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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

Hodaa...


Me da bucho gusto poded subid el capítulo hoy… estoy enfedma. Sé que dije que subidía uno sebadal pedo no podía ni ved la pantalla el fin de semana pasado, me atacó una podedosa guipa...


¡Afortunadamente ya estoy bien! Saliendo al fin de la enfermedad, y como prometí subir un capítulo por semana pues… mañana habrá actualización de nuevo jaja :D


Les agradezco la paciencia, el invierno no tuvo piedad conmigo.


Ahora al capítulo, esta vez tenemos un par de datos curiosos.


Para comenzar hablemos de las perlas negras de ostra J. Quizá ya lo saben, las perlas de ostra son formadas en los moluscos bivalvos cuando un cuerpo extraño ingresa en el interior de este, como un sistema de defensa, la partícula es cubierta por CaCo3, lo que es el carbonato de calcio, y conchiolina, una proteína secretada por las mucosas, formando en conjunto el conocido nacar (ese algo que cubre el interior de las ostras, terso y de apariencia brillante). Aproximadamente 10 años después, la partícula se habrá recubierto de varias capas que terminarán formando una perla. En el caso de las perlas negras la formación es exactamente la misma, la diferencia es que el nacar que produce la ostra es de color oscuro, específicamente son producidas por Pinctada margaritifera, también conocida como “ostra de labios negros” por el color oscuro en sus bordes internos. Son joyas preciosas que ya pueden ser producidas de “manera artificial”, esto no quiere decir que no sean perlas naturales, sino que son perlas de ostras criadas por el hombre.


¡Ahora hablemos de automóviles! (soy fan de los autos antiguos). El Hispano Suiza K6 fue un auto clásico de gran lujo de origen español fabricado por la compañía Hispano-Suiza en 1934, fue creado principalmente para rivalizar con líneas nuevas de automóviles de otras compañías. En su momento fue bien vendido, pero su producción fue breve, finalizando en 1936.


En este capítulo viene siendo de suma importancia la famosa “Caja de Pandora”. Existen varias versiones de la historia en torno a este famoso objeto. Se cuenta que Zeus, molesto con Prometeo por robar el fuego y obsequiárselo a los humanos, ordenó a Hefesto crear a una mujer, a Pandora, con el objetivo de vengarse. Los dioses en conjunto le otorgaron a Pandora varios dones para hacer a la mujer perfecta (de hecho, su nombre significa “La que tiene los dones de los dioses”), así como muchos males del mundo que aún no existían entre los hombres, entre ellos la curiosidad. Pandora estaba destinada para enamorar a Epimeteo, el hermano de Prometeo. En algunas versiones se dice que directamente se casaron y, como regalo de bodas, Pandora recibió una tinaja (Es un tipo de vasija de barro ovalada sin asas) que tenía estrictas instrucciones de no abrirse (después estas versiones fueron modificadas y se cambió la tinaja por la caja), pero como ella fue dotada (o quizá maldecida) con la curiosidad, la abrió. En otras se cuenta que solo el dios la llevó con él, que ella ya portaba aquella tinaja, Epimeteo, advertido por su hermano de no recibir regalos de los dioses por miedo a la venganza, escondió la tinaja, pero Pandora la encontró y la abrió. Otra versión cuenta que en realidad Pandora era una niña que vivía con su tío y primo, alguien llevó un obsequio a su casa, se trataba de una caja, su tío le advirtió que no debía abrirla por ningún motivo, pero la niña desobedeció y la abrió.


Cuando Pandora abre aquella caja/tinaja se liberan todos los males del mundo e invaden la tierra, contaminando a los hombres. En medio del miedo la mujer vuelve a cerrarla logrando conservar solo a Elpis, el espíritu de la esperanza, el único bien que aquel objeto contenía. De esta historia nace la expresión “La esperanza es lo último que se pierde” y “Abrir la caja de pandora” como una expresión para referirse a hacer un acto aparentemente inofensivo con terribles consecuencias.


Como último comentario quiero mencionar que nuevamente hay algunos detalles que los van a confundir mucho jaja pero recuerden que es a propósito, después las dudas serán aclaradas. Mientras tanto saquen la libreta de teorías J y los leo.


Es todo de mi parte por hoy, espero les guste el capítulo… Oh, por cierto, felices fiestas, lo que sea que ustedes celebren, Navidad, Año nuevo, Saturnalia, Año nuevo Wicca, el cumpleaños de Huitzilopochtli, no se jaja <3 disfruten y pásenla bonito.


Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Alan Ituriel.

Era una preciosa imagen, un escenario tropical de una playa de arena blanca y agua cristalina, el sol acariciaba con luz próxima a esfumarse, faltaba poco para presenciar el ocaso. El lugar no estaba del todo desolado, frente a un pequeño edificio descansaba una pareja de recién casados. El demonio de piel oscura reposaba bajo una amplia sombrilla clavada en la arena, se resguardaba en la medida de lo posible del resplandeciente sol, llevaba un traje de baño de rayas al popular estilo de los años 20, a su lado, su joven pareja jugaba con la arena como un infante, trataba de moldear su extravagante vivienda en la arena, estaba concentrado, en cuclillas, semidesnudo, vestía un traje de baño de color azul, su piel ya estaba enrojecida.

