Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

'SAINTSEIYA. Entregado por Dios {HadesxSeiya} por amourtenttia

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Siento que este capítulo costó hacerse, pero me gusta el contenido. Es una cosa bien extraña JAJAJAAJAJ. Lamento mucho la demora, y espero lo disfruten. Espero. ESPERO poder escribir un capítulo medio navideño en el siguiente, así que si les gusta la idea y tienen alguna sugerencia soy toda ojitos (? para leerlas jajaja. Quiero que los de Bronce salgan ya~ Pero tengo ganas de drama también xdd A ver qué pasa.


No los distraigo más.


Gracias por leer :D

.

.

.

Radamanthys atraviesa las puertas una vez más, no sorprendiéndose en lo absoluto al ser recibido por segunda ocasión por el Guardián del Templo quien, al observarle, le dedica un esbozo de sonrisa. Apoyado en uno de los pilares, apenas a unos cuantos metros de distancia, Death Mask deja escapar un sonido que bien podría simular un bufido. El Caballero de Wyvern le mira entonces con seriedad, a lo que Gioele dice:

—Pegaso se estaba demorando ya... Te esperábamos más temprano...

Radamanthys le escucha mientras una expresión neutra adorna sus facciones. Al seguir la silueta del otro avanzando por los pasillos hasta abandonar el recinto, el peli-azulado continúa:

—Afrodita lo ha llevado de vuelta a su Templo. Fénix está con ambos ahora... Pensamos en dejar que te recibiera él mismo, pero ese hombre es demasiado problemático cuando se trata del niño...

Radamanthys decide intervenir entonces:

—¿Cómo estabas tan seguro de que vendría aquí de nuevo?—inquiere, curioso.

Incluso cuando sus intenciones debían ser evidentes, Gioele parecía especialmente convencido de cada palabra que pronunciaba. Al notar como le mira de reojo, Radamanthys procura no mostrar demasiada sorpresa ante su repentina serenidad.

—Eres la sombra de Pegaso ahora... ¿Qué sentido tendría que continúes a su lado, siendo que lo que más desea está en el Santuario ahora? No es como si necesitara un guardián ahora que vive junto al señor del Infierno, ¿no es así?

El rubio no responde inmediatamente. Avanzan a través de las escaleras que los guían hasta el final de las 12 Casas, y una vez que están delante de las puertas, Radamanthys comenta en un tono notablemente sereno, con apenas un atisbo de burla:

—Tu amante es sin duda más observador que tú, Gioele... Debo reconocérselo.

DM solamente se ríe por lo bajo.

—Oh, créeme que lo es... —responde con simpleza.

Por supuesto, él pudo haberse dado cuenta con solo verlo. Dita, en cambio, intuyó todo desde el comienzo... Afrodita de Piscis es un hombre peligroso, después de todo. Y, más que su fuerza, convivió con Géminis por demasiado tiempo. Más de un dorado se niega admitir en voz alta que es de ese porcentaje de Caballeros que realmente no desean conocer en otros términos... Saga no lo quiere de enemigo. Por sí solo, eso dice ya demasiado.

—Un hombre como él no sería mal Espectro... —observa Radamanthys, sereno

Gioele ahoga un gruñido apenas.

—Sobre mi cadáver, Wyvern.

Y el rubio sabe perfecto que tendría que matarlos a ambos antes de lograr sus deseos. E incluso buena parte del Santuario, si es que se pone serio al respecto. Sí, cualquier dorado no es buen enemigo, después de todo.

.

.

.

 

Seiya observa la imagen desvanecerse mientras que, tras él, unos brazos le rodean con calma. Se apoya contra el familiar cuerpo que se coloca a un lado del suyo, y sonríe de manera apenas perceptible cuando un beso es depositado en su frente. La risa de su pequeño sigue resonando en el cuarto por unos momentos más antes de volverse apenas un murmullo que finalmente desaparece.

