¿Qué hice para merecer esto? Estoy seguro que no fue tan malo como para que me pongan a trabajar en una heladería. Mi madre pensó que sería un buen castigo, y lo es, ¿trabajar? Eso no me molesta. Me molesta que sea un trabajo tan pequeño y aburrido.
— Liir, la mesa se ha desocupado.
— Voy— me levanto a limpiar la mesa. Siempre terminan sucias. ¿Qué nadie puede comer un helado sin hacer un desastre en la mesa? Mi mamá es amiga del dueño de la heladería, ni siquiera paso un día y yo ya tenía este trabajo. Él pasa poco tiempo aquí por las tardes, y solo nos quedamos los dos empleados, dos para atender a la horda de niños y jóvenes que vienen a comprar. Fuera de eso, el trabajo es aburrido.
— oye, esa mesa se va a gastar si la sigues frotando así.
— cállate, Lindsay.
— deja de poner mala cara y ven. Ya casi es la hora— ella ya trabajaba aquí cuando yo vine, pero creo que tampoco tiene mucho trabajando aquí. Lindsay me agrada, me agrada que tenga el cabello pintado de colores. Froto el cristal que cubre los helados, y veo mi reflejo por unos segundos.
— oye ¿Qué hora es?
— No te irás antes— no pensaba hacerlo. Me iría peor si saben que no estoy cumpliendo el castigo como debería. Bah, estoy seguro que no es tan grave, ¡Ni siquiera pude entrar al sistema! Bueno, dure como dos minutos, pero no hice nada. Solo estaba probando. Pero para mamá eso es ser un delincuente. Suspiro, y me obligó a sonreír cuando llegan los primeros clientes. Los niños son ruidosos, pero vamos, es una heladería. Lo que me cansa, son las chicas. Las chicas pidiendo helados, poniendo expresiones y tonos falsos y coquetos. Lanzando risitas desde las mesas.
— Gracias por venir— despido a una señora con un par de niños. Unas risas más fuertes de las mesas que ignoro y me voy a sentar junto a Lindsay.
— ¿Qué dirían esas chicas si supieran que te gustan los hombres?
— no dirían nada.
— ¿Qué piensas de él?— señala a un par de chicos que caminan frente a la heladería— el de camisa blanca. Tiene buen trasero.
— deja de mirarle el trasero a todo el que pasa— suspiro— te toca limpiar la mesa— le digo, cuando las ultimas chicas se levantan y se van. Después de esa hora, las cosas se ponen muy tranquilas, así que puedo dejar que Lindsay se encargue de atender.
—oye, Liir.
— ¿Qué?
— ese chico ha pedido agua.
— pues dásela.
— pero se quiere quedar, y…
— bah, déjalo. No está Nate, si vuelve dile que ya había pedido algo— no levanto la mirada de mi teléfono. Quiero ir a casa. Lindsay se sienta a mi lado después de un rato
— Liir, ese chico. ¿Qué piensas que le pasa?— aunque hace la pregunta, su tono es un poco aburrido. Miro al único chico que está sentado en las mesas de la heladería. No parece muy alto y es un poco fornido, y claramente no la está pasando bien. Casi puedo leer lo que piensa en su cara.
— nada bueno para poner esa cara.
— ¿Por qué no hablas con él?
— ¿Por qué?
— esta triste.
— ¿Y? no es mi problema— realmente no deseo involucrarme mucho, no desde que ella me vio hablando el otro día con un chico y no paro de hacer comentarios y bromas todo el día, y el siguiente. No me molestan las bromas y esas cosas, pero llego a ser muy molesto cuando ahora intenta hacerlo con cualquiera que me habla más de dos segundos. Otro grupo de niños llega, y ella no se levanta. Un par de señoras se sienta en las sillas. Así es este trabajo. Lindsay sigue fingiendo no verme, así que también soy yo quien va a limpiar las mesas de nuevo justo cuando llegan más clientes.
— Lindsay— ella suspira y sonriendo va a pararse en el mostrador. Ah, siento que le gane una. Solo hay dos mesas libres, no es mucho trabajo.
— Que mierda— ¿Qué? Me giro al ver al chico que Lindsay estuvo viendo. Esta mirando al cielo, y ahora parece más… triste. Demasiado. Tsk
— hey, tu, el del agua, no uses palabrotas aquí, hay niños y las madres hacen un escándalo con el dueño por eso— Me paso el segundo día, que se me salió decir algo parecido cuando una bola de helado se me cayó en la mano. Era helado, frio, y no pensé cuando lo dije. Él me mira, como si hubiera alguien más aquí con un vaso de agua.
