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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

¡Saludos! Aquí está el nuevo capítulo.

 

Voy a admitir que este capítulo es un auténtico relleno jaja la verdad lo hice de esta manera con toda la intención de justificar el paso del tiempo y hacer la presentación de un nuevo personaje, esto es debido a que realmente no tengo nada importante planeado alrededor de la temática de los dos videos mencionados en este capítulo: “La flor fétida” y “Los casos perdidos de Elmore”.

 

Hablando de los videos, como un dato curioso (aunque no es importante para el capítulo) está el nombre de la flor “Datura Repulsa”. “Datura” es un género de plantas herbáceas entre la que se encuentra “Datura Meteliodes”, también conocida como Floripondio o Toloache, es posible que con ese nombre sepan de que se trata, es una planta que tras su ingesta provoca efectos narcóticos y especialmente una alteración de la percepción visual, por lo que en la antigüedad esta planta era utilizada para pociones de amor, de ahí viene la frase “Le dieron Toloache” que se decía cuando una persona se veía perdidamente enamorada. A lo que voy con todo esto es que seguramente Alan Ituriel se basó en los efectos de esta planta para crear otra con efectos contrarios que sería la “Datura Repulsa”. A mí me pareció gracioso jaja.

 

Bueno, otra cosa que quiero comentar, es que al nuevo personaje que incluí, el cual fue creado por Alan, ya le di nombre aunque la verdad oficialmente no lo tiene y la describí sin realmente saber cómo es de la cadera para abajo, y es que en las apariciones que ha tenido no se ve completa, pero me da la impresión de que parece un cien pies, ustedes juzguen, la encuentran en el minuto 3:45 del video de orientación “Guía para una conquista malvada”.

 

Gracias por leer este largo texto, una disculpa por eso y sin más que decir ojalá les guste <3

 

(Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Alan Ituriel).

-Señor… van a escucharnos…- Advirtió jadeando.

 

-No me importa.- Respondió secamente, masajeaba entretenido la entrepierna de Flug. –Anoche te negaste a ir a la habitación-.

 

-Debía… Mgh.- Balbuceó reprimiendo un gemido. -Terminar la edición del video.- Finalizó.

 

El demonio ignoró el comentario, bajó aún más el pantalón desabrochado del científico para estrechar su trasero con ambas manos. Black se hallaba acorralándolo sobre la pequeña mesa cuadrada de madera que había en la cocina, sin saco y con la camisa arremangada. El desayuno había concluido minutos antes y el gran oso azul se encontraba en la habitación de junto poniendo en orden el largo comedor. Como un acto gentil el doctor se había dispuesto a ayudar a su experimento pero fue seguido y atrapado por su malvado jefe, terminando en esa situación.

 

-Ahora que lo recuerdo.- Inició Black. –Cuando el parásito se enganchó en ti, decidiste gritarle a tu experimento-.

 

-Yo no lo decidí.- Intentó Flug, fue acallado un breve instante por un brusco beso de su pareja. –Eso es lo que hace la Datura Repulsa, convierte el afecto en disgusto-.

 

-En efecto, mi querido doctor, lo que me hace pensar que le tiene más estima al estúpido oso que a mí-.

 

El científico lo miró arqueando las cejas con sorpresa. -¿Está celoso?- Preguntó sin pensarlo.

 

Black reaccionó abochornado, no esperaba esa interpretación a su comentario. Sin responder, giró rápidamente al doctor hasta dejarlo boca abajo sobre la mesa y con un par de movimientos rápidos dejó su erecto miembro expuesto, comenzó a rosarlo en la entrada del chico. Flug sintió un escalofrío, se aferró a la mesa, habían estado varias veces antes en esa situación, ya estaba acostumbrado al gran tamaño de Black, ya no sentía dolor o miedo, el placer aparecía rápido y como novedad estaba esa sensación de ansia cuando estaba por ser penetrado, era como si su cuerpo rogara que no demorara más. Sin cuidado, se introdujo de golpe dentro del joven, arrancó un fuerte gemido que el doctor intentó reprimir de inmediato, su precioso experimento estaba muy cerca, no podía dejar que lo escuchara o viera de esa manera.

 

-5.0.5. es como mi hijo.- Comentó de repente entre jadeos. –Es normal que reaccionara hacia él.- Se excusó.

 

-Quizá necesito hacer algo con lo que no dejes de pensar en mí.- Comentó sonriente y empezó a moverse.

