Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Besos de vainilla por Silence Tsepesh de Lenfet

[Reviews - 48]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Estando a mitad de semestre es imposible hacer algún cambio en el horario. Lo máximo que puedo hacer es pedirles a los profesores que me dejen cambiarme a algún otro grupo en el que impartan la misma materia.  Tuve muchas ganas de no asistir unos días,  tomarme un respiro, pero eso sería como  rendirme y yo no me rindo por algo como esto.


— Blair.


— ah, Sumiye. Buenos días.


— Buenos días— ella me mira, y es difícil saber si quiere decirme algo y no se atreve o no sabe como decirlo. Se queda de pie ahí, sonriendo.


— ¿necesitas algo?


— ¿tú necesitas algo?


— No, estoy bien— deja sus cosas en la silla contigua, ella se quedara ahí.


— necesito ayuda. No entender… palabras de deberes— ¿palabras de deberes?


— ah, de la tarea. ¿Qué no entendiste?— ella saca sus cuadernos. Diez minutos después entiendo porque ella está estudiando aquí, y que en realidad ella no necesita nada de ayuda. Entiende perfectamente lo que explico. Ella… ¿fingió no entender para hablarme?  La miro mientras escribe, una letra  algo desigual pero entendible.  En la otra parte tiene un revoltijo de letras chinas— Sumiye…


— ¿Si?— me sonríe.  


— Nada— bueno, es obvio que necesito algún amigo, alguien ajeno a todo esto. Esta mañana he visto a la mayoría de ellos con Myles. Quisiera alejarme de todo eso por ahora, y en realidad Sumiye no parce tener amigos. Muchos pensaran que no debería hablarle por ser ella la que me dijo todo, pero le estoy muy agradecido por decírmelo.


— Blair ¿no nombre de mujer?


— ah, no. bueno…  creo que es para ambos.


— Oh— ella se queda todo el día en esa silla, a veces me pregunta algo, pero no de la clase,  son intentos por mantener una conversación casual, es tan extraño hablar con ella. Extraño y un poco divertido. No todos los días te encuentras con alguien que apenas está aprendiendo a hablar el idioma pero que aparentemente lo entiende, lee y escribe bien.


— Sumiye ¿quieres comer conmigo?


— ¿comer? ¿Cafetería?


— si quieres. O ¿no tienes que más hacer?


— No, no. vamos—  ignoro la forma en que se nos quedan viendo.  Debería acostumbrarme pues si hace unos días Myles y yo éramos inseparables y hoy… ah, que pesado. 


— ¿Quieres quedarte aquí?— le pregunto. La cafetería está casi llena, y tendríamos que sentarnos con alguien más para comer en una mesa. Ella da un vistazo alrededor.


— no.  Ah, sígueme— dejamos las bandejas y salimos solo con la comida.  Ella camina, pasando los edificios de la facultad hasta llegar justo al límite con la otra facultad. Hay una  pequeña fuente rodeada de bancas, y Sumiye va y se sienta en la primera banca desocupada que se ve.  No conozco a los estudiantes que están por aquí.


— ¿conocías este lugar?


— tener hermana estudiando allí. Venir a recoger cosas que olvido.


— Ah— me gusta, me siento más tranquilo aquí. No hablamos mucho mientras comemos, pero es un silencio cómodo.


Los días que siguen es un constante ignorar a los demás. Logre cambiarme de dos clases, aunque tenga que quedarme unas horas más, pero está bien si con eso no tengo que ver a Myles.  Suspiro.


— ¿Blair? 


— ¿hasta cuándo terminara eso? no estamos en secundaria para que sigan con esas tonterías.  Aun me miran como si todo mundo supiera de la apuesta esa.


— todos saber. Amigos de Milliers decirlo— estupendo. Hago una mala cara. Sigo sin querer saber en qué consiste esa apuesta, no quiero saberlo— ¿tú no saber?


— no. no quiero torturarme con eso.


— entonces no decirte.  Pero todos saben. O muchos.  Tú haces bien en ignorar.


— Sumiye ¿de dónde vienes?


— Japón. Me hace feliz que seamos amigos. Yo hablar solo con amigos que saben japonés, practicar poco.  Hablar con demás personas es difícil, y… estar, no estoy asistiendo a clases extras.


— eso está bien.  ¿Tienes problemas con tus tareas? ¿En las clases? Puedes preguntarme lo que quieras.


— señor Howland, ella tiene muchos menos problemas, aun si no entiende del todo las indicaciones, que usted.


— Ah— me obligo a forzar una sonrisa. Esta profesora es una molestia, no sé que le hice, pero al parecer tiene algo contra más de un estudiante por aquí. Eso o solo esta amargada.


