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Hobby por 1827kratSN

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Fue entonces, después de años, cuando Tsuna al fin abrió el cofre, quitó el candado del cual sólo él tenía la llave y lentamente reveló el contenido. Fotografías, decenas de ellas, cuyo actor principal y único era una sola persona bien conocida por todos. La sonrisa prepotente en una curva sencilla, la mirada oculta por la fedora, el traje bien puesto, fotos contadas donde se apreciaban esos detalles ya que la persona aparecía en cuerpo completo. Pero la mayoría de fotografías enfocaban cierta parte especial del dueño. Tsuna tenía las mejillas rojas pues estaba consciente de lo raro que era tener aquello.

Pero era su tesoro.

Tsuna creía firmemente que las curvas de la retaguardia de su antiguo tutor deberían ser consideradas como tesoro nacional, mundial o universal. Los glúteos bien formados destacaban por el traje, destellaban en hermosura en cada imagen, se acentuaban en cada pose diferente. El trasero de Reborn seguro debía ser el sueño de toda chica, incluso había escuchado a muchachitas hablar de eso en susurros, pero para el castaño era algo más que eso. Era su obsesión insana e injustificada y para ello tenía esas decenas de fotografías donde enfocaba sólo a esa parte, a las que adoraba con locura.

 

—Se te va a caer la baba —Enma no juzgaba el hobby de su amigo, pero molestarlo era tradición.

—¡Enma!

 

Entonces Enma y Tsuna terminaban riendo tras volver a cerrar el cofre, jugándose bromas, empujándose al punto de rodar por la cama disponible, sin darse cuenta que la puerta había sido tocada por cinco ocasiones. En medio de su bullicio escucharon un ruido sordo y después de eso la puerta fue abierta con fuerza de tal forma que golpeó la pared y resonó en un crujido. Los dos jefes mafiosos entonces se quedaron paralizados pensando en una sola cosa en común.

«El cofre del tesoro»

La mirada negra que los tenía por objetivo les dio escalofrío y causó que sus cuerpos se movieran por inercia ya que querían evitar a esa persona como fuera. Tsuna elevó su voz de forma nerviosa saludando al recién llegado y sujetando a Enma para zarandearlo levemente. Enma por su parte trataba de ocultar el cofre en su espalda con sigilo, pero al ver que Reborn no se tragó la excusa de «planeábamos una reunión» y se acercaba a ellos, tuvo que hacer algo desesperado y estúpido.

Muy, muy, muy estúpido.

Enma sujetó el hombro de Tsuna para girarlo hacia él y acercarlo tanto como para que se giraran y dieran la espalda al azabache que los miraba con furia, no le importó siquiera el hecho de que casi chocara su frente con la del castaño, pero con eso logró colocar el cofre entre sus estómagos sin ser descubierto en el proceso. Aunque obviamente por la ansiedad, desesperación y miedo —porque estaba seguro de que explicar la existencia del cofre sería el infierno y mucho peor si se sabía el contenido—, se aferró a la cintura de Tsuna a la vez que se lanzaba hacia atrás para caer de la cama. Lo que no calculó fue el gran golpe que se llevaría, a más de eso, el cuerpo de Tsuna cayó encima del suyo y duplicó el dolor del cofre que se incrustó en sus estómagos hasta dejarlos sin aire y desparramados de una forma extraña en el suelo. Una pose que podría ser usada para interpretaciones erradas.

Pero salvaron su secreto.

Y hasta podían excusarse de esas torpezas momentáneas que ambos tenían.

Ellos creyeron salvarse. Cuán equivocados estaban.

 

—Par de dames —el tono de Reborn era más grave de lo normal, más autoritaria—, será mejor que dejen sus coqueteos —incluso hizo una pausa para acentuar la última palabra— y bajen porque no pueden perderse de la fiesta que fue planeada en su honor.

—Sí —Tsuna logró retomar un poco de aire para contestar.

—Ya vamos —Enma deslizó silenciosamente el cofre hasta dejarla bajo su cama.

—Háganlo —con leon transformado en su verdosa arma, afiló su mirada y apuntó—. Ahora —gutural condena antes del primer disparo.

