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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

Hola a todos, regresamos a la programación regular. Como dije en el capítulo pasado compensaría mi ausencia de la semana pasada, la verdad es que iba a hacerlo con doble capítulo pero al estar escribiendo el último perdió sentido que fueran dos capítulos distintos así que los uní, es el capítulo más largo de este fanfic hasta ahora.

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Alan Ituriel.

¡Las preciosas imágenes utilizadas como referencia son propiedad de Cats Dont Draw! Ha sido mi inspiración. Puedes encontrar su página en Facebook o en purr-no-graphic.tumblr.com Encontrarás mucho arte bonito de esta pareja <3

Agradezco infinitamente la paciencia y espero que sea de su agrado.

 

La vie en rose.

(Édith Piaf)

Des yeux qui font baisser les miens
Un rire qui se perd sur sa bouche
Voilà le portrait sans retouche
De l'homme auquel j'appartiens

Quand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas
Je vois la vie en rose
Il me dit des mots d'amour
Des mots de tous les jours
Et ça me fait quelque chose
Il est entré dans mon coeur

Une part de bonheur

Dont je connais la cause
C'est lui pour moi
Moi pour lui dans la vie
Il me l'a dit, l'a juré
Pour la vie
Et dès que je l'aperçois
Alors je sens en moi
Mon coeur qui bat

Des nuits d'amour à plus finir

Un grand bonheur qui prend sa place
Des ennuis des chagrins s'effacent
Heureux, heureux à mourir

Quand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas
Je vois la vie en rose
Il me dit des mots d'amour
Des mots de tous les jours
Et ça me fait quelque chose
Il est entré dans mon coeur
Une part de bonheur
Donc je connais la cause
C'est toi pour moi
Moi pour toi dans la vie
Il me l'a dit, l'a juré
Pour la vie
Et dès que je l'aperçois
Alors je sens en moi
Mon coeur qui bat

-¿Qué tal si lo invita a salir?- Aconsejó la pequeña mujer.

 

Belle Mort se encontraba sentada en el enorme y majestuoso trono de su gran castillo de muros color esmeralda. Hablaba entretenida a través de un elegante teléfono de disco mientras enrollaba el cable en su dedo. Junto a ella una gran figura oscura, como las sombras que solían acompañarla, sostenía el teléfono sobre una bandeja plateada mientras la dama charlaba calmadamente. Esta figura de apariencia masculina solo portaba un par de guantes blancos, botones plateados sobre su pecho como si su ser vaporoso llevara puesta alguna túnica, en su rostro tenía una máscara blanca con la forma del cráneo de un conejo de apariencia muy real, sobresalían de su cabeza dos largas orejas negras como las del mismo animal,  permanecía erguido y quieto como un soldado.

 

-Ha sido todo un placer hablar con usted, hasta pronto.- Se despidió y colgó el teléfono con una sonrisa.

 

La mujer estaba por hablar cuando sus rosados ojos despidieron un extraño brillo y fugazmente regresaron a la normalidad, la dama permaneció en silencio varios segundos y después miró seria a su acompañante.

 

-¿Una visión mi lady?- Preguntó el oscuro ser con su profunda voz.

 

-Así es mi querido Dryadalis.- Respondió sonriente. –Una muy interesante, pero sucederá pronto así que debemos apresurarnos.- Dijo levantándose de su asiento y comenzando a caminar hacia el pasillo más cercano.

 

El gran Pooka de nombre Dryadalis la siguió de inmediato, colocó el teléfono en la primera mesa en su camino y continuó en silencio. Sabía que a la mujer le gustaba apoyar al demonio Black Hat siempre que tenía oportunidad y su don de tener visiones del futuro le ayudaba bastante a hacerlo, era una habilidad incontrolable para ella a pesar de haber vivido siglos, era espontánea y nunca podía ver más allá de un año pero aun así era un poder que la había llevado a la victoria en sus planes más de una vez. Suponía que esta nueva visión tenía alguna relación con la llamada reciente.

 

Belle llegó a una habitación en la profundidad de un oscuro pasillo, la puerta de madera despostillada hacía notar que era un sitio viejo. Ambos entraron, bajaron unas largas escaleras de piedra y llegaron a una gran bodega llena de estanterías, la mujer se quedó quieta con expresión pensativa, comenzó a contar en silencio las filas de estantes y finalmente se dirigió a una bajando de ella una gran caja empolvada.

 

-Eso es…- Comenzó Dryadalis.

 

-Si.- Afirmó destapando la caja. –Era un regalo para mi príncipe azul.- Comentó suspirando. –Lo quería tanto, lástima que tuve que matarlo. Ahora si servirá para alguien.- Dijo sonriente. –Empaquétalo y mándalo a la mansión Black Hat, debe llegar antes de la noche de mañana.- Ordenó.

 

 -Sí mademoiselle.- Contestó su sirviente.

 

 

 

Ya era de madrugada, el laboratorio continuaba encendido y habitado como en muchas ocasiones a altas horas de la noche. El científico colocaba tembloroso el último sombrero, un verdadero logro considerando que había pasado un día muy duro y había tenido que hacer horas extras en el laboratorio preparando a sus nuevos juguetes.

