kardia cerró la puerta y sin más abrazó al de Acuario para comenzar a besarlo con suavidad en los labios, pero sin permitirle separarse de su lado, decidido a seguir con lo que habían prometido para esa noche.

—     Camus, Camus, te quiero Camus—no dejaba de decirle.

Pero emocionado como se sentía el otro joven apenas si lograba  pensar en una respuesta, así que se limitó a ponerse en manos de ese hermoso joven a quien quería con todo su ser.

—     Ven Camus.

Unos instantes más y estaban cerca de la cama, tanto que sentían el colchón, por lo que no pasó mucho para que ambos cayeran encima de las sábanas, se dieron unos instantes para acomodarse en el medio y siguieron con su sesión de besos que lentamente iba pasando a más. Kardia no deseaba presionar a Camus, quería a ese joven entre sus brazos, por eso estaba dispuesto a darle tiempo para que se sintiera cómodo a su lado, aunque no podía evitar que su propio cuerpo se excitara por estar tan cerca de ese hermoso muchacho al que quería. Lo acariciaba con ternura aunque esas mismas caricias se iban haciendo más íntimas, más deseosas, ya no podían buscar solo besos sino que se aventuraban por otros sitios que antes solo habían conocido como de pasada pues recordaban ese acuerdo de no llegar a más, no hasta esa noche al menos, en que estaban juntos.

Kardia no dejaba de besar a Camus mientras sus manos fueron al frente de su ropa, haciendo que el joven comenzara a despojarse de su ropa, primero fue el saco, después comenzó a abrir la camisa con suavidad, lo cual le llevó un poco de tiempo pero no se quejaba, no lo hacía porque no dejó de besarlo con deseo mientras tanto. Ya el de Acuario se había dado cuenta que su compañero lo aventajaba, no le molestaba eso, por el contrario, le gustaba pues había visto a ese joven como el hombre al que quería y  no pensaba negarse a ponerse entre sus manos. Siendo así ambos chicos se mostraban cooperativos, entre besos y sin apenas dejar de tocarse, las manos del de Escorpión fueron directamente hacia el pantalón de su compañero, se encargó de la cintilla en la cintura, de los broches y la cremallera, dejando la prenda abierta y sin más metió su mano acariciando por encima de la ropa interior.

Para Camus fue como una oleada sentir esa mano, su cuerpo respondió en el acto, su sexo dio una punzada por la corona, sus pezones se irguieron, su estómago tembló, y le dio la impresión que todo su cuerpo se erizaba con intensidad. Tal vez fue por eso que no pudo controlarse cuando pegó su cuerpo contra el de Escorpión, lo hizo con fuerza y con intensidad, abriendo los labios y sin apenarse en lo más mínimo una lengua entró en su boca, rodeándolo y probándolo hasta dejarlo sin aliento. Fue apenas un instante pero las rodillas del de Acuario temblaron, dando un gemido ahogado, como si fuera a desfallecer, por lo que su compañero lo sujetó con firmeza entre sus brazos y fue el momento exacto que aprovechó para empujarlo sobre la cama, haciéndolo caer con su hermoso cabello azul rodeándolo, se veía tan hermoso que lo único que pudo hacer fue besarlo de nuevo.

A esas alturas los dos se sentían necesitados del cuerpo de ese joven que había entrado a su vida, sus cuerpos se movían con deseo, como si danzaran, buscando la manera de acoplarse a ese otro joven, afortunadamente para ellos sus anhelos iban a encontrar respuesta, pues querían lo mismo. Una vez más fue Kardia quien encontró el aliento para separarse un poco, solo un poco, lo necesario para tener un poco de distancia y sin más hizo a un lado la ropa que le estorbaba para seguir su camino. La camisa fuera, los pantalones fuera, cuando sus manos llegaron a la ropa interior las miradas de ambos se encontraron y brillaron, era un momento especial, el menor pareció contener la respiración y el mayor sonrió con amabilidad; las manos fueron seguras, sujetaron la tela y se inclinó para besar el terso abdomen y después comenzó a tirar. Unos segundos y la íntima prenda se deslizaba por las bonitas piernas del que estaba sobre su espalda, quedando solo con las medias puestas.