-Pareces un niño. –Comentó Black con desdén.

El científico rio, tenía razón. –Solo estoy emocionado, siempre me ha gustado la playa, han pasado años desde la última vez que toqué la arena del mar… con mis padres.

El demonio permaneció observándolo en silencio, cayendo en la cuenta de que jamás hablaban de su familia, sabía poco al respecto, algo de un accidente y que era hijo único.

- ¿Los extrañas?

Flug pestañeó sorprendido, no esperaba una pregunta como esa viniendo de él, jamás tocaban el tema. –A veces… -Respondió nostálgico- lo hago especialmente cuando tengo momentos felices, me gustaría que estuvieran ahí para compartirlos con ellos, me gustaría que estuvieran aquí ahora y lo conocieran.

- ¿A… mi? –Cuestionó confundido.

-Por supuesto.

Black rio burlón. –Si tus padres me hubiesen conocido no estaríamos aquí ahora.

-Es probable que sí, -Respondió seguro- ellos respetaban mis decisiones… aunque en cierto modo puede que tenga razón, no estoy seguro de que hubiera decidido ser un villano si ellos siguieran aquí.

Lo olvidaba, el dolor era la musa del doctor, aquello que lo llevó a ser quien era ahora, a desarrollarse con brío como un villano y utilizar su maravilloso don para el mal. Tal vez era cosa del destino, no podría jamás decir que le alegraba la trágica manera en la que el chico llegó a la villanía, pero admitía que le tenía gratitud al cruel destino.

-Cómo… ¿Cómo eran? –Habló mirando al horizonte.

-Uh, bueno, mi padre era un hombre sencillo, su cabello era como el mío y am… era un hombre agradable supongo… -Se rascó la nuca aparentemente confundido- a decir verdad, no estoy seguro de que le vio mi madre, no tenía cualidades especiales, solo… era él, aunque reconozco que era un buen hombre.

Black Hat lo observó desconcertado, vio cómo su expresión cambiaba rápidamente, como si un recuerdo maravilloso atravesara su mente.

-Y mi madre… -Sonrió- mi madre era espléndida, recuerdo claramente su cabello oscuro y sus ojos verdes, era la mujer más hermosa que he visto, la más inteligente y talentosa, tenía tanto que darle a este mundo…

-Supongo que debes parecerte a ella. –Comentó distraído.

El doctor resopló. –Lo dudo, ella realmente era magnífica. –Se encogió de hombros, se giró y observó al demonio con atención- ¿Y usted que me dice? ¿Cómo eran sus padres?

El villano enmudeció por varios segundos, era normal que viniera esa pregunta, pero no estaba seguro de que responder, no acostumbraba a tocar el tema. –Mi padre era un odioso bonachón e inútil y mi madre una perra desalmada. –Contestó sin más.

Flug rio nervioso, era un incómodo que hablara así de su propia familia. –Supongo que debió llevarse bien con su madre.

-No realmente, jamás la toleré, detestaba su amor enfermizo por mí, -Se removió incómodo, sintió un escalofrío- me rogó por mucho tiempo que regresara a ese desagradable lugar al que ella llamaba “hogar”, detestable. –Finalizó fastidiado.

El científico se recostó en las piernas del villano, le dedicaba una expresión enternecida. –Entiendo a su madre, -Inició- si usted se fuera de mi lado también le rogaría incansablemente que volviera.

Black permaneció impasible, pero su interior se removía, no podía decirlo abiertamente, pero adoraba sentirse auténticamente amado, solo el joven científico podía lograr eso.

El joven se puso de pie, observó el mar unos segundos. –Ya vuelvo. –Dijo encaminándose a las olas.

El demonio no respondió, lo dejó ir. El doctor se adentró en el mar, se alejó de a poco y se sumergió, salió a la superficie un par de veces, volvió a sumergirse por extensos segundos. Black comenzaba a inquietarse, había estado bajo el agua por casi un minuto, a veces pensaba que lo sobreprotegía, pero no estaba de más, el chico solía ser imprudente. Tras varios segundos Flug volvió a la superficie, nadó de vuelta a la orilla, llevaba algo en la mano y lo mostraba emocionado.

- ¡Encontré algo! –Anunció entusiasmado, se dejó caer en la arena y le acercó el objeto al villano- Pinctada margaritifera. –Comentó.

En sus manos portaba un molusco, específicamente una almeja color marrón, con un patrón de pequeños puntos blancos y una silueta irregular.

-Es una ostra.

-No es solo una ostra, -Aclaró- es una ostra de labios negros, es una especie del Indo Pacífico, es raro encontrar una aquí y a tan pocos metros de profundidad, es un maravilloso molusco.

-Ah… -Soltó, no comprendía la emoción por algo tan simple.

