Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

'KKM! Cortejo {WolfYuu} por amourtenttia

[Reviews - 58]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola, hola! Hoy traigo un capítulo bastante largo, porque no había manera de que terminara sin que sintiera un cortón muy feo.  Vienen cosas interesantes, y dudas que me comentaron antes se irán respondiendo poquito a poquito. Espero les guste tanto como a mí :D

 
Padre e hija continuaron charlando por un rato más, antes de escuchar como se abría la puerta tras unos cuantos golpes a los que Yuuri respondió. Tres mujeres ingresaron junto con un guardia, quien jalaba de una mesa llena de postres de distintos tamaños, junto a un extenso desayuno que exhibía cuantas variedades podrían pensar. A Greta se le iluminaron los ojos, mientras que el moreno negaba apenas ante la imagen. 
 

—Felicidades, princesa —celebraron todos ellos tras estar lo suficientemente cerca, y a coro le desearon un buen día, a lo que ella solo podía sonreír mientras agradecía.

 
Ellos salían entre risas y comentarios sueltos a la vez que Wolfram ingresaba nuevamente a la habitación. Tanto Yuuri como Greta contuvieron una sonrisa cuando la expresión de Bielefeld se iluminó de manera evidente. Tantos postres distintos... No celebraban simplemente a la menor de los tres. El Maou distinguía también algunos platillos que a él le gustaban. 
 
—Me encontré con Gunter en el pasillo —comentó, acercándose al improvisado comedor que se había montado allí— Cuando le comenté que queríamos desayunar aquí me dijo que todos habían preparado ya un festín... Pensé que era una broma —admite, algo avergonzado, tomando asiento entre ambos.
 

—¿No pasó algo así cuando tu cumpliste 16 años? —preguntó curioso el moreno, mientras tomaba un plato y comenzaba a servir las porciones de cada cual, entregó el primero a la cumpleañera

 

—Ahora que lo dices, creo que fue algo similar... Madre y Padre dijeron que era una especie de tradición que se cocinaran los platillos favoritos de toda la familia. Claro que nunca comimos aquí dentro, éramos demasiados...

 
El menor asintió, la imagen mental era precisamente extensa. Cheri-sama, Bielefeld-san, Gwendal, Conrad, y el pequeño Wolfram... Ellos tres habían causado un poco de problema en juntarse allí, ¿cómo le habrían hecho si fueran una familia más extensa? La imagen le hace sonreír ligeramente.
 

—¿Nunca comiste con mamá y papá en su habitación? —preguntó entonces la menor, para confirmar si realmente había entendido lo que el otro comentó, parecía sorprendida

 

—Creo que alguna vez me dieron permiso de comer dulces aquí, pero no era tan apegado a ellos en ese entonces, así que era raro que yo entrara aquí —admite, tomando una nueva porción de un pastelillo de fresa

 
Yuuri no piensa decir nada sobre que sus favoritos no son precisamente desayuno, porque está disfrutando mucho lo satisfechos que ambos —Wolfram y Greta— están con sus respectivos alimentos.
 

—Cuando mi padre murió, mi tío y madre decidieron que viviera en Bielefeld una temporada —continuó, sincero, pocas veces tocaban el tema, y por alguna razón sentía que era buen momento— Lloraba mucho aquí cuando era pequeño, porque todo me recordaba a él... Me tomó bastante tiempo comprender que fue realmente mejor crecer lejos de mi familia, porque ellos también sufrían sus propias pérdidas...

 
—Eras tan pequeño como yo cuando murió, ¿no es así? —comentó Greta, recordando parte de las pláticas que había tenido con él en contadas ocasiones.
 
Wolfram asintió, sintió la mirada curiosa de su prometido sobre él, por lo cual explicó:
 
—Mi padre murió cuando estaba por cumplir los 20, así que ha pasado un tiempo desde eso... Debido a que soy un Mazoku, mi apariencia no demostraba mi edad en lo absoluto. Mi tío solía decir que me quedé congelado en los 10 años, y pasó bastante rato antes de que empezara a crecer. Cuando tenía 50 todavía me veía muy pequeño también, así que tus tíos no me dejaban ir a pelear mucho, aunque tenía años fuera de la academia...
 
Yuuri no podía terminar de imaginárselo. Si Wolfram se atrevía a llamarse a sí mismo pequeño, realmente debía verse muchísimo más joven de lo que lucía en esos momentos. Sonrió un poco enternecido por lo que proyectaba su mente. Era estúpido, Wolfram no podría parecer un pequeño de 12 o 14 cuando peleó su primera batalla seria, ¿cierto?
 
—¿Conrad y Gwendal eran muy duros contigo? —cuestionó curiosa Greta, mientras llevaba otra porción de panqueques a su boca, a la vez que el rubio lo pensaba un poco.
 
—No sé si duros sea la palabra adecuada... Conrad fue muy estricto cuando tenía tu edad. Gwendal fue un poco menos severo, pero sí que me amenazaba por hacer bien las cosas —admitió, pensativo— A veces me sorprende que todavía no le hayan dado un golpe a Yuuri, por lo atolondrado que es...
 
El Maou había estado divagando un poco en la imagen de su prometido a los 10 años, por lo que apenas y prestaba algo de atención real a la plática, hasta que su nombre salió a flote. Le miró confundido, luego a la menor, y trató de entender.
 
