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Verdadero por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

Fic dedicado a Gillian quien hace tiempo, bastante tiempo, me sugirió esta trama, perdona el retraso, espero que sí lo lees te guste.

También espero que les guste a quienes sean tan amables de leer.

 

Notas del capitulo:

 

Es una pareja que ya he utilizado pero en este caso es una historia un poco distinta.

La canción es Vete con Ella, tiene varias versiones en español, pues la canción original es Chapel of love, de Dixie Cups, se me ocurrió el fic al escucharla.

 

 

Vete con ella vida
Pues sé que tú la quieres
Aunque no me lo digas
A ellas no la olvidas

Vete con ella vida
Y que sean muy felices
Vete con ella mi amor.

El Santuario estaba en movimiento, al menos los doce templos lo estaban pues su señora, la diosa Atenea, o mejor conocida como Saori, estaba con ellos y los había llamado ese día, después del entrenamiento, para darles una noticia que debía ser relevante por alguna razón. Los  guerreros del zodiaco se iban presentando poco a poco y daban algunos comentarios entre ellos mientras aguardaban en la antesala del patriarca, no sería un asunto tardado ya que su señora jamás se tomaba más tiempo que el necesario para decirles lo que deseaba y en esa ocasión no imaginaban que fuera a ser diferente. En cuanto estuvieron los doce portadores de las armaduras más poderosas reunidos esperaron con paciencia, no mucho tiempo, solo el necesario, pues una nueva figura quedó delante de ellos con solemnidad.

—     Caballeros—los saludó.

Le respondieron en el mismo tono, serio y sin perder la compostura, aunque tratándose de Shion no podían hacer menos, claro que lo hubieran preferido.

—     La señora los espera—les dijo.

Con esas palabras comenzaron a avanzar hacia la otra sala, que no era el salón principal del Santuario, aunque si un sitio importante sin duda, lo más importante era que la femenina figura  de Atenea dominaba el lugar. La joven de cabellos violetas los miraba con amabilidad, aparentemente se trataba de buenas noticias o algo parecido, tan solo quedaba esperar para saberlo.

—     Gracias por venir tan pronto—les dijo—No deseo quitarles mucho de su tiempo, sé que tienen obligaciones, deseo que sepan que tendremos una visita, especial, en el Santuario y deseo contar con ustedes.

Todos se mostraban de acuerdo, no había inconvenientes, así que el mensaje podía continuar sin más.

—     Sé que recordarán la visita que hicimos al Inframundo, ahora podemos corresponder a sus atenciones, Hades vendrá al Santuario.

Siendo honestos los caballeros no estaban seguros de cómo reaccionar, claro que recordaban la visita, a pesar de todo estaban de acuerdo en que habían sido tratados de manera atenta o tan atenta como les era posible a los espectros, pero tampoco podían decir que fue una visita de las mejores. Desde el principio todo había sido orquestado por Saori, quien prácticamente le había torcido un brazo a Hades para que aceptara, pero ella pregonaba la importancia de un nuevo entendimiento entre los diversos reinos y por lo tanto el Inframundo entraba en esos planes. Ahora les tocaba devolver esa cortesía, así que recibirían a los espectros y su señor de la mejor manera posible.

—     Cuento con ustedes—decía Saori.

—     Mi señora—intervino Saga.

—     ¿Sí?

—     Podríamos saber quiénes vendrán, además de Hades por supuesto.

—     Será una comitiva pequeña—dijo la joven—Hades no desea molestar.

Más bien quería decir que no pensaba mover a su gente solo por ir al Santuario y mucho menos como un mero visitante.

—     Me ha dicho que vendrá él con sus jueces.

Así que solo serían Hades, Radamanthys, Aiocos y Minos, un grupo muy pequeño después de todo.

—     Y también vendrá Pandora.

Ese nombre retumbó en los oídos del caballero de Escorpión aunque procuró mostrarse como si no importara…aunque si le importaba.

En poco tiempo los caballeros sabían lo que les correspondería hacer y ninguno mostraba tener inconvenientes en hacerlo, la planeación sería sencilla pues nadie esperaba que Hades y compañía fuera de fastos pero de todas maneras habría algunos eventos más elaborados que los otros. Mientras se retiraban iban comentando la parte que les correspondía hacer, los dorados se iban separando, pues tenían otros asuntos que atender, entre ellos una pareja se limitó a quedarse en la octava casa, se trataba justamente de Milo de Escorpión y Camus de Acuario pues dijeron que iban a comer juntos ese día.

Como siempre en esos casos el de Acuario de hacía cargo de inmediato, aunque fuera una visita se sentía completamente en confianza cuando estaba en la octava casa, disponía de todo como si estuviera en su propio templo, pues desde el primer momento el de Gracia le hizo una cordial invitación a que fuera de esa manera. Había tomado verduras de la nevera, las estaba lavando y sin duda prepararía algo más, estaba en claro cuando puso agua a calentar y tenía medallones de cordero con naranjas y romero, sin duda sería el platillo principal y las verduras solo un acompañamiento.

—     ¿Te gustaría algo especial de postre Milo?—le preguntaba sin verlo.

—     Lo que tú quieras estará bien.

—     Haré una macedonia de frutas entonces. Será agradable con el clima.