—Así que Pandora realmente ve en ti a su favorito...—comenta su esposo de manera suave, a lo que el menor ahoga un suspiro.

—Ha sido un pequeño capricho—admite

Hades asiente, luego una pequeña sonrisa adorna sus labios.

—Wyvern no parecía complacido... ¿Le has dado tu la idea?—cuestiona, a lo que Seiya suelta una risa vaga, tras su falta de respuesta, agrega— ¿Era necesario siquiera?

—Es bueno que tenga familia cerca—dice con total seguridad.

Como si se reprodujese nuevamente, la voz de Teo resuena en su mente.

Esa ha sido quizá una de sus mejores ideas.

.

.

.

 

Radamanthys de Wyvern procura por todos los medios posibles que su expresión no delate la confusión que le invade en el segundo en que pone un pie dentro del Doceavo Templo. Una estela ha impactado directo contra su cuerpo ni bien ingresa a la antesala y, lo próximo que sabe con seguridad es que se ha quedado solo junto con el pequeño joven que, segundos antes, le ha llamado "Tío Rada". El rubio caballero del Infierno carraspea ligeramente.

—Joven príncipe.... —comienza, no sabiendo muy bien qué actuar seguir entonces.

Mentalizado como estaba para tener que discutir antes con los celosos guardianes que ahora lo protegen, la escena que se suscita es totalmente inesperada. Gioele ha convencido de alguna manera a Piscis para apartarse de ambos, dándoles privacidad. Y aunque Wyvern siente un par de ojos sobre ambos, sabe de antemano que Fénix no intervendrá allí.

—No tienes que ser tan formal —es la respuesta de Teo, quien continúa abrazándolo.

Arrodillado como está, tan expuesto a los infantiles caprichos que su joven amo posea ahora, Radamanthys no tiene muchas opciones como para discutir nada. Se pregunta por un instante por qué su actitud es esta ahora, sin embargo, en el momento en que el menor expresa sus preocupaciones puede entenderlo. "Es un niño, después de todo"

—¿Están bien allá? ¿Estaban bien solos? ¿Padre y madre estarán bien?

Para Radamanthys, quien perdiese contacto con la vida terrenal y por tanto familiaridad con niños de su edad, esta actitud no resulta demasiado extraña. Siente, en todo caso, que un tinte inusual tiñe la voz del pequeño príncipe. Cuando Teo se aparta de él, y le observa con particular interés vuelve a tener esa sospecha de nuevo. No es tan ordinario, y Radamanthys es particularmente consciente de ello. Responde a cada pregunta dada a la vez que espera un momento oportuno para confesar:

—Nuestro joven amo me encomendó personalmente para esta tarea debido a que le insistí para que así lo hiciera... Fui uno de los tres encargados de su protección durante la terrible noche, y por tanto, tengo una deuda que pagar, con él y con usted...

La oración que dicha para cualquier otro crío carecería de sentido alguno parece tener un peso importante para el joven Teodosio, quien asiente a sus palabras de un modo casi imperceptible. Le dedica una sonrisa pequeña que, pese a su discreción, consigue remover los sentimientos de su nuevo guardián. Radamanthys agacha la cabeza, sobrecogido por este nuevo sentir que va mitigando la culpa que por años le había perseguido.

Una pequeña mano blanquecina se coloca entonces sobre su pecho, y el rubio levanta apenas la mirada para notar como Teo observa entonces la cadena que el antiguo Pegaso le entregara un tiempo atrás. Su mirada brilla, la duda escapa de su boca en un murmullo apenas audible.

—Es de madre...

Radamanthys asiente, con una de sus manos toma el objeto que continúa proyectando pequeños destellos, y cuestiona con apenas un gesto por un permiso que es concedido sin que el menor pronuncie palabra alguna.

—Él deseaba estar más tiempo con usted... Pero las circunstancias no le permitieron compartir esa fecha a su lado por tanto tiempo como deseaba...