—Ambos podían darme un buen castigo por errores menos graves que los suyos... En serio que Weller tiene una preferencia evidente... Creo que incluso hoy día, si cualquier cosa pasara, me golpearía a mí antes de regañarlo... —se quejó, frustrado.
 
 Yuuri le miró horrorizado.
 
—¿De qué rayos estás hablando? —cuestionó, sin creerlo.
 
Claro que Shibuya sabía el tipo de ventajas que gozaba dentro de la familia del otro. Aunque Wolfram era el menor de los tres hermanos, Yuuri sentía que a veces le trataban a él como el favorito entre ambos. Ni qué decir de Cheri-sama, quien podía pasar de largo de su vástago al notarlo. Agradecía que dejara de acosarlo, lo cual era todo un alivio, pero de eso a atosigarlo constantemente con los planes de una boda que antes no había tomado en serio eran a veces peores que los toqueteos indiscretos. Gwendal amaba las cosas adorables, y aunque no se terminaba de reconocer como "lindo", sí que sabía que a ojos del mayor, lo era más que su propio hermano... Y Conrad, ¿qué decir sobre él? Yuuri se obliga a no pensar en Julia, o en el cabezota de su padrino, por mirarle con ojos de enamorado aun cuando le juraba que no era por su fallecido amor.
 
"¡Nadie te cree eso, Conrad!" pensaba, cada vez que se daba el incómodo momento mientras se sonrojaba con fuerza. Desecha esos pensamientos de inmediato. Luego agradece que Wolfram comience a sacarle pleito.
 
—¿Qué quieres que diga? No es como si no supieras lo bien que te tratan... Ya te he dicho que no te andes aprovechando de tu aspecto, pero pareciera que lo haces a propósito siempre. Si no fueras tan enclenque, creería que realmente vas calculando cada paso... Seduces cuanto se te cruza, empezando por mis hermanos...
 
—¿¡Ha!? ¿Te estás escuchando ahora mismo? De los dos, tú eres quien se aprovecha de su belleza, Wolfram. ¿O acaso de te olvidas cuando fuimos a casa de mis padres la última vez? ¡Sedujiste a mi madre delante de nuestras narices! Con ojos bonitos y sonrisa de comercial, diciendo cosas como "Madre Jennifer, por favor cuide de mí". Luego a mi padre con tu "Padre, cuidaré de su hijo". Por Dios, si hasta Shouri dijo que si hubieses sido chica te habría pedido al mano y todo...
 
Guarda silencio abruptamente, recordando la forma terminante en que su hermano le ordenara luego finalizar aquel compromiso. Movió la cabeza con violencia, dejando ese recuerdo de lado. No quiere pensar en eso. No en ese momento. Se da cuenta de que Wolfram ha notado que algo ha pasado, pues no sigue atacándolo, sin embargo, ambos olvidan completamente la pelea que tenían cuando la risa de Greta no es capaz de ocultarse por más tiempo. Ella se ríe tan animadamente que se relajan como si el solo sonido fuera un calmante natural para ambos. Y lo es. No importaba que tan mal pudiera ir todo, mientras pudieran oírla de esa manera. Por momentos como ese, era que todas sus locuras valían la pena.
 
—No han cambiado para nada—comenta ella, contenta— No mucho, en realidad —agrega, sin dejar de reír levemente.
 
Wolfram y Yuuri se observan un momento, suspiran bajo casi al mismo tiempo. Claro, hay cosas que sencillamente no cambian. El rubio pasa una mano por su cabello, desordenándolo, mientras que el Maou dibuja una expresión avergonzada, una ya tan conocida por el par delante suyo que provoca más sonrisas.
 
—Sigo pensando que es tan bonito como la primera vez —confiesa el príncipe, como quien no está interesado, mientras lleva la taza de té a sus labios, oculta el sonrojo en sus mejillas apenas
 
El moreno ignora su propia vergüenza.
 
—Ustedes, mazokus, tienen un sentido distorcionado de la belleza —afirma, seguro, pero no replica nada más, pues el comentario de la menor le deja en una pieza.
 
—Pero es verdad... Yuuri no ha cambiado para nada. Es tan bonito como siempre —afirma, y luego mira al otro— Wolfram en cambio, ya tienes tu primera arruga...
 
Cuando el nombrado se queda quieto de pronto, a la vez que un aura oscura cae sobre su cuerpo, Shibuya siente el verdadero terror. Nunca había temido tanto por la seguridad de su hija, quien ignorando la incomodidad de su padre, continúa:
 
—Aunque Yuuri debería envejecer primero, y lucía mayor antes, ahora se ve más joven que Wolfram...
 
Hasta ese día, aunque no mentiría diciendo que no había visto parecido antes, Yuuri no podía recordar un solo momento en que su futuro esposo se pareciera tanto a su madre. Ni una sola vez. Cheri-sama solía decirle que aunque eran casi idénticos, él era mucho más como su padre... Hasta que tocaban el tema de su aspecto.
 
"Oh, orgulloso príncipe", pensaba preocupado, pero no pudiendo evitar la sonrisa en sus labios, "¿podrás regañar a tu hija por ser mortalmente honesta?", se cuestiona reconociendo que no falta verdad en las palabras de la pequeña. Quizá sea apenas perceptible, debido a que Wolfram continúa siendo todo un mazoku, pero es todo cierto... Esa pequeña sombra, imperceptible para quien no lo conociera, y lo poco o nada que pareció estirarse...
 