Seguía centrado en su labor, el mismo Camus, sin perder de vista su objetivo, pero el de Escorpión no estaba convencido, necesitaba saber algo pero lo preguntaría de manera indirecta, no podía hacerlo de otra manera en ese momento.

—     ¿Qué piensas de la visita que tendremos?

—     La señorita Saori busca que las relaciones entre todos mejoren, parece una medida sabia el reunirnos—respondió sin dejar de hacer su labor.

—     ¿Y de los que vendrán?

—     Serán una comitiva pequeña pero solemne.

—     ¿No tienes nada en especial que decir Camus?

Era verdad que el venido de Francia había tratado de hacerse una persona más abierta después de los conflictos, convivía más con sus compañeros y se mostraba incluso relajado, en algunas ocasiones, pero seguía siendo él y no se distinguía por aguantar que dieran rodeos a las cosas, prefería ser directo. Dejó su labor con las verduras, miró de frente al de la octava casa y supo lo que deseaba decir.

—     ¿Qué quieres saber Milo?

—     Nada—soltó el otro con velocidad.

—     Bien.

Con eso volvió a su labor pero no iba a permitir más preguntas extrañas e indirectas, su compañero lo sabía, de la misma manera que el de Escorpión sabía exactamente lo que quería saber, la pregunta ardía en su interior.

 

**********

 

Yo llorare, ah, ah, ah
Más sé muy bien oh, oh, oh
Que encontrare
Otro querer.

Por eso hoy
Vete de mí
Y que seas
Con ella muy feliz.

Los días necesarios pasaron con velocidad pues los preparativos no cesaron, cada caballero cumplió con su parte y estaban perfectamente listos para presentarse ante Hades y compañía, pero no dejaba de ser una posibilidad que tuvieran que responder al estado de ánimo de los invitados, necesitaban estar preparados para eso también. Aparte de eso sus armaduras necesitaban estar impecables, todos los pequeños arreglos, por más imperceptibles que fueran estaban siendo llevados a cabo, sus habitaciones estarían listas, la comida preparada, los entretenimientos bien programados, todo lo que les correspondía a ellos estaba listo, solo faltaban los invitados.

 Cuando llegaron los espectros y Hades fue uno de esos instantes en que parece que la gente incluso contiene la respiración, pero ahí estaban, Hades al frente, sus jueces, Radamanthys, Aiocos y Minos un poco más atrás, y  a su lado su leal Pandora. Todos vestidos con ropajes oscuros a pesar del clima, caminando con seguridad y como si no miraran nada alrededor, limitándose a ser recibidos como algo debido a su categoría y no algo que debieran agradecer, al menos al principio así fue.

Saori salió al frente y sonriendo los recibió con absoluta amabilidad.

—     Siéntanse bienvenidos, el Santuario los recibe con alegría y amistad—dijo suavemente.

—     Nos sentimos honrados por este recibimiento—fue la respuesta de Hades.

El señor del Inframundo hizo una leve inclinación de cabeza, indicando que se sentía complacido, mientras que sus jueces se inclinaron servicialmente y Pandora realizó una femenina reverencia. A partir de ahí las cosas se relajaron y todo se sintieron menos tensos sobre lo que iba a suceder desde ese momento y por los siguientes días, los dorados estaban preparados, aunque el caballero de Escorpión no dejaba de observar a su compañero de Acuario, buscaba cualquier señal, por mínima que fuera, de lo que pensaba en esos momentos, pero ese rostro estaba esculpido en hielo y no demostraba nada, no en la superficie.

Aparentemente todo estaba como debía ser entre los dos caballeros dorados, ninguno daba motivos para suponer que algo fuera diferente o que tuvieran que discutirlo, por lo tanto seguirían como siempre, estando juntos como una pareja que se gustaba y se quería. Parte de eso era la intimidad, no estaba en duda, ya los dos hombros habían compartido esa parte de su relación y no se negaban a ella, aunque con diversos resultados. Hasta ese momento el de Escorpión había asumido con naturalidad que su compañero no resultaba muy efusivo en esa parte, más bien se mantenía retraído pero después de todo se trataba del caballero de los hielos, podía pensarse con razón que todo se debía a su carácter. El de la octava casa era quien se había mostrado como la parte activa en sus encuentros, a ninguno de los dos parecía molestarle eso, simplemente se dejaban llevar por las circunstancias.

Pero esa noche las cosas eran distintas, definitivamente lo eran cuando el regular estilo de sus encuentros iba a sufrir una modificación, y era por parte del de la onceava casa, pero no lo supieron desde el primer momento. Todo dio inicio cuando ya estaban juntos en la recámara del templo de Escorpión, pues Camus había insistido en quedarse con su compañero, el otro no se negó, pero después de todas las actividades esperaban descansar, más o menos. Ambos hombres estaban preparándose para dormir, ya se encontraban en su ropa de descanso justamente aunque no hablaban mucho, de nada, pero podrían decir que todo estaba bien, no necesariamente algo estaba ocurriendo.  Se metieron bajo las sábanas, al menos el de la octava casa lo hizo, y todo comenzó a cambiar desde ese punto.

—     Ya es un poco tarde Camus—decía algo pausado—Mañana tenemos mucho que hacer, descansa.

—     Milo…

—     Hasta mañana.

Para el caballero de Escorpión las cosas se terminaban ahí, solo pensaba en dormir un poco, pero su compañero tenía otro tipo de planes y estaba por dejárselos saber.

