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Two Halves of One por CheekyMint21

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Notas del capitulo:

KYAAAAAAAAAAAAAA! >~<

Vale, siento haberos destrozado los tímpanos, pero es que… tenía qué hacerlo.

Ésta semana me he ido a ver DP2 y, cómo la buena persona que soy, no os voy a hacer spoiler (A lo mejor sí más adelante en el fic, ya que ahora que ya he visto la peli voy a incluir algunas cosas qué pasaron en la peli, pero OS DIRÉ por que estoy súper en contra de los spoilers ¬¬*) pero he de deciros… ES LA PUTÍSIMA HOSTIA! Y no os lo digo sólo porque sea fan hardcore de DP, también soy fan de DC y hasta yo admití que la Liga de la Justicia fue una decepción -,-

¡PERO…!

Mi opinión de la peli nada tiene qué ver con que me guste DP, en verdad la peli superó mis expectativas y considero que incluso es uno de ésos raros casos en que la segunda parte fue un poco mejor que la primera (¿?) No sé, es sólo mi opinión, pero sí… os la recomiendo al 100%, no os va a decepcionar. Ryan Reynolds, Canadá te adora. Yo te adoro, y me quito las bragas mojadas ante tú excelente interpretación de Bocazas ♥------------♥ Ya Ryan, si algún día lees esto (obvio no LOL T.T) eres mi Daddy y me basta saber que en un universo alterno tú eres mi marido, no sólo imaginario LOL XD Decidme en sus RW sí ya vieron la peli y qué opinan de ella, sobretodo de “ésa” escena (Ya sabéis cuál, la más sad T.T)

Vale, y luego de ésa intro súper creepy, a lo que venimos…

¡LOS AMO! ♥ Más que a Ryan, en verdad chicos, os lo digo y repito: Son. La. Putísima. Hostia. Y son la mejor parte de mí vida, en serio. No sé ni cómo agradeceros todo el amor anal que le dan al fic, cada vez que vengo y reviso tengo varios RW y más de 2000 leídos y flipo en colorines porque ni en sueños pensé que un fic Spideypool mío fuese a gustar tanto. Os agradezco por tomarse el tiempo de leerme e inyectarme la mejor vibra con sus RW’s, ustedes son el principal motor de ésta historia creaturitas :’3 ¡Y os quiero con todo el kokoro! Y cómo no quiero daros tanta lata, éste cap va para las siguientes guapuras:

+ Gabito

+ Xoso G

+ Lunastra

+ HaliAinsworth

Gracias por sus RW’s beibis, ¡os quiero un montón! ^^ ♥

Y una cosita más, antes de leer el cap, aquí les dejó el link de la canción que usé en éste cap (Seh, aún no supero “Coco”, ¿vale? Fue de mis pelis favoritas del 2017 :3) De nuevo, no es obligación que la escuchen, sólo la dejó por aquí por si queréis meteros más en la historia LOL XD

→ “La Llorona”: https://www.youtube.com/watch?v=QCNeohNeS3k

Vale, y ahora sí…

¡A LEER! ^^

-Capítulo Siete-

“La Llorona”

POV’s Peter:

Peter miró fijamente la pantalla frente a él, frunciendo el ceño y debatiéndose entre sí decirle a Andrew que preguntara por Deadpool en la reunión de S.H.I.E.L.D donde estaba Tony y Fury o cerrar la boca y seguir con su orgullo de mierda. Se decidió por la segunda.

-¡Sssh! ¡Ned, silencio! No me dejas escuchar nada… -se quejó el castaño, haciendo un ademán con la mano en dirección al filipino.

Ned rodó los ojos, pero dejó la bolsa de frituras a un lado, posándose a un lado de Peter. Desde aquel encuentro con el extraño hombre de traje rojo, el castaño estaba más irritable de lo normal. Ned le preguntaría a Peter qué bicho había trepado por su trasero, pero por ésta vez prefería cerrar la boca antes de arriesgarse a que Peter le hiciera un berrinche. Bueno, al menos hasta ahora. El filipino ya no podía con la curiosidad.

-Oye, Pete… ¿vas a decirle a Andrew que pregunte por el hombre de traje rojo? Ya sabes, él que coló a mi casa aquella noche. –soltó de sopetón, sin medir las consecuencias.

Peter soltó un suspiro.

Un mes.

Un jodido mes y Deadpool parecía haberse esfumado de la faz de la tierra. “¿Y a mí qué? Por mí puede estar en Tombuctú y me suda toda la polla” pensó con ira, apretando con tal fuerza la lata de refresco en su mano hasta hacerla estallar, haciendo un desastre en la habitación.

- ¡Mierda, Peter! –chilló el filipino, apartándose cuando una lluvia de Coca-Cola cayó sobre su cabeza. –Joder, ¿y ahora cómo le explico esto a mí madre?

- ¡Lo siento mucho, Ned! ¡De verdad qué sí! – Peter se puso de pie de un salto y miró hacia todos lados, buscando algo con que limpiar el desastre. –Deja, ¿tienes algo con lo que pueda limpiar?

Ned se cruzó de brazos.

- ¿Hasta cuándo piensas seguir fingiendo que ése sujeto no te importa, Stark? –soltó de golpe el filipino, dejando al castaño helado justo donde estaba.

-No sé de qué me estás hablando, Saraza. –Peter quiso hacerse el desinteresado pero sus mejillas al rojo vivo no le ayudaban en nada.

-Oh, ¡venga ya, Peter! A mí no me engañas, no sé qué cojones pasó entre tú y ése tío, pero lo que sí sé es que desde que se apareció por mi casa tú has estado raro… ¿son novios o algo así? No es que me moleste, pero se ve un poquito mayor para ti. –Ned se rascó la nuca, ajeno a la vergüenza que sus palabras habían causado en el castaño.

Peter le clavó sus ojos abiertos como platos, su boca casi tocando al suelo antes de volver a suspirar y sentarse en el escritorio empapado de Coca-Cola: Por ésta razón es que había estado evitando a Ned éstas últimas semanas, porque el filipino podía ser muchas cosas, pero no un idiota. Ned era distraído, pero pillaba las cosas al vuelo.

-Ése idiota y yo no somos nada… ahora, ¿quieres dejarme poner atención? Necesito estar pendiente de qué dice Fury. –se colocó los cascos de nuevo, fingiendo mirar atentamente lo que sucedía en la pantalla.

Ned nada más rodó los ojos y salió de la habitación, yéndose a buscar algo con qué limpiar el desastre que había hecho Peter.

Una vez solo… Peter cogió una almohada y enterró la cara en ella, dejando salir un grito de furia. No entendía por qué, no se le daba la gana de entender por qué, pero estaba furioso con Deadpool. Furioso por haberle dejado así, furioso porque no le cogía las llamadas, furioso porque desde que había salido de su vida todo lo que hacía era pensar una y otra vez en el maldito mercenario y en qué había hecho tan mal para que se largara de su vida.

Pero, sobre todo…

Estaba furioso con Deadpool por haberle roto el corazón. Peter no podía engañarse a sí mismo, la partida tan repentina del mayor realmente le había afectado por más que él quisiese hacerse el gallito y dijera que no. Quería una explicación, un por qué… por más que se esforzaba, no conseguía exprimir sus neuronas lo suficiente como para entender porque Deadpool se había marchado tan repentinamente. ¿Era por algo que Peter hizo? ¿Por lo que había ocurrido en el hotel aquella noche? ¿O era simplemente porque el mercenario se había dado cuenta de los sentimientos del castaño y no le correspondía? Ésta última opción era la que más sentido hacía, pero también la que más le desgarraba el alma al menor.

