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'SAINTSEIYA. Entregado por Dios {HadesxSeiya} por amourtenttia

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo! El último por hoy. Luego de actualizar mi otra historia quiero concentrarme en los próximos capítulos de esta. Mi deseo es poner varias parejas de los dorados porque, Diosito sabe que me hace falta ver mis ships juntas en una sola historia -Creo que en este fandom es imposible que todos coindamos con las parejas que nos gustan LOL-. 


La principal es y seguirá siendo Hades x Seiya, obvio... Y quizá DM x Dita quieran hacerle pleito, por cosas que se irán tratando luego. De esas, hay varias opciones...


 


Ikki sigue solterillo aquí y en mi mente, porque no consigo decidir. ¿ Con quién dejarlo? ¿Pandora? ¿Hyoga? ¿Radamanthys? ¿Athena? No tengo la menor idea.


Ahora que lo escribo. Olvidé corregir Athena, Atena, o variables posibles... No me fijé cómo lo puse y casi estoy segura de que iba con h LOL. Lo lamento por eso. 


En fin, espero podamos leernos pronto. Y que tengan una excelente semana. 


Disfruten el capítulo :3

Ikki de Fénix no podía ser culpado totalmente por todo el dolor que causó en ambos padres. Una tarea le fue dada, proteger al hijo de Hades a toda costa. Y él no hacía las cosas a medias. Especialmente cuando se trataba de Seiya. Al desconocer la historia del romance que dio lugar a la vida que le fue encomendada, las peores conjeturas se formaron en su mente... Su corazón se negaba a aceptar la mirada amorosa de Pegaso al hablar del Dios que provocó su muerte, pero su mente le obligaba a recordar que había más en aquello que un simple "Le utilizó vilmente".

 
Nunca antes los de Bronce tuvieron que enfrentarse a seres tan especiales como lo eran los Caballeros del Olimpo, los más cercanos a Zeus. Por tanto, la sensación de ser perseguido tan ferozmente la atribuyó a fuerzas malignas que, si no trabajaban para Hades mismo, eran un enemigo aun peor.
 
Esa fue la historia que contó a los Dorados. Eso fue lo que habló con Aioros de Sagitario, tras cuatro años de esconderse... Y fue su sinceridad y preocupación lo que le abrió la puerta de los Doce Templos. Lo que obligó a los Caballeros mentir a su Diosa. Omitir verdades que, a sus ojos, serían dolorosas.
 
Aioros dio el primer paso, como en aquella primera ocasión. Un ser divino como aquel debía ser protegido del mal. Especialmente él, que era el hijo de un Dios... Y era también hijo de aquel joven que sin dudarlo habría aceptado como discípulo.
 
—Si lo que dice Ikki es verdad... Este no es solo el heredero del Inframundo... —dijo, dando un paso delante de todos sus compañeros, de sus hermanos— Este es el hijo de Pegaso... ¿No fueron ustedes quienes hablaron de maravillosos relatos en su honor?
 
Ikki, quien continuaba ocultado a su hijo tras su cuerpo, no despegaba la cabeza del suelo. Si bien estaba listo para pelear en cualquier instante, también estaba siendo extremadamente cuidadoso con aquellos hombres. El futuro de la vida del pequeño Seiya y la propia dependían de la decisión del resto de los 12.
 
—Nadie aquí niega los hechos... Fénix no ha mentido nunca, y no tiene motivo alguno para hacerlo ahora... Confío en su palabra, y si dice que es hijo de ambos, debe ser cierto... —dijo Mu, a su vez, evidentemente tomando su decisión en pro del menor de todos ellos— Hemos hecho un juramento, y es nuestro deber protegerlo.
 
—Hemos jurado lealtad a Atena... Y esto va en contra de los intereses de ella —le recordó Shura, receloso, sin parecer convencido en ningún modo— Ocultar aquí al hijo de Hades es negar a nuestra Diosa.
 
—¿Sugieres que informemos a un Dios el nacimiento de él? —replicó Aioria, con un tinte de ironía en su voz— Es preferible matarlo aquí mismo, si esa es tu intención...
 
El caballero de Capricornio le miró con enfado.
 
Ante el silencio tenso, se alzó la voz que hasta ese momento, no había soltado suspiro siquiera. Ni una muestra de sorpresa había en su rostro al saber el origen del niño, ni preocupación en su rostro se mostró al hablar de los peligros que vendrían a ellos.
 
—Ni el más benevolente de los Dioses ve con buenos ojos el nacimiento de un semi—Dios... —dijo Saga, impasible— Informar a Atena de este niño es lo mismo que condenarlo a muerte... 
 
—Ella nunca tomaría la vida de un niño —reclamó entonces Aldebarán, ofendido, aunque podía entender que gran verdad traían las palabras del Caballero de Géminis
 
—Atena no es la cuestión... —respondió con simpleza el peliazulado, mirando fijamente al menor, que les miraba a su vez con temor
 
Se escucharon murmullos, pero la voz más calma se alzó sobre éstas.
 
