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La Academia de los Irreales. por Quijano

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Notas del capitulo:

Chicas y chicos, me he esforzado de manera sobrehumana para poder estar hoy y actualizar esta historia. Como les comentaba, hoy ingresé a mi segunda carrera, simultánea, y hoy mismo volví con tareas y proyectos a preparar. Ha sido un día de locos y el trabajo parece no detenerse nunca.

De cualquiera manera, me entusiasmaba mucho poder dejar un segundo capítulo, y más cuando, Robin, hermosa, me ha dicho algo muy cierto.

La introducción carece de personalidades y eventos relevantes, más allá de cómo se conocen, así que aquí dejo otro capi.

La historia me apetece hacerla mucho más lenta que mi primer fic, así que considero que estará teniendo el doble de capítulos, aproximadamente, es decir, unos 18 o 20, aunque todo dependerá de qué tanto me inspire escribiendo.

Pero bien, ya no los entretengo más, y ¡a disfrutar!

Faltaban solo dos días para que comenzaran las clases, y Naruto y Neji solían pasar el tiempo juntos. La casa se había dividido en tres parejas, aunque solo una de ellas podía comprenderse en su totalidad porqué se llevaban tan bien.

Si no estaban en la madriguera de Naruto, estaban en la habitación del elfo, charlando. Otras ocasiones, el zorro ayudaba a su amigo con brebajes y pociones curativas. Él sabía que la naturaleza de Neji era buena, y solo quería hacer el bien para él y los que lo rodeaban. Por otro lado, casi no podía contener las ganas de jugarle una treta cuando estaban en eso.

Los Kitsunes eran buenos, sí, curiosos, inteligentes, astutos, audaces, y traviesos, pero buenos al final. Siempre imaginaba la reacción de su amigo si un día le practicaba una pequeña broma, pero prefería reprimirse. Todavía no conocía lo suficiente a Neji para saber qué reacción podría tener.

 

También mantenía su distancia prudente con Kiba y Suigetsu. En tan solo tres días se había dado cuenta del gran corazón que ambos poseían, y sabía que no lo dañarían, pero su instinto animal le suplicaba la auto preservación, así que procuraba no entrar al territorio de ninguno de los dos chicos, por mucho que ellos, ocasionalmente, se introdujeran en el suyo con el simple afán de hacerlo rabiar.

 

Por otro lado, también había podido convivir un poco más con Shikamaru. Deseaba desentrañar todos los secretos que su especie guardaba. No pensaba divulgarlos, solo quería adquirir más conocimiento del que ya tenía. Pero si tenía que referirse a Sasuke, solo sabía su nombre, su especie, y lo que los libros dictaban.

Él conocía muy bien a la especie humana. Vivía rodeado de ellos desde que había nacido, pero se había dado cuenta que ellos también tenían su individualidad, generando pensamientos y gustos particulares. Y aunque quería conocer más del mago, este siempre se mostraba renuente a hablar con alguien que no fuera el atlante que lo había acompañado desde la entrada de la isla hasta la habitación.

 

-       ¿Cuáles son las asignaturas comunes?

-       Ética mágica, defensa personal, defensa con hechicería, normativas, literatura mitológica y preservación del equilibrio.

-       Hm – Asintió el rubio con entendimiento. Sabía que en esas materias compartiría aula con el resto de especies que aún no conocía.

-       Tú y yo podríamos ir juntos a magia curativa, hierbas medicinales, defensa y protección y vuelo.

 

Naruto jugueteaba con su cola para ese momento. Escuchaba atentamente al elfo, sabía de qué trataba cada clase, y le interesaba tener algún amigo por ahí.

Ese día estaban conversando en la madriguera, con algo de música de fondo, y permanecían en paz solo pasando el tiempo juntos.

 

-       Naruto, ¿cuántos años tienes?

-       ¿Por qué te interesa? – Aquella no era una pregunta a la defensiva, sino una llena de intriga, y Neji lo comprendió al ver que Naruto dejaba su cola y se sentaba nuevamente a su lado, mirándolo a los ojos.

-       Curiosidad.

-       Los suficientes.

 

El enigma que envolvía a los zorros, prevalecía por ese motivo. Pese a que los elfos sabían mucho de ellos, todavía no entendían todo. Actitudes y juegos como esos, incluso cuántos años podía vivir cada zorro, era desconocido para ellos. Y todo tenía un buen motivo consigo. No tenían interés en que los demás juzgaran a un zorro por su edad, tenían que hacerlo por su poder mágico, que no iba pegado con lo anterior.