-Ya basta, Peter… ¿qué más da si yo no le gusto? Estás portándote como un crío. –se dijo el castaño a sí mismo, acomodándose la ropa y limpiándose la rebelde lágrima que se la había escapado.

Mentiras.

Aquellas eran puras mentiras, pero Peter jamás iba a admitir lo mucho que Deadpool le había herido. De eso nada, prefería enojarse y ponerse de malas. Además, el mercenario estaba fuera de su vida ahora y eso era lo que él había querido desde el principio… ¿cierto? “Basta de chorradas” pensó el adolescente, negando con la cabeza y ahora sí de verdad prestando atención a la junta mensual que Fury siempre llevaba a cabo en el cuartel de S.H.I.E.L.D junto con Tony, Natasha, Banner y, por supuesto, Andrew quién hacía el papel de Spiderman delante de Fury y su padre desde hacía tres años. Peter se mordió el labio con culpa, siempre se sentía mal al pensar en todas las mentiras que estaba echándole a sus padres encima, sin mencionar que estaba arrastrando a Ned y Andrew en todo esto, pero no le quedaba de otra… al menos hasta que encontrara la forma de decirles a sus padres que él era Spiderman sin que éstos perdieran la cabeza.

El castaño negó con la cabeza, cerrando la portátil de golpe… no tenía caso: Deadpool invadía su mente, como un molesto anuncio de Google. Por más que quisiera negárselo, por más que se hiciera el fuerte y actuara como si todo estaba bien… su corazón estaba lastimado. Peter se mordió el labio, conteniendo las lágrimas ante la cruda realidad.

Su corazón estaba roto.

Por culpa de Deadpool.

Y las lágrimas deslizándose por sus mejillas eran la mejor prueba de ello.

[…]

-… Y es por eso que, en realidad, la Segunda Guerra Mundial en realidad empezó cuando Japón invadió Manchuria el 18 de septiembre de 1931 y no el primero de septiembre de 1939 como la mayoría cree. –explicaba Steve, moviéndose alrededor de la cocina. - ¿Eso responde a tu pregunta, Pete?

Peter asintió sonriente, llevándose una cucharada de mantequilla de cacahuete a la boca. ¿Cuáles son las ventajas de tener un padre que vivió durante la Segunda Guerra Mundial? Que puede ayudarte con los deberes de historia. “La Señora James seguro y me da un sobresaliente por esto” pensó Peter, tecleando en su portátil las últimas palabras de su ensayo detallado acerca del famoso conflicto Bélico.

-Esto es genial, Pops, gracias por ayudarme con los deberes… -dijo el castaño, con la cuchara entre dientes.

Steve sonrió, le gustaba cuando Peter “le ayudaba” a preparar la cena los domingos y siempre terminaba contándole alguna de sus historias de guerra. Era una de ésas cosas que ambos siempre hacían juntos y al castaño le encantaba escuchar al Capitán América contarle sus historias acerca de HYDRA y sus tiempos como soldado activo en el ejército, le hacían admirar aún más a Steve. Lástima que Tony no compartiera la pasión de su esposo y su hijo por las historias de Steve porque justo en ése momento entró a la cocina soltando un bostezo.

- ¿No te aburres de que el anciano te cuente las mismas historias una y otra vez, Peter? Ésa fue la clase de historia más aburrida de mi vida. –el genio abrió el refrigerador, revisando sus contenidos minuciosamente.

Peter soltó una carcajada mientras que Steve se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.

-¿Sabes, Tony? Algunas personas saben apreciar la historia. Y respetar a los ciudadanos mayores de edad que sirvieron a éste país. –el rubio le dirigió una mirada envenenada a Tony.

-Venga, Steve… incluso tus excusas se están volviendo viejas. ¿Cuántas veces has usado lo de “soy un ciudadano mayor de edad”? –Tony puso comillas sobre la frase, irritando más al rubio.

Peter nada más río para sus adentros. No era que le gustase que sus padres tuvieran “peleas” entre ellos, pero tampoco iba a negar que era divertido ver como Tony molestaba a Steve. Dejó la portátil a un lado y se acomodó en su asiento: A juzgar por las mejillas rojizas de Steve, esto iba a ponerse bueno.

-¿Crees que puedes hacerlo mejor, Stark? Venga, ¿por qué no le ayudas a Peter con los deberes? Ya que tú estuviste ahí… -masculló, mirando al castaño mayor fijamente.

-Por favor, Capi, no necesito estar allí para saber lo que pasó ni mucho menos. Y te aseguro que cuándo Peter viene a pedirme ayuda a mí para hacer los deberes no se muere de aburrimiento… ¿cierto, Pete? –su padre le guiño el ojo al tiempo que mordía una dona.

Peter negó con la cabeza.

-No pienso meterme, arréglenlo ustedes… al fin y al cabo, ustedes son los mayores. –Peter se mordió el labio para no carcajearse.

-Querrás decir, Steve. Mi cara sigue joven como el culo de un bebé.

- ¡Tony! ¡Lenguaje! –Steve se sonrojó ante las palabras de su marido, que nada más río. El Capitán dio grandes zancadas hacia el genio. - ¡Y nada de comer chuches antes de la cena!

-Para tu información, Steve, culo es una palabra de lo más normal. ¿Ves cómo eres? Le quitas la diversión a todo, como el vejete amargado que eres. –el mayor de los Stark se cruzó de brazos, haciendo un puchero.

- ¡Le estás dando un mal ejemplo a Peter! –Steve sentía que las sienes empezaban a dolerle, Tony a veces se comportaba como un crío.

-Te casaste con un Stark, ¿qué te esperabas? Soy el mejor ejemplo de un mal ejemplo. –contraatacó el castaño, riendo internamente ante el rostro sonrojado del rubio. A Tony le gustaba molestar a Steve.

-¡Eres imposible! No entiendo porque te portas como un mocoso malcriado, Howard jamás se portaba así. –Steve se volvió a la tabla de picar, cortando los vegetales hecho una fiera.

-Pfft, tú no viviste con Howard Stark, yo sí. Y yo soy muchísimo mejor que él, créeme. Y más guapo e inteligente también. –Tony y Peter se miraron, ambos riendo a costa de las reacciones del rubio.

-Pues perdóname si no concuerdo con ninguna de ésas dos cualidades… -Steve rodó los ojos, cortando un poco de zanahorias para el estofado de res que estaba preparando.

-Vale, papá, ya fue suficiente de tomarle el pelo… -Peter negó con la cabeza, riendo quedamente.

- ¡¿Y ahora tú te pones de su lado?! ¿Ves lo qué haces, Tony? Pones a mi propio hijo en mi contra. –Steve le apuntó al castaño con el cuchillo.

-Venga, Stevie, sabes que sólo jugaba… te lo tomas todo muy a pecho. –el genio le quitó el cuchillo de las manos al rubio, dejándolo a un lado y rodeándolo entre sus brazos. –Ya, no te enojes, te vas a arrugar más rápido…

Peter rodó los ojos y cogió sus cosas… cuando Tony y Steve se ponían “cariñosos” el adolescente prefería estar lo más lejos posible. Sobre todo, porque sus padres eran ruidosos y nada discretos, Peter siempre terminaba enterándose cuando se les ocurría hacer las “paces” en su habitación. O en el laboratorio de Tony. O incluso en la misma cocina.

-Vale chicos, estuvo divertido y todo, pero creo que iré a caminar. No quiero estar aquí cuando hagan las paces… -Peter se encaminó a su habitación, rodando los ojos.