La sorpresa adorna las facciones del menor un instante antes de que su rostro se relaje. Una sonrisa se forma en sus labios a la vez que sus ojos se humedecen ligeramente. Fue tan fácil olvidar lo importante que era ese día, siendo que tantas cosas pasaron.

—Así que lo recordó...—musita el menor

—Prometió que lo visitará en cuanto sea posible... Y lo observará siempre que pueda...

Radamanthys esta vez corresponde —aunque sea con algo de duda todavía— el abrazo del cual es objeto segundos después. Medita acerca de sincerarse con respecto a lo que aquella gema representa verdaderamente para él, y para todos los espectros, hasta que la suave voz pronuncia:

—Gracias, tío Rada...

Y aunque el mayor siente que a su señor eso no le causará mucha gracia, termina por responder.

—Feliz cumpleaños, Teo...

.

.

.

.

 

Cuando el caballero de Wyvern abandona la estancia pasa ya de media noche. Luego horas que parecieron días enteros dándose el permiso de convivir junto con el heredero de su maestro, Radamanthys se ve obligado a volver a su característico semblante estoico a la vez que el menor es guiado por su nana de regreso a la habitación. Ambos caballeros dorados han reaccionado de manera positiva ante la cercanía que parece desarrollarse delante de ambos, por supuesto uno más renuente que el otro.

—Es injusto... Aparece un solo día, y ya está pidiéndole llevarlo a él a dormir...—escuchaba que se quejaba Piscis en murmullos bajos

Radamanthys se habría reído de buena gana sino fuera porque tenía una imagen que mantener. Sin embargo, aunque procuró que no fuese evidente la gracia que aquello le provocó, Teo fue capaz de ver a través de su seria expresión. En pocas horas, esos pequeños esbozos de sonrisas se habían vuelto un nuevo idioma que parecía capaz de manejar a la perfección.

—¿Te quedarás mucho tiempo conmigo, tío Rada?—cuestionó sin molestarse en modular el tono de voz

Ambos sabían que eran vigilados por el trío de hombres que se negaban a apartarse más que unos cuantos metros.

—Solo hasta que mi joven amo así lo desee...—responde con seriedad

Demasiado tarde el rubio cae en cuenta de la travesura escondida en el mirar del más joven.

—Entonces si yo te pido irte, ¿serás capaz de desobedecer a mamá?

El rubio, sin ser capaz de responder, solo atina a observarle con sorpresa. La risotada de Death Mask se escucha por todo el templo, y, a regañadientes, Dita suelta una risa también. Ikki a un lado de ambos sonríe de manera menos evidente.

—Ya quisiera ver yo que alguien desobedezca a ese terco...—comenta Fénix luego de escucharles, causando otro ataque de risa por parte del cuarto guardián— Como si fuera tan fácil decirle que no...

Todo queda en un silencio mortal cuando Radamanthys finalmente responde.

—Es usted idéntico a su padre...

No es incomodidad lo que los mantiene callados entonces.  La sonrisa de Radamanthys es así de sorprendente. Y la risa que le sigue lo es todavía más.

Wyvern continúa avanzando a través de las escaleras que recorren la zona posterior de los templos guiado los pasos del tercer padre de su pequeño. Tal como había sospechado debido al tiempo en que Fénix tiene viviendo allí finalmente los dorados han optado por construir un pequeño recinto para que pudiera tener su propio espacio. De acuerdo al propio Ikki la hospitalidad de los guardianes parecía no tener fin, sin embargo, el patriarca consideró más sabio darle su propio hogar. Alcanzan el nombrado sitio cuando unos pocos minutos han pasado.

—No esperes que esté demasiado ordenado, Wyvern... Te advierto que no es nada como Heinstein.

—No esperaría nada semejante viniendo de ti—es la respuesta del rubio, a lo que el menor le mira con cierto recelo, para su sorpresa, Radamanthys explica— No eres tan extravagante como nuestro amo, Fénix. No tiene sentido esperar algo así de ti...

