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Complemento por 1827kratSN

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Su perfil era delicado, aunque a veces se hallaba adornado por banditas debido a algún accidente ocasional, pero jamás dejaba de ser hermoso. Fue por eso que en medio del silencio de la mañana se quedó mirándolo, memorizando cada línea que adornaba el rostro de Enma.

La línea de la nariz se arrugaba a veces debido a una mueca entre sueños, los pómulos no eran tan marcados, las mejillas estaban enrojecidas debido al calor del celo, los labios entreabiertos y algo humedecidos de tal forma que el color cereza se remarcaba, las pestañas un tanto abundantes, los cabellos que se movían de vez en cuando por sutiles movimientos.

Era adorable.  

Pero no podía quedarse embelesado por siempre, aunque lo deseara.

Tsuna se movió tan despacio como le fue posible para no despertar a su pelirrojo, se deslizó entre las sábanas, pisó el suelo y rezó mentalmente para no caerse o hacer ruido. Festejó soltando una risita sutil cuando estuvo libre y sin causar algún accidente. Dio una mirada más a Enma, sonriendo porque su novio soltó un gemidito sutil entre sueños, y lo arropó adecuadamente antes de dirigirse fuera de ese cuarto.

Y si bien quería seguir abrazado a su omega, acariciándole la espalda, aspirando tan fragante perfume, besarlo también, no podía… porque si era encontrado de esa forma por Adelheid no saldría bien parado.

La familia de Enma daba miedo. La suya también, pero estaba acostumbrado a ello.

 

—Oh, eres tú —ella había llegado de su viaje de trabajo más temprano de lo pensado.

—Bienvenida, Adelheid-san —saludó respetuosamente a la alfa que lo miraba tan escrutadora como siempre—. Enma está durmiendo en su habitación —respondió a la pregunta muda.

—¿Te quedaste esta noche? —elevó elegantemente su ceja derecha.

—Sí —el castaño se agachó justo para evitar el zapato de tacón que le lanzaron—. Enma entró en celo en medio de nuestra cita y… —dio dos pasos a la derecha para esquivar el otro zapato—, compramos medicina. Lo traje para que descansase.

—¡¿Qué le hiciste?! —esa voz potente causaría escalofríos en cualquiera.

—Nada —reía nerviosamente mientras veía a la pelinegra acercarse mientras se recogía las mangas de su blusa—. Sólo me quedé con él porque no había nadie en casa para que lo cuidase.

—Si te atreviste a tocarlo con dobles intensiones —aura oscura, mirada afilada, enfadada asemejaba a un demonio—, ¡te disciplinaré!

—Adelheid-san, sabe que nunca haría algo así —Tsuna esquivó la primera patada voladora y suspiró—. Al menos no antes de…

—¿Antes de qué? —ambos alfas se quedaron posicionados, mirándose fijamente, preparados para lo siguiente.

—Le pedí matrimonio —sonrió y se agachó para esquivar la pierna de Adel, la hermana mayor de esa casa—. Creí que ya era momento —jadeó antes de rodar por el suelo y levantarse a una distancia prudente.

—Yo no he autorizado una acción de esas.

—Pensaba hablarlo con usted primero, pero… —el castaño suspiró porque justo en ese momento recordó que no llamó a su propia casa y justificó su ausencia de esa noche. ¡Estaba en problemas! — las cosas sucedieron de forma diferente a la que planeé.

—Enma… —deteniendo su siguiente ataque, la pelinegra frunció su ceño—, ¿aceptó?

—Sí —Tsuna estaba listo para pelear, pero en vez de eso se quedó quieto mientras la Adel cruzaba sus brazos y chistaba.

—Puedes irte, yo cuidaré de él desde este momento.

—Adelheid-san…

—Serás informado después.

—¿Puedo despedirme al menos?

—No.

