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Besos de vainilla por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

 

Cada vez más cerca del final. Espero que este capítulo de Noah  y Harvey sea de su agrado.

Esto es una ridiculez. El horno emite el pitido indicando que termino su trabajo, pero sigo de pie, mirando al idiota de Eder, sentando en un banco casi delante de mí. Lleva así veinte minutos,  solo sentado, sin decir nada, y ya está hartándome.


— ¿Qué quieres?


— nada.


— Entonces largo de la cocina— no se mueve— ¿Qué, ahora eres sordo?


— no es tu cocina. Yo también pago por este lugar tanto como tú, y si quiero estar aquí, yo puedo…


— Lárgate de aquí si no quieres comenzar a hacer tu propia comida— Eder hace una mueca, pero no se mueve. Me giro al horno, tomando los guantes para poder sacar la bandeja sin quemarme, y la pongo en la mesa, muy cerca de las manos de Eder. Él las quita de la mesa en un movimiento rápido.


— bien, te lo diré. Necesito que me ayudes en algo…


— no.


— ¡Ni siquiera he dicho que!


— ya dije que no— sonrió mientras lo digo. En la mesa ya tengo lo que necesito para terminar los postres— me estorbas.


—  Noah, al menos deja que diga algo— refunfuña— no es un favor para mí, y para ti ni siquiera va a ser un favor.


— No voy a golpear a alguien, todavía no me deshago del último favor que hice— la chica loca de Harvey todavía está afuera de la casa. Eder no tiene ni idea de que es lo que paso, todavía sigue pensando que es una pobre chica que piensa en salir conmigo.


— no necesito ayuda para golpear a alguien. ¿Quieres callarte para que te explique?— resoplo, negando con la cabeza. Quiera o no, Eder me va a decir lo que sea que quiere decirme. Ah, Harvey…  eso sí que no salió como esperaba. Se suponía que yo solo me estaba burlando con él, no que íbamos a terminar saliendo.


— habla.


— hay una nueva cafetería en la que necesito que ayudes a  preparar algunas cosas, para vender. No conozco  a nadie que lo haga mejor tú.


— pues claro que no.


— el punto es que no hay nadie que pueda hacerlo, y como te conozco, pensé en pedírtelo. No lo harías gratis, y si no quieres quedarte después, solo enseña a alguien más cuando pase la inauguración.


— ¿Quieres que trabaje?


— sí, ¡no! No así como lo dices. Por favor, Noah, en serio necesito que hagas esto por mi— arqueo una ceja.


— ¿Por qué tendría que hacer algo por ti? Vivimos juntos, pero hasta ahí— intento no reírme de su cara. Si en serio está diciéndome  esto es porque le importa mucho. Antes de que diga algo más, hablo— supongamos que  digo que si ¿Qué voy a ganar con eso?


— eh… ¿Hacer lo que te gusta y que te paguen?— resoplo— ah, bien, ya entendí ¿Qué quieres a cambio?


— ah, bien… realmente no necesito mucho, pero… necesito que me cubras unos momentos.


— ¿Cubrirte? Yo no sé cocinar.


— No— pero que ridículo, jamás le pediría a nadie hacer lo que yo tengo que hacer— la chica, quiero que hables con ella por mi— se está haciendo una molestia, y cada que me quiero acercar, ella se mueve. No puedo acercarme.


— ¿Por qué? Bueno, entiendo que sea molesto, pero no está haciendo nada malo, y no me importa que se la pase afuera, mientras no haga nada no hay nada que podamos hacer.


— me molesta que quieran meterse conmigo— murmuro. Aunque es bastante tentador meterme con ella por medio de Harvey, ya es más que suficiente de que ande tras nosotros cada que salimos— así que tienes que darle un mensaje de mi parte.


— ah, bien.


—  entonces puedo ir a ver qué es eso que mencionas.


— es una cafetería. Y se necesitan postres para una cafetería— ah, pero eso si lo entiendo, lo que no entiendo es la urgencia de este idiota porque haga eso.


— lo hare solo porque me encanta que me rueguen, ahora, largo de mi cocina— esta vez, Eder se levanta a la primera. Me conoce bien para saber que ahora tiene que hacer lo que me pida, al menos hasta que vaya a ese lugar.


— mañana, a las cinco. Yo te llevo de aquí— le hago una seña con la mano para que sepa que le escuche— esos no son para una práctica ¿o sí?