Mientras ingresan al pequeño espacio, Ikki replica:

—Quién lo diría... Un Espectro que es capaz de ser razonable...

La ligera risa del mayor le sorprende, le observa de reojo a la vez que Radamanthys dice:

—No creí que los Santos de Athena fueran capaces de serlo, pero henos aquí...

Fénix no responde. Se dedica entonces a mostrarle el espacio que compartirán de ahora en adelante. Una sala que a la vez funciona de cocina y comedor. Un diminuto librero ocupa el espacio de una esquina, dos espacios están llenos ahora. Mas al fondo hay tres puertas, y el rubio adivina con facilidad el propósito de cada una de éstas incluso antes de que el moreno tenga que explicar nada más.

—Este será tu cuarto—dice al abrir una de las puertas— Tuviste suerte... Afrodita se habría instalado toda una guardería aquí sino fuera porque Death Mask y yo lo convencimos de que era una mala idea...

—¿No querías que el joven amo tuviese un espacio adecuado para su edad?—cuestiona Radamanthys, curioso

—Cuando se trata de él no existe nada "adecuado". Si algo le gusta, le gusta. Y si no, no intentará ocultarlo...—explica el menor

—Me siento agradecido entonces, siendo que mi presencia aquí parece complacerle—observa el rubio, pensativo

—Eres una conexión con Seiya, por supuesto que ibas a agradarle—responde con cierta rudeza Ikki, ante la mirada del otro ahoga un gruñido a la vez que se cruza de brazos

—No sé qué clase de ideas tendrás, pero es bueno recordarte algo ahora, Fénix... Nosotros también hemos estado esperando. Desde el momento en que supimos que un heredero venía en camino, todos hemos esperado por él...

El caballero de Wyvern observa la estancia, recorriendo con la mirada cada pequeño detalle que delata la presencia del otro allí. Desde el supuesto desorden hasta los signos que hablan sobre lo personal que es el tiempo que allí ha pasado Ikki a solas.

—Nuestro joven amo, Seiya... era sin duda el más emocionado. Nuestro Señor era feliz por supuesto, pero su alegría nunca fue tan evidente como la que Pegaso sentía en aquel entonces... Cada orden suya la cumplimos, cada pequeño capricho fue concedido. Tu antiguo compañero no enamoró solamente al Dios del Infierno, Ikki... Él le dio un nuevo sentido a toda vida que allí habitaba. Todos los Espectros celebramos la noticia, y aportamos cuando consideramos necesario para la construcción de su habitación. Mis hermanos y yo dedicamos semanas de trabajo en un regalo que consideramos adecuado para el príncipe... Nuestra señora, Pandora, ella bordó cuanto trazo encontró digno de él... No falto ser bajo este mundo que aportara un nuevo obsequio... No llegamos a verlo nunca, eso está claro, sin embargo... Y esto es algo que quizá no puedas entender... Nosotros podíamos sentirlo.

Ikki, con expresión impasible, se dedica solo a mirarlo. Sus ojos son los únicos que reflejan la confusión que siente en ese momento. Radamanthys continúa luego de volver su mirada hacia el menor:

—El cosmos del príncipe era evidente para nosotros. Nos familiarizamos tanto con él que fue como si él estuviese allí con nosotros desde el primer momento. Es por ello que resultó tan duro para todos...

—No digas cosas tan absurdas, Radamanthys... Teo no ha despertado su cosmos aun. Es imposible que lo posea a una edad tan temprana... Ni siquiera Shun...

—Tu hermano era un simple recipiente, Fénix.

—Maldito...—gruñe enojado el moreno

—No es mi intención insultarlo—admite el mayor, antes de agregar— Andrómeda es fuerte. Y reconozco su valía pero es absurdo que intentes compararlo de ese modo... Teodosio posee un cosmos impresionante. Solo que tú no puedes verlo...

—Eres el único que dice algo semejante... Ningún dorado...