—Es normal que empiece a envejecer más rápido —replica Wolfram, tras lo que parece un largo rato, y se nota bastante irritado.
 
Yuuri comienza a pensar que es justo lo que Greta andaba buscando, pues su sonrisa se ensancha cuando el sigue rabiando, siente un poco de terror al darse cuenta de ello. ¿Cuándo había ella aprendido a manipularlos de esa manera?
 
—Cuando te comprometes con alguien tan torpe como tu padre, es imposible no vivir con estrés todo el tiempo. ¡Gunter perdió el color de su cabello por su causa! Mi hermano mayor también parece más grande ahora... ¿¡Qué puedo esperar yo, que soy quien pasará el resto de sus días a su lado!?
 
Las cavilaciones de Shibuya no pueden ir más allá del comienzo de sus teorías conspirativas cuando el rubio pone un puño sobre la mesa, haciéndola temblar en el acto. Levanta la mirada, sorprendido. ¿Qué acababa de decir? No sabe si es la cantidad de café lo que le provoca tanto calor, espera realmente que lo sea, porque no quiere admitir que tan sinceras palabras —aunque fuese una explosiva declaración—, han calado hondo en su pecho. Wolfram no parece sospechar para nada de la menor, quien ahora les dedica una mirada que al moreno le recuerda a la inventora más tenebrosa del reino.
 
—¿Entonces sí se casarán?
 
—¿Eh?
 
—¿Qué?
 
Ambos han exclamado a la vez, uno más confundido que el otro. Bielefeld parece finalmente caer en cuenta que ha  sido vilmente utilizado para propósitos que no quiere llegar a comprender. ¿A qué venía esa pregunta? Por supuesto que se casarían... Eventualmente. Aunque su relación estuviese viento en popa, no podía darle una fecha, pero era seguro que llegarían al altar. Él lo sabía.
 
—Greta... Estamos comprometidos, por supuesto que vamos a casarnos —intenta decir Yuuri, antes de que Wolfram pueda replicar nada, sospechando que el regaño a su hija favorita no será menos intenso aunque se trate de ella
 
Bielefeld le dedica una mirada enfurruñada a ambos, calculando el actuar del par que deliberadamente comienza a ignorarlo.
 
—Pero Yuuri, ¿cuándo será eso? Has estado fuera mucho tiempo... Y Wolfram ya demostró que es capaz de ser un rey excelente, con ambos al frente de Shin Makoku, seguramente todo irá mejor que ahora... Dijiste que abuela siempre dice que dos cabezas son mejor que una para llevar orden...
 
"No creo que se refiriera a un reino, sino al hogar...", piensa Yuuri, con una expresión graciosa, "Aunque no aplica tampoco. Ella hacía lo que quería, padre no ordenaba nada"
 
—¿Acaso no confías en Wolfram?
 
Se queda frío en su asiento. ¿En qué momento esto se ha convertido en el peor interrogatorio que le han hecho nunca? ¡Ni siquiera Jenifer había sido tan cruda con sus preguntas!
 
—¡No se trata de eso! —se apresura a decir, sin creer que ella ha podido preguntar algo semejante—Le confiaría mi vida a este hombre, pero no se trata de eso en lo absoluto...
 
—¿Ah, sí? ¿Entonces que te detiene?—cuestiona esta vez Wolfram, interesado, mirándole con una frialdad que le hace temblar
 
¿Por qué están confabulando ahora en su contra?
 
—¡Greta! ¿Por qué preguntas ese tipo de cosas? —inquiere él a su vez, apartando la mirada del orgulloso príncipe, que parece no querer irse contra la que ha originado toda la escena
 
"Claro que se irá en mi contra. Su cumpleaños... ¡Greta! ¿Dónde se fue tu inocencia? Aprovechándote de un día como este..."
 
—Pregunto porque es un tema importante —responde ella, seria como pocas veces, aunque con ese aire infantil que tanto le caracteriza, y Yuuri preferiría que le estuviese explicando de nuevo cómo hacer puntadas correctas a eso— Yuuri y Wolfram llevan comprometidos bastante tiempo, pero no he escuchado nada acerca de la boda... Cuando fui al pueblo la última vez incluso escuché que hay rumores de que no se casarán nunca, pero eso no puede ser cierto. Cuando dos personas se aman, lo más lógico es que quieran casarse, y ustedes se aman. ¿no? 
 
El Maou frunce el ceño ante la idea de lo que puede irse diciendo por allí en las calles, ¿¡qué imbécil fue el que dijo algo similar delante de su hija!? Su mirada molesta parece ser la indicación que el rubio esperaba para intervenir, pues no le da tiempo de hablar.
 
—Por supuesto que amo a tu padre, eso no está en discusión... Pero debes entender que no es que nos vayamos a unirnos inmediatamente. Yuuri apenas ha regresado de la tierra, y como Maou hay muchas cosas que debe atender ahora mismo. El que tengamos este tiempo libre es debido a que todos estuvimos de acuerdo con aligerar su carga para que pudiéramos disfrutar de tu cumpleaños juntos, pero no es como que tengamos todo el tiempo del mundo como para planear algo tan complicado como una boda. Es mucho trabajo...
 
