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'KKM! Cortejo {WolfYuu} por amourtenttia

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Notas del capitulo:

Hey~ Sentí que NUNCA iba a acabar este cap... Pero lo logré. De alguna manera que no entiendo.

El siguiente pretendo sea lo verdaderamente... ¿Qué palabra usar? Será caliente en más de un sentido. Solo eso diré.

Espero disfruten el capítulo~ Porque con este sí que sufrí para hacerlo. Si alguna parte quedó rara, me disculpo desde ahorita. Lo reorganicé varias veces hasta que me gustó el resultado. 

Lamento posibles errores también~ Nos leemos ^^

 

 

 

Pasos iracundos hacían eco a lo largo del pasillo mientras tacones golpeaban con fuerza el suelo. En el silencio que cubría el ala este del castillo, la furia de la reconocida costurera de la familia real se podía escuchar a metros de distancia. Debido a que era ella en su adolescencia realizó un pacto con la tierra, no era sorpresa que ésta misma pareciera temblar bajo su andar enfurecido. Su rostro pálido, tan blanco como la nieve, se encontraba enrojecido. Orbes color rubí que parecían volverse líquidos hasta mutar en la que deseaba fuera la sangre del rey mismo, no, el 27avo Maou en realidad. Parecían chispear con intensidad.

Imperdonable. Impensable. Inaceptable. Sencillamente imposible.

Un remolido de negativos pensamientos se mezclaban con su sentir. Al llegar a su taller azotó las puertas al abrir, y cerró casi con la misma fuerza antes de que se dejase caer contra su mesa de trabajo, al sentarse delante de ésta. Sentía tanta frustración. Tanto coraje. Nunca antes había pasado nada similar en la historia de la nación, y era todo culpa de ese niño que había llegado para arrebatarle lo único que realmente le interesaba.

"—Nunca tuviste oportunidad con él, en cualquier caso" le dice la voz más sensata en su cabeza, pero eso solo consigue enfadarla más. Claro que ella sabía que una unión entre un noble y ella era impensable, se hizo a la idea desde pequeña. Su amor era lo suficientemente grande como para resignarse a quererlo desde lejos... Pronto se vio a sí misma pensando en quién sería una pareja digna. Y, pesase a quien le pesase, ese hombre que les gobernaba hasta hace unas horas, ¡no era lo suficientemente bueno en lo absoluto! ¡No para él!

"—Si escogiera a cualquier otra persona. Hombre o mujer. Noble o no... ¡Sería alguien mejor sin duda alguna!" piensa, enfurruñada, mientras intenta ahogar las lágrimas que el coraje agrupa en sus ojos. Aunque siguiera repitiendo que estaba dispuesta a dejarlo ir con alguien digno, no había manera en que ella fuera capaz de estar en paz con la idea de verlo casarse con alguien que no fuera ella. Pero era no iba a reconocerlo fácilmente. Y debido a que era muchísimo más fácil enojarse con otro más que consigo misma, Shibuya Yuuri se volvió su objeto de desprecio.

—No puede engañarme... No va a mentirme de esa manera—musita Estella, iracunda.

Presenció —al igual que gran parte del pueblo—, la vergonzosa escena de la cual el Maou fuese protagonista algunas el día anterior. Un hombre totalmente falto de dignidad, que permitió que los diez nobles requirieran frenarle ahí mismo la tarde siguiente. Ella podía ver a través de esa inocente faceta... No lo merecía. No lo hacía.

—Debió engatusarlo de alguna manera... Maldita sea, esos humanos son realmente un problema... —gruñó, convencida que era un defecto en su sangre.

Él 27avo Maou, el espía número uno, incluso el segundo hijo de la antigua reina. Eran todos ellos defectuosos... Contaminados con sangre de humanos, seres tan inferiores a ellos. Estella no podía entender cómo se las habían arreglado para convencer al pueblo de seguirlos antes, ni de cómo se las manejaban para atraer a otros a su disparatada aventura ahora mismo. Si ese moreno no se fuera el prometido del hombre que amaba, seguramente ella habría utilizado su afilada lengua para arruinarlo desde el comienzo. Pero, antes, mancharía el buen nombre de su excelencia. Y ella no quería hacer eso.

"—Se arruinó él solo, defendiéndolo de esa manera... ¿Responderle de esa manera a los nobles? ¡Lo tiene hechizado de alguna manera!"

Entonces la imagen relampagueo en tras sus párpados. La escena que presenció al entrar a los aposentos del rey, al preparar los vestidos de la princesa. La manera en que Lord von Bielefeld lo rodeaba con sus brazos, la mirada devota que le dedicaba.

"—Lo sedujo, esa es la razón..." se escandalizó, sorprendida, ofendida como nunca antes en su vida.

No era un secreto para nadie que los humanos tenían la sangre caliente. Repulsivos y vulgares era poco decir. Los mestizos podían salvarse apenas, pues su fama iba en la misma dirección. Solo bastaba con escuchar lo que se decía de Gurrier. O que recordara como incluso Lord Weller fue tan bajo como para intentar seducir a Lady Julia, décadas atrás.

"—No lo voy a permitir" decidió finalmente. No tenía tanto poder como para acabar con su compromiso. Especialmente ahora, que las cosas llegaron tan lejos como para coronar al príncipe. Pero no se quedaría quieta para nada. Ella podía hacer solo una cosa. Y, para bien o para mal, era un terreno donde sí tenía poder. Tampoco es como si necesitara demasiado esfuerzo. El antiguo regente se expuso a la crítica por sí solo, y ella guiaría a la gente en la dirección correcta. Se juró destruir la imagen del 27avo Maou., costara lo que costara.

 

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En el momento en que la puerta es azotada con violencia, la errática figura del nuevo regente del país ingresa a la habitación con pasos iracundos. Tras él, una silenciosa silueta cierra la puerta con cuidado a la vez que intenta no soltar sonido alguno. No le tiene miedo a la furia del rubio... No demasiado. Wolfram nunca se atrevería a lastimarlo, por mucho que se enfadara con él, ¿no? Aunque, ciertamente, nunca antes le había visto actuar de una manera semejante. Sabía que ahora, más que en cualquier otro momento, estaba cabreado con él. El semblante del rubio cambió en el preciso instante en que dio la espalda a los nobles luego de colocarse delante suyo para defenderlo, el príncipe le dedicó apenas una furiosa mirada, evidenciando la inconformidad que sentía en ese instante. Shibuya sintió algo de miedo al verlo.

