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Coma profundo por Fullbuster

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Levanto el rostro por primera vez en horas. Sigo sentado junto al futón de Naruto y lo único que he podido hacer es esconder mi rostro entre mis rodillas, esperando a que la noche pase, pero se hace eterna. No puedo dormir, no puedo tocar nada… sólo soy un fantasma deambulando en una casa en mitad de la noche, velando el sueño de mi familia, viéndoles vivir la vida que yo pierdo a cada segundo.


Estoy conmocionado desde que Naruto me contó su pasado. Se nota que él no quiere hablar del tema y yo lo he evitado desde hace días. Apenas hemos hablado desde entonces. Me he dedicado a seguirle como una sombra en la penumbra, pero él tampoco parecía muy hablador. Desvelar ese secreto nos ha distanciado un poco. Naruto considera que en parte fue su culpa, que él accedió en un principio a mantener relaciones con aquel chico pero… yo pienso que en el momento en que él dijo “no”, pasó a ser una violación y debió decirlo… debió hablar. ¡Nunca lo hizo hasta el día en que me contó todo! Yo no puedo ayudarle, no puedo denunciar a nadie, nadie me oye, nadie me ve.


Al menos, esa experiencia le sirvió para aprender a defenderse. ¡El instituto se le da mucho mejor que a mí! No los estudios, evidentemente, en eso sigo ayudándole pero… la gente parece rodearle, todos quieren ser sus amigos y él les corresponde con cálidas sonrisas que yo jamás pude sacar. Creen que era mi novio, pero escucho por los pasillos cómo se preguntan qué vio en mí.


¡Un día más de clases! Lo sé cuando escuchó finalmente el despertador y miro por la ventana el viento destrozando una flor de cerezo que empieza a flotar en el aire, cayendo lentamente hasta el estanque donde están los peces Koi. ¡No hemos vuelto a hablar sobre mi tatuaje! Tampoco le he visto decirles nada a mis padres. Quizá aún duda cómo afrontar esa situación.


En el desayuno, todos halagan los panes de calabaza que hizo Naruto anoche. ¡Deseo tanto probarlos! Pero giro el rostro y miro el gran árbol de cerezo visible también desde la cocina. Una mano me atraviesa y recoge el pan del microondas tras de mí. ¡Me estoy acostumbrando a esta sensación! ¡A ser invisible! Sentado en la encimera, sigo mirando la ventana, escuchando a todos halagar a Naruto y disfrutar del desayuno.


- Ya me voy a la universidad – se despide mi hermano con su profunda voz, tomando otro pan para el camino y dando un beso en la frente a mi madre.


Él también parece estar acostumbrándose a Naruto y por lo que veo… le agrada. No en un sentido romántico ni nada por el estilo pero… sí veo cierta afinidad, está empezando a verle casi como… a mí, un hermano pequeño al que cuidar. No sé si estoy enfadado, triste o celoso por ver cómo me arrebatan mi vida y mi puesto, pero otra parte, siente algo muy diferente hacia Naruto. Desde que todas las chicas le hablan, ya no pasamos los recreos juntos, no ha vuelto a la azotea, va con ellas a comer y… me duele. Aun así, no le he dicho nada, no me atrevo a decirle que me gustaría pasar los recreos a su lado, no soy capaz de decirlo en alto.


Le veo tomar su mochila y marcharse así que salgo tras él a una distancia prudencial, en completo silencio. Se pone las zapatillas en el hall y da unos golpecitos con la puntera como si las ajustase antes de abrir la puerta de salida y despedirse de mi madre. Él… habría sido el hijo perfecto, sonriente, alegre, extrovertido, no me extraña que todos le quieran y le adoren. ¿Qué vería en mí? Entiendo esa pregunta que se hacen en el instituto. Él jamás se habría fijado en un chico solitario y frío como yo.


- Llevas unos días muy callado – escucho que me dice.


- Supongo.


- Desde que te conté… mi pasado, no has vuelto a ser el mismo.


- Yo siempre he sido así, Naruto. Soy… un chico solitario, ya lo sabes.


- Solitario puede, pero siempre dices lo que piensas y ahora mismo, no lo estás haciendo. ¿Qué es lo que piensas, Sasuke?


