La noche había caído en el castillo, los que aún no se presentaban podían caminar, algunos conocían el lugar como la palma de la mano.
Los que ya se habían presentado estaban con sus familias.
Todos pensando en los cambios que pudieran ya existir, mas no sabía cuáles eran, era el pago por el hechizo, el pago por modificar su destino.
Hugo miraba a los demás grupos observando cómo eran felices, algunos ya habían hablado con el indicándole que lo mejor era que sus padres se separaran para ser felices.
Mas es no era el pensamiento que tenía, había sido envenenado por su abuela y al final creía en una familia perfecta, ignorando que las discusiones cada vez más eran fuertes, días y noches que sus padres no se hablaban, noches donde su madre lloraba, donde era feliz cada vez que recibía un mensaje, más aquella felicidad comenzaba a desaparecer.
El matrimonio fallido, los hacia ser infelices.
Pero prefería ser ciego a desear la felicidad de su familia.
--¿Todo bien?—cuestiono una voz tranquila, observo a quien le hablaba, notando a su abuelo y ver aquella pesadez que siempre cargaba con él. ¿Acaso su abuelo era infeliz desde ese momento?
--Si, solo pensaba en mis padres
--¿Son felices?
--Si—contesto de forma rápida, como una respuesta ya ensayada
--¿son felices como Percy, George y Fred ahora?
--No entiendo
--¿Ellos brillan con solo ver quien está a su lado, sonríen siempre, una sonrisa sencilla pero que está ahí, sus ojos ríen cuando ellos lo hacen? Si es así, me alegra saber que por lo menos uno de mis hijos es feliz.
Hugo no dijo nada, dándole la verdadera respuesta a Arthur, cerró los ojos con dolor, su familia era infeliz, como él lo era. ¿Por qué había fallado de esa forma?
Hugo noto el dolor en su abuelo, el mismo que sufría en su tiempo, el mismo que ocultaba acostumbrado a hacerlo.
Algo que él está aprendiendo hacer.
--Voy a ver a mis primas
--Claro, ten cuidado.
Arthur vio a su nieto irse, las lágrimas que ocultaba comenzaban a caer, respiro profundamente para evitarlas.
--¿Arthur?—una voz le llamo y volteo a ver a su mentor
--Director
--Vamos a tomar un te
--Claro
Arthur seguía a su antiguo director, necesitaba un consejo y no sabía cómo pedirlo, había callado su tristeza y su infelicidad mucho tiempo.
No se percató que había entrado a la oficina y que ya estaba sentado frente a su profesor.
--¿Azúcar?
--Gracias
--Arthur, sabes que estoy aquí para ayudarte, he cometido errores tras errores, pero aun así intento enmendarlos, si necesitas cualquier cosa estoy aquí para ayudarte.
--Lo se gracias—respondió mientras tomaba un sorbo, la bebida caliente le hizo sentirse confortable, al igual que las palabras del anciano de ojos azules, podía notar la preocupación en ellos, tenía la pauta para hablar ¿Por qué no lo hacía?¿Por miedo?—mi familia es infeliz
Dijo y con aquello el peso que tenía se alzó un poco
--No sé en qué momento comenzó a serlo, no, miento, cerré los ojos cuando vi la tristeza de Percy y la actitud de Charlie y Bill con él, ahí comenzó./ o tal vez desde antes/
--Molly ¿Tu sabias de las pociones que le daba a Percy?
--Ella siempre me dijo que eran pociones vitamínicas y para refriados—respondió y después le ofreció una mueca amarga—una vez quise llevar a Percy con un medimago, debido a que lo veía mal, ella me dijo que no lo hiciera, que me dirían que necesitaba vitaminas y me harían comprar pociones que ella ya preparaba, me hizo sentir mal debido a nuestra necesidad de dinero, ella sabía que si lo llevaba a san Mungo me enteraría y le darían las pociones correspondientes para curarlo
--¿Por qué odia a los fértiles?—cuestiono el anciano a la nada
--Hubo un rumor—exclamo—un rumor que no predomino mucho, que decía que el padre de Molly había abandonado a su madre por un fértil, pero nadie lo creyó por que se veía a la pareja feliz…
--Si, recuerdo ese rumor… también recuerdo que tú eras uno de los pocos fértiles bisexuales, además de algunos rumores de que tenías pareja…
Arthur se sonrojo ante las palabras del anciano y la tristeza llego a sus ojos, las lágrimas que había quería guardar comenzaron a caer
--Arthur
--Fui una apuesta—respondió con el corazón roto—el solo jugo conmigo, una apuesta ¿Quién querría a un pobretón como yo? En sus palabras, alguien sin chiste, el… el simplemente jugo conmigo.
