Un par de horas después, y dejar que descansara en la cama de su hermano, ahora un poco más lúcido y algo apenado decidió salir con Kiki, Genbu y sus amigos para disfrutar la noche.
Estaban en un bar bastante exclusivo. Los novios habían llevado a Harbinger con quien Genbu no tenía ninguna rivalidad, junto a las gemelas Íntegra y Paradox.
-Por Genbu y Kiki, y el final de su vida- brindó Mu mientras todos reían y alzaban sus vasos para después vaciarlos de un sólo trago.
-Por nosotros, amor- susurró Genbu al oído de Kiki, quien sonrió besando sus labios.
-Bien, bien, que comiencen los juegos- soltó Mu bastante entusiasmado golpeando sus palmas mientras los demás lo miraban extrañados.
-¿Un juego? ¿De verdad?- se quejó Paradox, una joven pelinegra bastante hermosa.
-Sí, claro, algo como ¿Con cuantas personas has dormido? Es perfecto, necesitamos papel y más tragos. Ya vuelvo.
Porque Mu no podía quedarse con la duda y ese mal sabor de boca de pensar que era un cualquiera por haber estado con 19 personas. Debía de haber alguien con un número mayor.
Se acercó a la barra para pedir más tragos cuando a su lado un hombre peliazul lo miró con sus insinuantes ojos azules. Mu resopló y rodó los ojos.
-De todos los bares del mundo…
-De todos los clichés en el mundo- respondió el pelilila a su ahora ex jefe.
-Vaya, no pensé que te afectaría tanto tu despido- sonrió DeathMask mirando la cantidad de tragos que llevaba.
-Ya no tengo que reírme de tus chistes, Donato, ya no eres mi jefe.
-Déjame invitarte estos tragos, me siento mal por lo de hoy.
-¿De verdad? Gracias, de todos modos no puedo pagarlos- sonrió Mu con ironía.
-¿Te digo algo? Creo que nunca te gustó estar en la empresa.
-Me gustaba- exclamó el pelilila alzando los hombros.
-Te gustaba, pero no era tu pasión, así que te hice un favor. Ahora conseguirás un trabajo que te guste y un jefe que te agrade.
-Me caes bien- sonrió Mu sorprendiendo al mayor.
-¿En serio? ¿Cuánto?
-Me llevo esto, él paga- finalizó tomando la charola con los tragos además de tomar la botella con el líquido restante haciendo que DeathMask rodara los ojos pagando todo aquello.
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Mu le dio a cada uno de sus amigos papel y lápiz para que anotaran el número de parejas con los que estuvieron, quizá con eso aligerara un poco la carga que llevaba.
-Pongan el numero en su papel y después lo dejamos aquí. Cada quien sacará uno adivinando de quién es ese número ¿Aceptan?
Todos sonrieron y asintieron ahora desinhibidos con la ayuda del alcohol, así que comenzaron a escribir mientras Mu los miraba de reojo esperando que no fuese el único con dos números en ese papel.
-Kiki, tú primero- dijo el pelilila sonriéndole a su hermano, quien enseguida tomó un papel mirando el contenido.
-Cuatro, este es de Genbu.
-¡Sí!- sonrió el pelirrojo colocando sus manos en la cintura de su futuro esposo besando su mejilla.
-Eso es trampa, claro que sabe el número de Genbu, incluso nosotros lo sabemos. Me sorprende que tengas tantos- decía Íntegra rodando los ojos con una sonrisa mientras Genbu le dedicaba una seña obscena con el dedo medio.
-Mi turno, y es… ocho de Harb- dijo Genbu con el papel en la mano y mirando a Harbinger, quien le sonrió orgulloso.
-Sí, y soy doble hombre que tú- dijo orgulloso llevando su mano a los papeles- Mi turno- musitó sacando el papel- Seis de, ¿Íntegra?- preguntó torciendo el gesto sin estar seguro. Íntegra asintió alzando los hombros.