-Tienen una particularidad, quizá si tenemos suerte… -Inició, tomó al vívalo e intentó abrirlo con todas sus fuerzas- Ugh, necesito…

Un hombre con traje de mesero se acercó repentinamente y le ofreció un cuchillo. Era un empleado más, otra pieza de la servidumbre que estaba siempre atenta a las necesidades de sus señores.

El joven tomó el instrumento con notoria sorpresa y regresó a su labor, lo abrió con habilidad. –Vaya… estamos de suerte. –Comentó encantado, del interior del molusco extrajo una pequeña perla negra.

-Una perla. –Dijo el villano, admirado- ¿Cómo lo sabías?

-No lo sabía, esta especie produce este tipo de perlas, pero viniendo del océano era cuestión de azar. –Respondió apreciándola- Tenga. –Le extendió la pequeña joya al demonio.

Black dudó en tomarla, era un obsequio muy ostentoso, por supuesto que debía aceptarla, pero viniendo de él… -Sabes que puedo pagar por cientos de esas ¿Cierto?

-Ninguna valdrá tanto como esta. –Contestó con una sonrisa arrogante.

El demonio arqueó una ceja, tomó la perla y la admiró también, era perfectamente esférica, negra, pero los rayos del sol la hacían despedir un brillo a colores, era tornasol.

-Es un regalo de bodas. –Completó Flug- Es como usted…

- ¿Cómo yo? –Preguntó extrañado.

-Sí, -Devolvió la mirada al mar- oscura, peculiar… preciosa, con un valor incalculable, todo un tesoro para mí.

Black Hat enmudeció, se tensó, sintió la vergüenza inundar sus mejillas. Ahora el doctor tenía razón: ninguna perla valdrá tanto como esa. Estrechó la joya en sus manos, era el regalo más valioso que poseía.

-Que cursi eres. –Respondió sin mirarlo.

Flug soltó una carcajada, conocía esa reacción, era su mecanismo de defensa, significaba que todo lo que había dicho le encantó. Se acercó, le plantó un pequeño beso en la mejilla. –Tiene razón, -Admitió sonriente- pero sé que le gusta.

El villano bufó, era verdad y jamás lo diría. Rodeó al chico con un brazo, acercándolo a él, frente a ellos se ponía el sol, era una imagen preciosa, un espectáculo de colores, perfecto para dos amantes en su luna de miel.

Pasaron los días, las “vacaciones” se terminaban, las dos damas de la mansión lo sabían, pronto habría que volver a la rutina. Dryadalis se recuperaba después de un altercado en su contra, regeneraba lentamente pequeñas fisuras en su cráneo de conejo, no era algo irremediable, pero necesitaría recuperación emocional después de eso.

-Te dije que sería una mala idea, Lord Black Hat me lo advirtió. –Comentó la dama mientras lo inspeccionaba.

-Debía limpiarla.

-Tu siempre debes limpiar todo. –Contestó molesta.

-Odio el baño. –Comentó Demencia entrando en la habitación, se cubría con una toalla.

La chica se sentó frente a su tocador, secaba su cabello vigorosamente con otra toalla, acababa de terminar el fastidioso momento de “el baño”. Aquel último día en el que se hospedarían en la mansión, el pooka tuvo la magnífica idea de asear a la chica, se les había comentado previamente que era un asunto ocasional, algo que debía obligársele a hacer, lo cotidiano sería que el científico se ocupase de ello, pero en su ausencia el espíritu intentó hacerlo, evidentemente con desastrosos resultados.

-Bien dicen que no hay nada más peligroso que un idiota con iniciativa. –Murmuró Belle.

-La escuché. –Respondió ofendido.

La dama se acercó a la joven, tomó un cepillo y comenzó a peinar el cabello que sobresalía de la toalla.

-Jamás lograrás hacerlo, -Habló Demencia- a mi cabello le gusta ser libre.

Belle rio, dejó el cepillo a un lado, se inclinó a abrazarla por la espalda, rodeaba su cuello, ambas se miraban a través del espejo, la dama mostraba una sonrisa amable, la chica le dedicaba una mirada avergonzada.

Los días pasados se dedicaron a estar juntas, incluso mientras la villana se ocupaba de la organización, merendaban juntas, hablaban todo el tiempo, despertaban una al lado de la otra, y, aunque su primer encuentro tuvo gran intensidad, el contacto durante aquellos días se limitó a cariños tenues, tiernos besos ocasionales y un sin fin de miradas cómplices y felices. Demencia dejó de lado cualquier trabajo, se retiró a si misma temporalmente del catálogo, no se alejaría, quería pasar todo el tiempo posible junto a la villana, el nuevo objetivo de su admiración.

-Es cierto y se ve tan lindo así. -Pellizcó su mejilla.

El Alebrije hizo una mueca, alzó las manos y apretó los cachetes de la villana. -Mira quien habla de linduras.

La dama soltó una risilla, su semblante se volvió serio repentinamente. -Está por terminar...

Demencia entendió el mensaje rápido, hizo una mueca de disgusto. -Quiero ir contigo. -Anunció.

-Sabes que me encantaría, pero no es posible.

-Le agradas a Black, quizá si se lo pides acepte. -Sugirió.