Nadie necesitó siquiera que se le amenazara verbalmente para saber que estaría muerto si se atrevían a hablarle. Ni Günter ni Gwendal necesitaron que les dijera que no quería verlos ni a ellos, ni a nadie. Irrespetuoso o no, y poco importándole lo indigno de su infantil actuar, Bielefeld demandó silenciosamente por ese momento a solas para calmarse. Nadie se atrevió a contradecirlo. Mucho menos seguirlo... Excepto, evidentemente, el impudente prometido de éste, quien caminó tras él sin pronunciar sílaba alguna hasta su propia habitación —pues evidentemente, él ya había notado que se permitió seguirlo, pese su muda prohibición—

La primera llamarada que amenaza con la integridad de la habitación real es la que provoca que Yuuri se anime a acercarse, y le hace extender el brazo hasta alcanzar al príncipe, frenando sus violentas acciones. No necesita que destruya todas sus pertenencias solo porque no es capaz de desquitarse con nadie, gracias.

—Wolfram... —intenta calmarlo, sin tener idea de qué demonios decir, obligándolo a girarse.

—¿¡En qué coño estabas pensando!?—es la rabiosa respuesta del rubio, en cuanto sus miradas se encuentran por primera vez luego de tanto rato.

El agarre disminuye notablemente, a la vez que el rubio parece colorearse más y más debido a la furia. Wolfram da un paso atrás, moviendo sus manos con la ansiedad escrita en el rostro. Por muy usuario de agua que sea su pequeño prometido, un solo toque mal pensado y terminará quemándolo seriamente.

—Maldita sea Yuuri... Esa manera tuya de hacer las cosas en serio está acabando con mi paciencia...

El moreno frunce el ceño notablemente.

—¿Estás reclamándome ahora? Sabías las consecuencias que nuestras acciones traerían, y estabas bien con ello... Esto pasaría algún momento...—le recuerda, serio.

—¡No se suponía que ellos supieran ahora!—brama Wolfram, histérico — ¡¿Cómo se te ocurrió que exponernos de esta manera delante del pueblo!? ¿Qué pensabas que iba a pasar? ¿Que estarían todos de acuerdo? ¡¿Qué tan inconsciente puedes ser?!

El Maou da un paso atrás de manera instintiva cuando el rubio le da la espalda de nuevo, alejando las manos ardientes de su cuerpo sin dudarlo. Cuando Yuuri bromeaba pensando que en algún punto este demoníaco ser podría explotar de furia, nunca creyó que fuera verdaderamente un hecho. Seguramente si él no estuviese el allí, todo se habría convertido en el mismísimo infierno desde que tocó el pomo de la puerta.

—¡Maldita sea!—gritó, pateando lo primero que encontró delante de él, que resultó ser la pequeña mesa delante de uno de los sillones, Yuuri ahogó un suspiro. Le gustaba esa mesa.

Shibuya solo le dejó ser, suspirando apenas por lo bajo. En semejante estado era una idiotez intentar controlarlo. Y tenía su propia guerra mental como para preocuparse de lo que Wolfram estaba pensando. Quizá... Solo quizá... No había pensando con demasiado cuidado el asunto... Anticipó algunas reacciones, como las de la mayoría del pueblo, e incluso sabía de antemano la que sería la decisión del consejo... No consideró nunca que esta furiosa figura sería el resultado de todo el asunto.

Dio por hecho que tendría su apoyo; fue así de cierta manera. Al menos temporalmente. Y Yuuri podía entender por qué. Delante de otros no podían darse el lujo de mostrarse como si tuvieran problemas. La situación ya era espectáculo suficiente con ambos de protagonistas. Peor les iría si enemigos en quienes no pensaban los descubrían como algo menos que un fuerte unido y preparado para la guerra legal-moral-tradicional a la cual se enfrentarían. El que Wolfram le apoyara y defendiera delante de todos estaba implícito en su relación desde siempre, especialmente al decidir quién sería qué en su relación, pero no por ello  estaba obligado a estar todo el tiempo de acuerdo con él. Menos cuando no se dignaba siquiera a considerarlo para temas tan delicados como éste. Shibuya sabe que fue un error abordar semejante asunto delante de los nobles, del reino, y de su propia familia sin haberlo consultado. Y se siente peor por ello debido a que Wolfram se obligó a mostrarse mínimamente de acuerdo con su actuar de hacer lo contrario, cualquier intento de mostrarse dignos sería inútil.

Este hombre delante suyo es uno totalmente distinto al que se colocó a su lado con orgullo para esperar el veredicto de los nobles. Y es ciertamente diferente a la idealización que el moreno tenía de lo que sería su respuesta. Contrario a todo lo que esperaba, Wolfram no está conforme respecto a lo que ha hecho. Decir que estaba molesto con él en ese instante era quedarse corto. Ni siquiera quería mirarle. Y, honestamente, ese hecho comenzaba a preocuparle.

—Wolfram...—intentó, con calma

No tuvo respuesta.

—Wolfram...—repitió, dando un paso en su dirección

Lo notó tensarse en su sitio, dándole la espalda.

—¡Wolfram!—demandó, más alto, alcanzándolo y tomando su brazo con fuerza, intentando encararlo.

Ni siquiera pudo prever la manera en que su rostro fue tomado con violencia entonces. Apenas y pudo tomar una bocanada de aire antes de que furiosos labios atacaran los suyos con fuerza. Emitió un quejido de sorpresa en un primer instante, antes de permitirse cerrar los ojos al siguiente. Ávidos labios y dientes atacaban su boca en un beso demandante, lleno de emociones que no podía nombrar. Apenas pudo seguirle el ritmo cuando su cabeza se inclinó para corresponderle, a la vez que las manos del rubio dejaban su cuello para tomarlo con fuerza de ambos flancos. Sus propias manos tomaron el rostro del rubio, no negándole el gesto. La lengua entró a su boca, causándole un estremecimiento que acompañó un gemido demasiado sorprendido. Gruñó de dolor cuando al alejarse, una mordida fue puesta en sus labios.

—¿¡Qué demonios!?—le riñó, molesto, pero se obligó a silenciarse cuando se encontró con los ojos del otro.

—Estoy tan molesto ahora mismo, Yuuri...—le dijo Wolfram, con voz fúnebre, sus dedos enterrándose con fuerza en sus caderas— Más que nunca antes en mi vida...