 

Tsuna se levantó como pudo para acaparar la atención del hitman lo más que pudiera hasta que Enma ocultara el cofre donde fuera. Enma apenas pudo asegurarse de que el candado del cofre estuviera bien puesto antes de rodar y esquivar la primera bala. Después ambos jefes salieron corriendo de esa habitación para evitar heridas innecesarias, siendo seguidos de cerca por el hitman número uno que verificaría su buen comportamiento en la fiesta. Al menos Enma pudo escapar después de unos minutos para asegurar su cuarto y al fin respirar en paz. Ya después de la fiesta acordarían el método más elegante y secreto de colocar el cofre en su verdadero lugar.

Jamás se fijaron en las pequeñas señales que dio la parca antes de su actuación magistral.

Nada más se mencionó por los siguientes meses en donde Tsuna estuvo ocupado casi todos los días hasta su adecuación en su nuevo cargo, tampoco se mencionó algo sobre lo raro que fue el escuchar a Reborn decir que se uniría a Vongola como un asesino asalariado que cumpliría misiones a la par de los guardianes del décimo cielo, mucho menos se dieron cuenta de que Tsuna se veía más feliz de lo normal o que desaparecía durante un periodo diario en las horas que rodeaban las diez y doce de la noche.

Todos tenían sus pequeños secretos que asegurar.

Aunque cuando Enma llegaba de visita a la mansión, la mayoría sí notaron que el ambiente que rodeaba a cierto hitman azabache se volvía más denso y que los castigos se duplicaban para los desgraciados que osaran siquiera dirigirle la palabra. Pobre de Lambo que no se quitó esa maña extraña por desafiar a Reborn, o de Gokudera quien generalmente era el que tenía que lidiar con todo cuando su jefe no estaba disponible. Pocos fueron los que dedujeron la razón de ese raro comportamiento en alguien tan sereno como Reborn y se aprovecharon para molestarlo, desafiarlo a peleas o simplemente darle miles de opciones en donde la principal cosa mencionada era “la relación amorosa que mantenían el par de jefes”. Algo similar ocurría cuando Tsuna salía desesperado los sábados hacia su reunión con Enma.

Cosas de la vida.

Sin embargo, la paciencia de cierta persona era limitada, de eso debieron darse cuenta los que conocían bien a Reborn.

Se exceptuaba Tsuna, quien no percibía ni siquiera el coqueteo que cierta aliada le ofrecía en cada encuentro, mucho menos se dio cuenta que cada vez su antiguo tutor —actual asesino a su servicio y por siempre eterno admirador silente—, lo cuidaba con mayor exageración incluso instaurando un margen de distancia para los acercamientos con el cielo de Vongola.

Pero la razón de ese despiste era una sola, y Enma la sabía a la perfección porque en su última visita fue testigo del pequeño altar que su amigo había armado en una habitación secreta que sólo era accesible desde el cuarto de su amigo y por un pasadizo que se conectaba con una de las salidas de emergencia subterránea del ala derecha de la mansión.

 

—Estás… —Enma no sabía cómo expresar su asombro— más obsesionado que nunca —hasta estaban en penumbras como si adoraran a una estatua divina.

—Lo sé —Tsuna a su lado encendía la última vela perfectamente posicionada frente al muro adornado por innumerables fotografías que rodeaban su primera cámara profesional, misma que ya no servía—. Y hasta yo me estoy asustando.

—No recuerdo que tuvieras esa foto —el pelirrojo dio un rápido repaso a todo—, ni esa, ni esa, ni esas dos… es más, creo que esa parte de ahí —señalaba lo indicado— no la tenías antes.

—Son nuevas.

—¿Cómo pudiste tomarlas?

—Spanner me fabricó un par de cámaras de bolsillo, especiales para espionaje —el castaño hurgó en su bolsillo y mostró un par de cuadraditos de al menos dos centímetros—. Son mi nuevo tesoro.

—Ahora yo estoy asustado —Enma reía bajito por el pánico que percibía en su amigo—. Es broma, es broma… pero creo que deberíamos parar esto.

—No puedo y no quiero —se quejaba Tsuna mientras señalaba su muro— es que necesito ver eso cada día para estar feliz.