 

Tsuna tuvo que salir de esa casa sin opción a protesta, eso a pesar de que escuchó de lejos la voz de Enma llamándolo. Hubiese deseado al menos besarlo en despedida, pero sabía que el contacto estaba prohibido si era frente a los sobreprotectores hermanos de su pelirrojo. De cierta forma era gracioso porque el comportamiento de esos dos le recordaba a las primeras veces que salió con Enma en plan de amigos y el lio que se armó cuando se presentó ante Adel y Koyo para demostrar sus intenciones más serias con Enma. Aun le dolía las costillas sólo por el recuerdo.

Enma pasó por algo similar en su casa, pero al menos salieron bien de esa.

 

—Estoy en casa —suspiraba de nuevo.

—¡Tsu-kun! —su madre se le lanzó encima apenas cruzó el umbral de la puerta—. Estaba muy preocupada.

—Lo siento, mamá —palmeó la espalda y acarició los cabellos castaños cortos de su madre, Nana—, pasaron algunas cosas y no pude avisar.

—Al menos ya estás en casa —acariciaba las mejillas de su hijo, sonreía y limpiaba las lagrimitas de sus ojos—. Pero no me des esos sustos de nuevo, Tsu-kun —y se volvió a aferrar a su retoño.

—Sabes que tu madre se preocupa por ti —Tsuna no evitó la tiza que le impactó en la frente, sólo hizo una mueca por el dolor—, debería castigarte, dame-Tsuna.

—En verdad lo siento, papá —se sobaba la zona afectada en su roja frente a la vez que miraba al imponente azabache de rizadas patillas que lo veía amenazadoramente—. Es que Enma entró en celo y todo fue un pequeño caos.

—De nuevo ese niño olvidó sus supresores —el azabache gruñó por la bajo y frunció su ceño tras ocultar su iris negruzco—. Sigue sin agradarme —declaró sin rodeos—. Debo hablar seriamente con él por ser tan descuidado.

—Olvidemos eso por ahora, Reborn —sonrió Nana quien, ya calmada, se giró a su esposo para sonreírle y calmarlo también—. Tsu-kun, ve a despertar a tu hermano y vayan al comedor. Vamos a desayunar.

 

Tsuna sabía que le iban a ceder un castigo, uno muy exagerado, pero ya pensaría después en eso. Ahora estaba tratando de hallar las palabras adecuadas para decirles a todos que ya le propuso matrimonio a Enma, eso sin que su hermanito lo delatara primero, es más, debía averiguar si Ryu mantuvo su boca cerrada durante su ausencia.

Era gracioso que su hermanito le hubiese empujado a comprar el anillo y exigido que diera el siguiente paso. Sí, de alguna forma Ryu, con sus diez años, era más parecido a su padre que él.

 

—¡Ni-chan se va a casar! —esa pequeña figurita de diez años, cuyas patillas no eran tan rizadas como las de papá, no sabía esperar. Ni siquiera había pasado de la puerta cuando dijo aquello.

—¿Cómo que te vas a casar? —Reborn golpeó la mesa mientras su hijo menor tomaba asiento en la mesa— Ni siquiera te puedes cuidar solo.

—Papá —Tsuna suspiraba, aunque le daba algo de gracia lo que dijo—. ¿Es en serio?

—Tsu… Tsu-kun —la voz entrecortada de su madre lo asustó—. Fe-felicidades —se limpiaba las mejillas en medio de una sonrisa—. Estoy tan feliz por ti —al menos ya tenía la aprobación de su madre.

—Claro que no. Yo aún no autorizo eso —quien se iba a imaginar que esa bestia que tenía por padre fuera así de… caprichosos a veces.

—Papá —reía Ryu—, vas a ser abuelito pronto.

—Ryu no eches más leña al fuego —se quejaba Tsuna, pero no había caso, las risitas se lo decían.

—Ya quiero ver a nuestros nietos, querido —Nana solía seguirle el juego a su hijo menor, sin esconder lo emocionada que estaba.

—Primero quiero verificar si ese niño es apto para formar una familia.

 

¿Y qué compensaba todos aquellos embrollos causados por la familia de ambos?

La respuesta era bastante simple: sus agitados escapes.