En ese momento exacto Shibuya entendió dónde estaba la diferencia definitiva entre su rubio y el tío de éste... La ira escondida en los orbes color esmeralda no se congelaba al exponerse a su mirada curiosa... El fuego contenido en los cristales de jade era totalmente contrario a la infierno helado mirada que Waltorana le dedicara incontables veces antes. Tan mortalmente distinto que era absurdo haber creído que era algo mínimamente parecido. Tragó con dificultad al sentir que sus ojos oscurecían más que antes. Y recordó la advertencia de Gwendal de pronto.

Imprudente. Inesperado. Explosivo. Impulsivo. Incapaz de pensar, o razonar. Un hombre envuelto en llamas de pura frustración sexual y libido más allá de las nubes. Ése era su futuro esposo cuando perdía los estribos de este modo. Era de esta manera cuando su furia se permitía ir así. Un amante problemático con deseo desmedido.

El aire regresó a sus pulmones cuando sintió sus manos apartándose lentamente, antes de que le diera la espalda, para luego pasar ambas manos por su rostro. Desde ese ángulo, el príncipe nunca antes le había parecido más peligroso que nunca... Ni más hermoso en que en ese instante.

Temblaba por la ansiedad que le recorría, y el Maou podía sentir los mismos nervios haciendo mella en su propia consciencia. Escapar, eso debería estar haciendo. Correr a la puerta, salir y seguir corriendo hasta que sus piernas no pudieran dar un solo paso más... ¿Por qué no empezaba hacerlo?

—Deberías huir ahora que puedes, Yuuri... —aconseja el rubio con voz tranquila, aunque su tensa postura dice todo lo contrario— No tendrás otra oportunidad... No eres tan inocente como para no entender qué pasará si te quedas... Te lo advierto... No quieres conocerme...

El moreno se quedó quieto en su sitio mientras que el otro dirigía sus pasos al baño, el rubio necesitaba refrescarse o terminaría por arrepentirse de sus actos. No tenía cabeza para meditarlo demasiado, pero tampoco quería lastimarlo debido a sus estúpidos desplantes pasionales. Observó de reojo al menor antes de ingresar al otro cuarto. Shibuya pareció salir momentáneamente del hechizo en el que había caído cuando la mirada llena de deseo se apartó finalmente de su persona. Observó la figura del otro desaparecer tras el espacio y una ola completamente incomprensible de ideas ocupó su mente. Mareado, confuso, sin lógica ni sentido. Sus pasos casi tambalearon cuando dio media vuelta, dirigiéndose a la puerta.

Cuando su mano tocó el helado metal del picaporte todo su cuerpo tembló... ¿En qué momento todo se enfrió tanto alrededor suyo? No... No es que la temperatura exterior bajase... No era que el pánico estuviera ganando espacio en su cuerpo. Era su propia temperatura corporal la que iba en aumento. Tembló notablemente cuando aseguró el pestillo. No era su idea más brillante, pero todavía quería hablar con él. Tenía que disculparse, hacerlo que le dejase explicar sus motivos, todas sus razones. Y, más que cualquier otra cosa, quitarse la maldita ansiedad que comenzaba a torturarlo a niveles insospechados.

Wolfram estaba sacando el rostro del cristalino líquido cuando escuchó sus pasos. El agua helada no estaba ayudándolo en lo absoluto. Sonrió de manera prepotente cuando escuchó su respiración irregular, prueba clara de su nerviosismo. Alcanzó una toalla cerca suyo, antes de secarse la cara, dedicándole una mirada de reojo.

—Si estás probando mi paciencia...—advierte, en tono serio

—Hablaré contigo—responde Yuuri, igual de seguro, aunque su rostro colorado intente traicionarlo— No saldré de aquí sin que me escuches...

Cuando el príncipe deja de lado la tela, con más tranquilidad de la que el otro puede atribuirle, Yuuri se siente un poco más nervioso. Wolfram gira hasta quedar completamente delante de él, su torso está ya desnudo. La idea de un baño siempre es la primera opción, pero se ha arrepentido a medio camino. El moreno da un paso atrás cuando se acerca. El rubio alza una ceja, sin detenerse.

—¿Ahora intentas huir?—se burla, divertido.

—¿N-no?

La pared se encuentra con su espalda, y suelta una exclamación de sorpresa cuando vuelve a sentir las manos ajenas sobre su cuerpo. Su respiración se vuelve más complicada cuando siente labios sobre la piel de su cuello.

—Wolfram...—jadea, con sorpresa, al sentir algo inusual frotándose contra una de sus piernas— Hablar... Tenemos que hablar...

El rubio sonríe ampliamente.

—Es lindo cuando te mientes de esta manera... —comenta, sus manos alcanzando la camisa del moreno, desabotonando con calma mientras continúa— ¿Realmente crees alguna palabra de lo que dices?

Yuuri no consigue formular ninguna respuesta, la tela se desliza por su piel, cayendo al suelo con un ruido seco.

— ¿Crees que voy a detenerme ahora?—cuestiona, curioso, mientras vuelve a acercarse hasta tener su boca a centímetros de la ajena

El menor no responde inmediatamente, y para su total sorpresa, Wolfram le aparta de la superficie de un momento a otro para luego obligarlo a girarse. Su pecho desnudo pega contra el muro un segundo después. Siente que sus labios recorren su espalda.

—Ha... Hablemos... Podemos hacer... esto luego... —sugiere, nervioso, sintiendo que la sangre corre por su cuerpo con dirección al sur de su anatomía.

—Hablaré cuanto quieras después—promete, apartándose un segundo y el Maou anterior tiembla cuando agrega tranquilo— Quizá mañana, si tienes suficiente suerte...

Yuuri intenta no gemir cuando siente el tacto ardiente contra la piel desnuda del pecho ajeno en su espalda, las manos pasando por sus costados hasta llegar a su pecho. Siente la respiración del otro en su cuello, y su voz llegando hasta sus oídos.

—Eres tan lindo cuando estás nervioso...

Lo maldice pero no alcanza a decirlo en voz alta cuando siente que las manos dejan su abdomen y llegan hasta sus pantalones bajándolos sin esfuerzo alguno. Sin ningún remordimiento. Pese a que por el resto le desnudó sin contemplaciones, sus manos ahora solo juegan con los nudos que aseguran su ropa interior.

—¡Espera...!—medio grita, sorprendido, cuando sus manos entra en contacto con su piel ardiente.

—¿Sí?—musita el rubio, besando su cuello.

El moreno intenta no gemir al sentir que se pega más a su cuerpo, las manos del mayor recorriendo ahora sus piernas.