 

Demencia había llevado a los 4 agentes al área de trabajo del científico; dos de ellos se encontraban con vida y mal heridos atados a una camilla, el doctor había sanado sus heridas y colocado un sombrero de copa negro que no era otra cosa que un dispositivo de control mental que no podía retirarse ya que se clavaba en el cráneo de su portador. El más joven se hallaba entero pero amordazado y atado a una silla, estaba inconsciente, había sido el único prácticamente ileso. Todo agente en esa habitación tenía dos cuencas vacías donde debían estar sus ojos, el doctor se encargó de eso con poca sutileza y sin ninguna anestesia lo que había llevado al pequeño agente a desmayarse del dolor después de largas horas de alaridos. Dio un pequeño brinco acompañado de un quejido al sentir las pequeñas agujas del sombrero incrustarse en su cráneo y de inmediato se volvió un sirviente más de Lord Black Hat. Podía haber hecho todo sin provocar dolor alguno, tenía los conocimientos, contaba con los anestésicos, pero le gustaba escuchar cada grito, cada súplica.

 

Por otra parte, el cuerpo inerte de la doctora Wellis yacía en el suelo. El doctor terminó su labor, se dirigió a lo más profundo de la sala arrastrando el cuerpo sangriento y destrozado de la mujer, abrió una puertecilla de metal en la pared, esta conducía a un ducto metálico que bajaba a una especie de sótano. Al abrirla un olor putrefacto salió despedido de inmediato haciendo toser a Flug.

 

-¡Yag! Debemos vaciar la fosa pronto…- Comentó para sí mismo, asqueado.

 

Levantó con asco el cuerpo de la mujer y lo dejó caer por el ducto, cerrando de inmediato la puertecilla. Por fin había terminado, debía darse un baño y dormir las pocas horas que quedaban de la noche o no podría despertar a tiempo en la mañana. Se quitó los guantes y la bata, los dejó en un bote metálico en el laboratorio y tomó su radio.

 

-Hat bots limpien el desastre.- Ordenó y botó el aparato en una mesa saliendo al fin del laboratorio.

 

Llegó su habitación cansado, arrastraba los pies al caminar, lamentaba no poder simplemente meterse a la cama, estaba lleno de sangre y porquería, arrojó su ropa junto con su bolsa a un canasto y se metió en la regadera. Inevitablemente los recuerdos llegaron, su rostro enrojeció y pegó su frente a la pared, dejando que las gotas de agua fría limpiaran la sangre sin esforzarse. Se sentía extraño, el trabajo había logrado distraerlo de sus pensamientos por horas pero no podría olvidar lo que pasó esa noche jamás, no sabía que hacer o que pensar al respecto. Aquel beso fue tan placentero, por un instante no pudo pensar en nada más, solo sentir los labios del demonio saborear con hambre los suyos. Estaba confundido, exceptuando la noche de navidad ese fue su primer beso y sin duda fue hermoso, pero no tenía idea si realmente correspondía a los sorpresivos sentimientos de Black Hat, no sabía si se sentía tan embelesado solo por lo extraño de la circunstancia o realmente… se estaba enamorando. No era algo que pudiera tomar a la ligera, responder negativamente podría acabar con su vida pero aceptar el corazón marchito del demonio también podría ser su fin. Toda su confusión giraba en torno a la incertidumbre que le provocaba la veracidad de los sentimientos del otro y el no conocer lo que es sentirse enamorado. Necesitaba una prueba, necesitaba que algo le confirmara que todo era real, que algo lo despertara y le hiciera saber que su propio corazón ya no era solo suyo ¿Pero qué? ¿Cuál podría ser la señal?.

 

-Aaahh… esto es una mierda.- Se quejó dándose un tope contra la pared.

 

Terminó de bañarse y fue directo a su cama, pensaba que no podría dormir esa noche, sin embargo en cuanto tocó las suaves cobijas cayó en un profundo sueño.

 

Por la mañana el tierno experimento se paseaba como siempre por la cocina, lo hacía tranquilamente, tenía presente que el resto de los habitantes de la mansión despertarían tarde ese día, siempre sucedía de esa manera cuando tenían esos “trabajos especiales” como los llamaba Flug, desconocía por completo de que se trataban pero cuando el doctor lo llevaba a su habitación y lo dejaba solo entreteniéndose y escuchando música, sabía que se debía a eso.

 

El sonido de una silla arrastrándose se escuchó en el comedor, 5.0.5. echó un pequeño vistazo, se trataba de Black Hat quien fresco como lechuga se acomodaba a leer su periódico en su lugar, esperaba su desayuno como siempre. Era extraño, estaba ahí más temprano de lo usual y tenía una leve sonrisa en el rostro, parecía ser un buen día para el demonio. El experimento se dio prisa y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba sirviéndole a su jefe.

 

Black Hat no dejaba de mirar a la puerta, comenzaba a impacientarse, esperaba con ansias la aparición del científico como cada mañana pero tal como el reloj de pared lo marcaba ya estaba retrasado.

