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Besos de vainilla por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola, hoy toca conocer mas a Noah. Disfruten el capitulo.

—  ¿otra vez aquí?


—  sí, ¿algún problema?


—  ya me había acostumbrado a tener la casa para mí solo. ¿Te quedaras mucho? tengo que cocinar algo, y me gustaría sacudir las cortinas también,  pero ya que estas aquí, sacude las cortinas.


—  oye.


—  hazlo.


—  ¿ah? ¿Crees que soy tu ama de llaves o qué?—  ah, tener un compañero de piso es tan divertido.  Más si es alguien como Eder. Él ya vivía aquí cuando me mude.


—  bueno, ya lo hago yo… umm creo que la comida tendrá que esperar, y me olvide de comprar las cosas para mañana… ¿te molesta si no preparo nada para ti?—  me mira mal, con esos bonitos ojos que tiene.


—  ya lo hago yo, pero vete a la cocina.


—  pero que mal, Eder, serás una mala esposa si no haces los quehaceres domésticos, y ni siquiera sabes cocinar.


—  ¡¿a quién le dices esposa, imbécil!?—  sí, Eder podrá tener una cara bonita, y parecer alguien lindo,  pero en el fondo sigue siendo un chico, y uno al que a veces se le salen unas palabras de las que cualquiera se escandalizaría.  Suspiro, con dramatismo. Levanto la mano y le digo que no con un dedo.


— estas portándote como la hermanastra fea de cenicienta, Eder. Deberías aprender de cenicienta.


—  ¿De qué mierda hablas?—  ah, cenicienta.  Tomo las bolsas que me faltan para la cocina.


—  Sacude las cortinas—   la cocina es el lugar más limpio de este lugar, porque paso más tiempo aquí que en cualquier otro lugar de esta casa. Deberían ver el cuarto de Eder… como sea, me gusta cocinar, por eso estudio gastronomía. Dentro de todo lo que puedo preparar, de todas las comidas, amo hacer postres. Me gustan los dulces, y hacer postres no es tan sencillo como hacer un platillo salado.


—  Noah, ¿Cómo sacudo estas cosas?


—  llévalas afuera, o vas a tener que sacudir toda la sala, inútil.


—  ¡Cállate!—  refunfuña un montón de cosas más, y luego oigo abrirse la puerta del patio trasero, un espacio tan pequeño que ni un perro cabe ahí.   


Cuando eres estudiante, pronto terminas cayendo en una rutina. Las cosas no dan tiempo para andar buscando cosas entretenidas, salir con personas que conoces porque no tienes tiempo de ir a buscar a alguien más. O así eran las cosas antes de que cambiara.


 


—  ¿Qué estás diciendo?


—  que no voy a poder ir a tu evento mañana.


no me jodas, estúpido Eder. No puedes decirme que no a unas horas.


—  lo siento, pero tengo otras cosas que hacer—  y me cuelga, el muy tarado.  Ah, no tengo tiempo ni dinero para ir por un mesero. Y el jodido de Eder es perfecto para el trabajo, tiene buen aspecto, y a todos les gusta. ¿Qué carajo voy hacer ahora?


—  Ah, ¿Me esperaste mucho?—  Eder acaba de decirme que no vendrá, y ahora una cosa se me pega al brazo. ¿Y a este que cosa le pico?—  por favor, no me golpes, no me golpes. Lo siento, de verdad—  y eso me toma de la mano.  Es un chico, y en serio debe estar medio loco para creerme homo.


—  ¿esto es una broma?


—  no,  por favor, escucha. Esa chica me sigue, es mi ex, y está loca. Me ha acosado desde que termínanos, y ya no sé qué hacer. Le dije que era gay para que dejara de molestarme, y… oh, dios… dime que no esperas a tu novia—  habla con una vocecita que me recuerda a los dibujos animados, y también tiene una expresión de alguien a quien han molestado mucho y está a punto de llorar. Es mucho más gracioso porque no es un niño, es casi de mi edad, castaño y delgaducho.


—  No salgo con nadie.