Apenas había cerrado los ojos el dueño del templo, quedando a oscuras, cuando escuchó que lo llamaban.

—     Milo.

—     ¿Qué pasa?—preguntó sin mucho interés con los ojos cerrados.

Dos segundos después sintió que lo colocaban boca arriba y que el de Acuario se ponía encima de él.

—     Camus…

—     Shhhhh.

Le indicaban que guardara silencio y si no bastaba con ese gesto unos labios estaban sobre los suyos de manera veloz y fugaz, impulsándolo a callar, tan solo pudo concentrarse en lo que el caballero de la penúltima casa hacía desde ese momento. No era para menos pues ya el otro hombre de cabellos azules lo besaba por el cuello y con dedos ágiles se encargaba de levantar la parte superior del pijama para acariciar su torso y su pecho, después se inclinó hacia el frente y comenzó a besarlo, de forma rápida, como si buscara que algo no ocurriera antes. Sus cabellos azules se deslizaban por encima de la piel del de Escorpión, siempre le había gustado ese cabello, lo hacía estremecer sentirlo, y sin más se dejó llevar, su compañero no era tan activo por lo general.

Pasarían unos instantes solamente para que el venido de Francia se dedicara a despojarlo por completo de la mitad de su pijama, un instante después se quitaría el suyo, quedando ambos con el torso descubierto pero el de la onceava casa no se quedó contemplando a su pareja, nada de eso, como llevado por el impulso del momento fue hacia los pantalones, los deslizó suavemente por debajo de las caderas del otro hombre y comenzó a acariciarlo por encima de la ropa interior. Siempre era una experiencia gratificante para Milo ese tipo de cosas, más cuando las hacía el de Acuario, era emocionante y estremecedor saber que estaba siendo tocado por otro ser vivo. Con los ojos cerrados lo permitía todo, disfrutando de cada caricia, en cierta manera le parecía a una experiencia similar a esos toqueteos adolescentes que había tenido consigo mismo, más algo por explorar que una labor bien definida, pero igual no se quejaba, era Camus quien le estaba brindando esos momentos.

Pero no duró demasiado, el de la casa de Acuario se limitó a  continuar, no era mucho lo que hacía, solo frotaba por encima de la ropa con cierta fuerza, lo hizo hasta que se convenció que el de Escorpión comenzaba a excitarse y haciendo honor a la verdad no tardó mucho tiempo en lograrlo. Sin tomarse un respiro siquiera le sacó los pantalones a su compañero para hacer lo mismo con los suyos, unos segundos más y fue la ropa interior, con lo cual ambos estaban completamente desnudos encima de la cama. Camus continuaba con sum misma actitud de no esperar, escaló por el cuerpo de su pareja para colocarse sobre él a horcajadas, frotándose de manera un poco confusa sobre ese bien torneado cuerpo, claro que el de Escorpión a esas alturas no pensaba mucho en ello, estaba bastante animado por todo lo ocurrido hasta ese instante y se mostraba dispuesto a continuar.

Camus no dejaba de besar al de Escorpión, pasaba por su cuello, las mejillas, la barbilla, mientras las manos del de la octava casa pasaban por encima de esa espalda tan tersa y llegaban a su trasero que apretaban con bastante satisfacción. Desnudos y acariciándose parecía que todo marchaba a la perfección, no dejaban de sentirse, de compartir el calor de sus cuerpos, y seguir era todo lo que parecía tener sentido en esos momentos. Fue una vez más el de la penúltima casa quien bajó por el bien formado cuerpo de Milo para besarlo, probar esas suaves líneas que besó con velocidad, hasta llegar a su sexo ya medio erguido, por un momento pareció buscar llevarlo a su boca pero al final no lo hizo, se limitó a cerrar los ojos y comenzó a masturbarlo con intensidad, como si se acariciara a sí mismo.

Sintiendo la forma en que era acariciado por esa firme y masculina mano, el de la octava casa comenzó a gemir, en otras circunstancias podría haber notado que si de por si sus encuentros no eran exactamente desbordantes de pasión ese lo era aún más, pero np0m iba a notarlo, estaba más interesado en esas sensaciones que se acumulaban en su sexo y su vientre. A esas alturas Milo gemía de manera abierta, a momentos susurraba palabras incomprensibles y en otros eran explosiones cortas de satisfacción, hasta que él mismo supo que sui sexo estaba completamente erguido por el tratamiento que había recibido.

—     Camus…Camus…Camus…—lo llamaba con pasión.

Pero no había una respuesta a eso.

Sin embargo el de Acuario no dejaba de hacer su parte, aunque el mismo no estaba más excitado que al inicio no tuvo inconvenientes en buscar el lubricante en un cajón de una mesita de noche al lado de la cama, cuando el de Escorpión intentó hacerse cargo de la labor de dilatarlo se lo impidió, no dijo nada, pero fue como si no quisiera que el de la octava casa lo tocara de esa manera. Como fuera, el francés de ojos azules se hizo cargo de sí mismo, aplicando el lubricante y preparándose, más con prisa que con placer, y también se dedicó a alistar a su compañero, le colocó el preservativo con cuidado y dio un tipo de resoplido. Unos segundos de espera y hasta el de Escorpión supo que necesitaba saber si todo estaba bien.

—     Camus ¿Qué…?

—     Shhhhh.