— espero que su redacción de la clase sea mejor que la anterior, no le disculpare un mal trabajo solo por tener un desastre de su vida amorosa.


— Entiendo— ella se va, y me quedo mirando fastidiado como se aleja.


— ¿problemas con profesora?


— No, no— aparto la mirada de la espalda de la mujer rubia— muchos dicen que la profesora Stella Hall es la que más alumnos reprueba.  Hasta ahora me las he arreglado con lo que pide.


—  su materia es fácil. No difícil.


— Si es tan fácil podrías ayudarme— aunque me tome más tiempo tratar de entenderle. 


Fingir que nada pasa en clases funciona, poco a poco las personas van dejando de hablar cuando paso, ya no me miran tanto. Estoy pasando de moda y no puedo agradecerlo más.  Eso no hace las cosas más fáciles con Myles.  Aunque la facultad es grande, no lo es cuando quieres evitar ver a tu ex.  Incluso me parece que le veo más ahora que cuando estábamos saliendo.  No he vuelto a hablar con él, no tengo nada que decirle, y él tampoco ha venido a hablar conmigo. Cada que nos encontramos por los pasillos, me parece ver una mirada de satisfacción en él. Nunca me quedo lo suficiente para escuchar que habla.


— él no estar bien.


— ¿Cómo?


— no deber burlarse de ti. Ya no— ah, no soy el único que se da cuenta.


— no importa.


— umm… yo no gustar…


— a mi no me gusta— la corrijo.


— a mi no me gusta pensar en hacer algo. Pero tú… podrías hacer algo.


— ¿hacer algo? ¿Cómo qué? Pienso que lo mejor es hacer como si nada paso— eso me funciona.  Poco a poco lo que siento por él se convierte en nada, cuanto más pienso en lo que hizo, en lo que hace, menos siento que le quiero.


— podrías salir con alguien más. Parecer que importar menos.


— no voy a salir con alguien solo por eso. De hecho, no sé si quiera salir con alguien ahora mismo.


— ¿Por qué?


— vamos, después de todo esto lo último que quiero es saber cosas sobre relaciones amorosas— por ahora y un buen tiempo. Es todo un lio esto.


Sumiye no va a clases al día siguiente, el peor día en el que puede faltar, tengo dos clases con Myles.  Me quedo sentando, en las primeras sillas de la clase, intentando poner toda mi atención en la profesora.  La clase termina y soy el primer en largarme de ahí. No pienso ni ir a la cafetería, mejor ir a las bancas que usamos últimamente. Ese es un lugar seguro.  Mientras camino, apresurándome un poco más al ver que solo una de las bancas sigue libre, alcanzo a ver algo que viene hacia mí. Algo que no alcanzo a evitar y que pega conmigo con tanta fuerza que me hace caer, mientras veo puntos blancos. Me duele la espalda, la nuca y la cara, las manos me queman y siento algo frio en mi pecho.


— Auch…— esa cosa se queja. Ese alguien, mejor— oh, no… rayos. Ella va a matarme…


— umm…


— ¡Ah! ¡Mierda, estas sangrando!— el peso que sentía desaparece. Me siento, pero inmediatamente siento la sangre escurrirme de la nariz. El sol es demasiado brillante, y no puedo ver nada— es demasiada. Te llevare a la enfermería.


— n…— la siguiente clase también la tengo con Myles. No soportare estar otra clase más ahí. Dejo que me ayude a levantarme y que me guie a la enfermería mientras sostengo mi mano contra la nariz.  La enfermería es fresca, y me ayuda porque la cabeza ha comenzado a dolerme. Dejo que el otro chico explique lo que paso y que la enfermera, una mujer de mediana edad de aspecto amable, me lleve a la cama. Me limpia la cara y luego de revisarme por todos lados, pone un par de algodones en mi nariz.


— puedes quedarte aquí si te sientes mal.


— me duele la cabeza.


— Traeré analgésicos— me dice.  La veo irse. Suspiro. Es incomodo no respirar por la nariz.


— oye, lo siento. ¿Estás bien?— me parece una pregunta tonta, y resoplo antes de mirar al otro lado de la enfermería— lamento lo que paso— ah, es el chico de los helados. Sin la gorra, su cabello es más largo y lacio de lo que recuerdo.  Me mira, avergonzado.


— no importa.  


— no me fije por donde iba, y… también ensucie tu ropa.


— No puedo mirar— aunque recuerdo haber sentido algo frio, y también haber olido algo dulce.


— es… era helado. Lo siento. No me fije por donde iba.


— no importa. En realidad me has salvado de una clase.  Y… deberías ir por más helado si has arruinado el que llevabas, Liir—  él se hace hacia atrás, la sorpresa muy mal disimulada.


— ¿Cómo?... ¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre?