—¿Qué? —alcanza a exclamar el Maou esta vez confundido, mirando curioso al otro, quien suelta un suspiro
 
—Faltaba que fueras así de ciego de nuevo —le escuchó murmurar bajo, antes de que explicara— Mis hermanos y yo hemos estado trabajando extra para que Gunter te diera el día libre. En serio, si vas creyendo que puede ser así de condescendiente estás soñando...
 
—¿Es por eso que Gwendal ha estado encerrado en su oficina toda la semana? Cuando le pregunté no quiso decirme nada... —musitó Greta, con una expresión de comprensión total, Yuuri en cambio no sabía cómo sentirse
 
—Mi hermano mayor ha estado haciendo mucho papeleo últimamente, debido a que no esperábamos que Yuuri regresara tan pronto, comenzamos las construcciones cerca del campo a finales del año pasado —dice, ante la duda clara del moreno agrega— Yo firmé esos permisos, así que todo quedó a mi cargo desde entonces... Gwendal me ha estado ayudando con ello, a cambio me ha enviado de vuelta al campo de entrenamiento—medio gruñe, Yuuri no logra entender el motivo de su enfado hasta que murmura— Haciéndome entrenar a esos mazokus con elementos de tierra y agua como si fuera ayudarles de algo...
 
Yuuri no sabe guardarse sus comentarios, ni la expresión burlona.
 
—¿Tierra y agua? ¿No se supone que los de fuego son débiles cuando pelean con ellos? —la respuesta es una mirada llena de enfado— El orgulloso príncipe... ¿Cuántas veces has perdido contra los soldados de tu hermano?—musita en un murmullo, bastante divertido.
 
—No estoy de humor para tus bromas —advierte molesto Wolfram, recordando las batallas que, si bien no eran derrotas, sí le causaban dolores de cabezas.
 
No dirá nada de que se trata de hombres más jóvenes que él, incapaces de levantar una espada en su mayoría. Gwendal tenía esa extraña fijación —culpa de su esposo seguro, pensaba Wolfram—, de reclutar novatos con un alto potencial. Tanta magia demoníaca era abrumadora incluso para él. Y los que, gracias a Shinou, carecían de este poder, eran todos vigilados por Gunter. ¿¡Por qué le tocaba a él lidiar con los chiquillos de su hermano mayor!? Yuuri realmente vivía en las nubes si no notaba los duros entrenamientos que el pelilila llevaba con sus alumnos. 
 
—Entonces todos han puesto de su parte para que podamos tener un día especial —observa Greta, complacida, y se nota que el gesto le conmueve.
 
El par casi agradece que el tema quede olvidado, aparentemente. La conversación fluye a otros temas, el desayuno termine y cuando creen que finalmente están a salvo, Greta parece estar dispuesta a regresar al ataque. No puede fallar en su misión autoimpuesta, ella y Cheri querían saber, no, necesitaban respuestas. Incluso si la Maou no estaba en el castillo, las cartas que intercambiaban giraban en torno a ello de vez en cuando. ¿Cuándo? ¿Cuándo? ¿Cuándo? La castaña está probándose ahora el vestido que usará en la noche, y observa maravillada su reflejo mientras nota igualmente lo alegres que se ven sus padres mirándola a través de éste. 
 
—Es muy bonito —celebra indiscutiblemente alegre, luego la idea cruza por su mente— Hey, Wolf, ¿has pensado ya que tipo de ropa usarán para su boda?
 
No tiene sentido preguntar algo como eso a Yuuri, los tres son conscientes de ello. Incluso cuando el resultado de esta ocasión es un éxito, el moreno no es tan dado a cuidar celosamente su aspecto, no como el rubio, al menos. Greta puede imaginar una escena de esa ceremonia, pero solo ve rostros felices... Blanco/blanco, blanco/negro, negro/negro. ¿Qué colores decidirían finalmente? Siente curiosidad. Cuando mira a los dos por el reflejo, se nota que no quieren luchar más tiempo, algo que ella agradece.
 
—No lo he pensado mucho, realmente —confiesa Wolfram, rendido.
 
Incluso si quiere enfadarse por las constantes preguntas, no puede hacerlo. "Maldita sea, Shinou, ¿en qué momento permitiste que nuestro amor nos volviera débiles?", quisiera pensar algo como ello, admite.
 
Greta asiente, pensativa, una mirada de reojo hacia el moreno le saca una pequeña sonrisa.
 
—¿Tu has pensando en ello, Yuuri? —cuestiona inocente, no sin perder la forma en que se sonroja ligeramente.
 
—No es como que lo hiciera adrede—admite, sin mirar al otro, solo suspira antes de decir— Alguna vez pensé sobre eso... Creo que Wolfram luciría bien usando algo blanco con azul, pero no sé si sea lo mejor... Creo que en mi imaginación nada le hace justicia.
 
Wolfram parece verdaderamente sorprendido, pero no parece tener intención de molestarlo con ello. En cambio se pone algo nervioso. Claro que ha pensado en ese día, muchas veces, solo que nunca se ha parado a cuestionarse los detalles. Está seguro de que podría dibujar a su madre y la expresión de felicidad con la que lo observa al estar junto al hombre que ama, pero no de ser capaz de decir cómo luce él exactamente. O sí mismo... Pero cuando Yuuri lo menciona él no puede evitar hacer una pequeña mueca.
 