—  ah, qué alivio. No me golpes, por favor…—  me repite. Interesante—  solo caminemos, ayúdame,  por favor—  me ruega….  Esto es como un regalo de navidad. Creo que esto puede ser divertido. Dejo que me lleve a donde sea que quiera ir. ¿Una novia celosa? Eso es la cereza del pastel. Si hay una chica siguiéndonos, una que me mira como si fuera algo indeseado.


—  ¿la chica de la blusa verde?


—  ella. Voy a mudarme hoy, se la pasa toda la noche fuera. Me está dando miedo todo lo que hace. Siento hacer esto, debe parecerte desagradable estar con un chico así, pero te lo juro, no soy gay ni quiero nada contigo.


—  ¿Le dijiste que eras homosexual?—  pero que escusa tan tonta—  Oye, espera… ¿entonces se supone que esto es una cita?


—  sí, ¡No! arg, no quiero que me siga a mi nueva casa. Si voy ahora vera que ya no vivo ahí. No pienso ir allá hoy. Que se quede esperando—  Pff, esto es maravillo.


—  tu cara es en serio graciosa.  Entonces, ¿solo tengo que estar contigo así?


—  ay, dios, por favor, no creas que solo quería hacer esto porque me gustas o algo.  En serio ella está loca.


—  ya. Ella nos sigue todavía—  sus manos están heladas, y tiemblan. Al menos de la que vamos tomados.  Es como una cosa pequeña y asustada.  No habla mientras caminamos, y al final soy yo quien le invita un helado—  ¿Cómo te llamas?


—  ah, lo siento. Soy Harvey…


—  No extiendas la mano, idiota—   ah, tan divertido. Esto me divierte mucho.


—  lo olvide. ¿Y tú nombre?


—   Noah—  sí, creo que me voy a quedar con esta cosa como juguete.


Harvey, como se llama, no tiene esa cara linda como Eder, pero al menos no es tan torpe como parece,  no se le cae la charola ni cuando sus brazos deben estar doliendo como nunca. Hoy el pobre está más nervioso, y le debo resaltar que no se ha caído. El evento está por terminar, y le veo casi dejarse caer en una silla.


—  ¿eso es todo?


—  Sí, cenicienta—  pega un brinco, ah, creo que no le preguntaba a nadie. Sonrió mientras me acerco. Él pone esa cara como de ratón a punto de salir corriendo. Sus ojos buscan una salida—  lo hiciste bien, otra vez.


— gracias.


—  Mira, por el buen trabajo—  le doy un montoncito de los pastelillos que quedaron—  le iba a llevar a mi compañero de piso, pero te los mereces más que él.


—  eh… bien. ¿Puedo irme?


—  ¿Por qué tanta prisa? Aun no son las doce—  ahora no me dice nada.  No hay nadie más en la cocina—  ¿no te quieres despedir apropiadamente?


—  ¡Eso estuvo de más!—  grita. Casi me arroja la bandeja en la cara y se va. Ah, pero que divertido. Me pone de buen humor molestar a los demás, siempre lo ha hecho, aunque nunca he golpeado a nadie, esa clase de incordios no me gustan. Prefiero jugar un poco con las cosas. Harvey está desesperado, y me gusta ver a las personas desesperadas, aunque no sea yo quien lo cause.  La novia, esa chica, también me divierte mucho. Solo la he visto de lejos las dos veces que Harvey me ha usado como tapadera, pero la cara… su cara es puro odio. Solo debieron verla cuando lo bese. Juro que si las miradas mataran, ahora me estará carcajeando desde mi tumba.  Solo por eso, podría volver a besarlo las veces que sea.


 


— estúpido Noah, ¿en qué estás pensando? Tienes esa sonrisa psicópata que pones cuando quieres conquistar el mundo.


—  no quiero conquistar el mundo. Eso está caliente, inútil—  la única persona a la que no he podido amedrentar es a Eder, y justo tenía que ser el que vive conmigo. Ah, pero con solo imaginar cómo sería si pudiera ser más como… como… Harvey.


—  ¿Qué es?


—  eso es caramelo, si lo tocas dejaras el dedo ahí.


