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Besos de vainilla por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola, el capítulo de hoy. Espero lo disfruten.

Carajo, ¿otra vez? Ah, siempre me arrepiento de beber como poseso al otro día, ¿Por qué ayer me parecía tan buena idea? maldición.  ¿Dónde estoy? Sé que no es mi cama porque mi habitación tiene más luz, y no huele a comida.  En casa siempre huele a la comida del estúpido Noah.


Abro los ojos. Lo sabía, no es ninguna de las habitaciones de la casa. ¿En dónde estoy entonces?  ¿Qué estaba haciendo? Arg, maldito dolor de cabeza. Quiero lavarme la  boca también. Mierda, ¿Dónde carajo termine? Levantarme me da más dolor de cabeza. Es una habitación bonita, de colores claros. ¿Es una habitación de hombre o mujer? Ah, maldito dolor de cabeza.  Oh… ¿Dónde están mis pantalones? ¿Y mis zapatos? Dios, que no sea la casa de una chica…  O un chico, santo cielo, ya no sé qué sería peor. Nunca me he ido a la cama con un hombre estando ebrio, hasta Nate, estaba muy seguro de que era heterosexual.


Nate. ¿Estaba con él anoche?  Umm rayos, creo que anoche quede de verme con él… no, estuve con él en la heladería, me descubrió detrás de los arbustos. Quería hablar, en serio, quería decirle que sentía mucho haberle hecho sentir incomodo,  pero no haberlo besado. Pero no podía hablarle así, y yo… yo sugerí que fuéramos a un bar, sí.  Recuerdo que pedí, y luego seguí bebiendo.  Umm, ahí se fue todo al carajo, estaba nervioso, y beber cuando estoy nervioso no es buena combinación. ¿Dónde están mis pantalones? voy a escapar de aquí cuanto antes,  no quiero averiguar con quien llegue aquí tan ebrio que no recuerdo.


La habitación es bastante neutra, no hay fotografías. Una ventana, debe ser una ventana porque tiene cortinas,  una televisión justo frente a la cama, al lado de una puerta, ¿un baño quizá?, y sobre un mueble alto de varios cajones largos y color crema.  Hay una mesita a mi lado, con una lámpara y algunos libros ahí. No veo mis pantalones.


— ¿Eder?— me quedo congelado, dándole la espalda a la puerta... no puede ser. Ah, de entre todas las personas que hay en esta ciudad,  tenía que estar justo en la casa de la persona que no quiero ver en estas condiciones— ¿Te sientes mejor?


—…— que tonto ¿Qué más iba a esperar? Me embriague con Nate, la persona que me salvo aquella vez y que de seguro hace lo mismo con  cualquier persona que ve en problemas. No tengo problema con eso, le he seguido y sé que no trae a nadie a su casa. ¿Por qué me trajo a mí? Ah… creo que deje mi identificación en casa.  


— ¿Eder?


— mis… mis pantalones— de pronto siento demasiado frio en las piernas. No tengo que avergonzarme, no tengo que avergonzarme. Respiro profundo, intentando disimular. Mientras observo mis pies descalzos, noto que tampoco la camisa que traigo es mía. Yo no uso mucha ropa blanca, suelo ensuciarla con mucha facilidad. Ah… esto es más vergonzoso.     


— Están en la silla— hasta que no la menciona el noto, al otro lado de la cama. Como puedo, rodeo la cama. Mis zapatos están bajo la silla también, el pantalón bien doblado sobre la silla.  No sé cómo hacer para ponerme los pantalones sin verme ridículo, así que solo me los pongo y ya. Espero sentirme mejor con los pantalones puestos.


— ¿y mi demás ropa?


— tú camisa estaba… sucia— mucho mejor. Me giro a ver a Nate. No le he querido ver, pero tener pantalones da mucha confianza. Él está en la entrada, como dudando si entrar o no a la habitación— pensé que estarías más cómodo.


— Gracias— Esto es incomodo… Nate esta poniéndose rojo, sus orejas están coloradas— eh… lamento… esto— no sé qué decir, no recuerdo nada de anoche. En vista de que Nate no dice nada, me siento en la cama para ponerme los zapatos— ¿Qué hora es?


— las diez de la mañana— ah, es tarde. Siento como si estuviera despertando en la casa de alguna chica después de haber tenido sexo en estado de ebriedad y los dos estuviéramos buscando alguna escusa para dejar atrás la noche y hacer que nada paso. Claro que aquí nada paso. Abrocho las cintas y me levanto, me siento mucho mas despierto, con un poco de nauseas y mucha sed.