-Tienes un contrato, linda, jamás me dejará llevarte conmigo.

-Podrías comprarme.

Belle la miró enternecida. -Me temo que no es tan sencillo, vendré seguido a visitarte, lo prometo. -La mujer se colocó a su lado, depositó un beso en su mejilla- ¿Trato?

Demencia la tomó del mentón y la besó en los labios. Nunca deseó su libertad tanto como en ese momento, siempre fue devota a su trabajo, a Black Hat, pero ahora pensaba en que quizá la felicidad no la tendría jamás en esa ostentosa mansión lúgubre, sencillamente no la tuvo antes, solo la persiguió incansablemente sin llegar a ella, hasta que alguien más se interpuso en el camino, ahora quería pasar sus días junto a ese alguien, incluso servirle de ser necesario.

La chica detuvo el beso, acercó con brusquedad a la villana y la abrazó, la estrechó fuerte. -Trato. -Respondió.

...

-No quiero ser impertinente, pero tiene que levantarse. -Habló Flug molesto.

-Oblígame. -Respondió el demonio.

El doctor se hallaba boca abajo sobre la mullida cama, semidesnudo, atrapado por el villano quien se había colocado sobre él abrazándole, negado a soltarlo.

-Señor, se lo ruego.

-No tenemos que irnos tan pronto, el avión se irá cuando yo lo decida.

- ¿Tan pronto? -Cuestionó extrañado- Hemos estado aquí por una semana, 5.0.5. me está esperando y Lady Belle no puede hacerse cargo de la organización por mucho más tiempo.

-No quiero.

Flug resopló desesperado, Black Hat no quería irse, no lo culpaba; desayunos, comidas y cenas juntos a solas; tardes enteras en la playa; charlas de temas externos al trabajo mientras se acurrucaban en la cama; juegos eróticos y mucho sexo. Aceptaba que los días anteriores fueron una maravilla, no era como si quisiera alejarse de ello, pero tenía presente que lo esperaban en casa, no podía deshacerse de esa sensación de preocupación, debían volver, también por el trabajo, los pedidos personalizados se detuvieron por una semana, el trabajo próximo iba a ser bastante duro, debía convencerlo... u obligarlo.

-Vamos jefe... -Suplicó- las ganancias se irán en picada si no regresamos hoy.

El demonio gruñó, se aferró a él con más fuerza.

-5.0.5. está esperándonos.

Black no respondió.

El doctor se removió debajo de él, con mucha dificultad logró girarse, correspondió el abrazo, admitía sentirse enternecido, el villano a veces era como un niño, acarició su espalda a modo de consuelo.

-Tampoco quisiera dejar todo esto, pero... algún día debemos volver, no tenemos opción. -No podía verlo, el demonio tenía el rostro hundido en el cuello del chico- Podemos pasar el mismo tiempo juntos en la mansión. -Sugirió.

-Solo un día más...

El científico suspiró resignado, solo le quedaba una jugada. -Si no regresamos hoy, no tendremos sexo hasta que termine el trabajo pendiente.

Black se incorporó para mirarlo, arqueó una ceja indignado, gruñó enfadado y se sentó a un lado mirándolo con molestia.

Liberado, el joven se incorporó, no perdió el tiempo, rápidamente arregló sus maletas, al ver la postura desidiosa del villano, también empacó su ropa. Black, más que molesto, se veía acongojado, algo que el doctor no pudo ignorar, se acercó, con un gesto dulce abotonó su camisa, hizo su corbata, reacomodó su sombrero. El demonio sólo se dejaba hacer, no tenía ánimos para negarse.

-Vamos, jefe, no me mire de esa manera, -Pidió- sabe que tengo razón. -Acarició su mejilla- Le prometo que todo será extraordinario aún en casa.

El demonio viró los ojos, se puso de pie y terminó de vestirse. Flug supuso que era un acto de aceptación... O resignación.

...

Un tierno oso de pelaje azul esperaba impaciente en la recepción de una gran mansión, miraba atento por el ventanal, de vez en cuando echaba un vistazo al reloj, se acercaba el momento que esperó por una larga semana. Al fin, una limosina negra aparcó frente a la mansión, la misma que se llevó a su adorado doctor. Las puertas del vehículo se abrieron, ambos villanos bajaron. Ni siquiera fue necesario llamar a la puerta, en cuestión de segundos el científico se hallaba casi asfixiado por un abrazo del experimento.

-Yo también te extrañé, bebé. -Dijo con dificultad.

-Yagh... -Soltó asqueado el demonio- ¿Novedades? -Preguntó.

La dama conejo, de pie a un par de metros de la puerta, hizo una pequeña reverencia, a su lado estaba Demencia con una expresión de disgusto.

-Es un gusto verle, mi lord. -Saludó- Todo transcurrió según lo pensado, no hubo dificultad alguna.

-Me complace saberlo. -Respondió triunfante- Hablaremos en otro momento Lady Belle Mort. -Dijo sin más.

-Le agradecemos su ayuda. -Comentó el doctor librándose del abrazo.

-Ha sido un placer hospedarme aquí.

