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You Gave Me A Home por KuroAshi_ZxS

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Notas del capitulo:

Marvel, así como sus personajes e historias, no me pertenecen.

¡Hola a todos! Como prometí, estoy de regreso, casi una semana después, si los calculos no me fallan. También, como mencioné en el capítulo anterior, esta actualización es más larga. Si no me equivoco, va sobre las cinco mil palabras.

Como mínima advertencia, puede que sea algo lento. Pero como todo en esta historia, es necesario, para poder complementar la trama.

Agradecimientos especiales a: wandarogersstark ¡Muchas gracias por leer y comentar!

Mil disculpas por cualquier posible falta ortográfica.

Llevó una de sus manos a su cuello, sintiendo como el rubor se alojaba en sus mejillas. Su nerviosismo era palpable, a sabiendas de las reprimendas y gritos que le esperaban. Pero antes que todo ocurriera, Mary se lanzó a sus brazos, deshecha en un mar de lágrimas.

Steve correspondió con fuerza su abrazo, olvidando todo por un momento, incluso sus pesares y la confusión. Su sobrina ahora le necesitaba, y todos se encontraban vivos. Eso era lo que realmente importaba.

Lejos, muy lejos de allí, miles de planetas de distancia, Thanos sonreía con júbilo. Si bien no todo marchaba a la perfección, sus planes parecían rendir sus frutos, y ahora estaba seguro de cuál sería su siguiente paso a dar.

Sí, quizás su guantelete estuviera arruinado, pero había encontrado un reemplazo casi tan bueno como el anterior.

xxxxx

Para Evelyne, su hijo se había convertido en otra persona.

Frank, desde su más tierna infancia, solía ser un chico retraído en sí mismo. Ella solía compartir más con su fallecida hija mayor, Diane, y el pequeño parecía preferir a su padre. Luego de su muerte y la llegada de Walter, ese tipo de relaciones se habían mantenido. Y al crecer y darse cuenta que su hijo no poseía el grado de intelecto que esperaba, además de la decepción, fue quizás otra excusa para alejarse de él.

Al igual que Diane, Frank solía hacer lo que ella demandaba. Era quién mandaba en casa, y en buena parte, también en sus vidas. Si su hija mayor no tenía pareja, Frank tampoco. Una de las pocas ocasiones en que se había revelado contra ella, aunque fuera mínimamente, fue por unas estúpidas clases de dibujo que ahora tenían más sentido de lo que pensaba.

Y solo dos días atrás, su mundo se había venido completamente abajo. Todo lo que creía, todo lo que pensaba, estaba alejado de la realidad.

Resultaba que la actitud pasiva de su hijo era un engaño. O más bien, la falta de deseo de contarle que pasaba por su cabeza. Era una loca fantasía, que solo tras caer en ese mundo, cobraba algo de sentido. Un hecho que prefería no reconocer, al menos no abiertamente, dado que los amigos de Frank solían tener como pasatiempo reírse de su actitud crítica. O de su deseo de regresar a casa.

Si lo pensaba detenidamente, existían otros detalles. De cuando su fachada empezaba a desmoronarse, y llamar poderosamente su atención. Ya no era el simple profesor de filosofía, y su primer llamado fue tras el suicidio de Diane. Nunca pensó que Frank fuera capaz de tomar en sus manos una responsabilidad tan grande, aunque ahora supiera que antes había realizado proezas mayores. Una bebé, por aquel entonces, era más de lo que podía imaginar.

Antes…solo recordaba pequeños atisbos. Lo preocupado que parecía de pequeño cada vez que enfermaba, o las veces en que los profesores de historia habían llamado su atención, al rebatir sus clases. Todo tenía sentido, aunque no le gustara.

Por ello, en esos momentos, sentía que estaba frente a un verdadero extraño.

Desde que se había presentado en casa, parecía distinto. Lo había visto quebrarse frente a sus ojos, era cierto. Pero cuando puso pie en este mundo, la seguridad y la decisión parecían brillar en cada uno de sus movimientos. Se movía en un entorno familiar, donde ya no debía aparentar. Donde parecía que tenía un rol que cumplir, y que lo haría sin dudarlo.

Claro, sabía que en muchas ocasiones no había dejado de luchar, sobre todo contra ella, para evitar que su libertad o su dinero se viera coartado. Pero ahora…

Pensamientos similares transcurrían por la mente de Roberta. Lo doloroso que resultaba darse cuenta, cuan distinto parecía Frank. O Steve, si bien prefería usar su nombre real.