— No, fuera de aquí— Eder se va.  Es viernes, y es claro que no tengo clases mañana.  Nadie sabe que estoy saliendo con Harvey, no aun.  


Termino los brownies que estaba haciendo, algo sencillo porque Harvey es tan torpe que siempre arruina lo que le doy en las noches que hace de mesero, y no ocupo verlos para saberlo, me basta con ver como toma las bolsas. Cuando salgo, ella no está en la calle. ¿Se fue? qué raro, esta mañana aquí estaba.  De seguro que volvió con Harvey, y apenas que esperaba poder hacer algo. Que va. Hoy no quede de verme con él, pero nunca quedamos en nada particularmente, eso es mucho más divertido que llamarnos. Yo sé dónde está, Harvey es horrorosamente predecible, y entiendo porque esa chica loca lo sigue por todos lados, nunca va por otros lados y siempre frecuenta los mismos lugares.  Por eso me sorprendo un poco cuando le veo hablando con alguien más en la entrada de ese instituto suyo. Y  justo en frente del lugar, esta esa chica.


— hey…


— ¿Qué haces aquí?— Harvey parece sorprendido. Siempre es muy gracioso ver como se pone cuando me encuentro con sus amigos. Ahora mismo, se ha puesto nervioso.


— solo pasaba por aquí.


— ah…


— ella está por allá ¿ya lo viste?


— sí, estaba hablando de eso con Chris… ah, claro, él es mi amigo Chris, comparto la casa con él desde que me mude— oh, así que este es el compañero de Harvey. Se parecen un poco, aunque no lo suficiente como para pasar por hermanos.


— Noah.


— Oh, eres ese Noah, el que hace los postres deliciosos— Harvey se pone rígido. Ahora entiendo donde terminaron todos esos postres que le di antes. Soy bastante bueno controlándome, porque le extiendo la mano e incluso le sonrió, aunque no hay mucho que controlar, no me siento nada amenazado por este chico.  


— Si, ese mismo. También soy el novio de Harvey.


— ah, sí Harvey me hablo de eso, le has estado ayudando mucho con Susan— sonrió más, y luego pongo una expresión de sorpresa, fingida, claro.


— Oh ¿no te lo dijo?— Harvey hace una mueca, y un ruidito, como si algo rechinara— decidimos dejar de fingir. Ahora estamos saliendo, de verdad— él pega un respingo, y Harvey jadea. Como para demostrar que es verdad, le paso el brazo por los hombros a Harvey.


— ¿De verdad?— no me pregunta a mí. Harvey balbucea algo, pero se ha puesto colorado, y creo que con eso basta para saber la respuesta.


— sí.


— entonces, como supondrás, espero no te moleste si lo secuestro un rato.


— para nada.  Bueno, nos vemos después, Harvey— el chico sonríe, y nos despide con la mano. Apenas dejamos de verlo, Harvey me da un manotazo.


— ¿Qué te pasa, cenicienta?


— ¿Cómo se supone que voy a explicar esto?— suelto una risa al ver su desesperación. Por respuesta, le extiendo la bolsa con los brownies— ¿de verdad crees que se va a conformar con esto? ¿En serio, Noah?


— esos son para ti, no quiero cargarlos. Dile la verdad, o sea, no ocupas ser un maldito genio para sumar dos más dos— le tomo de la mano y le hago seguirme. No sé a dónde vamos, solo caminamos— esa chica, hablare con ella pronto.


—  ¿Qué paso? creí que te gustaba molestarla—  me encanta molestarla. Le detengo y le beso, en medio de la calle. Él se queda quieto, apenas se mueve. Cuando me separo, le dirijo una sonrisa a la chica que nos observa a unos metros.


— me encanta molestarla, pero soy bastante genial como para que pierdas el tiempo preocupándote por esa chica mientras estamos juntos— Harvey me observa, como si no creyera lo que digo. Luego, sonríe un poco— pero sigue corriendo cuando me acerco, es bueno, porque si me sigue a algún lado donde no quiero que me siga, solo me acerco y se va.


— ya veo… Noah ¿Cómo terminamos así? estábamos fingiendo, solo… y ahora…— yo también me lo he preguntado varias veces. Siempre tuve claro que solo estábamos fingiendo, que solo era un juego para joderles a los dos, a ella  y a él. ¿Cuándo fue que lo que sentía se volvió real? Supongo que no puedes jugar con estas cosas sin arriesgarse. Como él me sigue observando, me encojo de hombros.


