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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

Bien, aquí estoy de nuevo.

Como datos interesantes menciono la marca “Partagás” de cigarrillos. Es una marca cubana fundada en 1845 que tiene como característica cigarrillos y puros de sabor muy fuerte.

También es importante mencionar el detalle del humo del cigarro. Se dice que si una persona sopla el humo del cigarro en la cara de alguien es una señal de coqueteo o insinuación, muchas veces tomada como invitación a tener sexo.

Sin más que decir disfruta el capítulo.

(Los personajes no me pertenecen, son de la autoría de Alan Ituriel).

Un par de días habían pasado ya desde su última charla. Aunque ahora una gran parte de su trabajo era realizada bajo supervisión de su jefe, Flug no había conseguido volver a entablar una conversación con él. Repentinamente conseguía algunos comentarios sobre músicos y escritores famosos, pero no había conseguido nada nuevo y aquello empezaba a frustrarlo. Si realmente quería lograr su objetivo tenía que pensar en algo diferente.

Por otra parte Black Hat se divertía con la frustración de su empleado. Debía admitir que su rendimiento era mejor bajo su supervisión, pero lejos de hacerlo por trabajo lo había estado haciendo en el afán de entretenerse. En algunos momentos le otorgaba a Flug el honor de obtener respuestas pero siempre se aseguraba de que fuesen respuestas que generaran más preguntas. Sus días de trabajo estresante habían mejorado desde que había encontrado ese modo de divertirse tan singular.

En ese día el demonio oscuro ordenó a 5.0.5. que le trajera una mesa y una silla a su oficina. Su plan era simple, darle un espacio al científico para que pudiese trabajar por más tiempo cerca de él, las tentaciones del chico crecerían y junto a ellas las posibilidades de dar algún paso en falso con su jefe, lo cual provocaría gran diversión en él disfrazada de falsa molestia. Un plan sencillo con un objetivo tonto, pero cuando eres el ser más maligno del mundo y has agotado todos tus grandes planes, la simpleza de una pequeña travesura puede llegar a ser más entretenida.

Dr. Flug se encontraba sentado en una silla en su laboratorio, había estado revisando los pedidos en su Tablet, el trabajo afortunadamente para él había disminuido un poco desde terminar la edición del análisis de Nohayas en “Los casos perdidos de Rhyboflaven” pero aún tenía planos por terminar, especialmente un proyecto de un espécimen biológico que fuera capaz de acabar con el amor, aunque ciertamente aún era apenas un simple concepto. Durante días, utilizó el tiempo para el progreso de ese trabajo en investigar algo respecto a un extraño comentario mencionado distraídamente entre una conversación de los subsidiarios “podemos bailar” habían comentado. Podía parecer realmente insignificante pero por alguna razón algo había llamado su atención en aquella frase comentada casi como un chisme y que por mera suerte había alcanzado a escuchar, sin mencionar que no eran temas comunes entre villanos.

La pesada puerta del laboratorio se abrió de repente pero nadie parecía haber entrado. Extrañado, el doctor se acercó a la puerta, sacó la cabeza y miró por los pasillos sin ver a nadie.

-¡Boo!- Gritó Demencia, asomando la cabeza desde el techo hasta la puerta, trepada como un gecko. El científico pegó un grito espantado retrocedió unos pasos y se aferró a la barandilla de la escalera en un afán por evitar caer de ella. La chica rio a carcajadas por su hazaña y bajó del techo.

-¡¿Qué demonios quieres, Demencia?!- Gritó molesto.

-El jefe te llama.- Contestó con inocencia.

Flug sintió escalofríos, su molestia desapareció y se convirtió en temor. –Bi… bien.- Tartamudeó en respuesta.

-¡Y quiere que te lleves tus cosas!- Dijo entrando en el laboratorio seguida por Flug.