Aún tenía fresco en su mente el momento en que el chico había acudido a ella, casi una década en el pasado. Era tarde, cerca del anochecer, cuando un muchacho de cerca de veinte años se presentó a su puerta, en busca de adquirir una de sus propiedades. Parecía desesperado, angustiado, pero por sobre todo exhausto. Y en sus manos, con evidente delicadeza, sostenía a la pequeña Mary. Y la niña, instantáneamente, había robado su corazón.

Quizás se debiera a la falta de sueño, al cansancio o al estrés, pero desde el primer momento supo la verdad. El chico fue abierto con ella, le contó todo, y fue por ese motivo que le ofreció dormir en casa esa noche. Tardarían mucho en organizar su nueva vivienda, y por ahora, Mary necesitaba descansar. Tener un techo seguro bajo su cabeza.

Desde ese día, también, ambos se convirtieron en buenos amigos. Frank…Steve, era un chico más que decente, batallando solo por una causa muy noble. Lo había llegado a amar como un hijo, y a Mary como la nieta que nunca tuvo, por el fallecimiento temprano de su marido. Pero esos dos eran más que suficientes en su vida, y quizás por ello, odiaba tanto a Evelyne.

No una, sino que muchas veces, se había preguntado cómo es que alguien con una madre como ella, podía tener tal entereza. Ello le traía demasiados recuerdos, algunos más angustiantes que otros, pero todos tenían la verdad que solo ahora veía, escondidas bajo una fina capa de señales mixtas y silencios interminables.

Como cuando Mary había cumplido solo dos años, enfermando gravemente debido al mal tiempo. Frank aún no ganaba suficiente dinero, como para poder llevarla a un médico especialista, pero parecía seguro en cómo tratarla. Ella dudó, vigilando cada paso y, sorprendentemente, había acertado. Por supuesto, había preguntado, y él sin darse cuenta había comentado que “Ma me lo enseñó. Siempre estaba enfermo, cuando niño”.

Fue también el momento en que Mary acabó por despertar, así que dejó de lado la conversación, prefiriendo relevar al chico y permitirle dormir un par de horas. Tiempo después lo recordó, extrañada al escuchar llamar a su madre de un modo tan cariñoso, y no por su nombre de pila. Creyó, erróneamente, que quizá durante su temprana infancia si se había preocupado, y el nombre venía con los recuerdos. Pero el señor Barnes…James, le dijo la verdad sin siquiera darse cuenta. Los recuerdos siempre eran una fuente poderosa de conocimiento.

Ocurrió esa misma tarde, cuando lograron huir, traspasando ese portal hacia Hong Kong. Todos se negaron a moverse, incluso la perra de Evelyne, a la espera que llegara el resto del equipo con nuevas noticias.

Vio aterrada al amable doctor, Banner, regresar con la ropa hecha jirones. Al rubio, Barton, con un arco destrozado. El único que parecía más o menos intacto era Barnes, pero su rostro estaba cubierto de lágrimas, lo que les dijo todo lo que necesitaban: aún no sabían nada de Frank, ninguna noticia relevante desde su maniobra suicida.

James era un buen tipo, preocupado, siempre atento por… por Steve. Eran más parecidos de lo que cualquiera pudiera pensar, y por ello tampoco les sorprendía que fueran tan buenos amigos, casi hermanos. La historia que ese día habían conocido también lo confirmaba.

Una sombra de dolor parecía destacar en todo momento en sus ojos, pero incluso en esos momentos fue dejada de lado, en pos de calmar a la pequeña. Sabiendo que se veía sucio por la batalla, pero que no haría el favor a nadie quedándose con tantos compañeros pendientes de la invasión, decidió ser el primero en mantenerse a su lado.

“Hola” James se arrodilló frente a Mary, tendiéndole su mano derecha “no hemos tenido mucho tiempo de hablar, pero mi nombre es James. Aunque todos me dicen Bucky, si es que así lo prefieres” hizo una pequeña pausa, permitiendo que ella se presentara “será mejor que dejemos la sala de comunicaciones a quienes si sepan usar magia. Yo no entiendo mucho, y aunque suene genial, es bastante aburrido”

“¿Realmente? ¿Cómo el portal?” rápidamente, había captado la atención de Mary, un logro que impresionó incluso a Roberta. Muchas veces, solo los gatos y las matemáticas eran capaces de hacerlo. Pero seguía siendo una niña pequeña, e incluso un tema como la magia, despertaba curiosidad en una mujer mayor como ella.

