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Besos de vainilla por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola

Despues de algunas semanas regresan Nate y Eder, disfruten el capítulo.

—Nate… Nate…


— ¿umm?


— ¡Nate!


— ¿Qué?


— No me dejas pasar— Liir me señala la vitrina detrás de mí, donde están  los dulces de colores para los helados.


— Disculpa— me hago a un lado para dejar que Liir pase y termine los helados que lleva en las manos. Él resulto ser bueno para esto, cuando Michelle me pidió que le ayudara a tenerle trabajando aquí, tuve serias dudas porque Liir nunca había trabajado y esperaba que hiciera muchos desastres antes de que lo hiciera bien.   


— jefe ¿paso algo?  Debería sentarse.


— estoy bien, Lindsay.


— está poniendo el jarabe  de chocolate en el de fresa. Deme, ya lo hago yo— me quita los envases. ¿Qué estaba haciendo? Últimamente me equivoco mucho al momento de ordenar. Ayer casi le doy un helado más grande del que habían pagado, puse los conos en un lugar que no  iban y casi dejo las llaves adentro cuando me iba. Y eso es lo que he notado, porque parece que Liir y Lindsay han notado más cosas que yo.  Me han hablado como si no entendiera lo que dicen.


Supongo que no puedo culparlos por hablarme así porque han estado arreglando todos los errores que he hecho. Lo bueno de tener mi propio negocio. Mi problema no es con ellos, de hecho mi problema no ha venido en algunos días.


— Liir, espera.


— ¿ah? ¿Qué se me olvido?


— Nada, solo que me pidieron que te invitara a la comida familiar este fin de semana— Liir  hace una  mueca. Suspiro, sé que no le gustan estas cosas, y lo entiendo, a mí tampoco me gustaría ir a comer con la familia del que se supone  debió ser mi padre. También entiendo a mi hermano, pero es una situación complicada, y muy incómoda para Liir.  La familia de mi hermano no tiene muy buena relación con él, a excepción de mi hermano y su hijo mayor.


— ¿en serio?


— ¿sabes? No tienes por qué ir. Les diré que olvide mencionártelo.


— ¿¡De verdad!? Gracias.  Como estoy castigado,  no tendría más opción que ir—  que Liir vaya a mentir es la prueba de lo mucho que le desagrada ir con todos— no le vayas a decir nada a mi mamá.


— no lo hare. Anda, se te hará tarde— tampoco es que le vayan a echar mucho de menos si no va a esa comida.  Ah, debería hablar con mi hermano al respecto.


— Nate, ¿volviste a pelear con Eder? 


— ¿Cómo? no, nunca hemos peleado— No hemos peleado, no me gusta pelear. Y ni siquiera sé que es lo que pasa con Eder. Un día creo que estamos bien, y luego él hace algo extraño y deja de venir.


— aja… oye, sea lo que sea, arréglalo pronto. Se supone que debes ser el responsable aquí.


— eh…


— Arréglalo, nos vemos mañana— se despide con una mano. ¿Arreglar? ¿Qué se supone debo arreglar? Eder me beso.  Solo así, estábamos hablando sobre la renovación de este lugar y me beso. Luego salió corriendo. Bien, no corriendo de correr, más bien huyendo, rápido, sin decirme nada. Ah, tampoco es que tenga que decir algo, creo que todo está más que claro con sus acciones. Eder es… un poco tonto. Se empeñó en decir que podíamos ser amigos, que nos conociéramos y saliéramos, como amigos. Él nunca tuvo la intención de que fuéramos amigos, por más que se quiso convencer. Porque sé que lo intento, intento que funcionara. Yo también soy tonto por haberle seguido el juego a pesar de saber de qué no estábamos en el mismo canal.


Ahora no estoy preocupado por lo que le pueda pasar,  pienso en el beso. Me convencí de ese enamoramiento que Eder mencionó, se le pasaría con el tiempo, al conocernos. Veo que no. no le culpo, uno hace cosas idiotas cuando está enamorado, y se veía realmente arrepentido de haberlo hecho. No ha venido desde entonces.  No sé qué decirle sobre eso, ¿te lo dije? No quiero ser cruel con los sentimientos de alguien, mucho menos de alguien que ha querido ayudarme y ha intentado algo tan duro como ser amigo de la persona que le gusta.