—  ¿me puedo llevar algunos de estos? Se los quiero dar a alguien…—  Pff así que por eso no ha venido a mis eventos. Era de esperarse, con esa apariencia…


—   todavía no están listos.


—  ah, pero son tan ricos. Estoy seguro de que esto le va a gustar… oye, Noah, ¿podrías enseñarle a alguien a hacer estas cosas?


—  estas cosas se llaman soufflé. Ahora, sal de mi cocina o no te daré nada—  él me mira, como queriendo decir algo más, pero Eder es listo, y no dice nada, se va calladito a la sala. Esto es lo más que hago con él, puro chantaje.  Mientras espero que salga la última tanda del horno, me pongo a recoger la cocina.  No es habladuría cuando le dije que es mi cocina, él y apenas puede hacerse una sopa instantánea, y en el horno de microondas. Mi teléfono suena cuando estoy sacando la charola caliente del horno—  oye, Eder, contesta por mí.


—  en serio, no soy tu empleado. Uh, Noah, no me habías dicho que tenías novia.


—  ¿Novia?—  ¿de qué está hablando?


—  te llama cenicienta—  oh…


—   dame…


—  ¿Si?... ah…—  Eder me mira. Me dan ganas de darle un golpe en la cabeza, aunque fuera mi culpa que contestara—  él está ocupado… no…—  le quito el teléfono.


—  ¿Qué quieres?


Noah, es ella… no se va,  creo que trajo un auto, y me va a seguir. No sé qué hacer, si voy a casa ahora…—  ¿un auto? Esta tipa es bastante versátil—  No te rías, no es gracioso.


—  ¿Dónde estás?


  en… el instituto.


 vale, dime donde es y espérame en la entrada—  balbucea, y lo imagino al borde de un ataque de pánico. Me la dice aun balbuceando que apenas le entiendo—  espérame ahí—  ya no tengo nada en el horno, y lo que está afuera puede esperar un raro.


—  oye, Noah, espera ¿te vas a ir? ¿Y estos? Tengo que llevarme algunos.


—  aun no están listos. Tu novia tendrá que esperar.


—  ¿Quién es cenicienta? Esa no era una mujer.


—  nos vemos al rato.


—  ¡Noah!—  se donde queda ese instituto que dice, me queda de camino al centro comercial donde compro las cosas para mis practicas.  En la entrada hay guardias, así que tengo que llamar a Harvey para que salga.


—  gracias por venir, pero ya no sabía qué hacer. Si tomo un taxi, ella va a seguirme, y ahora he estado muy feliz sin ella en la nueva casa.


—  Sí, yo también te extrañe cariño—  me inclino a él, y disfruto de su cara de pánico. Rozo su mejilla—  ¿y qué haremos?


—  eh… no…. no sé.


—  no puedes ir a tu casa, y es tarde para comer. ¿Ya comiste?


—  sí.


—  yo también, y no tengo hambre. ¿Quieres ir al cine? A ella le costaría encontrarnos en el cine.


—  ¿¡Al cine!?


—  nadie va a comerte, caperucita roja. Anda, hay uno a unas calles, al lado del centro comercial. Dame eso, y la mano.


—  Yo puedo…—  le quito el maletín y  tomo su mano. Le hago caminar tomados de la mano como si fuéramos una pareja de verdad.


—  ella no podrá seguirnos tan bien en su auto si vamos caminando. Y en lo que tarda en estacionarse, entraremos al cine. Si quiere encontrarnos tendrá que buscarnos en todas las salas de cine, y hay una entrada directa al centro comercial, podemos salir por el centro comercial.


—  ¿de verdad?


—  sí.


—  ¿Y si nos sigue caminando?—  pues igual no sabrá a qué película entramos—  lamento haberte llamado a así, pero ella me ha molestado menos desde que me mude y nos ha visto juntos.


—  umm.


—  Esto es vergonzoso—  murmura. Sé que se refiere a que mucha, por no decir toda, la gente con la que nos cruzamos se nos queda viendo.


—  no te creas mucho, cenicienta. Me miran a mí, ¿Sabes?  No eres tan especial como esa chica te ha hecho creer. Y luego, mírame a mí. Deben estar pensando porque alguien como yo sale con alguien como tú. 


