Después de haber estado con Kiki, Mu volvió a su casa encontrándose con una nota de Saga que decía que lo veía en la noche. había ido a ver a un tipo que lo quería contratar en una fiesta.
Mu sonrió recordando la noche anterior, sobre todo los besos, pero había algo más, recordaba las palabras del griego sobre su futuro y lo que quería hacer con él.
Por eso al llegar a su casaliberó una mesa para colocar ahí sus piezas y un bloque de arcilla, ese día estaba inspirado.
Al caer la noche, la escultura había tomado forma en lo que parecía una boda. Estaba con los detalles cuando recibió un texto, el problema era que no era su teléfono, al parecer Saga lo había olvidado.
Sonrió negando mirando la pantalla del celular ajeno quedando desconcertado, ya que en la pantalla se leía al nombre de Shaka.
Mu abrió el mensaje enseguida.
Shaka
Oye, Saga, Mu aún no me llama ¿Le diste mi número?
-Cariño, ya llegué, grabé las luchas mexicanas y cociné para ti. Se supone que son tacos, pero parecen canelones y saben a rollos primavera- dijo el peliazul llegando al departamento de Mu con una enorme sonrisa dejando el plato en la cocina y acercándose al pelilila para saludarlo -¿Qué haces? ¿Trabajas con la boda? No te distraigo- sonrió besando su cuello mientras Mu no respondió, continuaba tocando su obra pero su rostro había cambiado, estaba molesto y mucho.
-Oye, por curiosidad ¿Supiste algo de Shaka?- preguntó una vez que Saga se había recostado en el sofá para leer un poco.
-No.
-¿En serio? ¿Una llamada? ¿Nada?
-No- soltó el peliazul con cierto recelo.
-Ok, estoy ocupado, así que nos vemos luego- soltó Mu molesto levantándose de su lugar y acercándose a Saga para arrojarle su celular en el pecho.
-Diablos ¡Mu, espera!- Saga se levantó rápidamente alcanzado a Mu, quien estaba por abrir la puerta para echarlo.
-Vete, no quiero oír más mentiras.
-Sí, Shaka volvió a la ciudad y tengo su número, pero creí que ya no importaba.
-¿Puedes irte? Por favor- susurró abriendo la puerta sin dirigirle la mirada.
-¿Y lo que pasó anoche?
-Creo que deberíamos olvidar eso.
-¿Por Shaka?
-No, porque no eres la clase de hombre con quien debería estar- soltó mirándolo con dolor, haciendo que Saga se molestara.
-¿Qué clase de hombre soy, Mu?
-Con el que sales antes de conocer al hombre de tu vida y ya salí con veinte de ustedes- resopló molesto mientras cerraba los ojos con fuerza.
-¿Intentarás tener una relación con Shaka? A quien no has visto en años ¿Sólo para no pasarte de los veinte?
-Ya no se trata sólo de un número, Saga…
-¿De qué es entonces?
-¡Es lo que quiero!- gritó tratando de terminar con aquello.
-¡No sabes lo que quieres!- gritó Saga acercándose al pelilila. Ahora ambos estaban bastante molestos.
-¿Tú qué sabes?
-Estás tan ocupado tratando de ser lo que los demás quieren que seas, que no sabes quién eres.
-Pues al menos puedo tener una relación. Tú no puedes salir con alguien por más de 24 horas sin acostarte con él.
-¡Eso era cierto hasta que te conocí!- gritó Saga dolido dejando un poco desconcertado al menor, quien desvió la mirada frunciendo los labios.
-Pues estoy seguro de que si me hubiese acostado contigo anoche ya te habrías ido, porque así eres tú, Saga, y siempre lo serás.
-Como digas, Mu, es obvio que lo entiendes todo- concluyó saliendo del departamento.
-¡Y si sé quién soy! ¡Soy alguien que no le dará entrada a otro imbécil en su corazón!- gritó el pelilila molesto importándole poco que todo el edificio lo escuchara ante de cerrar la puerta.
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Un par de días después, Mu aun preparaba la escultura de Kiki y Genbu, sería un regalo de bodas.
Miraba por la ventana pensando en todas las cosas que le había dicho a Saga, era un idiota, de eso estaba seguro y no volvería a salir con idiotas.
Había pasado su vida, viviéndola como si fuese inmortal, importándole poco si sólo querían dormir con él, desaprovechando oportunidades y tomando malas decisiones. Pero no más.
Y esa tarde llamó a Shaka.
-“Hola Shaka, soy Mu… Mu Krýstallo de la secundaria. Sólo quería saber qué tal estabas, ya que me encontré tu teléfono y se me hizo una buena idea llamarte y… dejarte un mensaje incoherente en el contestador. Como sea, puedes llamarme cuando quieras. Adiós”.
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-No de nuevo ¿Quién es el invitado sorpresa?- soltó Mu llegando al restaurante donde se vería con Kiki, ya que esa mañana le había pedido verse.
-Iba a almorzar con papá, para decirle que no viniera a la boda, pero acaba de decirme que vendrá con su nueva pareja.
-¿Dégel?
-Sí, y yo no podía hablar con él de esto frente a él, así que se me ocurrió hacerlo contigo- sonrió Kiki con nerviosismo haciendo que Mu lo fulminara con la mirada por arrastrarlo a ese dilema.
-Nunca volveré a salir a comer contigo, jamás.