Steve se volvió a ver a Tony con los ojos abiertos de par en par, sus mejillas ardiendo con violencia ante las palabras de Peter. Tony nada más se encogió de hombros, mordiéndose el labio para no reírse. El rubio le dio un codazo.

- ¡No es gracioso, Tony! ¿Qué clase de padres somos? –siseó el rubio, cubriéndose el rostro de pura vergüenza.

El genio rodó los ojos.

-Venga, Steve… esto no es 1940, es el siglo 21. Y luego de revisar el historial de búsqueda de Peter puedo asegurarte que está bien enterado de lo que hacemos cuando él no está. Eso y que le gusta Mia Khalifa. Y Sasha Grey y también una cosa llamada yaoi…

-¡Ugh! No sigas… no sé qué es peor, que nuestro hijo sepa acerca de… nosotros haciendo fondue o tú actuando como si nada. Tenemos qué ser más discretos, nada de…

-Oigan, ¿cuánto más van a hablar de mí como si no estuviera aquí? Porque necesito dinero por si me da hambre y me gustaría salir de aquí antes de que… ya saben, ustedes lleguen más lejos. –Peter se rascó la nuca, sonrojándose como un tomate.

Tony rodó los ojos y rebuscó en sus bolsillos.

-Sólo tengo un billete de… -Peter le arrancó el billete de la mano antes de que el mayor terminara la frase. Tony suspiró. –Ahí van cien dólares…

- ¡Lo tomo! ¡Adiós papás, los quiero! Y Pops… la fondue es queso derretido. Al menos hasta dónde yo sé. Los veo luego. –y con eso, desapareció por la puerta.

Tony se volvió a ver a Steve con una sonrisa pícara, mientras que el rubio nada más se cruzó de brazos.

- ¿Y bien, Stevie? ¿Qué dices si hacemos fondue? –le guiñó el ojo de forma coqueta.

Steve negó con la cabeza, apartándose de los brazos del genio y dirigiéndose a la olla con estofado que tenía a fuego lento.

-Nada de eso, tengo que cocinar la cena.

Tony frunció el ceño y cogió a Steve de la cintura, volviéndolo bruscamente y pegándolo a su pelvis donde su miembro despertaba. El rubio suspiró débilmente cuando su entrepierna se rozó con la del genio.

-Creo que podrías cocinar otra cosa… -y dicho eso, Stark alzó al rubio del suelo, sentándolo en la barra y poniéndose entre sus piernas.

Steve cedió ante los besos de Tony.

A fin de cuentas… la fondue era su comida favorita.

[…]

-El número que usted marcó está desconectado. Por favor, inténtelo más tarde.

Peter apretó el móvil contra su oído, sintiendo los ojos aguados. Ni siquiera sabía porque seguía siendo tan cabeza dura si al final el mensaje al otro lado de la línea siempre era al mismo. Y así también lo era el puñal que se hundía más y más en su corazón ante el rechazo del mercenario. Peter inclinó la cabeza, tratando de ocultar las lágrimas lo mejor posible de todos los transeúntes en aquel parque a aquella hora.

-Dead, por favor… regresa. Llámame. Te necesito. –susurró el castaño contra el móvil, como si al otro lado estuviese Deadpool en lugar de la operadora.

El castaño suspiró y se guardó el móvil en el bolsillo de los vaqueros. Cogió el peluche de Hello Kitty que siempre cargaba en su mochila y lo miró fijamente, sonriendo tristemente al pensar que ése estúpido juguete y un trozo de papel arrugado era todo lo que quedaba de la presencia del mercenario. Peter se mordió el labio, contemplando a las personas a su alrededor: Una mujer paseaba a un perro, otra hablaba por el móvil mientras cuidaba a un par de críos y una pareja de ancianos estaban en otra banca, lanzándoles trozos de pan a las palomas. El castaño volvió a sonreír, ésta vez de forma amarga e incluso celosa.

“Incluso ésos ancianos son más felices que yo. Mis padres son más felices que yo” pensó el menor, acariciando el peluche con suavidad y preguntándose si en realidad el algún día tendría eso… él era Spiderman a fin de cuentas, no un simple adolescente. Incluso mientras estuvo con Gwen nunca tuvo muchas citas normales ni momentos románticos. Frunció el ceño al tratar de imaginarse a sí mismo y al mercenario en una situación normal, quizá cogidos de la mano paseando por el parque, pero honestamente no podía. Deadpool no parecía… bueno, Peter ni siquiera le conocía lo suficiente para saber qué tipo de persona era en cuánto a relaciones amorosas. “¿Cómo puedo querer a alguien a quién ni siquiera conozco?” pensó el menor, arrugando el entrecejo.

Negó con la cabeza… todo aquello era muy confuso. Sus sentimientos hacia el mercenario, ¿eran realmente sinceros o… era simple atracción sexual? ¿Cómo podría saberlo? Ni de coña que les pediría un consejo a sus padres, de inmediato se darían cuenta de que gustaba de alguien y querrían conocerle. “Maldición, esto es tan complicado” pensó Peter, pasándose una mano por el pelo frustrado, sin poder hallar una respuesta para todas las dudas que le aquejaban. Un silbido le hizo alzar la vista de golpe, topándose con un hombre de sudadera gris y una mascarilla quirúrgica cubriéndole el rostro. Peter abrió los ojos como platos cuando reconoció aquel par de ojos azules como el cielo.

- ¡Wade! –chilló el menor, poniéndose de pie de golpe y sonriendo casi de forma inconsciente.

Con todo y lo ocurrido durante las últimas semanas, el castaño se había olvidado por completo del hombre de las cicatrices que había conocido en aquel callejón. Bajó la mirada, sonrojado hasta las orejas al caer en cuenta de que no le había llamado ni una sola vez.

-Te acuerdas de mi nombre y eso es buena señal… -bromeó el mayor, riendo y contagiando a Peter con sus carcajadas.

-Perdona, Wade… la escuela me ha tenido ocupado. Siento mucho no haberte llamado. –se disculpó, apenado.

Wade le miró fijamente, tratando de no fruncir el ceño y fallando miserablemente. Él mejor que nadie sabía que no era la escuela lo que había mantenido a Peter distraído de su existencia… sino la tristeza a causa de su abandono. Era evidente por sus ojos rojizos, claros signos de que el castaño había estado llorando hacía no mucho y también tenía el peluche de Hello Kitty que le había dado. La culpa le escoció el pecho con fuerza.

-Descuida, igual yo he estado ocupado con el trabajo. –carraspeó el mayor, aclarándose la garganta. -¿Sabes? No te me hacías de los que les gusta Hello Kitty… ¿te la regaló tu novia o algo así? –antes de darse cuenta, Wade le arrancó el peluche de un zarpazo, examinándolo.

Peter sintió como el rubor volvía a sus mejillas… se había olvidado de lo nervioso que le ponía la presencia de Wade. Sacudió la cabeza, intentando despabilarse.

-Siempre estás mentando a mi novia… si sigues así me vas a hacer creer que estás celoso. –le siguió el juego el castaño, obteniendo una sonrisa de lado por parte del mayor.

-Qué va, es ella quién tiene que cuidarte a ti… con lo bonito que estás, cualquiera puede robarte. –Wade le guiñó un ojo y Peter soltó una risilla nerviosa.

Era la segunda vez que el mayor le decía que era guapo. Y no era que Peter no hubiese oído eso antes, pero cuando Wade se lo decía era diferente. Le ponía nervioso y le hacía cosquillas en el estómago. Se mordió el labio y desvió la vista al paquete que el mayor tenía debajo del brazo.