—¿Blanco? —repite, en voz baja, en un murmullo apenas, pensándolo más seriamente — Definitivamente no... No quiero perderme en mi propia ropa...
 
Cuando el Maou le escucha no puede evitar reír ligeramente. Claro, justo ese era el problema de sus ideas. Sin el lo que fuese azul que se cargaba, enfundado en un traje blanco tradicional, Wolfram podía fácilmente pasar por un fantasma sin intentarlo siquiera. Realmente no podía verlo de esa manera.
 
—Esa vez no fue como un sueño que quisiera ver hacerse realidad —comenta más para sí, con cierta gracia.
 
Fue una pesadilla, de alguna manera.
 
—¿Pero será pronto? —cuestiona ahora Greta, volteando a verlos, ambos se han perdido en sus propios pensamientos, y ahora le miran confusos— Su boda, ¿será pronto?
 
Ellos no pelearán más. Se nota en sus expresiones cansadas. Cuando responden lo hacen al mismo tiempo, pero en el mismo instante en que sus voces chocan se giran el uno al otro para observarse con una mueca llena de sorpresa, uno de ellos sin saber si sentirse ofendido o no.
 
—Un año—afirma Yuuri
 
—Diez años—dice Wolfram
 
Se hace el silencio, y Greta finalmente tiene oportunidad de respirar algo más tranquila. Evidentemente, no es como que ella ame la idea de crear conflictos entre ambos, aunque es gracioso verlos discutir, no disfruta cuando pelean... Y por la manera en que se miran ahora, eso no terminará pronto. Sin embargo, tal como Cheri advirtió —sin saber cuán cierto sería—, el tema había pasado inadvertido entre ambos. Las diferencias entre sus crianzas salían a relucir. Tal como la menor espera, no planean discutir de esa manera delante de ella. El tenso ambiente está en un silencio aplastante. La castaña termina de arreglar unos cuantos detalles sobre la prenda antes de que sea hora de quitárselo de nuevo, con asistencia del rubio, para luego mirarlos con cierta pena.
 
—Lo lamento —dice de pronto, ganándose la atención de ambos, ella baja la mirada— No quiero que peleen por mi culpa... Pero si no preguntaba...
 
Wolfram pasa una mano por su rostro, sus dedos acariciando su frente, es un gesto tan mortalmente parecido al de su hermano mayor que Yuuri no puede evitar suspirar antes de volverse hacia la menor. Coloca una mano sobre su hombro, y le mira con cariño.
 
—Si no hubieses insistido no nos habríamos dado cuenta del problema, ¿no es así? —comentó, un poco divertido, aunque el tema no le causara mucha gracia en realidad
 
Ella asiente tímidamente, mirándole con un poco de arrepentimiento, mira entonces al mayor del trío con todavía más culpa en su rostro.
 
—¿Estás enojado conmigo?
 
Al príncipe le toma unos minutos responder, su expresión es algo severa.
 
—Estar enojado contigo... —musita lento Bielefeld.
 
—Wolfram... —medio advierte preocupado el moreno
 
El rubio le ignora cuando acaricia la cabeza de su hija.
 
—Quisiera saber cómo hacer algo como eso... —dice, y le sonríe ligeramente antes de sincerarse— Me molestó la manera en que lo hiciste, pero querías ayudar... Lo que me preocupa ahora es por qué eres tú quien tiene que sacar este tema. Pero, eso no es lo importante ahora...
 
—Pero Wolf... —interrumpe ella, alarmada.
 
—Wolf nada, Greta —le detiene con voz grave el rubio, mirándola fijo, ella se calla de inmediato— No estoy enojado contigo —repite, más claro, su mirada se suaviza inesperadamente, para asombro de su pareja y de su pequeña— No se trata de nosotros, se trata de ti. Hoy es tu cumpleaños... Yuuri y yo hablaremos de la boda luego, no tienes que preocuparte por eso... Además, no podría perdonarme a mí mismo si arruino la última fiesta que pasas con nosotros...
 
Greta siente claro como si el tiempo se detuviese, a la vez que le mira con más miedo del que le haya visto nunca. Shibuya no es capaz de articular palabra tampoco. Él sabe lo que ella debe pensar... Pero realmente no dijo nada. No realmente. Él, por sí mismo... 
 
Wolfram puede leer la tensión en el aire, por lo que actúa en pocos segundos. Greta sale de su shock inicial cuando siente los labios del rubio posarse en su frente. Siente más ganas de llorar ahora. 
 
—Apoyaré las decisiones que tomes, Greta. Eres mi hija, y siempre estaré orgulloso de ti... Incluso si debe ser a la distancia, te amaré hasta mi muerte—declara, sin despegarse de su cabeza, su voz a centímetros de su frente.
 
El Maou no puede más que observarlos con el corazón encogido cuando ella se lanza a los brazos del rubio, y rompe en un llanto que ha contenido desde el momento en que tomase la decisión desde semanas atrás, luego del regreso del rey. Shibuya tiene el recuerdo claro en su mente, el momento en que hablaron de ello...
 