El villano arqueó una ceja, observaba a la mujer, se le apreciaba ligeramente dispersa, dedicándole una sonrisa a la chica lagartija que ella no correspondía.

Black sonrió malicioso. -Si... Supongo que fue un placer. -Se burló.

La mujer lo miró desconcertada, esa expresión insinuante y burlesca en su rostro le lanzaba un mensaje que no tardó en descifrar.

-Oh por todos los demonios, señor Black Hat, ¿Qué edad cree que tiene? -Dijo molesta y avergonzada.

Black soltó una sonora carcajada ante su reacción, la delataba por completo. La dama simplemente salió por la puerta conservando algo de su dignidad.

Demencia resopló, se giró, y sin decir una sola palabra, se dirigió a su habitación, directo a encerrarse para no ser molestada.

El científico intentaba cargar las maletas de ambos, acostumbraba a levantar objetos pesados constantemente, su buen físico lo ayudaba, sin embargo, en ese momento era demasiado. Repentinamente Black le arrebató las valijas.

-Que débil. -Dijo caminando con ellas hasta la habitación del doctor.

El aludido solo sonrió enternecido y lo siguió. Al llegar a la recámara observaron una imagen poco común que los dejó pasmados por varios segundos.

-Ya no recordaba cómo se veía el piso de este cuarto. -Comentó el demonio.

La habitación estaba reluciente, no había una sola pizca de desorden en ningún lado, algo nada común, ese sitio en particular siempre era un completo caos.

- ¿Cómo?... -Cuestionó un tanto alarmado.

-Quizá algún sirviente de Lady Belle, -Se encogió de hombros- uno muy valiente para atreverse a entrar a tu pocilga, intenta que permanezca así al menos un día. -Soltó las maletas y se encaminó a su oficina.

-Sí señor... -Respondió, pero Black ya se había marchado- Volvemos a la rutina. -Dijo para sí mismo.

Los días transcurrieron, pasaron un par de semanas, efectivamente la rutina volvió, con ello todo el trabajo duro. Demencia trabajaba con dedicación en cada encargo, Black atendía el teléfono todo el día y, por su puesto, Flug se hallaba atareado, totalmente estresado y agotado, trataba de terminar los últimos proyectos del mes mientras editaba el último video de orientación “Los casos perdidos del parque”, en donde finalmente su adorado demonio le había dado el fin merecido a Malum Kranus, la última astilla clavada en su piel desde aquella pésima experiencia en esa fiesta de horror, finalmente estaba… muerto a manos de un honorable subsidiario, un piadoso destino en comparación al de la villana ciempiés.

A pesar del cansancio, el doctor consideraba que su vida estaba en su mejor momento, mucho había cambiado desde el día de su boda, ahora todo tenía más formalidad, amanecer juntos era un gustoso deber, darse tiempo a solas una bella obligación, cuidarse mutuamente era algo completamente inesperado, un instinto protector despertó sorprendentemente en el villano, con todo y aquel orgullo que lo caracterizaba, parecía estar más atento a las necesidades del chico. Flug no se quejaría de los cambios, ni siquiera había pensado en cuestionarlos, prefería conservar la idea de que era un cambio voluntario en pro de su relación.

El joven se levantó de su asiento, estiró su espalda sintiendo como su columna crujía, llevaba varias horas trabajando en ese sitio. Repentinamente un mareo lo atacó, sintió su entorno girar y su cuerpo desestabilizarse, alarmado, dio un par de pasos hasta sostenerse del escritorio, esperó hasta que el malestar pasara. Pensaba en la posibilidad de no estar alimentándose bien, quizá debía comer algo para soportar el resto de la jornada. Se encaminó a la cocina, no pensaba preparar nada engorroso, le bastaba con un bocadillo, para su fortuna, al llegar vio a su preciado experimento cocinando, su pasatiempo preferido.

-5.0.5. –Llamó, el aludido lo saludó de inmediato- ¿Tienes algo para mí?

El experimento asintió contento, le mostró una bandeja de sus famosos panquecitos de miel. Flug no reaccionó con la misma alegría, debía admitir que no eran sus favoritos, demasiado dulces, sin embargo, sonrió y aceptó el postre, sostuvo en sus manos el esponjoso pan, a punto de dar un mordisco percibió el aroma de la miel y detuvo su acción, extrañamente el mareo estaba volviendo, el olor se estaba tornando demasiado desagradable, sintió su estómago revolverse y como lo que sea que tuviera dentro estaba por regresar. El oso azul permaneció confundido mientras veía como el doctor se iba corriendo del lugar. Flug avanzó lo más rápido que pudo hasta llegar al baño más cercano, se apoyó en el retrete y dejó salir el vómito contenido, era un terrible malestar ahora acompañado de una sensación ardorosa en su garganta, se negaba a aceptar estar enfermo, tenía demasiado trabajo para enfermarse, pero esas nauseas no eran normales. Se sentó en el suelo, recargado en el muro se limpió la suciedad de los labios, intentaba retomar fuerzas para buscar un botiquín, no tenía tiempo de acudir a un médico.

