Ruki se fue de la casa en cuanto se hubiese asegurado que Uruha estaría bien, los otros se quedaron porque el guitarrista no estaba en condiciones de irse del lugar y mucho menos a pie, no les quedaba otra que esperar a que Reita despertara. El bajista no se hizo rogar, llevándose cosas por delante se levantó malhumorado y los miró con una expresión que podía tomarse como de molestia, pero intentó esbozar una pequeña sonrisa de compensación antes de entrar al baño y pasar una hora en él. Cuando salió se dejó caer en el sillón de forma pesada y el resto pudo apreciar bien en qué estado se encontraba: tres largos rasguños le recorrían el cuello sin mencionar los de los brazos, junto con uno que otro moretón de indudables dedos clavados en la piel. Uruha no lo miraba, en realidad, no miraba a nadie, luchaba por mantenerse de pie, pero finalmente Kai lo obligó a sentarse junto a él.
- Te excediste Reita – comentó Aoi molesto mirando a su amigo
Reita no dijo nada y se encendió un cigarrillo, el guitarrista se puso de pie molesto y se lo arrancó de la boca.
- ¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?!! ¡¡mira como está Uruha por tu culpa!! – exclamó señalando al rubio que lo miraba tristemente
El bajista volvió a meterse otro cigarrillo en la boca y lo encendió, mirando a Aoi con fastidio, se levantó de golpe y lo hizo a un lado levemente. Se acercó a Uruha y lo tomó del brazo sin ejercer demasiada presión, levantándolo y comenzando a caminar.
- ¡¿A dónde demonios crees que vas?! – gritó tirándole el encendedor en la cabeza
- Voy a llevar a Uruha a su casa – dijo calmado mientras lo tomaba con más fuerza – luego los llevo a ustedes, o mejor váyanse solos
Abrió la puerta del departamento de golpe y desapareció con Uruha sin dejar que los otros llegaran siquiera a gritarle. Se metió en el ascensor rápidamente y apoyó a Uruha en la pared, el guitarrista se le quedó mirando a través del reflejo, ya que el otro estaba de espaldas a él.
- Uruha… tú sabes que no era yo el de anoche, me dejé llevar… perdóname…
- Lo sé – gimoteó Uruha conteniendo el dolor
- Yo te quiero mucho, no quiero que me odies…
- No te odio… Reita… – susurró mientras se resbalaba por la pared y se desmayaba en el piso
Reita lo vio caer en el reflejo y se volteó instantáneamente a levantarle la cabeza antes de que se golpeara, llamándolo una y otra vez mientras el ascensor llegaba al primer piso. Finalmente lo levantó en brazos y lo llevó casi corriendo al auto, lo sentó a su lado, su respiración era exagerada, el corazón parecía querer salírsele del pecho, sus manos temblaban frente a la imagen de Uruha inerte junto a él. Intentó arrancar el auto pero era muy poca la estabilidad de sus articulaciones, se apoyó en el asiento y suspiro, intentando llenar de aire sus pulmones, sentía que se quedaba sin él, el cigarrillo se le había caído cuando levantó a Uruha y no le interesaba tenerlo de vuelta. Solo un suave gemido del guitarrista lo hizo entrar en razón, el susto había pasado, su amigo solo necesitaba descansar, descansar en su hogar, rodeado de sus cosas, en un ambiente tranquilo. Reita le revisó los bolsillos y sacó la llave del departamento, la metió en su propio bolsillo y arrancó el auto, manteniéndose pendiente del guitarrista en el asiento de al lado, rogando con cada cuadra que no le pasara nada malo en el transcurso del viaje. Cuando hubiese llegado a su casa un presentimiento lo invadió, tenía la sensación de que se toparía con él, seguramente estaba esperándolo, para discutir lo ocurrido o simplemente para estar con Uruha. Reita sacudió su cabeza, pasaría lo que tuviera que pasar, ya no quería hacerle más daño, lo tomó entre sus brazos y abrió la puerta.