— lamento las molestias… tengo que irme.


—  ¿Por qué no te quedas a desayunar? Es un poco tarde, pero he preparado algo ligero— ¿desayunar? Solo de pensarlo me dan ganas de vomitar otra vez, pero no porque este con resaca, la idea de desayunar con Nate después de haberme puesto tan ebrio que no recuerdo nada es lo que me da nauseas. Es fácil olvidar que somos adultos, y no adolecentes que hicieron algo malo por la noche.


— Claro— supongo que  puedo quedarme un rato más, si fui a beber anoche fue porque sabía que hoy no tenía nada importante que hacer. Y no estoy muy seguro de que habláramos anoche. Es una maldita bendición que no diga tonterías cuando estoy ebrio, más bien solo quiero beber, eso es lo que me han dicho. Salgo de la habitación, siguiendo a Nate.  Es un corto pasillo, sin más puertas y unos cuadros de paisajes colgados.  Al parecer la casa es pequeña, después del pasillo veo una sala de tres sofás y una chimenea eléctrica. Seguimos caminando al  otro lado, la cocina comparte el espacio con el comedor y está separada de  la sala por una puerta blanca.


— ¿quieres un analgésico?


— No, estoy bien— me recupero pronto de las resacas— pero tengo sed, quisiera agua— la cocina es pequeña también, y de colores crema. Hay dos tazones de frutas en la mesa. Arrugo la nariz. Por favor que alguien me diga que eso no es el desayuno. ¿En serio?


— tengo café y jugo.


— agua… y jugo. Con hielo si se puede— Nate se gira al refrigerador. ¿Debo decir algo más? Ya me disculpe, pero no tengo idea de cómo comenzar a hablar. ¿Quizá después del desayuno? Deja el vaso con agua delante de mí.  Estoy tan sediento que me lo tomo de dos tragos.


— lamento no haber preparado nada más, pero anoche no lucias muy bien, pensé que te caería mejor algo ligero.


— gracias. Aunque creo que puedo comer algo más que fruta— comento, aunque ya tome el tenedor e intento tomar algo de la fruta— estoy acostumbrado a comer bien.


— ah, si… tu compañero. ¿Cocina siempre para ti?


— a veces.  Más bien es que siempre  practica en casa y yo soy el único que vive ahí— si, es fácil hablar de otra cosa—  ¿Todavía piensas en cambiar la heladería? Aun no le he dicho nada, espero encontrarle de buenas o un buen momento para plantearle la idea. ¿Quizá también quieras hablar tú con él?


— Eder…


— puedo decirle que venga conmigo y entonces podrías hablar con él.


— espera, Eder, quisiera…


— ah, aunque debes saber que es algo especial, y no te dejes engañar por como luce.


— ¡Eder! ¿Puedes parar un momento?— Me callo. Nate suspira, sentándose. No me di cuenta cuando se acerco a la mesa— Anoche… ¿Por qué fuimos a ese lugar?


—  eh…


— es obvio que no pensabas hablar mucho. No es por incomodarte o reclamar nada, pero ¿sueles hacer eso muy seguido? No creo que sea sano para ti, y puedes meterte en muchos problemas si estas en ese estado.


— ¿Qué? No me la paso en bares si es lo que estas inquinado— suspiro, clavando el tenedor en un pedazo de  manzana— estaba nervioso ¿si? Intentaba relajarme, y todo se salió de control.


— oh…


— sobre lo que  quería decirte…


— ah, si… no quiero sonar grosero, pero…— ah, ese tono.


—  Diría que vas a terminarme, pero como no tenemos nada, estoy un poco confundido— no estoy contento, pero no se de otro modo tomar esto. Ponerse a llorar es ridículo, y ni siquiera tengo ganas de hacerlo. Es un poco molesto que esté pasando esto, me siento un poco dolido, pero nada más.  


— en serio me la paso bien contigo, y tienes buenas ideas. Pero creo que estas siendo demasiado… imprudente. He pensado en alguna forma de que esto termine bien, y no creo que pueda aceptar lo que propones.


— ¿ni siquiera como amigos?