—L-la... Cama... Vayamos... a la cama...—sugiere, sonrojado hasta las orejas, negándose a aceptar que eso esta pasando en ese lugar.

Parados en medio del baño, como si hubiesen hecho algo parecido antes.

Lo siente apartarse, está por respirar con más tranquilidad cuando escucha su ropa deslizándose. No alcanza a mover ni un solo músculo cuando lo siente de nuevo, pero algo más está pegado a su cuerpo. Su rostro adquiere tonalidades más fuertes cuando es capaz de sentir su erección contra su trasero. Solo apenas siendo separados por la ropa interior que no se dignó a quitarle...

—Wolfram... —pide de nuevo, temeroso, y lo próximo que siente es unos dedos acariciando sus labios.

—Te lo advertí hace un rato, y no quisiste oírme...

Sus labios fruncidos no pueden luchar demasiado contra los dedos que intentan invadirlos, comienza a lamerlos pasados unos pocos segundos, rindiéndose. La alarma de peligro en su mente se calma notablemente cuando empieza a ceder a sus mudas órdenes.

—Estoy tan enfadado contigo, Yuuri..

El joven gimió cuando lo sintió moverse contra su trasero, y ahogó una maldición cuando su mano libre alcanzó una de sus nalgas.

—Tienes suerte de que seas mi prometido... No... De que me interese por tu mínimo bienestar ahora mismo...

Los dedos salen de su boca, suspira audiblemente cuando la traviesa mano deja su retaguardia para alcanzar su erección oculta bajo la tela negra. Su frente se pega contra la pared... Ni siquiera puede entender qué está sintiendo en ese momento.

—Si no se tratara de ti, o de tu primera vez... —comenta el rubio, presionándolo y él contiene un gruñido satisfecho, la voz denota la sonrisa de sus labios— Esto sería totalmente distinto...

Por mucho que el menor quisiera gritarle que pare, todo él sigue deseando que no se detenga nunca. Y aunque la orden no es pronunciada, Wolfram cumple.

 

 

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Yozak Gurrier se encontraba trabajando en el filo de su fiel espada mientras que de tanto en tanto el eco de unas botas resonando en el suelo a cada paso llama su atención. Mira de reojo a su acompañante y seguidamente regresa sus ojos hasta el acero en sus manos. Tenían bastante rato en este mismo ciclo. Lord Conrad Weller, a un lado suyo, continuaba paseándose de un lado a otro en la habitación del pelirrojo, quien estaba sentado en un pequeño saliente de la ventana abierta a pocos pasos de él. Cualquiera salvo el espía evitaría exponerse al peligro en semejante sitio, pues aunque la vista era espectacular estaba a demasiado metros de altura.

— No deberías preocuparte tanto por el chavalín... Dudo que no se imaginara las consecuencias de ir directo a la boca del lobo... —comenta pasado unos cuantos minutos, ante su mirada resentida agrega, alzando los hombros— Sin ofender.

—Solo tu puedes bromear con algo como eso en este momento...—responde Weller, irritable, pero no parece particularmente interesado en pelear en ese momento.

—¿Quién dice que estoy bromeando? —replica, sorprendido— Capitán, ya sabe cómo su tu hermano en este tipo de momentos... Y estoy siendo bastante sincero al respecto...

—¡Yozak!—intenta reprenderlo el castaño, avergonzado.

—¿Sí, cariño?—es la escueta respuesta, que va acompañada de una sonrisa inocente.

El mayor rueda los ojos, apartando la mirada de él, rindiéndose.

—Eres realmente malvado...

—Pero no un pervertido. Ahí estoy seguro que tu vas ganando...

Conrad suspiró por lo bajo, prefiere dejar la provocación pasar. Aunque es su particular manera de intentar alegrarlo, no se distrae lo suficiente como para olvidar lo que está pasando en su mente.

—Quisiera decir que no logro entenderlo, pero porque lo hago es más complicado... —confiesa, tras un silencio prolongado— Puedo ver qué pensó al hacerlo...

—¿Lady Julia habría hecho algo como lo de hoy? —cuestiona con verdadera sorpresa el menor, mientras deja de lado su trabajo—Siento curiosidad al respecto.

El castaño niega, esta vez visiblemente más calmado. Como si el pensamiento que le ocupa fuera pacífico, capaz de desaparecer todas sus preocupaciones actuales. Su rostro se frunce apenas, es imperceptible incluso.

—Cada vez es más distinto... —admite con total sinceridad— Y me alegra verlo... Julia es Julia... Y Yuuri es Yuuri.

Yozak asiente de manera distraída, sopesando sus palabras.

—Eres el que mejor lo conoce, incluso si es de esa manera... —observa, con una sonrisa apenas resentida.

No lo culpa totalmente por tratar de manera tan protectora al chaval, pero no puede evitar sentir un poco de celos por ello.

—No estoy tan seguro... A veces es más fácil, como ahora. Otras es un misterio... Siendo sincero, siento que he dejado de conocer al hombre en que se está convirtiendo...

—¿Y te entristece?

—Me hace sentir orgulloso... No podría aceptar entregar a mi hermano si él fuese de otra manera. No estoy en posición de juzgarlo pero... Pienso que hizo lo correcto.

—Eres todo un romántico empedernido. Diciendo que es bueno que renunciara a su reino...

—No fue algo como eso —le corrige, al instante — Su decisión no va ligada a eso... Él no se olvida de su responsabilidad aquí.

—Pero entregó la corona sin dudarlo ni un instante, y lo hizo por su excelencia. Tienes que admitir que aunque suene horrible, es un poco romántico... Estúpido, pero lindo. Es realmente un niño.

Su prometido intenta no suspirar.

—Está enamorado... No es tan sorprendente, si te pones a pensarlo... Sobre lo que dices ahora... Él realmente dudó todo el tiempo antes de hacerlo... Creo que incluso ha estado planeándolo por meses enteros, sin saber si debía intervenir o no... Hasta que se dio cuenta de que Wolfram recibió varios golpes por él.

—¿A qué te refieres? Todos sabemos que su excelencia tomaría una bala por él, como en las peluquilas que me contabas alguna vez.

—Películas—corrige

—Eso mismo dije...

El capitán suspira divertido, renegando, antes de continuar hablando bajo la mirada atenta aunque burlona del otro. Incluso cuando Yozak continúa con esta risueña actitud, sigue estando bastante serio con ello. Pese a que pareciera tomar todo a broma, su futuro esposo sabe que no está tomándolo a juego en absoluto.