— ni idea. Jugamos con fuego, y los dos nos quemamos. No me molesta— entramos a una pizzería, más porque Harvey nos llevó hasta allá que porque yo quisiera comer ahí, la pizza de las cadenas de alimentos no me gusta— ¿y tú? ¿Te molesta?


— no. no sé cuándo esto termino siendo tan normal, que ahora es raro si no estoy contigo. ¿Puedes creerlo?


— sí, me pasa igual. Jamás volveré a fingir nada con nadie— Harvey ríe.  Casi por puro reflejo miro a la ventana, ella sigue allá afuera. Cuando conocí a Harvey, él jamás habría reído de esta manera. Ahora está completamente relajado, y ni parece recodar que hay una chica que lo acosa.


— esto es culpa de Chris, él me dio la idea, y termine así.


— umm… ¿y ella?— muevo la cabeza en dirección a la ventana. Él no mira, sus ojos se mantienen en la mesa.


— Susan me está dando pena, sé que no debería, pero… es demasiado, ella tiene que tener una vida, apenas la veo que come, se la pasa siguiéndonos y no sé si duerme. Necesita ayuda, pero no sé cómo puedo ayudarla. Lo estuve pensando, siempre la vi como la mala, la que no me dejaba en paz, pero ahora que… bueno, estamos saliendo de verdad, creo estuve mal al tratarla como lo hice.


— Umm…— yo no me siento mal por ella, es su asunto si quiere sufrir o lo que sea— ¿Has intentado hablar con ella?


— no me ha seguido. Creo que insiste en encontrarte algo malo— me mira, puedo ver la burla en sus ojos. Le sonrió de vuelta.


— no encontrara nada, pierde su tiempo. ¿Qué hay de sus padres?


— ¿Cómo?


— sus padres, ¿Por qué no hablas con ellos y les explicas todo? Ellos deberían poder internarla en un psiquiátrico o llevarla con un loquero— él me entrecierra los ojos, me encojo de hombros y le sostengo la mirada, tomando de mi vaso de soda— ¿Qué? Eso es lo que harán.


— Supongo que podría hacerlo, pero no sé nada de su familia—  eso es un problema. Antes de decir algo más, Eder me llama. Solo veo su nombre en el teléfono y lo dejo sonar— ¿no respondes?


—   es mi compañero, quiere que vaya a una cafetería que va a inaugurar para que yo haga los postres.


— oh, eso es genial— arqueo las cejas, mirándolo— ¿Qué? lo es, creo que eres bueno con los postres.


— ¿otra vez? ¿Solo soy bueno? Debemos trabajar con eso, no puedo dejar que solo digas que soy bueno— ahora es él quien me mira con las cejas arqueadas. No he tenido muchas prácticas fuera de la escuela. Y si acepto ese trabajo, no tomaría los eventos a los que voy.


— claro, se me olvida que eres el lord de la cocina, ¿quieres que me arrodille a tus pies y te alabe?


— Eso estaría bien— le respondo. El murmura un “No lo puedo creer “y se pone a comer.   También yo tomo un trozo de pizza. Lo que sea que teníamos, no cambio con el hecho de que ahora no fingimos. Seguimos haciendo exactamente lo mismo que hacíamos antes, lo cual es gracioso. ¿Cuándo se supone que debemos decir que comenzamos a salir?


— entonces, ¿Vas a trabajar?


— quizá. No prometí nada— cuando salimos de la pizzería, no tengo muchas ganas de intentar escapar, así que solo le tomo de la mano y caminamos. 


— ¿A dónde vamos?


— no sé, ¿mi casa? no conozco donde queda la  tuya, pero ella nos sigue— sé que se pone nervioso,  pero no me dice nada— vamos, cenicienta, falta mucho para las doce todavía.


— cállate— me dice, dándome un codazo.  Cuando llegamos a la casa, hemos caminado mucho. Harvey la mira antes de entrar— ¿y tú hermana?


— Con mis padres,  no viene tan seguido— me da risa ver que cargue con los brownies en vano, termine en casa de vuelta. Harvey me mira, y sonríe.


— Cuando no sonríes como  si planearas algo malo,  tienes una linda sonrisa— no le digo que no pienso que eso sea un cumplido, no es algo que un chico le diga a otro. Harvey deja sus cosas en donde sea y nos ponemos a ver televisión, al menos un rato, porque me comienzo a aburrir al estar así, sin decir nada más.  Saco uno de los brownies de la bolsa que dejo a un lado. Harvey me observa, sonrió cuando su cara se pone roja al ver que lo sostengo delante de él. Él suspira, y termina por acercarse y darle una mordida.


