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Coma profundo por Fullbuster

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Estoy agotado. Siento mi cuerpo como si pesase una tonelada y, sin embargo, mi cerebro se niega a querer dormir más. La luz que entra por la ventana empieza a molestarme, pero al abrir los ojos, sólo puedo ver a una mujer sentada a mi lado, tejiendo una especie de gorro de lana. ¡Ni siquiera la conozco!


Al otro lado, una enfermera revisa las constantes y lo que quiera que haga en ese monitor que no para de emitir esos molestos ruidos. Estoy cansado de oírlos.


- ¿Podría… apagarlo? – pregunto con la poca voz que puedo sacar, consiguiendo que la enfermera me mire.


- Oh, sí, claro. Lo siento. No se mueva, llamaré al doctor para que venga a revisarle.


- Estoy bien – intento decirle, aunque ella igualmente, sale de la habitación para asegurarse. Seguramente es el protocolo.


- Por fin despiertas – sonríe la mujer a mi lado, dejando a un lado el gorro de lana y levantándose para poder mirarme a la cara.


- Lo siento… ¿Quién eres? – le pregunto con grandes dudas. Nunca antes había visto a esa mujer.


- Soy la madre de Sasuke.


Sus ojos pasan hacia la camilla al otro lado del cuarto. No puedo ver a nadie, la cortina está echada, pero imagino que alguien está al otro lado. ¿Sasuke? ¡No me suena de nada! Yo no conozco a ningún Sasuke pero ella parece creer que sí lo hago. ¿Por qué conocería yo a un paciente que está al otro lado de una cortina? Y entonces recuerdo ese extraño sueño, ése donde un chico moreno se presentó como Sasuke, ése que estuvo en el atraco. ¡Sólo era un sueño! Me repito.


- Yo no… - intento decirle que no conozco a su hijo, pero la mujer se aparta de mí antes de que pueda aclararle las cosas para dejar paso al doctor.


¡Me asusto! No por el doctor que viene o la enfermera, no por el qué me dirán, sino por el hecho de ver sentado sobre una de las cómodas a ese chico moreno del que nadie parece percatarse.


- ¡Sasuke! – dejo escapar con los ojos abiertos como platos. Él parece sorprendido también.


- Espera… ¿Puedes verme? – me pregunta justo cuando se baja de la cómoda - ¿En serio puedes verme?


- Qué narices… - intento quejarme, pero el doctor me mira confuso, nadie entiende lo que ocurre y yo tampoco.


- Cállate, idiota y te tomarán por loco – me comenta Sasuke al ver la situación – finge que no estoy aquí.


- Sasuke está… - intenta aclarar su madre al creer que estoy preocupado por su hijo – está en coma.


- ¿Le importaría salir mientras le reviso? – pregunta el doctor a la mujer – sólo será un momento.


- Sí, doctor. Iré a por un té.


Una vez nos quedamos solos, el doctor se sienta a mi lado y me apunta a los ojos con una pequeña linterna, indicándome que haga ciertos movimientos con los ojos. Al acabar con ellos, continúa con movimientos de mis manos, piernas, me pide que haga gestos con la cara y yo no entiendo nada.


- Parece que no hay ningún tipo de daño. El coágulo ha debido reabsorberse bien. Bueno, señor Uzumaki… es su día de suerte, pronto podrá volver a casa. Rellenaré los papeles del alta y seguramente mañana por la mañana podrá irse.


- ¿Tengo que pasar la noche aquí todavía?


- Me temo que sí, es por asegurarnos que está completamente bien y no sufrirá ninguna complicación. Pronto le servirán la comida y esta tarde volveré a revisarle.


Espero hasta que los médicos se marchan para quedarme a solas en la habitación. Bueno… ¡Con un fantasma! No sé qué es peor… si no tenerle miedo o creer que realmente hay algo mal en mi cabeza y no se lo he dicho al doctor.


- Tengo que contar esto – comenté– podría tener... no sé… una aneurisma o algo así.


- Una aneurisma no provoca alucinaciones – me espetó Sasuke – oye, mira… lo siento de verdad, no creí que pudieras verme pero… en parte, me alegra que lo hagas.


