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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

Hola hola, corazones.


Aquí estamos de vuelta con el capítulo prometido, la segunda parte de nuestro invierno.


Caí en la cuenta de otra cosita… yo no sé de dónde he sacado que en 50 capítulos iba a poder terminar esto jaja creo que cada vez se extiende más, en especial cuando debo hacer capítulos que son previos a las situaciones importantes, así que veamos hasta donde llega esto.


Hablando de eso, en exactamente una semana se cumple un año de este fanfic ¡YEEEEIII! Siii ¡Un año! Este fanfic fue publicado por primera vez en Amor Yaoi, el 11 de Marzo del 2018, posteriormente lo subí a AO3 para llegar finalmente a Wattpad, la historia ha sido muy bien recibida por personas hermosas, comentada en diferente cantidad en cada plataforma, pero creo que ha sido apreciada lo suficiente. Espero poder subir nuevo capítulo el próximo lunes y agregar algo especial para celebrar este bonito acontecimiento… Un año desde que decidí retomar el hábito de escribir fanfics después de… ¿8 años? No lo recuerdo.


Dato curiosito del capítulo: Little Jack es la supuesta serpiente mascota de Black Hat que nadie ha visto, es mencionada en el video más reciente de Villanos (jaja siempre me hace mal pensar…)


Ahora… un tema de suma importancia.


ABORTO: Sí, estoy a punto de tocar este tema tan polémico. El motivo por el que decidí hablar de esto es que en un párrafo en particular (en Wattpad) hubo una pequeña chispa por este tema, afortunadamente no llegó a un problema significativo. SOY PRO ABORTO, sí, ya lo dije, estoy a favor de la libre decisión de la mujer sobre su cuerpo, soy feminista liberal y eso nada ni nadie lo va a cambiar. La cuestión es esta… esto es un fanfic, no puedo venir a querer cambiar las ideas de absolutamente nadie, ni generar controversia en un fandom tan pacífico como es el de Villanos, no estaría bien y no ha sido nunca mi intención hacerlo. Una personita muy madura dijo por ahí algo muy real “Disfrutemos del drama ficticio, es solo una historia”, lo más acertado que leí entre los comentarios.


Con el fin de no generar un conflicto he decidido algo, voy a explicarles algo y a hacer una promesa. En la historia no se ha hablado ni se hablará de nada que tenga que ver con la vida o no vida de lo que se está gestando en el vientre de Flug, se ha hablado únicamente de motivos de salud, de hecho, la problemática principal girará en torno a la salud de nuestro doctor y al amor tóxico de Black Hat por su inmortalidad, nada se relacionará a un asunto moral, ético o religioso (mucho menos religioso) que hable sobre si estaría bien o mal que el doctor abortara por el “bebé”, eso cada quien lo va pensar por sí mismo y únicamente a pensar, no externar en este fanfic porque estoy dispuesta a borrar comentarios relacionados únicamente para evitar discusiones. Cada quien es absolutamente libre de pensar lo que quiera sobre el tema y lo respetaré, pero por favor no provoquen un problema innecesario. De hecho, he decidido no volver a poner la palabra “Aborto”, creo que es algo fuerte para las circunstancias actuales en muchos países, lo vamos a llamar sencillamente “interrupción” y no se ligará a nada que no sean los motivos personales de los personajes. Ni siquiera White Hat que está tan emocionado con tener un sobrino lo he hecho mostrar estar a favor o en contra del aborto como tal, solo ha mencionado su deseo por dejar que el ciclo de la vida continúe.


(Para mí se valdrían chistes, la verdad tengo un humor muy pesado jaja con que no arda Troya todo bien, de hecho, no prohíbo hablar del tema, lo único que no quiero es que se entre en debate, ¿Vale?)


Habiendo dicho esto, creo que podemos continuar sin generar conflictos reales en el resto de la historia.


