Akira aún no se terminaba de acostumbrar a eso.
Okey si, ya llevaban casi dos semanas viviendo juntos pero aun así…
Se le hacía raro.
Más que raro, se sentía extraño, no incomodo pero…diferente.
Kouyou por lo general siempre se la pasaba en casa, a veces iba a hacer la compra pero siempre iba con él, nunca solo.
Como siempre se la pasaba en casa, por lo general lo veía en pijama…
Pero desde hace unos días el menor, porque si, Kouyou era menor que el solo por días, había agarrado la costumbre de pasearse por la casa con solo un suéter y unos shorts que le cubrían un poco más arriba de la mitad del muslo…
Sus piernas, perfectamente blancas y lampiñas, paseándose de un lado a otro sin pena alguna.
Eso no era lo raro, si estaba cómodo así, no se lo iba a prohibir.
Lo que se le hacía raro era que no le molestara en lo más mínimo que otro HOMBRE estuviera enseñando sus piernas en la casa, es más, se le hacían bastante bonitas.
Pero NO, definitivamente NO era normal que las piernas de un HOMBRE se le hicieran lindas…
A pesar de esto, él no era nadie para impedirle usar la ropa que él quisiera.
En esos momentos él se encontraba en la sala mientras Shima estaba haciendo las palomitas en la cocina, era su día de descanso, estaban viendo películas.
Cuando llego con ellas, se sentó, o más bien se recostó, a su lado, apoyándose en su hombro, a Akira ya no se le hacía raro, las primeras veces sí que se extrañó, pero ahora, era bastante normal, el castaño, una vez en confianza, era bastante meloso.
Aún más extraño… no le molestaba.
Y eso comenzaba a ser bastante raro.
Que un hombre fuera así de “meloso” con él y que no le molestara…
¿Debería de empezar a preocuparse?
Claro que después de eso se le olvido el asunto, la película estaba bastante entretenida…
~
Cuando le película termino, no supo cómo acabaron así.
Kouyou estaba recostado en el sillón con su cabeza apoyada en sus piernas y el acariciando con suavidad sus castaños cabellos.
— ¿Qué vas a querer de comer mañana…?—pregunto el castaño aun viendo la pantalla con una mano cerca de su boca, sus dedos rosaban suavemente sus propios labios, Akira se distrajo viéndolo, los labios de Kouyou eran bastante peculiares, poniéndole imaginación, a semejaban mucho al pico de un pato. — ¿Akira?... —preguntó al no recibir respuesta.
— ¿Eh?
Kouyou sonrió, el rubio sintió como se le aceleraba levemente el corazón por eso, pero se obligó a calmarse.
— ¿Qué, que es lo que vas a querer comer mañana?...
Lo medito un momento…
¿Qué más podría pedirle? Siempre cocinaba lo que se le antojaba, y lo hacía bastante bien.
—Mmm…no lo sé…ya te pedí todo lo que me gusta mucho.
—Bueno…supongo que mañana hare cualquier cosa entonces…—se levantó con pereza de su cómoda posición, se estiro un poco y fue a la recámara, no era tan tarde, llevaban bastante rato ahí, la película había sido bastante extensa, apenas eran las 7:00pm.
— ¿A dónde vas? —pregunto el rubio.
—A dormir. Estoy cansado…—dijo sonriéndole.
El castaño se despidió y se metió a dormir, el rubio se quedó recogiendo la sala.
Cuando acabo, se metió a la recamara, se encontró con el menor hecho bolita sobre las cobijas, aparentemente dormido.
Se sentó a su lado, su respiración era tan tranquila, sin dudas se había quedado dormido…
Y lo entendía, a pesar de que nunca se lo pido, Kouyou se encargaba de todas las labores del hogar mientras él se iba a trabajar.
Acerco una de sus manos y acaricio su cabeza con suavidad. Su cabello era muy suave la verdad, lo tenía bien cuidado.
Se quedó así quien sabe cuánto tiempo, mirando al castaño.
El sueño también comenzó a invadirle después, se fue a cambiar, mañana tenía que ir a trabajar.
Cuando regreso ya vestido dudo si en despertarlo o cargarlo para poder acomodarse…
Opto por despertarlo…
El castaño en cuestión solo se mantuvo despierto el tiempo que se tardó en des tender la cama y meterse de nuevo bajo las cobijas.