 

Antes de que Neji pudiera quejarse por la respuesta del rubio, llamaron a la puerta. Naruto había aprendido a no encresparse cuando se trataba de un desconocido cruzando a su propiedad, después de todo, tenía que compartir esa casa con otras cinco personas, y las intrusiones eran inevitables en algún punto.

 

-       Entra – dijo el rubio con un tono ligeramente más grave, dándole a entender a Neji que era el dragón o el lobo.

-       Íbamos a comer. Pensamos que podría ser bueno ir todos juntos. Los demás ya se apuntaron, ¿vienen? – invitó Kiba con una sonrisa divertida en el rostro. Sabía que el zorro ya no le temía, pero no podía evitar ponerse ligeramente nervioso con su presencia.

-       Seguro – accedió el rubio con una sonrisa inquieta.

 

Neji asintió y ambos amigos se pusieron de pie para salir de ahí. Apagaron la televisión que reproducía la música y dejaron la madriguera a oscuras.

Bajaron con el lobo por delante y el zorro hasta atrás. Abajo, frente a la entrada principal, los esperaban los demás con cierta impaciencia.

 

-       Bien, busquemos algo de comer – declaró Suigetsu con una sonrisa que Naruto no pudo interpretar, pero sabía que iba dirigida para él.

 

En la Academia los alumnos tenían todo lo que necesitaban para subsistir. Sin embargo, cuando se cansaban de comer en la cafetería, siempre podían recurrir a otros métodos.

La isla era bastante grande, y la edificación solo ocupaba un cuarto del espacio. Ya incluyendo el muy pequeño y modesto pueblo que mantenían los mismos locatarios mitológicos. Puestos por ahí y por allá, con diferentes estilos culinarios para saciar hasta el paladar más exquisito.

Tenían, también, un supermercado pequeño que abastecían regularmente para poder mantener saludables a los humanos que ahí habitaban o estudiaban.

Incluso las demás especies podían hacer uso de él, puesto que, al adquirir forma humana, habían tenido que adaptarse a la comida que en el mundo normal se servía.

 

Por otra parte, el resto de la isla se encontraba seccionada. Había, no muy lejos de ahí, un área de uso múltiple. Un lugar al que cualquiera podía tener acceso y no había nada más que grandes prados, flores y estanques. Todo con la finalidad de que, ocasionalmente, los estudiantes pudieran cobrar su forma animal sin repercusiones. La única regla: no cazar.

Más adelante, las secciones variaban. Había una específica para druidas, kitsunes, elfos, centauros y sirenas. Un sitio donde se criaban animales para su ingesta y caza. Otro lugar solo permitía el acceso a lobos, minotauros, ent y vampiros. Pero, la más alejada de todas, era la montaña, donde solo accedían los dragones, a fin de evitar disputas y accidentes.

 

Los seis jóvenes recorrieron el pequeño pueblo, buscando qué podrían comer ese día, y conversando acerca de utilizar el supermercado para evitarse esas salidas todos los días.

 

-       Yo vengo de Japón. Por lo tanto, un ramen me caería de maravilla – explicó el rubio con una sonrisa gigantesca al oler la pasta desde un local pequeño y muy tradicional de Japón.

-       Yo prefiero la comida italiana – replicó el mago.

-       Un corte argentino suena sensacional – agregó el lobo.

-       Yo puedo unirme a la italiana – avisó el elfo.

-       Mariscos – habló austeramente el atlante.

-       Yo podría probar la comida japonesa. Nunca he estado allí – informó el dragón sin perder de vista al zorro.

-       ¿Qué dicen si compramos la comida luego del supermercado y comemos juntos en casa? – invitó Naruto al sentirse intimidado de solo pensar que estaría solo con el peliblanco.

-       ¿Por qué comeríamos juntos? – inquirió Sasuke de mala gana.

-       Porque viviremos juntos. Deberíamos conocernos – debatió el zorro volviendo a sonreír de oreja a oreja.

-       Ese era el motivo por el que los invitamos – confesó Kiba.

-       Por mí está bien – aclaró Neji sin detener su camino hacia el supermercado.

 

Todos asintieron al verlo tan decidido y entraron con él al establecimiento. Por fuera era un lugar pequeño, tanto o más que el restaurante que había visto Naruto antes, sin embargo, al cruzar la puerta corrediza, se dieron cuenta que, en efecto, era solamente magia. Por dentro era un lugar increíblemente grande. Lleno de pasillos y estantes repletos de cualquier insumo alimenticio, médico, higiénico y lo que pudiera ocurrírseles también.

Todos tomaron una canastilla y se separaron, nuevamente, en las parejas que comúnmente pasaban el rato juntas. En esta ocasión no buscaban apartarse por comodidad, sino por conveniencia. Irían a los mismos pasillos que su compañero por tener necesidades similares.