“Exactamente” Barnes asintió, antes de dedicarle una sonrisa notoriamente divertida y malévola “le pediré a uno de estos hechiceros que nos lleve a una sala para nosotros a través de otro portal ¿qué dices? Hoy tuvimos que abandonar antes de tiempo el museo, pero dado que yo viví todo ello, puedo contarte historias muy interesantes sobre tu querido tío”

Eso bastó. Fiel a su palabra, y luego de intercambiar un par de frases con un hechicero en su idioma natal, pronto estuvieron acomodados en una amplia sala, con comida y suaves sofás.

James aceptaba sin problemas cualquier petición, relatando sus aventuras con Frank, cuando aún eran niños. Tocaron toda clase de temas, incluido su brazo mecánico, que logró interesar a Evelyne y a Mary a partes iguales. Fue también durante esa charla de casi dos horas, que Barnes les habló de la familia que Steve tenía allí.

Tal como en la vida que conocían, había perdido a su padre a temprana edad, pero ello había ocurrido en plena guerra, y producto del gas mostaza. Su madre, Sarah, le había criado sin nadie más a su lado. Y cuando James mencionó la deteriorada salud que este tenía, una vez más, finalmente todo tuvo sentido en su mente.

Claro, habían escuchado hablar de ello en su visita al museo, pero al hablar de su madre, fue casi como una relevación. Al menos agradecía que en esa vida hubiera tenido una progenitora cariñosa, preocupada por él. Y también ayudaba a entender lo poco que le interesara el dinero, aunque estuviera constantemente preocupado por ganar un poco más, debido a su sobrina y sus necesidades.

Siempre se estaba sacrificando, y eso era algo que Roberta sabía a la perfección. Pero darse cuenta de la magnitud de tal problema, comprobarlo con sus propios ojos, era sin dudas horrorosamente distinto.

Y no, no solo se trataba de la suciedad que cubría su cuerpo y de la ropa desgarrada. Tampoco de las notorias heridas, de cómo favorecía un lado más que el otro al caminar, de su muñeca inflamada, del agotamiento en sus facciones.

Era el porte militar ahora más notorio, gracias a que de alguna forma, ahora si se parecía del todo a las fotografías y grabaciones que había visto esa misma mañana. A su mirada decidida y brutal. Incluso su cabello y barba más poblados y desordenados, que le conferían una apariencia extraña, pero sin duda mucho más ruda, implacable.

Y dolía en su corazón, que alguien que amara como un hijo, tener que sufrir tanto siendo tan joven. Pero también se alegraba, saber con certeza que ya no necesitaba fingir. Ese era su mundo, y sus amigos. E incluso Roberta sabía que no lo cambiaría por nada.

O eso fue, al menos, hasta la reunión con el doctor Stephen Strange.

“¿qué hiciste qué?” preguntó el Hechicero Supremo, visiblemente anonadado, tras escuchar la historia completa de boca del Capitán.

A pesar que planeaban hacer una reunión con todos presentes, se había transformado en una tarea casi imposible. Muchos se encontraban en la enfermería, como ocurría con el caso de Tony: uno de los dos líderes reconocidos, que aún permanecía inconsciente producto a los sedantes. Pero era necesario debatir sobre su siguiente paso, luego de haber conseguido una evidente victoria en contra del ejército de Thanos. Enemigos que volverían tras reagruparse, en menos de lo que cualquiera podría estimar.

De momento, solo establecerían las medidas de emergencia, de cómo huir nuevamente, si la situación lo ameritaba. La condición de sus amigos, si bien no era crítica, les haría imposible defenderlos a todos sin caer. Y de ese modo, evitar cualquier tipo de disputa, si alguno no estaba de acuerdo con el plan oficial, sobre lo que harían de ahora en adelante, para derrotar al Titán de una vez por todas.

“La verdad…ni siquiera sé que ocurrió, Stephen” replicó Steve, confuso. Al parecer el doctor había comprendido algo de suma importancia, a juzgar por su semblante alarmado. Algunos de los hechiceros presentes, los representantes del Santuario, poco a poco captaron la esencia de lo que había ocurrido. Y eso solo logró asustar más al rubio, preocupado de haber hecho algo importante sin darse cuenta, en medio del fragor de la batalla.