 

Tiró de la melena de Flug haciéndolo arquearse y tumbando al fin la bolsa de papel que colgaba de su cabeza.

 

-Usted... Ah… Sabe bien lo que representa para mí… Mgh… No necesita hacer nada para que lo piense todo el tiempo…-.

 

Black no respondió, el doctor desataba nuevamente esa sensación revolante en su pecho. El demonio lo hizo erguirse hasta poder besar su cuello, lo abrazaba por el pecho y la cintura, metió la mano debajo de su camiseta hasta alcanzar los rosados pezones del joven, acariciándolos suavemente.

 

Tras una nada corta sesión de rápidas embestidas, Flug sintió que llegaba a su límite, había adquirido resistencia, cada vez podía retenerlo durante más tiempo pero nunca podía aguantar lo suficiente, aunque en la situación en la que estaban; una endeble mesa que podría dar de sí en cualquier instante y su oso que no tardaría en entrar a la cocina, acabar rápido con eso no sería una mala idea. El joven apretaba los dientes, evitaba a toda costa hacer demasiado ruido, bien sabía que a su adorado jefe no le gustaba que lo hiciera y nuevamente se lo hizo saber.

 

-¡Quiero escucharte!- Gruñó, llevó su mano hasta la boca del chico e intentó abrirla introduciendo los dedos.

 

Flug se resistió, si lo pensaba detenidamente se había acostumbrado a arriesgar su vida en cada encuentro con Black Hat, el placer y el amor lo volvían idiota momentáneamente y no era algo de lo que se enorgulleciera, pero tampoco podía evitarlo, ahí estaba de nuevo cometiendo otro acto estúpido: reaccionó mordiendo los dedos del demonio con fuerza.

 

-Aaahh…- Gimió repentinamente Black Hat, deteniéndolo todo.

 

Ambos quedaron estáticos, el demonio lo soltó dejando que se recostara de nuevo sobre la mesa, se apoyó en ella acorralándolo con sus brazos. El doctor quedó estupefacto, eso no había sido una exclamación de dolor, había sido de placer. Más de una vez lo había escuchado gemir, pero eran sonidos leves y toscos, eso había sido un gemido suave, distinto, ¿Debido a la mordida?, en realidad… tenía sentido, era un demonio después de todo, no era absurdo pensar que el dolor le excitara al punto de hacerlo perder la compostura. Como todo buen amante de la ciencia estaba dispuesto a comprobar su hipótesis. Antes le había provocado dolor, sin embargo no lo había hecho sangrar jamás, ahí estaba, la mano del villano posada junto a su rostro, sangrando.

 

En breve, el villano continuó sin decir nada, empezó a moverse de nuevo, apoyado sobre el joven en íntima cercanía, con movimientos más suaves. Flug aprovechó, tan pronto como el brazo el demonio se acercó inocentemente a su rostro, el doctor lo sostuvo y depositó la mordida más fuerte que podía dar.

 

Black se tensó, deteniéndose de nuevo. –Mgh… ¡Flug!- Gruñó, jadeando pesado.

 

El científico no se detuvo, mordió nuevamente en el mismo sitio, sintiendo el sabor metálico de una sangre oscura y espesa. Al mismo tiempo Black empezó a dar fuertes estocadas sin resistirse a las acciones de su pareja, tenía los ojos cerrados, fruncía el ceño y apretaba los dientes.

 

-Aahh… Flug…- Soltó como un suspiro, instantáneamente eyaculó dentro del joven, incluso antes que él.

 

Al sentir el caliente líquido en su interior, Flug sintió un escalofrío recorrerle y también terminó, sobre la pequeña mesa. Su pequeño experimento había sido un éxito.

 

El demonio se separó en silencio, observó detenidamente la profunda herida en su brazo sangrar y como se curaba poco a poco, vio a su pareja subirse el pantalón importándole poco que se ensuciara, el joven lo miró complacido relamiendo la sangre de sus labios, era exquisito verlo de esa manera, una preciosa criatura mostrando toda su perversión. Admitía que era vergonzoso que el doctor descubriera su pequeña “debilidad”, estaba más acostumbrado a provocar dolor, pero recibirlo era estimulante y no lo esperaba de él, ahora debía cuidarse, evitar a toda costa que se volviera costumbre y los roles se invirtieran, no podía permitirlo.