 

Tan pronto pagó cada cual lo que le correspondía, buscaron su comida del día y volvieron juntos a la casa entre charlas y bromas grupales.

La tensión que se sentía al principio de tener dos depredadores poderosos, disminuyó casi por completo cuando Naruto, sin quererlo, soltó una broma sobre perros y Kiba le respondió con otra semejante.

Se sirvieron sus platillos y se acomodaron en el comedor que tenían en la planta baja, totalmente decididos a pasar tiempo juntos.

 

-       Es mentira. La carne de gato sabe mal. Es dura. Es mucho mejor la carne de cordero. O de vaca – contestó Kiba cuando hablaban de su normal alimentación en su hábitat.

-       ¡Entonces sí los has probado! – defendió su punto el rubio.

-       Claro que sí. Cuando hace hambre, lo que sea es bueno.

-       Siempre me he preguntado… ¿qué comen los elfos? – cuestionó el dragón con verdadera curiosidad sana.

-       Frutas, bayas y hojas. Somos lo que se conoce como vegetarianos – declaró con calma Neji sin dejar de comer su ensalada de manzana con arándanos, nueces y lechugas mixtas.

-       Te pierdes del delicioso sabor de la carne – reclamó Kiba con añoranza justo antes de darle una mordida a su filete de res de un kilo y medio crudo.

-       Provienen de la naturaleza. No pueden herir animales – explicó Naruto luego de tragarse el sorbo de pasta.

-       ¿Qué hay de ustedes? – preguntó Sasuke mirando al rubio.

-       Nosotros comemos insectos y animales pequeños. Aunque también disfrutamos de las frutas y hojas.

-       Al menos es más variado – recalcó Kiba.

-       Ya dijiste que los atlantes comen peces y algas – aclaró Naruto mirando a Shikamaru, antes de girarse a ver a Suigetsu –. ¿Y ustedes qué comen?

-       Animales grandes. Toros, vacas, de vez en cuando, por diversión, elefantes e hipopótamos. Esos dan más pelea – explicó el peliblanco encogiéndose de hombros.

 

Sasuke permanecía más callado que el resto, solo porque los humanos no eran un misterio. Nadie le preguntaría en qué consistía su dieta, después de todo, no tenía caso. Suspiró sin dejar de comer la lasaña que tenía en frente.

 

-       ¿Y a ti qué te gusta comer, Sasuke? – preguntó Naruto curioseando. Tenía la esperanza de que, como los demás compartían sus gustos, él también lo haría.

 

El aludido miró con sorpresa al rubio por un par de segundos antes de relajar su semblante. Todos miraron al rubio sin terminar de comprender la pregunta. Los humanos eran omnívoros y comían lo que tuvieran en frente. Aun a día comían muchas de las especies que podían verse en la Academia.

 

-       Me gusta el tomate. La carne. Y también el arroz – respondió simplemente.

 

Naruto no ocultó la gran sonrisa que quiso asomarse. Ahora sabía un par de cosas más de su compañero humano.

 

-       ¿Te gustan las frutas? – preguntó el elfo con renovada intriga.

-       Algunas.

-       ¿Y los peces? – habló Shikamaru mirándolo fijamente.

-       Más cocidos que a ti – exclamó Sasuke sin apartar la mirada del plato del atlante, que eran pescados y mariscos crudos.

-       ¿Has probado el sushi? – preguntó nuevamente el zorro.

-       Sí. No soy muy afecto.

-       Sabe bien – confesó Suigetsu. En el restaurante había estado indeciso y terminó pidiendo sushi de salmón y de atún. Además, Naruto lo convenció de probar los rollos de cangrejo y camarón.

-       Yo opino lo mismo – añadió Naruto con una sonrisa simplona.

 

La charla banal continúo otro rato más, hasta que, eventualmente, se terminaron las preguntas por ese momento. Al menos las personales. Y tras meditarlo lo suficiente, Naruto estuvo seguro de lo que quería hablar ahora con sus compañeros.

 

-       ¿Qué opinan de que metamos un par de clases juntos? Para no estar solos, me refiero.

-       Yo meteré Magia Curativa y Ética Mágica. Asegúrate de meterlas conmigo – exclamó el elfo con seguridad.

-       Supongo que es una buena idea – habló Shikamaru antes de meditarlo un poco –. Yo podría entrar a Defensa Personal y Tradiciones.

-       Yo meteré Defensa y Protección y Preservación del Equilibrio – dijo Kiba con la misma sonrisa arrogante de cada vez.

-       Hierbas Medicinales y Normativas – contestó Sasuke de manera cortante.