Los jóvenes se miraron con cuidado por unos segundos, como si pensaran en lo que sucedía, pero no dieron una sola palabra, se limitaron a sonreír y volvieron a besarse con cariño, permitiendo que sus cuerpos se sintieran y esa cercanía fue lo que hizo que el de Escorpión apenas si esperara para comenzar a sacarse su propia ropa. No perdió ni un segundo para frotar su cuerpo contra el de Acuario, imponiéndose con velocidad entre esos esbeltos muslos, con algunas dificultades desde luego pues entre no apartarse y sacarse la ropa hubo algunos problemitas pero fueron sorteados con velocidad. En unos momentos ambos se encontraban completamente desnudos, excitados y dispuestos a continuar con su mutua entrega y para eso necesitaban más que lo que habían hecho hasta ese punto.

El de Escorpión ayudó a su compañero a acomodarse en el centro de la amplia cama, le encantaba ese chico y por lo mismo deseaba mostrarse cuanto, siendo así no dudó en besarlo pero ya no en el rostro, sino que fue directamente hacia su abdomen, lo besaba, lo acariciaba, y empezó a bajar hasta acariciar con sus deseos el juvenil miembro a su alcance. Lo sujetó suavemente por el tronco mientras buscaba la corona con sus labios y se ocupaba de hacer que se irguiera, para eso lo besó, lo frotó, lo metió n su boca sin más, succionando con energía, acariciando los testículos y ocasionalmente frotando con un dedo la estrecha entrada que no lograba descubrir del todo. Todas las acciones combinadas lograron su objetivo ya que  el tierno miembro a su alcance comenzó a elevarse, enrojeciendo y levantándose, mostrando cuan excitado estaba su dueño quien gemía con pasión. Ante eso Kardia no pensaba en detenerse sino que siguió, continuaba acariciándolo con sus dedos y sus labios, convencido que todo iba bien cuando un saborcito único llegó a su paladar, las primeras señales de la excitación de su joven amante.

Siendo sinceros, cuando se separó para contemplar ese bello rostro, Camus intentó buscar acariciar de la misma manera al de Escorpión pero este lo detuvo haciéndolo caer de nuevo sobre la cama.

—     Esta noche es para ti—le susurró antes de besarlo.

El de Acuario solo pudo sonreír, pero el de Escorpión solo pensaba en continuar.

 Kardia se mostró obsequioso con su joven amor, buscaba que la situación fuera lo más agradable posible para él, que le gustara estar a su lado, de verdad deseaba que fuera un instante en que disfrutara por compartirlo con él, así que buscaba serle lo más grato posible. Siendo así lo hizo girar suavemente para que el de Acuario quedara boca abajo sobre las sábanas, dejando a su vista ese lindo trasero que ansiaba acariciar, por eso no dejaba de guiarse por el deseo, sintiendo que su vientre se encendía a cada instante con mayor intensidad. Se acercó suavemente, acariciando esa suave piel a su alcance, sabiendo que nadie la había tocado antes, masajeó las tersas nalgas con cuidado pero no tardó en sentirse necesitado de más y con toda la amabilidad que pudo dadas las circunstancias se inclinó para tomar el tubo de lubricante y se aplicó en los dedos, y comenzó a acariciar la estrecha entrada que deseaba con fuerza.

En su posición Ca mus apenas si podía ver nada que no fueran las sábanas pero sí que sentía lo que su compañero hacía, le gustaba pero el mismo tiempo lo estremecía, lo hacía temblar con excitación  pues no habían hecho nada así antes de esa noche y sin embargo le gustaba. Había temido un poco a lo desconocido de ese momento y aunque había visto películas sobre ello (de esas que son solo ara adultos pero los adolescentes ven igual) no imaginaba que sería de esa manera. Procuraba quedarse muy quieto, con las sensaciones recorriéndolo, esos dedos que buscaban entrar al mismo tiempo que lo acariciaban con cuidado, como si temieran lastimarlo, y sin apenas advertir que lo hacía levantó el trasero, buscando más de esas atenciones que le quitaban el aliento.