 

 

 

El jugueteo se volvió rutina, Black le había tomado gusto a tener encuentros con su querido doctor en cualquier parte de la mansión, cuando se le antojara y fuese lo que fuese que estuvieran haciendo, jamás tomaba en cuenta la posibilidad de estar descuidando su trabajo, siendo el jefe nada le preocupaba, era como un niño en navidad, disfrutaba por completo de su nueva compañía, adoraba los encuentros amorosos pero atesoraba sin duda las largas charlas que compartía con su pareja de vez en cuando, mostrándose orgulloso e indiferente como siempre pero escuchando al científico hablar en todo momento, por primera vez presenciaba otro tipo de felicidad. Por otro lado Flug se ocupaba de mantenerlo contento en sus tiempos libres para de ese modo evitar los constantes asaltos del demonio cuando se encontraba más atareado, no negaba que le encantaba toda esa atención, pero estaba llegando a extremos en los que temía provocar un problema en la organización, sin mencionar que los celos de su jefe limitaban el tiempo compartido con su adorado experimento.

 

Ahí estaba de nuevo, recogiendo el set de una compleja grabación. Analizar al niño de Elmore, del cual ya no recordaba su nombre, había sido una dura tarea por su participación en soledad, o al menos la mayor parte. No podía permitirse molestarse o reclamar algo al malvado villano, era su pareja, sin embargo se trataba de Lord Black Hat, no debía sobrepasar los límites de insolencia, aunque le hubiera gustado ignorar ese hecho momentos antes, el demonio hizo abuso de sus poderes y les dio una vergonzosa exhibición al narrador y Demencia solo por “tentar su suerte”, ahora debía hacer un gran recorte en la grabación. El bochornoso momento no quedaría impune, iba a dar una revancha que no le faltaría al respeto a su jefe y no pondría en riesgo su vida… o algo parecido.

 

Al día siguiente Black Hat se hallaba sentado en su elegante silla tras su gran escritorio de madera pulida, atendía a un cliente de manera indiferente, estaba aburrido, no había visto a su doctor desde muy temprano. El enorme villano que solicitaba su ayuda hablaba de cosas triviales, contaba emocionado como iba su vida como malhechor, de vez en cuando acomodaba su casco con púas y agitaba sus manos con guanteletes metálicos atemorizantes como si quisiera hacerlos notar. El demonio ya estaba acostumbrado a clientes como él, venían pidiendo ayuda y de paso trataban de impresionarlo con sus supuestas victorias nada magníficas. Estaba a un segundo de gritarle que fuera al grano cuando de repente un movimiento y leve tacto bajo su escritorio llamó su atención, tenía la guardia baja y no pudo evitar pegar un pequeño brinco, discretamente echó un rápido vistazo sin poder dar crédito a lo que veía: bajo el enorme escritorio se encontraba Flug, de rodillas sobre la alfombra y con una sonrisa pícara.

 

-Pero que…- Dijo en voz baja.

 

-¿Disculpe?- Preguntó el visitante.

 

-Na…Nada, continúa.- Ordenó molesto.

 

El escritorio era lo suficientemente grande como para que entraran incluso dos personas debajo, la parte frontal estaba cubierta, no podía verse nada excepto desde donde Black se encontraba, un escondite perfecto bajo sus propias narices, pero ¿Con que objetivo?. Sin la más mínima intención de permitir que el cliente supiera de la extraña situación, continuó escuchándolo con normalidad, a la expectativa de las acciones del doctor. No pensaba en nada negativo en realidad, Flug no era tan idiota, sin embargo una sensación alarmante lo invadió al escuchar el cierre de su pantalón bajar.

 

Flug había estado ahí por un par de horas, quizá tiempo malgastado pero valdría toda la pena, tenía la intención de poner aunque sea un instante en aprietos a su querido jefe. Haberlo alertado de su presencia fue un mero miramiento, no podía ir directo a realizar su plan. Bajó la bragueta notando de inmediato el sobresalto de su pareja, acarició su entrepierna por encima del pantalón, era una manera de hacerlo comprender lo que estaba por suceder.

 

El villano sentía las finas manos del joven tocarlo con movimientos suaves, no pudo evitar ponerse duro de inmediato. El chico no paró ahí, ante la positiva reacción del demonio dejó el miembro de este al descubierto sin reparo alguno, comenzando a frotar su larga extensión.

 

-Mgh…ah…- Soltó como un jadeo ronco, no pudo contenerse.

 

-Lord Black Hat, ¿Le ocurre algo?- Preguntó extrañado el cliente quien no había dejado de parlotear hasta ese momento.

 

-Todo en orden.- Respondió secamente, lo más impasible que pudo simular.