 

-¿Dónde está el idiota?- Preguntó al oso azul quien se dirigía a la cocina. El experimento lo miró confundido y se encogió de hombros en respuesta. El demonio viró los ojos y se dirigió a la salida. –El imbécil debió quedarse dormido.- Gruñó.

 

En los pasillos de la mansión el Dr. Flug emprendía una vez más una de las carreras más estresantes de sus días, se había quedado dormido, ignoró durante horas el molesto despertador y repentinamente la luz del sol ya acariciaba su rostro, nunca se había vestido a tal velocidad, aun así ya debía prepararse para la reprimenda por su retraso. Dio al fin la vuelta que lo llevaría a la cocina cuando de repente algo se interpuso en su camino y chocó con el, cayendo con dureza al suelo.

 

-Auch…- Se quejó, levantándose para mirar sobre que había caído.

 

Al levantar la mirada se topó con el rostro serio de Black Hat, estaba tendido en el suelo boca arriba con Flug encima y lo miraba interrogante, esperaba alguna excusa.

 

-¡Señor! Yo lo siento.- Se disculpó. Apoyó sus manos a los costados de su jefe en un afán por levantarse, una extraña sonrisa maliciosa en el semblante del demonio lo hizo quedarse quieto. -¿Señor?-.

 

El demonio lo tomó de los brazos y lo derribó a un costado suyo para después posicionarse sobre él, dándole un giro a la situación.

 

-Usted no pierde el tiempo Doctor Flug.- Comentó sonriendo con picardía.

 

-No… ¡No es lo que piensa!- Dijo nervioso y totalmente avergonzado, acorralado por los brazos de Black Hat.

 

Black levantó la bolsa de papel del chico descubriendo su rostro, pasó sus dedos por el borde de su barbilla, acarició su mejilla ruborizada y se acercó peligrosamente. El científico sintió que su corazón se detenía, cerró los ojos, esperó algo pero nada sucedió, abrió tímidamente los ojos y se encontró con una sonrisa burlona. El demonio se puso de pie, lo observó desde arriba.

 

-Doctor Flug, necesito que termine sus deberes temprano, saldremos esta noche.- Comentó serio, apoyado sobre su bastón.

 

Flug se incorporó rápidamente, puso su bolsa de vuelta en su sitio, lo miró con atención. -¿Negociará con un cliente importante? Necesito que me diga qué clase de servicio busca así podré hacer un catálogo y…-.

 

-A cenar.- Interrumpió.

 

El doctor lo vio confundido. –Si saldrá a cenar ¿Para qué me necesita?- A veces las indicaciones de su jefe gozaban de extrema ambigüedad, pero Flug lo hacía de ingenuidad. Black se sostuvo la sien, de nuevo le ponía difícil la situación.

 

-¡Te llevaré a cenar a ti, pedazo de idiota!- Gritó molesto. –Más te vale estar listo a las ocho.- Espetó, se giró y se alejó dejando al muchacho en el suelo, incrédulo.

 

-A cenar… ¿A mí? ¡¿Qué?!- Reaccionó diciendo cuando el demonio ya había desaparecido de su vista.

 

El joven se levantó rápido, entró en el comedor encontrándose a un 5.0.5. que lo esperaba alegre y a Demencia comiendo con velocidad lo que había en la mesa, se sentó y comenzó a devorar su plato con ansiedad, metiendo los bocados bajo su bolsa.

 

-¿Qué te pasa, nerd?- Preguntó la chica, extrañada.

 

Flug se detuvo, para que Demencia lo notara sus nervios debían notarse a kilómetros. El doctor soltó un gruñido y estrelló el rostro contra su plato, balbuceó algo que ninguno pudo entender.

 

-¿Estas en tus días?- Preguntó la joven con notoria preocupación.

 

El científico levantó el rostro y la miró interrogante. -¿En serio? Demencia, soy hombre.- Dijo con obviedad.

 

-¿Y?-.

 

-Los hombres no podemos menstruar.- Explicó con calma.

 

-¿No? ¿Por qué?- Continuó. La inocencia de sus preguntas era notoria, el científico podía ver que realmente no tenía idea.

 

-Es una explicación un poco larga, después hablamos de eso.- Se sacudió la comida de la bolsa. –Demencia…- Inició, buscaba las palabras adecuadas. -¿Por qué te gusta Black Hat?-.

 

Sus ojos brillaron, desprendieron un aire enamorado. –No me gusta, tontito.- Corrigió y recargó su cabeza sobre la mesa. –Yo lo amo.- Suspiró.

 

-De… acuerdo y ¿Por qué?-.

 

-Él es guapo y sexy y un caballero y es malo.- Dijo embelesada.