"—Sé fui yo quien decidió quedarse... Pero viéndote, y viendo a Wolfram... Yo también quiero ser responsable. Quiero estar orgullosa de mis actos. Sé que no estoy lista para intentarlo todavía, lo que queda de mi primer hogar... Las personas a las que di la espalda... Quiero ayudarlos. Quiero aprender a hacerlo"
 
Yuuri baja la mirada, frunciendo los labios. ¿Quién es él para detenerla? ¿Quién es Wolfram como para intentarlo? Ella es una parte importante de sus vidas, y saben que ambos son igual de importantes para Greta... Pero hacerla quedarse allí, egoístamente, no la llevará donde pertenece. Zorashia quizá no exista en los mapas ya, no con ese nombre... Pero la gente que sobrevivió, aquellos que protegieron a su familia, los que murieron junto a su reina, todos ellos la esperan. El regreso de su futura reina. 
 
Ella era una princesa. Una verdadera. Una princesa humana.
 
Las puertas de Shin Makoku siempre estarán abiertas para ella, la hija del Maou. La princesa ilegítima de Shin Makoku. Pero ambos saben que no volverá pronto... En el momento en que salga, y hasta que consiga estar orgullosa de sí misma... Visitas esporádicas, días que durarán apenas lo suficiente. Una vida humana que será consumida por el tiempo...
 
Yuuri debe convencerse a sí mismo de que no tiene miedo de lo que piensa en ese momento, en el segundo en que se acerca a las dos personas que su corazón más celosamente guarda dentro. Siente que ambos lo abrazan con fuerza, y él está seguro de que corresponde de la misma manera. ¿Cuánto tiempo pasarán hasta que puedan vivir juntos de esa manera otra vez? El rey finge muy bien, quiere creer eso... Que él no llora tan intensamente como lo hace en realidad. Que no llora más por escuchar los sollozos ahogados de su hija. O que no se siente miserable por escuchar el llanto de su prometido.
 
Irónicamente, al saber que estarán lejos, se sienten más unidos que nunca.
 
.
.
.
.
.
.
.
.
.
 
 
Greta es quien decide que están desperdiciando demasiado tiempo lamentándose por hechos que no deberían cuando el sol amenaza por alcanzar su punto más alto, casi sin palabras, y solo con miradas que prometen una noche que guardarán para siempre en su memoria, se despide de ambos momentáneamente antes de salir de regreso a su habitación. Volverá a tiempo luego del baño para comenzar a arreglarse. 
 
Wolfram y Yuuri se quedan callados una vez que quedan solos, sin poder poner en palabras las sensaciones que tienen en esos momentos. Shibuya quiere suspirar sin tanta fuerza, pero no puede evitarlo cuando el aire escapa de su cuerpo. Hubiese sido mejor hablar de eso en otro momento, pero no podía recriminarle al otro haber confrontado el asunto de aquella manera. Él intuía que algo así pasaba, seguramente, y peor habría sido si lo escuchaba delante de todo el pueblo. 
 
Yuuri puede darse cuenta de que Wolfram está decaído, incluso sin necesidad de mirarlo a la cara. Su mano busca la del rubio en silencio, recibe el apretón a la vez que lo devuelve en menor intensidad. El gesto parece devolverle el aliento al otro, quien respira hondo un momento, luego de segundos en silencio. Cuando busca su cuerpo y lo envuelve en un nuevo abrazo, el moreno no hace ningún comentario. Lo rodea con algo más de fuerza de la necesaria, esconde su cabeza en su cuello, su rubio cabello le provoca algo de cosquillas. Acaricia su espalda lentamente. Una sonrisa triste surca sus labios.
 
Cuando pensó más joven que ambos compartirían un abrazo entre lágrimas, siendo padres de Greta, debido a que debían despedirse de ella, imaginaba una escena totalmente diferente. Una donde ella era mucho mayor que ahora, y era debido a un estúpido hombre que no necesitaba conocer para despreciar.
 
"—Pero yo lo amo—" habría dicho ella, antes de fugarse para casarse con él.
 
¿Era demasiado estúpido desear que hubiese sido algo más como eso?
 
.
.
.
.
.
.
 
La noche cae demasiado rápido para el gusto de los futuros esposos, quienes se encuentran ahora en la habitación del príncipe, quien se halla a su vez parado delante del armario de su cuarto, observando su reflejo con detenimiento a la vez que examina la apariencia de su traje. El azul marino que usualmente porta en forma de uniforme es ahora un elegante traje de tres piezas en un tono todavía más profundo, que contrasta con su pálida piel. Acomoda nuevamente la tela sobre su pecho, frunciendo ligeramente el ceño. No sabe si es la ropa, o la sensación que tiene lo que le provoca esa distintiva reacción. Desde el otro extremo de la habitación, el Maou sabe qué es lo que continúa molestándole.
 
—¿Has pensando en usar algún broche? —comenta con simpleza, disimulando una sonrisa— Desde que me regalaste ambos no te he visto conseguir alguno...
 
Bielefeld parece sorprenderse de momento.
 
—Uhm... Gracias —responde, yendo directo a sus cajones en el tocador que hay dispuesto a unos pasos suyo.
 