La joven corrió a la mesa de trabajo del científico y tomó su laptop y algunos papeles en brazos. El doctor intentó detenerla pero como siempre fue en vano, Demencia corrió hacia la salida en dirección a la oficina de Black Hat, seguida de un Flug molesto. Sin cuidado alguno, Demencia entró en la oficina de Black Hat azotando la puerta.

-¡Linda, estoy en casa!- Gritó y soltó las cosas del científico al suelo.

Black Hat la miró enojado, teniendo en cuenta que un regaño ante eso sería en vano. –Fuera.- Contestó tajante.

La chica le dedicó una amplia sonrisa, y le lanzó un beso antes de salir dejando a Flug dentro con un jefe molesto.

-¿Quería verme?- Preguntó nervioso recogiendo su laptop y algunos papeles.

-No, yo jamás quiero verte. Pero trabajarás aquí de ahora en adelante.- Dijo incongruente.

El científico lo miró dudoso y por primera vez notó la mesa metálica junto al escritorio de Black. No entendía bien la repentina decisión y tampoco creía que fuese una idea práctica pensando en que todo lo que necesitaba estaba en su laboratorio.

-¿Por qué?- Cuestionó. Dudar de las decisiones de su jefe era entrar en un terreno peligroso, sin embargo últimamente se había tomado la libertad de ser muy imprudente y eso estaba empezando a afectar también su manera de dirigirse al demonio.

Intentando no arruinar su pequeño plan pasó por alto la impertinencia de Flug y sencillamente contestó. –Trabajas mejor cuando te vigilo-.

-Pero ¿Cómo pretende que construya algo aquí?-.

-No quiero que lo hagas. Tus experimentos los harás en el laboratorio, pero el resto lo harás aquí. Es más práctico si corrijo tus estúpidos errores durante la marcha, después de todo debo revisar lo que haces antes de emplearlo o enviarlo.- Contestó desinteresado y se levantó de su escritorio mirando por el ventanal tras él.

-De acuerdo jefecito.- Respondió confuso. –Solo debo ir por algunas cosas faltantes.- Comentó. Black Hat solo agitó la mano dándole permiso. El doctor salió de la habitación después de dejar sus cosas sobre la mesa.

El Demonio caminó hacia la mesa de trabajo de Flug, no era su intensión husmear, pero al pasar junto ella echó un vistazo a los objetos sobre ella; Dibujos a medias, hojas impresas, rayones en hojas de cuaderno y la laptop del científico. Black se detuvo a mirar la pantalla, algo había llamado su atención. La imagen mostraba una pintura de Jheronimus Bosch, pestañas abiertas en el buscador con su biografía, una búsqueda sobre “cosas que aman los villanos”, música de Niccolo Paganini y hasta había una ventana donde había buscado cantantes de rock gótico. El del sombrero soltó una risotada que le nació desde su oscura alma, creía poder entender que era lo que sucedía, si no se equivocaba el científico seguía en la búsqueda de cosas con las que pudiera conversar con él. Podía admitir que Flug no estaba muy lejos de acertar sobre sus preferencias, sí que se había empeñado en buscar cosas “oscuras”, si es que así podía llamarles, pero no estaba seguro si intentaba pensar como un demonio o como un gótico pseudointelectual.

Sin duda el científico estaba loco, no había existido nadie en toda su vida que hubiera querido saber algo de él sin tener una doble intención, una de atacarlo. Si hubo quienes quisieron acercarse a él y un claro ejemplo era Demencia, pero nadie que se interesara en conocerlo de verdad. Le invadió una sensación extraña, en definitiva no era alguien que se permitiera sentir, cualquiera que fuese la emoción, pero eso era algo que no podía ignorar, era extraño, parecido a un tipo de confort ¿Le confortaba que alguien pensara en él? Pasmado, retrocedió en la habitación como si también hubiera querido retroceder en sus pensamientos y sacudió la idea junto con su cabeza.