— Jefe, ese es de cereza, no fresa.


— ah… ¿puedes encargarte tú?


— claro.


— y puedes irte cuando termines, ya voy a cerrar.


— Entendido— estoy pensando en Eder, cuando debería estar pensando en mí. ¿Qué paso conmigo en ese beso?  No sé qué pensar, no soy una persona impulsiva, ¿reaccionaria igual si alguien más me besa? ¿Qué sentí con el beso?


No sé. ¿Eso es una buena señal?  ¿Para quién? Ah, no tiene caso, es muy complicado pensar en eso y sin embargo tampoco puedo sacármelo de la cabeza. Mientras cierro el lugar, trato de no pensar. Es difícil, porque la idea de renovar esto no fue mía, y ahora que quiero hacerlo, es imposible no relacionarlo con Eder.  ¿Qué está pensando?


Eder es diferente a las personas con las que he salido, para empezar porque es un chico.  Es lindo, y no dudo que sea inteligente. Yo soy el que sigue igual, le terminare lastimando, y no se lo merece. ¿Qué tengo que hacer?  Aunque quisiera no podría salir con él.


 


— Liir, ¿Qué haces?


— una torre de cucharas— Michelle le dejo sin teléfono, y es divertido verle lidiar con eso, Liir no puede dejar las manos quietas— ¿Qué hora es?


— El reloj está detrás de ti— no hay muchas personas hoy, está haciendo más frio— ¿otra vez esta ese chico aquí?


— ¿eh? Ah…  es Blair. Estoy saliendo con él— ¿Qué?  Les miro, viendo si no es alguna broma.  El chico está  leyendo algo con mucha atención, y Liir parece morirse de ganas de ir a sentarse allá.


— así que es ¿tu novio?


— sí.


— ¿y tus mamás lo saben?


— si,  Stella le da clases. Se ha quedado a comer algunas veces— vaya. No esperaba que Liir fuera tan… expresivo con esas cosas también. Muchas veces me gustaría ser un poco más como Liir.


— bien, tengo que ir a ver el asunto de la renovación del permiso.  Regresare antes de que te vayas.


— Aja— el camino hasta las oficinas es largo, no puedo evitar mirar los locales que veo. ¿Cómo se vería mi negocio en otro de ellos? ah, me gustaría poder hacer eso con Eder, fue su idea, sé que es apasionado con lo que hace, y si a mí me gustaría verlo realizado a él mucho más. Eder… ¿Qué voy hacer con él?


 


Regreso caminando, porque quiero ver como son las cafeterías. Uno pensaría que sabe cómo son, pero ahora quiero verlas de verdad.  ¿Funcionaria? Hay muchas,  debo buscar un buen lugar, algo que no tenga muchos negocios pero no esté muy alejado de las vías principales.  Extraño un poco conversar con Eder, me gusta su emoción cuando habla de lo que le gusta. Me agrada… ¿arreglar las cosas? pienso que si fuera inteligente se alejaría de mí, o yo debería alejarlo de mí. No sé cómo alejar a las personas sin ser grosero, y yo no soy grosero.    


Un momento… ¿ese es Eder? Estoy por llegar a la heladería, y llama mucho la atención la forma en que  él está intentando mirar entre los arbustos hacia mi local, que de aquí se ve perfectamente.


— ¿Eder?


— ¡aah!


— ¿Qué haces ahí?


— Nada… yo…— se endereza, mirando al suelo— ¿Qué estás haciendo? pensé que estabas en la heladería, es…— su cara está un poco roja. ¿Estaba espiando? Ah, no puede ser. ¿Por qué está ocultándose? no es por darme importancia, pero Eder solo tiene asuntos conmigo. No esperaba a nadie más. El sigue sentando, sin mirarme. Parece que no sabe qué decir, yo tampoco, verlo me ha hecho recordar el beso. Me aclaro la garganta, me siento incómodo.


— ehh… Eder. Nosotros… necesitamos hablar.  


—Yo también creo que debemos hablar— me mira por primera vez— ¿tienes tiempo?


— ahora debo ir a encargarme del negocio. ¿Podrías esperar?