“Es simple” Wanda, contra todo pronóstico, había sido capaz de unirse a ellos para esa improvisada reunión. Dado que no había formado parte del grupo que los había regresado a su mundo, su agotamiento y la cantidad de magia perdida, era mucho menor “eres como Vis…Steve…”

El corazón del capitán se rompió un poco más, pues luego de todo lo que había ocurrido, era bastante extraño que la Bruja Escarlata lo nombrara. Steve intuía a que era por su propia paz mental, intentando mantenerse fuerte, para conseguir de regreso la gema de la Mente. Era lo único que la sostenía, y perder el control de un poder como el suyo, podía ser peligroso tanto para ella misma, como para sus más cercanos.

Pero sus palabras seguían descolocándolo.

Roberta alzó sus cejas, expectante, a la espera de una explicación. Él había solicitado que su familia y amigos le acompañaran pues, les gustase o no, estaban involucrados en esa situación tanto como ellos. Merecían saber, y de primera mano, que ocurriría en su futuro antes de poder regresar. Por eso se encontraban sentados en un extremo de la habitación, dado que incluso con magia, sería prácticamente imposible mantener contacto visual entre todos. Los líderes y figuras más importantes, en la mesa mayor, era la mejor resolución a la que habían sido capaces de optar.

La única excepción era Mary, recostada en esos instantes contra su amplio pecho. No había dicho mucho desde que había regresado, y Steve sospechaba que solo podría hablar con ella esa noche, cuando se encontraran a solas. Pero de momento nadie parecía en extremo preocupado, pues los hijos de Clint y la pequeña de Scott también habían regresado, y ocurría lo mismo con ellos.

Aunque el caso de Cassie era un poco distinto: se encontraba en la enfermería, con su madre y su padrastro, cuidando de Lang y Hope. Ambos, junto con Luis, habían sido llevados a la sede: Laura era una gran persona, pero incluso ella no se daría abasto con tantos niños, además de los propios. Necesitaría una mano, si tras cada batalla, incluso él podría acabar herido.

Era un alivio contar con tantos dispuestos a ayudar. Y, sobre todo, que los Hechiceros no pusieran trabas porque los niños, obviamente asustados y necesitados de sus padres, pudieran permanecer a su lado, aunque infringiera sus reglas primordiales. Era consciente de que para ellos, sobre todo los residentes específicos de ese Santuario, compartir con quienes no tuvieran relación con el Mundo Astral. El fin del mundo era una excusa tan buena como cualquiera, para derrotar esa clase de diferencias.

Debido al poco tiempo que sus amigos habían pasado con ellos, no estaban al tanto de todos los acontecimientos ni de sus miembros. El androide era uno de ellos, así como lo ocurrido con la banda de Quill. Dirigió su mirada a Wanda, pidiendo permiso, sabiendo lo doloroso que sería para la chica. Pero ella se mantuvo firme, dispuesta a explicar para las personas en que el rubio confiaba, la verdad tras lo ocurrido.

“Es…complicado referirme al nacimiento de Vis. Si quieren verlo de un modo más simple, es un androide. Y está aquí gracias a Stark y al doctor Banner” a pesar de que la rivalidad con Tony había terminado, junto con el resentimiento por sus armas y el destino de sus padres, era difícil para Wanda llamarlo por su nombre, al menos en presencia de extraños. Una relación demasiado nueva, para alguien que batallaba por seguir de pie “Nos conocimos…trabajamos una temporada como parte del equipo. Y nos hicimos pareja…” sus mejillas se ruborizaron, seguro teniendo en cuenta los pensamientos que pasaban por sus cabezas “y la primera vez que el ejército de Thanos atacó la Tierra, estábamos juntos…”

“Deberías haber avisado tu ubicación” replicaron Sam, Natasha y Steve en conjunto. Ninguno se habría opuesto a su relación, y estaban al tanto de sus encuentros. Wanda había aprendido mucho de la Viuda Negra, por lo que cada vez era más difícil contactarlos. Eso había ocurrido la última vez, y casi los habían matado, mientras ella intentaba proteger a Visión.