 

Flug arqueó las cejas, evidentemente su jefe no era nada de lo que ella decía, excepto malo, le sorprendía la visión que ella tenía de él pero quizá esa era la señal de que no estaba enamorado, si fuera así tal vez lo vería con los mismos ojos. Aunque si lo pensaba mejor, Black Hat tenía muchas cualidades que recién había descubierto; era culto, talentoso, inteligente, poderoso, protector, refinado, sin mencionar que podía ser bastante considerado si se lo proponía a pesar de su increíble maldad. En realidad no era tan terrible, de hecho su compañía había resultado ser bastante agradable y ese beso…

 

-Hey, cara de lonche ¿Nerd?- Llamó la chica.

 

El científico reaccionó, sin darse cuenta se había sumergido en sus pensamientos. Se sorprendió ruborizado y pensando en alguien como adolecente hormonal. Sin responder terminó su desayuno casi atragantándose y salió corriendo a su laboratorio, ese día debía terminar temprano sus labores.

 

Cayó la tarde, apenas pasaban de las seis, Flug al fin había terminado su trabajo pero ahora venía lo más difícil. El experimento observaba al doctor hacer un desastre en su habitación, sacaba prendas del closet y las arrojaba a la cama, tomaba una y la miraba por un instante para después lanzarla con el resto, descartaba una tras otra. Rendido se recostó sobre la cama y miró al oso azul.

 

-5.0.5. ¿Qué haré?- Preguntó agobiado. –Jamás he comprado nada para este tipo de ocasiones-.

 

-¿Baw?- Lo miró desconcertado.

 

-Oh cierto, saldré con Black Hat a… una cita, creo.- Comentó avergonzado. Por otro lado el experimento le dedicó una expresión de total alegría. –Pero no tengo nada que ponerme, conociendo al jefe es posible que sea un lugar muy elegante y lo más parecido a eso es el estúpido traje de mesero que uso para las reuniones de villanos-.

 

Ahí estaba, nervioso, frustrado y a medio arreglar. Todo había estado muy tranquilo, se había dado un baño calmadamente pero al llegar el momento de vestirse todo se arruinó, camisetas con aviones por aquí y por allá. Se sentía como adolecente yendo al baile, una quinceañera sin el vestido de su fiesta, que patético.

 

Unos golpecitos en la puerta lo sacaron de su drama. Flug se asomó con curiosidad y se topó con Demencia quien mostraba una gran sonrisa.

 

-Hola torpe.- Saludó entrando a la habitación sin consentimiento. –Tu cuarto es un asco-.

 

Pensaba que las cosas no podían estar peor y apareció ella. -¿Necesitas algo?- Preguntó con urgencia, quería que se fuera lo antes posible, se le acababa el tiempo, además estaba en ropa interior y eso lo ponía incómodo.

 

-¿Vas a algún lado?- Preguntó maliciosamente.

 

Flug sintió un escalofrío, eso estaba mal, la chica siempre permanecía dispersa, nunca imaginó que se diera cuenta. No sabía que responder, con la obsesión que tenía por el demonio podía reaccionar muy mal si le confesaba que iría a una cita con él, sería su fin.

 

-El jefe y yo…- Empezó. –Iremos a negociar con alguien, parece que será algo muy elegante y busco que ponerme.- Improvisó.

 

-¿Puedo ir?- Preguntó con una amplia sonrisa.

 

-No creo que el jefe quiera eso.- Comentó nervioso.

 

La chica hizo un puchero. –Por favor-.

 

-¿A qué viniste?- Preguntó tratando de desviar el tema.

 

-Oh si, te llegó esto.- Dijo alzando una caja de regalo.

 

El doctor la miró dudoso, tomó la caja, era púrpura y con un gran moño negro. En la etiqueta decía su nombre y tenía dibujada la silueta de un conejo.

 

-¿Quién lo trajo?- Cuestionó al notar la falta de sellos de envío que usualmente ponen las mensajerías.

 

-Un lacayo de la zorra.- Contestó despectivamente. –Quise abrirlo pero tiene algún tipo de encantamiento, el nudo no se suelta-.

 

Flug la miró molesto, entendía que solo se lo entregaba para saciar su curiosidad, de otro modo lo hubiese abierto y conservado sin que él se enterase. El científico lo abrió encontrándose con una nota en manuscrito con una letra muy bonita y una firma elegante.

 

“Estimado K. Flug Slys:

 

Tuve una pequeña visión en donde me pareció que necesitarías esto. Es un poco viejo pero supongo que es lo bastante refinado para la ocasión, perteneció a alguien importante para mí pero ahora es tuyo. Espero que sea de tu talla.

 

Sé que todo esto es muy extraño para ti, pero es más auténtico de lo que piensas. Nadie jamás había logrado hacer que Lord Black Hat viera la vida en rosa, date la oportunidad de verla de la misma manera junto a él.

 

Con cariño Mademoiselle Belle Mort.

 

PD: Si me entero que saliste de esa mansión con la bolsa de papel en la cabeza, te asesinaré y me serviré el té de la tarde en tu cráneo.”

 

Su mirada se iluminó, parecía ser la respuesta a todos sus problemas. Era un detalle bastante inesperado y el mensaje le daba mucho que pensar, pero sin duda era muy oportuno, tal vez todo resultaría bien al final. Sacó el regalo de su caja, era un traje muy elegante en seda y gabardina, era negro a excepción de la camisa blanca, se notaba bastante antiguo.

