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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

¡Hola chicooos! Primero que nada quiero ofrecer una disculpa por el retraso, pero muy torpemente no me di el tiempo de subir antes de salir de vacaciones y terminé atrasándome bastante, pero como prometí aquí van capítulos extra por el retraso, intentaré que no vuelva a suceder.

Como datos importantes y culturales del capítulo quiero mencionar algo sobre “La sonata del diablo” o “El trino del diablo” de Giuseppe Tartini. Según dice la historia de esta preciosa melodía, el creador había soñado que hacía un pacto con el diablo. El diablo sería su sirviente a cambio de su alma, entre sus tantos deseos Tartini lo retó a tocar una melodía romántica en su violín que fuera maravillosa y él compuso con mucha habilidad la tonada perfecta. Según se dice Tartini despertó de la emoción e intentó reproducirla pero fue en vano, la canción ahora conocida no se acerca en belleza a la entonada por el diablo.

Nicolò Paganini llegó a ejecutarla perfectamente.

Quiero mencionar que me fascina la idea de un Black Hat culto, la verdad es que si se supone que él ha vivido muchos años y es un villano poderoso entonces debe haber conocido mucho y ser muy inteligente. Ese es el Black Hat que quiero plasmar aquí.

Para terminar recuerda por favor visitar Cats Dont Draw en Facebook o purr-no-graphic.Tumblr.com para conocer como es la bonita pareja que estoy describiendo aquí.

Sin más que decir disfruta del capítulo.

(Los personajes no me pertenecen, son de la autoría de Alan Ituriel).

Un molesto timbre intermitente comenzó a sonar por toda la habitación, provenía de un pequeño despertador que estaba demasiado lejos del alcance de su mano como para darle un simple golpe para apagarlo y volver a dormir, aquello no era más que  una estrategia para que su cansancio no lo traicionara, pero cada mañana se arrepentía de ello. Sin despertar por completo se sentó en la cama, poco después se levantó con resignación y caminó hasta la cómoda de madera que estaba frente a su nada sencilla cama con pabellón de tul azul para al fin apagar el ruidoso objeto. Los muebles era sin duda la más grande ventaja que tenía vivir en aquella mansión.

Desganado acomodó las sabanas con estampado de aviones y se introdujo en la habitación de al lado. Era un baño completo, de azulejos turquesas, con una tina de porcelana y una regadera. Se miró en el espejo sobre el lavamanos, su rostro sin cubrir mostraba sus profundas ojeras bajo una mirada verde brillante. La noche anterior le llegó como caída del cielo, en cuanto llegó a su habitación y puso su cabeza sobre la almohada quedó completamente dormido, aun así su ausencia de descanso estaba acumulando su cansancio por tantas noches de no dormir. Maldecía su exceso de trabajo.

Se acarició su melena castaña enmarañada que apenas sobrepasaba sus hombros y terminó posando sus dedos sobre una barba corta que cubría ligeramente su barbilla pensando en darse tiempo para recortarla. Pero sobre todo algo importante destacaba sobre su rostro: las marcas en su piel; una larga cicatriz de una cortada profunda que atravesaba por completo su mejilla izquierda hasta el borde de su cara y otra descarada marca que se ocupaba de cubrir casi por completo el lado derecho de su rostro hasta su nariz. Esas cicatrices sin duda habían mejorado, no eran ni la sombra de lo que habían sido en un principio, sin embargo llegó a avergonzarse tanto de su rostro en aquel momento que usar la bolsa con la que decidió ocultarlas se había vuelto más una costumbre que una necesidad.

Dejando de perder el tiempo, se quitó rápidamente el bóxer blanco con dibujos de avionetas en color celeste, la única prenda que decidió dejarse puesta la noche anterior mientras todo su agotamiento lo obligaba a simplemente dejar su ropa en el suelo conforme iba desvistiéndose. Se metió en la ducha, abrió el agua fría y dejó que las gotas de la regadera recorrieran sus anchos hombros, pasaran por su contorneado torso delineando su marcado abdomen, corriendo con libertad por su ingle hasta sus largas piernas, era delgado pero su físico se encontraba totalmente en forma, quizá producto de su actividad física diaria que realizaba al cargar objetos y moverse de un lado a otro por todo su laboratorio cuando construía algo.

Por otro lado, en la cocina se encontraba el enorme oso azul 5.0.5., que aprovechaba la calma que por fin había llegado después de varios días de estrés. Ese día no habría grabaciones ni presión excesiva para su querido científico, eso significaba que podría pasar al menos un momento junto a él. El adorable oso se dedicaba darle la vuelta a los esponjosos hotcakes del Doctor, a su vez cocinaba un omelette para su amargo jefe y al final sacaba sobras frías del refrigerador para que la loca chica pudiera decidir por sí misma que iba a devorar de un bocado esa mañana. Todo al mismo tiempo como cada mañana tranquila en ese hogar, después de todo, las labores domésticas eran su principal misión y él siempre las realizaba contento.