- Que odio al tipo que te dijo que no abrieras tanto la boca en tu primer beso, ése que te humilló de esa forma y que luego… bueno… ya sabes.


- Yo estoy bien, Sasuke. Y nadie más sabe mi pasado, es algo que va a quedarse atrás.


- No para mí. Es tarde, yo ya lo sé y no puedo olvidarlo. A veces pienso… qué habría hecho de ser mi primer beso de esa forma tan abrumadora.


- El tuyo no será así, Sasuke, tu primer beso será especial – sonríe Naruto.


- Eso será si alguna vez despierto y tengo alguna posibilidad de besar a alguien.


Sé que él sólo trata de animarme pero, a mí no me puede animar con palabras vacías. No es vidente, no conoce el futuro, no sabe si tendré un primer beso o si será bueno o malo, sólo son eso… palabras para intentar que me sienta mejor.


En clase, Naruto nunca presta atención. Mira las nubes, los árboles, a sus compañeras… ¡y hasta le pasan notitas! Soy yo el que sigue las lecciones, aunque no puedo dejar de mirar esos papeles que le escriben y él responde antes de pasarlos nuevamente a esas chicas que se ruborizan y le miran con deseo. ¡Es tonto hasta para darse cuenta de sus intenciones!


A la hora del recreo, abro por vez primera la boca para decirle que iré a la azotea, que le espero allí para comer juntos pero ningún sonido sale o más bien… mi primer “te…” queda sobrepasado por una voz femenina que sonríe y le dice de quedarse en el aula juntos a comer. Él acepta enseguida con una sonrisa, siempre cordial y educado, por lo que decido ya no finalizar la frase, simplemente, caminar lentamente hacia atrás para marcharme. No soporto verle con ellas y es raro, es un sentimiento que jamás tuve antes. Tengo que admitirlo, Naruto es como una brillante luz que atrae a todos hacia él… yo sólo soy una sombra que crece en sentido opuesto cuando la luz es mayor.


Me siento unos instantes en las escaleras que conducen a la siguiente planta y por primera vez en mucho tiempo… lágrimas brotan de mis ojos. Me siento más solo que nunca.


Todos han desaparecido del pasillo, algunos chicos se han ido a la cafetería y otros se han quedado en el aula comiendo juntos su bento, sin embargo, unas voces femeninas se escuchan a lo lejos, cada vez más cerca hasta que pasan por mi lado bajando las escaleras. Van hacia el aula, seguramente habrán ido al aseo, pero no es eso lo que me preocupa, sino la conversación que están manteniendo. Agacho el rostro, afectado al escuchar aquella última frase y subo las rodillas hasta el pecho para acurrucarme.


- Me gusta el nuevo cambio – sonríe la chica – Naruto es tan tierno.


- Sí, espero que Sasuke jamás salga del coma, Naruto podría olvidar a su novio – suspira con esperanzas de poder tener algo romántico con él.


- Sólo era un amargado – dice la otra chica con frustración.


- No sé qué vio Naruto en él, no se parecen en nada. Ojalá le olvide pronto.


Las voces se alejan pero yo me quedo allí unos segundos. Sé que siempre he sido un chico raro, solitario, el estudiante modelo pero sin empatía hacia los demás. Cuanto más trato de ser amable o sociable, más sólo me quedo. Mis temas de conversación no son algo que les guste a mis compañeros. Ellos siempre hablan de chicas, chicos, fiestas, alcohol… todo lo que yo odio. A mí gustan los videojuegos, me interesa mi futuro y mis estudios, siempre he sido un chico sano y odio los lugares concurridos. No necesito ir a una discoteca, sino que prefiero ir a un bar tranquilo y mantener una conversación. Quizá por eso… nunca he encajado y dicen que soy poco sociable. Me he quedado solo, sin nadie afín a mis gustos.