Ahora sí, ya no los entretengo, disfruten del capítulo <3


Concierto N°. 4 en fa menor L'inverno (El Invierno)


   I. Allegro non molto.


   II. Largo.

Seis de la mañana, la hora de siempre, la rutina de siempre. Adoraba ser impecable en todo lo que hacía, tan disciplinado como un soldado en los aspectos de su rutina diaria; aseado, vestido y preparado siempre a la misma hora, solo para trabajar.


El doctor Slug se dirigió a su laboratorio dispuesto a iniciar su día. La agitada noche, las pocas horas de sueño que llevaba encima por la curiosa visita, no fueron un impedimento para que él continuara su vida laboral tranquila y normalmente.


Atornillaba, armaba minuciosamente un nuevo gran invento, tan solo un prototipo que seguramente sería muy exitoso, un invento que le regalaría una auténtica sonrisa de aprobación de parte del demonio blanco… una sonrisa de dientes afilados, tétricos, pero adornados con una mirada dulce y un par de ojos azules como la nieve de un glaciar. Era una circunstancia inconscientemente buscada, cada nuevo invento que presentaba le otorgaba una jugosa remuneración y un toque extra, una pisca de sinceridad que afloraba en su jefe de entre un frondoso bosque de mentiras y condescendencia.


El héroe era peculiar, mostraba siempre una cara amable, pero de algún modo su cinismo llegaba a resultarle al científico más auténtico que una sonrisa o palabras de aliento de su parte, el único gesto dulce que realmente consideraba real era cuando hacía bien su trabajo, y era lo más satisfactorio de su día por motivos que le molestaban inmensamente.


Todo aquello lo llevaba a recordar cierta charla y esa pregunta tan incómoda… ¿Qué pasaría si White Hat fuese diferente? Más… honesto. No lograba recordar la cantidad de ocasiones en las que había sido acosado por el demonio, en las que él le insinuaba o mencionaba algo directamente, sucedía tan seguido que se volvió sin querer, una costumbre. La primera vez que ocurrió fue en cuanto pisó esa mansión, posterior a haber acabado el bachillerato, el secreto a voces de un adinerado y poderoso héroe que buscaba un científico habilidoso llegó a sus oídos, su codicia lo llevó a buscar el empleo, siendo satisfactorio saber que se encontraría tan lejos de la arrogancia de Black Hat como para no tener que escucharlo ni un segundo más, pero tan cerca como para no perderle la pista y jamás colocarse en la mira de sus planes. Bastó una genuina sonrisa seguida de una mirada lasciva por parte de White Hat en cuanto se despojó de la bolsa en su cabeza, para saber que le esperarían días entremezclados de satisfacción y desesperación, rápidamente el héroe llegó a gustarle, ese porte, esa gracia, esa galante actitud y amplio conocimiento lo cautivaron en el instante, bastó una charla para que evidentemente ambos se atrajesen mutuamente, lamentablemente su dulzura era compartida. Pasado el tiempo viviendo bajo su techo, fue testigo de que su coqueteo no era exclusivo para él, un sinfín de damas y caballeros salían de su hogar llenos de mimos y halagos, en especial cierta mujer, Harmonie de Paix; famosa heroína francesa, rubia, de piel de porcelana, vestida siempre de flapper y gozosa de una cautivadora actitud. Tan solo verla salir de la oficina de su jefe, cubierta de mordiscos y con las piernas tan temblorosas que apenas podía sostenerse, fueron suficiente prueba de que el ensombrerado tenía una favorita y él quedaba en segundo plano. Se prometió a sí mismo jamás volverlo a tomar en serio, convirtió el ambiente entre ellos en un extraño juego de ping pong, en donde la pelota iba cubierta de halagos y regresaba bañada en rechazo. La respuesta era clara, si White Hat hubiese sido honesto desde un principio, quizá leal, ahora se encontrarían en la misma compleja situación que su ex compañero de bachillerato y su jefe… incluso más dispuestos a ser felices.