-Ugh… que asco, nerd. –Dijo una voz femenina en el umbral.

-Demencia, regresaste. –Contestó sin emoción- Terminaste rápido esta vez. –Se puso de pie.

- ¿Estás embarazado? –Preguntó con inocencia.

Flug permaneció en silencio, tratando de encontrar una respuesta no muy ofensiva a tan estúpida pregunta.

-Demencia, soy un hombre. –Respondió con desgano, le parecía haber estado antes en esa situación con ella.

- ¿Y?

-Aquí vamos… -Dijo para sí- Los hombres no se embarazan. –Explicó.

-Sí que lo hacen.

- ¿Qué?

- ¡Yo lo he visto! Los hombres sí pueden embarazarse. –Contó emocionada.

El doctor se sostuvo el entrecejo. –Diablos… ¿Dónde viste eso?

-En internet. –Respondió con obviedad.

-No quiero detalles… -Suspiró- Demencia, no todo lo que hay en internet es real, los hombres no podemos embarazarnos, no tenemos ovarios o útero… somos diferentes ¿Entiendes?

Antes de que la chica pudiese responder, el científico cubrió su boca tras sentir una arcada, un instante después volvió al retrete a vomitar.

-Si no estás embarazado ¿Por qué vomitas?

-Posiblemente estoy enfermando… -Volvió a recargarse en el muro, la cabeza le daba vueltas.

- ¡Yo sé que puede animarte! –Habló animada. De su bolsillo sacó una pequeña pistola plateada, se trataba de un invento del científico- Algo de otro mundo.

-El rayo interdimensional… -Murmuró- ¡¿De dónde sacaste eso?!

La joven solo se encogió de hombros, se le veía divertida.

-Devuélvelo. –Ordenó molesto.

-Nop.

En su oficina, el demonio hacía cuentas rápidas de los recibos del último mes, revisaba un sinfín de tiras de papel, a su vez, contestaba las llamadas que no dejaban de llegar. Estaba hastiado, aún era temprano y ya sentía que el día había sido muy largo, era suficiente. Colgó el teléfono, dejó los papeles a un lado y caminó a la puerta dispuesto a marcharse de la habitación, necesitaba un respiro, quizá a su amado doctor le gustaría tomarse un descanso con él. Caminó por el pasillo tomándose todo el tiempo del mundo, con tranquilidad, efímera tranquilidad, un alboroto lejano llamó su atención, se detuvo de pronto tratando de ubicar de dónde provenía el barullo, las voces se acercaron hasta que del pasillo de enfrente se aproximaron sus dos subordinados. Flug perseguía tan rápido como podía a la chica lagartija, ella simplemente huía sin hacer mucho esfuerzo, los dos corrieron de un lado a otro ignorando al demonio a tal punto de no notar que corrían a su alrededor. Harto del desorden, Black los detuvo a ambos, tomándolos de la cabeza los alzó y estrelló a uno contra el otro para después soltarlos haciendo que cayeran al suelo de sentón.

- ¡Suficiente! –Gritó colérico- ¿Qué mierda es lo que les pasa ahora?

-Auch… -Se quejó el chico sobándose la frente- Demencia tiene el rayo interdimensional. –Acusó.

-Soplón. –Soltó molesta.

- ¿Soplón? ¡Tú eres una ladrona! –Dijo enojado.

- ¡Eso es cierto! –Respondió la chica.

- ¡Y una fastidiosa!

- ¡También es cierto!

- ¡Y tienes que dejar de ver tantas películas!

-Ni siquiera sabes dónde sale eso.

- ¡Claro que sé! Es de…

- ¡Cállense! –Interrumpió el villano- No me interesa si se matan, solo dejen de hacer tanto maldito ruido, ¡¿No pueden pasar un estúpido día sin provocar un desastre en mi casa?!

Los subordinados se miraron entre sí sin saber que responder.

-El nerd es un llorón. –Soltó Demencia.

-Tú eres una maldita loca.

-Me llamo “Demencia”, imbécil.

El demonio se talló el rostro, desesperado, nuevamente discutían sin parar, eran como niños. Inopinadamente hubo silencio, todo sucedió demasiado rápido, Black no pudo reaccionar a tiempo, la chica había soltado un duro golpe contra el doctor, un puñetazo que, estaba seguro, iba directo a su rostro.

Flug sintió un agüero en el estómago, lo tomaba desprevenido, sin aviso, la joven había frenado la discusión, su expresión se volvió seria y en cuestión de segundos veía su puño aproximarse, el temor era obvio, ella tenía la suficiente fuerza para matarlo si se lo proponía. Para su fortuna, el golpe fue a dar justo por encima de su hombro, junto a su rostro, la mano de la chica se hundió en la pared hasta la muñeca. El ambiente se tensó, la pareja quedó pasmada ante la agresión.

-Que… ¡¿Qué es lo que te ocurre?! –Gritó el científico con una mezcla de miedo y enojo.

- ¡Demencia! –Reprendió el villano.