— Eder, tu nunca has querido que seamos amigos— sonrió, mirando la fruta. Tiene razón, lo intente, pero nunca pude verlo como amigo, desde que nos conocimos, Nate ha sido  mi objetivo, quiero salir con él como pareja. Diciéndolo así suena tonto, apenas y nos conocemos, y le estuve acosando por un tiempo antes de hablar con él.


— no puedes culparme por intentarlo.


— No está funcionando para mí— no puedo evitar reír.


— deja de sonar como si estuvieras cortando conmigo. Ya no quieres verme, entiendo.  Sabía que no tenía muchas posibilidades. Gracias por el desayuno, y por la ropa. La dejare en la heladería pronto.


— Eder, no…


— Descuida, estoy bien— me levanto, la silla hace mucho ruido— eres muy paciente ¿sabes? creo que cualquier otro me hubiera dado un golpe cuando hice lo que hice— y eso que no sabe que le acose— así que estamos a mano.


— lamento que las cosas terminaran así.


— yo no— cuando pasábamos por la sala vi una puerta, y a juzgar por las ventanas, debe ser la salida. Camino a la salida. Nate no se levanta— ah,  antes de que se me olvide, no te sientas mal por usar mi idea para tu negocio. Hazlo, si quieres. No deja de ser una buena idea— es mía después de todo.  


Suspiro al ver la calle, que ya me resulta familiar. Solo espero que Nate este lo bastante distraído como para notar que se dónde estoy, y como llegar a casa desde aquí. La puerta se cierra sola. La cabeza me sigue doliendo, pero al menos ya no me siento mareado.  ¿Qué voy  hacer ahora? Quiero sentarme y hacerme bolita para pensar. No puedo, claro. Arg, el sol me molesta. Camino en dirección al parque. Debo ir a casa primero, darme un baño y comer bien. Dormir un rato más, y entonces supongo que puedo pensar mejor lo que acaba de pasar.


 


 


— estas hecho una mierda— son las amables palabras de bienvenida de Noah, le encuentro sentado en la sala, viendo un programa de cocina. No es nada raro que  este viendo eso.


— Me siento mejor que eso— no creo que luzca tan mal.


— ¿noche de juerga?


— Ojala— la hubiera preferido. Noah ni siquiera me está mirando ya. Paso de largo hasta mi habitación. La casa solo tiene un baño, y como Noah no está en él, voy a darme un baño largo antes de dormir. Ojala que lo que haga Noah hoy sea bueno. En general lo es.  El agua logra despertarme un poco y me quita el dolor de cabeza. Noah sigue viendo el canal de cocina, lo escucho cuando termino en el baño.  Me pongo la ropa más cómoda que tengo y me acuesto en la cama sin molestarme en secarme mucho el cabello.


Siento que algo se me está escapando de esa conversación con Nate.  Suspiro, presionando mis manos en mi cara. ¿Qué se me escapa? Siento que es importante. Uff, no puedo pensar mucho por una simple razón:


Nate me termino.


O lo que sea que se haga cuando no eres nada de esa persona y de todos modos te termina. Estoy rechazado, debería sentirme mal, estar triste y pidiéndole a Noah que me acompañe a un bar. Iugh, no, mejor eso no, de solo pensarlo me dan ganar vomitar. El punto es que no estoy tan triste como debería. Es raro.  Bueno, tampoco esperaba ponerme como se ven las chicas en las películas. No es la primera vez que termino, o me terminan  aunque siempre fue una buena escusa para salir.  Aun me molesta haber sido tan tonto para emborracharme anoche y no haber hablado, quizá las cosas hubieran sido diferentes….


Bah, ¿a quién engaño? Ni yo creo eso. Nate iba a hablarme de eso anoche también. Lo único que logre fue atrasarlo unas horas y una maldita resaca.


— oye, inútil.


— No grites— escucho a Noah reír, y luego golpear la puerta, más fuerte de lo necesario. La cabeza me retumba con cada golpe— ¿Quieres parar? te respondí la primera vez. ¿Qué carajo quieres?


— Voy a salir— casi siento que me da algo. ¿Solo por eso vino a joder?


— ¿Y a mi qué? Déjame dormir— al menos su hermana no está aquí hoy.


— quería invitarte.


— Jodete, Noah— él se ríe. A veces en serio puede ser un maldito bastardo. Suspiro, rodando en la cama hasta enredarme con las cobijas.