— Claro— Liir nos mira cuando nos acercamos. No sé si se notara lo incómodos que estamos, para mi es obvio que Eder está incómodo, se va a sentar a una de las mesas más alejadas del mostrador sin decirme  nada. Es temprano para cerrar.


— oye Nate, mañana voy a cubrir a Lindsay otra vez ¿sí?


— no importa…  Liir ¿Qué dirías sobre cambiar el lugar de la heladería? Y no se… ¿convertirla en una cafetería?


— suena bien, pero me gustan mucho los helados que vendes aquí. Tienes muchos clientes también, pero es tu negocio. Te ayudare si quieres. 


— ve a casa, y llega temprano mañana— esa decisión es mía,  no tengo que preguntarle a nadie… bueno, no debería preguntarle a nadie, pero me importa mucho la opinión de la persona que sugirió esto en primer lugar. Eder se queda mirando sus manos, no voltea en ningún momento a verme. ¿Qué voy  a decirle? Algo que no sea muy duro… ah, sí tan solo estuviera seguro de cómo decir las cosas.  También estoy nervioso, y mucho más distraído, tanto que no me doy cuenta de que ahora no le ofrezco ningún helado hasta que estoy metiendo las mesas y las sillas.


—Nate…


— ah, lo siento ahora mismo término.


— ¿podemos ir a otro lado? No me siento cómodo aquí.


— si quieres. ¿A dónde quieres ir?— este lugar se pone muy solo cuando comienza  a oscurecer, a lo mejor quiere sentirse más cómodo si hay personas alrededor. Él solo asiente con la cabeza. Solo tengo que cerrar el lugar y ya está.


 


El lugar que eligió Eder para hablar fue un bar.


Es temprano y no hay muchas personas aquí, a excepción de unos cuantos madrugadores. Creo que será difícil hablar aquí. Sigo a Eder hasta la barra, vacía. Hay una chica atendiendo detrás. ¿Cuándo fue la última vez que vine a un bar? Siento que han pasado siglos.


— Eder, ¿estás seguro de que quieres hablar aquí?


— Sí, no te preocupes por la cuenta— no creo que vaya a beber. Cuando recién me fui de casa, viví de fiesta muchas veces, y ya no quiero volver a eso, nunca me considere alcohólico, pero creo que lo deje justo a tiempo antes de caer en ese problema—  una botella de tequila— ¿una botella?


— ¿y para ti?


— solo un licor de café… ¿y cómo has estado?


— Bien— la conversación se queda ahí. No parece que quiera hablar. Cuando llegan nuestros tragos, Eder se llena el vaso y se lo bebe en segundos— no sabía que bebías.


— si, a veces lo hago. O lo hacía. Tenía tiempo que no. ¿Seguro que solo quieres eso?


— estoy bien así… Eder, sobre tu idea…me gustaría mucho que siguieras ayudándome en ese proyecto.


— ¿eso te gustaría? Si, lo haría. No sé si pueda con eso.


— Entiendo—  ¿Cuántos vasos lleva ya? está bebiendo muy rápido. Estoy tan sorprendido de cómo está bebiendo, que no puedo hacer otra cosa más que mirar— Eder, lo que paso…


— ¿estás molesto?  Si estás molesto puedes gritarme, adelante.  No me importa. Pensaba… pensaba que ya no… que ya no querías verme. Pero aquí estamos.


— Eder…


— ¿sabes? Quiero más de esto— ¿ah? ¿Cuándo se acabó la botella? Como si la chica de la barra nos estuviera escuchando, otra botella aparece de pronto delante de nosotros— entonces… ¿Por qué estás aquí?


— eh, bueno…


— no me importa, si tú lo dices— ¿ah? No he dicho nada… ¿ya está ebrio? ¿En serio?


— Eder, creo que debes dejar…— intento mover la botella, pero es sorprendentemente rápido para estar tomado.


— ¡No!— ah, esto no es lo que esperaba para una charla importante— ¿dime? ¿Te molesto que lo hiciera? ¿Qué te besara? Joder, me gustó mucho besarte. Mucho.