 

-Ooooh… Que anticuado.- Comentó la chica ganándose una mirada de desprecio por parte del doctor. –Pruébatelo nerd, tal vez te veas menos tonto-.

 

El doctor viró los ojos, aunque 5.0.5. también lo animaba a señas a probarse el traje y en vista de que el tiempo se agotaba, de inmediato se vistió.

 

Flug salió del baño ataviado de pies a cabeza con un traje antiguo de gala al estilo estadounidense de los años 1880. Constaba de un pantalón recto, una camisa blanca cubierta por un chaleco de seda negro de botones grandes, una corbata negra atada en un moño frondoso, un par de guantes negros y todo medianamente cubierto por un saco de gabardina negro y largo hasta la mitad del muslo. Los dos espectadores se quedaron boquiabiertos, su apariencia era admirable. Como toque final se colocó un par de zapatos de vestir negros y lustrosos con agujetas delgadas, era lo único de su propiedad que agradecía tener.

 

-¿Y bien?- Preguntó, aunque con la expresión que tenían ambos no necesitaba una respuesta. –Solo queda una cosa.- Comentó, tomó su bolsa de papel entre sus manos, mirándola pensativo.

 

-No te pondrás esa cosa.- Dijo Demencia. –Vas a arruinar todo-.

 

-Y Belle Mort va a asesinarme si me ve con esto, pero es que… mis marcas.- Comentó y se vio en el espejo, afligido.

 

-Bien, ya vuelvo.- Avisó sonriente y salió corriendo.

 

Flug y 5.0.5. se miraron confundidos. Por un momento el doctor pensó en poner el cerrojo para evitar más interrupciones pero le intrigaba lo que Demencia haría. Un segundo después la chica entró de nuevo en la habitación con un pequeño maletín rosa.

 

-Siéntate.- Ordenó y el científico obedeció dudoso. –Esto puede ayudar-. Dijo y abrió el maletín. No era otra cosa más que una cosmetiquera.

 

-No vas a maquillarme ¿Cierto?- Dijo preocupado.

 

-Solo taparé tus feas marcas.- Contestó encogiéndose de hombros.

 

-¿Sin trucos?- Cuestionó.

 

-Sin trucos.- Respondió sonriente.

 

El científico se dejó hacer y deshacer, realmente dudaba de la chica, lo hacía todo el tiempo, era impredecible y hacía honor a su nombre, pero aparentemente entre toda esa demencia había un poco de cordura de vez en cuando, realmente lo estaba ayudando. Unos minutos después la chica se detuvo e invitó al doctor a mirarse mientras ella le peinaba y ataba el cabello.  

 

Flug se quedó pasmado, no daba crédito a lo que sus ojos veían, era un rostro sano, normal, no estaban aquellas marcas que durante tantos años había ocultado por vergüenza. Se tocó la piel, incluso era suave, parecía real.

 

-No lo talles demasiado o vas a maltratarlo.- Advirtió la joven. –Ya estás listo-.

 

-Vaya… Gracias Demencia.- Dijo con gentileza.

 

La chica sonrió con malicia. –Quiero el dispositivo anti gravitacional-.

 

El joven viró los ojos, no podía esperar nada gratis de su parte. –Por un día.- Condicionó. La joven asintió con una amplia sonrisa. –Laboratorio, segundo gabinete a la izquierda.- Indicó y la vio salir rápidamente del lugar.

 

Llegaba el momento, pero había un detalle que no podía olvidar. Abrió el cajón de su ropero y sacó un pequeño estuche, contenía unas gafas rectangulares sin armazón, de cristales grises, se las colocó. Miró a su precioso oso con complicidad y ambos se dirigieron a la recepción, ya era la hora.

 

Con toda la educación que lo caracterizaba, Black Hat fue puntual. Tan elegante como siempre llegó a la recepción a esperar a su acompañante, pero esa no era cualquier salida, también la consideraba una ocasión especial y se había ataviado para ello. Llevaba puestos sus usuales zapatos con polainas blancas, un pantalón negro recto, una camisa negra cubierta por un chaleco morado levemente cubierto por una corbata de holanes negros con un cristal morado en el cuello, tenía puesta su habitual gabardina larga y su sombrero de copa esta vez adornado en morado en vez de rojo, se apoyaba sobre un bastón con una empuñadura de cráneo blanca.

 

Su atención fue robada por completo por quien entraba en la habitación. Se sintió sorprendido al verlo llegar así, era otra persona por completo. A sus ojos, Flug era realmente precioso, delicado, un humano sumamente atractivo, pero en ese momento las palabras no alcanzaban para describirlo, se veía como todo un aristócrata y tenía una leve idea de donde había sacado el traje.

 

-Lamento si me retrasé, señor Black Hat.- Comentó tímido.

 

-Eeh… No, estas a tiempo.- Contestó distraído.

 

-¿Nos vamos?- Preguntó el doctor con confianza, le complacía notar el nerviosismo en su jefe, con esa apariencia sentía que podía darse el lujo de actuar atrevido esa noche.