Albus no dijo nada, solo se levantó y abrazo al pelirrojo, quien no dudo en derramar las lágrimas que guardaba desde aquel entonces.
--Solo Molly lo supo, pero nunca supo que yo era el fértil, es mi culpa que odie a Percy
--No, no es tu culpa, nadie tiene la culpa solo ella por hacer cosa que no debía
Arthur simplemente continuo derramando lágrimas, tratando de no recordar cuando fue feliz con aquel que jugo con él, como perdió la esperanza de ser feliz y se forzó a amar a Molly, cuando solo sentía amistad por ella, sus acciones ante el miedo de nunca ser amado de forma real había condenado a sus hijos…
Los Weasley nunca se habían divorciado, y en el futuro su pequeño Percy lo haría para hacer algo que él nunca hizo, buscar su felicidad.
No le importa si su familia lo repudia, no puede más con ese peso, no puede más fingir que es feliz cuando no lo es, simplemente ya no puede más sabiendo que el futuro sus acciones provocaran dolor.
--Ayúdame a divorciarme por favor.
Mientras tanto en las mazmorras Severus Snape terminaba un documento, la aparición de un Arthur cansado fue sorpresiva y más cuando comenzaron a hablar.
Ahora mismo tenía el documento donde una parte de la madriguera le seria cedida para tener un pequeño invernadero, como pago al tratamiento de Percy.
Sabía que el tratamiento seria pagado por la fundación al ser el pelirrojo trabajador, además de que el chico Cavallone también pagaría para ver feliz, aunque ninguno de los dos esperaba que Arthur les ganara con el pago. Claro que la oferta original había sido los terrenos enteros.
Había prometido no decir nada, pero era consciente de que lo hecho por el hombre traería consecuencias grandes.
--¿Severus?—cuestiono Demian al verlo tan interesado en el documento--¿todo bien?
--Si, solo pensaba en los ingredientes para la poción del chico.
--en cuanto esto termine trasferiré dos mil galeones para el tratamiento y si convences a los Di Vongola podrás patentar la poción.
--Hablare con ellos después
Demian sabía que ese no era el motivo para sus pensamientos. Pero mantendría silencio.
Mientras en una lejana mansión un hombre miraba a la nada, recordando su adolescencia y su tiempo en el colegio, sobre todo cuando acepto a hacer aquella apuesta, una apuesta que le había costado mucho.
La copa que sostenía termino en la chimenea mientras ocultaba su rostro en sus manos, había perdido a su pelirrojo, a su hermoso doncel, como cliché anticuado, al no tener a su petirrojo, como lo había apodado, había comenzado a extrañarlo, quiso hablarle, pero siempre estaba acompañado por esa estúpida mujer.
Cuando se graduaron fue a buscarle, a hacer algo que nunca haría un Slytherin: suplicarle perdón y una oportunidad, para descubrirlo casado y “feliz”
La sonrisa de su ángel había desaparecido.
Esa había sido su amarga recompensa.
--Lo siento tanto Arthur, perdóname amor mío, por favor vuelve a ser feliz.
Arthur caminaba por los pasillos del castillo, sus ojos rojos por el llanto, mismo que comenzaba al recordar agridulces eventos.
Continúo su andar hasta llegar a la habitación que compartía con Molly. Respirando profundamente y con un glamour en sus ojos entro decidido a que sus hijos fueran felices.
La mujer observo al hombre entrar, la sonrisa con la que lo recibió desapareció ante la seriedad del mismo y las palabras que pronuncio
-Molly…debemos hablar…