Los pasos firmes del demonio del sombrero se acercaron a la cocina, llegando con su semblante de amargura a sentarse en el largo comedor principal, extendió un periódico y comenzó a leerlo mientras esperaba el desayuno. 5.0.5. llegó casi en el instante poniendo el plato con el omelette frente a él. Black Hat, comenzó a comerlo a trozos sin despegar la vista del periódico. Un sonido leve y seco, como rasguños, trajo consigo a Demencia, quien caminaba por las paredes acercándose a la mesa donde estaba su amado jefe, se escabulló debajo y levantando una mano jaló un recipiente con comida fría y comenzó a comerla bajo el mueble, haciendo sonidos desagradables al tragar, que rápidamente perturbaron la tranquilidad de su jefe.

-Ugh, que asco.- Comentó Black Hat agachándose a mirarla con severidad. – ¡¿No puedes ser menos repugnante?!- Preguntó asqueado. La chica simplemente se encogió de hombros. El demonio, bastante molesto, la jaló de su cabellera verde sacándola de bajo la mesa, sin siquiera inmutarla, ella solo continuó comiendo. – ¡Deja de masticar así!- Ordenó dejándola caer.

En ese instante, el científico entró en la habitación acomodándose la bata, despreocupado y listo para el dulce desayuno que sabía que su oso le tenía preparado, después de cada semana agotadora 5.0.5 siempre le tenía preparado algo especial. Un barullo lo devolvió a la realidad, era su jefe y Demencia discutiendo como siempre o mejor dicho, su jefe discutiendo mientras Demencia lo observaba enamorada. Se detuvo a mirar la escena, era algo rutinario ver a su jefe en las mañanas molesto por los malos modales de la chica lagartija, usualmente Flug solo pasaba de largo y los dejaba hasta que el demonio se cansaba de gritar en vano, pero repentinamente llegó a su cabeza la noche anterior. Aunque diminuto, había sido un momento de confianza, una verdadera conversación entre él y su jefe. Le intrigaba saber si había posibilidad de mejorar su relación laboral con él, si tal vez era capaz de lograr que aquello significara algo, de alguna manera siempre había tenido la esperanza de trabajar tranquilamente y tener la aprobación de su jefe. Esa era una oportunidad que no podía desperdiciar.

-Demencia.- Irrumpió en la discusión captando la atención de ambos. –Creo que hoy debes darte un baño.- Comentó con sencillez.

La chica lo miró sorprendida y de inmediato soltó su comida y se arrastró rápidamente hasta la pared comenzando a caminar por ella hacia la salida, lo miró molesta y le dedicó un gruñido similar al de un gato antes de salir por la puerta. El demonio se quedó pasmado por la acción inusual de su subordinado, lo miró extrañado y sin decir palabra tomo de nuevo su periódico y siguió comiendo.

-Buenos días Jefecito.- Saludó el científico satisfecho y se sentó junto a él recibiendo su esponjoso desayuno en el instante.

-Tienes trabajo, irás a mi oficina.- Ordenó Black Hat tajante.

-Si… Si jefecito.- Contestó el Doctor preguntándose si lo de antes realmente había sido una buena idea.

Pasada la mañana y una vez habiendo ordenado detalles en su laboratorio por el día anterior, Flug se dirigió de nueva cuenta a la oficina de su jefe, siendo temprano y estando más descansado, terminar el trabajo iba a ser pan comido. Dio un toque leve al portón y tras haber recibido la indicación, entró con un aura positiva y se sentó justo donde lo había hecho la noche anterior. De igual manera, su jefe se dedicó a lo suyo ignorando su presencia, revisaba cuentas y papeleo sobre su escritorio.

El científico comenzó a trabajar, la presencia del demonio lo hacía concentrarse mejor, se sentía levemente presionado y de ese modo no perdía tiempo en distracciones, sin embargo hacía falta algo. 5.0.5 acostumbraba a poner todo tipo de música mientras Flug trabajaba, no era algo que él pidiera, pero la costumbre lo hacía necesitarlo ahora. Su ansiedad comenzó a crecer, pero tenía miedo de perturbar el ambiente y molestar a su jefe quien estaba bastante sumergido en su trabajo, se veía concentrado e irritado, y aunque la noche anterior se había vuelto menos terrible por aquella charla, no quería tentar a su suerte.

Mientras tecleaba y editaba trozos de la grabación pensaba en la noche anterior, en lo interesado que se sentía por saber que más podría llegar a conocer del demonio. Una idea loca y peligrosa llegó a su cabeza. Sintiendo un enorme temor pero a su vez gran curiosidad, rebuscó entre las carpetas de su laptop hasta encontrar una lista de reproducción, puso un volumen moderado y dio reproducir a una canción. La música empezó a sonar y la adrenalina a correr por el cuerpo del científico, esto era algo así como un peligroso experimento.

Black Hat despegó la vista de su trabajo, la música había captado su atención de una manera no muy agradable, lo había interrumpido y realmente le estaba molestando. A punto de silenciar agresivamente a su subordinado, el delicado sonar de un violín detuvo su impulso, la melodía era dulce y calmada, la conocía. Flug había dado en el clavo.