-       Yo te veré en Telepatía y Telequinesis – soltó Suigetsu sonriéndole a Naruto del mismo modo que antes.

-       Pero solo tenemos permitido meter hasta ocho materias al semestre, ¿no? – cuestionó Shikamaru.

-       Pero los Kitsunes tienen más materias, por lo que meten más de ocho – aclaró Sasuke con parsimonia.

 

Todos miraron al mago con incertidumbre y sorpresa. Había estado muy callado y él había confesado antes que no conocía a los zorros.

 

-       Lean el programa, ¿quieren? – espetó rodando los ojos.

 

.

.

.

 

A la mañana siguiente, Naruto yacía recostado en su cama, en su forma humana. Luego de la pregunta de Neji se sentía observado y ligeramente en peligro. No quería revelar ningún otro dato sobre su edad o poder, por lo que simplemente se mantendría como el chico rubio.

Seguía plácidamente dormido, soñando con el pueblo que había dejado atrás antes de viajar y unirse a la Academia. Los amigos humanos y la familia animal que había dejado atrás. No era que deseara volver, después de todo, un zorro es solitario, pero ciertamente extrañaba muchas cosas de ahí.

 

Seguía por eso del quinto sueño cuando su puerta se abrió rápidamente, y él estaba tan tranquilo, sabiendo que nadie podría atacarlo, que no le dio tiempo a reaccionar sobre la intromisión a su madriguera.

 

-       ¡Levántate, zorro de mierda! ¡Ya es bastante tarde y vamos a desayunar! ¡Muévete que no tengo todo tu tiempo! – gritó Kiba sonriendo con malicia. Ya había despertado a todos los demás, y había dejado hasta el final al zorro porque le parecía sumamente divertido meterse con él.

-       ¡Urgh! ¿Podrías callarte, pulgoso? Estoy intentando dormir, ¿lo sabes? – Abrió los ojos y miró fulminante al lobo, quien ensanchó la sonrisa, hasta que llegó su amigo.

-       Esas no son maneras de despertar a alguien, Kiba – dijo Suigetsu en un tono mucho más suave –. Lo siento, mi amigo en serio necesita modales. Queremos desayunar juntos, ¿te nos unes, Kitsune? – Naruto percibió el tono ligeramente cariñoso cuando lo nombró. No lo había dicho para recalcar su raza, no, sino a modo de apodo, cosa que no supo si odió o apreció.

-       Ya voy – aclaró levantándose de la cama.

-       Vamos – invitó el peliblanco con una sonrisa amable, o eso le pareció a Naruto.

 

Bajaron juntos para ver a los demás ya acomodados en el comedor, esperando al rubio que se había tomado su tiempo. ¿Nadie entendía, acaso, que él era nocturno? Miró a través de la ventana antes de llegar a la mesa, y se dio cuenta que apenas había luz solar.

 

-       ¡Perro imbécil! ¡Apenas está amaneciendo! – se quejó con otro grito.

-       ¿Pues tú qué te esperabas, estúpido caza gallinas?

-       ¡Soy un zorro! ¡Somos nocturnos, pedazo de estúpido! ¡Yo debería de estar durmiendo! ¡Con un carajo!

-       Alguien tiene un muy mal carácter cuando tiene sueño – bromeó el atlante, buscando restarle tensión al ambiente.

 

Naruto rodó los ojos con verdadera molestia y se sentó a un lado de Sasuke, aunque ignorando a los demás. El mago se puso de pie y entró a la cocina, solo para salir con una taza de café humeante y se la entregó al zorro, quien lo contempló extrañado.

 

-       Solo bébelo.

 

Naruto obedeció. Su sabor era amargo, pero tan rico como su aroma. Bebió la taza de un trago y a los pocos segundos se sentía lleno de energía. Él nunca había probado el café, por lo que desconocía qué clase de efectos tendría sobre él, o su especie.

 

-       El café es una de las pocas cosas que, sin importar de qué especie seas, te afectan igual – comenzó a explicar Neji mirando a Naruto casi divertido –. La cafeína quita el sueño y te pone alerta. Estimula el cerebro.

 

Naruto asintió fascinado por la nueva sensación refrescante y pasajera de descanso y vivacidad. De la cocina salió el dragón cargando varios platos que comenzó a repartir, seguido del lobo, a quien, aun ahora, Naruto deseaba matar.

 

-       Al parecer Sasuke posee increíbles dotes culinarios, de los que estuvo alardeando cuando despertamos. Así que él preparó el desayuno – informó Suigetsu contemplando su plato.