—Saga tiene razón... —dijo Shaka, sin perturbarse— Si él permanece aquí con conocimiento de Atena, nada más que sangre será derramada... Y no será él quien muera primero... Nosotros pereceremos una vez más, a manos de poderes más grandes...
 
Ikki sintió que un balde de agua helada caía sobre su cuerpo al escuchar semejante declaración. Era todo verdad. Lo sabía desde que pensó en aquello, no solo demandaba protección... Les pedía morir por el hijo de Dios que disfrutó verlos muertos.
 
Cerró los ojos con fuerza.
 
No necesitaba más.
 
—Nadie debe saber su origen, bajo ninguna circunstancia —resumió Death Mask, mirando al niño con una expresión indescifrable
 
—Ningún Caballero conocerá su nombre... Porque recibirá uno nuevo como aprendiz del Santuario... Como nosotros lo hicimos... —declaró Milo, serio.
 
Saga, quien había cruzado los brazos, observó de reojo a sus compañeros. Notó que tanto Camus como Shaka realizaban la misma acción... Medían las distintas reacciones, tal como él hacía en ese momento.
 
—Será recibido primero en la Casa de Picis... —declaró el Caballero más hermoso del Santuario, con tal seriedad que poco o nada lucía con la bella expresión de su rostro.
 
Había caminado los pasos que lo alejaban de los invitados, y se había puesto sobre una de sus rodillas para alcanzar la altura del pequeño. Ikki quiso ocultarlo de nuevo, pero la voz seria de Aioros le llamó antes de que pudiese hacerlo.
 
—Levántate, Ikki... No necesitas sentir más miedo... Viniste al lugar correcto —dijo, y el nombrado lo hizo, poco a poco su vista pasó por cada uno de los Dorados Caballeros.
 
A su vez, Afrodita le regalaba una sonrisa al pequeño Seiya, quien se sonrojaba hasta las orejas al verlo.
 
—Debes de sentirte intimidado por ellos, ¿cierto?—dijo, divertido
 
Los Doce acudieron al llamado de Fénix. Creyendo que una batalla se acercaba, Doce sagradas armaduras eran vestidas por ellos. Y el cosmos que brillaba a su alrededor era visible para el pequeño, quien desconocía aún el por qué de aquel brillo que iluminaba a todos ellos.
 
—¿Debemos votar, entonces? —cuestionó Shura, visiblemente más calmado, pero continuaba mostrándose ligeramente inseguro al respecto
 
Los Caballeros intercambiaron miradas.
 
—Estamos a favor de acogerlos... —declararon Aioros y Aioria tras apenas segundos.
 
—Seré feliz de recibirlos en mi templo —dijo Mu, tranquilo
 
—La Segunda Casa les tendrá siempre alimentos —dijo Aldebarán, igualmente relajado
 
Camus intercambió una mirada con el Caballero de Escorpión, quien mostró un esbozo de sonrisa, el Caballero de Acuario desvió la mirada, irritado por la tranquilidad de su rostro, sin embargo pronunció:
 
—Estamos de acuerdo...
 
—Es bienvenido en la Casa de Escorpio... —declaró Milo, seguro
 
El Santo de Libra, quien se había mantenido especialmente callado durante aquella reunión, observó fijamente al Santo de Fénix antes de lanzar un suspiro resignado.
 
—Mi hogar los recibirá con gusto, hijo de Pegaso...
 
—La casa de Capricornio estará abierta también —dijo Shura, al saberse sin más remedio 
 
El pequeño Seiya se sorprendió cuando los brazos del Caballero delante suyo aceptaron su muda petición. Nunca había sido cargado por otro que no fuese su Padre Ikki, y al verse siendo levantado por el Caballero de Picis la emoción inundó sus facciones.
 
El Caballero de las Rosas parecía especialmente encantado con el chico.
 
—Si Sagitario bendijo su llegada... Mi templo los alojará cuanto tiempo sea necesario... —Informó Shaka, con serenidad
 
Ikki les miró verdaderamente sorprendido. Hasta ese momento, salvo por la necedad inicial, ni uno solo de ellos parecía estar en desacuerdo con su petición... Se sintió agradecido. Sin embargo, dos Dorados faltaban por hablar. El Fénix miró al Guardián de la Tercera Casa, mientras que el Caballero de Cáncer se acercaba lentamente al hijo de Hades a sus espaldas.
 
—No me opondré a su presencia en mi Templo... Pero los Laberintos de mis jardines no son lugar para niños...
 
El Fénix no entendió cuál habrá sido la broma personal que provocó la sonrisa en el más serio de los Caballeros, pero asintió con firmeza de cualquier manera.
 
Con 11 de su lado... Solo faltaba uno...
 
Giró su rostro hasta donde Picis continuaba jugando con Seiya, y abrió los ojos como platos en el segundo en que observó a Death Mask de Cáncer arrodillarse frente al par, antes de bajar la cabeza con respeto delante del moreno infante.
 
—Las puertas del Infierno cruzan mi Templo y aunque sirvo a mi Diosa... El Inframundo tiene en mi un aliado en estos tiempos... Majestad.
 