- ¿Qué llevas ahí? ¿Una cabeza cortada? –bromeó y Wade soltó otra de sus estrepitosas carcajadas.

-Mejor… son las piezas restantes de la Indian 1950 Roadmaster que estoy reparando. –al ver el rostro confuso del castaño, Wade rodó los ojos. –Fingiré que no sabes que una Indian es una motocicleta.

Peter río. Eso lo explicaba… él nunca había sido bueno para coches ni motocicletas ni nada de eso. Él era más de átomos, fórmulas y ecuaciones. Le dejaba las cosas mecánicas a Steve que era el que estaba obsesionado con las motocicletas.

-Entonces… ¿eres mecánico? –el castaño no escondió su sorpresa, para armar cosas había que tener una gran paciencia. De eso sabían él y Tony a la hora de inventar.

-No quiero alardear, pero soy el mejor de por aquí. No por nada los mejores mecánicos son canadienses. –volvió a guiñarle el ojo a Peter, que se estremeció.

Ambos hombres se quedaron de pie, nada más viéndose fijamente. Peter no podía evitar sonreír, había olvidado lo bien que se sentía en compañía de Wade por extraño que pudiera parecer ya que no le conocía de nada. “Al parecer estoy desarrollando un gusto por los extraños” pensó el menor con acidez, pero se quedó de piedra…

¿Gustar?

A él no le gustaba, Wade… ¿o sí? Una mirada a los profundos ojos azules del hombre frente a él le hicieron dudar de su propio juicio y de nuevo se sintió profundamente contrariado… ¿cómo era posible que estuviese siquiera considerando la posibilidad de gustar de Wade cuándo aún seguía confundido por la situación con Deadpool? “¡Arrgh! ¡Todo esto es tan confuso!” pensó, queriendo tirarse del cabello debido a la frustración. Carraspeó, al notar que habían pasado al menos dos minutos y ambos estaban ahí nada más viéndose.

-Vale, entonces… supongo que estás ocupado, ¿no? Seguramente ibas de camino a casa… -Peter no pudo evitarlo, las comisuras de sus labios se cayeron formando una mueca de tristeza.

-Hmm… no. No realmente. –Wade se rascó el cuello, no muy seguro de lo que estaba haciendo. –De hecho, iba de camino a comer algo y quizá…

{¿Qué carajos estás haciendo, Wade? ¡Quedamos en dejarlo en paz!}

<Sabes que siempre somos nosotras las de las malas ideas, Wilson, pero esto… esto es muy malísima idea.>

Wade se mordió el labio, conteniéndose de mandar a las cajas al diablo. Si iba a seguir adelante con lo que se proponía, lo mejor era que aprendiera a disimular el hecho de que escuchaba a blanca y amarilla o de lo contrario Peter se daría cuenta de inmediato de que él y cierto mercenario en spándex rojo eran la misma persona.

-Vale, ya que la última vez tú me invitaste a comer… yo me preguntaba… ¿A lo mejor quieres venir conmigo? Yo invito. Digo, sólo si tú quieres… -tartamudeó, enredándose con sus propias palabras.

{¿Qué cojones fue eso, Wade? ¿Desde cuándo tartamudeamos a la hora de quedar con alguien? Estás perdiendo tú facultad de macho…}

<Joder, en toda mi existencia nunca vi algo más patético. A la par tuya, un virgen de cuarenta años liga mejor.>

“Cierren la puta boca” pensó el mayor, bajando la mirada con nerviosismo. Por su parte, el castaño estaba en shock y tuvo que sacudir la cabeza para volver a la realidad. “Vale… dolió. No creo que esté soñando” pensó, cuando se pellizcó disimuladamente porque ni en un millón de años se imaginó que Wade fuese a invitarle a comer a algún lado. Empezó a abrir la boca, pero su estómago fue más rápido: Un gruñido contestó por él. Peter de inmediato se coloreó de rojo.

-Vale, tomaré eso como que sí tienes hambre. –río el mayor, mientras Peter clavaba la mirada en el suelo deseando que se lo tragase la tierra. –Venga, vamos… la churrería no está lejos de aquí.

-La… ¿La qué? –preguntó el menor, corriendo tras Wade hasta tomarle el paso. El mayor se detuvo bruscamente, totalmente atónito. -¿Qué? ¿Dije algo malo? –preguntó Peter, poniéndose tenso.

-El peor de los pecados… ¿nunca has comido un churro? –preguntó el mayor, incrédulo. Peter nada más se encogió de hombros. –Joder, con razón tenías la cara tan larga. Vamos, arreglaremos esto ahora mismo… cuando pruebes uno de los churros de Juana sabrás de lo que te has estado perdiendo.

Peter se mordió el labio cuando Wade le cogió de la mano y empezó a guiarle entre las personas, por las atestadas calles a ésa hora. Y sin darse cuenta, terminó entrelazando los dedos con los del mayor que aparte de rugosos también se sentían muy cálidos. Y Peter sonrío. Sonrío de forma dulce y brillante, con todos los dientes.

Sonrío… como si no tuviese el corazón roto.

[…]

- ¿Y bien, Parker? ¿Te gustaron los churros? –preguntó Wade, sonriendo de forma burlona al ver a Peter con la cara embarrada de dulce de leche.

El castaño sólo pudo asentir, con los dedos y las mejillas pegajosas mientras se llevaba su décimo octavo churro a la boca, degustándolo con los ojos cerrados. Wade tragó en seco, contemplando de forma predadora como una gota de dulce de leche se deslizaba por la barbilla del menor de una forma demasiado sensual para su frágil sanidad. Y lo peor del caso era que Peter era ajeno al efecto que provocaba en el mercenario, que se revolvió incómodo en su asiento cuando un dolor se extendió por su entrepierna.

{Joder… ¿cómo alguien puede ser así de jodidamente sexy cuándo come churros?}

<Mierda, Wilson…la arañita tiene un don innato, nada más fíjate como se come ése churro. Se ve que es de garganta profunda.>

Wade cogió su cerveza y le dio un buen trago, a ver si así se le pasaba la calentura, pero de nuevo se volvió a ver a Peter en el peor momento: El castaño estaba chupándose los dedos uno a uno, tratando de quitarse los restos de dulce de leche. “Hostia puta… chúpamela así” pidió Wade internamente, concediéndole la razón a las cajas con eso de que el menor parecía tener un don innato para chupar cosas. La voz de Juana, la dueña sacó al mercenario de su ensoñación.

- ¡Wadey! ¡Me alegro de verte! –saludó jovialmente aquella mujer, de brillante cabello negro y bonitas facciones pese a su edad. -¡Dios mío! Veo que trajiste compañía, ¿quién es tu amigo? –preguntó Juana, sonriéndole al castaño que aún tenía la boca llena.

Peter de inmediato se puso alerta, recordando como la vez anterior en Wade se había puesto nervioso cuando la mesera se había acercado, pero en cuanto volvió sus ojos castaños en el mayor se relajo: Éste estaba tranquilo, sin indicio alguno de sentirse asustado o intimidado por la mujer que miraba a ambos sonriente.

-Juana, éste es Pete… es la primera vez que come churros y viene a un restaurante mexicano. –le presentó y Peter se sonrojó un poco.

-Un placer, Señora… su restaurante es muy bonito, definitivamente traeré a mis padres aquí. –el menor le tendió la mano, sonriendo dulcemente.

-¡Eres un encanto! Llámame Juana, Peter. Los amigos de Wade son amigos míos también. –le dijo la mujer, pinchándole las mejillas. –Me alegra que te gustaran los churros, son mis favoritos. –Juana le guiñó un ojo al menor que volvió a sonrojarse. Negó con la cabeza. –Wade, es domingo de karaoke… ¿Vas a cantar? Imelda está aquí.