—  ¿sigues diciendo que solo soy bueno?


— no creo que tenga sentido decir lo evidente. Esto es delicioso, ¿y no quieres trabajar? Creo que tendrían muchos clientes. Yo iría a una cafetería que sirva algo como eso— no le comento que una cafetería sirve café, y no soy muy bueno haciendo café normal. El café es amargo, y  a mí me gusta lo dulce.


— También le tienes miedo a una chica que te sigue— él arruga la nariz— y no te atreves a besarme— le sonrió con burla. Es una provocación clara, aunque sea verdad. Siempre soy yo el que hace todo. Su nariz sigue arrugada cuando se endereza y casi se lanza hacia mí. Si no me da un cabezazo es porque me hago hacia atrás, pero aun así me besa.


— ¿Qué decías?— me dice, separándose. Aún estamos tan cerca que nuestros alientos se mezclan. Le beso de nuevo, empujándolo, reclinándolo más hasta que termina acostado en el sofá.  No quiero que pase lo mismo que en el hotel, cuando perdí el control de lo que hacía. Él me mira— ¿pasa algo?


— No, está bien—  me vuelvo a sentar. Si dejo que las cosas sigan… podre ser un imbécil, como dicen Eder y Harvey, pero no como para hacer algo como eso— ¿Qué?


— ¿Por qué te detuviste?— le miro. ¿De verdad me está preguntado eso? no necesita ser inteligente para saber por qué. Él lo entiende, porque su cara se pone roja otra vez, pero creo que ahora está avergonzado por la estupidez de su pregunta.


— no sabía que querías que continuara. La última vez no fue tan bien.


— La última vez  estabas portándote como un idiota— no creo que eso haya cambiado— y no quería eso.


— ¿entonces ahora si quieres?— Harvey abre la boca, con una expresión de horror que me hace reír a carcajadas. ¡Ni siquiera se estaba dando cuenta de lo que me decía!—  bien, no tengo problemas con eso— como no me dice nada, y me sigue mirando como hipnotizado, me adelanto y le beso otra vez,  empujándole contra el sofá— pero solo será una prueba— le murmuro, apoyando los codos al lado de su cabeza.


— ¿prueba?


— es la primera vez que hago esto consiente, si no me gusta, entonces…— él parece volver en si con lo que digo,  porque frunce la frente.


— ¿si no te gusta que? ¿Vas a dejarme?


— te dejare así, tendremos que basar nuestra relación en otra cosa— es una broma, una nueva forma de molestarlo, en especial porque creo que ahora tiene cosas más importantes de que ocuparse, como lo que siento entre sus piernas. 


— No te atrevas, Noah— me besa. Me gusta cuando le dan estos ataques de valentía. De cualquier modo, no mentía del todo al decir que esto es una prueba. No creo que sea tiempo para llegar muy lejos.  Él jala de mi cabello, me duele, y en respuesta yo le muerdo. Siento el sabor de la sangre, y un jalón más fuerte— me mordiste.


— tu empezaste. Quítate esto— le jalo la camisa, algunos botones se abren con eso,  pero tengo que abrir otros. Harvey jadea— vamos, cenicienta, ¿en serio crees que te voy a obligar a hacer algo que no quieras?


— no lo dudo.


— Me ofendes— le digo, bajando  y mordiéndole el cuello.  Él se retuerce un poco, pero al final, algo parecido a un gemido sale de su boca.  Le miro, sonriendo.  No le digo nada, en cambio, le sigo besando, haciendo marcar muy notorias solo por el gusto de que me reclame después, cuando las vea. Él se restriega contra mi cuerpo, jadea cerca de mi mejilla. Quiero hacer una broma, decirle algo para verle avergonzado… pero no puedo hablar. Apenas puedo besarle unos momentos antes de sentir que me ahogo.   Le muerdo el hombro, y bajo mis manos hasta sus pantalones. Suelta una especie de gritito cuando siente mis dedos en el borde, buscando.


—  ¿Qué estas…?


— No piensas quedarte con eso— presiono un dedo contra su piel— ya que estamos en esto, al menos déjame encárgame de…


— de… de ninguna manera— casi gruñe. ¿Acaso se da cuenta de lo que me está diciendo? O de como luce su mirada ahora mismo. Casi me está pidiendo a gritos que continúe, así que lo ignoro y llevo ambas manos a su pantalón. No me cuesta mucho desabrocharlo, a pesar de que se retuerce e intenta apartarse, pero lo único que logra con eso es frotarnos más, tanto que comienza a ser doloroso.