—Él quiere que mi hermano menor sea respetado, y reconocido por el papel que ha jugado en todo este tiempo... Luego de que escuchó lo que dijeron ayer, tomó la decisión de hacerlo costara lo que costara... Piensa y concuerdo totalmente, que otra historia sería de nosotros si Wolfram no estuviese alrededor suyo. ahora y desde el comienzo... No yendo muy lejos... ¿Recuerdas nuestro primer viaje juntos?

—¿Ese donde mi amor no correspondido me amenazó de muerte si volvía a molestar al niño?

—No te he perdonado por eso.

—Entonces sigue, lo recuerdo...

Conrad apenas sonrió, rendido ante su actitud despreocupada.

—La noche en que fue él solo por la espada, Wolfram y él discutieron sobre su compromiso...

—Oh~. Lo recuerdo. Tenían esa pequeña pelea de amantes todo el tiempo... Una vez entré justo cuando estaban en medio del juego previo... Casi me engañan, con el pequeño rey siendo el hombre de la casa...

El castaño rueda los ojos.

—¿Sabes qué es lo que Yuuri me dijo unos días más tarde?

—¿Quizá que estaba enamorado de tu pequeño hermano menor y quería tu bendición?

—Dijo "Le agradecí a tu hermano por acompañarme en esto y se molestó conmigo porque dijo que es su trabajo como mi prometido... Fue él quien me dijo que traerlo a semejante viaje para regresar con las manos vacías era actuar como un debilucho..."

—Honey-chan siempre tan romántico

—Esa no fue la mejor parte —comentó el mayor, divertido — Debiste verlo... Fue en ese momento en que supe que se convertiría en mi cuñado, eventualmente...

—Oh~ eso es interesante. ¿Qué fue? ¿Una confesión? ¿Una promesa? ¿Te pidió su mano?

Conrad se carcajeó ligeramente.

—Él dijo... "Sé que eres mi padrino, y que Günter también se preocupa por mi... Pero, Conrad... En serio pienso que Wolfram es mi primer amigo verdadero aquí. Espero nunca perderlo..." Luego se dio cuenta de lo mal que sonaba eso en sus estándares y empezó a decirme que solo era porque eran amigos.

—Así que el chavalín ya estaba interesado desde ese momento...

—No creo que se acuerde siquiera de eso.

—Vaya par de tortolitos...

—¿Te preocupa que alguno de ellos sea nuestro rey, Yozak?

—Si hay algo que aman más que al otro, eso es el reino.

—Suenas muy seguro de eso...

—Pues claro, bebé... Soy un hombre de fe.

—No lo eres en absoluto.

—Creo en tu hermano y en su noviecito. ¿No deberías hacer lo mismo?

—No dije que no lo haga

—Pero te preocupa.

—A cualquiera le haría...

—No te preocupes, capitán mío. Con todos nosotros como sus piezas, el juego está arreglado incluso si cambiamos de reyes y reinas... Además~. Todos los apoyamos. Son nuestra pareja real, después de todo...

El castaño sonrió ante su mirada hasta que le escuchó decir:

—Solo esperemos que tu hermano no lo rompa a la primera oportunidad...  Quiero decir, sería triste... Hoy, en su primera vez...

Su prometido le miró alarmado, casi gruñendo su nombre con la ofensa escrita en el rostro. El otro le ignora.

—Aunque pensándolo mejor, quizá sea preferible eso a un embarazo adolescente, ¿no? Ya que el chavalín es tan joven... Esconder un embarazo en un castillo no es tan fácil como suena... 

—¡Yozak!

—¿Qué? A ti también te preocupa... Lo sabes mejor que nadie ¿No es así, papi Con?

Lord Weller tuvo ninguna respuesta.

 

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Yuuri no era tan inocente como pretendía la mayoría del tiempo. Ciertamente no tenía ningún tipo de experiencia con alguien tangible, pero comprendía con bastante facilidad el asunto porque de una manera u otra se las había arreglado para ganar conocimientos básicos sobre el tema. Wolfram pudo darse cuenta de ello por el simple hecho de que sabía qué le estaba pidiendo sin que tuviera que decirlo, y porque obedecía las órdenes que no necesitaba pronunciar en apenas segundos. Teniéndolo justo donde lo quería, pegado a la pared fría del baño, mientras gemía su nombre cada cierto tiempo mientras sus dedos se movían dentro a la vez que respondía meciendo sus caderas, no necesitó más evidencia para confirmarlo.

El moreno tuvo sus dudas con respecto a cómo se el sexo desde siempre, como cualquier otro adolescente en su momento. Por mucho que estuvo mintiéndose respecto a su total desinterés por "ese tipo" de relaciones en particular no tuvo mucha vergüenza consigo mismo como para no informarse debidamente bajo la mantra "todos deberíamos saberlo". El que llegase tan lejos como para inventar excusas tan bobas para no reprocharse a sí mismo era suficientemente vergonzoso como para siquiera comenzar a explicarle al otro el por qué carajo sabía qué debía hacer en determinados momentos. Como por ejemplo el que intentara guiar sus manos al lugar donde realmente necesitaba algo de consuelo, o moviendo su cara de manera en que su boca pudiera atraerlo en un beso que estaba anticipando desde el comienzo.

La primera vez que visitó una página porno fue por curiosidad —¿no eran así todos?—, luego, cuando se preguntó también qué sería cuando se trataba de dos chicos mantuvo la misma razón en esa ocasión, y las varias veces que visitó los sitios de nuevo. Seguidamente se convenció de que le interesaban los vídeos con hombres particularmente marcados en músculo por el puro amor al "deporte", porque le gustaba evaluar la composición física de otros hombres como él porque era perfectamente habitual en cualquier chico de su edad con complejos físicos. Y finalmente estaba el hecho de que cuando admitió para sí mismo que Wolfram le atraía —no solamente sentimentalmente porque, por amor a Dios, él ya no era el niño de antes—, tuvo que admitir que quizá... Solo quizá, su particular interés por pornografía homosexual donde aparecieran rubios impresionantes tuviera que ver con que intentaba imaginar cómo sería su futuro amante. Hasta que finalmente lo encontró. 