Observó vagamente a su costado, ahí, en el fondo de la gran habitación, había una cápsula metálica que resguardaba todas las muestras obtenidas de su jefe en aquella tarde de celo, aquel día que estuvo por hacerlo flaquear y ceder por completo a los encantos del ensombrerado blanco.


Llegó jadeante, sediento, rogando a sus pies que le concediera la atención que requería para “remediar” el problema entre sus piernas, logró hacerlo vacilar entre el querer y el deber, terminó haciéndolo en el nombre de su ciencia… pero sin saber realmente si había otro motivo. El héroe se removía en su sitio, salivaba, jadeaba, su cuerpo estaba cálido y vibrante, no perdió el tiempo, ante la respuesta positiva del doctor se deshizo de algunas prendas, tomó las manos del joven en un tacto suave llevándolas hasta su falo erecto, advirtiéndolo de las espículas, mirando con fiereza esa expresión nerviosa y avergonzada en él. Slug podía sentir como la vergüenza se lo comía vivo, su primera vez en un contacto de ese tipo, se mordía el labio inferior al admirar ese imponente miembro, tan diferente, tan grande, se humedecía con un simple rose de sus dedos, no fue difícil obtener la humedad suficiente como para que sus manos resbalaran fluidamente por toda la extensión, se rasguñaba inevitablemente con aquellas púas, sintiendo de apoco el ligero adormecimiento que el veneno provocaba. Dejó de soportarlo rápido, el calor del momento hizo que su entrepierna se ajustara, siquiera escuchar los roncos jadeos de White lo excitaba enormemente, parecía que el demonio se contenía bastante, en ese momento llegó a desear que no lo hiciese más. El hambre de tener un contacto más cercano lo llevó a probar literalmente otros horizontes, para sorpresa de héroe, Slug comenzó a lamer su miembro, acciones tímidas, pequeños lengüeteos sobre la chorreante punta, lejos de donde pudiese lastimarse, el sabor era amargo, prefería las cosas de gusto más dulce, pero no dejó de ser agradable, cada succión en la punta ligeramente enrojecida le hacía estremecerse junto al demonio, los jadeos del ensombrerado se volvieron más ruidosos. Lentamente el héroe acarició su cabello castaño, echó la cabeza hacia atrás y se dedicó a disfrutar del sexo oral que se le ofrecía tan gustosamente.


Slug se hastiaba con el paso de los minutos, temblaba de ganas de montarse sobre el ensombrerado y dejarle hacer y deshacer cuanto quisiese… pero se odiaba por eso, no quería ceder, convertirse en un número más, uno de tantos que cayeron en sus garras dejándose llevar por el deseo, en cambio, obligó al demonio a sentarse, se montó sobre sus piernas, dejó libre su propia erección, tragándose la vergüenza y advirtiéndole al héroe que solo era por darse gusto a sí mismo y que jamás volvería a repetirse. Así fue como terminó masturbando a ambos, ocupando por completo sus dos manos, gimiendo al mismo tiempo, intercambiando el aliento por la íntima cercanía, recibiendo una mirada lasciva y desatando un sentimiento ávido por él… sentimiento que no llegó a consumarse, incluso cuando todo llegó a su final y nació en ambos el auténtico deseo de probar los labios ajenos, el doctor puso un alto definitivo haciendo hincapié en que todo fue en el nombre de la ciencia.


Se talló el rostro, frustrado, los recuerdos lo abochornaban, incluso el efecto volvía, sus pantalones se ajustaban de nuevo, debía olvidarse del tema o pronto debería calmar el problema manualmente.


- ¿Y también se te paró en el nombre de la ciencia, Slug? –Se preguntó a sí mismo, sarcástico.


Respiró profundo, intentaba pensar en sus ocupaciones del día, pronto debería desayunar y eso no ayudaba nada, para colmo el demonio blanco era quien diariamente le llevaba el desayuno, cocinaba fantástico, se aprovechaba de ello para consentirlo.