Entre gemidos y palabras amorosas el de Escorpión lograba que ese suave pasaje masculino se fuera abriendo y le encantaba todo lo que podía observar, ese cerrado y estrecho anillo que se abría bajo sus caricias y volvía a cerrarse con suavidad pero que estaba mejor preparado para recibirlo en su interior. Siendo que le parecía suficiente se estiró para alcanzar el empaque de los preservativos que había dejado a un lado, sabía que no existían compañeros previos pero aún así consideraba necesario cuidarse lo más posible. Sacó el pequeño objeto de látex y se lo colocó con cuidado aunque con un poco de dificultad por el lubricante extra en sus dedos, pero al final lo consiguió. Apenas lograda esa parte se inclinó hacia el frente, recostándose prácticamente encima del de Acuario y le habló con dulzura al oído.

—     ¿Estás listo Camus?

—     Si—respondió tímidamente el de Acuario.

—     ¿Qué pasa?—preguntó por notarlo.

—     Kardia ¿de verdad me quieres?

No era que lo dudara, no en realidad, pero en ese instante se sentía como indefenso y deseaba tener esa seguridad, y su compañero supo que debía dársela, aunque se sintiera casi como un galancete dispuesto a decir cualquier cosa por tener al chico que le gustaba entre sus brazos.

—     Te quiero Camus ¿tú me quieres a mí?—le preguntó en tono confidencial.

—     Te quiero Kardia—dijo con suavidad.

Siendo así sus rostros se buscaron y un instante después se estaban besando con naturalidad, sabiendo que se pertenecían desde antes de esa entrega, pero era bonito saberlo, les daba seguridad, confianza, saber que estaban haciendo lo que de verdad querían sus corazones y su cuerpo estaba más que listo para continuar.

Fue el de Escorpión quien aplicó más lubricante por encima del preservativo en su rígido sexo, tuvo que buscar la posición más cómoda mientras buscaba el camino a la estrecha entrada que había dilatado con cuidado, aunque no era tan sencillo como parecía. El de Acuario no podía evitar sentirse excitado por esos roces pero quería más, dándose cuenta de las complicaciones usó sus manos para separar su trasero y con eso su compañero no tuvo los mismo problemas para seguir adelante. La corona del sexo cubierto de látex y lubricante se ajustó al sitio con cuidado, suponía que estaba algo sensible y no se equivocaba en eso, pero no dejó de empujar hasta que su entrada era segura; solo entonces volvió a recostarse encima del suave cuerpo de su compañero y empujando sus caderas comenzó a penetrarlo.

La joven pareja daba unas leves voces conforme sus cuerpos se iban uniendo, no fue brusco aunque casi se sintió así, tal  vez porque la situación era nueva para ambos, pero cuando lograron que su alianza fuera completa se quedaron muy quietos, conteniendo el aliento, dejando que las nuevas sensaciones los llenaran. El erguido miembro del de Escorpión tocaba los sitios más sensibles e íntimos de Camus,  al mismo tiempo que el masculino pasaje del de Acuario envolvía y estrujaba a Kardia, era intenso y los hacía gemir de forma ahogada hasta que lograron relajarse lo suficiente para continuar. Respiraron profundamente y sus miradas se buscaron, brillaban con cariño, y supieron que todo iba bien, podían continuar, no sin antes besarse con ternura y excitación, sus labios casi se apartaban cuando volvieron a buscarse y sus lenguas se enredaron por unos instantes; sin embargo sus cuerpos no parecían de acuerdo con esa quietud y supieron que estaban listos.

Fueron las caderas de Kardia las que se movieron primero, haciendo que retrocedieran y se encontraran de nuevo, despacio, buscando ser amable, pero conforme lo iba haciendo era inevitable que encontrara un ritmo, que aumentara la velocidad y que sintiera placer por lo que sucedía. Al inicio Camus se quedaba muy quieto, como si no supiera que hacer, pero se iba sintiendo cómodo, le gustaba lo que hacía el otro joven, su cuerpo se iba amoldando a la situación y no tardó en dejarse llevar por sus propios sentidos. Bastaron unos momentos para que el de Acuario levantara sus caderas de manera invitante y erótica, mientras que el de Escorpión embestía con naturalidad el tierno pasaje, ambos deseosos de seguir amándose hasta lo más íntimo. 