Peter clavó los ojos en el mayor que se había quedado momentáneamente rígido. El castaño mentiría si dijera que no estaba impresionado al saber que Wade cantaba, y estaba todavía más curioso por saber quién era Imelda. “Dios, ¿qué pasa conmigo?” pensó, sonrojándose al darse cuenta de que estaba portándose como un crío egoísta al que le habían negado un dulce. Wade se rascó la nuca.

-¿C-Cantar? Juana, sabes que no he cantado en años. Seguramente ya perdí el talento…

- ¡No digas chorradas, Wade! Los talentos no se pierden, así como así. Además, Imelda sabe que estás aquí y se muere por volver a subir al escenario contigo. –Juana apoyó una mano en el hombro del mercenario, apretándoselo con afecto.

-No sabía qué cantabas… -comentó Peter, jugando con su vaso de refresco.

-Yo no…

-¡Y también baila! Debiste haberlos visto hace un par de años, Wade e Imelda llenaban éste lugar a tope todos los fines de semana… ¡hacían un dúo precioso! Sobre y fuera del escenario, ¿no, Wade? –Juana le guiñó un ojo al mayor con picardía.

Peter apretó el puño debajo de la mesa, quedándose momentáneamente descolocado por la fuerza de sus emociones… ¿qué demonios era ésa pesadez sobre su pecho? Wade obviamente había salido con la tal Imelda, ¿y qué con eso? ¿Qué más le daba a él con quién saliera Wade? Peter tomó un sorbito de su bebida, a ver si así se le bajaba la sal que se le había regado en el paladar.

{Uh, alguien está celoso… ¡Joder! ¡Qué mono se ve inflando las mejillas así!}

<Incluso celoso la araña anda levantando pasiones… yo digo que cantemos, a ver cómo le queda el ojo al vernos con Imelda.>

-No lo sé, Juana… ha pasado mucho desde que Imelda y yo nos vimos por última vez…

“Y eso terminó muy mal. La mujer casi me castra” pensó Wade, estremeciéndose al recordar que cuando Imelda se enteró que Wade la había engañado con su prima Rosita el día en el que suponía que ambos iban a casarse… bueno, sólo digamos que ése día el mercenario había aprendido una importante lección: Nunca hagas enojar a una Latina. Y menos si es mexicana. Y menos con su prima. A menos que quieras quedar estéril.

-Eres un aguafiestas, seguro y a Imelda le daría mucho gusto. ¿Qué hay de ti, Pete? ¿Te animas a cantar? Mi hija María podría usar un compañero… tú me caes bien y eres muy guapo. –Juana volvió a pincharle la mejilla al menor, que casi se atragantó con su refresco.

- ¿Y-Yo…? Oh, no. Nada de eso, Señora, yo no canto. Lo siento, estoy seguro de que su hija podría usar a un mejor cantante. –se disculpó el menor, sonrojándose como un tomate.

-Vale, vale… si ambos cambian de opinión, ya saben dónde encontrarme. ¡Adiós! –y con eso, se contoneó lejos de ambos hombres.

Wade sacudió la cabeza.

-Perdona, Petey, Juana puede ser algo… directa. –Wade se rascó la nuca, apenado. –No te sientas obligado a nada, no tienes que cantar si no quieres.

-Está bien, Wade… aunque me gustaría verte cantar a ti. No sabía que cantabas. –Peter le sonrío de ésa forma dulce que derretía al mercenario.

{Ah, no… eso sí que no, Wade… cómo Imelda nos vea de nuevo, va a terminar de cortarnos las bolas que no pudo en siete años.}

<No cedas, Wilson. Ni siquiera porque nos está mirando con ojos de cachorro. No. No. No. N… Mierda. Vale, dile que sí.>

-N-No sabes de qué hablas, Pete. Sueno como un gato afónico. –se excusó, pero entre más miraba los enormes ojos de Peter menos fuerza de voluntad le quedaba.

-Venga, Wade… ¿alguna vez has escuchado a mi papá cantar? Si sobreviví a eso, puedo tolerar un karaoke tuyo. –“Y de Imelda” pensó el castaño, tratando de no vomitar.

-Es que… este, bueno… ¡Aquí siempre cantan en español! Sí, eso. Todas las canciones son en español y no creo que entiendas, ¿cuál es el punto? –Wade sonrío, creyéndose el ganador.

Peter enarcó una ceja. Soltó un suspiro y cogió la jarra de cerveza de Wade. El mayor le observó atentamente mientras se ponía de pie y llevándose dos dedos a la boca, Peter soltó un silbido atrayendo la atención de todos en el restaurante.

- ¡Viva México, cabrones! –gritó, alzando la jarra al aire y los demás brindaron con él. Se volvió hacia Juana, que estaba tras la barra. - ¡Por tu hija, Juana! –dijo, en perfecto español, dejando al mayor boquiabierto. Juana alzó un tequila en dirección a Peter. –Cómo habrás visto, Wade… -Peter volvió a tomar asiento, sonriendo de forma burlona. –sé hablar español perfectamente, fue una de mis clases favoritas en la secundaria. Así que el idioma no es problema, ¿alguna otra excusa?

{Tienes que admitir que Spidey hablando español es casi tan sexy como su culo.}

<Venga, Wilson, ¿qué es lo peor que puede pasar? Siete años atrás, Imelda podía matarnos. Si ésta vez intenta apuñalarnos, nada nos va a pasar.>

Wade se mordió el labio, a punto de ceder, pero justo en ése momento un enorme reflector cobró vida dejando al mayor y al castaño momentáneamente descolocados. La mandíbula de Peter casi toca el suelo en cuanto contempló a la mujer tremendamente hermosa sobre el escenario: Cabello negro, rizado y brillante le caía en cascada hasta la espalda. Su piel era de un suave tono acaramelado, muy bonita, pero sin duda sus facciones fieras y a la vez refinadas eran lo que había dejado al menor con un mal sabor de boca. Aquella mujer era guapa, no, más que guapa. Era exótica, con sus rasgos latinos y vestida con un bonito vestido rojo haciendo juego con la flor a un costado de su cabeza. El menor se volvió a ver a Wade que tragaba en seco a su lado.

-Creo que deberíamos irnos de aquí… -susurró el mayor, notablemente nervioso. Peter le miró, sus cejas alzadas en confusión. Wade suspiró. –Ésa mujer es mi ex…

Peter negó con la cabeza.

-Wade, eso no importa. No tenemos que marcharnos sólo porque ustedes tuvieron algo. –Peter forzó una sonrisa, pero la verdad es que Imelda era tan guapa que dolía verla.

Ésta vez fue el mayor el que negó fervientemente.

-No, no, Pete tú no entiendes… ésa mujer es mi ex prometida. –le aclaró y el menor abrió los ojos como platos. Wade se estremeció. –Y tengo que decirte que eso no terminó nada bien así que si pudiéramos irnos de aquí antes de que…

Ay, de mí, llorona, llorona de azul celeste.