Lo silenció con prontitud y se colocó a horcajadas de manera muy determinada, se apoyó sobre el torso del de la octava casa y sujetó su erguido sexo para guiarlo a su entrada, se aseguró que estaba en el sitio exacto y respiró con profundidad, besó el rostro de su compañero con velocidad y un instante después comenzó a penetrarse, despacio, hasta que estaban completamente unidos. Respiraban agitados, de forma entrecortada, ya habían llegado muy lejos, y el de Acuario una vez más tomó la incitativa moviendo sus caderas con ritmo, apoyándose en los hombros de su compañero.

—     Camus…Camus…Camus…

No dejaba de nombrarlo el de Escorpión, aunque el de Acuario no respondía, tan soplo cerraba los ojos, dejándose llevar, como si intentara convencerse de algo, Milo por su parte no sabía que pensar, pero su cuerpo se sentía vivir, amaba a ese francés y estar con él siempre era algo maravilloso para él. lograron encontrar una posición en que ambos se sentían complacidos o más o menos, pero no iban a detenerse a pensarlo, comenzaron a respirar aprisa, sintiéndose agitados y con unas punzadas en el vientre que los hacían gemir, les faltaba el aire y fue el de Acuario quien se acarició a si mismo con intensidad hasta terminar. Su compañero aun no lo hacía pero continuó embistiendo hasta lograrlo, dieron unos gemidos más y finalmente ambos terminaron abrazados sobre la cama, aunque el de Acuario se giró para quedar a un lado mirando hacia el techo.

—     Te amo Camus—dijo Milo con sinceridad.

—     Milo…

El de Acuario lo abrazó, pero no dio otra respuesta.

 

**********

 

Por eso

Vete con ella vida
Pues sé que tú la quieres
Aunque no me lo digas
A ella no la olvidas

Vete con ella vida
Y que sean muy felices
Vete con ella mi amor.

La visita continuaba de acuerdo con lo planeado, así que no había nada que decir en contra pero para Milo se estaba dando una circunstancia en especial, especial pues no era lo que regularmente sucedía en su vida diaria: Camus parecía no querer separarse de él, para nada, en ningún momento, bajo ninguna circunstancia.

—     Tengo que ver que los guardias estén listos—decía el de Escorpión.

—     Voy contigo—intervino de inmediato el de Acuario.

—     No es necesario…

Pero ya estaba el de la  onceava casa a su lado, solo esperando para que partieran juntos, lo hicieron y durante el breve trecho el del octavo templo decidió mencionar algo pues no sobrellevaba bien el silencio en el que a veces se sumían al estar juntos.

—     La visita ha ido bien Camus.

—     Todo marcha como fue planeado Milo.

—     Sí.

Después de eso no supo que decirle, aunque ciertamente tenía el impulso de hacerlo, sin embargo algo en su interior parecía congelarse con la perspectiva de ser directo; los dos sabían que necesitaban hablar pero no se atrevían a hacerlo, aunque sus motivos eran diferentes. Callarse en una relación no es la mejor opción pero era justamente eso lo que ambos hombres hacían en cada momento en que se encontraban uno al lado del otro.

—     Los guardias están listos—mencionaba Milo.

—     Ha sido un buen trabajo—agregó Camus.

—     ¿Estás nervioso?

—     ¿Por qué habría de estarlo?

—     Porque vas a combatir Camus.

—     Estoy bien con eso, con todo.

El de Acuario intentaba manejar las cosas como si nada ocurriera pero no era sencillo, su compañero tampoco lo hacía muy bien y ese comentario casi sonaba a que el de Francia se estaba protegiendo o poniendo a la defensiva.

—     Te apoyaré—mencionó buscando sonreír el griego—Espero que des un buen espectáculo.

—     Lo haré.

Se quedaron mirando, uno de esos instantes en que sus miradas decían mucho pero ninguno de los dos se atrevió a dar el paso necesario para aclarar las cosas.

—     Camus…

—     Tengo que ir a alistarme Milo, te veré después del combate.

Con esas palabras, como si escapara de algo, comenzó a alejarse el de Acuario, siendo seguido por la mirada azulada de su compañero que en cierta manera que no lograba comprender se llenaba de tristeza que no pensaba reconocer.

Cuando el coliseo en el Santuario se fue llenando de gente se hubiera pensado que era por algún aspirante que combatía por ganar una armadura pero de hecho era un asunto distinto, una de las presentaciones que se harían para los invitados del Inframundo sería mostrar un combate entre diversos caballeros, más una exhibición que algo real pero ninguno de los participantes dejaba de lado que representaba al Santuario y a su señora Atenea, así que lo harían muy bien y de paso impresionarían a los espectros y a su señor.

Solo algunos caballeros fueron elegidos para tal evento, incluso de los dorados solo serían tres los que participarían, dejando a los demás a unos pasos detrás de Saori y sus invitados, lo que además permitía un perfecto punto de observación sobre lo que sucedía en la arena.

—     Espero que sea de su agrado—mencionaba Saori a Hades—Los caballeros se han esforzado mucho para este evento.

—     Sin duda es así—fue la respuesta del señor del Inframundo.

Todos guardaron silencio y de pronto se dejó escuchar una especie de campana que indicaba el inicio del encuentro, los combates que se habían planeado fueron presentándose, diversos caballeros que tomarían parte lo est5aban haciendo bien, muy bien de hecho, luciéndose y demostrando por qué poseían una armadura y servían al Santuario. El punto culminante del evento era justamente la batalla de caballeros dorados, que sin duda era lo más esperado por todos los presentes.