“Lo sé, no tiene que repetirlo siempre, trío de sobreprotectores” Wanda les regaló una sonrisa cariñosa, pues sabía que sus intenciones no eran hostigarla, solo cuidarla en un entorno tan hostil, y bajo decenas de gobiernos que estaban tras su cabeza. Si bien su amistad con el rubio era más fuerte, los otros dos no se quedaban atrás: casi como sus hermanos, o los padres que tanto tiempo atrás había perdido “pero antes de ello… ¿tienen alguna noción sobre las Gemas del Infinito?” satisfecha, se dio cuenta que todos asentían casi al unísono. Eso haría más sencillo sus siguientes explicaciones “Vis…Visión, tenía una en la frente. La de la Mente. Y el día en que nos atacaron, me dijo que sentía un dolor terrible en el punto de unión. Que le estaba advirtiendo lo que ocurriría”

Wanda desplazó un par de videos por la consola, proyectándolo de tal modo en que todos pudieran verlo. El primero había sido obtenido del hotel donde se habían registrado, y desde donde solían interferir la señal, antes de sobreponerla a otras imágenes antes de partir. El segundo, el ataque en la calle, cuando prestaban atención al noticiero que anunciaba la desaparición de Tony. Y, el último, en el momento en que los habían rescatado.

“Tú y tus entradas dramáticas, punk” replicó Bucky, divertido al notar que ahora era el rostro de su mejor amigo, el que se encontraba sonrojado por completo. Conocía de primera mano lo buen estratega que era Steve y que, si tenía la oportunidad, realizar sus ocurrencias y ataques, del modo más elegante posible.

El rubio se sonrojó casi al instante, desviando su mirada de las expresiones de sus amigos. Pues aunque no era el único en aparecer peleando cara a cara contra sus enemigos, por obvios motivos, la atención estaba centrada completamente en él.

“¿Intentas decir que esas Gemas tienen vida?” Clint interrumpió, dando fin a una posible discusión. Si bien disfrutaba de discutir con Barnes o verlo mientras lo hacía con alguien más, ahora todo empezaba a cobrar sentido en su mente. Y necesitaba aclarar sus dudas antes de sentir que su mente colapsara por tamaña información.

“Exactamente” Strange retomó la palabra “Gamora lo mencionó ¿recuerdan? Desde que Thanos la chantajeó con su hermana Nébula. Pero por sobre todo, lo relacionado con el guardián de la Gema del Alma, y cómo esta pedía un sacrificio para ser utilizada. De no haber tenido mente propia, tal cosa no podría hacer sucedido. No es lo mismo ofrecer una vida cualquiera…como la de un ser querido…”

“Pero yo…no lo hice, no sería capaz de hacer tal cosa…” Steve se sentía cada vez más nervioso, negando la posibilidad de una alternativa como esa con férrea determinación.

“No, cariño, hiciste todo lo contrario”

En un gesto completamente involuntario, el rubio giró su cabeza hacia la puerta de la entrada, a la espera de ver a su obstinado novio allí de pie. Para su sorpresa, y solo tras unos vergonzosos segundos, se dio cuenta que la voz provenía de la consola central: como no, Tony la había intervenido de algún modo, para no quedarse lejos de la discusión.

Steve resopló. Al menos había aprendido su lección, y seguía en la enfermería. Aunque preferiría que su novio descansara, era el mejor escenario a su favor. Por ello ignoró cualquier mención hacia como debía dar fin a las comunicaciones, decantando por continuar la reunión.

“Lamento no haber estado allí, cuando despertaste…” Se disculpó, a sabiendas de lo terrible que podría ser para alguien con estrés post traumático, volver de la inconsciente tras una pelea.

“Está bien, luego podrás compensarme, Stevie…” tras una ronda de murmullos en desacuerdo y un par de comentarios subidos de tono, que luego menguaron al recordar la presencia de los niños, Tony prosiguió con celeridad “la Gema pedía una vida de un ser querido para mostrar las consecuencias de su uso. Pero en vez de hacerlo, trajiste a millones al costo de la tuya”

“Pero nada ocurrió esa vez, Tony. Y aunque a nadie le guste…fue un sacrificio razonable…”

“Todos lo sabemos, estamos más que conscientes…”la voz del chico se había vuelto notoriamente suave, casi al borde de las lágrimas “Loki nos lo dijo: nada ocurrió porque tuviste en tus manos dos Gemas. Ahora solo tenías una: una piedra que antes comprobó de lo que eras capaz. Hiciste el sacrificio, y te elegió como el siguiente portador. Es bastante simple”

“Y tu no querías dañar, sino proteger…” Wanda tomó sus manos entre las suyas “por eso te mantuvo a salvo, siguió tus planes… de algún modo te otorgó esa fuerza”

“Cuando los Guardianes regresen, podremos preguntarles” Stephen parecía preocupado, pues de primera mano entendía la enorme responsabilidad que ahora recaería en los hombros del Capitán.