 

Todos miraron la comida desconcertados. Era algo que ciertamente no conocían, lucía extraño y bastante revuelto. Pudieron ver a simple vista tomate picado, cebolla y otras cosas que no conocían.

 

-       ¿Qué es esto? – preguntó Naruto sin tocar el plato todavía.

-       Huevo.

 

Todos permanecieron en silencio mientras él comía. Sabían que cuando uno cocinara, no podría hacer un platillo para cada quien, pero jamás imaginaron que el mago fuese el único que no tomara en cuenta las necesidades de todos los demás.

Neji fue el primero en apartar su plato, sin ánimos de ofender al ojinegro, sin embargo, era incapaz de comer huevo. Shikamaru se armó de valor y cogió el tenedor, moviendo el huevo de un sitio a otro, para comprobar su textura. Kiba olfateó la comida con desconfianza, intentando averiguar de qué se trataba. Suigetsu tomó su tenedor y sin pensárselo más probó un bocado y confesó que sabía bien, aunque no le hacía muy feliz comer eso. Naruto inhaló el aroma que la comida despedía y casi de inmediato rechazó comerla.

 

-       ¿Esto es cebolla? – preguntó casi ofendido Kiba al encontrar algo blanco y delgado.

-       Sí – aseguró Sasuke sin mirarlo.

 

Naruto empujó el plato lejos igual que Kiba. Shikamaru probó el platillo y accedió a comérselo, aunque con desánimos. Naruto miró a Kiba y a Neji, ninguno de ellos comería lo que estaba frente a ellos, y suspiró resignado.

 

-       Yo haré nuestro desayuno – les avisó a los dos inmóviles, quiénes apenas asintieron a eso.

-       ¿Por qué? – inquirió insultado el pelinegro.

-       Neji no come huevo. Y nosotros no podemos comer cebolla. ¿No estuviste prestando atención ayer? – replicó Naruto ganándoles la palabra a los otros. Shikamaru y Suigetsu mantuvieron silencio, limitándose a mirar lo que sucedía.

-       No – confesó Sasuke encogiéndose de hombros.

 

Naruto estuvo a punto de comenzar una discusión acerca de ese detalle, pero desistió rápidamente cuando Suigetsu le sonrió y gesticuló la palabra ignóralo, sin emitir un solo sonido.

No tenía caso pelear con el humano. Ellos eran así. Naturalmente egoístas y egocéntricos.

 

Entró a la cocina y sacó del refrigerador y estantería lo que ocuparía.

Cogió una lechuga grande y comenzó a picarla, añadió zanahorias, manzanas y peras cortadas. Había aprendido a cocinar conviviendo con los humanos en aquél pueblo, y, gracias a su amistad con los elfos, sabía muy bien sus hábitos alimenticios. Sirvió un gran plato de ensalada y lo dejó esperando en lo que preparaba el resto.

Tomó un par de piezas de pollo aplanadas y las echó al sartén ocupando pimientos picados, salsa de soya y el tomate que había quedado de lo que había preparado el mago.

A un lado de un plato vertió una pequeña porción de ensalada, y en el otro plato, esperó a que estuviera listo para servirle bastante pollo semi cocido.

Una vez que la última pieza de pollo estuvo totalmente cocida, la depositó en el plato con ensalada y salió con los tres platos para repartirlos de manera correspondiente.

 

Ambos chicos parecían asombrados del poco tiempo que le había tomado cocinar, aunque, su pequeño secreto había sido realmente sencillo. No tenía el tiempo para esperar que el fuego de la estufa lo calentara, por lo que había usado un poco de magia. De cualquier modo, había quedado bastante bueno, aun con el ambiente tan denso que había ahí.

 

Al terminar, todos decidieron evitar confrontaciones. Lavaron sus respectivos tratos y la comida que restaba, la guardaron, puesto que Sasuke no permitió que tirasen algo que contuviera su preciado tomate, y luego de eso cada uno se marchó a su habitación, decididos a esperar que las cosas se calmaran antes de que algo malo sucediera.

Notas finales:

Como ven aquí se ve mucho mejor cómo es cada uno realmente, aunque todavía hay muuuuchas incógnitas que iremos descubriendo capítulo a capítulo.

Me decían que no les gustaba Sasuke engreído, no a todos, pero bueno, tomemos en cuenta que ya aclaré que hay OoC y es NaruSasu, por consecuencia, dejémoslo que es una actitud defensiva más que su personalidad seria. Más adelante cambiará ese hecho, aunque tampoco llegará al punto en que sea una Hinata o una Sakura atrás de Naruto.

Espero que lo hayan disfrutado y me encantaría seguir leyendo de ustedes.

Bonita mañana, tarde o noche.


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