—Pero lo tienes en tu casa, a tu servicio… Puedes verle el trasero cuando quieras —para Enma eso era algo lógico.

—Enma —Tsuna enrojeció antes de ocultar su rostro entre sus rodillas—, si hago eso será obvio que… que…

—Que te gusta Reborn —completó.

—¡No! —se erguía sólo para sujetar a su amigo y zarandearlo—. ¡Que no me gusta el demonio de Reborn!

—Lo que tú digas —Enma suspiraba antes de quitarse a su amigo de encima—, pero creo que debemos para esto antes de que se salga de control.

—¿Alguna sugerencia?

—Varias —Enma sonrió—. Como que le confieses la verdad y veas qué pasa, esa sería la primera.

—¡Jamás!

—Entonces… sal conmigo mañana, te presentaré a alguien.

 

 

El otro lado…

 

 

Reborn estaba harto, no podía simplemente tolerar esa cercanía y si bien alguna vez decidió dejar que su cielo fuera feliz junto con el pelirrojo de Simon…, ahora se sentía idiota porque eso no era natural, al menos no para él. No más. Tsunayoshi Sawada con todo y esa estupidez mezclada con inocencia —cosa que le gustaba hasta cierta medida—, sería suyo a como dé lugar, y si tenía que destrozar a Enma, lo haría.

Asesinar a su oponente sería fácil, pero no, eso sería tentar contra Vongola, cometer acto de traición y posiblemente el rechazo de su cielo. Hacerlo parecer un accidente sería sencillo, pero no, perder al líder Simon sería desequilibrar a la Vongola que Tsuna tanto luchaba por reconstruir, además, por su honor y lealtad hacia Nono no podía interceder. Amenazar, extorsionar y demás, eso sí era factible… pero no en los momentos en que Enma estaba de visita en la mansión y se la pasaba con Tsunayoshi durante día y noche.

¡¿Por qué carajos ese par no se separaba ni de noche?! Y si alguien —como Mukuro— le dijera que en la noche ese par se hundía en el mar pecaminoso del sexo y desenfreno, se reiría, porque era obvio que esos dos eran tan vírgenes como cuando los conoció. No llegarían tan lejos, menos con lo tradicional que resultaron ser los Sawada; Iemitsu se lo aseguró y Tsuna lo certificó en alguna ocasión.

Bendito pensamiento retrógrado sobre mantener la pureza hasta el matrimonio.

Cosa que Reborn deseaba destrozar, claro estaba, pero eso sería después.

 

—Saldremos por unas horas —Tsuna se mostraba radiante como siempre, sonriente, aunque más ansioso que en ocasiones pasadas—. Hayato-kun, quedas a cargo.

—Déjelo en mis manos, juudaime.

—Que Takeshi-kun te ayude —añadió tras pensarlo un poco y certificar que su lluvia no tenía misiones—, no quiero que se sobre esfuercen.

—¿Tardará mucho, juudaime?

—Unas cinco horas a lo mucho —contestó Enma con una sonrisa—, iremos a una cafetería del centro.

—Oh, entonces disfrute de su salida, juudaime.

 

Reborn escuchó todo porque no despegaba su atención de su cielo y solía ser un mirón experto. Sonriendo de lado aprovechó la oportunidad pues hallaría a un aliado para un plan que estaba trazando con rapidez, porque nadie le iba a quitar a su cielo. En menos de lo esperado, portando su traje armani, jactándose de su apariencia de dieciocho años y un poco más, estaba frente a la mujer que haría todo más fácil. Su aliada e interesada en que el jefe de Simon se quedase con ella por siempre.

Dos egoístas que estrecharon sus manos en alianza.

 

—¿Qué te sucede? —Reborn se hallaba solo con su cielo en la mesa, esperando a los demás para el desayuno.

—Enma no me contesta —miraba su celular con extrañeza—, eso es raro.

—Otro fin de semana que planeabas desperdiciar con el Simon.

—A mí me gusta estar con Enma —Tsuna sonrió antes de guardar su aparato—, es divertido.