Anonadado ante tales revelaciones, Steve extrajo la Gema del Alma del bolsillo de su camisa. Sin tiempo aún para darse una ducha, solo había sido capaz de limpiar su rostro antes de asistir a la reunión. Por ello aún cargaba la piedra consigo, aunque hasta ese momento, en realidad lo había olvidado. Escuchó jadeos y gemidos de consternación, pues aquello era una prueba palpable que lo que decían sus amigos era verdad: para cualquier otro que pudiera mano encima en una de ellas, quedaría desintegrado al instante. Solo pocos poseerían la fuerza suficiente para aguantar unos segundos, antes de desaparecer.

Sostenerla entre sus dedos ya no era doloroso para Steve, sino que más bien era un peso reconfortante. Tendría sentido, inclusive las voces que creía escuchar, y a la persona que había visto sonriendo, antes de obtener su cuerpo de regreso. Le sorprendía que Visión, tan poco antes de morir, se diera cuenta de aquel detalle, más de dos años transcurridos desde su nacimiento. Pero muchas de esas preguntas, tardarían en poder ser contestadas.

Mary parecía curiosa, sin atreverse a tocarla, pero mirándola detenidamente. Tenía un brillo singular, que daba una muestra del enorme poder que ocultaba en su interior. Que no era una piedra preciosa cualquiera.

Más temprano que tarde, la improvisada reunión llegó a su fin. Tras decidir que algunos hechiceros y miembros de su equipo en mejores condiciones, ayudarían con en Nueva York y la Capital para poner orden, sería solo el primero de los pasos. Natasha daría una conferencia, quién había asumido ese rol, desde que él había muerto por primera vez. El resto ayudaría con las estrategias, los entrenamientos y, sobre todo, a buscar a aquel hombre a quién Steve había tomado su motocicleta. No sería una buena jugada que se hiciera viral la noticia, que estaba de regreso. Podría traerles más problemas con los que sería capaz de lidiar.

De momento, convenía que permaneciera entre las sombras.

“Tu muñeca…” murmuró atónita Bonnie, una vez que todos abandonaran la improvisada sala de reuniones “hasta hace poco…”

“Oh, eso” Steve sonrió quedamente, siendo capaz de mover su mano sin dolor alguno “es gracias al suero. Curo mucho más rápido de lo normal. Y dado que no se trataba de nada serio…”

“Tardó menos de unas horas” la chica parecía sinceramente maravillada “eso es increíble ¿qué más puedes hacer?”

Notando que había captado la atención de sus amigos, a quienes escoltaba en esos momentos a sus habitaciones designadas, se dio cuenta que no podría visitar a Tony hasta que aclarara los tantos con ellos “pues…mi fuerza está de regreso. Y mis sentidos son más agudos. No es la gran cosa” se alzó de hombros, intentando restar importancia a sus capacidades.

“¿Qué tan buenos son ahora?” Walter y Mary preguntaron al unísono, ganando como respuesta un coro de carcajadas.

“Casi perfectos, en realidad”

“¡Tony!”

Bien, quizás Steve había esperado demasiado en esa ocasión, para ser verdad. Su novio se encontraba de pie fuera de su habitación, recargado contra la pared, a la espera de ellos. Llevaba muletas, y dado que buena parte de los habitantes del Santuario había asistido a la reunión, no le sorprendía en lo más mínimo, que incluso hubiera sido capaz de burlar la seguridad mágica que el lugar ofrecía.

A juzgar por su semblante, el rictus de dolor que ofrecía, estaba más que dolido. Seguramente la anestesia ya estaba menguando, y era lo único que explicaría que pudiera moverse, tan pronto después de una operación.

“No digas nada, Steve. Ya estoy aquí” Tony le sonrió, permitiendo que su novio le ayudara a permanecer de pie, restando peso a la herida de su muslo “no soportaría pasar una noche en el hospital, créeme. Sea mágico o no”

“Lo sé perfectamente, no soportas nada” el rubio puso los ojos en blanco, despidiéndose de sus amigos. Todos captaron aquella indirecta, de como cualquier pregunta que tuvieran, debería hacerse el día siguiente.