 

El doctor continuó masturbando mientras su pareja contenía en la medida de lo posible cualquier sonido y extraña expresión que lo delatara, inició siendo incómodo, pero empezaba a tornarse excitante. Acercó sus rosados labios, dio un pequeño beso que advertía lo que se aproximaba, sintió a Black tensarse y vio como encajaba las garras en su acojinada silla, procedió a lamerlo, se movía lene como un rio apaciguado, su pequeña lengua cálida se paseaba por toda su extensión deteniéndose continuamente en la punta palpitante, lamiendo en círculos.

 

Todo se volvió complicado cuando Black sintió la boca del chico envolverlo entero, podía sentir como chocaba con su garganta, ni siquiera lo estaba viendo y ya podía imaginar los preciosos ojos del científico observando atentos cada reacción que tenía, esos labios rosados besando su piel, su pequeña lengua moviéndose como pez en el agua mientras lo succionaba, una de las imágenes más hermosas que esa linda cara le había mostrado antes, le encantaba y justo en ese momento no podía admirarla. El villano dedicaba una mueca de completo enojo a su interlocutor, una expresión cada vez más agresiva, producto de contenerse.

 

-¡Ah! Con una ching…- Soltó al sentir los dientes de Flug encajarse levemente en su falo, en verdad quería hacerlo perder la compostura.

 

-¿De verdad se encuentra bien?- Preguntó asustado.

 

-¡Que sí! Maldita sea.- Contestó casi a gritos mientras daba un duro golpe en la mesa. –Solo ve al… grano-. Dijo, empezó a sentir esa presión, esa sensación de que no faltaría mucho para que terminara.

 

El doctor se atragantaba, chupaba rítmicamente, saboreaba el abundante líquido cristalino que hacía salir, realmente lo estaba disfrutando, especialmente porque el demonio apenas podía resistir. Todo estaba relativamente tranquilo para él, sentía que tenía el control, hasta que percibió algo moverse y salir del pantalón de su jefe, se separó abruptamente cuando advirtió un par de tentáculos cortos y gruesos alzarse y a aproximarse a él, no sabía que eso podía suceder, que estúpido no haberlo esperado. Las dos nuevas extensiones se enroscaron en la cabeza de Flug atrayéndolo y obligándolo a continuar a un ritmo veloz y de movimientos profundos, el científico se aferró asustado a la ropa del demonio, intentaba seguirlo, respirar un poco y contener las ganas de toser.

 

Black gruñó, cerró los ojos un instante y se aferró a la mesa al sentir que se corría, y presionaba contra sí la cabeza de su pareja. Lo soltó, carraspeó, se reacomodó la corbata y sonrió malicioso a su cliente quien lo observaba mudo y confundido.

 

-¿Y bien?- Interrogó el demonio.

 

-Yo…- Inició. –Em… Señor Black Hat, me estoy quedando sin mercancía para vender, ¿Qué puede ofrecerme?- Finalizó.

 

-Mmm… Aguarde un momento.- Contestó y se volvió una sombra, salió del lugar.

 

Bajo el escritorio, el doctor recuperaba el aliento, tragó con dificultad el líquido espeso que fue depositado por la fuerza en su garganta, suprimió las ganas de toser para no darse a notar. En breve, vio a su jefe volver a su silla.

 

-Ahh… Este… Exclusivo avión grita cuando lo agitas.- Dijo agitando un objeto que el científico reconoció de inmediato.

 

-¡Es perfecto!- Respondió emocionado el comprador.

 

-Son nueve con noventa y nueve.- Comentó satisfecho.

 

Flug no reprimió las ganas de reclamar, pero fue acallado de inmediato por la mano del demonio, lo sostuvo con fuerza del rostro tapando su boca. Escuchó al malhechor pagar y despedirse rápidamente y posterior a eso fue soltado.

 

-¡Ese avión era el último que me faltaba en mi colección!- Gritó saliendo del mueble, empujando al demonio.

 

-Cierra la boca.- Respondió seco y de inmediato quiso besarlo.

 

-¡Lo vendió por nueve con noventa y nueve!- Gritó molesto, alejándose.