— lo siento.
— Recuérdalo para la próxima— le digo. El vuelve a mirar al cielo. Cielos, si que esta triste. Casi me dio pena solo de verle a los ojos. Tiene ojos bonitos, verdes. Y cabello oscuro. Rayos… sé que no debo mirar mucho, pero soy más curioso de lo que es sano. La mesa está limpia y me paso a la siguiente, que me da una mejor vista sin tener que fingir mucho. Es guapo, y tiene un aire un poco rebelde. No entiendo que pasaría para que este asiera. ¿Murió alguien? Ah… va a llorar. Me detengo, mirándole. Eso no puede estar bien. Aprieto los labios cuando siento que voy a hablar. Yo no me tomaría bien que alguien me molestara si me siento mal y solo quiero unos momentos. Además, seria descubrirme, él sabría que le estaba viendo. Dejo la mesa y voy adentro.
— ¿terminaste?
— no.
— ¿Qué haces?
— no lo sé. Una tontería, solo es helado— le digo. Me quedo viendo los contenedores. Tantos sabores… ¿y si no le gusta alguno? Tal vez es alérgico a alguno también. Me muerdo la mejilla. Vamos, alguno… cual. Le doy una mirada al chico, tratando de adivinar que le gustaría. Vainilla, a muchos les gusta el helado de vainilla.
— Liir.
— Si dices una palabra, te hundo la cabeza en el helado de chocolate— a Lindsay no le gusta el chocolate. Sirvo en el vaso más barato, después de todo yo voy a pagarlo y ni le conozco. Ni siquiera estoy coqueteando con él, es atractivo, pero no— una cortesía— le digo, ah, estoy a la defensiva por culpa de Lindsay.
— tengo el agua.
— El agua es gratis también— me doy la vuelta, a la mesa que dejaron las señoras y los niños. ¡Pero si la ha dejado un desastre! Y tenía poco de limpiarla. Genial. Odio que se ponga todo pegajoso— maldición. Esto no tiene gracia, carajo.
— Creí que habías dicho que no podías decir palabrotas aquí— le miro, ¿Cómo no voy a decirlo? Esta mesa es un asco.
— sí, bueno, a veces son tan…no importa— necesitare otro paño y más agua.
— ¿Por qué el helado?— arg, lo que quería evitar. ¿No se pudo quedar callado, comiéndose el helado? Pues claro que no.
— parecía que lo necesitabas.
— ¿lo…?
— de hecho, parecía que te habían dado algo muy amargo. Una voz probé esa espuma de limón…— cuando entre, a veces Nate la usa para los pasteles, aunque casi no se venden los pasteles en estas épocas, él termina regalándolos. Y la espuma de limón pura… creo que hice una cara como la de ese chico cuando la probé— iugh. El caso es que… solo disfrútalo. Esta bueno, y es gratis
— gracias.
—No hay de que— listo, las mesas están limpias. Me apresuro a entrar de nuevo a la heladería, ignoro a Lindsay y me siento lo más lejos del mostrador que puedo. Quedan quince minutos para salir de aquí. Faltando diez ya me quite el informe y guarde mis cosas.
— Liir, tu cliente se está comiendo el helado.
— no es mi cliente. Y solo le di el helado porque dijiste que hiciera algo ¿no?— ella esta sonriendo. Resoplo mientras saco la cantidad a pagar por el helado y la dejo en la caja registradora. Alcanzo a ver que él se levanta— me voy, nos vemos mañana.
— Liir, aun quedan cinco minutos— pero yo ya he salido por la puerta lateral y casi me alejo corriendo.
Fue una vergüenza encontrarme de nuevo con él, y no solo haberle tirado y haber hecho que le sangrara la nariz, ni siquiera recordé que era el mismo chico que había visto en la heladería. En mi defensa, las cosas que le llevaba a mi madre, y el que hubiera que ir a la enfermería porque le estaba sangrando la nariz me distrajo mucho. Cuando le vi de nuevo, tenía un ojo morado. Por mi culpa. Y dios, tenía que hacerle entender que no había sido mi intención.
— disculpa.
— ¿Sí? ah, Blair— y por eso no esperaba que viniera otra vez a la heladería. No está molesto, aunque sigue teniendo ese aire tristón que le he visto. Uff, y yo también lo tendría si alguien me hiciera lo que a él— no esperaba que vinieras.
— tú me invitaste.