“Eso si es exagerar” el chico miró de reojo a la pequeña Mary, quién permanecía a su lado, con un semblante indeciso. Steve seguro captó también su inseguridad, por lo que tras ayudarlo a entrar a la habitación y sentarse en un cómodo sofá, se enfrentó a su sobrina.

“Hey, Mary, ven aquí” extendió una mano, esperando pacientemente que la tomara “¿qué es lo que ocurre?”

“Yo…sé que soy grande, pero…”

“Quieres dormir a mi lado nuevamente ¿no es así?” preguntó el rubio, a sabiendas ya que eso ocurriría. Demasiadas emociones en un día. Le preocuparía más que su sobrina se mostrara alegre, o reticente a pasar tiempo con él.

Luego de unos segundos, evidentemente avergonzada, Mary asintió a las palabras de su tío. Luego miró de reojo a Tony, quién pronto se dio cuenta de lo que su presencia implicaba. Alargó su mano, dispuesto a tomar sus muletas, ponerse de pie y abandonar la habitación; cuando la pequeña le detuvo.

Dudoso, dirigió su mirada hacia Steve, quién le dedicó un leve asentimiento como única respuesta. Un brillo singular en su mirada le hizo enderezar su postura, pues si Steve se encontraba al bode de las lágrimas, algo muy importante estaba a punto de tener lugar.

“¿podrías quedarte también esta noche, Tony?”

Para Mary, el hecho que llamara a alguien por su nombre, significaba que ya formaba parte de su círculo de confianza. Era extraño para muchos, sobre todo durante los primeros encuentros, verse tratados con tal grado de respeto. Sobre todo, debido a la voz sarcástica o aburrida de la niña. Por eso trataba de ese modo a su tío, mostrando en cada interacción, el cariño que sentía hacia él.

Pero eso, en vez de ayudar a Tony, le hacía sentir aún más aterrado.

La conocía hace solo una semana, pero la había admirado desde el primer instante. El hecho que lo desafiara, lo probara, solo para proteger el corazón de su tío, era admirable. También tenía una mente poderosa con la que se identificaba, y había sobrellevado con valor los eventos de ese día. De realizar un viaje inter dimensional, sin romper siquiera en llanto.

Pero se mentiría si no admitiera, que tal pregunta abría para él una enorme posibilidad. Incluso alguien con problemas tan notorios para socializar, entendía el significado implícito. Y del enorme peso que este poseía.

“Ella…” tartamudeó Steve, intentando contener la emoción a duras penas. Aún recordaba con claridad el instante en que había permitido que los enemigos se lo llevaran, lo que la pequeña le había dicho, la decisión férrea que había expresado.

“Yo quiero quedarme aquí” confirmó Mary, con la voz igualmente temblorosa, a la espera de una respuesta.

Tony se mantuvo unos segundos en silencio, intentando procesar tales palabras. Empezó a tartamudear, sin saber si aceptar o denegar tal oferta, cuando la voz preocupada de la rubia volvió a llamar su atención.

“¿Es por la pierna? ¿Te duele mucho?”

Con ello, Steve no pudo evitar estallar en carcajadas. La situación era demasiado hilarante para soportarla. Mary a veces era demasiado inteligente para su propio bien, pero en otras ocasiones, era realmente inocente. Eso, y que además no conocía del todo la historia de trasfondo de su novio.

Al menos se sentía más aliviado. Sabía porque la niña había estado tan callada desde su llegada. Y que, contra todo pronóstico, ambos podrían permanecer en ese mundo. Con la gente a quienes llamaba amigos y familia, con quienes en más de una ocasión había luchado codo con codo. Ahora solo necesitaba hablar con Roberta, y todo sería perfecto para ellos.

Teniendo piedad de su novio, quién seguía siendo acribillado en preguntas por Mary, se agachó en medio de ambos, intentando frenar su conversación “Cariño…Tony en realidad está preocupado por otra cosa…”

“¿Qué es lo que ocurre? ¿Otra herida?”

“No…no se trata de eso, esta vez” la abrazó contra sí, sabiendo que por medio del contacto, sería más sencillo tener su atención dirigida hacia él “Tony…al igual que yo, tiene a un chico que quiere como a un hijo. Ellos no están relacionados por sangre, pero ambos sabemos que eso no cambia nada ¿verdad?” tras un asentimiento, prosiguió con su discurso “Peter es mucho mayor que tú, se encuentra a punto de entrar en la Universidad. Tiene a una tía, a quién quiere mucho, pero también ama a este hombre maravilloso como su padre ¿ahora lo entiendes?”