— ah, me lo dijo la otra chica de la heladería. La del pelo de colores— él me observa, no me reconoce— soy el chico al que le regalaste un helado de vainilla.


— ¡ah! Ya…— desvía la mirada, y pasa su mano por el cabello— eso…


— también estas sangrando— señalo su codo. Él se limpia con la mano.


— ¿Cómo sabes mi nombre?— ah. Me aclaro la garganta, y miro a la  puerta de la enfermería. No puedo suspirar, pero si pongo los ojos en blanco porque ya le dije como supe su nombre.


— quería agradecerte lo del helado, pero la chica me dijo tu nombre, sin querer. Lo recuerdo porque es un poco extraño.


— ¿ah, sí?  Yo no sé tu nombre, dímelo— me dice, cruzando los brazos.  Su ropa también esta manchada con el helado. Yo no debo estar mejor.


— Blair— me cuesta pronunciar bien con esto en la nariz. Espero la típica reacción de todos últimamente, miradas de lastima o burla. Pero él solo sigue mirándome con esa mirada un poco molesta.


— Blair. Tampoco es muy normal que digamos, no es de chico.


— olvidémonos de eso ¿sí? lamento haberte molestado— él hace un gesto con la mano y se sienta en la silla junto a la cama donde estoy— ¿no te meterás en problemas por lo del helado?


— bah, no. en verdad lamento haberte tirado de esa manera, y ensuciarte. Si quieres puedes ir a la heladería otra vez, como disculpa. ¿Pasa algo?


— ¿estudias aquí?


— ¿aquí? No en esta facultad. Estudio programación—  esa es la facultad que esta junto a la de administración, aquella que comparte esas bancas.  Liir venía de allí— me acabo de transferir hace dos semanas.


— oh.


— ¿extranjero?


— no. nací aquí— la enfermera regresa y me extiende un par de pastillas y un vaso con agua. Las tomo de un trago. Total, la cabeza aun me duele, y si puedo quedarme un rato aquí vale la pena.


— creo que me quedare un rato más aquí.     


— ah, claro. Debo irme.  De nuevo, lo siento— mientras camina hacia la salida, tropieza con una de las camas y tira las cosas de una mesita— ¡Lo siento! Hasta luego.


 


Sumiye me encuentra primero al otro día, llega sonriendo como siempre, pero deja de sonreír cuando me ve. Ay, no.


— ¿pelear?


— claro que no— esto es horroroso.  El golpe que me dio ese chico me ha dejado el ojo morado y el pómulo enrojecido. Y eso ha hecho que todos comiencen a hablar de nuevo. Gimo, sentándome. Apenas es la tercera clase— me han preguntado si he ido a golpear a ese que anda con Myles. ¿Por qué lo haría? No lo hice ese día, no tiene sentido que lo hiciera ayer o cuando sea.


— ¿Qué paso?


— Tuve un accidente— le repito lo que le he dicho a los demás, por la forma en que me ven sé que no me creen lo que digo de Liir. Decir que un chico choco conmigo y me dejo así no parece convencerles. Esto es peor que una secundaria. Genial— vamos, antes de que de verdad me ponga a golpear a alguien— doy la vuelta bruscamente al ver a Myles venir hacia nosotros. Sumiye tiene que correr para alcanzarme.


— espera. ¿A dónde vas?


—  lejos. Tengo hora libre— ella se detiene.


— yo no. no puedo ir contigo.


— No te preocupes— no creo ser buena compañía ahora mismo.  Así que la dejo ahí, no quiero encontrarme ahora con Myles.  Arrojo la mochila con violencia a la banca cuando llego. Quiero cambiarme de carrera, de universidad, lo que sea. No voy a soportarlo.


— Wow ¿yo hice eso?— frente a mi esta ese chico, Liir— si que te pegue duro.


— ¿Siempre sueles decir tonterías?— es su culpa que ahora las cosas estén igual o peor que antes. Tengo un ojo morado y lo único que se le ocurre decir es que el golpe fue duro. ¡Claro que fue duro!


— hey, ya me disculpe por eso. No fue mi intención hacer eso, pero ¿sabes? Creo que ahora si estoy orgulloso de haberlo hecho— me dice. Yo suspiro, sentándome. Estoy de pésimo humor, no necesito crearme más problemas.


— olvídalo.  


— ¿en serio estas tan mal por un ojo morado? No es para tanto— ¿no se ha ido? Él me mira, hay algo de arrogancia en su pose al mirarme de pie, desde arriba, como si yo estuviera haciendo solo un berrinche.


— no es el golpe lo que me está molestando.


— sí que estas mal ¿eh? ¿Qué paso?— le miro, poniendo una mueca de disgusto— ¡Lo siento! No quería… no tienes que decirme nada.