Mientras tanto un inusualmente silencioso Milo parecía pasar su vista solo a dos puntos determinados del Coliseo, haciendo que su compañero de Libra, quien estaba a su lado, se diera cuenta de ello.

—     ¿Te sucede algo Milo?—le preguntó con interés.

—     No.

—     Pareces inquieto ¿de verdad todo está bien?

—     Solo es…no es nada—intentaba asegurar.

—     ¿En verdad?

—     Ya va a comenzar el combate.

Con esas palabras cortantes parecía que sería todo, aunque el de Libra no insistió más y dejó que el evento pasara, de todas maneras eso no evitó que se diera cuenta de lo inquieto que estaba el de la octava casa, casi como si temiera algo por ese enfrentamiento ¿Temería por Camus acaso? De todas maneras decidió poner atención a lo que sus compañeros hicieran, sin duda era algo para recordar.

En el centro del coliseo estaban Saga de Géminis, Shura de Capricornio y Camus de Acuario, usando sus resplandecientes armaduras doradas y preparados para la pelea, como un gesto de deferencia serían los espectros quienes indicaran el inicio del combate, lugar que caballerosamente Hades cedió a Pandora. La joven de largos cabellos oscuros se puso en pie con elegancia y dejó caer suavemente su pañuelo, se escuchó el tañer de la campana y de inmediato los tres hombres en la arena se lanzaron al combate. Nadie parecía escapar a la fascinación de ver a tres caballeros dorados pelear, era impactante sin duda, la velocidad, la fuerza, las técnicas, todo quitaba el aliento, incluso Hades que se había mostrado muy flemático ante todo lo que les presentaron no dejaba de mostrar un destello en sus ojos de emoción por lo que presenciaba.

Siendo una pelea impactante hubo momentos en que parecí9a que los observadores contenían el aliento, primero parecía que Shura ganaría  pero Saga se aventajó y casi derrotaba a los otros dos, sin embargo fue una jugada más la definitiva. Como si solo hubiera esperado por ello, Camus se mantuvo a flote, guardando algo de distancia y en el momento exacto, cuando Saga y Shura se enfrascaban en su lucha y tuvieron que retroceder un paso para recuperar el aliento, fue cuando atacó, embistiendo a ambos bajo sus poderes congelantes y siendo con eso considerado el ganador. Los presentes prorrumpieron de entusiasmo, incluso los otros dos dorados se acercaron a felicitar a su compañero pues les había ganado con justicia.

—     Ha sido un gran triunfo Camus de Acuario—le dijo Saori con formalidad—Te coronamos con el triunfo.

Diciendo eso le entregó una corona de flores doradas, especialmente creadas por Mu para los triunfadores, sosteniéndola  con emoción, como si no se diera cuenta de ello, dio un paso hacia los espectros, su rostro resplandeciente de ser el ganador los observaba y estiró la mano como un ofrecimiento, un  galardón de su gloria que dedicaría a alguien más. Sin embargo se detuvo, helándose en un instante, su expresión se apagó y solo tendió la corona hacia Saori con formalidad.

—     Este triunfo es para usted, mi señora—dijo con voz helada.

—     Gracias-

La muchacha de los cabellos morados aceptó la corona con una sonrisa y se pudiera pensar que había sido todo, pero no lo fue, no para un Milo de Escorpión que no dejó de darse cuenta con claridad de lo que había ocurrido.

—     ¿Te sientes bien Milo?—preguntó Dohko preocupado—Estás pálido, te ves mal ¿Qué ocurre?

Como si no soportara más la situación el de Escorpión solo pudo hablar, no era momento para poder contener lo que en verdad le estaba carcomiendo por dentro.

—     No la ha olvidado—dijo como si le costara hablar.

—     ¿Qué? ¿De qué hablas?

—     Camus no la ha olvidado

El de Libra prefirió callar, si de verdad iba a decir algo debía ser el de la octava casa quien lo decidiera.

—     Camus no ha olvidado a Pandora—dijo con dolor.

El coliseo se fue quedando vacío poco a poco pero los caballeros de Libra y Escorpión se quedaban dónde estaban, por unos momentos no iban a necesitarlos así que no notarían un retraso y para el de cabellos rojizos era más importante estar al lado de su amigo en momentos de necesidad que seguir un programa establecido. Se quedaron sentados sobre la piedra en silencio al inicio para después dejar que las cosas fluyeran, siendo así el de la octava casa prefirió hacer una confesión que seguir guardándose lo que sentía; además confiaba en el de Libra, sabía que fuera lo que fuera que le dijera quedaría entre ellos dos solamente.

—     Todo empezó en aquella visita que hicimos al Inframundo—decía Milo—Todo iba bien, habíamos regresado a la vida, nuestra señora había triunfado, hacer nuevos vínculos parecía razonable, aunque no todos estábamos muy cómodos con vernos con los espectros.

—     Sí, recuerdo la visita que hicimos, nuestra señora estaba interesada en que las cosas fueran mejor entre todos.

—     Hubo algo entre Camus y Pandora en esa visita.

—     ¿Por qué estás tan seguro? ¿Acaso él te lo dijo?

—     No tuvo que hacerlo.