Akira solo sonrió y acaricio su rostro con suavidad.
Las luces ya estaban apagadas así que se entregó al sueño.
…
..
.
Despertó cuando la alarma comenzó a sonar.
Abrió los ojos y lo primero que vio fue el rostro durmiente del castaño frente al suyo.
Muy cerca del suyo.
Se alejó de inmediato, casi se cae de la cama por eso.
Apago la alarma rápidamente, probablemente el movimiento brusco más el constante ruido despertaría al menor…
Pero no, seguía durmiendo tan tranquilo como siempre.
Suspiro. Tomo su ropa y se fue al baño, necesitaba ducharse.
~
Kouyou despertó por el ruido como siempre, Akira lo más seguro es que se estuviera bañando ya.
Se levantó con pereza, como había caído así se había dormido, por lo que aún seguía con el suéter y el short de ayer.
Hacia frio así que rápidamente fue a ponerse un pijama, después salió directo a la cocina, prepararía el desayuno…
…
..
.
Así fue su vida por un buen rato…
Así era la rutina.
Despertaban uno después del otro, mientras Akira se bañaba Kouyou preparaba el desayuno, desayunaban juntos y después el rubio se iba, el castaño hacia las labores del hogar, se iba a dormir y después de un rato buscaba que hacer.
Se habían acostumbrado a la presencia del otro.
La búsqueda de su propio departamento aún seguía, su madre también le ayudaba a buscar, pero pues…aún no había nada bueno.
Se fue a bañar, se cambió y arreglo un poco, saco un libro de recetas de uno de los gabinetes de la cocina, empezó a hojearlo, a ver que saldría para la comida…
~
Akira llego en la tarde, un agradable olor lo llevo casi flotando hasta la cocina.
Kouyou era un muy buen cocinero.
—Ya llegue…—dijo terminando de quitarse los zapatos para poder entrar.
—Bienvenido—dijo el castaño en voz alta desde la cocina.
—Huele bien…—dijo acercándose a su lado.
—Lo sé, es una receta complicada pero se veía bien y por el olor creo que me salió.
Ambos se rieron ante el comentario.
Poco después Akira puso la mesa mientras el castaño servía la comida.
Ya ninguno contaba el tiempo como al principio…
Pero si quieren saber, llevan mes y medio viviendo juntos.
Ya los silencios no eran incomodos, podían convivir sin ningún problema.
Akira a veces se preguntaba sobre esos momentos en los que el castaño llegaba a robarle el aliento y acelerarle el corazón, seguía cuestionándose y regañándose de que eso no estaba bien.
Él no podía ser así y tampoco debía…
~
Esa tarde era el día de descanso del rubio, desde el principio de la semana se había visto bastante cansado, por lo que, ya siendo las 11 de la mañana, el rubio seguía en la cama.
Kouyou se había levantado a preparar el desayuno, o más bien el almuerzo.
Sopa de fideos con pescado frito y un omelette.
Lo puso todo en la bandejita y fue hacia el cuarto, lo dejo en la mesita de noche y se acercó al rubio, estaba profundamente dormido, su cara estaba dando hacia la ventana, por donde entraba el sol.
Se inclinó levemente para quedar a su altura, con un dedo pico su mejilla y giro su rostro hacia el lado contrario, para que la luz no le diera.
El rubio frunció el ceño y aparto la mano que le molestaba, claro que con esto termino abriendo los ojos.
Su mirada estaba borrosa, así que solo veía una figura castaña inclinada sobre él.
Sin saber muy bien porque, una de sus manos fue a dar a la mejilla de este.
El castaño en cuestión se extrañó, el rubio nunca era así, a pesar de eso, acepto la caricia.
Cuando su vista se hizo nítida, la preciosa sonrisa del castaño fue lo que vio.
—Qué bueno que despiertas ya…—dijo aun sonriendo. —te prepara el almuerzo, llevas un buen rato dormido…
Akira aparto su mano con suavidad, se sentó con pereza en la cama.
El castaño se sentó a su lado.
El rubio miro el desayuno, se acercó la bandeja y comenzó a comer, el delicioso sabor de la sopa inundo su boca, sonrió y miro al castaño.
— ¿Y bien? —dijo sonriendo.
—Delicioso como siempre—dijo el rubio lo cual saco una apenada sonrisa del castaño.