No es ni la mitad del que se encuentra en el cuarto del Maou —no necesariamente por decisión suya, cabe decir—, pero es un mueble imponente. Yuuri no puede evitar preguntarse un momento cómo es que el otro se las ha arreglado para tener allí la absurda cantidad de productos que posee y  la incalculable cantidad de joyas —entre broches, medallas, y otro tipo de condecoraciones— que tiene. Le causa algo de gracia recordar que, en su cuarto, siempre se las arreglaba para despejar exacto la mitad del mueble, dándole mucho más espacio del que necesitaba en realidad. De vez en cuando Yuuri se imaginaba que Cheri sí llenaba todo por su cuenta, que era quizá la razón del descomunal artefacto, seguro.
 
Wolfram abre uno de los cajones con algo de inseguridad. No había caído en cuenta de que, efectivamente, últimamente estaba evitando usar broches en sus prendas. No que hubiera empezado a odiarlos ni nada, sencillamente no terminaban de ajustarse a lo que buscaba nunca. Se rindió en algún punto. Yuuri lucía mucho mejor el suyo, y se lo regaló con la mejor intención... Pero realmente debió pensarlo algo más. O conseguirse otro idéntico.
 
-Eh... Yuuri... ¿Quisieras ayudarme?
 
El Maou se sorprende por unos segundos, pero no duda en acercarse de inmediato, observando la absurda gama de opciones que originan la indecisión en el mayor. No sabe qué demonios escogería para sí mismo, honestamente.
 
—¿Tienes alguno en mente? —cuestiona en voz baja, mirando los que logra con expresión crítica,
 
Wolfram niega ligeramente.
 
—No tengo cabeza para esto ahora mismo —admite con simpleza— Mi tío continua rondando por ahí, así que probablemente terminaré por cruzar con él en algún momento de la noche. Accidental o no, debo buscarlo para hablar con él, al menos saludar... De otro modo sé que no me dejará tranquilo—gruñe bajo, imaginando los posibles regaños que vendrían en ese caso.
 
Yuuri asiente con aire distraído.
 
—Lord Waltorana... Él... ¿Fue demasiado exagerado con lo que te dijo ese día? —preguntó lentamente, pasando sus dedos por los distintas formas, piezas de oro, plata, bronce.
 
El rubio frunció el ceño apenas, antes de relajar su expresión, apartándose un paso. Da espacio al otro de mirar tanto como necesite antes de que elija lo que mejor le parezca. Se cruza de brazos, sopesando las palabras con las cuales quiere explicarlo.
 
—Puede ser un hombre exagerado, a veces tiende a ser algo como Gunter —ejemplifica, tratando de exhibir la mejor imagen que su mente puede asemejarle— Pero, como sabes... No siempre es que esté siendo muy dramático que digamos. Gunter sabe mucho, y comprende al pueblo de Shin Makoku mejor que nadie... Puedo decir que mi tío es algo como eso. Él comprende la forma en que razonan las diez familias nobles, porque él mismo es muy exigente en todos los aspectos.
 
El moreno asiente, tomando entonces dos broches distintos, ambos completamente distintos uno de otro. Voltea hasta quedar frente a frente con el rubio, le hace mover los brazos, Wolfram lo hace sin que necesite decirlo, sin observarlo directo Yuuri pone uno sobre su pecho, a la misma altura donde los ve usarlos siempre. Hace una mueca antes de cambiarlo por el otro, repitiendo la acción algunas veces.
 
—¿Entonces todo lo que dijo es verdad?—cuestiona sereno, decidiéndose finalmente por uno de ellos, a la vez que el rubio pasa una mano por su cabello.
 
—A veces no sé si creerle —admite Wolfram, mirándolo de reojo agrega— No pienses mucho en eso, lo que sea que digan fuera del castillo no afecta realmente... ¡Auch! ¡Yuuri! —se queja, cuando siente el repentino piquete.
 
Las manos del moreno se han tensado en el momento en que ha colocado el decorado objeto en su traje, punzándolo con la aguja de éste sin poder evitarlo. Ignora la queja del mayor, frunciendo el ceño antes de terminar de arreglarlo, aleja sus manos una vez queda listo. El rubio ahoga cualquier comentario ante la mirada tan seria en el otro.
 
—¿Yuuri?
 
—¿Qué harías tú si Conrad me hiciera algo como lo que tu tío te hizo? —cuestiona, frío.
 
Bielefeld abre los ojos con sorpresa por unos momentos. Frunce el ceño, abre la boca, pero no sale ni una sola palabra. Su rostro vuelve a poner una mueca inconforme.
 
—¿Él...? —musita, sin creerlo.
 
Yuuri levanta la mirada, esta vez observándolo fijo.
 
—No lo ha hecho, pero piénsalo un momento... ¿Qué harías, Wolfram? 
 
El Maou intenta que la forma en que esos ojos se oscurecen, a la vez que su expresión se vuelve completamente tenebrosa no afecte su línea de pensamientos. Es una de esas pocas veces en las que puede verlo enojarse en un nivel superior. Totalmente serio.
 
—Weller no viviría para contarlo —responde, serio, sin atisbo de duda.
 
El moreno regresa su vista al brillo dorado en el pecho del otro. Su mirada se fija en los detalles del artilugio. Un broche de oro, apenas más pequeño que la palma de un niño pequeño. Uno de los menos grandes dentro de la colección del rubio. Se trata de un elaborado león agazapado, con una expresión tan atenta y en claro signo de advertencia, que Yuuri no puede sino encontrar cierta similitud en él y su futuro esposo, quien parece igual de listo para lanzar un ataque. Los rubíes que forman sus ojos, aunque preciosos, no hacen justicia a las esmeraldas del rubio. El menor levanta la mirada, observando al otro, quien le mira a la espera.
 