— ah…


— pero me he sentido como una mierda desde entonces.  ¿Sabes…?— le da un trago largo directo de la botella— me he sentido jodidamente feliz, y como una mierda, todo al mismo tiempo—  las pocas personas que hay nos ignoran, la música ayuda un poco a mantener la plática un poco más privada— y todo por besarte.


— Eder— sus manos se extienden hacia mí. ¿Intenta callarme?


— no, no quiero escucharte. Me gusto besarte, ¡Y ya lo sabes!— está completamente ebrio. Suspiro. ¿Cuánto llevamos aquí? no tenemos ni una hora aquí— me vale una mierda si no te gusto a ti.


— ese no es el punto.


— ¿Por qué carajo no puedes darte cuenta?


— Eder, dejemos esta conversación para otro día— ah, no tiene caso hablar con él ahora.


— ¿Por qué no quieres salir conmigo? sé que… sé que tu sobrino sale con un chico— murmura algo más que no entiendo— y tu… la esposa de tu hermano… ¡Así que no tienes problemas con estas relaciones! ¿Soy yo? ¿Yo soy el problema?


— Eder, no es el momento— todo lo que le diga será una pérdida de tiempo. Él sigue bebiendo. Suspiro, ¿no ha comido nada? parece también que no bebe tan seguido— deberíamos volver a hablar otro día.


— ¿otro día? no, dime ¿Por qué no me quieres?


— eh…— ¿Por qué no le quiero? pero ¿no le quiero? creo que le aprecio mucho, es un buen amigo, y una compañía agradable. Podría decir que le quiero, pero no de esa forma. No podría quererle de esa forma. Eder parece olvidarse de lo que me dijo, vuelve a beber. Ah, ya fue suficiente— Eder, has bebido mucho.


— No,  todavía no. puedo seguir bebiendo— ya está arrastrando las palabras.  Pongo la botella lejos de su alcance— ah, me gusta esa canción.


— ¿Qué estás haciendo? ¿Eder?— le veo pararse, o  tambalearse, hasta la zona libre al centro del bar. Algunas personas están bailando ahí también.  Esto se está poniendo vergonzoso. ¿Qué pretendía Eder al venir aquí? ¿Emborracharse? Si es así, no tiene caso que viniera. Estuve pensando en que decir para nada. Le hago una seña a la chica para que me pase la cuenta, no pienso quedarme más aquí.


— ¿vas a bailar, Nate?


— no, ni tú. Vámonos.


— no…—si se resiste, no lo siento. Ya está llegando más gente, y tengo que llevarle sujeto para que no tropiece con nadie o termine de regreso en el bar.  Vaya, ya no huele a alcohol aquí afuera— quiero volver. No termine la botella.


—Sí, te la terminaste— lidiar con borrachos es complicado— ¿tienes tu cartera?


— ¿Qué?


— Tu cartera, necesito tu dirección— a Eder le cuesta sacar su cartera. ¿Y su identificación? sé que es mayor de edad, pero ¿no la trae? Imposible. Ah, no puedo dejarle ir así. Puede lastimarse, perderse… alguien puede intentar robarle. No tengo más opción. Le llevo conmigo hasta un taxi.  Eder se queda dormido, roncando de forma ruidosa en el otro asiento. Es gracioso. Aunque no me gusta que se haya embriagado, tendré que hablar seriamente sobre esta noche con él, sí, eso es más fácil.


— ¿Dónde estamos?


—  Vamos, con cuidado— Eder está peor, no puede ni sostenerse en pie.


— ¿Dónde?


— estamos en mi casa. Vas a quedarte aquí— ¿se durmió? Ojala pudiera cargarle, sería  más rápido. Se deja caer en la cama— apestas a alcohol— murmuro.  Le quito los zapatos. ¿Debo buscar algo para cambiarle? Olerá la cama a alcohol si le dejo con esa ropa, y dormir con pantalón no es cómodo tampoco— no te muevas— no creo que lo haga. ¿Ropa cómoda?  Ah, creo que sé que puedo ponerle. Cuando vuelvo a la cama, Eder no está,  pero no me hace falta preguntar nada, el ruido que hace en el baño es suficiente. Le encuentro inclinado sobre el inodoro, vomitando— ¿estás bien?


— s-sí.


—ah, ten cuidado.


— carajo. ¿Dónde estoy?