—¿Estás seguro de que ningún dorado ha dicho algo sobre esto? ¿Realmente seguro?

Las palabras del Cangrejo resuenan entonces en su mente.

"—Las puertas del Infierno cruzan mi Templo y aunque sirvo a mi Diosa... El Inframundo tiene en mi un aliado en estos tiempos... Majestad"

No es capaz de creerlo.

—Es el hijo de un Dios... Y, aunque no sea reconocido por el Dios de Dioses... Seiya también ha llegado a ser uno—le dice Radamanthys

—Estás bromeando...—gruñe el moreno, contrariado— Si es tan fuerte como dices, es imposible que fuese así de ciego. Si no fui yo, cualquier otro debió verlo... No vas a decirme que un niño fue capaz de ocultar semejante poder de los Dorados. ¡No hay manera en que crea que lo hace por sí mismo!

El rubio ahoga un suspiro, reniega ligeramente y al verlo sentarse se acerca hasta el librero. Observa los distintos libros antes de continuar hablando, dándole un momento antes de explicar con más calma.

—La noche en la que el príncipe nació, los jueces fuimos capaces de sentir su cosmos por un breve instante. De esa manera fue que conseguimos llegar hasta él. Por supuesto, la marca desapareció poco tiempo después...

—Seiya y tu no dejan de repetir como todo esto es sobre los jueces... ¿Dónde demonios estaba Hades, entonces? Si quiere tanto a su hijo, ¡¿cómo se atrevió a dejarlo en un momento así?!

La tensión en el ambiente es notable. Ikki no ha terminado de pronunciar siquiera la oración cuando siente frío en el aire. Wyvern no e ha movido de su sitio, pero le mira con tal seriedad que el menor teme por su seguridad por un breve instante. No le permite descubrir lo intimidado que se siente, ni confesar lo extraño que le resulta sentir su cosmos alborotarse de aquella manera.

—Desconoces la historia, Fénix... Tu no lo entiendes.

—Cuéntamelo entonces, y deja de bromear de una buena vez. Lo que pasó hace cinco años, ¿qué ocurrió en realidad? ¿quién venía tras Seiya realmente?

Cuando los dorados orbes se oscurecen, Ikki vuelve a sentirse nervioso.

—Pegaso está siendo cazado aún. Eso no debes dudarlo—dice Radamanthys con voz fúnebre— Nada ha cambiado demasiado. Hace 5 años, e incluso hoy día, él está detrás de esto... El Dios de los Dioses. Él es quien intentaba asesinarlo...

—Creí que un séquito de ellos... Todos diversos... Unos menores quizá—musita sorprendido Fénix, a lo que el otro responde

—Ningún Dios que no le iguale sería tan atrevido como para desafiar al Inframundo del modo en que lo hizo. Tu Diosa ganó la guerra debido a su intervención... Lo ha odiado desde siempre, Fénix. A él, y a su sueño...

—Hades desea la destrucción, ¿cómo no iban a oponerse?

—¿Y consideras su actuar digno de un Olímpico? ¿Digno del mayor de ellos?

Ikki le mira con sorpresa entonces.

—Zeus...

—Bajó él mismo a la tierra, y nos atacó con el único propósito de acabar con su vida. El Dios que tu Diosa respeta... El padre mismo de ella. Fue él quien tuvo toda la culpa.

Fénix aparta la mirada entonces, poniéndose de pie y alejándose de él a la vez que la imagen de esos recuerdos vienen de nuevo a su cabeza. Recuerda claramente la desesperación de Seiya, además de la propia.

—Tienes que estar bromeando...—musita bajo

Cuando regresa la mirada hacia Wyvern lo nota desvistiéndose, hace una mueca a la vez que la vergüenza gana terreno en su rostro. Desde que le viese el día anterior, la armadura ha sido utilizada con orgullo. Bajo esta, como es evidente, nada más hay.