 

Si tan solo su cielo supiera que no volvería a ver al Simon en largo tiempo, pues Adelheid le confiscó cualquier aparato electrónico a razón de un “entrenamiento” en donde seguramente lo marcaría como suyo. Ah sí, para Reborn fue muy gracioso darse cuenta que esa mujer tenía intereses bastante específicos con el pelirrojo. Manipularla después de eso fue sencillo, además, ambos eran lo bastante dementes como para enamorarse de ese par de despistados.

Con el obstáculo fuera. Libre estaba la presa.

¡Al diablo las sutilezas! Reborn estaba harto de esperar, si hasta se consiguió el cuerpo que necesitaba para ser considerado legal y que físicamente lo separaba apenas con dos años de su cielo. Iba a atacarlo a la primera oportunidad, por eso les advirtió a todos que no osaran aparecerse desde las diez de la mañana en la oficina del cielo porque tenía una reunión exclusiva con él.

 

—¿Reborn? —tartamudeaba, era verdad y denigrante siendo que era un mafioso respetable, pero era Reborn al que tenía enfrente.

—Ahora me dirás —lo había acorralado en la oficina, colocado entre su cuerpo y un librero.

—¿Qué cosa? —Tsuna sólo pensaba en que Reborn estaba demasiado cerca, que empezaría a hiperventilar, o en que su hora de morir había llegado.

—Lo que me estás ocultando.

—¿Qué? —entró en pánico y rió nervioso—. Yo no oculto nada —pero su mente empezaba a visualizar con constancia a su pequeño cuarto en donde tenía una pared llena de fotografías del trasero de Reborn.

—No me mientas —a veces Reborn se preguntaba por qué le gustaba tanto ese niño.

—No —el castaño apretó sus labios antes de morderse el inferior—. No miento —se le quebró la voz.

—Dilo —susurró con una media sonrisa porque recordó las razones de por qué le gustaba Tsuna, una de ellas eran esos gestos inocentes que a él le generaban esos deseos por morderlo o besarlo—, y deja de morderte el labio —gruñó por lo bajo porque en serio creía que Tsuna lo hacía a propósito.

—¿Perdón? —sí, estaba entrando en pánico. Tsuna creyó que lo habían descubierto.

—Dilo, dame-Tsuna —Reborn se acercó un poco más hasta apreciar de cerca las pestañas que se mecían debido al constante pestañear del castaño—. Confiesa.

—No —quería desmayarse, lástima que su cuerpo podía aguantar eso y un poco más de pánico… pero no pudo sostenerle la mirada y volteó su rostro a un lado.

—Te estoy dando una oportunidad —admiró ese cuello a escasos centímetros de su rostro, bonita oportunidad, pero quería primero escuchar lo que tenía que decir su cielo—. Así que dilo antes de que pierda la paciencia —¿qué tan deliciosa sería la piel de su pequeño castaño?

—Hum —estaba perdido, lo habían descubierto, ¿qué debería hacer ahora? ¿Confesar? ¿Callar y fingir demencia? ¿Y por qué carajos Enma no lo sacaba de esa situación? Ah sí… porque su amigo decidió desaparecer durante esa semana—. Yo no oculto nada.

—Entonces —Reborn sujetó la cintura de su cielo y lo estampó contra el librero de tal forma que cayeron un par de tomos. Sonrió. Tenía mil ideas para sacarle la verdad a Tsuna— asume las consecuencias —quería saber qué cosa se traía Tsuna con Enma.

—Hiiieee —Tsuna vio su vida pasar en frente de sus ojos. No quería volver a experimentar una tortura de Reborn… entonces…

—Voy a…

—¡Estoy obsesionado con tu trasero! —lo dijo y apenas terminó de mover sus labios cerró sus ojos y cubrió su boca. El pánico que le tenía a su antiguo tutor fue más grande que su deseo de mantener la boca cerrada hasta su muerte.

—¿Qué?

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

Me estoy riendo como foca :v, y por si alguien se dio cuenta, sí, esto está basado en un par de MomentosR27 que escribí para la dinámica de los domingos.

Lamento no haber actualizado en estos dos últimos días, pero ciertas circunstancias personales me aturdieron. De todas formas, intentaré ahora si actualizar a diario y responder a todas las notificaciones de wattpad XD

Besos~

Los ama: Krat~ 


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