— me sorprende que no lo sepas. He sido el centro de las conversaciones como por tres semanas, si no es que mas.


— pues no tengo muchos amigos por aquí. Y no me gustan las habladurías.


— al menos habrás escuchado sobre el pobre idiota con el que salieron por una apuesta.


— ¿hicieron eso? no puedo creer que todavía hagan esas cosas estúpidas. Entonces eres ese Blair que hizo que algunos ganaran dinero ¿no?


— no lo sé, y ni quiero saberlo. No me interesa en que consistió la apuesta.


— pues yo no lo sé, escuche eso por casualidad hace varios días. En serio que las chicas cada vez están peor— no sé qué fue lo que dije, porque se sienta a mi lado en la banca.


—… no fue una chica— él me mira, la sorpresa evidente en sus ojos.  


— oh, vaya, amigo. Creo que ahora entiendo porque siempre luces tan mal cuando nos encontramos— ¿amigo?— ¿y tus amigos? No me digas, se aliaron con él.


— ¿aliaron?


— si, en mi anterior universidad hacíamos competencias de programación, ya sabes, para pasar el tiempo. Grupos contra grupos o grados contra grados. A veces tenias un traidor entre tu equipo que le daba a los enemigos los códigos del los programas y esas cosas.


— ¿de qué estás hablando?


— programación.  Aquí es más aburrido.


— ¿Por qué te transferiste?


— hubo un problema con un virus… intentar entrar en el sistema de la universidad estaba prohibido. Y al parecer, un programador intenta evitar que alguien entre a los sistemas, no entra…— este chico... no puedo evitar sonreír.


— entonces tu eres algo así como hacker.


— si pones atención a las clases… pero no, técnicamente no soy un hacker. Me descubrieron, si lo fuera no lo hubieran hecho. Solo estaba probando un programa que había creado, y que al parecer también es ilegal. 


— al menos tienes un trabajo normal en la heladería.


— eso fue parte del castigo de mi madre— pone mala cara— dijo que si tenía tiempo para  estar haciendo programas para entrar a las computadoras de los demás, podía tener un trabajo.


— los helados son buenos.


— Sí, lo son— me sonríe— ven un día a la heladería, es aburrido estar con niños. Y en serio que te hace falta un amigo.


— No me falta nada— él suelta una carcajada muy ruidosa.


— ¿vienes seguido por aquí? ayer también venias aquí. No estás estudiando programación.


— no, estudio administración. Y si vengo aquí es para no ver a nadie.


— te escondes. Umm,  supongo que está bien. Yo tampoco querría ver a alguien que solo salió conmigo por una apuesta y luego me termina.


— Idiota— murmuro.


— tu nombre me recuerda a esa película que vi una vez. ¿No era el nombre de una bruja?— suspiro. No puedo quitármelo de encima.


— era el nombre del lugar, no de la bruja. Y no tengo ese nombre por eso, Blair es un nombre masculino en algunos países, y no solo de una bruja de películas de terror.


—  es bueno saberlo.  Yo tampoco tuve buena suerte con el nombre, y no me burlaba de ti cuando lo pregunte. Mi madre es una maldita bruja, y uso el nombre de alguien relacionado con una para ponérmelo.


— ¿es un chiste? Tu nombre no es… nunca escuche tu nombre.


— es una suerte que no todos lo conozcan. Mi madre es fan de esos libros, y Liir resulta ser el protagonista de uno. Es una especie de mago.


— al menos no es una bruja.


— ¿te das cuenta que nuestras madres son igual de crueles? 


— preferiría llamarme Liir.


— eh… yo no quisiera llamarme Blair, ni ser tú. Aunque mi madre fuera cruel, me gusta mi nombre.  No es común. Y sin duda, ser tú ahora mismo no parece ser una buena idea.


— gracias por recordármelo.


— vamos, ve el lado positivo: ya no estas con alguien que no te quiere— su teléfono suena, una melodía escandalosa— ah, tengo que irme y reportarme con la bruja— se levanta, estirándose. ¿Qué hora es? no pasó tanto tiempo— ve a la heladería. En serio, ve.


— lo intentare.


— bien. Hasta luego—  aún tengo casi media hora libre, pero estoy de mejor humor. Liir habla mucho y creo que dice muchas tonterías, pero por al menos un rato me hizo olvidarme de lo que pasa en el aula. De algún modo  extraño he hecho un amigo aún más extraño. Quizá demasiado brillante para mi humor sombrío de las últimas semanas.

Notas finales:

 

Liir es un personaje de los libros "Wicked: Memorias de una bruja mala" y de "Hijo de bruja" del autor Gregory Maguire.

Gracias por leer, nos leemos la próxima semana.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).