Tenían algún lugar pactado por mensaje para encontrarse, era como un difícil juego que iniciaron hace mucho tiempo.

En cuanto el celo de Enma pasó, los mensajes empezaron a llegar y fue así que poco les tomó para reencontrarse. Así había sido desde su noviazgo a sus dieciséis años, incluso lo hacían cuando eran sólo amigos desde los catorce, y ahora que tenían sus veinte años disfrutaban de seguir haciéndolo. Era divertido. Seguían riéndose por eso, pero suponían que en algún momento esa sobreprotección iba a acabar y sus escapes se terminarían también. Su unión seguramente sería el detonante de aquello.

Sólo les quedaba pactar una fecha porque de una u otra forma sus familias terminarían aceptando las cosas en pro de su felicidad.

A veces creían que el lío que causaban sus familias eran sólo para molestarlos, hacerlos desistir, o que lo consideraban tan solo un juego. Algún día tal vez lo comprobarían.

Se sonreían en medio de sus sonrojos, relataban sobre su escape mientras caminaban tomados de las manos, se reían del caos que tendrían que enfrentar a su regreso, y sucumbían al cansancio de esos días libres de la universidad mientras se sentaban en una banca en medio del parque, mismo que estaba cobijado por una fina capa de nieve.

Y en medio de su silencio, se acercaban torpemente, riendo antes de darse el primer beso de su cita improvisada.

Unían sus labios por segundos, cerraban sus ojos, sus mejillas se acaloraban, se reían sobre sus propios labios antes de volver a besarse con dulzura. Roces repetidos, suspiros queditos antes de que sus manos se separasen. Enma era quien solía aferrarse al cuello del castaño y acercarse para enseguida sentir como su cintura era apresada, sonreía avergonzado antes de sentir el suave roce de los labios ajenos otra vez. Movían sus labios delicadamente, atrapando los contrarios entre los suyos, sintiendo un cosquilleo agradable en sus estómagos cuando tímidamente sus lenguas se buscaban entre sí. Se tomaban el tiempo que necesitasen para expresar su amor en medio de aquellas caricias.

Ambos adoraban besarse porque el mundo parecía estar centrado en ellos dos solamente. Adoraban creer que nada más existía. Disfrutaban de compartir sus sentimientos silentes. Se amaban tanto que entre besos era la única forma en la que expresaban el torbellino de sensaciones que acumulaban.

 

—¿Estás seguro de esto? —Enma acariciaba su anillo de compromiso.

—Lo estoy —Tsuna sonreía mientras se quitaba sus guantes para unir sus dedos con los de Enma—, pero será difícil.

—Adel quiere hablar contigo… Koyo aún no sabe —estaba nervioso desde ya.

—Mis padres quiere evaluarte, aunque mamá y Ryu quieren abrazarte solamente.

—Será aterrador —reía bajito mientras jugaba un poco con sus pies.

—Pero valdrá la pena —Tsuna suspiró— como todo lo que hemos hecho hasta ahora.

—Tsuna-kun… —con duda se atrevía a pronunciar el nombre de su alfa.

—¿Sí? —miró el rubor en esas mejillas y se contagió con rapidez, eso solía pasarles seguido.

—Nos mudaremos, ¿ve-verdad?

—Sí —sonrió.

—¿Prefieres una casa o un departamento? —eran preguntas cualesquiera, se estaba preparando para lo que en realidad quería saber.

—Una casa.

—Y… —Enma agachó su cabeza, acomodó su bufanda y respiró profundo antes de decir lo siguiente— podemos… es decir… ¿Quieres tener hijos?

—Tú… ¿tú los quieres? —avergonzado, Tsuna desvió su mirada.

—S-sí.

—También yo —susurró.

 

Tal vez ese sería el tema más vergonzoso que trataban, o tal vez no.

 

 

 

Notas finales:

 

Capítulo improvisado porque we, me nació hacerlo como añadidura a esta historia. No sé si haré más, últimamente no estoy segura de nada XD, pero espero lo hayan disfrutado~

Besos~


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