Tres pequeños toques a la puerta anunciaron su llegada, como siempre, entraría sin autorización para dejar un gran plato de porcelana atiborrado de comida.


-Buen día, Slugy Baby. –Saludó con entusiasmo- ¿Cómo se encuentra mi chocolatito amargo el día de hoy? –Gritó.


El científico gruñó, avergonzado, detestaba los sobrenombres, odiaba ese entusiasmo, aborrecía ese cariño. - ¡Que no me llames así! –Gritó molesto.


White rio levemente, en realidad lo hacía intencionalmente, le gustaba ver su rostro enrojecido, ese puchero que hacía con sus labios cuando se molestaba, tan lindo que no podía resistirlo. Dejó la bandeja en una mesa, se acercó calmadamente, acarició suavemente su mejilla y después la presionó. –Pero si eres mi Slugy Baby.


Slug lo alejó molesto, gritándole, la pesada rutina de todos los días. Repentinamente quedó en silencio, observándolo, pensando en lo que lo agobiaba desde temprano, preguntándose si siempre sería de esa manera, cuestionándose si pasaría el resto de su vida… o el tiempo que le quedase en esa mansión, participando en ese juego de ping pong, ninguno parecía cansarse, la rutina permanecía… quizá en algún momento uno se hastiaría de jugar.


-Si fueses diferente… -Susurró con seriedad.


- ¿Disculpa? –Preguntó confundido.


-Nada. –Contestó tajante- Solo déjame tranquilo.



Las garras negras y afiladas del demonio rascaban incesantemente la mesa del comedor, ansiosas, coléricas, sin expresar un motivo real, solo actuaba por instinto. Respiraba pesado, trataba con todas sus fuerzas de mantener la forma común de su cuerpo, de retener la saliva en su boca que buscaba la manera de salir durante sus rasposos jadeos, su cuerpo vibraba con furor, hervía, deseaba una explicación por parte de los dos individuos presentes.


El doctor sentado a su costado observaba la mesa fijamente, los nervios le indicaban que debía permanecer quieto, no hacer un movimiento en falso o no dar un comentario no solicitado. Podía ver de reojo a la joven de cabellos bicolor frente a él, hacer exactamente lo mismo, aparentando toda la calma que su pánico le permitía. Ninguno tenía certeza de lo que ocurría o estaba por ocurrir.


Por la mañana el científico despertó en su habitación, encontrándose solo, percatándose rápido de lo avanzado del día y lo tarde que era para él, nadie lo había despertado, de hecho, nada ni nadie, parecía haber absoluto silencio en la mansión. Se aseó y vistió lo más rápido que pudo, fue directo a la cocina, pensaba que allí encontraría aquella escena amable de todos los días, una que le ayudara a olvidar sus problemas temporalmente, un desayuno servido y la persona que amaba a la cabeza de la mesa, leyendo el periódico, bebiendo café. Muy a su pesar, solo se topó con una tortuosa situación de la que no podría escapar fácilmente. Al final de la mesa, se hallaba el demonio de sombrero negro y la joven villana, en silencio, esperándolo. Aunque Demencia tomó asiento mucho antes que él, parecía tener el mismo conocimiento del problema: nada.


Ahora castañeaba los dientes, lleno de miedo, esperaba la sentencia, lo más probable o más lógico era que se tratara de la pequeña huida de la noche anterior, de alguna manera el villano debió de enterarse de lo sucedido, de su destino, de ser así no le esperaba nada bueno a ninguno, era su culpa.


-Señor… -Se atrevió, cansado del silencio- ¿Qué... es lo que ocurre?


Black levantó el brazo y estrelló el puño en la mesa. - ¡Esto es lo que ocurre! –Gritó, abrió la mano dejando sobre la mesa una hoja arrugada.


Ambos jóvenes se miraron confusos, observaron la pelota de papel por varios segundos, hasta que la chica se atrevió a tomarla, la abrió dudosa observando al fin lo que los llevaría a la horca.


