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Contando a mis ex por Aranel Poli

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Notas del capitulo:

La mejor persona para Mu es...

-¿Tienes hambre?

-Muero de hambre- sonrió el pelilila –Pero primero debo quitarme esto o moriré de asfixia.

Mu se giró señalándole a Saga que lo ayudara con el cierre del vestido, quien lo bajó cuidadosamente admirando la blanca y tersa espalda del menor mientras se preguntaba ¿Qué se sentiría tocarla? ¿Besarla?

-¿Saga?

-¡Traes faja!- gritó regresando a la realidad sabiendo que se había tardado más de la cuenta y disfrazando su bochorno con burla.

-Sí, idiota ¿Creías que tenía cintura?- chistó Mu alejándose hacia el baño para poder cambiarse. El peliazul lo miró con un ligero sonrojo y dándose una patada mental, debía de dejar de pensar en Mu como venía haciéndolo desde hacía días.

Unos minutos después, el menor aparecía con el rostro limpio y cepillándose el cabello. Ahora era él y así era como lo prefería Saga.

-Oye, encontré a Mario, de la universidad, sólo que ahora es Marín y luce hermosa- reía Saga una vez sentados en la mesa comiendo la deliciosa pizza de cuatro quesos.

-¿Sabes? No hubiese funcionado con Pandora aunque no fuese gay. Ella necesita un caballero a su lado con toda esa gente a su alrededor, y yo no lo soy.

-Eres un caballero, todo un hombre, eres veinte veces mejor que uno- dijo Saga mientras Mu se engullía un pedazo de pizza y le sonreía con la boca llena.

-Gracias por el cumplido.

-Por cierto, tengo un par de sorpresas para ti y una está en tu casa. La verás cuando volvamos- dijo el mayor bebiendo un poco de su cerveza. Mu le sonrió, pero ésta vez con algo de pesar. Hasta ahora no había pensado en una de las dos razones por las que estaba haciendo toda esa odisea. -¿Estás bien?

-Sí. No- negó resoplando- Iré solo a la boda de mi hermano y…

-Yo voy contigo.

-¿Lo harías?- la voz del pelilila se escuchó más como sorpresa que de alivio.

-Sí, ¿Por qué no?

-Bien, gracias, te lo agradeceré mucho- sonrió sinceramente mientras Saga alzaba su cerveza para chocarla con la de Mu.

Después de cenar, Mu dejó el vestido que Pandora le había comprado con una nota de despedida y esperando volverse a ver.

 

“Serás una increíble senadora, siempre supe que llegarías lejos. Saluda a Saori de mi parte, aun tienes buenos gustos.

Besos. MK”

 

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Salieron del hotel dispuestos a ir a la primera sorpresa que Saga tenía preparado para él. No sabía porqué hacía todo eso, quizá sentía un poco de lastima por él y su fracaso amoroso, después le regalaría un perro, estaba seguro.

-¿Qué estamos haciendo aquí?- susurró en cuanto entraron clandestinamente a la pista de patinaje. Todo estaba oscuro, pero conocía muy bien ese lugar.

-No porque esté oscuro tienes que susurrar- sonrió Saga jalando un interruptor que encendía las luces del centro de la pista.

-Esto es ilegal, estoy seguro.

-Sí, pero un tiempo entrené hockey, ya que trabajaba aquí y aprovechaba el tiempo. Robé una llave maestra antes de irme ¿Has estado aquí?

-Sí, un par de veces, con Kiki- dijo con una sonrisa.

-Toma- sonrió Saga dándole unos patines.

-Hace mucho que no lo hago.

-Y precisamente es por eso que estamos aquí, necesitas divertirte- dijo el griego tomando un par de patines.

-Hockey ¿Ah?- preguntó Mu sentándose en una de las bancas para colocarse los patines. Saga se alzó de hombros restándole importancia.

-A veces no quería espiar personas y venía aquí después del trabajo. Mi hermano, unos amigos y yo teníamos un pequeño equipo, nada importante.

-Yo venía aquí con mi hermano cuando mis padres estaban divorciándose, después conoció a Genbu y me quedé solo.

Saga lo miró frunciendo los labios, pero Mu sonrió alzándose de hombros y levantándose de la banca una vez listo, así que fue hasta la pista sintiendo el hielo debajo de él.

-¿Qué te parece si ponemos algo de música?- el griego sacó su celular para poner algo de su autoría.

-No tocas mal- soltó Mu comenzando a danzar por el hielo, haciendo piruetas y saltos por todos lados. Saga lo acompañaba a su lado, pero sin interrumpir la burbuja en la que ahora se encontraba.

Mu sonreía, cerraba los ojos de vez en vez disfrutando el aire sobre su rostro, los músculos estirándose y contrayéndose en cada vuelta. Ese olvido de no estar en su casa cuando sus padres discutían, el rostro de hermano a su lado. Todo vino a él.

-Gracias- jadeó una vez terminada la canción, era suficiente por ese día. Saga, quien estaba también un poco cansado por seguirle el paso, le sonrió pasando un brazo por sus hombros y acercándolo para darle un corto abrazo.

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-Qué bueno que eres músico, no tienes mucha resistencia en el patinaje- reía Mu mientras caminaban hacia su departamento.

-Tú deberías vivir de eso, eres bueno.

-Tú también eres bueno en muchas cosas, deberías intentar ser un gigoló- se burló el menor y Saga lo miró rodando los ojos para después comenzar a hacerle cosquillas. -¡Basta!- reía alejándose del griego, quien se alejó de él antes de que lo golpeara.

-Toco en algunos bares, eso me agrada, tocar mi propia música.

-Suena casi poético, quisiera hacer lo mismo, odiaba mi trabajo.

-¿Qué te gusta?- Mu entrecerró los ojos sonriendo y no queriendo decir lo que estaba a punto de revelar pero ¿Qué más daba?

-¿Quieres la verdad? Amo hacer esas esculturas extrañas de arcilla y barro, pero no ganaré dinero con ninguna de esas cosas.

-¿Cómo lo sabes? Nunca lo has intentado.

-Nunca he intentado saltar a aguas radioactivas y eso no quiere decir que sea una buena idea- reía negando.

-Inténtalo, no pierdes nada, y estaré para ayudarte.

-Deberías tener una oficina para ayuda personal- dijo el pelilila sonriéndole mientras Saga le devolvía la sonrisa.

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Llegaron al departamento de Mu, sólo que el griego le pidió entrar primero para darle la segunda sorpresa de la noche.

-Cierra los ojos- el pelilila lo hizo con una sonrisa nerviosa. Se podía esperar lo que sea de Saga Diástasi.

Unos segundos después de escuchar algunos pasos y ruidos extraños, el peliazul se colocó a su lado.

-Ábrelos- susurró y Mu quedó fascinado en cuanto sus ojos se abrieron.

Su departamento estaba a oscuras, pero había pequeños focos que alumbraban sus esculturas, las cuales tenía por doquier en pequeños pedestales, ahora estaban iluminados resaltando cada detalle.

Saga Diástasi era la mejor persona que había conocido.

Notas finales:

Besos inmensos!


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