Unos pasos rápidos se aproximaron a la puerta, queriendo evitar ser sorprendido, Black Hat se volvió una sombra posicionándose frente a la ventana de nuevo como si jamás se hubiera movido de ahí. Flug entró en la habitación.

-Disculpe la tardanza jefe.- Dijo con en tono amable y contento y se sentó en la silla tras su nuevo escritorio dejando rollos de papel, carpetas y algunos lápices.

Black solo gruño y se sentó en su escritorio, abrió un periódico y se dispuso a leer tratando así de ignorar sus pensamientos anteriores, observando ocasionalmente al científico por el rabillo del ojo.

Pasó el tiempo, ninguna pregunta llegó y ninguna palabra se intercambió. El demonio empezó a sentir algo ¿Ansiedad? Sabía perfectamente que el doctor tenía temas de conversación que tocar con él, preguntas que hacerle, pero él solo estaba sumergido en su trabajo, no había dicho nada en todo el ese lapso de tiempo tal como Black lo hubiera esperado. En otra ocasión hubiera preferido ver esa escena; su subordinado trabajando satisfactoriamente y él leyendo su periódico sin ser molestado por nadie. Pero esto era diferente, realmente algo le estaba molestando. Cansado del silencio y pensando orgulloso que por ser el jefe no tenía por qué soportar nada, decidió hablar.

-No me gusta el rock gótico.- Dijo simplemente sin mirar a Flug.

El científico levantó la mirada y se quedó en silencio, trataba de encontrarle sentido a esa frase hasta que cayó por fin en la cuenta de lo que su jefe había dicho. Lo miró y sintió el calor de un sonrojo subir a su rostro, Black Hat había visto su vergonzosa búsqueda.

-¡Jefe!- Solo atinó a pronunciar entre balbuceos.

Black Hat soltó una risa. – ¿En serio pensaste que me gustaría esa estupidez?-.

-Yo… no pude pensar en algo diferente, se me agotaban las ideas.- Dijo avergonzado.

El del sombrero borró su sonrisa, pudo ver la vergüenza y decepción en la mirada del científico, por un momento sintió pena. -¿Por qué te interesa tanto?- Se atrevió a preguntar y caminó hasta colocarse junto al de la bolsa.

El doctor lo miró con sorpresa, no lo esperaba, tenía muy en cuenta lo perspicaz que podía llegar a ser el demonio, pero aun así no creía que hubiera captado el juego que estaba realizando con él. –Es… interesante.- Dijo con timidez desconcertando a Black. –He estado aquí por muchos años y aun así no sé nada de usted. Supongo que es porque no le interesa hablar esas cosas con nadie pero.- Se detuvo buscando las palabras adecuadas. –Creí que así podría llevarme mejor con usted.- Comentó temeroso. –Fue un pequeño experimento.- Admitió.

Estupefacto, el demonio chasqueó los dedos y unas sombras serpenteantes aparecieron por un instante, dejando una cómoda silla de madera acojinada y se sentó sobre ella. –A nadie le interesa.- Comentó sin mirarlo, tratando de restar importancia a la charla.

-¿Qué?- Preguntó confuso.

-Que a nadie le interesa. No es que no quiera hablarlo con nadie, es que a nadie le interesa saber algo de mí.- Finalizó.

El científico analizó esas palabras. Una sensación de tristeza lo invadió, por primera vez en su vida sintió pena por el demonio. Podía suponer que un ser tan longevo con tanto poder y maldad traía cargando a consecuencia una gran soledad, la cual nunca parecía aquejarlo pero en realidad él solo ocultaba muy bien su acongojo. El ambiente se volvió muy tenso. Inseguro de cómo podía romper esa tensión, abrió la boca dejando escapar lo primero que llegó a su mente. –A mi si-.

Black Hat lo miró atónito,  su rostro se había relajado, su habitual expresión de enojo se había visto remplazada por una llena de sorpresa y confusión. Cayendo en la cuenta de la situación se dejó vencer por el orgullo, carraspeó y desvió la mirada. -¿Ya has terminado?- Preguntó en un intento de cambiar el tema.