—¡¿Qué demonios crees...?!—medio le grita, pero su voz se queda muda a medio camino.

Incluso cuando la luz dentro de su hogar es apenas suficiente, e incluso cuando la luna no consigue iluminar en demasía el ambiente, la piel lechosa es lo suficientemente brillante como para que todo sea evidente a sus ojos. Las cicatrices que cubren el torso desnudo son gigantes. Por un instante, Ikki las compara con aquellos rastros que quedaron en él ante sus distintas batallas. Sin embargo, tras la guerra, todo había desaparecido. Todos tuvieron un reinicio en todos los sentidos. Entonces, ¿por qué?

—No existe Santo capaz de herir a un Espectro, por mucho que ustedes llegasen a intentarlo...—le recuerda Wyvern, y cuando le da la espalda,  Ikki contiene el aliento— Teníamos que ganar tiempo... Juramos protegerlo a cualquier costo. Le juré a Hades hacerlo, no podía fallar.

Y la imagen fue clara para Ikki entonces. Tan asquerosamente nítido que incluso sintió que aquella pesadilla era vivida por él, y no por el mayor. Imaginó con claridad la manera en que los cielos se oscurecieron todavía más durante esa noche, vio las nubes aglomerándose a la vez que luces centellaban por todos los sitios posibles. Observó la mano divina alzándose...

—Ningún Espectro es rival para Zeus

—¿Habrías muerto por Seiya?—cuestiona sorprendido Ikki, y cuando Radamanthys le observa por sobre el hombro se sorprende un instante por encontrarlo tan cerca.

—La respuesta es evidente—contesta el rubio, cerrando los ojos mientras su rostro regresa al frente.

El tacto ha sido apenas perceptible. Su piel se ha vuelto casi insensible luego de esa noche. Ikki, al ver que el mayor no parece incómodo por el hecho, delinea la marca que se extiende por lo largo y ancho de la piel desnuda. Es una quemadura en toda regla. Traga grueso mientras el otro continúa:

—Esa noche, se suponía que nuestro amo acompañaría al consorte a la tierra. Como te he dicho, todos en el infierno cumplíamos cada capricho suyo. Si alguien cedió más, es fue sin duda nuestro maestro...

—¿Qué lo detuvo entonces?

—Un acto mundano que es propio en él... —responde Radamanthys, y casi sonríe al decir— Incluso él tiene un actuar humano cuando se trata de mantener sus buenas costumbres...

A pesar de que Fénix siente curiosidad al oírlo, no se molesta en preguntar.

—Si nuestro amo hubiese subido a enfrentarlo esa noche, los demás Dioses habrían tomado aquello como una declaración de guerra...

Radamanthys se aparta del menor a la vez que las piezas de la armadura regresan a su sitio. Salvo Pandora, quien fuese la encargada de curar al trío, nadie más ha sido capaz de verlo de esa manera. Cuando se quedan callados ambos parecieran sumirse en sus propias ideas. Luego de un rato el suspiro de Ikki es lo que captura la atención del otro. Al mirarlo, el menor le dedica un esbozo de sonrisa. Hay apenas un atisbo de tristeza en sus ojos.

—Me gustaba pensar que era su única familia—confiesa, a la vez que sus pasos lo guían directamente a su habitación.

Ikki se encontraba cerrando la puerta tras de él cuando el murmullo del rubio lo alcanza.

—Eres parte de su familia... Siempre tuvo una gran familia.

Esa noche ninguno de los dos consigue conciliar el sueño fácilmente, y aunque son conscientes de ello, no vuelven a intercambiar palabra alguna sino hasta que amanece.

.

.

.

 

 

La rutina del juez del infierno es decidida ni bien transcurren pocos días desde su llegada al Santuario. El Patriarca, tomando ventaja del desconocimiento de la mayoría dentro de los terrenos con respecto al verdadero rostro del Espectro, le permite vigilar de cerca al pequeño heredero. Por razones evidentes es primero a través de este particular modo suyo de volverse una sombra invisible en que Radamanthys cuida de su protegido. Con el pasar de los días, es el propio niño quien termina confrontando al rubio hombre.