 

Ambos salieron de la mansión. 5.0.5. observaba desde lejos y deseaba que todo saliera bien, solo quedaba esperar.

 

Frente a la mansión había una pequeña limosina negra, muy moderna, todo lo contrario a lo que el doctor esperaba, imaginaba que tendrían que viajar en una de las carrosas fúnebres o algún automóvil antiguo. El demonio se adelantó y le abrió la puerta, Flug se ruborizó, era un acto muy galante viniendo de él, aparentemente se estaba esforzando mucho. El camino fue algo incómodo, ambos en silencio pero cómicamente ambos se quebraban de nervios sin saberlo en el otro.

 

Llegaron a su destino, en ese momento el científico cayó en la cuenta de que realmente no tenía idea de la magnitud de la situación, de lo seria que era esa cita para su jefe. Era nada más y nada menos que “l'agonie Lente” uno de los restaurantes más caros de la ciudad y del mundo, sin mencionar que era el más elegante. El favorito de todos los villanos por su aspecto sombrío y el trato especial que se les daba, principalmente a Black Hat.

 

El villano abrió la puerta del auto e incluso lo ayudó a bajar y ofreció su brazo para que él lo tomara y entraran juntos, no pudo evitar sentirse como una damisela, era extraño pero halagador. El hostess y el valet parking los miraron temerosos y asombrados, Black Hat era una eminencia en prácticamente cualquier sitio y ese no era para nada la excepción, de inmediato el hostess se acercó a ambos.

 

-Bienvenido Lord Black Hat.- Saludó haciendo una reverencia. –Los llevaré a usted y a su acompañante a su mesa.- Comentó abriendo la puerta para que entraran y disimuladamente hizo señas a los meseros quienes de inmediato corrieron a preparar el sitio dejando órdenes a medio tomar.

 

-No preguntó por una reservación.- Mencionó discretamente el doctor.

 

Black soltó una risotada. –Doctor, en este lugar yo tengo mi propia mesa.- Respondió con arrogancia.

 

Flug no respondió a eso, en realidad no le sorprendía, el villano a veces parecía ser dueño del mundo. Empezó a sentirse incómodo, las miradas de todos los comensales estaban sobre ellos, algunos eran villanos conocidos, los miraban con asombro y murmuraban algo al verlo a él. Black carraspeó y todos devolvieron la vista a su plato, también había notado el disimulado alboroto, no estaba dispuesto a dejar que les arruinaran la velada, mataría a cualquiera que lo hiciera.

 

El hombre de traje negro con cola de golondrina, totalmente humano y con un pequeño bigote respingado, que hacía de su hostess, los llevó a un elevador y subieron hasta el tercer y último piso del edificio. La planta estaba más vacía que las otras dos, había más espacio entre mesa y mesa y estas eran más grandes, todo el edificio tenía un estilo gótico renacentista, los muros eran grises y muchos relieves los adornaban, tenía vitrales en colores oscuros y distintos cuadros de pinturas que iban de acuerdo a la época que aparentaba el lugar, a pesar del aspecto lúgubre todo estaba iluminado adecuadamente. Una mesa en el fondo junto a un gran ventanal tenía un florero con rosas que tenía grabado un sombrero de copa, era gracioso que literalmente Black Hat tuviera una mesa en ese restaurante.

 

Sentados y con el menú en las manos, ambos decidían que pedir, el mesero les había dejado servidas un par de copas de vino tinto que el doctor ni siquiera había tocado, estaba demasiado estresado viendo el menú, todo era demasiado caro, había logrado agrupar los platillos más baratos que pudo ver pero aun así le agobiaba demasiado el precio, quizá él no pondría un centavo pero no quería abusar de la amabilidad de su jefe.

 

-¿Ya tomaste una decisión?- Preguntó el demonio un tanto exasperado, había estado observando al chico por varios minutos pero no parecía terminar.

 

-Yo… em…- Balbuceó.

 

-No te preocupes por el precio-.

 

-¿Eh? ¿Cómo?...-.

 

-Que no te preocupes por el precio. Flug, yo podría comprar este lugar si quisiera, el costo no es importante.- Explicó.

 

-¿Cómo supo que pensaba en eso?-.

 

Black suspiró pesado. –Medité bastante respecto a donde debía llevarte a cenar. En un principio descarté este lugar porque sabía perfectamente que esa estúpida consideración tan humana que posees iba a hacer que estos lujos te molestaran, pero al final este sitio era el mejor.- Explicó.

 

-No estoy acostumbrado, todo esto es extraño para mí.- Comentó con agobio.

 

El demonio pudo notar una leve aflicción, quizá era demasiado para el chico. Aunque admitía que estaba ansioso por recibir una pronta respuesta, temía presionarlo demasiado, Belle le advirtió que los humanos tomaban decisiones que no querían bajo presión y es exactamente lo que iba a evitar. Tomó su carta, la dobló y con ella cubrió la columna de precios en la de Flug. El chico lo miró confundido.