— bueno, como quieras. Quedo algo de comida en la estufa, acábatela antes de la noche— ¿lo ven? ¿No puede pedirme que la pruebe? ¿O decir eso con un por favor? Hace sonar todo como si él fuera el que nos está haciendo un favor.  Solo suelto un gruñido, que no se si escucho porque tengo la cabeza en la almohada. Lo próximo que se es que mi brazo hormiguea porque me quede dormido sobre él.


 


Por la mañana no me siento diferente, no hay nada de tristeza y he comenzado a preguntarme si lo que sentía por Nate era eso u otra cosa. Si lo quisiera como pensaba, entonces ¿no debería estar más triste?  No termino de entender que pasa conmigo.


— ¿ya no tienes resaca?


— y no gracias a ti. ¿A dónde vas ahora?


— a comprar la despensa. Espero que aun tengas dinero después de tu borrachera— lo que Noah no sabe es que  siempre dejo aparte el dinero de los pagos de la casa— ¿Qué haces mirándome ahí todavía?


— ¿eh?


— vamos.


— ¿ahora? voy a desayunar.


— No voy a cargar todo yo solo— esta bromeando ¿verdad?  Noah me observa desde la entrada de la cocina, con los brazos cruzados. No se mueve, y cuando después de un rato de mirarnos veo que no cambia de parecer, suspiro.


— Al menos déjame comer algo antes—  es bueno que salga a hacer otras cosas, o si no… creo que podría arrepentirme si me quedo a solas. Así que después de comerme rápido un plato de cereal y más jugo me voy con Noah al centro comercial. No tengo idea de que comprar, admito que soy un fiasco con esto, así que me limito a seguir a Noah por los pasillos, empujando el carrito que Noah no quiso usar. 


La salida solo dura un rato, y estamos de regreso antes de la hora de la comida. Ah, es muy poco tiempo, muy poco. Me obligo a quedarme sentado en el sofá, viendo televisión.


— ¿Qué cosa te pico ahora? Siempre estás en la calle.


—  ¿Qué puedo decirte?  Soy una persona muy ocupada— le respondo— pero decidí tomarme unas vacaciones— o decidieron dármelas. Mi voluntad de quedarme en casa dura lo mismo que tarde en lavar la ropa, generalmente cada tercer día. ¿Cómo hice para no salir corriendo a la heladería? Me la pase fastidiando a Noah, y haciendo todo lo que tenía de pendientes. Incluso di un paseo por el otro extremo de la ciudad para tener ideas de futuros proyectos.


Cuando decidí lavar la ropa que tenía sucia, me encontré con algo que no es mío. Me había olvidado por completo de la camisa de Nate. Ah, ¿hace cuánto fue? ¿Cuatro, cinco días? dije que se la iba a regresar. No sé cómo lo hare sin encontrármelo.  Bah, si lo sé, me sé de memoria los horarios de Nate. ¿Puedo quedármela? Quizá como recuerdo, no es de mi talla, pero no ocupo usarla. No, debo devolverla. Mañana… si, mañana.


Noah no estaba en casa, y no sé cómo hacer para controlarme. Aun es temprano para que Nate llegue, pero aquí estoy, en mi lugar habitual para acosarle, con la excusa de la camisa. En la heladería solo está la chica. Podría ir ahora mismo y dejarle la ropa a ella, sin tener que ver a Nate. 


Lástima que podría es una lejana posibilidad.  Quiero ver a Nate, y esa es toda la razón, no necesito más motivos para quedarme. Son casi las seis cuando Nate llega. Solo de verlo me pongo nervioso.  Creo que no entregare hoy esto, debí haberlo hecho cuando no estaba. Nate no mira hacia acá, como siempre.  La chica se va, y no hay muchos clientes tampoco, hoy está haciendo más frio que otros días, y la heladería ya no es una buena opción. ¿Nate querrá hacer todavía la cafetería?   Las luces del parque se encienden. Nate está solo ahí, leyendo una revista. Dijo que no quería verme, no tomara bien que me pare ahí de pronto. Siendo sinceros, eso fue lo que más me molesto de todo. ¿Por qué no quiere verme?  Tampoco es el jodido fin del mundo.


¿Por qué Nate se empeñó en negar todo? se lo tomo muy enserio, no me había pasado, pero  he visto eso muchas veces antes, las chicas suelen tomarse a broma las insinuaciones de los chicos que no les interesan. Y coquetean con los que les interesan. Nate fue siempre serio. ¿Qué es lo que le preocupaba? Nate siempre está preocupado porque yo esté bien, ¿Por qué entonces me hace irme lejos?