Milo siempre había sentido algo por el silencioso y frío Camus, antes de los conflictos y las batallas él ya sentía algo por ese chico, por eso tal vez no era inusual que lo observara con detenimiento y se diera cuenta de cosas que los otros no. durante esa visita en el Inframundo no dejó de otra que el de Francia estaba como ansioso, inquieto, a la expectativa de algo, se alejaba de ellos a veces y cuando estaban todos reunidos ante Hades y los suyos sus ojos brillaban al mismo tiempo que se llenaba de esa sonrisa oculta en su rostro que lo hacía resplandecer, todo era como una ducha nueva que lo hacía incluso más guapo a sus ojos.

—     Algo ha cambiado en ti Camus—le dijo en una ocasión.

—     ¿Por qué crees eso Milo?

—     Porque tu cara brilla como ascuas

—     Claro que no.

Pero era verdad.

Fue justamente por esa charla que el de Acuario se mostró un poco más abierto, tal vez sin darse cuenta él mismo que lo era, pero su inquietud no era tan sencilla de manejar, era algo nuevo, como si tuviera un plan pero aun tuviera dudas para concretarlo.

—     Milo—lo llamó con nerviosismo— ¿Qué crees que pasaría si las cosas cambiaran?

—     ¿De qué hablas?—le preguntó desconcertado.

—     Es decir ¿hasta dónde somos caballeros dorados? ¿Qué se espera de nosotros ahora? ¿podemos hacer una vida diferente?

—     ¿Cómo que diferente?

—     Sí, diferente, hacer cosas que no hemos hecho antes, cosas que antes no parecían compatibles con nuestra fidelidad al santuario.

—     ¿Hablas de nuestra lealtad?

—     ¿Hasta dónde debe llegar esa lealtad?—preguntaba con esperanzas brillando en sus ojos.

Pero el de Escorpión, quien no terminaba de comprender lo que ocurría con el de Acuario, solo pudo responder con humor en ese momento.

—     Por favor Camus ¿es que te estás preparando para traicionarnos?

En ese instante la expresión del de la  onceava casa cambió por completo, se congeló por decirlo de una manera, para después erguirse como si lo hubieran herido con profundidad, lanzando una mirada mortalmente seria.

—     Jamás seré perjuro.

Diciendo eso se dio vuelta y se marchó, dejando al de Escorpión sin comprender lo que había sucedido.

Regresaron al Santuario pero Milo no dejó de notar que el de Acuario se veía extraño, esa alegría que había brillado en sus azules ojos se apagó y no mucho después  había dado inicio su relación, lo que parecía estar bien.

—     Un caballero solo debe compartir su vida con otro caballero—dijo en una ocasión el francés.

Y eso hubiera sido todo, de no ser porque el de la octava casa se sentía atrapado en algo que sabía que tenía que hablar con su compañero pero temiendo hacerlo.

Dohko lo escuchaba con atención pero  no podía quedarse callado, estimaba a sus compañeros y le preocupaba su bienestar.

—     ¿Qué es lo que te preocupa Milo?

—     Camus no ha olvidado a Pandora.

—     ¿Por qué crees eso?

—     Hace apenas unos instantes, triunfó, y en lugar de comportarse como siempre lo primero que hizo fue mirarla a ella, quiso ofrecerle su triunfo a ella pero en cuanto se dio cuenta de lo que estaba haciendo se congeló y dio su corona a Atenea.

Dohko no estaba seguro de que todo lo que viera su compañero fuera cierto, podrían ser solo figuraciones de una mente muy activa, pero el de Escorpión continuó.

—     Desde que iniciamos como pareja he sentido que nuestra relación no es lo que debería ser—admitía Milo—Pero siempre lo achaqué a que Camus es de un temperamento reservado, silencioso, no muy efusivo, pero ahora….lo vi hace un instante apenas…jamás  me ha mirado de esa manera a mí…pero a ella…a ella…No la ha olvidado, esa es la verdad.

Vinieron unos instantes de silencio pero finalmente el de Libra, al notar lo abatido que estaba su amigo, decidió ser directo, en su situación no podía ser de otra manera.

—     ¿Estás totalmente convencido que Camus actúa así por Pandora?

—     Está desesperado por demostrarse a sí mismo que ya no le importa, por eso se la pasa pegado a mí, como si dijera que quien evita la ocasión evita el peligro.

No dejaba de ser cierto, al menos en parte, hasta el de Libra se había dado cuenta que el de Francia actuaba terriblemente formal con la joven venida del Inframundo.

—     Me temo Milo que este es uno de los momentos en que solo podrás resolver las cosas si eres honesto.

—     ¿Y si es verdad Dohko?—preguntaba angustiado— ¿Si es verdad que no la ha olvidado?

—     La felicidad no es algo  que podamos sujetar con alfileres, no lo mereces Milo y Camus tampoco.

—     Pero…

—     ¿Quieres pasar el resto de tu vida al lado de una persona de la cual no estás seguro? ¿Preguntándote si ama a alguien más?

Ante eso el de Escorpión solo bajó la mirada, evidentemente tenía mucho en que pensar, siendo así su amigo de Libra prefirió dejarlo solo, lo necesitaba, tal vez lograra aclarar sus pensamientos y más que nada sus sentimientos, era lo mejor.