Afrodita frunció el ceño visiblemente, mientras el resto de los Caballeros pasaban por gran variedad de expresiones. Seiya, por su parte, se sintió avergonzado por la escena misma. El Caballero delante de él hablaba con tal seriedad que todos le miraban ahora.
 
—¿Eres es...pecial? —le riñó Picis, salvando el insulto antes de que se le escapara de los labios
 
La fuerza de los hábitos.
 
—Estás incomodando al niño, Death... —informó, molesto.
 
Reconocía el nerviosismo del chico, pues de un momento a otro, había decidido esconderse entre sus largos cabellos, sin llegar a causarle incomodidad. Apenas un ligero cosquilleo le recordaba la presencia del niño hundiéndose en sus brazos.
 
El Caballero de Cáncer leventó el rostro, observando primero al menor, luego dedicando una mirada intensa a quien cuidaba de él en ese instante.
 
—¿Qué se supone que estás jugando, Cáncer? —exigió saber Ikki entonces, acercándose a ellos con paso seguro
 
Sangre o no, se trataba de su hijo.
 
Death Mask no respondió inmediatamente, solo se mantuvo allí un segundo más. Debería haberlo sabido... El motivo por el cual nadie más parecía asombrado por el niño... ¿Alguien más podía verlo realmente, aparte de sí mismo?
 
—Solo bromeo, Fénix... —dijo, divertido, poniéndose de pie sin esfuerzo, y la sonrisa en sus labios brillando
 
A su lado, Dita no se creyó en absoluto el gesto. Prefirió llamar la atención del infante, en un intento por calmarlo.
 
—No creas lo que dice... Ese hombre está loco —dijo, sonriendo
 
Frente a él, Death Mask fue el único que escuchó la advertencia en su tono.
 
Seiya miró nuevamente al Caballero de Cáncer, todavía con la vergüenza brillando en sus ojos. Sus mejillas continuaban coloreadas de un suave rojo, que, en su piel, le hacía brillar como un pequeño foco.
 
—¿En serio?—preguntó, y fue la primera frase que los 12 Caballeros le oyeron en todo ese tiempo. La voz suave y angelical derritió sus almas sin que fueran siquiera conscientes de ello
 
Tan peligroso como el canto de las sirenas... Y ellos no sabían siquiera que tenían un ser como ese delante suyo.
 
Salvo uno.
 
—Entonces está decidido —dijo Aioria, alegre— Se quedarán con nosotros un tiempo... ¿Te molestaría si nos los robamos por lo que resta de la tarde, Dita?—cuestionó, haciendo referencia a ambos invitados
 
El Caballero de Picis demandó la primera noche, después de todo.
 
No quería separarse de ese niño.
 
—En lo absoluto, amigo mío... —respondió, al tiempo que Ikki extendía sus brazos para que devolviera al pequeño, casi a regañadientes Afrodita lo hizo.
 
—Creo que deberíamos cenar hoy todos juntos... Ha pasado un tiempo desde que teníamos visitas, ¿no es así? —dijo Milo, acercándose al chico
 
Había pasado un tiempo desde que un niño tan pequeño llegara al Santuario... La mayoría de los aprendices eran ya algo mayores. Tan mayores como un niño de 8 a 10 años puede ser.
 
—Paso... —declinó firmemente Shura— Si no queda nada más que discutir... Nos veremos en otra ocasión.
 
No esperó respuesta siquiera, pues partió al segundo después.
 
—A veces en un poco aguafiestas —observó Leo, que se encontraba a un lado del toro, quien asintió— Cocinarás hoy para todos, ¿cierto? Un buen festín...
 
El más alto soltó una risotada.
 
—No necesitas siquiera preguntar...
 
Y así, poco a poco el gran grupo fue dispersándose. Con Ikki y Seiya siendo escoltados por Leo y Sagitario, Dita y Death Mask comenzaron a caminar hasta el Templo más alejado... El hogar donde vivían ahora la mayor parte del tiempo.
 
En cuanto tuvieron la privacidad suficiente, Afrodita solo le miró, demandando una explicación por sus actos. El Caballero de Cáncer continuaba subiendo con dirección al doceavo templo seguido de su amante cuando finalmente confesó:
 
—No sé que le habrá dicho Seiya a Ikki... O qué sea lo que cree que pasó... Pero ese niño no tiene nada de mortal.
 
Picis no parecía sorprendido de que el otro notase algo que a sus ojos no existía. Alguna vez, al volverse Espectro, una nueva visión le acompañó por aquel tiempo... Cosmos que nunca antes había observado... La propia energía de Cáncer al completo...
 
Un cosmos brillante y oscuro.
 
—Lo que sea que Seiya haya pasado... Él ya no es un humano como nosotros.
 
Dita asintió, pensativo. ¿Qué tanto habría visto Death Mask en el niño para que pudiese preocuparlo de ese modo? ¿Sería verdaderamente peligroso mantenerlo allí? Lo era, sin duda. El mero hecho de ser hijo de Hades...
 
—¿Es poderoso? —inquirió, con curiosidad
 
La expresión del otro ensombreció.
 
—Dita... Su cosmos supera con creces el de los 12 juntos... —confesó— Y sé que no está en su pleno potencial...
 
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