 

-No los mires, solo elije o lo haré yo por ti.- Sentenció.

 

-Pero… no quisiera abusar de lo que hace por mí.- Admitió. –Verá, no es solo consideración, yo realmente no quisiera hacerlo sentir que soy alguien más que solo busca obtener algo de usted.- Finalizó. Sus mejillas se colorearon, se sentía un poco avergonzado por tal pensamiento que podría resultar ridículo para su jefe.

 

Black lo miró sorprendido, chasqueó los dedos y el mesero se acercó de inmediato.

 

-¿Qué desea, mi Lord?-.

 

-Saca a todos de aquí.- Ordenó.

 

El mesero quedó estupefacto ante la orden. –Señor… no puedo hacer tal cosa.- Contestó con miedo.

 

El demonio lo miró con furia, sus ojos cambiaron, su mirada se volvió sombría. –Acabo de darte una orden.- Dijo con voz distorsionada.

 

-Pe… pero señor, los comensales reservaron hace meses y…- Intentó con intenso temor pero un fuerte golpe lo tiró al suelo, Black le había soltado una bofetada.

 

-¡Quiero que este piso quede vacío de inmediato! ¡Y si el problema es el dinero que estos miserables han gastado yo pagaré sus estúpidas cuentas!- Gritó con monstruosa apariencia, todos los presentes comenzaron a irse de inmediato sin la necesidad de ninguna indicación, sabían lo que desobedecer podía significar. Rápidamente retomó la compostura. –Y trae lo más caro en el menú para ambos.- Dijo calmado mientras se arreglaba el corbatín.

 

El mesero asintió tembloroso, se arrastró en el suelo alejándose hasta que pudo ponerse de pie para después irse corriendo a acatar la orden. Flug lo miraba atónito no le asustaba, conocía muy bien esos arrebatos, los había vivido por años, pero le sorprendía la acción ¿Sacar a todos? ¿Qué quería hacer?

 

-Flug.- Inició tomando su mano y estrechándola. –Voy a torturarte hasta que mueras si le dices a alguien que estas palabras salieron de mi boca.- Amenazó. –Realmente estoy enamorado de ti, eres un idiota debilucho y patético, pero eres el único ser que ha llegado tan profundo en mí y eres tal vez la criatura más hermosa que haya visto.- No podía creer estar diciendo algo como eso, su rostro tomó color, estaba avergonzado.

 

El doctor quizá estaba en una peor circunstancia, su cara era una cereza y se había aferrado al mantel de la mesa. Esas palabras resonaron en su cabeza y causaron un cosquilleo dentro de él, le faltó el aliento, no podía responder, solo mirarlo como un tonto. La música cambió en el fondo y una antigua canción francesa se escuchó en el lugar "La vie en rose". Entonces pudo comprender las palabras de Belle Mort.

 

Sin decir nada se puso de pie, estiró la mano invitando a Black a hacer lo mismo, cuando por fin lo tuvo de frente estiró sus brazos y rodeó su cuello, el demonio reaccionó tomándolo de la cintura.

 

-Mi señor, esta es mi respuesta-.

 

Sin miedo, sin vergüenza o vacilación lo besó. Black Hat estaba atónito, se dio cuenta de que no había esperado nada positivo esa noche y es que ¿Quién podría querer de verdad a un oscuro demonio como él? Aparentemente solo Flug. Black no desperdició la oportunidad, correspondió y lo estrechó con fuerza apegándolo más a él. El científico era inexperto, lo besaba con torpeza pero solo bastó que el villano tomara las riendas para que todo subiera su intensidad. El beso se volvió salivoso, Black ignoraba lo prematuro de la situación, se comía los labios del otro, dejaba a su lengua explorar y disfrutaba sentir la respiración agitada del doctor.

 

Por otro lado Flug batallaba por un respiro, sentía los dolorosos cortes en su lengua a causa de los afilados dientes de su ahora pareja, pero aquel dolor, el calor que subía, comenzaba a… excitarlo. Los nervios del doctor subieron a tope cuando un nada discreto bulto empezó a asomarse en su entrepierna, comenzó a frenar el beso por miedo a que Black se diera cuenta pero abruptamente el villano se detuvo, se alejó un poco y lo miró con malicia.

 

-No sea tímido doctor.- Susurró.

 

Flug afloró su vergüenza, intentó responder pero el demonio volvió a apoderarse de sus labios, deslizó sus manos por sus caderas y lo levantó de los muslos para sentarlo en la mesa, cortó el beso para lamer su cuello y empezar a quitarle el saco al chico.

 

-Señor.- Llamó con un suspiro. –Black Hat, espere.- Intentaba frenar al demonio pero sus fuerzas se iban con cada rose.

 

-¿Por qué habría de esperar?- Respondió entre mordidas, estaba hundido en el cuello ajeno, aspirando su aroma dulce, lamiendo la sangre que su mordida provocó y las pequeñas gotas de sudor que corrían por la suave piel del muchacho. Sus manos se habían ocupado de acariciar sus temblorosas piernas y ahora se dirigían a desabrochar el pantalón.