Los días pasaron y ciertamente Milo no se decidió a nada y Camus continuaba actuando como si nada pasara, así que era el juego de Aquí nada ocurre, desgraciadamente esa fachada se iba a venir para abajo y muy dolorosamente para el de Escorpión.

 

**********

 

Yo llorare ah, ah, ah
Mas sé muy bien oh, oh, oh
Que encontrare
Otro querer

Por eso hoy vete de mí
Y que seas con ella muy feliz.
Vete con ella mi amor....

Hades y sus acompañantes se habían mostrado todo ese tiempo educados pero distantes, al final se veían satisfechos con el recibimiento que les habían brindado, sin embargo también se notaba que estaban deseosos por volver  a su territorio, era normal, ese era el Santuario y ellos eran del Inframundo. Por eso, a manera de despedida, Saori decidió hacer una cena y entregarlos además una corona de flores de olivos dorada, trabajo del caballero de Aries nuevamente, lo cual pareció agradar a todos…casi a todos.

—     Nos sentimos felices por tenerlos entre nosotros—decía Atenea con propiedad—Lamentamos su partida pero confiamos que su viaje sea ligero y grato.

—     Agradecemos sus atenciones—respondió Hades—Han sido días que recordaremos.

Saori sonrió y entregó personalmente su corona a Hades, gesto que los demás aplaudieron; después fue Saga quien do la suya a Radamanthys, Shura a Aiocos, y Camus a Minos, hasta ahí todo marchaba como era esperado. Sin embargo como una adición, Mu entregaría la suya a Pandora, todo porque la joven también estaba ahí y porque así se daría un reconocimiento al de Aries por su labor, ella se inclinó y él colocó delicadamente la pieza dorada sobre sus cabellos violetas. Todo se veía bien, hasta que Milo notó, como un relámpago, una especie de resentimiento en la mirada del de Acuario quien se esforzó por ocultarlo, no solo eso, también había un gesto de envidia en esos ojos azules, y todo iba contra el caballero de Aries.  

Los demás ni siquiera parecieron darse cuenta pero tres personas sí que lo hicieron, el de Escorpión que no perdía ni un paso de lo que hacía su compañero, y por lo mismo notó la breve mirada que compartieron Pandora y Camus, solo un segundo y todo lo que se dijeron resultó mucho más elocuente de lo que pudieran compartir con palabras. El evento siguió como se esperaba pero todo terminó para el de la octava casa en ese instante, era el momento de tomar decisiones.

La visita había concluido, la vida en el Santuario podía volver a ser lo que era, al menos eso pensaban por la mañana los caballeros y más que nadie o pensaba el caballero de Acuario, quien se sentía entre aliviado y dolido por saber que Pandora se había marchado. Ya no tendría nada de esa inquietud, de esa sensación de desolación, de ese deseo de  solo tomarla entre sus brazos y jamás dejarla ir, nada de eso, su vida era el Santuario y nada más. Aparte de todo tenía a Milo a su lado, un caballero como él, eran del mismo lugar y de la misma clase, nadie tendría nada que decir sobre su relación, las cosas seguirían su curso y su vida tendría de nuevo equilibrio, deseaba tanto que las cosas volvieran a ser así.

Mirando hacia la distancia todo parecía hacerse más claro, el cielo despejado y la tranquilidad que lo rodeaba, al menos en el exterior todo era de esa manera ¿Por qué no podía serlo en el interior también? Había luchado tanto por recuperar la calma en su existencia, después de su regreso a la vida todo prometía tanto, que todo sería diferente, que de verdad podrían rehacer su camino de acuerdo a lo que quisieran ¿y que se le ocurre hacer? Poner los ojos en ella…pero después de todo eso fue inevitable, simplemente ocurrió, ella estaba ahí y él se sintió rendido de una manera que jamás conoció, como si el sentido de su existencia  fuera ella, estar con ella, ser parte de ella. Cuando se dio cuenta que era posible, que ella no era indiferente a sus sentimientos, que su mirada destellaba como la suya al encontrarse, de verdad pensó que podía hablar, que era posible ser feliz a su lado…pero todo eso era un sinsentido ¿un miembro del Santuario y uno del Inframundo? ¡Imposible! Su lealtad debía ser solamente para los suyos.

Y sin embargo pensaba en ella, no podía mentirse sobre lo que sintió cuando vio a Mu estar tan cerca, sonriente, casi acariciando ese cabello con el que había soñado, detestaba y ansiaba ser el de Aries por igual. ¿Por qué seguía pensando en todo eso?

—     Ya pasará—se dijo.

¿Qué tal si no era así?

Pero a esa murmurante pregunta de su alma prefirió no prestar atención.

Tenía a Milo, en su vida, necesitaba aferrarse a eso, sería feliz con él, todo iba a estar bien si estaban juntos.

—     Camus—lo llamaron.

—     Hola Milo—dijo sin emoción.

—     Necesitamos hablar.

El de Escorpión había sostenido su propio duelo sobre lo que debía hacer y finalmente se había decidido, ya no podían prolongar más esa situación, era el momento de ser valientes  y decir lo que necesitaban decir.

Entraron al onceavo templo, silencioso y tranquilo, todo era lo mismo de siempre, pero ellos dos no eran los mismos, tal vez eso marcaba toda la diferencia en sus acciones, si habría un final era el momento de definirlo.

—     Te ves serio Milo—comentó el de Acuario pretendiendo calma—O tal vez sea cansancio, todos hemos trabajado mucho en estos días.