- Estoy soñando, seguro que es eso. Voy a cerrar los ojos y cuando los abra de nuevo… tú no estarás aquí – digo muy seguro de mí mismo.


Le veo hacer una mueca rara con su rostro, pero yo me centro en volver a reposar la cabeza contra la almohada y cerrar los ojos. Cuento… ¡uno, dos, tres…! Y no paro hasta llegar a diez y entonces, tomo aire en profundidad, expiro y abro los ojos para sorprenderme aún más. ¡Su cara está muy cerca de la mía! Esos ojos negros profundos me observan y entonces… el miedo llega hasta mí.


- Joder… ¡Estoy muerto!


- No estás muerto, imbécil – me dice – yo soy el que estoy casi muerto así que no te quejes. Estás muy vivo y no sé por qué, pero puedes verme.


- ¿Te has dejado algo por hacer en la vida?


- Crecer… ¿Tú qué crees? – se queja con tono irónico – tengo diecisiete años, acabando el instituto, tenía toda una vida por delante y ahora… no tengo nada. Estoy tirado en una camilla, pero no… si te refieres a tipo una película donde el fantasma tiene que acabar algo que dejó incompleto… pues no. No tengo nada así.


Me levanto de la camilla aprovechando que nadie puede regañarme por hacerlo y me dirijo sin demora hasta la camilla de al lado, moviendo la cortina para ver el cuerpo de Sasuke allí postrado. No se mueve y sigue entubado. Creo que nadie piensa que vaya a despertar pero cuando le miro, sólo veo al chico que me salvó de un disparo en la cabeza.


- Tu madre está preocupada por ti – comento.


- No sabes nada de mi familia. No te metas en asuntos que no te conciernen.


- Me salvaste, Sasuke, y te prometí que haría todo lo posible para sacarte del coma, para ello, si tengo que venir todos los días aquí para ver tu avance, vendré.


- No te dejarán, no eres nada mío – me dice con seriedad.


- Ya se me ocurrirá algo – sonrío y entonces… veo su teléfono sobre la mesilla de noche, por lo que voy directamente hacia él y lo cojo.


- Suelta eso – se queja.


- ¿Me lo vas a impedir? – le pregunto con una sonrisa divertida.


¡Lo intenta! Pero su mano me atraviesa y le es imposible impedir que le dé al botón de desbloquear. Su madre parece haberlo puesto a cargar, como si no quisiera que se apagase por si acaso hubiera algo de valor en ese aparatito que podría bloquearse al no saber su contraseña.


Me parece un poco aburrido, ni siquiera tiene fotos decentes excepto cosas de sus estudios. Ni mensajes de amigos, apenas tiene números de contacto y no parece que le hayan llamado para saber qué le ha ocurrido en estos días.


- Deja eso – se queja de nuevo.


- ¿Es que no tienes amigos o qué? – le pregunto al ver lo vacío que está su móvil y él se para en seco.


- ¿Qué te importa? Es mi teléfono, no deberías fisgar en cosas ajenas.


Sonrío, porque no puede hacer nada para evitar las cosas y entonces, abro la agenda para agregarle mi número de teléfono. Él observa, sonrojándose al ver cómo por una simple broma, coloco “Naru-love” en vez de mi nombre.


- Quita eso ahora mismo – sigue reprochándome - ¿Qué quieres conseguir con esto?


- Vamos… sólo era una broma, ahora lo quito – le digo al verle cabreado, sin embargo, su madre entra en ese momento, observando cómo estoy jugando con su móvil. Sin dudarlo, le doy a guardar el número para poder volver a la pantalla de inicio.


- ¿Qué haces levantado y con su móvil? – me pregunta la mujer.


- Eso… ¿Qué haces con mi móvil? – me pregunta Sasuke con una sonrisa divertida al ver que su madre me ha pillado in fraganti.


- Sólo… quería saber si alguien se había preocupado por él.


- ¿De verdad conoces a Sasuke? Él no tiene amigos.


- Se junta últimamente con esos malhechores – escucho una voz masculina tras ella, creo que es su padre por el aspecto tan similar - ¿Quién eres tú? ¿Uno de esos malhechores?