—  que gracioso. ¿En serio no te da… algo que nos vean así?


—  no. ¿Prefieres que esa chica te siga? no te atrevas a voltear—  si se la pasa mirando hacia atrás a cada rato será obvio que no está cómodo aquí, y está pendiente de esa loca.


— no iba a hacerlo.  Y no me gusta mucho esta idea, pero ya le dije esto, no me creerá otra cosa si volvemos a hablar—  en definitiva es idiota. ¿Cómo se le ocurre decirle que es gay? Aunque eso lo hace más divertido para mí. Quiero divertirme—  ¿Qué haces?—  su voz se vuelve aguda cuando le suelto la mano y paso mi brazo por sus hombros.


—   somos una linda pareja que se quiere mucho ¿no, amor?


—  D-deja de burlarte.  


—  ¿Estás nervioso?—  le  hablo a la oreja.


—  No—  ah, pero si está a punto de ponerse a hiperventilar.


—  ya, no tienes quince. Mira, allá está el cine—   se que él no tiene dinero, lo que me suena más a cenicienta. Pago las entradas para una película de acción sin preguntarle si quiere o no, también compro palomitas y una sola soda.  Entramos justo cuando comienzan los cortos.  Cuando inicia, le paso el brazo por los hombros.


—  Puedes dejar de fingir aquí, no creo que nos encuentre—  volteo a verle, y me acerco mucho a él, el asiento no le deja moverse, le tengo acorralado.


—  ¿Y si no quiero?—  escucho su jadeo, y a propósito bebo del vaso, sin dejar de mirarle—  ¿quieres?—  inclino la pajilla hacia él.


—  ¿me estas jodiendo?


—  claro que no, estamos en un cine… aunque por otro lado, eso sería bastante fetichista—  su cara se pone roja cuando entiende de que le hablo—  Shh, amor, no grites, estamos en el cine.


—  Imbécil—  y me pongo a ver la película.  Ha sido suficiente por este momento.  Casi para la mitad de la película, Harvey no aguanta y toma un  puñado de palomitas.


—  ah, qué buena película. Vamos, amor, la otra salida es por acá… ah—   pongo mi mano en su cabeza y hago que se agache.


—  ¿Qué rayos estás haciendo?


—  tú bruja malvada está mirando en la sala de espera.  Camina así, no nos vera—  Como no es la única película que termino es fácil agacharse entre la gente y alcanzar la entrada del centro comercial.


—  estas disfrutando mucho esto ¿verdad?


—  Bastante—  solo de ver la cara de frustración de la chica, de pensar lo furiosa que debe estar, lo fastidiada que la tengo…—  amor, no tienes idea de cómo disfruto esto.


—  deja de llamarme así. Estas fingiendo demasiado…


—  me gusta el realismo. Eso la fastidia más a ella,  y también te fastidio a ti—  le digo, enderezándome.  Intento tomarle la mano, pero él la quita de un tirón.


—  ella no está viendo ahora. No haremos esto si ella no está cerca.


—  ¿Por qué no? no sabes cuándo puede estar mirando—  mis palabras logran hacer que gire la cabeza y se ponga a buscar entre la gente que viene por donde nosotros.  Me pongo a reír—  ya, te acompañare hasta que tomes la calabaza mágica.


—  eres un maldito incordio.


—  gracias ¿A dónde te llevo?—  él camina más rápido, y pero le alcanzo con unas zancadas—  no te pongas así, nos queremos mucho y no tenemos que pelear.   


—  ah, en serio, eres peor que ella.


—  Auch, eso duele. Yo solo te estoy ayudando, te recuerdo que tú me pediste ayuda. Y ahora no puedes hacer nada sin mí, amor.


—  no tienes que burlarte de mí todo el tiempo.


—  Yo no me burlo de ti todo el tiempo—  también tengo que cocinar, preparar las practicas, hacer las tareas…


—  pues eso parece.