-Oye ¿No eran siete?- le preguntó su hermana confundida.
-Nunca dormí con Ryuho.
-Sí, si lo hiciste.
-No, sólo fue la punta y eso no cuenta- sonreía la de cabello turquesa mientras Kiki la miraba asqueado.
-No sabemos cuánto mide su pene, así que no sabemos si cuenta o no- exclamó Mu con una sonrisa.
-Yo sí sé, y sí cuenta- afirmó Paradox sorprendiendo a los demás, pero el más sorprendido era el mismo Mu al ver todos esos pequeños números.
-Entonces ¿Debe entrar más de la mitad? Soy un nueve entonces- dijo Íntegra recordando mientras los demás comenzaban a reírse -Es mi turno ¿Trece?- soltó torciendo el gesto algo sorprendida, pero sabía de quién era ese número.
-Es mío- sonrió Paradox recibiendo ovaciones y uno que otro insulto en broma, y a Mu al escuchar todo eso se le fueron los colores del rostro.
-Qué zorra- dijo el pelilila con ironía, pero esperando de verdad que su papel se hubiese esfumado por alguna obra divina.
-¿Cuál es el problema?
-Son trece diferentes penes en una sola vagina- soltó Harb a su amiga, quien rodó los ojos.
-No estuvieron ahí todos al mismo tiempo, pero olvídenlo. Mu, es tu turno- dijo la pelinegra y el pelilila sonrió con nerviosismo mientras tomaba el papel que sabía era de él, y lo confirmó cuando lo abrió viendo el maravilloso 19 escrito. Nadie debía saber de eso, así que en cuanto lo tuvo hizo ademán de estornudar para con eso aprovechar y romper el papel.
-Oh, miren, es un nueve, saqué el mío. Se acabó el juego- decía Mu sonriendo mostrando el papel mientras a su lado Gebu levantaba el otro pedazo.
-Espera, aquí hay un uno ¿Es tuyo?
-Amm… yo…
-¡Oh, dios! ¿Eres un 91?- gritaba su cuñado uniendo los papeles mientras los demás lo miraban casi con miedo.
-¡No! Soy un 19 ¿De acuerdo? Casi el doble que la taza normal- admitió agachando la mirada- Un estúpido artículo me hizo recordar esas parejas y creí que jugar esto me iba hacer sentir mejor con mi número, pero creo que es demasiado.
-También leí ese artículo y dice que las personas que han tenido más de 20 parejas no llegan a casarse.
-Gracias, Harb, eso ayuda mucho- musitó molesto mientras su amigo se alzaba de hombros.
-Lo he visto todo el tiempo en mi consultorio. Si estás demasiado disponible para el sexo, pierdes autoestima y llegas a los 45 sin pareja y sin tono muscular en el piso pélvico, o sea en tu ano- explicaba Genbu, quien era médico dejando a todos sus amigos sorprendidos.
-Ok, eso no me sucederá. Si el artículo dice que son 20, tengo 19, eso me da una oportunidad, así que haré una proclamación.
-Bien, salud por eso- dijo Kiki alzando su copa esperando que su hermano mayor hablara.
-No dormiré con nadie más a menos que sepa que es el indicado. Tal vez no controlo muchas cosas, pero puedo controlar los músculos de mi piso pélvico, así que el próximo que explore la “Casa esperanza” será mi esposo, así que ¡Por el control de mi destino! ¡Por el número veinte!
Y eso hubiese sido un hermoso discurso si Mu no se hubiese puesto demasiado ebrio, de bailar sobre la mesa, las sillas, la barra y dar un precioso espectáculo de karaoke, aunque eso también hubiese sido un bello recuerdo.
Pero no se detuvo allí, y lo supo cuando al despertar en su casa, no estaba solo.
Estaba en su cama junto a un hombre de cabellos azules al que alguna vez llamó Jefe.
¡Mierda!