La villana parecía no estarles prestando atención, su mirada estaba fija en el muro, tenía una expresión de intriga, lentamente retrajo la mano, sus nudillos estaban ligeramente enrojecidos, mantuvo el puño cerrado y su atención en él.

- ¡Lagartija! Habla ya ¡Explícate! –Exigió Black.

Demencia abrió la mano, le mostró la palma al demonio, en ella tenía restos de un metal rojizo con cableado, parecía un pequeño robot hecho trizas.

-Otro microbot. –Comentó el doctor, asombrado- No lo entiendo, yo me deshice de ellos.

Black le arrebató los restos del artefacto a la chica, los examinó. –Para su mala suerte no fue así… -Respondió en un murmullo- Maldito bastardo… -Gruñó molesto.

- ¿Señor?

- ¡Saldré! –Anunció, se dio la vuelta y se marchó dejándolos.

Flug se puso de pie y lo siguió, no entendía nada, pero no lo dejaría irse así.

-Jefe ¿Qué ocurre?

-Nada, -Contestó tajante- volveré en un par de horas.

- ¿De verdad es… nada? –Preguntó apagado, le acongojaba que le guardara secretos a esas alturas del partido.

El villano detuvo su marcha, suspiró resignado. –Nada importante, confía en mí, -Pidió serio- todo estará bien.

El doctor asintió inseguro, algo no se sentía bien, pero confiar era un deber. - ¿Debo solicitarle transporte?

-No, yo conduciré.

Black siguió su marcha hasta la salida dejando al joven doctor angustiado. El demonio pocas veces conducía él mismo hasta su destino, solo en ocasiones especiales en las que necesitaba efectuar sus planes con velocidad. A varios metros de la reja que rodeaba la mansión se encontraba un precioso vehículo, el auto con mejor clase para un villano, se trataba de un Hispano Suiza K6 en color tinto, un automóvil clásico español de principios de los años treinta, una costosa reliquia. Encendió el vehículo y sin preocupación arrancó. A pesar de ir a toda velocidad, sorteando otros automóviles y derrapando en cada vuelta, su precioso auto no tenía un solo rasguño, el demonio era bastante hábil al volante, conducía hacia un destino luminoso, calles llenas de tranquilidad y bondad, un sitio que detestaba. Rápidamente llegó, se detuvo abruptamente frente a un gran inmueble, una mansión blanca en forma de sombrero de copa. Abrió la reja, derribó el gran portón sin esfuerzo alguno, ni siquiera se dio el tiempo de llamar, deseaba acabar con ello lo más rápido posible.

- ¡White! –Gritó- ¡Sal de una vez maldita sabandija! –Chasqueó los dedos, todo el sitio se iluminó- Acabemos con esto.

Una sombra grisácea se aglomeró en el centro de la recepción, poco a poco conformó la silueta de un individuo, un hombre particular de traje y sombrero blanco.

- ¡Blacky Black! –Pronunció con emoción, definiendo su forma por completo- Al fin me has venido a visitar ¿Qué te trae por aquí, mi querido hermanito? –Habló con esa sonrisa condescendiente y rígida que lo caracterizaba.

El demonio negro se acercó amenazante, propinó sin reparo un fuerte golpe en el rostro de su hermano, obligándolo a retroceder. –No finjas, sabes bien cuál es el motivo. –Del bolsillo interno de su saco, sacó el microbot hecho trizas y lo arrojó al demonio blanco- ¡Explícate! –Ordenó- ¿Qué es lo que intentas? ¡Teníamos un acuerdo!

White permaneció sonriente, suspiró tranquilo. –Esa es mi tecnología, sí, -Respondió- pero no comprendo cuál es el problema, no he quebrantado ninguna regla.

-Le diste estos malditos robots a Chienne Malum, le otorgaste un arma en mi contra.

-Difiero, únicamente hice negocios con la dama por un bien común, -Corrigió- mi deber es acabar con el mal que hay en el mundo, apoyo a los héroes claro está, pero no es la única manera de ser un… héroe, yo solo vendo mi mercancía para una buena causa, independientemente de quien sea el comprador.

-Oh… -Black rio- ahora se trata de eso…

El demonio negro se volvió una sombra y se abalanzó contra el héroe, ambos se volvieron figuras no definidas, se entremezclaban y revoloteaban por todo el salón, era un choque de fuerzas. Finalmente volvieron a su sitio, retomaron su forma habitual, jadeaban exhaustos.

-Siempre tan afectuoso. –Soltó White enternecido.

-Dime que es lo que pretendes. –Ordenó nuevamente- Madame Chienne está muerta, ese aparatejo es reciente, invadiste de nuevo mi propiedad por un motivo y vas a decírmelo ahora.

-Sabes bien que esta conversación no va a ir a ningún lado, no puedes amenazarme de todas maneras, sería… perjudicial para ambos.

-No tengo que matarte, -Dijo con arrogancia- solo necesito hacerte mucho daño… y eso no lo voy a resentir yo.

El héroe se cruzó de brazos, caminó lentamente mirando al suelo, aproximándose al villano, se detuvo a un escaso metro y recorrió con la mirada al demonio negro, hasta que algo brillante en el dedo anular de su hermano llamó su atención, una sortija. Abrió los ojos, maravillado, amplió su sonrisa.