Respuestas a preguntas que no se planteó verdaderamente aparecieron delante de su mirada en una noche en la cual tenía la casa para él solo —bendita fuera su suerte—. Era un fin de semana cualquiera, ni siquiera había pensado en meterse a ese tipo de sitios esa noche hasta que se enteró que, como pocas veces, tendría total libertad de hacer lo que le viniera en gana. ¡Era una ley no escrita visitar el sitio en tales circunstancias incluso si no tenía ganas! Y el hecho de que la categoría que anteriormente disfrutara en con otros protagonistas resaltara entre otras con tanta intensidad fue probablemente una casualidad provocada por la obvia predicción originada por su historial —aunque podría ser destino, nunca se sabe—. A veces disfrutaba ver ese tipo de contenido no apto para sensibles en páginas heterosexuales, pero nunca se atrevió a intentar buscar algo con hombres siendo los protagonistas. No antes de ese momento al menos. Se decepcionó un poco cuando su búsqueda, al principio, no le permitió encontrar rubio alguno... Pero insistió hasta hacerlo.  Y vaya trauma tuvo al hallarlo. 

Shibuya consideraba que sí, era un poco estúpido estarse proyectando a sí mismo junto al otro en las personas que aparecían en esa cinta en particular, pero, ¿cómo evitarlo? Era su defecto. Fantaseaba de vez en cuando con el momento en que su prometido y él vivieran ese tipo de experiencia. Esos actores en particular... Ellos no eran parecidos para nada. Ni el japonés era como él, ni el rubio allí era como el suyo. No existían similitudes que destacaran por mucho que mirara pero, de cualquier manera, al verlo ahí, lo supo. Lo supo con total seguridad. Tal fue la afirmación que de la duda no dicha que ya no necesitó tratar de imaginarse a Wolfram haciendo algo como eso... Solo lo vio ahí. Claro. Nítido. Tan perfecto como un reflejo en el agua calma y tan problemático como una ola cayéndole a forma de verdad absoluta.

El que Shibuya Yuuri pudiera bromear fácilmente sobre el tema era principalmente porque siempre sintió un poco de interés al respecto. Lo mínimo. Le llamaba la atención, ¿para qué negarlo? Las grandes S y M formaban parte de su vocabulario más oculto, en comentarios que solo unos pocos podían oírle. No iba con su imagen, y, en cualquier caso, no había muchos con quien pudiera hablar sobre ello. Afortunadamente él y Murata podían bromear sobre el tema con tal facilidad que no era raro que sospechara que el Sabio ya sabía el tipo de persona que era. Yuuri nunca se planteó con verdadera consciencia —aunque a nivel inconsciente ya lo sabía, y el Maou lo confirmaba—, si él formaba parte real de alguna de esas dos categorías. Sin embargo, en el momento en que se permitió mirar aquel maldito vídeo porno lo supo. El grupo al cual su prometido pertenecía. Sin duda alguna.

Con respecto al príncipe, estaba completamente convencido de la respuesta. Y en ese momento no estaba más confirmándoselo una vez tras otra con el pasar de los minutos. Debido a la manera en la que parecía gozar de un especial placer al tortularlo negándose a tocar donde demandaba, por la forma en que le obligaba a estirarse, aprovechándose de la flexibilidad que sabía tenía. Qué decir sobre la manera en que besaba y mordía cuanto tuviera delante... Y esa maldita manía de poner su mano contra la sonrojada mejilla en su retaguardia, que no soportaría ni un azote más, mientras continuaba moviéndose dentro suyo con fuerza era suficiente razón.

Quizá no fuera totalmente de esa manera en ese momento, y probablemente les tomaría algún tiempo llegar al punto donde eran serios al respecto, convirtiéndose en una mayúscula por completo, pero estando allí, bajo el cuerpo del otro, mientras su cuerpo era utilizado de una manera en la cual nunca antes esperó sentirse bien al ser utilizado, la verdad absoluta se revelaba de nuevo.

Porque sin lugar a dudas, sin que sea realmente una molestia para el menor, su futuro esposo es un Sado... Y él, que nunca sospechó de sí mismo, era un maldito Maso.

La combinación de la muerte definitiva.

—¡Wolfram!—gimoteó, por segunda vez esa noche, y debido a la manera en que podía verlo sonreír bajo sus párpados supo que estaban lejos de haber terminado, sus piernas liberando su cintura con lentitud.

—Fuiste tan inocente...—fue la escueta respuesta del rey, agarrando las nombradas con fuerza, sin intención alguna de soltarlo pronto.

"Llorar de placer" adquiría entonces un nuevo significado para el monarca anterior.

Agradecía que al menos el rubio fuera lo suficientemente amable como para aceptarle cambiar de sitio luego del segundo asalto. Lo malo fue que contrario a lo que deseó fugazmente, no tuvo descanso alguno... 

Ellos no hablarían realmente en ningún momento próximo, no había duda de ello.

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Al ingresar el consejero real a su habitación, las puertas retumban con violencia tras su paso. Segundos  después el más calmado abrir y cerrar de su esposo es escuchado tras de él. Han pasado algunas horas desde que se anunciara la próxima coronación del príncipe de Bielefeld y Günter no puede evitar sentir que la sangre en sus venas trae más fuerza que nunca. La inesperada reunión que vino luego de los eventos ocurridos en la declaración pública del 27avo Maou le causa una incontrolable molestia.

—No puedo creerlo. Son todos tan... irascibles... Completamente insensibles, e ignorantes...

Gwendal le deja despotricar cuanto quiere, se limita solo a escucharlo, a asentir a sus palabras de tanto en tanto, y cuando parece más accesible comenta:

—En este momento era lo mejor que podíamos hacer por él—dice, sereno, y ante la mirada resentida del consejero continúa— Tú sabes que si no era mi hermano, se habría causado una crisis nacional sin dudarlo.

El mayor gruñe algo incomprensible.

—Habríamos necesitado la intervención de todo el reino para elegir a alguien más...

El general intenta mantenerse objetivo mientras expone su punto, pero su esposo no parece nada contento.

—¡Pero no tenía sentido quitarle el puesto ahora mismo! —replica, cabreado—Su majestad es joven, y no ha contraído nupcias aun. Habría sido aceptable esperar los otros 10 años de su compromiso antes de que fuese removido. No es como si fuera embarazarse ahora mismo...