 

-Lady Belle va a matarme si daño el traje.- Se excusó entre jadeos.

 

-Puedo comprarte otros, voy a satisfacer todos tus caprichos, no te preocupes.- Dijo distraído, ignorando las excusas, estaba por llegar a su objetivo. Volvió a besarlo, con un poco de molestia le quitó los lentes al chico. – ¿Por qué llevas puesto esto?- Preguntó con fastidio.

 

-Fotofobia.- Contestó. –Me lastima la luz.- Completó ante la expresión de duda de su jefe.

 

Black sonrió perverso. –Conmigo no tendrás problemas por eso, quiero ver tus preciosas joyas cuando estés excitado-.

 

Flug no pudo replicar, soltó un tenue gemido al sentir la mano de Black atrapar su entrepierna por encima del bóxer y comenzar a acariciarlo.

 

-¿Por qué cubriste las marcas de tu rostro?-.

 

-Me… avergüenzan.- Contestó a duras penas, era evidente que el villano lo hacía apropósito, parecía gustarle su voz entrecortada

 

-A mí me gustan.- Dijo deslizando su lengua bífida por la mejilla del doctor, levantando un poco del maquillaje y revelando una de sus marcas.

 

Un tintineo avisó que elevador se abría, ambos se sobresaltaron, Black no estaba dispuesto a detenerse pero Flug lo miró suplicante con pequeñas lágrimas en los ojos, el demonio cayó en la cuenta de que era demasiado para él, ya habría tiempo para eso después. Ayudó al muchacho a reacomodarse y disimuladamente regresaron a su sitio aunque ambos mostraban un intenso rubor y notorios jadeos.

 

El mesero se acercó, era uno distinto más anciano, fingió no haber notado la situación y comenzó a servirles. Cuando el hombre se fue el ambiente cambió por completo entre ambos, Flug empezó tímido pero poco a poco abrió una espléndida charla, era un ambiente ameno e incluso se permitió mostrarse meloso. Black Hat no podía estar más complacido con el resultado.

 

En el camino de regreso el científico reposaba su cabeza sobre el hombro de Black, ambos permanecían en silencio con una leve sonrisa y gran satisfacción. Flug estaba sumamente feliz, esa noche su jefe se comportó como todo un caballero e incluso había respetado los límites, la comida fue deliciosa y fue tratado como un rey.

 

El villano acompañó al científico hasta su habitación y se despidieron con un tierno beso, sutil y suave. Caminó hasta la suya, guardando la compostura y ocultando toda emoción, se sentó en su cama y marcó un numero en el teléfono de disco.

 

-Comunícame con tu señora.- Dijo calmadamente, esperó varios segundos.

 

En otro lado, Lady Belle contestaba un mensaje de texto que el doctor Flug le había enviado, estaba lleno de corazones, expresaba toda su felicidad. A la dama le alegraba haber enviado su número de celular en la carta de su regalo, así podría estar al tanto de ambos. Contestó rápidamente para dedicarse a charlar por un rato con el villano de villanos.

 

-Mi querido Lord Black Hat, ¿Cómo estuvo su noche?-. Contestó mientras Dryadalis le cepillaba el cabello para dormir.

 

El demonio se escuchaba maravillado como jamás había sido. Le llenaba de satisfacción haberlos apoyado, era una serie de sucesos inesperados pero le complacía que pasaran, además gracias a eso tenía mucho más de que hablar con su viejo amigo. Mientras charlaban Belle revisaba sus redes sociales en su teléfono, pasaba de largo las publicaciones hasta que una en particular la hizo detenerse, se sobresaltó al darse cuenta de que se trataba. Sin dejar de hablar y disimular tranquilidad, tecleó rápidamente un mensaje de texto para el científico.

 

“Flug, hay algo que tienes que ver.”

Notas finales:

La vida en rosa.

(Édith Piaf)

 

Ojos que hacen bajar los nuestros 
Una risa que se pierde sobre su boca 
He aquí el retrato sin retoque 
Del hombre a quien pertenezco 

Cuando me toma en sus brazos, 
Me habla todo bajo 
Veo la vida en rosa, 
Me dice palabras de amor 
Palabras diarias, 
Y eso me hace algo 
Entró en mi corazón, 
Una parte de felicidad 
Que conozco la causa, 
Es él para mi, 
Mí para él en la vida 
Me lo dijo, lo juró 
Por la vida. 
Y en cuanto lo perciba 
Entonces siento en mi 
Mi corazón que late. 

Noches de amor por terminar más 
Una gran felicidad que se sienta su 
Problemas, penas se borran 
Feliz, feliz a morir 

Cuando me toma en sus brazos, 
Me habla toda parte baja 
Veo la vida en rosa, 
Me dice palabras de amor 
Palabras diarias, 
Y eso me hace algo 
Entró en mi corazón, 
Una parte de felicidad 
Que conozco la causa, 
Es él para mi, 
Mí para él en la vida 
Me lo dijo, lo juró 
Para la vida. 
Y en cuanto lo perciba 
Entonces siento en mi 
Mi corazón que pega.


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