Y aunque la vida me cueste, llorona, no dejaré de quererte…

No dejaré de quererte…

Wade no pudo terminar de advertir al castaño porque justo en aquel momento, Imelda se puso de pie y la música cobró vida. Peter miró embelesado como aquella mujer saltaba del escenario, bajando entre las mesas y danzaba al ritmo de las guitarras y las trompetas que componían la melodía mientras su armoniosa voz escapaba de entre sus brillantes labios rojos. Wade volvió a estremecerse, volviéndose hacia Peter que parecía en un trance y entonces sí que entró en pánico…

Imelda no era una simple ex prometida vengativa sino también una mutante. Y su talento era manipular la voluntad y las acciones de las personas a su gusto… algo así como una sirena sin aletas que hipnotiza a las personas con su voz melodiosa. Y a juzgar por la vista perdida de Peter en su persona, Wade estaba más que seguro que Imelda estaba usando sus poderes de compulsión sobre el castaño. El mayor estiró la mano para coger a Peter, pero alguien fue más rápido que él y antes de darse cuenta, un par de ojos púrpuras de clavaron en él y le dieron un guiño coqueto pero amenazante a la vez.

{Estamos jodidos, Wade… ¡Ésta perra está loca! Y sólo Jesús nuestro Señor sabe qué piensa hacer con nuestro Spidey Boy.}

< ¡Mueve el culo y haz algo, Wilson! ¿O piensas dejar que se lo follé para que le chupe los años restantes de vida que le quedan?>

Wade sacudió la cabeza, despabilándose en cuanto amarilla le recordó la otra parte del “don” de Imelda: Robarles los años restantes de vida a cualquier hombre con sólo darle un beso o acostarse con él. Y ni, aunque la vida le cueste, Wade iba a dejar que ésa mujerzuela pusiera sus labios sobre su Baby boy. Wade empezó a pensar… si sólo se abalanzaba sobre ella iba a delatarse, tenía que pensar en otra cosa.

Subí al pino más alto, llorona, a ver si te divisaba.

Como el pino era tierno, llorona, al verme llorar lloraba.

Ay, de mí, llorona, llorona de azul celeste…

{Olvídate de sutilezas, Wade… ser sutiles nunca ha sido nuestro fuerte. ¡Ve allí y córtale el cuello!}

< ¿A qué esperas, Wilson? ¡Muévete!>

Wade suspiró y con renuencia cogió el paquete que había ido a recoger de donde Weasel ésta tarde. Adentro había varias granadas, municiones y un par de nuevas pistolas, pero cuando captó algo por el rabillo del ojo se detuvo en seco. “¡Eso es! ¡Lo tengo!” pensó el mercenario sonriendo. Quizá no tuviese que volar todo el lugar para deshacerse de Imelda. Cogió la caja de todos modos y corrió hacia la parte trasera del escenario, cogiendo a Juana y arrastrándola con él.

- ¡Ay! ¡Wade! ¿Qué haces? ¡¿Vas a cantar?! –preguntó la mujer con júbilo, ajena a las verdaderas intenciones del mercenario.

-Así es, Juanita mía, voy a cantar, pero necesito que me hagas un favor. –le dijo, acomodándose un micrófono inalámbrico a un costado de la cara.

- ¡Cómo se mueve tu amigo! Y dijo que no bailaba bien… espero que baile con mi María luego. –Juana sonrío, mirando a Imelda que bailaba animadamente con Peter sobre el escenario. -¿Crees que ése muchacho esté con alguien? Es tan… ¡Oye! ¿Y ahora qué…?

-Juana, necesito que me escuches con mucha atención, ¿vale? Cuento contigo para esto. –Wade cogió a Juana por los hombros, mirándola fijamente. La mexicana nada más asintió. -Vale, esto es lo que quiero que hagas…

Wade se inclinó al nivel de Juana y empezó a susurrarle al oído, para que pudiese escucharle por sobre el canto de Imelda. La morena abrió los ojos como platos, pero luego asintió, con una enorme sonrisa. Wade nada más le guiñó el ojo, acomodándose un sombrero mariachi sobre la cabeza antes de salir al escenario.

{Joder, qué somos malos… Y eso me gusta. Me enorgulleces, Wadey.}

<Espero que alguien esté grabando esto y lo suba a YouTube luego. No queremos perdernos la cara de Imelda cuando…>

Ay, de mí, llorona, llorona de azul celeste…

Imelda abrió los ojos como platos en cuanto los brazos de Wade cogieron a Peter, alejándolo de ella mientras Wade se unía a ella en la canción y empezaba a bailar con un confundido Peter que poco a poco volvía en sí. La morena gruñó, pero tomando en cuenta de que estaban a media canción y frente a un montón de personas, forzó una sonrisa y volvió a dirigirse hacia ambos hombres entre pasos de baile que poco a poco de volvían más letales. Sin más, estiró la mano queriendo coger a Peter nuevamente, pero Wade fue más rápido y empujó al adolescente con fuerza al mismo tiempo que Juana abría la puerta trasera y dejaba a un aturdido Peter fuera del alcance de la de ojos púrpuras.

“Ahora sólo somos tú y yo…” pensó Wade, cogiendo a Imelda por ambas manos y enzarzándose ambos en una danza mortalmente sensual. La morena sonrío y mirando fijamente a Wade, empezó a hacer uso de sus habilidades de compulsión sobre el mercenario que nada más sonrío con burla, dejando a Imelda atónita al ver que su don no tenía efecto alguno en el mercenario.

{Pedazo de guarra, ¿en verdad creyó que sus truquitos de quinta iban a surtir efecto? ¡JAJAJA!}

<Estamos demasiado jodidos de la cabeza para que la compulsión nos haga efecto… babosa.>

Ay, de mí, llorona, llorona de azul celeste.

Y aunque la vida me cueste, llorona, no dejaré de quererte…

- ¡Wade, hijo de puta! ¡Bájame cabrón! –Imelda masculló, cuando Wade la alzó sobre su cabeza con facilidad. - ¡Bájame! –volvió a sisear, el mercenario riendo por lo bajo.

Wade se volvió a ver a Juana que nada más alzó ambos pulgares sonriente, indicándole al mercenario que había hecho lo que había pedido. El mayor no hizo sino ensanchar su sonrisa y poniendo a Imelda nuevamente sobre el suelo, bailó con ella hasta llevarla hacia una cuerda que Juana había dejado en el suelo previamente. La morena estaba demasiado distraída intentando robarle un beso al mercenario para darse cuenta de que, entre más vueltas daba, más se enredaba a sí misma en la cuerda. La gente seguía lanzando vítores y aplaudiendo, ajenos a la batalla entre ambos cantantes.

Y aunque la vida me cueste, llorona, no dejaré de quererte…

No dejaré de quererte,

No dejaré de quererte.

Y dicho eso, Wade cogió una de sus katanas y la clavó con fuerza en el suelo, al mismo tiempo que Juana tiraba de las cuerdas dejando a Imelda inmovilizada e incapaz de zafarse del nudo en el que estaba. Pudiese ser que la morena tenía habilidades de compulsión, pero en cuanto al departamento de fuerza y habilidad física se trataba, Wade tenía la ventaja sobre Imelda. El mercenario lanzó un gritó mariachi junto con su sombrero, al tiempo que las luces se apagaban de golpe y el lugar se llenaba de vítores de todos los presentes luego de “el dúo” del mercenario y la morena.

- ¡Me las vas a pagar, Wilson! ¡Esto todavía no se acaba! –chilló Imelda, intentando inútilmente soltarse de las ataduras en las que el mayor la había dejado.

Wade nada más sonrío, escapando por la puerta trasera.

[…]

- ¿Pete? ¿Petey, estás bien? –Wade corrió hacia donde se encontraba el castaño, tumbado entre un montón de bolsas de basura y todavía confundido. –Venga, salgamos de aquí…

Wade cogió a Peter, echándose su brazo al hombro y sujetándole de la cintura para evitar que éste se cayera. Peter nada más le clavó sus enormes ojos avellana, mirándole con algo parecido al enojo, pero sin estar molesto realmente. El menor empujó a Wade a un lado, dejándole aturdido.