Ah, eso es.


Nate está adentro de la heladería cerrada, hace un rato que estaba metiendo las mesas. Entro por la puerta de atrás, jadeando.


— ¿Eder? ¿Estás bien? ¿Pasa algo?— lo sabía.


— ¿Por qué no te has disculpado?


— ¿Cómo?— sacudo la cabeza. Nate está al otro lado del pequeño espacio tras las vitrinas. En sus manos trae un enorme tarro de helado.


— Terminaste conmigo— no sé cómo decirlo de otro modo— sabes que te quiero, y quiero estar contigo, intentar algo serio. Y sé que tu no sientes lo mismo. Sé cómo eres, Nate— él me mira, no me entiende. Suspiro— siempre te has preocupado por mí. Me salvaste, y me has estado cuidando. ¿Por qué hiciste eso?    


— bueno…


— no lo haces con todos, no de la misma forma. Dices que te la pasas bien conmigo, y aun así no lo quieres intentar. Sé que no es porque sea un chico, pero ya no entiendo porque no podemos salir. No sales con nadie, no vives con nadie.


— Eder, no quiero seguir con esto.


— yo sí. Te conozco, por eso ¿Por qué no estás disculpándote conmigo? deberías estar rogando que te perdone pero no puedes estar conmigo, diciendo que lo lamentes una y otra vez. Y no lo estás haciendo. Ese no eres tú. Me has protegido, ¿de qué me estas queriendo alejar ahora?


— Eder, basta.


— ¿Qué es lo que está mal ahora? No tienes problema conmigo, o me habrías golpeado hace mucho. No me has alejado enserio hasta ahora. ¿Cuál es el problema?


— ¿Qué no lo has entendido todavía? Ah, Eder. Estar conmigo no estará nada bien  para ti. Yo no soy con quien debes salir. No soy una buena elección.


— ¿ah? ¿Por qué no?


— porque al final saldrás odiándome. Te lastimare tanto que ya no querrás verme.  Solo estoy ahorrante el tiempo— ¿de qué está hablando? Esto no es lo que esperaba.


— y… ¿eso es un hecho o es una suposición? ¿Debería asustarme ahora?


— es serio, Eder.


— pues no le veo sentido, no puedes saber eso ¿sabes por qué?— el me mira con atención— ¡Porque no estamos saliendo!


—…— camino hasta él y le dejo la bolsa con su camisa bruscamente en el pecho. Si estuviera más molesto, entonces quizá le golpearía. En cambio, estiro mis manos y le jalo hacia mí, dejando nuestros rostros muy cerca.


— ¿entonces?


— ¿entonces qué?


— ¿vas a dejar de decir tonterías?


— No son tonterías— le entrecierro los ojos. Esto no va por buen camino.


— ¿Qué piensas de mí?


— bueno… eres, agradable. Atractivo. Y te gusta lo que haces. Eso me parece bien. Pero pienso que eres imprudente también. No cuidas de ti mismo.


— bien. ¿Quieres estar conmigo?— no me responde, sus ojos se desvían— Nate, ¿te gustaría estar conmigo?


— no va a terminar bien, Eder. Voy a herirte— suelto un resoplido.


— déjame averiguar eso a mí ¿quieres? Así que déjate de tonterías y no huyas por esta maldita vez— le beso.  El helado nos salpica cuando cae al suelo. La camisa de Nate, mis pantalones, incluso en mi cara. El suelo tiene una mancha rojiza.


— ah, lo siento…


— No importa— quiero besarlo otra vez. Nos miramos. Sigo pensando que Nate es un idiota por esas tonterías que está diciendo— es… ¿estás seguro de esto?


— ah, ¿Qué tan cabeza hueca puedes ser?— y todavía no tiene claro que es lo que quiero ¡Por dios! Me agacho para recoger un poco el desastre que hay, después de todo, es en parte mi culpa.


— Espera, yo lo hago— Nate se agacha también— ah, tienes helado…— su mano me limpia la mejilla. Por reflejo tomo su mano, y llevo a mi boca los dedos que uso para quitarme el helado.   Zarzamora. Solo es un momento, Nate quita su mano. Me siento molesto porque va alejarme otra vez, pero en cambio me besa. Pierdo el equilibrio y caigo, llevándomelo conmigo.   Nos seguimos besando en el suelo. 


Ya no pienso dejar ir a Nate.

Notas finales:

Gracias por leer. Hasta la proxima semana


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