— Lo sé. Solo no esperaba que vinieras— Lindsay esta al fondo, de seguro en algún chat con su novio. Vaya, ¿Qué debería decir ahora? Es un poco incómodo, y bueno, a veces, casi siempre, digo cosas que es mejor no expresarlas en voz alta— ¿Cómo ha ido todo?
— Bien.
— ¿Ya no te molestan por lo de tu ex?— Y ahí está. Él me ve, sin poner alguna expresión. Luego baja la mirada a los recipientes de los helados.
— Aun lo hacen, pero siempre los ignoro. Hoy…—Sus nudillos se ponen blancos— Hoy me entere en qué consistía la apuesta.
— Oh… ¿y cuál fue?— Rayos, esa no era la pregunta, pero tengo curiosidad. Por unos momentos parece que me va a golpear, incluso sus ojos parecen más vivos. Me inclino al otro lado para atender a un par de niños, y luego regreso a donde está— No tienes que decirme, a veces no pienso lo que digo.
— La apuesta era que él podía hacer que cualquiera saliera con él.
— Pff, que arrogancia. Eso ni siquiera es algo de lo que puedas sentirte orgulloso. Yo soy genial al momento de crear juegos y entrar en las computadoras de los demás, pero ¿eso? ni siquiera tiene sentido.
— Creí que habías dicho que no eras hacker.
— No lo soy— Me encojo de hombros— Pero si sabes proteger, es obvio que tienes que aprender como entrar. ¡Pero solo estaba probando los sistemas! Eso es legal— Él sonríe, una sonrisa casi forzada.
— Claro, legal. ¿Qué trabajo te daría tu madre si se entera de eso?
— Uh… ni lo menciones— Sería algo cruel, y exagerado— ¿No quieres uno? Ya que hice esas preguntas, lo invito yo.
— No, yo pagare. ¿Qué recomiendas? Tienen muchos sabores— Los miro unos momentos.
— este. ¿Sencillo o doble?— pregunto por costumbre.
— doble.
— Lindsay ¿puedes atender?— Le digo, saliendo del mostrador. Blair se me queda viendo mientras camino a una de las mesas. Está claro que él necesita hablar un poco, no me hubiera dicho lo de la apuesta si no quisiera.
— ¿no tienes que quedarte allá?
— Yo no quería el trabajo, no hay problema. Además, el dueño no está hoy tampoco— Y no tengo ganas de aguantar a Lindsay allá— No tienes muchos amigos ahora ¿verdad? ¿Siempre has sido tan serio?
— ¿Cómo?
— Bueno, no sé si eres así o solo es por lo que te está pasando. Que sería comprensible. Aunque es tonto. ¿Por qué sigues preocupado por él?— Yo haría de todo para hacer que se arrepienta.
— Creo que todos mis amigos sabían de la apuesta. Es ridículo.
— Sí, lo es.
— Y si tengo amigos ahora. Bueno… ella fue la única que me dijo. Ella es mi amiga ahora— Ah, eso es bueno, me hace sentir un poco menos acosador aunque no le esté acosando precisamente.
— ¿No harás nada? Te hicieron algo que merece una venganza o algo. No sé, ¿Cómo dejas que se burlen de ti de ese modo?— Sin duda yo le hubiera dicho algunas buenas cosas a quien sea que me hiciera algo como eso, y eso si bien le iba. Blair parece de esos tipos que pueden golpearte sin remordimiento, y ¿no hizo nada?
— No. No podría… hacer algo contra alguien a quien quiero.
— ¡Oh!, entiendo. Claro, no puedes dejar de querer a alguien de un día a otro. Aunque eso no me impediría al menos dejarle un ojo morado al otro tipo, o a quien se burle de mí— Blair me observa, batiendo el helado con la cuchara.
— No lo dudo— ah, ha sonreído— ¿Qué sabor es?
— Avellana. ¿Parezco alguien que haría algo como eso?
— Creo que eres de los que actúa antes de pensar— sonrió. Si, hago eso con mucha frecuencia, por eso tengo problemas con la bruja de mi madre— No te he agradecido lo suficiente por el helado del otro día. Me hizo sentir mejor.
— Bueno, dicen que el helado es bueno cuando estas deprimido.
— Yo no estoy deprimido.
— ¿no?
— Eso es para mujeres— eso me hace reír, ¿para mujeres? Eso es en serio muy sexista— ¿Qué? no me iba a poner a llorar, encerrado en mi habitación hasta que se me diera la gana. La vida sigue, que no me quiera… bueno, ya pasara.
— ¿estás triste y le extrañas? ¿Ya no haces lo mismo que hacías antes? Ni hablas con tus amigos, eso es estar deprimido— él deja de sonreír.