 

Flug estaba molesto, se cruzó de brazos y observó fijo al villano, estaba quieto, lo miraba sin decir nada con su habitual ceño fruncido, esperó por unos segundos alguna respuesta, pero al no obtener nada se dirigió a la puerta con la intención de marcharse. Como un acto impulsivo, el demonio lo sostuvo del brazo evitando que saliera, lo miró fijo sin decir nada, en su mirada había un tenue brillo de angustia que solo el doctor sabía reconocer. Había aprendido mucho de él en poco tiempo, sabía que en más de una ocasión él mismo tendría que interpretar los mensajes silenciosos del demonio que su orgullo y costumbre a la soledad provocaban, ese era el momento. El chico suspiró resignado, le sonrió y se acercó a él dándole un beso en la mejilla, lo abrazó y se dejó estrechar.

 

-Olvídelo…- Dijo sin obtener respuesta.

 

-Eso fue muy atrevido… idiota.- Comentó unos minutos después, desviando el tema.

 

-También lo que usted hizo en la grabación.- Respondió tranquilo, aun abrazándolo.

 

-¿Eso fue alguna clase de venganza?- Preguntó desconcertado.

 

-Algo así.- Contestó con una leve risa.

 

-Eres un estúpido hasta para eso-.

 

-Lo que usted diga.- Respondió dulcemente, lo miró y esbozó una tierna sonrisa. –Compré un nuevo libro, ¿Quiere leerlo conmigo esta noche?-.

 

Black respondió besándolo, adoraba eso de él, era un pobre idiota pero lo entendía tan bien.

 

Un par de golpecitos en la puerta interrumpieron el lindo momento, ambos se separaron, Black Hat viró los ojos hastiado.

 

-Maldita sea, odio estas estúpidas interrupciones.- Gruñó. – ¡Qué!- Gritó, ni siquiera sonó a una pregunta.

 

La puerta se abrió, era Demencia, tenía una expresión de molestia poco habitual en ella.

 

-La perra vino a buscarlo.- Dijo enfadada.

 

Ambos la miraron atónitos, Demencia tenía un apodo despectivo para cada mujer que acostumbraba a buscar a Black Hat para algo más allá de simples negocios, no importaba si eran simples conocidas o verdaderas fanáticas. El problema en ese momento radicaba en ese apodo en particular: “la perra”. Ambos sabían perfectamente a quien se refería y para Flug no eran agradables noticias.

 

-Dile que pase.- Ordenó el demonio y se sentó de nuevo en su gran silla.

 

Flug se quedó quieto sin saber qué hacer, finalmente se decidió por irse de ahí, pero la puerta volvió a abrirse y ella entró. Ahí estaba, su nombre era Chienne Malum, una mujer increíblemente alta con un aspecto para nada humano, su cuerpo era el de una mujer fornida de la cintura para arriba, pero su porción baja se asemejaba a un artrópodo, un cien pies, pequeñas patas rojas la ayudaban a caminar e incluso adornaban su atuendo hasta la cabeza, su piel de color de la malva, sus ojos oscuros de pupila amarilla, su cabello sangría en una coleta, todo aquello la hacía ver exótica y extraña, marcas como tatuajes de color amarillo adornaban su faz y sus hombros, eran la marca de su raza alienígena, sus rasgos afilados, su nariz aguileña, su ceño fruncido y gruesos labios acentuaban un carácter duro. Sin duda lo temible no solo era su aspecto, la terrible villana era clienta con tarjeta platino de la organización Black Hat, conquistadora innata, con una gran habilidad para hacer planes y una fascinación por los rayos laser, era conocida por su mal humor y su amplio uso del sarcasmo, odiada por muchos y sobre todo conocida rival de Belle Mort, sin mencionar que sus aires de superioridad la hacían tratar como basura a cualquier subordinado.

 

-Mi querido señor Black Hat.- Dijo contenta con su voz grave, ignorando por completo la presencia del doctor.

 

-Señora Malum.- Respondió indiferente el demonio.

 

La mujer no era santo de la devoción del villano, pero tampoco era de su desagrado, incluso podía recordar agradables charlas con ella en las reuniones de villanos, simplemente le era indiferente. La mayoría de sus compras eran a distancia, años luz prácticamente, en pocas ocasiones visitaba la mansión.

 

-Por favor, ya le he dicho que solo me llame Chienne.- Comentó con risa fingida.

 

-¿A que ha venido?-.

 

-Verá, tengo la intención de instalarme por un tiempo en un planeta cercano a este.- Inició con una sonrisa, jugueteando con sus dedos. –Pero los nativos no me dieron un buen recibimiento.- Continuó haciendo un puchero. –Los sometería, pero no es una conquista cualquiera, solo busco un sitio vacacional, solitario. Necesito exterminarlos de manera rápida, vengo a solicitar un rayo que me ayude a terminar con ellos sin dañar el ecosistema del planeta ni las infraestructuras ya creadas ¿Cree que sea posible?- Finalizó volviendo a su amplia sonrisa.