-Esto… -Soltó angustiada, miró a Flug, giró el trozo de papel desatando en él la misma expresión.


Abruptamente, Black Hat se levantó de su silla, tomó a la chica por el cuello levantándola en el acto, empujándola hasta el muro más cercano y, finalmente, azotándola con brusquedad, la miró fijo, con un rostro inundado de rabia. La chica no cabía en su confusión, no entendía del todo el motivo de ser atacada, solo se dedicó a sostener el brazo del demonio en un intento por no ser ahorcada.


El científico miraba la escena desconcertado, asustado, preocupado por ella, se puso de pie, pero no sabía qué hacer, buscaba una salida… o al menos un motivo por el cual estaba ocurriendo todo aquello.


-Ahora mismo… -Inició Black, en un susurro, muy cerca de su rostro sudoroso y tembloroso- me dirás quién fue el imbécil que te hizo esto…


- ¿Q…Qué? –Soltó con dificultad.


El doctor abrió los ojos, estupefacto, ahora lo entendía, era todo un terrible error que marcaba a la joven como la culpable, la obvia culpable ante los ojos de su jefe, ante su lógica.


El villano volvió a estrellarla contra el muro. –Te dije… ¡Que vas a decirme quien es el cabrón que te dejó embarazada!


-Señor… -Llamó el doctor, esperanzado en que la soltara.


-No sé de qué me hablas… -Contestó la chica entre sollozos.


Black la soltó, haciéndola caer, permitiendo que recuperara un poco el aliento. Tomó la hoja de papel del suelo, la puso frente a su rostro. –Hablo de esta porquería… Explícate antes de que yo mismo te lo arranque de las entrañas.


-Señor, se equivoca. –Comentó Flug, estaba asustado, tenía que sacarla de ese malentendido, aunque eso significara…


- ¡¿Me equivoco?! –Se acercó amenazante, cambió su gesto en cada paso, ahora sonreía maliciosamente- Claro… me equivoco, el doctor que tomó el ultrasonido me lo va a explicar ahora.


Flug debía pensar claro, escoger sus palabras para no empeorar la tormenta que se había desatado, pero el miedo lo tenía cautivo. Lamentablemente había llegado el momento, momento no deseado, más rápido de lo que hubiese esperado, tener que sincerarse y explicar todo bajo esas circunstancias no es lo que hubiera querido para una notica así… en realidad ni siquiera era un tema que tuviera pensado hablar, ya había decidido ocultarlo tanto como pudiera, pero ahora no tenía escapatoria, era hablarlo o dejar que Demencia pagara las consecuencias por él, tratar de decirle al demonio que esa ecografía no era nada, sería la mayor estupidez, no podía engañarlo de esa manera.


-Es mío. –Soltó imprudentemente.


Demencia se talló el rostro, exasperada por lo terrible de ese comentario, lo increíblemente fácil que podía prestarse a malos entendidos.


Black modificó su gesto por completo, la dureza en su expresión desapareció, mostraba ahora una mirada de desconcierto, un ligero, casi imperceptible brillo de tristeza. - ¿Tú…?


-No, espere… -Se retractó, notando al fin el mensaje que el villano captó en realidad- no quise decir…


- ¿Tú lo hiciste?


-No, por favor escuche… -Continuó con apuro.


Retomó su expresión colérica, sintiéndose traicionado, en realidad sentirse furioso era lo único factible para él en ese momento, no podía procesar la información lo suficientemente rápido, era imposible. Su doctor, su amado joven de mirada verde… lo había engañado… nunca estuvo listo para una relación, simplemente sucedió, mucho menos lo estaría para repararla o, en su defecto, terminarla. Se acercó con decisión, cerrando con fuerza los puños.


-Señor, es un error, de verdad, yo… -Un duro golpe, terrible y certero, fue plantado en su mejilla, no pudo mantener el equilibrio, cayó al suelo con dureza. Se acarició el rostro, sin moverse, permaneció por varios segundos en ese lugar, su cara estaba caliente, hormigueaba y dolía.