— arg, bien, si no quieres que lo haga yo, hazlo tu— se detiene, sus manos deteniendo las mías, me mira, no cree lo que digo— vamos,  encárgate tú de esto.


— eh… yo…— su  pecho sube y baja con rapidez— espera, lo siento, esto no es… yo no… ¿Qué se supone que harás?— pongo los ojos en blanco. En lugar de responderle, termino por meter mi  mano en su pantalón. Harvey jadea.


— ¿nunca te habías tocado?


— Voy… a golpearte…— casi me gruñe. Supongo que es casi igual a como lo hago en ocasiones, no me detengo a pensar mucho en el hecho que le estoy tocando el pene a otro chico. Harvey no para de jadear, lleva sus manos a la boca.  Me molesta porque ya no puedo besarlo. Esto está molesto, necesito… yo también… le dejo para abrir mis propios pantalones. Tengo que improvisar. Le descubro mirándome con reproche, sonrió y esta voz comienzo a acariciar nuestros penes juntos. Me inclino, es más cómodo así, y le muerdo los dedos para que quite las manos de su boca.


— ¿Está mejor así?— mueve la cabeza para decirme que sí. Yo sigo con lo mío,  acariciando, apretando, frotando.


— ya no… ya…— entiendo lo que me quiere decir cuando  mi  mano se humedece. Yo no aguanto mucho más tampoco, no después de ver la maldita expresión que puso, y en la que va a poner cuando lo estemos haciendo.  Nos quedamos así, jadeando, en el sofá.


— Hiciste un desastre— le digo, enderezándome cómo puedo.


— ¿Qué yo? ¿Qué yo hice…? No fue  idea mía hacer esto ¿sabes?— me grita, porque ya estoy en el baño. Ah, mis pantalones están sucios… que molestia. Supongo que vale la pena. Me quito los zapatos y luego los pantalones— ¿Qué estás haciendo?— suena escandalizado.


— voy a mi habitación.


— ¡No puedes andar así por la casa!— su cara esta roja todavía. Le miro, y luego sonrió. Uso un tono seductor cuando le respondo.


— ¿Te gusta lo que ves, cenicienta?— el abre la boca, pero no dice nada— creo que tu ropa también se ensucio. Puedo prestarte algo si te quedas a dormir.


— ¿Qué? ¿Disculpa?— me aguanto una carcajada.


— ¿Quién le teme al lobo feroz?— canturreo. Él me entrecierra los ojos. Mañana es sábado, ninguno tiene nada que hacer.


— Solo porque no puedo irme así, y no creo que tu ropa me quede— yo pienso que somos más o menos de la misma talla, pero no se lo diré. Busco unos pants para que se los ponga. Se los arrojo hasta el sofá junto con una camisa floja mientras busco algo para mí. Cuando vuelvo a la sala, le escucho en el baño— Noah ¿tu compañero?— ah, sí. Es una suerte que el idiota no llegara mientras estábamos en eso.


— ¿Qué tiene?


— ¿no va a molestarse?


— lo dudo mucho. Ven— le hago una seña. Él duda y luego se viene a sentar a mi lado. Le paso el brazo por los hombros— justo por estos días, tiene que ser muy amable conmigo o no le ayudare con su asunto.


— oh, entiendo. Eres un maldito— pero me lo dice sonriendo.


— Si.


— por cierto, creo que… creo que hablare con Susan, le hare que me diga sobre sus padres y luego hablare con ellos. Es la única forma que se me ocurrió para conocerlos— suspiro.


— supongo que está bien, aunque bien podríamos…


— no vamos a golpearla para llevarla a saber dónde.


— Aburrido— se inclina y me besa le mejilla. El gesto me toma por sorpresa, siento el estómago revuelto, pero en una sensación agradable. Le tomo de la cara, a lo mejor con brusquedad, y le beso. Nuestras lenguas se mueven juntas, y luego lo muerdo— no arruines mis planes con tanta facilidad.


— Idiota— me dice.  Me reclino contra él, apoyando mi cabeza en su hombro. Creo que esto es lo más parecido a la felicidad que conozco. 

Notas finales:

Gracias por leer, hasta la próxima semana.


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