—No creo que puedas perdonarme si le toco un cabello a tu tío, ¿verdad? —comenta, dibujando una sonrisa divertida en los labios, lo escucha bufar apenas— Ya entiendes mi problema...
 
Intenta alejarse del enfadado hombre, pero toma sus brazos antes de que pueda apartarse. 
 
—No discutamos por él, por favor... Lo que diga... —intentó Wolfram, procurando sonar menos agresivo de lo que logra.
 
—No se trata de él completamente, Wolfram —le corta Yuuri, mirándole con más enfado del que el otro siente, preocupado es más adecuado.
 
Bielefeld está realmente preocupado, Shibuya en cambio, podría hervir de la ira que le provoca ese hombre. Y eso es justo lo que su prometido teme. No necesitan a ese sujeto peléandose contra uno de los 10 integrantes de las familias más importantes del reino. Mucho menos por su culpa. Wolfram intenta no suspirar o gemir de frustración cuando, contrario a sus deseos, el Maou se manifiesta en la iracunda mirada del otro. Es obvio que, con los años, finalmente ha aprendido a dominarlo. Yuuri continúa allí... Y no sabe si es mejor o peor.
 
Su prometido enojado con esa cantidad de poder.
 
—Yuuri—suspira, cuando las manos del moreno se colocan en su rostro, cierra los ojos centrándose en el calor de su tacto.
 
—Me pides que permita que otros te lastimen... Que no mueva un dedo para evitarlo. Peor aún, me niegas mi derecho de castigarlos... ¿Por qué? ¿Por qué decides protegerlos? 
 
Wolfram sonríe apenas, sin pizca de gracia, a la vez que abre los ojos. Se miran el uno al otro por segundos que se sienten eternos.
 
—El Maou no puede darse el lujo de perder el respeto de su gente. Especialmente si es por un hombre tan simple como yo...
 
El rey frunce el ceño, y antes de que pueda quejarse el príncipe busca acercarse a su rostro. No se resiste cuando deposita un beso en sus labios.
 
—Solo soy un sirviente más de su majestad. Y no permitiré que elijas entre el pueblo y yo. Tu deber está con ellos, no conmigo.
 
—Yo nunca... —quiere decir Yuuri, pero su voz ha salido tan distinta a la suya.
 
Frunce el ceño todavía más, ahora irritado. Por supuesto, Wolfram no ha apelado a su novio... Esas palabras, esa manera de tratarlo... Está llamándolo. Quiere su ayuda para controlarlo.
 
—Shin Makoku está por encima de cualquier persona —dice, con voz seria.
 
Bielefeld casi saborea la victoria en aquello, hasta que su mirada da con la sonrisa en los labios del otro. Tan maliciosa. Tan satisfecha. Pensaba que había llegado a entender a ese sujeto por completo... Pero, al final, es tan idiota como el mismo Yuuri. Siente las manos todavía en su rostro, acarician este con devoción. 
 
—Tienes razón en eso... —acepta, el equilibro entre él y Yuuri resulta evidente— Pero se trata del futuro esposo del rey... Ni siquiera Shinou habría permitido algo como esto... Que el consorte derrame lágrimas que provoca la malicia de su propia gente.
 
Wolfram va a quejarse, cuando las manos se alejan de él y se posan ahora a sus costados, cuando vuelve a mirar al moreno a la cara ve que le sonríe tranquilizadoramente. "Claro" se dice "Sabe que el Maou lo respalda..."
 
—Además... Si no soy yo, ¿quién te defenderá? —dice, divertido.
 
El príncipe le mira con tal ofensa escrita en el rostro que Shibuya no puede ocultar las risas.
 
—¡Soy perfectamente capaz de defenderme yo solo! ¡No necesito que me andes cuidando!
 
Ante la amplia sonrisa de él siente que ha sido engañado.
 
—Precisamente, ¿verdad? No necesitas de mí para eso... —dice, complacido, Wolfram siente un escalofrío— Así que no tienes excusa... Si no quieres que me meta, hablarás con él sobre eso...
 
El rubio le mira con fingido coraje.
 
—Tú...
 
La expresión del moreno se vuelve oscura al decir:
 
—No volveré a ser así de condescendiente, te lo advierto. Por tratarse de él, dejaré que lidies tú con eso... —musita, con una mirada demasiado tranquila— Pero si alguien vuelve a decir algo así, o a ponerte una mano encima...
 
El futuro consorte no puede evitar el temblor que le recorre. A veces, solo a veces, olvida lo poderoso que es el hombre con el cual desea casarse. Lo malditamente aterrador que el rey puede llegar a ser.
 
—Hablaré con él —promete— Solo déjamelo a mí.
 
—Es justo lo que haré —jura Yuuri, y sonríe al decir— Porque confío en que puedes hacerlo...
 
Wolfram está seguro de que hay una amenaza allí de la cual no quiere saber nada más. De repente, discutir con su tío ya no da tanto miedo como antes.
 
¿En qué momento es que se enamoró exactamente esa terrorífica figura?
 
.
.
.
.
.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).