{Oh, mierda. Nos está viendo con ésos ojos de chivo de nuevo. ¡Abandonen la nave!}

< ¿Si admitimos que Spidey boy enojado nos da miedo, eso nos hace unos maricones? Porque nunca nos hemos cagado en los pantalones. Ni siquiera cuando peleamos con Catwoman.>

Peter se cruzó de brazos y el mayor no pudo sino tragar en seco.

-¿Y bien? Estoy esperando… -dijo el castaño, su tono frío y serio. Wade volvió a tragar grueso.

{¿Esperando a qué? ¿A que nos lo follemos?}

< ¿A qué nos corramos en su boquita? ¿O en su carita?>

Wade sacudió la cabeza, intentando ignorar todas las vulgaridades que las cajas decían en ése momento.

-Pete, yo no sé… -empezó, empeorando aún más el humor de Peter.

-No me salgas con que no sabes de qué estoy hablando, Wilson… ¿quién puñetas era ésa mujer? Y no me digas que es sólo humana porque juro que voy a tumbarte los dientes. –masculló el menor, su enojo creciendo al por minuto.

{¿Podemos arreglarlo con sexo? ¿O más churros?}

<Yo digo que le digamos que vamos a explicárselo si cierra los ojos y la de tres nos piremos de aquí, ¿qué dicen? A mí me suena de puta madre.>

El mayor nada más suspiró, deseando poder seguir el plan de amarilla, pero Peter ya lo había pillado… era mejor escupir la verdad e intentar que el castaño no le tumbase los dientes.

-Vale, Imelda y yo…

-Ésa parte ya me la sé, fuiste un cretino con ella. Lo que en verdad me gustaría saber es qué cojones fue eso que acaba de pasar y porque perdí el control de mi cuerpo.

Ahora fue Wade el que frunció el ceño.

-Podría explicártelo si me dejaras hablar, Pete… -el castaño suspiró, intentando calmarse. Asintió y Wade chasqueó la lengua antes de proseguir: -Como decía, Imelda es mi ex prometida, pero no sólo eso… ella es una mutante. Tiene… ¿cómo decirlo? Habilidades superiores a la mayoría de los humanos.

Peter abrió los ojos como platos, no se esperaba aquello… había oído historias acerca de mutantes y eso, joder, que su tío Bruce era un enorme moustro verde con problemas de ira debido a la mutación con rayos gama. Aun así, aparte de Wolverine y el Profesor Charles Xavier no conocía muchos otros mutantes y la verdad es que Imelda se veía de lo más normalita.

- ¿Qué clase de… habilidad tiene Imelda? ¿Hipnosis? –preguntó el castaño, la ira siendo reemplazada por curiosidad.

{Fiu… ésa estuvo cerca. Un poco más y no la libramos, ¿eh, Wadey?}

<Vale, idiota, no la cagues más y aprovéchate de que está distraído. Sigue parloteando.>

-Parecido, pero no. Es algo llamado compulsión… Imelda puede manipular la voluntad y acciones de las personas a su gusto, es por eso que perdiste la voluntad sobre tu cuerpo ahí dentro. –el mayor suspiró, clavando la mirada en sus pies:  Sin importar a dónde fuese, seguía poniendo a Peter en peligro. –En verdad lo siento mucho, Pete… pudo haberte hecho daño de veras, ésa mujer también puedo chupar años de vida con un solo beso. Perdóname.

Peter lanzó un suspiro, sintiéndose culpable: Por haber estado tan ensimismado en su propia rabia, no se había dado cuenta de que sus palabras habían lastimado a Wade. Sacudió la cabeza e intento componer su mejor cara, no quería que la noche se echase a perder por culpa de una de sus pataletas… ésa era una de las cosas que, tristemente, había heredado de Tony Stark y sus famosos berrinches.

-Hey, no pasa nada… estoy bien, ¿vale? De rositas. –Peter le alzó el mentón con suavidad al mercenario, forzándole a verle y sonriéndole. –Sólo prométeme que no van a haber más exes psicópatas por el resto de la noche porque no quiero volver a terminar entre la basura… ya huelo a huevos podridos. –Peter se estremeció, tratando de no imaginarse lo que le diría Steve al llegar a casa oliendo a mierda.

{Joder, entonces ya nos jodimos de veras…}

<Ni siquiera el Playboy de Stark se compara con nosotros… somos una puta que se ha follado a medio universo de Marvel. Y ni hablar de DC…>

-Venga, vámonos antes de que Imelda vuelva… aquí apesta a culo de mono. –Peter cogió a Wade de la mano y ambos hombres salieron de aquel callejón.

En cuanto los dedos suaves del castaño se entrelazaron con los rugosos de Wade, el mercenario no pudo sino preguntarse si estaba en el cielo o si simplemente Peter era el mismísimo Lucifer porque no había forma de que alguien tan jodido como él entrase el cielo y mucho menos de que un ángel tan bueno y bonito como Peter quisiera pasar su tiempo con él, pero así era… aquí estaba, mano en mano con lo mejor que le había pasado desde hace muchísimo tiempo. Wade ni siquiera recordaba la última vez que se había reído tanto, incluso hasta le dolían las mejillas. El simple hecho de tener a Peter cerca, con sus mejillas sonrosadas y la forma en que le sonreía dulcemente eran suficientes para hacer que su mullido corazón se sintiera vivo.

{Somos unos hijos de puta suertudos, Wadey. No cabe duda de eso.}

<No es que quiera ser un cabrón y reventarles la burbuja, pero… ¿soy el único aquí que cree que esto es mala idea? La última vez que quisimos a alguien terminó desvivida.>

Wade le sacó el dedo mentalmente a amarilla, pese a saber que tenía razón. Él sabía que debería alejarse de Peter, que él no era nada bueno para el castaño y muy posiblemente estaba arriesgando la vida del menor por el mero hecho de estar cerca, pero… ¿cómo podía negar que desde el momento en que lo había visto estaba patas arriba por el castaño? Habían muchas cosas en la vida que eran imposibles para Wade, pero estaba seguro de que una de las más imposibles era alejarse de Peter. No podía, no quería. El castaño le hacía sentir demasiado bien, le hacía sentir casi… normal. Cuerdo. Como si no estuviese totalmente chalado con la cabeza. Bueno, eso al menos hasta que sin darse cuenta ambos caminaron por una pista de patinaje en donde varias parejas se divertían. Wade se paró en seco, todos los músculos del cuerpo tensándosele cuando el recuerdo de cierta morena de belleza exótica pasó tras sus párpados.

{Mierda. Vale, Wade, sé que esto se ve muy mal, pero…}

<No. No hagas esto, ¿me oyes? Peter está aquí… ¡Mierda, Wilson! ¡NO!>

Pero la mente de Wade ya estaba muy lejos de allí, ni siquiera era consciente de que Peter también había dejado de andar y estaba viéndole fijamente. El castaño de inmediato se acercó al mayor, cuyo rostro estaba compungido en una mueca de agonía.

- ¿Wade…? –preguntó el castaño, acercándose con mucho cuidado. - ¿Wade, estás bien? ¿Qué sucede? Por favor… dime algo.