A Flug esto le sonó conocido. Sabía que su jefe estaba a punto de expulsarlo de la habitación con algún pretexto, era muy difícil profundizar en una conversación con él sin que intentara evadirlo. Empeñado en no dejar que ese momento se le escapara de las manos contrarrestó su pregunta. – ¿Que cigarrillos fuma?- Preguntó en un tono más animado haciendo notar un pequeño cigarrillo que se asomaba del bolsillo de la camisa roja de Black Hat.

Al demonio lo descolocó la pregunta, sacó el cigarrillo de la camisa olvidándose de lo que había preguntado antes. –Partagás.- Contestó colocándoselo en la boca. Sacó un encendedor tipo zippo, lo encendió con una postura llena de clase y posteriormente soltó una bocanada de humo. – ¿Fuma, Dr. Flug?- Preguntó volviendo a mostrar su amplia sonrisa malvada.

El científico meditó la pregunta. Alguna vez en su vida llegó a intentarlo pero el resultado fue un gran desastre lleno de tos y ardor en la garganta. Sin embargo, responder que no, sería darle pie al demonio para finalizar la conversación con una burla. Sin responder nada, se quitó la bolsa de papel dejando permanecer los goggles sobre sus ojos, se acercó al villano, le arrebató descaradamente el cigarrillo, se lo colocó en los labios e inspiró profundo y calmado. Sintió nuevamente ese ardor en la garganta, el cigarrillo era demasiado fuerte, pero controlando perfectamente sus impulsos por toser despegó el cigarro de sus labios y expiró lentamente el humo, el cual acarició de forma suave el rostro estupefacto de Black Hat. Flug sonrió satisfecho aun con el cigarro entre sus dedos.

Black Hat sintió repentinamente el rostro caliente, un incontrolable rubor se apoderó de él y una sensación extraña lo inundó. Esa era una acción que tenía un doble mensaje y claramente el científico no se había percatado de ello todavía. Inclinándose hacia atrás le dedicó al doctor una mirada llena de indignación.

Flug notando la reacción de su acompañante, repasó lo que acababa de ocurrir y sonrojándose de igual manera se dio cuenta de lo que hizo. No solo había fumado del mismo cigarrillo que su jefe, con un soplido lleno de humo había hecho una invitación muy inapropiada y el demonio por supuesto que lo notó. Tomó rápidamente la bolsa de papel y se la colocó de nuevo en el rostro  tratando de ocultar su vergüenza, se levantó rápido de la silla, cerró su laptop y se encaminó a la salida.

-¡Con!... ¡Con su permiso, jefecito!- Dijo antes de salir. Recibió un leve asentimiento por parte de Black Hat y rápidamente salió de la habitación completamente avergonzado.

El oscuro villano permaneció en su sitio por varios minutos. No podía procesar bien lo ocurrido, claramente fue solo una acción descuidada pero había desatado tantas sensaciones en un instante que no podía terminar de descifrarlas todas. Aun percibiendo el aroma al cigarro, el cual Flug se llevó consigo, se acarició el rostro sintiéndolo ruborizado de nuevo. Una acción repentina, atrevida y muy estúpida que llenó su cabeza de incontables imágenes que estaba dispuesto a borrar. Se levantó de la silla y caminó de nuevo hasta la ventana buscando una distracción que lo ayudara a evadir lo que sentía.

Un toque bastante oportuno resonó en la puerta logrando llamar su atención pero lastimosamente no robar sus pensamientos. Con su poder hizo que la puerta se abriera y el enorme oso azul se asomó dudoso.

-¿Qué quieres?- Preguntó irritado logrando desvanecer su intenso rubor.