El de Grecia tan solo lo observaba.

—     Pero ahora todo será calma de nuevo, podemos entrenar y cumplir con nuestras obligaciones de siempre, ser caballeros del Santuario y…

El de la onceava casa continuaba hablando, llenando el silencio, hasta que parecía que todo eso era solo una situación que no podía prolongarse más, siendo así ambos guardaban silencio, no se miraban siquiera, pero ya era tiempo. El de Escorpión respiró con profundidad y caminó con pasos firmes hacia el de Acuario, hasta quedar de pie ante él, sus pupilas brillaban con tristeza, pero también sabía que era lo que debía ser.

—     Camus, tenemos que terminar—fueron sus palabras directas.

—     No—dio como respuesta el otro.

—     Camus…

—     No podemos separarnos Milo, somos caballeros, servimos al Santuario, somos iguales, es como debe de ser.

—     ¿Si así debe ser porque no somos dichosos? ¿Por qué nos sentimos infelices? ¿Acaso no lo entiendes Camus? Así no es como deben ser las cosas.

—     Pero yo te quiero Milo—dijo con suavidad.

—     Claro que me quieres—reconoció con dolor el de la octava casa—Pero no me amas, no como yo te amo.

A esas palabras el joven francés fue hacia su compañero y buscó su rostro, como si intentara convencerlo de algo o tal vez intentaba convencerse a sí mismo, pero apenas abrió los labios supo que no lo lograría.

—     Sé la verdad Camus—continuó el de Escorpión—La he sabido mucho tiempo, pero me negué a aceptarla, sin embargo ya no puede ser de esa manera, no podemos seguir engañándonos.

—     Si trabajamos en esto Milo, si nos esforzamos, podemos…

—     No podemos—lo atajó con velocidad—No podemos Camus, esto no es el entrenamiento, no por estar juntos van a cambiar las cosas, no se trata de convivencia, sino de nuestro corazón.

—     Me siento seguro contigo Milo, cuando estamos juntos las cosas van bien, sin confusión, sin hacerme preguntas.

—     Pero sigue sin ser amor.

Ante esas palabras los dos se miraron con profundidad, era la verdad, era el centro de todo, podían ser compañeros, amigos, camaradas, aliados, lo que pudieran decir con palabras pero en el fondo lo que los unió no fue el amor, no el del caballero de Acuario pues su corazón era de alguien más.

—     Yo…Milo…yo…

—     Quisiste ser parte del Santuario, un caballero, y pensaste que la manera de serlo era quedarte aquí, serías leal incluso teniendo un compañero caballero, igual que tú, pero la lealtad no es todo y lo sabes.

—     Lo lamento—dijo con dolor.

—     Ya también.

Por unos segundos se quedaron mirando, hundiendo sus reflejos en el otro, era el final, para ellos al menos.

—     No sé qué hacer ahora Milo.

—     Pues entonces te lo diré, tienes que ir al Inframundo Camus, busca a Pandora, dile claramente lo que sientes y tendrás que encontrar alguna manera de convencerla de estar contigo, porque si no lo haces…

—     ¿Me arrepentiré?

—     No, si no lo haces te juro que te patearé el trasero desde el Inframundo hasta aquí y de vuelta, y hablo en serio.

—     No es tan simple.

—     Si lo es Camus, ella también te ama y creo que en este preciso instante está esperándote.

Sin poderlo evitar el de Francia sintió un estremecimiento, una sacudida de dicha por la posibilidad, solo la posibilidad, si era verdad, si ella…

—     Tienes que irte Camus, ahora.

—     Pero tengo que…

—     ¡Ahora!—lanzó el otro con fuerza—Ya esperaste demasiado, sea lo que sea qué esperas que ocurra no va a suceder a menos que tú te muevas, así que se hombre y ve por ella, si la amas no la dejes ir.

—     ¿Por qué haces todo esto Milo?

—     Sabes porqué, y no me hagas decirlo—le pidió con voz aguda.

—     Milo…

Quiso ir hacia él pero el de Escorpión se lo impidió, ya era demasiado, quería que fuera dichoso pero sabía bien que el costo de esa felicidad era que ellos dos jamás estarían juntos.

—     Ve por ella Camus, se muy feliz.

—     En verdad te quise, de verdad Milo.

—     Lo sé.

Lo vio darse la vuelta y partir, solo el tiempo suficiente para que no viera lo que haría, que comenzaría a temblar y a llorar, en silencio las lágrimas brotaban de sus ojos porque de la misma intensidad que Camus amaba a Pandora lo amaba él y jamás sería suyo, lo sabía y lo aceptaba, no había más camino que ese para poder seguir adelante. Podría haber hecho que Camus se quedara con él, amarlo por siempre, pero también sabría que lo del otro hombre sería un gran cariño y nada más, no podía hacerle eso, debía dejarlo ir. Quizás un día encontrara al amor de nuevo y sería para él, pero no en ese momento, y solo un pensamiento llenaba su mente.

—     Que sean felices, los dos.

Lo deseaba de todo corazón, con lo mejor de él, pues en asuntos del corazón la franqueza es el único camino verdadero.

 

**********

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

Gracias por leer, espero que ls gustara.

Si nada sucede nos leemos de nuevo la semana entrante.

Atte. Zion no Bara

 


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