-Paganini…- Comentó Black en un susurro. –La sonata del diablo, hacía muchos años que no la escuchaba.- Dijo sorprendido.

Victorioso Flug se relajó, agradeció haber seleccionado esa carpeta. La tonada subía de intensidad y la sonrisa de su jefe parecía extrañamente nostálgica.

-¿Le gusta la música clásica?- Preguntó el de la bolsa buscando comenzar una conversación.

El demonio vaciló un instante, no había pasado desapercibido el aire triunfante que despedía el doctor y por supuesto tampoco era tonto, tenía una ligera idea de lo que planeaba, pero tenía muy en cuenta aquella frase que decía “la curiosidad mató al gato”, si el humano tenía tantas ganas de arriesgar su pellejo por satisfacer su curiosidad le parecía divertido permitirle intentarlo, podría llegar a ser malévolo que el mismo provocara su propio sufrimiento.

-¿Qué si me gusta? Esa canción mal nombrada no hubiese existido sin mí.- Dijo con arrogancia.

Flug se enderezó anonadado, realmente no esperaba eso. -¿Sin usted? ¿Qué tuvo que ver usted con Niccolo Paganini?-.

El demonio rio burlón. -No con él, sino con Tartini. Yo la toqué.- Respondió con simpleza, divertido por acrecentar la curiosidad del chico. –Yo le ofrecí aquel trato a cambio de su alma y él me retó a tocar la melodía. Por ello considero que es un pésimo nombre-.

-Vaya…- Dijo Flug en un suspiro. –Jamás en toda mi vida habría pensado que una de las más bellas melodías creadas en el mundo sería obra suya.- Comentó distraído desatando una expresión de indignación por parte del demonio. Al darse cuenta intentó retractarse. –Y…Yo no quise decir eso, es decir, esa es una melodía romántica y bueno…- Titubeó mientras veía como su jefe caminaba tranquilamente hacia una gran cajonera de madera en un costado de la habitación, de la cual sacó una caja alargada y vieja. – ¡Por favor perdóneme!- Suplicó asustado.

-La elegancia y la seducción pueden ser grandes armas en un acto malévolo, Dr. Flug.- Pronunció serio. Abrió una caja y sacó un hermoso violín de madera oscura, tenía unos pequeños garigoles plateados grabados en sus bordes y unas cuerdas un tanto particulares. Sacó el arco, se posicionó con gran porte y comenzó a tocar la melodía.

Un semblante de sorpresa y admiración nació rápidamente en Flug, era algo que realmente no se esperaba. Tonos agudos y suaves se desprendían gloriosamente del instrumento, le robaban el aliento, le estremecían. El demonio tocaba con tal gracia que al científico le parecía increíble estar tratando con el verdadero Black Hat, si la historia del compositor era cierta, su jefe tenía que tener una idea clara y verdadera de lo que era el amor, un sentimiento supuestamente detestado por él, aunque la melodía no lo reflejaba así. Inconscientemente el científico bajó sus enormes goggles oscuros hasta dejarlos colgados en su cuello y se sacó la bolsa de papel de la cabeza. Sus preciosos ojos verdes conectaron de inmediato con la mirada seria del demonio. En tan solo dos días el científico fue capaz de descubrir una gran profundidad en Black Hat que jamás hubiera imaginado ni siquiera buscar. La música aceleró su ritmo dejando sumergido al Doctor, y Black Hat no perdió la perfecta concentración en su delicado toque. Sin embargo la melodía se detuvo de manera abrupta y una risa burlona sacó a Flug de su trance.

-Esa es precisamente la manera en que este tipo de armas funcionan con los humanos, es fácil hacerlos bajar la guardia.-  Dijo soberbio. Dejó el instrumento en su caja y caminó de vuelta a su escritorio.

-Eso fue magnífico.- Respondió el chico en un suspiro.

-Los halagos no lo salvarán de terminar su labor, doctor.- Comentó Black volviendo a mirar sus hojas, al hablarle con aquel fingido respeto lo estaba devolviendo a su realidad. Era una táctica que utilizaba el demonio para zafarse del contacto personal con sus empleados.

El doctor captó la indirecta y volvió a colocarse la bolsa de papel en el rostro junto a sus goggles. Aparentemente este tipo de contactos no eran imposibles pero duraban poco, su jefe tenía una muy buena manera de dejarlo sin palabras y así conseguía detener esos sucesos. No tenía la menor idea de si lo hacía a propósito, pero estaba comenzando a proponerse lograr acercarse a un más a él, contrarrestar sus métodos, empezaba a volverse un reto personal ver que tan lejos podría llegar. Ese día había tenido un gran avance en un momento breve, era probable que si seguía con aquel ritmo podía lograr algo más grande. Quizá era su amor por la ciencia lo que lo llevaba a esto, pero sin duda ese podría llegar a ser su más interesante experimento.

 

Notas finales:

Espero te haya gustado, deja tus comentarios :)


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