5.0.5. entró en la habitación y le entregó una nota, la cual recibió curioso y la abrió. Quedó anonadado al darse cuenta que era una curiosa invitación por parte del científico, cerró la nota y cambiando su semblante miró al oso. –Dile al imbécil que si-. Contestó. –Largo.- Ordenó.

El tierno oso salió rápido del lugar dejándolo solo. Ni siquiera lo pensó, simplemente aceptó, en definitiva algo estaba mal en él.

La noche llegó. Tal como lo había prometido, el elegante demonio bajó de su habitación apoyándose en su bastón negro, hasta la sala de estar. Entró observando el curioso acomodo de los muebles esa noche, los sillones rojos aterciopelados  se encontraban juntos y más cercanos a la vieja televisión de lo que normalmente estaban, varios cojines estaban en el suelo y sobre la elegante mesilla de madera oscura había par de botellas de refresco. Un escenario sumamente infantil. Black Hat se quitó su capa y su sombrero de copa permaneciendo con su bombín, y los colocó en un perchero junto a la puerta. Se sintió incomodo por ser el único en la habitación, pero un instante después entró Demencia con 5.0.5. quienes cargaban dos enormes tazones con frituras.

-¡Blacky! Viniste a verme.- Dijo Demencia mirándolo con ojos encantadores.

-Aléjate de mí.- Respondió molesto.

La chica caminó al sofá más pequeño y recorriéndose a la orilla dio pequeñas palmaditas en el espacio junto a ella. –Siéntate aquí conmigo.- Invitó.

El demonio se acercó y utilizando su poder abrió un espacio entre el sillón donde se encontraba Demencia y el que estaba junto a ella, chaqueó los dedos y nuevamente hizo aparecer una elegante silla acojinada, despreocupado se sentó en ella mirando la imagen sin señal en la televisión. 5.0.5. se sentó en el extremo más lejano a Black Hat.

Segundos más tarde llegó Flug. –Buenas noches, señor Black Hat.- Saludó cortés, sin obtener respuesta como usualmente ocurría.

Apagó la luz de la habitación y se sentó en el sillón junto a su jefe. Le extendió a este una taza de café caliente, el demonio la recibió dudoso, no le gustaba que nadie preparara su café, nadie sabía cómo hacerlo, solo él mismo, incluso podía recordar lo detestablemente dulces que eran las tazas preparadas por 5.0.5., jamás consiguió que el oso aprendiera a hacer un buen café y desde entonces decidió prepararlo él mismo. Con expresión de desagrado bebió un sorbo y para su sorpresa estaba perfecta.

-Espero que le guste.- Le dijo Flug de forma distraída mientras seleccionaba “reproducir” a una película que un instante antes había puesto en el VSH, “Psicosis” decía el título, evidentemente la había elegido para cierto demonio. –El café le gusta como a mí.- Comentó mirando la película, robándose toda la atención de Black Hat. –Amargo, bien cargado y muy caliente. Usted siempre prepara el suyo, pero me di cuenta que le gustaba de esa manera cuando robó mi taza hace unos días. Algunas cosas me gustan más cuando son amargas.- Lo miró despreocupado. –Espero pueda perdonarme por lo de hace rato.- Comentó tímido y volvió a mirar la pantalla.

Black Hat no respondió. Todo aquello lo tomó desprevenido, la atención que Flug le prestaba era algo que jamás había tomado en cuenta, era más observador de lo que creía. El científico se había tomado la molestia de buscar un filme clásico e ideal y de organizar todo aquello para él esa noche, quizá era un método para agradarle o una peculiar forma de disculparse, el motivo no le importaba en ese momento. Lo que no podía dejar de notar era esa sensación, la misma sensación de antes, parecían ser muchas unidas en una sola y no conseguía descifrarlas, se sentía bien, extrañamente bien. Tomó un sorbo de su taza, aquello era lo más importante de esa noche, alguien finalmente le había preparado un café perfecto.

 

Notas finales:

Espero que te gustara, por favor dime que opinas.


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