— En mi casa— repito. Él se sienta en el suelo, sigue ebrio.


— ¿Por qué? tú me odias ¿Por qué me traes a tu casa?


— ¿Cómo? Eder, yo no te odio— me inclino para quitarle la camisa. Ah, esto es tan difícil.


— ¿no? ¿De verdad?— me sujeta de la camisa, inclinándome más hacia él— ¿no me odias? Yo pensé que me odiabas. Pero si no… si no me odias ¿Por qué  me haces esto?


— vamos, te llevare a la cama, estarás más cómodo ahí— ¿Qué se supone que le hice? No tiene caso preguntarle nada en este estado— siéntate, voy a quitarte los zapatos.


— ¿Por qué eres amable conmigo?  Luego no lo eres. Me haces creer que puedo tener algo contigo, luego dices que solo somos… que somos amigos. Ah, quiero beber más.


— No más alcohol para ti— Eder comienza a reír—  intenta dormir.


— espera… quiero... voy a decirte algo. Ven. Acércate— ah, no vuelvo a encargarme de un borracho— estoy feliz de que no me odies.


— alguien como tú no debería beber de esa manera… ¿eh? Eder ¿estás bien?— ay, no. ahora está llorando. ¿Por qué no traía su identificación?— vamos, calma. Solo duerme.


— es que… ya no sé qué hacer. ¿Por qué? ¿Por qué no quieres salir conmigo? dices que… dices que te agrado, y… ¿piensas que soy atractivo?


—… sí.


— ¿Entonces?— ah, qué difícil. 


— No entenderías— me jala de pronto, haciéndome sentar en la cama. No me deja levantarme e insiste mucho, zarandeándome— Eder, basta— es muy fuerte para estar ebrio.


— dime… yo quiero saber…— no está siendo escandaloso,  me recuerda más a los niños cuando lloran porque no les compras un juguete. Eder tiene esa cara que incluso en llanto no se ve mal, me causa… ternura. Me hace caer con él, sus manos agarrándome la camisa— ¿Cuál es tu problema conmigo?


— no puedes hacer que todos te quieran.


— yo no quiero que todos me quieran. Solo tú— ah, esto es complicado. Yo no quería hacerle creer que podríamos  tener algo, pero creo que fracase. Al verle así me siento demasiado culpable por como esta. Está sufriendo por mi culpa. Ah, quizá estoy dándome mucha importancia, pero Eder si la está pasando mal  por mi culpa. Pero no puedo…


— si salimos, temo que saldrás muy lastimado.


— Eso es…— se queda callado tan de pronto y por un tiempo demasiado para una pausa, que pienso que se durmió— es muy… cinco… rilo… co… muy feo. No me importa.


— ah, Eder. Lo siento, no puedo hacer eso.


— ¿Por qué? ¿Porque?


— simplemente no.


— Nate…


— me importa demasiado no lastimar a las personas que estimo. Si no te estimara, entonces lo haría, no me importaría salir contigo y que las  cosas acaben mal, que me odies y me culpes de arruinar tu vida. Puedo cargar con eso si no fueras importante para mí.


— umm…


— no puedo negar que me importas, que me gusta hablar contigo.  Y no quiero que me odies por eso. Aunque la pases un poco mal ahora, no será nada comparado con lo que podría hacerte— sí, esto es justo lo que quería decir desde el inicio, contarle esto me hace sentir un peso menos, pero no alivia mi culpa. Eder está un poco mal, pero es joven, tiene toda una vida por delante y no creo que este tan enamorado de mi como para pasarla tan mal si le rechazo.


— Nate.


— ¿Sí?— no me dice nada— ¿Eder?— le muevo, pero no responde. Ah, se ha dormido… y no escucho nada de lo que dije. Ah, voy a tener que decírselo de nuevo. Ni siquiera sé que le dije. Tsk, que molesto— Eder, tienes que soltarme…— sus manos siguen bien sujetas a mi camisa. Me muevo, y él tira de mí, aun dormido. No despierta, debe estar realmente muy borracho. Pff, ya que,  puedo quedarme aquí un rato más, asegurándome de que no le pasa nada.

Notas finales:

 Gracias por leer, hasta el próximo sabádo.


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