Finalmente, tras unos minutos donde todo mi cuerpo se ha helado, me digno a ponerme en pie y continuar hasta el único sitio donde me siento cómodo, la azotea. Tan sólo con atravesar la puerta, siento la calma que emana de ese lugar. Hoy sopla un suave viento que ha recogido las hojas muertas en uno de los rincones y los árboles se mueven con sutileza al otro lado de la valla. Sin embargo, yo me siento en el suelo pese a que el banco está al lado y miro ese pequeño melocotonero que planté. Ahora tiene un par de hojas anchas y verdes al final de la larga rama que está creciendo. La tierra parece un poco seca pero yo no puedo ahora ponerle agua.


Intento rozar sus hojas con mis dedos, pero no siento nada, sé que si sigo… las traspasaré. Echo de menos el contacto físico, poder agarrar cosas, sentir la fría brisa en mis mejillas, la calidez de una mano o una bufanda… ¡Me estoy perdiendo demasiadas cosas! Así me siento.


Unas gotas de agua caen por encima de mi cabeza hacia la maceta y elevo la mirada con rapidez, todavía acuclillado frente al pequeño árbol para ver a Naruto encorvado sobre mí, dejando caer un poco de agua que lleva entre sus manos.


¡Me alegra verle! ¡Me alegra que esté aquí! Pero esa felicidad se esfuma en un segundo al recordar las palabras de las otras chicas. ¿Qué le espera a ese chico si sigue alejándose de los vivos? Soledad, amargura… acabarán tachándole como a mí y eso hace que agache el rostro nuevamente, mirando el melocotonero y dejando que mi flequillo cubra la tristeza de mis ojos.


- Por fin te he encontrado.


- Deberías estar abajo en el aula.


- Me gusta más este lugar – susurra – además, ¿quién cuidaría a este pequeñín sino?


Él siempre sonríe pero yo no puedo hacerlo. No quiero que sea como yo, no quiero que todos acaben odiándole como a mí.


- Deberías volver con ellos y socializar – susurro finalmente.


- ¿De qué hablas? Prefiero estar aquí y comer contigo.


- Naruto, entérate de una vez – digo enfadado – tienes que pasar tiempo con los vivos, no con los muertos.


- Tú no estás muerto.


- Lo estaré pronto. Ahora déjame en paz.


- ¿Qué te ocurre hoy? Estás muy raro y…


- ¿Ya has comprado algo para el cumpleaños de Sakura? – pregunto para evitar el tema.


- La verdad… es que no sé qué comprarle. No soy bueno para hacer regalos. ¿Qué le comprarías tú?


¡Una mordaza! Es lo primero que pienso, por lo bocazas que son la mitad de este instituto, pero no puedo decirle algo semejante, así que simplemente, vuelvo a agachar la mirada.


- ¿Cómo voy a saber lo que les gusta a las chicas? Soy un chico.


- Tienes razón. Quizá deba preguntarle a Hina-chan – sonríe, pero a mí lo que me llama la atención es la abreviación y sufijo utilizado, como si tuvieran tanta confianza. Eso me entristece más.


- Supongo.


¡Se marcha corriendo! Tiene esa brillante sonrisa en el rostro. Esta noche tiene la invitación a esa fiesta, así que posiblemente ya no tenga opción a volver a hablar con él. Supongo que no debería importarme pero… me siento muy extraño y quizá un poco celoso. Yo sólo le tengo a él y me lo están arrebatando poco a poco.


Quizá esas chicas tuvieran razón, quizá deba no despertar jamás, dejarme ir, morir en paz y que todos continúen con sus vidas, pero ni siquiera controlo eso. En este mundo fantasmal, no puedo hacer absolutamente nada.


Al volver al aula, Naruto está hablando con Hinata y prefiero no interrumpir. Le escucho quedar para esa tarde ir a comprar un regalo apropiado para su amiga, por lo que prefiero irme ahora. No necesito quedarme a aprender nada, no quiero quedarme a ver cómo Naruto sale con otra chica aunque sea sólo para comprar un regalo. ¡Sobro! Eso es lo que siento, sobro en esa situación. Esas chicas tienen razón, todos siguen con sus vidas, nadie me necesita, nadie se acordará de mí en unos meses, quizá debería morir ya y dejar que el dolor de mi familia empiece a curarse, que regresen a sus vidas y se acostumbren a que yo ya jamás volveré.


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