—Lo has dicho tu mismo, amor —responde con aparente serenidad Gwendal, pero sus ojos muestran tanta perturbación como los del otro, no es que esté muy feliz con el hecho tampoco—Aunque te niegues a aceptarlo, sabes que no se trata solo de que se embarace o no... Es más delicado que eso. Nuestro rey es joven e inexperto. Las familias nobles somos conscientes de ello. Ni tu ni yo hemos conseguido que aprenda a guiar al país por si mismo, ni que decir de encargarse de toda la carga de trabajo solo. Wolfram tampoco tiene la gran experiencia en el área, pero que sea capaz de entender la burocracia y nuestra escritura ya es suficiente ganancia. Fue entrenado por Waltorana para heredar Bielefeld, así que comprende los pormenores necesarios para ocupar el cargo por una temporada... No necesitará tanto trabajo para ser instruido en el puesto...

—Lo defiendes porque es tu hermano—acusa Günter, irritado

—¿Me recriminas que me sienta orgulloso de él luego de que demostró ser capaz de llevar las riendas de todo un reino él solo, con nuestra mínima intervención?

Günter no respondió. Pese al tono acusador implícito en su voz, su esposo no se molestó por la manera en que éste reaccionaba ante la idea de su hermano menor siendo coronado. Gwendal nunca podía enojarse con él cuando insultaba al rubio porque, ciertamente, muchas veces compartía su misma opinión. Desde que si era egoísta a veces, hasta que se preocupaba sinceramente por su majestad. Ahora mismo no estaban completamente en desacuerdo, pero no podían no apoyar a los niños en un situación como la que tenían delante solo porque Günter estaba siendo inaccesible. Entendían el razonamiento de los nobles, y formaban parte de ellos, si querían poder ayudar a sus protegidos tenían que actuar de manera prudente. Continuó al cabo de un corto silencio, en el cual su compañero continuaba caminando de un lado a otro cual animal enjaulado. No necesitaba poner en palabras el origen de su descontento para que el menor pudiera entenderlo.

—Sé que Wolfram no es Yuuri... —dijo, y con ésto él se quedó quieto— No te pido que pienses de esta manera... Mi hermano no es el hombre que tus creencias dictan. No es quien nos guiará a la paz definitiva, ni el caballero que soñabas vencería las injusticias de nuestro reino con una actitud gallarda. Es cierto, Wolfram no está para cumplir ese tipo de cuestiones, pero tu adorado héroe no es tal hombre tampoco. No todavía. Aquí o en la tierra, 20 años o 30 no son suficientes para estar misto para un puesto como el suyo. Ni para todas las responsabilidades que debe atender. No estaba listo hace 8 años, y no está listo ahora...

—No existe monarca que estuviese listo para ser rey al momento de ser elegido como tal... —le recuerda el mayor con aire solemne, pero permitiendo que la intensidad de sus sentimientos vaya disminuyendo poco a poco—Todos los grandes aprenden desde su experiencia, de sus aciertos y sus errores... Removerlo ahora es privarlo de esas lecciones.

El general no puede decir que está en desacuerdo con ello, pero responde con una cuestión distinta.

—¿Piensas que es justo que pierda lo que le queda de juventud arreglando los errores de nuestra guerra, cuando hay alguien dispuesto a cubrirlo por el tiempo necesario para que pueda prepararse de mejor manera? Wolfram no está interesado en reinar, nunca le importó, pero si es por apoyar a su futuro esposo, ten por seguro que hará un trabajo envidiable...

El consejero torció el gesto ante su sola mención, casi rodando los ojos. Gwendal no necesitó  escuchar que estaba molestándolo realmente en ese preciso instante.

—Debes dejar de ver a mi hermano como si estuviera a la par de nuestro rey, Günter. No tienen la misma edad, por mucho que lo parezca. Él ya no es un crío... Ha sido un adulto responsable por los últimos 30 años, y debes reconocerlo como tal... Fue un gran rey antes y será excelente ahora si cuenta contigo para apoyarse...

El mayor suspiró apenas, renegando todavía, mientras las dudas continuaban bailando detrás de la molestia en sus ojos color amatista. El dilema mental que le irritaba a este grado era evidente. Gwendal supo armarse de paciencia para escuchar de sus labios lo que estaba carcomiéndolo desde el primer momento en que el rey les llamase la noche anterior para comunicarles sus planes. Sin la aceptación de Gwendal de por medio, el consejero jamás le habría permitido pararse delante de todo el reino.

—No es correcto que sea yo quien lo apoye, Gwendal... Se supone que mi lealtad está con Yuuri. Sabes que quiero a tu hermano, pero si no se tratase de su futuro esposo, o de mi propia familia, difícilmente podría considerarlo como rey... Es un gran hombre...  Realmente ha crecido bastante desde que lo vi por primera vez... ¡Pero no sé verlo como un adulto todavía!

El menor intentó no sentirse muy complacido con la idea que cruzó su mente. No es que Günter tuviese un resentimiento particular para con su adorado hermano, el inconveniente que lo conflictuaba era precisamente que lo consideraba un hermano pequeño tanto como el propio general. Inclusive antes de unirse a la familia, Günter ya tenía especial aprecio por su "despreciado" príncipe egoísta. Pero nunca pudo ser capaz de aceptarlo.

—Además, tiene unos desplantes que ya no son adecuados para su edad...—continuó el mayor, preocupado

—Es un hombre emocional, no es que tú seas quién para apuntarle eso... —observó, divertido, su esposo le miró cabreado de nuevo—Yo tengo casi 150, amor, puedo ser mucho peor que él, y lo sabes...

—Si quieres que lo apoye, no estás ayudando para nada... —advirtió, dándole la espalda.

El menor se acercó a él con pasos pausados. Cuando lo tuvo lo suficientemente cerca tomó sus manos entre las suyas, mientras se colocaba delante suyo, admirando el pesar en su mirada todavía llena de dudas. Pese a que se sintió un poco culpable por las palabras que estaba pensando, su voz no tembló cuando comenzó:

—He confiado en tu visión sin dudar ningún momento, Günter... Confiando en tus palabras, en que él vino a salvarnos... Que nuestro Maou, Shibuya Yuuri es el héroe que Shin Makoku estuvo esperando... Sin embargo, incluso si ha hecho milagros antes, y sabes tan bien como yo que todos han sido más bien accidentales... ¿No crees que sería mejor darle un par de años más? ¿Dejar de poner una carga tan grande sobre él, solamente porque quieres pensar que él solo puede con todo?

El consejero le miró con la culpa escrita en sus facciones. Era especialmente consciente de que más que nadie, era él, su más leal seguidor, quien le exigía más. Las expectativas de Lord von Christ eran muy altas cuando se trataba del joven monarca, tanto que más de una vez el príncipe tuvo que reclamarle a viva voz por sus pésimas maneras de demostrar la preocupación que la irresponsable actitud del rey le provocaba.