— estoy triste, pero no deprimido. Es normal cuando te dejan.
— bueno, sí.
— ¿nunca te han dejado?
— más bien, yo soy de los que terminan. ¡Pero nunca sin una buena razón!— él sonríe otra vez— ¿has vivido siempre aquí?
— sí, aunque siempre viví en las afueras.
— umm. Yo me he mudado muchas veces, pero tengo más de un año viviendo aquí. Mi mamá trabaja mucho y seguido la cambiaban. Hasta que decidieron que no era bueno para mí solo porque me la pasaba en mi computadora todos los días.
— No creo que eso sea bueno.
— Eso mismo dijeron. Y es una molestia, porque el trabajo es mas por eso que por haber probado ese programa. Últimamente me he acostumbrado a no hablar con muchas personas, así que ahora estoy haciendo un esfuerzo para ver si así al menos me reducen el tiempo del castigo.
— Entonces también me estas usando
— ¿Qué no así se hacen los amigos? La verdad me das un poco de pena. No tienes amigos y siempre parece que quieres alejar a todos con la mirada. También deberías tener amigos, y si te regalan helado mejor, pero eso no lo digas porque se escuchara medio raro— para todos eso es mas de chicas que de chicos, y por lo poco que se, a él no le gusta que los demás hablen de sus cosas.
— ¿Qué dices?
— Que ahora somos amigos.
— eso no, ¿Qué te doy lastima? ¿Quieres ser mi amigo por lastima?
— No, solo que necesitas un amigo, si fuera tu amigo solo por lastima, entonces hubiera hecho que alguien más te hablara y te consolara. Yo no quiero consolarte.
— No lo hagas.
— Liir— Ay no puede ser. Contengo una mueca mientras volteo a ver a Nate. No es tan viejo, tendrá menos de treinta y ya tiene un buen negocio. Suspiro.
— Tengo que volver.
— Lo supuse. ¿Tendrás problemas?
— No
— ¿Seguro?
— ¿acaso estas preocupado? En todo caso, solo me tendré que quedar a trabajar más aquí. No es tan malo, al menos me están pagando— Es lo único que me gusta, poder ganar algo más de dinero. Aun no se en que lo voy a gastar, pero es genial tenerlo.
— No.
— De seguro solo querías vengarte por haberte dejado un ojo morado ¿no?
— ¿Qué? No. tenía clase ese día con esa persona, no quería verla. Valió la pena sangrar para no ir.
— Que forma tan rara de pensar.
— Vete o tendrás problemas— Sonrió mientras me levanto. El sigue mirando al helado, metiendo y sacando la cuchara.
— Ese es mi secreto, Blair: Siempre estoy en problemas— lo digo en el tono más solemne que puedo usar. Claro que no me queda exactamente como la frase de esa película de Marvel, pero Blair se atraganta con el helado, ¡Entendió la referencia! Aunque reír con helado solo hace que se te congele el cerebro, y Blair se lleva las manos a la cabeza con un gesto de dolor. Me pongo a reír. Ah, esto es gracioso… me duele el estomago… no puedo con esto.
— Liir, vamos.
— Ya voy— le hago una seña a Nate— hasta luego.
— Solo vete— me dice, intenta parecer enojado pero sus labios se están curvando en una sonrisa. Me dirijo al mostrador, limpiándome las lagrimas de la risa. Lindsay esta sonriendo, apoyando un codo en la heladera. Eso me hace dejar de sonreír. Genial, aunque si Nate está aquí no dirá nada, su mirada me dice todo.
— Liir, es bueno que hagas amigos, pero se supone que debes estar trabajando— Nate es alto, y delgado. Parece que no come mucho. Nunca le he visto molesto y eso que le conozco desde hace años, justo ahora me ve con amabilidad.
— Lo siento.
— No querrás que llame a Michelle ¿verdad?
— No—refunfuño. Michelle es mi mamá, aunque el problema no sería con ella precisamente— pero no había mucho que hacer de cualquier modo, Lindsay podía ocuparse de todo.
— De cualquier modo, espero que para la próxima esperes a que termines tu turno.
— Si— bueno, al menos no me ha prohibido seguir hablando con nadie mientras trabajo. Blair se ha ido, y ni me di cuenta de que se fue. Me agrada, y creo que podríamos ser amigos… si es que pasa la gran prueba. No es un secreto, pero si algo que muchas veces ha alejado a las personas de mí, algo realmente tonto, de lo que me enorgullezco y que si los demás no entienden, entonces no quiero que sean mis amigos. Blair no parece ser de los que tendría problemas por algo como eso. Espero que no.