—¿Cómo se supone que jugarás conmigo si no puedes mostrarte? Las escondidas no son divertidas si siempre ganas tu... ¡Y la excusa de tu armadura ya no cuenta, Rada!

Evidentemente, aunque de manera casi sorprendente, es el propio Fénix quien apunta el obvio problema por vez primera. Wyvern parecía dispuesto a sobrevivir solo con una muda de ropa, y tomar el papel de Caballero de manera permanente. Por supuesto que estando en el Santuario más de uno vestía constantemente su armadura correspondiente, sin embargo nadie lucía tan serio como Radamanthys. Shion solicitó soluciones y al final uno que otro aportó su pequeño grano de arena con tal de ahorrarse problemas con el temperamental líder.

—Joven amo...—comenzó entonces el rubio en aquella tarde

—¡Eres muy formal!—le acusó Teo, y ya había perdido la cuenta de las veces que intentaba hacerlo cambiar.

Salvo el propio moreno, nadie más parecía incomodarse por la actitud del rubio. Teo había terminado descubriendo que a todos les causaba gracia que el gran Caballero de Wyvern fuese tan honorable al tratarlo, y aquello le hacia rabiar la mayor parte del tiempo. Al menor no le gustaban las formalidades, y tal como Ikki advirtió, no dudaba en explicarse.

—Hiciste un juramento con mis padres, pero eso no quiere decir que debas hablarme así a mí...

Aunque Teodosio podía tener opiniones firmes, Radamanthys demostró ser todavía más necio.

—Mi lealtad se extiende a usted también. Y debe acostumbrarse a ser llamado de esta manera, siendo que cientos de sirvientes le esperan también...

Los inagotables intercambios de opinión entre ambos parecían durar horas entonces. Ikki, quien convivía más tiempo con ambos, solo se dignaba a dar su opinión muy contadas veces. Y, para malestar de su adorado hijo, era mayormente para decir que Wyvern tenía la razón.

—Pandora es todavía más extravagante al hablar, Teo. Si no puedes soportar a este esperpento, difícilmente sabrás lidiar con ella cuando la conozcas...

Solo entonces Teo hacía gala de una actitud que pocas veces demostraba y que, curiosamente, hacía que Ikki recordara años pasados donde el mismo Pegaso parecía comportarse igual. Fénix, por supuesto, también había llegado a darse cuenta de que el pequeño moreno era muy cuidadoso al caer en estos hábitos que el Santuario ya le conocía. A sabiendas de que Seiya podría verlo sin que nadie supiera, Teo procuraba nunca actuar igual. E Ikki se reía para sus adentros cuando caía en cuenta que había educado todo un niño de mamá.

—¡No es justo! ¡Solo le das la razón porque te agrada!

Y cada vez que Teo intentaba iniciar un inesperado berrinche, solo bastaba decir:

—Me pregunto que cara pondría Seiya, viendo que te has vuelto tan caprichoso...

Entonces el pequeño se coloreaba con fuerza, maldecía en sus adentros, y se alejaba de ambos mientras continuaba vociferando con frases no muy gratas con respecto a la mala idea que fue mandar a su Tío Rada directo al Santuario. Solo hasta que lo notaba lo suficientemente apartado Ikki se permitía reír de manera más notable a la vez que Radamanthys negaba apenas. Al notar el príncipe se acerca entonces al Guardián de Géminis, el rubio dirige una mirada entonces al Santo de Bronce.

—¿Disfrutas haciendo sufrir al joven amo, Fénix?—cuestiona con cierta seriedad

Es la pequeña sonrisa que distingue en su mirada lo que advierte a Ikki de la gracia que le provoca la situación.