"—Aprenderá. No te quede duda de eso... Pero deja de tratarlo como si fuera un adulto. No lo es. Y no lo será pronto... Joder, Günter. Tiene dos años aquí, ¿cómo un crío con semejante edad podría cumplir con lo que le pides? No es un maldito genio..."

—Mi hermano puede ser adecuado mientras él se prepara, mientras que estudia realmente de la manera en que debió ser educado desde pequeño. ¿No eres tú quien siempre se queja de que hay tanto conocimiento general que pasa inadvertido a sus ojos? Hemos puesto muchas responsabilidades en él, e incluso si no fuera de esta manera, o por estas razones, él necesitaba un curso intensivo para comenzar a entendernos. ¿Quién mejor que Wolfram para ayudarlo a tener ese tiempo? ¿Quién sino él le ayudará sin pensarlo demasiado?

El consejero emitió un quejido ante tales comentarios, apartó las manos del menor mientras más razones continuaban viniendo a su mente. Más dudas, más inseguridades. Temía que estuvieran equivocándose.

—Se comprometieron accidentalmente, Gwendal. ¿Cómo estaremos seguros de que no harán algo así de imprudente de nuevo? —cuestionó, serio—¿Cómo saber si es correcto apoyar esta locura? ¿Y si al final no estaban destinados y todo esto es un error?

Ése era probablemente su mayor miedo. Incluso cuando Günter podía ver el amor desbordante en ambas miradas llenas de anhelo, no dejaba de espantarle la posibilidad de que fuera la simple pasión del primer amor... Quizá Wolfram pudiese decir con seguridad —dado que no era la primera vez que se enamoraba, según él sabía— que Yuuri era importante... Pero, con el tiempo, los años, y tras todo el esfuerzo, ¿podría el 27avo Maou seguir estando igual de enamorado que en este momento? ¿Podría decir con seguridad que no actuó solo porque se trataba del calor del momento? ¿Decir que no era solo por que era lo que su irresponsabilidad le decía era lo correcto?

—Sabes que más que cualquier otro, pude detener su relación desde antes de que comenzara. Como representante de la familia, pude deshacer su unión en el primer instante... Pero tu estabas seguro de que era él. Me pediste creer en él. Y yo accedí a dejarlo ser ese día—le recuerda Gwendal, con voz seria.

Siendo él el hijo mayor de la reina, y debido a la ausencia de Waltorana, y el deceso del padre de su hermano, la decisión final habría caído en sus manos totalmente. Su madre evidentemente accedería a un compromiso como aquel sin dudarlo, y no porque no le interesara nada la vida de su hijo favorito —porque aunque su corazón amara a los tres igualmente, era evidente—, sino porque ella estaba segura de que daría buenos frutos. Ella notó en el aire el futuro desde el primer momento, del lazo fuerte que nacería de esa unión. Pero Gwendal... Él no estaba tan seguro. Si Günter no hubiese hablado con él mientras que el niño estaba en los baños, seguramente nunca habría permitido que la proposición llegara hasta el duelo, o a ser un verdadero compromiso desde el primer momento.

Cheri, Conrad y Günter dieron al Maou una elección. Retractarse o no.

Voltaire ni siquiera se molestó en ello, porque, de haber intervenido, su decisión habría sido terminante. Incluso por encima del poder del supuesto nuevo monarca, que, en ese instante, era menos que nada.

"—Confía en mí, Gwen... Es él. Definitivamente es él. Estoy seguro... En el momento en que vi su majestuosa imagen la primera vez pude sentirlo... Éste es el hombre que hemos esperado. Ten fe... Solo, confía en que es el héroe que hemos necesitado"

Solamente Lord von Christ podía manipular de semejante manera el actuar de su esposo. Nadie más.

—Te pedí un poco de fe y lo lanzaste directo a la boca del lobo...

La acusación de su adorado espadachín le saca una sonrisa ladina. Quizá no fue muy justo con él al comienzo.

—Si no me lo hubieras pedido tan firmemente , el duelo donde demostró su valía jamás hubiese ocurrido... —le recordó, divertido— Necesitaba una prueba. Tu también querías comprobarlo... Si ese duelo no hubiese ocurrido, no estaríamos aquí en este momento... Ahora deja de fingir que no puedes verlo, Günter... Su unión ha sido la base fundamental de su reinado desde su llegada—comenta, con seguridad— Cada paso que ha dado ha sido influenciado de una manera u otra por él. Su primera demostración es el mejor ejemplo...

—Fue un acto imprudente por parte de Wolfram... —objetó el mayor— No fue más que un accidente que no terminó en tragedia debido a tu intervención y la del Maou...

—Nadie más habría realizado algo como lo que  mi hermano hizo —acepta Gwendal— Pero por lo menos así nos permitió limitar el daño. ¿Has pensado que pudo pasar si hubiese sido en cualquier otro sitio? ¿Qué habría sido necesario para que apareciera? ¿Lo que pudo suceder en el barco durante su viaje en la búsqueda de la espada demoníaca?

El consejero intentó replicar, pero ninguna palabra vino a su mente.

—Hace 10 años, cuando escuchaste por primera vez de su existencia, me pediste que tuviera fe en él... —declara el menor, con un tono muy similar al del otro cuando recita un verso que es de su particular interés— No sabíamos si era siquiera tangible, o posible que existiese... Pero me suplicaste creer de cualquier manera... Y nunca te cobré por apoyarte, hasta ahora...

—Gwendal...

—Te lo suplico, amor... Por esta vez, confía en mí. Confía en él.

Günter dudó.

—¿Por mí?

Finalmente el consejero lanzó un suspiro, apoyándose contra el otro.

—¿Así de insistente fui yo contigo? —cuestiona, intentando evitar el asunto— Me sorprende que quisieras dormir conmigo en aquellos tiempos...

—Fuiste muchísimo peor, cariño... Y ni porque me patearas fuera del lecho cada vez accedería nunca a perder una noche de más a tu lado..

Se quedaron en silencio, luego, tras meditarlo, Günter pronunció.

—Haré lo que esté en mis manos para ayudar a tu hermano. Pero quiero que seas tú quien se encargue personalmente de la educación de mi adorado rey... Ése es mi precio.

Lord von Voltaire solamente sonrió ligero antes de besarlo a modo de acuerdo. 

Eso era justo lo que estaba planeando, en cualquier caso.

 

 

 

 


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