Akira continúo comiendo en compañía de Kouyou.
Cuando termino de comer se quedó recostado, el castaño aun lo miraba.
Se sonrieron cuando sus miradas se encontraron.
—Dormiré otro rato…—dijo acomodándose de nuevo en la cama, dándole la espalda.
—Aquí estaré…—dijo para después levantarse y recoger los platos sucios…
~
Ya dos meses viviendo juntos.
Wow, el tiempo pasaba bastante rápido.
Akira siempre iba y venía de su trabajo.
Kouyou permanecía en casa al no tener nada más que hacer.
A veces veía películas, jugaba videojuegos.
Otras veces simplemente dormía todo el día.
Kouyou en esos momento se encontraba leyendo uno de los libros que Akira tenía, sentado en la sala como siempre, solo con un short y un suéter, traía sus lentes puestos, por lo general no los usaba más que para leer.
Estaba recostado de manera casual en el sillón mientras leía.
La puerta se abrió repentinamente, asustando al castaño.
Era Akira, el cual se veía que venía algo molesto, Kouyou estaba algo extrañado y aun lo miraba, el rubio se dio cuenta de la mirada, así que sus ojos se clavaron en Kouyou.
Pareciera que todo el enfado se le fue en ese momento, se sonrojo levemente.
Se veía simplemente hermoso…
Y con ese pensamiento el mal humor le regreso.
Desde hace bastantes días que últimamente veía al menor de esa manera, eso no estaba bien.
Él no podía ser así.
Se fue a encerrar a su recamara…
El menor aun no entendía bien que había pasado, miro su reloj, el rubio no debía de llegar sino hasta dentro de unas horas más.
Fue a la recamara, dejando el libro en el sillón.
Abrió la puerta con cautela, lo encontró hecho bolita en la cama.
Se acercó a él con cautela…
— ¿Aki? ¿Qué pasa? —dijo sentándose en la cama, si, ya tenían la suficiente confianza como para llamarse por sus nombres en diminutivo…
El rubio no contesto nada, se podía ver que respiraba con dificultad por el enfado…
El castaño entonces subió a la cama, se pegó a su espalda y lo abrazo con fuerza.
— ¡¿Pero qué demonios crees que haces?! —dijo alterado el rubio tratando de soltarse, lo había tomado desprevenido, sin embargo, a pesar de sus intentos, el castaño no lo soltó.
—Mi madre siempre me ha dicho que cuando alguien está enfadado es porque no está en calma, un abrazo siempre ayuda a calmar a las personas…
El rubio se quedó quieto entonces…
—Necesitabas calmarte… por eso te estoy dando uno—dijo tan tranquilo.
Akira se quedó callado, el cálido cuerpo del menor se apretaba a su cuerpo de una manera tan reconfortante… soltó un suspiro, realmente se estaba preocupando mucho de lo que estaba sintiendo por culpa de ese hombre.
—Si…lo necesito—dijo en voz baja, volteándose para poder abrazarse mejor a él. Kouyou sonrió y lo acuno en sus brazos contra su pecho, el rubio oculto su rostro en el cuello del menor, respirando profundo su aroma.
Se quedaron así un buen rato, sin saber muy bien cómo, Akira logro calmarse, de hecho, estaba tan calmado y en paz que se estaba quedando dormido ¿y cómo no? si el castaño se había concentrado en acariciarle con mucha paciencia el cabello.
— ¿Por qué llegaste tan temprano? No me diste tiempo de prepararte algo de comer…—fue lo que dijo, su voz era calmada, no le estaba reclamando nada, simplemente quería saber…
El rubio entre abrió los ojos, aun se encontraba oculto en el cuello del castaño, inhalo profundo para después soltar un pesado suspiro. Se volvió a acomodar.
—No hablemos de eso ahora…—dijo con voz ronca.
El castaño tembló levemente, sonrió y cerró los ojos de nuevo, comenzó de nuevo con las caricias en su cabello.
—Está bien…duerme entonces.
El rubio hizo lo pedido, cerró los ojos de nuevo, sintiéndose seguro en sus brazos… cómodo, como hace mucho tiempo que no se sentía.
Por ese día se permitiría disfrutar del menor…
Mañana habrá tiempo para cuestionarse.
Fin del capítulo 2.