El demonio no apaciguó su enojo con tan solo un golpe, sin pensarlo, se abalanzó sobre él y repitió la acción… dos… tres… cuatro veces más… sin intención de matarlo, solo quería que le doliera tanto como a él en ese instante.


Demencia apreciaba la escena estupefacta, aterrorizada, en cualquier otra ocasión habría parecido divertido, pero ya no lo era, de hecho, era angustiante. Se levantó de su lugar velozmente, sostuvo el brazo del demonio en un afán de impedir que continuara. –Black Hat ¡Detente ya! ¿Qué estás haciendo?


Flug trataba de quitárselo de encima mientras se cubría lo que podía. Todo era alarmante, su situación, la furia de su jefe, el riesgo que Demencia corría en ese momento, ni siquiera sabía dónde estaba su experimento, aquello no terminaría bien de ninguna manera.


- ¡No me toques, maldita lagartija! –Gritó con voz distorsionada.


- ¡Es… suyo! –Confesó Flug en medio del escándalo, pero no fue tomado en cuenta- ¡El bebé es de usted! –Volvió a gritar.


- ¿Qué dices? –Interrogó confundido frenando el forcejeo


-El bebé… es de usted. –Repitió con dificultad, la saliva le sabía a metal, probablemente su rostro se veía peor de lo que se sentía.


El demonio permaneció mudo, parecía no poder entender lo que ahora le decían, era como si tocaran un tema completamente ajeno a él. Logró zafarse del agarre de la joven, se sostuvo el entrecejo. - ¿De qué mierda estás hablando ahora?


Demencia gruñó. -Que el bebé es tuyo, grandísimo pedazo de…


Black Hat se incorporó, enfrentando a la chica, retándola a continuar. –El bebé es tuyo, es de Flug, es mío… -Enlistó- hablen claro ahora…


- ¡La ecografía es mía! –Soltó exasperado- El bebé es nuestro, yo soy quien está embarazado.


Sacudió la cabeza, ofuscado, se talló el rostro, dio varios pasos alrededor de la habitación, frustrado, sorprendido por lo ridículo de la situación, por las absurdas palabras que llegaban a sus oídos. –De todas las idioteces… esta es la más grande.


-No es ninguna idiotez… usted mismo lo ha visto, vio la ecografía.


- ¡Flug! Por todos los demonios, ya te he dicho que no es posible, -Dijo enojado- no puedes estar embarazado ¡Eres un maldito hombre!


El doctor se incorporó con dificultad. –Es posible ¡Está sucediendo! Tengo muchos métodos para comprobarlo.


No comprendía el giro de acontecimientos, de pensar en una traición, ahora le aseveraban que sería padre, repentinamente todo iba en contra de la lógica y la naturaleza, hablándolo con tal certeza que realmente comenzaba a creerlo. Creía ya haber dejado claro lo lejano a la realidad que podría ser aquello, no le encontraba sentido a tratar de engañarlo con un tema de ese calibre.


-Yo tampoco lo creía al principio ¿De acuerdo? –Continuó el científico- Tuve síntomas, pensé estar enfermo… pero el tiempo concordaba, White Hat pudo darme señales que me hicieron dudar y finalmente tuve pruebas, no tengo motivo para mentirle.


- ¿Cómo…? –Cuestionó.


-Como todo lo que eres capaz de hacer. –Interrumpió Demencia- Tú mismo deberías saberlo, es tu maldito cuerpo. -Continuó con obviedad.


-Es similar a un parásito… -Inició Flug, buscaba los términos más simples- cuando alguien como usted está en celo lo libera y toma el cuerpo del contrario como una incubadora… aparentemente no importa de quien se trate, buscará como subsistir.