 

-Flug.- Llamó Black. El aludido reaccionó, se acercó nervioso especialmente porque no llevaba su bolsa en la cabeza. –Toma el pedido.- Ordenó.

 

-Sí, jefecito.- Respondió sacando una libreta y pluma de su bolsillo, tampoco llevaba su tableta consigo.

 

La mujer lo miró con seriedad y empezó a dar instrucciones. El doctor anotaba rápido, no era un pedido exuberante como la villana acostumbraba, sus encargos siempre eran complicados, a corto plazo y con ella no cabían los pretextos, igual de exigente que su jefe.

 

-No quiero fallas.- Advirtió Chienne, severa.

 

-No se preocupe.- Respondió sonriente. -¿Para cuándo lo necesita?-.

 

-Mañana a primera hora.-.

 

Flug quedó mudo, era un pedido imposible a menos que dejara de lado el resto de sus encargos y aun así no dormiría esa noche.

 

-Uh… Disculpe, pero no creo que sea posible.- Comentó temeroso.

 

La mujer lo miró molesta. -¿Por qué?- Preguntó.

 

-Hay otros encargos en cola, no tengo tiempo suficiente para tenerlo listo tan pronto, si me da un par de días…-.

 

-No.- Interrumpió. –No es culpa mía que seas tan incompetente.- Dijo, indiferente, observando su manicure.

 

-Pero madame…-.

 

-¿Estas sordo?- Se puso de pie acercándose amenazante. Flug retrocedió.

 

-Las políticas de la organización son claras.- Interrumpió Black Hat, sereno. –Hay pedidos más grandes y costosos que el suyo, sin mencionar que fueron encargados con bastante anticipación-.

 

La villana parpadeó estupefacta, de inmediato regresó a su postura de complacencia fingida y volvió a su sitio sonriente. –Tiene razón, que descortés de mi parte.- Dijo apenada. –Tres días es adecuado-.

 

Chienne miró a Flug esperando una confirmación, el chico solo asintió.

 

-Excelente, el doctor enviará el recibo en línea.- Comentó Black, sacó una hoja y un bolígrafo. –Firme aquí-.

 

Malum vio la hoja consternada, era el tipo de acuerdos que los compradores comunes debían firmar, era una clara desconfianza que sabía perfectamente que con clientes como Belle no era necesaria, firmó sin titubeos.

 

-Siempre es un placer hacer negocios con usted.- Comentó aduladora. -¿Sabe? Algunos rumores llegaron a mí en días pasados, he estado muy ausente de las redes sociales últimamente y no pude corroborarlo, pero es un gusto saber que eran vagos rumores falsos-.

 

-¿A qué se refiere?- Preguntó Black arqueando una ceja.

 

-A la supuesta noticia de su nuevo romance claro está, con su… subordinado.- Respondió de forma despectiva. –Para mí era absurdo pensar que alguien de tan alta estirpe se enredaría con un insignificante doctor, aunque está claro que son falacias-.

 

Flug permaneció en silencio, quieto e inevitablemente sintiéndose cada vez más minúsculo, era una realidad que lo acongojaba: era insignificante para alguien como Black Hat.

 

-No se confunda.- Inició. –El Dr. Flug y yo mantenemos nuestra relación laboral intacta, fuera del trabajo la realidad es otra, no traslapamos ambas relaciones.- Explicó con sorprendente tranquilidad. –Le recomiendo no haga comentarios innecesarios ni se inmiscuya en asuntos que no le conciernen.- Finalizó y le dedicó una mirada displicente y amedrentadora.

 

Chienne intentó sonreír, lo que terminó en una mueca forzada. –Oh… Vaya, pero que torpeza la mía.- Rio con nerviosismo. –Le agradezco por su tiempo Lord Black Hat.- Dijo haciendo una leve reverencia aun con aquella mueca extraña, se dio la vuelta y se dirigió a la salida, pero no sin antes dedicarle a Flug una mirada mortífera, llena de desdén.

 

El doctor sintió un escalofrío recorrerle, no estaba seguro de cómo interpretarlo, miró a Black, observaba la puerta fijamente, aunque la mujer ya se había marchado el ambiente aún guardaba una vibra pesada, no tenía idea de a que vino todo aquello, pero tenía un mal presentimiento.


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