La pequeña frunció el ceño, antes de sonreír alegremente “¿Entonces ahora tengo un hermano?”

Fue el turno de ambos en estallar en carcajadas. Porque, por supuesto, esa sería su respuesta.

Steve sabía que ese era uno de los mayores temores de Tony, además de decepcionar al Hombre Araña, era tomar decisiones que lo afectaran directamente. Sabía que era feliz viviendo con May, pero de no haber estado en su vida, lo habría adoptado sin dudarlo. Ella había conocido a otro hombre, quién le había ayudado durante el periodo en que Peter había estado muerto. Y debido a la cercanía con su novio, incluso habían hablado de que se mudara a la base.

Era una relación especial, que Steve entendía a la perfección, y con la cual tendrían que tener cuidado.

“Mary…” murmuró Tony, ofreciéndole una sonrisa “Sería un honor quedarme aquí, con ambos…”

O al menos, había sido la idea inicial. Tras lograr acomodar la pierna herida del castaño en su cama, de conseguir que la pequeña cepillara sus dientes y peinara su cabello, se vieron ante una terrible interrogante: cómo poder dormir los tres en una misma cama.

A fin de cuentas, y luego de probar con distintos medios, Mary había acabado en medio de ambos. Entendían que tuviera miedo, y que por eso necesitara el contacto físico con personas que sabía, la protegerían sin esperar nada a cambio.

Tony se veía enormemente tenso, y cuando la pequeña finalmente acabó dormida, el rubio supo que su conversación inacabada podría seguir.

“Yo…tengo miedo de fallarles…no sé cómo ser…”

“Eres un buen padre, Tony. Lo creas o no” Steve besó con suavidad el dorso de su mano, intentando infundir confianza con ese gesto “será complicado adaptarnos, hablar con Peter, saber si soy aceptado. También siento temor. Pero aunque hayas tenido problemas en tu infancia, no significa que serás como Howard”

Su novio tragó saliva, nervioso ante la mención de su padre. Aún era un tema doloroso entre ambos, pues era difícil mantener en mente, que ambos conocían al hombre en periodos distintos de su vida. Era normal que cambiara, y por ello eran igualmente válidos. Pero siempre causaban conflicto entre ambos.

Una vez, tras su reencuentro, habían tocado ese tema. Había sido necesario, un cierre a la pelea que necesitaban para poder luchar como camaradas. Por eso Steve estaba informado de lo ocurrido cuando era niño, y de lo que todo ello implicaba.

“Quiero creer en ti… voy a creer en ti…” murmuró Tony con suavidad, intentando sonreír.

“Te lo dice alguien con experiencia en el tema: el amor que puede sentir un padre, va mucho más allá. A veces puedes cuestionar tu labor…pero nunca, realmente nunca, serías capaz de hacerle daño a Peter. Y si sientes lo mismo por Mary, sé que tampoco lo harás. Contigo está en buenas amigos”

Asintiendo en silencio, y con lágrimas a los ojos, Tony intentó dejar que el cansancio tomara las riendas. Tal nivel de confianza podía resultar atemorizante y hasta asfixiante, pero se sentía extrañamente en paz.

Hizo una nota mental antes de caer en la inconsciencia: si los magos del Santuario lo permitían, mañana mismo estaría comprando un piano.

Notas finales:

Espero sinceramente les haya gustado, y como siempre, cualquier duda o consulta, pueden dejarla en comentarios.

Un pequeño comentario, por si se lo preguntan: la razón por la que Tony al final nombra un piano, es por la película Gifted. Mary, al menos en dos o tres ocasiones, menciona su deseo de tener un piano. Aunque parece que lo hace para molestar a su tío que por otra cosa jaja

Y como disculpa por un cap algo más lento, pero si más...adorable jaja en el siguiente se iniciará con un POV de Thanos. En esa ocasión, quizás buena parte de sus dudas se responda.

Solo una advertencia: no sé si la siguiente semana logre traer un cap. O al menos, no hasta el próximo domingo. La razón es que viajé a casa por celebraciones de mi país, y seguramente tendré muchas visitas, y no estaré muy al pendiente de mi computador. Espero lo entiendan.

Nos vemos en la próxima ¡Cuídense mucho!


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