- No tiene pinta de eso – intenta susurrar la mujer al verme.


- Pues no creo que sea un amigo – se queja su padre – ya conoces a Sasuke.


¡Ambos me miran y creo que voy a desmayarme! No sé qué responderles. Yo no conozco a Sasuke de nada y, por algún motivo, saber que ese chico que me salvó está tan solo, me dan unas ganas increíbles de decirle que sí, que yo era su amigo para que no piensen tan mal de él.


- Yo soy… su…


- ¿Su qué? – pregunta Fugaku nuevamente, casi presionando.


- Su novio – es lo primero que me sale – amigo – intento rectificar al instante al darme cuenta de la palabra que me ha salido.


- ¿Novio? – repiten al unísono Mikoto y Fugaku casi sorprendidos, pero la que más me impresiona es la voz de Sasuke repitiendo la palabra.


- ¿Novio? – me grita - ¿Tú estás loco? Di algo, cabeza hueca, arregla esto, no se van a creer esa mentira.


- No nos había dicho nada de ningún novio – susurró Mikoto – pero es posible, últimamente estaba muy raro.


¡Posible! Ésa es la palabra que yo me guardo y que a Sasuke le hace salir de sus dudas para mirar a sus padres. Por cómo veo a los tres, creo que nunca habían tratado de entender a ese chico y él… no les contaba mucho sobre su vida. Es mi oportunidad de intentar arreglar las cosas, pero siendo su “novio”, podría venir a ver a ese chico y estar a su lado, saber sobre su recuperación. Él me salvó la vida, quiero saber qué ocurrirá con él y no me lo dirían de no ser algo cercano.


- Sí estaba raro últimamente, hasta se saltaba clases… quizá… - pronuncia su padre por primera vez pensando en la posibilidad de que Sasuke les hubiera ocultado un novio.


- No tengo novio – comenta Sasuke aunque nadie puede oírle excepto yo y por tanto… no le sirve de nada.


- Mi niño tenía novio – sonríe finalmente su madre – no iba con mala gente, sólo tenía novio.


Eso hace que Sasuke se detenga. Creo que no imaginaba que su mala reputación sería borrada en dos segundos por una simple palabra, pero en parte, parece relajarse. Es como si quitara un peso de encima, como si ahora que cree estar al borde de la muerte viese cómo sus padres no pensasen mal de él, sino todo lo contrario.


- No puedes mantener esta mentira, Naruto – comenta Sasuke hacia mí – no me conoces, no sabes nada de mí. Sé lo que intentas… crees que puedes borrar lo que ellos pensaban de mí, que me había desviado, pero no puedes. Era cierto que iba con mala gente.


- Sí – sonrío – lo siento, no quería hacer que Sasuke se saltase las clases por mi culpa pero… me enamoré de él y me gustaba estar a su lado.


- Tiene sentido – comenta Mikoto – Sasuke no se metía en problemas pero mira dónde está por salvar a este chico. Es posible que le quisiera.


- Es posible – comentó Fugaku casi incrédulo – pero… ¿Por qué ocultárnoslo?


- Porque los adolescentes siempre ocultan estas cosas de sus padres. Todo encaja, que se salte clases para encontrarse con él, que últimamente no quisiera estudiar o estuviera distraído… estaba enamorado – intentaba ver su madre.


- Siento mucho haberle causado problemas, no era mi intención en absoluto – hice una reverencia a modo de disculpa, lo que dejó aún más perplejo a Sasuke y a sus padres, sobre todo a su madre que veía en mí esa educación y respeto – lo lamento de verdad.


- Ay… qué chico más educado – sonríe Mikoto por primera vez en el tiempo que había estado en el hospital – tus padres deben estar muy orgullosos de ti.


- Eh… - eso sí me sorprende hasta el punto de no saber cómo contestarle – yo… no tengo padres – le dije finalmente – lo siento, me crié en un orfanato y ahora trabajo por las mañanas en una panadería. No gano mucho, pero me da para vivir – intento sonreír.


- Lo siento – se lleva la mano Mikoto a la boca – lo siento mucho, no tenía ni idea.


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