El demonio inhaló profundo, un collage de emociones lo invadían, ¿Qué creer? ¿Qué pensar? ¿Qué sentir?... No tenía idea, ahora iba a ser padre… padre de un parásito que crecía dentro de un humano, un hombre, más absurdo no podría sonar aquello, pero tomando en cuenta las palabras de la villana, podría ser verdad, odiaba admitirlo, pero pudo haber errado en sus suposiciones. De todas sus sensaciones, un solo sentimiento pudo instalarse, cruda desesperación. Si todo aquello era verdad, si había embarazado a su querido doctor, solo podía significar una cosa: Su inmortalidad estaba en riesgo.


- ¿Por qué lo permitiste? –Susurró.


Flug parpadeó incrédulo. –Espere… ¿Me está culpando?


- ¡¿Por qué lo permitiste?! –Gritó colérico.


- ¡No! ¡Alto! No puede estar culpándome por esto. –Contestó molesto.


-La maldita criatura que llevas en el vientre va acabar conmigo… ¡¿Cómo pudiste dejar que esto ocurriera?!


- ¿Yo? ¿Permitirlo? ¡Usted me implantó un parásito! No puede estar hablando en serio.


- ¡Yo no quería esto!


-Debió pensarlo antes de dejar que Little Jack me inyectara su veneno aquel día. –Soltó con una ligera risa irónica, no creía lo que sus oídos escuchaban, estaba siendo culpado, tachado de responsable por un embarazo que jamás pasó por su mente, que no creía posible y que ponía en riesgo su vida en muchos sentidos.


El demonio se acercó y lo tomó del cuello de la camisa con brusquedad, furioso y avergonzado por sus palabras. –Vas a remediarlo ¡Vas a terminar con esto ahora!


El doctor no se dejó intimidar. –No puedo. –Respondió con firmeza- Lo intenté, -Levantó su camisa mostrando el pequeño corte en su vientre- mi salud es una mierda porque cierto demonio me hace trabajar como un burro todos los días, -Confesó, ahora con toda la intención de hacerle molestar, se sentía ofendido por las acusaciones- si intento sacarlo voy a morir en el intento… a menos que eso sea lo que usted quiere.


- ¡Vas a sacarlo o lo haré yo mismo! –Amenazó rechinando los dientes, rabioso.


- ¡Maldición! ¡No puedo! No estoy bien de salud, si lo hago voy a morir desangrado ¡¿Es eso lo que quiere?!


Black gruñó como un animal, mostró fieramente sus dientes. –Vas a terminar con esto. –Pronunció lentamente, con firmeza, lo soltó y caminó hasta la puerta- No me interesa si mueres en el intento ¡Acabarás con esa maldita desgracia cueste lo que te cueste! –Gritó y finalmente salió del lugar.


Ambos jóvenes permanecieron en su sitio, con el miedo y la incertidumbre aflorando aún en sus entrañas, buscaban normalizar sus latidos, su respiración, calmar sus nervios. Aquella fue sin duda una situación de muerte, una discusión llena de malos entendidos y palabras hirientes que había dejado una enorme huella en su historia, las palabras no podían retornar, todo cambiaría a partir de ahora. Flug lo lamentaba, por el demonio, por ambos, su poco interés le había hecho un hueco muy profundo en el corazón, le ayudaba a abrir los ojos a una triste realidad: Al demonio no le importaba en realidad si moría, lo que fuese de él le daba igual, siempre y cuando mantuviera su preciada inmortalidad.


Se acarició el rostro terriblemente lastimado, de su labio y nariz goteaban sangre, ni siquiera vio una pizca de lamento en su pareja por aquella acción, golpearlo fue una acción más en su día, nada de qué preocuparse para él. Parecía haber olvidado todo lo que habían construido, como si hubiesen presionado algún botón de reinicio. Sentía un nudo en la garganta, pese a ello dudaba si realmente debía dedicarle algunas lágrimas o recoger la poca dignidad que tenía y no volver a sollozar por alguien a quien no le importaba, si volvía a llorar, sería solo por él mismo.


-Habló con el orgullo. –Tranquilizó Demencia, estaba apenada, angustiada por todo, lograba empatizar con el científico y percibir lo duro que fue todo eso para él, ella tampoco esperaba tal muestra de egoísmo, no a esas alturas.