—Evitar un berrinche suyo nunca había sido más fácil... —admite el menor, alzándose de hombros—Si hubiese sabido que con decirle eso se calmaría tan rápido, habría usado a Seiya como arma desde que tuvo un año...

—¿Ha sido un niño problemático?—pregunta curioso el rubio

—No tienes una idea de cuánto—confiesa Ikki, mirando como a lo lejos Saga frunce el ceño, contiene una sonrisa satisfecha.

Si realmente se parece a Hades, a Seiya, o simplemente es que le está imitando a él, no hace demasiada diferencia. Le llena de orgullo saber que el menor es capaz de irritar fácilmente al Tercer Guardián. Pocos tienen esa habilidad. Su duda es dicha sin que pueda contener mucho más la curiosidad que siente.

—¿Piensas que Seiya esté mirándolo ahora?

Radamanthys, mirando en la misma dirección en la que él observa, solo atina a disimular la sonrisa. La gema que brilla con fuerza en el pecho de su joven maestro es suficiente respuesta. Como adivinando sus pensamientos, Ikki pregunta.

—Ese collar... Nunca lo vi antes. Pensé que era el que Hades usaba pero... ¿Qué es realmente?

Justo cuando Géminis está por lanzar un ataque contra el revoltoso niño, un golpe detrás de la cabeza lo hace voltear a ver con furia a su contrincante. Aioria le reta con una sola mirada, y Piscis, tras ambos, rueda los ojos a la vez que se acerca al pequeño que continúa carcajeándose por su repentina travesura.

Hacer cometer idioteces a Saga delante de Sagitario es un gusto siempre.

—Los Dioses, como imaginarás, nunca han necesitado poseer fortunas como los mortales para demostrar el poder que poseen... Sin embargo, algunos han sido caprichosos por naturaleza. Se dice que Zeus es quien posee la mayor cantidad de tesoros en su haber, sin embargo, Artemisa y Apolo han afirmado que no son los más valiosos... El herrero de los Dioses creó un trío de joyas, todas magníficas como sus poseedores originales. 

—Una para cada una de los tres hermanos—adivinó Fénix, interesado

—La gema de los cielos, la gema de los mares y la gema del infierno—aceptó Radamanthys

Ikki procuró no sonar demasiado enfadado cuando dijo:

—¿Me estás diciendo que mi niño tiene en el cuello una maldita piedra que vale más que todo el oro en este condenado nido?

Radamanthys no parece siquiera perturbado.

—Más que cualquier otra piedra del mundo

Fénix planeaba atacar con una duda distinta hasta que el detalle que antes pasaba por alto, toma su atención. 

—Para ser una joya digna de un Dios, es bastante pequeña...—comenta

No se sorprende cuando el rubio le mira casi con odio.

—Es porque no está completa. Es solo un fragmento...

El moreno sonríe de medio lado, burlándose de su enfado.

—¿No quiso confiarle semejante pedazo a Seiya? No lo culparía, ese Pony puede perder hasta la cabeza...

Wyvern rueda los ojos, a la vez que su atención regresa a la pequeña lucha que inicia entre el dorado y el príncipe. Luego de casi cuatro meses viendo una escena similar, ya no le sorprende lo buscapleitos que ha resultado ser... "Es idéntico a ambos, de tantas maneras" piensa, intentando no sonreír ante la idea. El temple de Hades perece ante lo impulsivo de Seiya. Es una mezcla perfecta. 

—Esa pregunta deberías hacérsela a él de manera directa—responde Wyvern, sereno— Te sorprendería la respuesta...

Antes de que el moreno pueda agregar nada, la figura del Espectro desaparece delante suyo a la par que, a unos metros, distingue dos sombras acercarse hasta su pequeño justo antes de que Radamanthys se coloque delante de ambos. Por un momento Fénix se pregunta si realmente debería tomarle la palabra.

Todavía tiene preguntas que no sabe si Seiya será capaz de responder. Sin embargo, no confía todavía en Hades como para querer hablar con él directamente. 

 

.

.

.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).