- ¿Mis ojos me engañan? –Preguntó entusiasmado- ¡Estás casado!

-Pero que… Ugh… -Gruñó ocultando la joya.

- ¡Sí! ¡Lo estas! –Exclamó y dio un giro- ¿Pero cuando ocurrió esto? ¿Quién es la afortunada?

- ¡Eso a ti no te importa! –Gritó molesto y avergonzado.

-Es Lady Belle ¿Cierto? –Comentó insinuante y lo codeó- Siempre pensé que era una dama excepcional… excepto por su afición por la esclavitud, por supuesto.

- ¿Qué? ¡No!

- ¿No? ¿Entonces quién? –Cuestionó confundido- ¿Y por qué no me invitaste? –Preguntó ofendido.

-Porque eres una vergüenza. –Respondió sin cuidado- Prefiero imaginar que no existes.

White se retrajo ofendido. –Que hiriente. –Hizo un puchero- A madre no le hubiera gustado.

-Lo que madre Capelina hubiera querido me importa una mier… -Enmudeció repentinamente, su semblante se volvió serio- ¿Hubiera? ¿Por qué hablas en tiempo pasado?

El demonio blanco lo miró inexpresivo, después sonrió nervioso.

Black se aproximó con semblante severo, intimidante, deteniéndose a escasos centímetros. -White ¿Qué es lo que has hecho?

-A veces… -Inició, levantó una mano y acarició el rostro del villano- uno puede hacer cosas estúpidas por una buena causa, pero tú no sabes de eso.

-No sé de buenas acciones, pero sé reconocer un acto estúpido injustificado. –Respondió tajante.

-Black, no seas tan duro conmigo. –Se inclinó y se colgó del cuello del villano, acercándose- Esto podría ser beneficioso para ambos.

El demonio negro lo miró atónito, no reaccionó, su hermano solía ser cariñoso importándole poco ser rechazado constantemente por él, pero esa actitud era inusual.

- ¿Por qué no lo piensas? –Sugirió White.

Inesperadamente, y, de hecho, completamente impensable, White acabó con el poco espacio entre ellos, era incomprensible para el villano, estaba siendo besado por su hermano, en los labios, sin justificación alguna. La acción fue breve, el demonio blanco se separó esbozando una sonrisa triunfante e indescifrable para Black. El demonio negro tomó consciencia lentamente de su entorno y la situación, jamás se dio cuenta del instante en el que el héroe había tomado sus manos, mucho menos de cuando fue que colocó algo entre ellas, ahora sostenía un pequeño objeto, no más grande que una mandarina. La curiosidad y el desconcierto lo hicieron verificar descuidadamente de qué se trataba, levantó una de sus manos descubriendo aquello, su rostro permaneció inexpresivo, pero su mirada reflejaba enojo, decepción, impotencia, había perdido la batalla, la visión de su derrota fue breve, aun así, fue capaz de apreciar cada detalle, al separar sus manos una pieza de aquel objeto cayó al suelo, era la cubierta de una caja de madera oscura de forma heptagonal, en su mano permaneció el resto de la pequeña caja de detalles abstractos, figuras extrañas adornaban el objeto en tinta dorada, quizá palabras en alguna lengua muerta que rodeaban a piedras preciosas negras y circulares en cada una de sus caras, en su interior una seda color sangre sostenía a cinco diminutas esferas negras traslúcidas en espacios bien definidos, ahora eran seis. La caja de Pandora fue abierta, pero no liberó a los males del mundo, hambrienta y deseosa, absorbió al demonio negro convirtiéndolo en una pequeña esfera más en su colección, cerrándose hasta que el próximo elegido decidiera abrirla.

White atrapó la pequeña caja antes de que cayera al suelo, suspiró tranquilo, ese había sido un movimiento azaroso, nada era seguro en contra de Black Hat, aquel gran villano jamás caía en una trampa, y en esa ocasión no podía decirse que así fue, simplemente se dedicó a realizar un acto imprudente, insospechado, que tenía alto riesgo de no funcionar y volverse en su contra, solo le había quedado esperar que por cuestión de mala suerte aquella tapa decidiera deslizarse y caer al suelo, afortunadamente así fue.

Se limpió los labios con el pulgar, observó con asco la pequeña gota de saliva. –Sacrificios, sacrificios… -Se dijo. Guardó la caja en su bolsillo, estiró los brazos, poco a poco una energía oscura lo cubrió, su traje se volvió negro, su piel más oscura, se quitó el monóculo revelando una pupila de un azul más intenso y sin brillo, dejó que sus ojos se oscurecieran, ahora era la viva imagen de su hermano- Es una pena que uses el monóculo en el otro ojo, Blacky Black, esto se volverá una molestia para mí. –Comentó colocándose el monóculo en el ojo opuesto al habitual, su visión empeoraría, pero valdría la pena- Ser un gruñón no será fácil, pero es momento de hacer una visita a la mansión Black Hat… vamos a saludar a mi linda nueva esposa.

 


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