-Lo sé… pero se suponía que ya ninguno haría algo como esto… -Respondió cabizbajo- se suponía que todo era diferente ahora…


-Fuiste imprudente, estás muy lastimado.


-Estoy bien. –Respondió con firmeza, retomando la compostura- De hecho, estaré mejor, voy a acabar con esto… por mí.



Hundido en un abismo de desesperación, aún más sumergido, trataba de salir a flote, era como estar en un profundo pozo recubierto de moho, resbalosa lama que no lo dejaba llegar a la superficie, a un pensamiento más esclarecido, maduro. Intentaba deshacerse de los trozos desparramados de la nueva noticia que había llegado de forma tan precipitada que se estrelló en su rostro, salpicando su orgullo, reavivando sus temores, los cuales eran pocos, pero existían, después de todo estaba vivo, estarlo era sentir incluso el miedo. El ensombrerado entró a su habitación hecho una furia, su sangre hervía más que antes ¿Cómo pudo ser tan descuidado? Su propio orgullo estaba herido de saber que había metido la pata de esa manera tan monumental, aún no acababa de asimilarlo, era demasiado repentino. Su pareja estaba embarazada y él no lo quería así, no podía aceptar algo como eso. Lejos de estar listo o no, de su preparación física, moral, mental, económica… pesaba demasiado la idea de que su reinado estaría llegando a su fin oficialmente, para alguien inmortal como él los años pasaban en un parpadeo, las décadas que le restarían de vida se acabarían tan rápido como un suspiro.


Se sentó en su cama, a un instante de marcar un número en el teléfono y hablar con aquella mujer que solía aconsejarle tan bien como una amiga, pero se retractó de inmediato, tan solo sostuvo el teléfono en su mano, escuchando aquel tono perpetuo y agudo, estrechando el objeto de tal forma que por un instante creyó que lo haría pedazos, no quería tener que charlar con su conciencia y escuchar lentamente todo lo que había arruinado instantes atrás, no era ignorante, tenía presente lo que hizo, un acto que rasgaba lentamente su podrida alma. Golpeó a su doncel, lo hizo pedazos física y emocionalmente sin piedad, le declaró lo poco que le importaba… aunque no fuese verdad.


El científico tenía un punto demasiado importante, mencionaba la posibilidad de marcar inevitablemente su final al deshacerse de lo que crecía en su vientre, eso solo dejaba claro que por el momento era decidir entre el final de uno o el de ambos. Él mismo se había hablado de no sentirse capaz de perder al joven, ya le había dejado claro a su corazón que de morir Flug, moriría con él… ¿Qué tan sincero había sido consigo mismo? No estaba seguro de querer averiguarlo.


Dejando de lado un instante su inmortalidad, pasaba por su mente el proceso de crianza, la sencilla idea de volverse padre, ¿Sería un hijo suyo tan digno como para continuar con su reinado? Tendría que hacer de él un villano hecho y derecho, tendría que ofrecerle demasiado, tendría que preocuparse por ello… no tenía tiempo, no estaba listo para dejar sus dominios, para ablandarse… para ser padre de una familia amorosa, ser feliz a lado de un lindo novio y un adorable hijo ¿Qué clase de vida era esa para un villano como él? Ideas absurdas de mortales, deseos vanos para obtener felicidad, un número en la lista de las cosas que jamás haría.


No lo deseaba, no iba a hacerlo, aunque eso significara ser un perfecto imbécil con la única persona en el mundo que lo había amado con toda sinceridad. La idea de retomar su vida como un villano despiadado y alejarse de todo lo que pudiese ablandar su oscuro corazón, justo en ese momento no parecía descabellada, en realidad parecía ser lo más viable, todo por no abandonar el reinado que construyó durante tantos años, todo por no abandonar su preciosa inmortalidad… el egoísmo hablaba por él.


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