—  bueno, ¿y que si lo hago? Yo soy así, no puedo evitarlo. Te lo dije, disfruto mucho molestando a los demás. Es un pasatiempo. Y si te ofende, podemos terminar esto aquí y ahora. Ya no me llames, y ya no te diré nada—   no me importa si ya no le veo, pero no lo hago por eso, lo hago solo para ver su expresión de pánico al saber que su farsa se caerá sin mí.  Él lo hace, en serio, pone esa cara de mortificación.


—  espera… ah, esto… esto es culpa tuya


—  ¿mi culpa?


—  si… tu… no me importaba lo que hicieras, pero me besaste. ¡No tenias que besarme así!


—  ¿eso es todo? Pff…—  me detengo y le detengo—  ¿estás así solo por un beso?—  no me responde, y le sigo,  callado también. No es para tanto, solo fue un beso.  Está oscureciendo, y la chica no nos está siguiendo. Al final se sienta en una banca, en un parque. Ah, es el mismo parque donde tuvimos “la primera cita”


—  ¿es muy tonto? ¿Preocuparme por eso?—  susurra.


— ah, espera aquí—  recuerdo donde estaba la heladería,  supongo que puedo aprovechar esto un poco más. Compro dos helados  y regreso a la banca. Harvey sigue donde lo deje—  toma.  No es tan tonto, pero es un beso nada más.


—  ¿Cómo puedes besar a alguien nada mas?


—  piensa que es solo un reto. Y si no quieres que diga algo hiriente, mejor no preguntes más, no sé ser amable con los demás a menos que esté buscando una calificación o un trabajo.


—  eso sí puedo imaginarlo—  sonríe un poco—  y que me estés ayudando solo para molestarme, eso no me molesta, porque me estoy librando de Susan. Estoy… confundido.


—  oh, amor ¿ahora te gusto?


—  ¡Claro que no! no me enamoraría de alguien tan idiota e imbécil como tú.


—  Auch—  solo estoy siendo dramático, no me duelen sus palabras, incluso me rio. El parece relajarse, porque también ríe—  ¿entonces?—  claro que lamentare ya no molestarlo, porque es divertido, y porque no solo lo molesto a él, pero tampoco voy a rogarle, no para algo como esto, cuando puedo molestar a cualquier otra persona.


 —  ¿de qué es este helado? Sabe raro.


—  menta.


—  creo que me gusta.


—  es mi sabor favorito.


—… si me sigues ayudando, no vas a dejar de molestarme, ¿cierto?


—  No—  imposible ¿Cómo voy a fingir que soy bueno con alguien como él? Harvey incluso es unos años mayor que yo, ¿Cuántas veces puedes molestar a alguien mayor?—  sería hipócrita, ya soy hipócrita con todos.


—  ah, entonces supongo que no tengo opción. Si termino esto, ella pensara que lo que sea que tenga con alguien más será mentira, además…


—  ¿además?


—  no te he dicho esto… pero… las personas con las que salí después de que termine con Susan, me dijeron que a ellas también las acoso, no sé qué les dijo, pero sé que hablo con ellas, y no debió ser una plática agradable.


—  ¿de verdad?


—  sí, ya no quería salir con nadie porque ella arruina eso también. Y bueno… tu…  estaba pensando, que si según tú, yo soy como cenicienta, entonces tu eres el lobo.


—… ¿con que el lobo?—  si no le digo que ni siquiera es del mismo cuento, es porque estoy entendiendo lo que quiere decir. Le sonrió—  oh, amor, nunca te he querido más.


—  entonces estas aceptándolo.


—  ¿esperar a que la bruja venga a hablar conmigo y hablar con ella? oh, cariño, ¿de verdad piensas que voy a perder semejante oportunidad?—  Harvey sonríe.


—  sí, sin duda, eres el lobo. Astuto, burlesco, cruel.


—  te besaría si no te pusieras a lloriquear por eso. Bueno, nuestra cita termino, deje un montón de suflés a medio terminar, y mi inútil compañero de piso debe estar queriéndolos decorar el mismo. Llámame cuando quieras otra cita—  él solo me despide con la mano, y también se levanta.


 Así que el lobo feroz… En serio, quiero hablar con esa chica.

Notas finales:

Gracias por leer, nos leemos la próxima semana.


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