Peter estiró la mano, pero antes de alcanzar al mercenario éste se apartó bruscamente. Peter retiró la mano, apretando los labios en una fina línea y siguió la vista de Wade, topándose con la pista de hielo de Central Park, en donde varias parejas, niños y demás personas patinaban, ajenas al cambio de humor tan brusco del mayor. El castaño alzó las cejas, totalmente confuso y sin entender por qué la pista de hielo había alterado tanto a Wade, pero éste seguía todavía inmóvil, todavía sin mirarle y con leves temblores sacudiéndole el cuerpo. Peter sacudió la cabeza, despabilándose.

-Wade, no sé qué… ¿Wade? ¡Wade, espera! –gritó el castaño, cuando el mercenario le dio la espalda y empezó a alejarse a grandes zancadas.

Wade no le escuchaba. Su mente se había desconectado de su cuerpo, su cordura yéndose a la mierda con cada segundo que transcurría y todo lo que quería era alejarse de Peter antes de que fuese demasiado tarde y acabase haciéndole daño. Lo sentía en los temblores sacudiéndole el cuerpo, en sus dientes rechinando, en sus manos crispándose en dos puños apretados… iba a descontrolarse, la locura tomando posesión en su lugar como siempre que recordaba a Vanessa. Tenía que salir de ahí, tenía que largarse ahora mismo o en verdad lo lamentaría.

- ¡Wade, por favor! ¡Espera! –Peter cogió a Wade del brazo, forzándolo a verlo y aquel gesto fue suficiente para enviar los últimos retazos de sanidad del mayor al diablo.

Antes de que incluso su sentido arácnido pudiese alertarle del peligro, Peter se encontró a sí mismo contra la pared y con el frío cañón de una pistola sobre la sien. Más allá de asustarse, Peter estaba atónito… incrédulo ante lo inverosímil de la imagen: Wade, apuntándole con un arma y con su rostro desfigurado en una horrible mueca de puro odio. El castaño jamás había sentido miedo de la apariencia del mayor antes, pero ahora… ahora Wadeque le parecía un verdadero moustro. Un moustro cuyos ojos llenos de un odio corrosivo le atravesaban no sólo los trozos de corazón rotos sino también el alma. Peter no quería admitirlo, pero el ver a Wade en ése estado sí que le daba miedo. Por primera vez desde que le había conocido, sintió verdadero terror de Wade Wilson.

-Wade… ¿por qué…? –susurró Peter, dándose cuenta de que Wade no sólo estaba apuntándole con una pistola sino que también le había mentido.

No era ningún mecánico y ciertamente lo que llevaba en aquella caja no eran piezas de motocicleta sino… armas. Y no le tomó mucho caer en cuenta de que, en lo que sea que Wade estuviese metido, no era nada bueno y estaba lejos de ser legal. Peter sintió como los ojos empezaban a llenársele de lágrimas y se sintió estúpido, ¿qué mierda pasaba con él? ¿Por qué lloraba? Aquel hombre le había mentido, ¿y qué? No era el fin del mundo, la gente miente todos los días. “Pero fue él quien me ha mentido… y duele” admitió el castaño, las mejillas empapándosele con aquel líquido cristalino. El pecho se le oprimió, tanto de decepción como de emociones contrariadas porque no sabía ni qué pensar de sus propias reacciones.

-Aléjate de mí, mocoso… -masculló el mayor entre dientes, guardando la pistola en el bolsillo de la pistola y echándose a correr lejos de Peter.

Peter no supo qué fue lo que le impulsó a intentar darle alcance, como si aquel hombre no hubiese estado a punto de volarle los sesos, pero todo lo que sabía era que cuando vio al mercenario perderse entre el gentío todo en lo que su mente podía pensar era en todo el dolor encerrado en aquellos orbes cristalinos, como el cielo en un buen día de verano.

- ¡Wade! –gritó Peter una vez más, pero se detuvo cuando sintió su móvil vibrando en el bolsillo de sus vaqueros. Resopló con fastidio y a regañadientes cogió la llamada. –Ned, no es un…

-Cierra la boca y arrastra tu culo al Manhattan Bridge… AHORA. Es una emergencia, Pete. –y con ello, Ned cortó la llamada.

Peter se despegó el móvil de la oreja, parpadeando confuso y sólo entonces fue que escucho la conmoción estallar a sus espaldas cuando una fuerte explosión sacudió la tierra bajo sus pies y le hizo perder el equilibrio momentáneamente. Cuando logró recobrarse y alzó la vista, se echó a correr de inmediato, sacándose la chaqueta y la ropa en el camino.

Industrias Stark había estallado.

Y las llamas se devoraban furiosamente el edificio de su padre.

Peter sintió que el corazón no le latía.

- ¡Ouch! ¡Mierda! –se quejó el menor, cuando un golpazo lo hizo rebotar hacia atrás. Alzó la vista, topándose con un par de ojos verde pardo… predadores. Peter se estremeció. – P-Perdone, señor. Llevo prisa y no miré por donde iba.

El hombre no dijo nada y Peter siguió su camino, corriendo a todo lo que daban sus piernas. El misterioso hombre sonrío, de forma gatuna y traicionera, complacido al ver como su plan se ponía en marcha y empezaba a dar frutos. Cogió el móvil y se lo pegó a la oreja, sin esperar contestación alguna antes de empezar a hablar.

-Ha picado, va para allá. ¿Está todo listo? –preguntó, cogiendo una manzana del bolsillo de su chamarra de piel y mordiéndola de forma desinteresada.

-Sí, justo como lo pediste. ¿Estás seguro de esto? Es sólo un crío… -dijo la voz femenina al otro lado, recordando al chico de cabello castaño de aquella vez en el hotel.

Ajax soltó una carcajada.

- ¿Acaso no te has enterado, Angel Dust? Los críos también son malas personas.

Y con ello cortó la llamada.

Notas finales:

¡YAY!

¿Alguna vez os imaginasteis a Wade de mariachi? Aparentemente yo sí, más porque el cabrón se la pasa tragando chimichangas y apropiándose de la cultura mexicana LOL XD Pero no os voy a mentir, éste ha sido uno de los caps más divertidos que he escrito, me la he pasado güay escribiéndolo y, a excepción del final, me ha parecido una buena manera de compensar por el salseo de la vez pasada (Y ¡ALERTA DE SPOILER! Por el que se va a venir de aquí en adelante D:) Me encantó el cameo de Mamá Imelda y me encanta muchísimo la cultura mexicana, si hay alguien leyendo mi fic y es de México… Primero, qué puta envidia. Y segundo, ¡AMO LOS TACOS! En verdad, la cultura y gastronomía mexicana son de mis cosas favoritas y, cómo no, obvio que iba a explotarlas ya que Bocazas también es un fan de México :3

¡EN FIN!

¿Qué creeís que va a pasar ahora? ¿Será que Petey se entera del secretito sucio de Bocazas? ¿Qué está pasando en ésa cabeza loca de Francis? ¿Será que Wade tiene más ex novias chaladas LOL espero vuestras opiniones en los comentarios, y espero qué os haya gustado el cap tanto cómo a mí me gustó escribirlo ^^ ¡AH! Antes de olvidarme, ¿os gustaría un capítulo especial Stony? Digo, es que siempre dejó a éstos dos en el aire y me preguntaba, ¿os gustaría un capítulo especial con Steve y Tony? Me gustaría saber vuestra opinión, por a mí sí o sí que me gustaría darles un poquito de protagonismo a éstos dos en mi fic… ¡son adorables! Más después de ése sabor amargo que me dejó Infinity War, ya que ni se vieron las caras y yo muriendo porque Tony viese al Capi con ése barbita sexi :3

Y ya, os dejo de joder y mejor me voy a trabajar en mi reporte final LOL XD

¡Os quiero! ♥ Y nos leemos pronto ^^

¡Un besazo! :3


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