Los dos jóvenes se entregaban al momento con deleite, habían pasado por el temor y la inseguridad pero eso quedaba poco a poco atrás, ahora sus cuerpos se habían acoplado, sus sentimientos coincidían y estaban seguros de dar un paso correcto entre los dos, no era sexo porque si, era de verdad un sentimiento que los unía y permitía que lo demostraran de manera física. Su danza de pasión y afecto no dejaba de realizarse, no era como nada que hubieran esperado, esas sensaciones en su interior que vibraban como cuerdas era mucho mejor que nada de lo que pudieron esperar, de lo que hubieran  creído de ese instante y no podían sino sentirse contentos. Era el momento indicado con la persona indicada, nada podía ser mejor que eso, una especie de florecimiento en su relación daba inicio y no dejarían de descubrir el resto con el mismo anhelo.

Sin embargo las cosas no son para siempre, sus sentidos respondían con total fuerza, tal vez por su juventud o por su novatez, pero todo su ser estaba envuelto en esas sensaciones que aumentaban de intensidad, esa especie de ardor, la necesidad, el calor, la tensión, todo se iba sumando y no había manera que lo controlaran. De repente fue como si sus vientres pulsaran con necesidad, mientras sus sexos completamente erguidos tenían punzadas recorriéndolos desde la corona hasta los testículos, logrando una rigidez que parecía dolor aunque no lo era, se quedaban sin aliento a momentos y en otros era como si se ahogaran, todo los estaba sobrepasando sin poder hacer nada al respecto. Camus casi por instinto llevó la mano a su sexo que se balanceaba al ritmo de las embestidas del de Escorpión, lo sujetó primero para un segundo después frotarse con necesidad, como si buscara aliviar esa sensación que saturaba su entrepierna. Kardia no soltaba esas afiladas caderas que lo estremecían, sentirse estrujado con esa intensidad lo hacía quedarse sin aliento, el corazón le latía con fuerza y no podía dejar de hundirse en ese cuerpo que se le había entregado por completo. No estaban del todo preparados cuando, de repente, la simiente del de Acuario brotó con fuerza haciéndolo gemir de forma ahogada, unos segundos más y fue la del joven Escorpión la que surgió dejándolo como adormecido.

La joven pareja se acomodó sobre la cama unos momentos después, dejándose llevar por el agotamiento, pero no era tanto como para no buscarse de nuevo, Kardia estrecho con suavidad entre sus brazos al más joven y no dejaba de acariciarlo con ternura, con ese dulce afecto que despertaba en su interior pero era tan grande que lo llenaba por completo. Camus por su parte se dejaba querer, estaba contento sin duda, pero también se sentía como en un sueño, pasivo y sereno se permitía vivir esa dicha que le era completa, no esperaba ser tan feliz un día y lo era con su compañero de Escorpión.

—     Camus—lo llamaba el mayor.

—     ¿Sí?—preguntó suavemente el otro.

—     ¿Estás feliz, quiero decir, estás feliz conmigo?

Era extraño en ese instante pero el de Escorpión se lo preguntaba, deseaba escuchar que si pues quería no solo ser dichoso por sí mismo, también quería serlo por hacer dichoso a ese joven entre sus brazos.

—     Soy muy feliz Kardia, no esperaba ser tan dichoso y lo soy—respondió el otro con naturalidad.

—     Yo también estoy feliz—reconoció.

Como si esas palabras lo calmaran tomó la mano del de Acuario y la besó suavemente, todo podría lograrse si estaban juntos, había una seguridad de ello que los complementaba en ese instante de felicidad.

—     Tú y yo vamos a ser muy felices Camus—le aseguraba sonriendo.

—     ¿De verdad?

—     Claro, te amo, me amas, así que seremos muy felices.

—     Me parece bien.

Sus rostros se encontraron para besarse con ternura y sonrisas, no podían sentirse mejor que en esos instantes, unidos como compañeros y seguros de sus sentimientos, no había nada mejor que eso en sus vidas, podrían pensar después,  en ese instante solo se dejaban llevar por la felicidad, no había motivo para que no fuera así, pues el amor jamás será un tema menor.

 

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FIN

 

 

Notas finales:

Espero que les gustara a quienes leyeron.

Si nada sucede nos leemos la semana entrante.

Atte. Zion no Bara

 


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