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'KKM! Cortejo {WolfYuu} por amourtenttia

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Notas del capitulo:

¡AL FIN! Disculpen la demora. Espero disfruten el capítulo. Dejo así las notas, o me extiendo. Bonito día :)

 


Lord von Bielefeld Wolfram x Shibuya Yuuri


 


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Han transcurrido 20 días naturales desde que se desarrollaran los hechos que dieron lugar a la mayor discusión que la pareja real había enfrentado hasta la fecha reciente. Veinte largos días desde que, tras las declaraciones públicas del 27avo Maou, Lord von Bielefeld fuese anunciado como actual monarca de la Nación Demoníaca, y, hoy, tras esos 20 días, una mañana después de la coronación oficial, la pareja despierta por primera vez en años en una misma habitación, sin peleas o insultos de por medio. Nada es como en antaño, y, a pesar de que Shibuya quisiera decir que lamenta sus actos, no existe culpa flotando alrededor de ambos. 


Wolfram es quien tiene que obligarse a despertar primero, desde que se le obligase a actuar tal cual como el antiguo rey hiciera, el Consejero Real ha advertido que necesitan trabajar a una velocidad mucho más demandante de lo que el Maou anterior hiciese nunca.


"—Su maj... Su... Yuuri... Él ha hecho su labor correctamente hasta ahora. Gwendal y yo hemos necesitado ayudarle, como bien sabes, pero no por eso podemos quejarnos de su rendimiento. Sin embargo, Wo... Majestad... Siendo que tienes menos dificultades, lo mínimo que espera el pueblo ahora es que actúes de manera envidiable. Tiene el conocimiento del cual él carece, así que no hay excusas aceptables"


Ciertamente Lord von Christ ha sido el más renuente al cambio, por mucho que sus intenciones de fungir como apoyo sean evidentes. No en vano Günter dedicó tantas horas en entrenar al joven moreno, quien, pese a los esfuerzos, dejaba en algunos aspectos siempre un pequeño "pudo ser algo más". Shibuya Yuuri era un rey excelente cuando se trataba de los asuntos ajenos a la administración interna del pueblo, y es ahí donde tanto General como Consejero se esperaba un mejor actuar por parte del regente actual.


—Sé que estás despierto... —comenta con voz apaciguada el 28vo Maou hacia el hombre tras su cuerpo


Sentado en la cama aún, mientras que se dedica a desperezarse por un momento más, no es difícil notar la tensión en su postura. Bielefeld no ha necesitado observarlo para darse cuenta de cómo toda su reacción cambió en cuanto él empezaba a salir de allí, sin dedicarle siquiera una mirada. Yuuri no tiene ninguna buena respuesta en ese momento. A pesar de que el acuerdo de antes está siendo seguido por ambos al pie de la letra, todavía le irrita darse cuenta que la relación entre ambos es muy distinta a lo real una vez que están fuera de esa puerta. Los avances que cultivasen durante los últimos 8 meses eran ahora inexistentes. El solo darse cuenta de lo maltrecha que estaba la confianza entre ambos era un pesar que el antiguo rey no sabía manejar. Su prometido, a sabiendas de ello, tampoco hacía demasiado por tratar de sacar el tema. Yuuri no necesitaba que le dijera nada, estaba resentido aún. Y no sería demasiado problema para el moreno, si no fuera porque él se sentía de la misma manera.


Siendo que ambos estaban heridos, ¿cómo se suponía que debían avanzar ahora?


La noche anterior había sido especialmente complicada para ambos. 


Luego de la coronación, donde procuraron mantener la farsa que representaba la calma en ambos, ingresaron al cuarto en un silencio doloroso. A Yuuri ni siquiera le sorprendió que el rubio atacase su boca una vez que llegaron ambos al lecho que compartían, pero sí que le dolió cuando se apartó ni bien pasados unos pocos minutos.


"—No... No volveremos hacerlo de esta manera. No caeré contigo de esta manera"


Enfadado más consigo que con el propio menor. Lord von Bielefeld tenía sus dudas con respecto a la noche que compartieron días atrás, y no es que fuese capaz de arrepentirse. El evento, aunque pasional, calmó su humor como nada podía, pero a la vez provocó un gran peso en su corazón. Su conflicto interno era sencillo. Le afectaba darse cuenta de que su cuerpo buscaba ese tipo de momentos de nuevo por la necesidad de arreglar algo que las palabras no podían. Su primera vez junto al hombre que amaba no fue como la había soñado nunca. Y darse cuenta de que ni siquiera saber que fue horrible a nivel emocional borraba la tranquilidad que el solo acto le provocaba. Estaba seguro de lo mucho que lo amaba, pero, ¿ahora deseaba su cuerpo porque era Yuuri el dueño de éste, o era solo la ilusión de que la tranquilidad volviera a su mente? 


Lo único claro entre ambos era que mientras no arreglaran lo que habían roto, cualquier tipo de contacto más allá de los labios estaba terminantemente prohibido entre ambos. Y era verdaderamente complicado, siendo que en la inconsciencia sus cuerpos se buscaban. Incontables eran las noches en las que terminaban abrazados uno con otro, solo para apartarse al despertar, fingiendo que nada pasaba.  Para cuando Wolfram se puso de pie antes de dirigirse al baño Yuuri ya había asumido que la mañana no sería buena. Otra vez. Se extendió cual largo era en tanto espacio como pudo, se dedicó a observar el techo y suspiró apenas un rato después, mientras que el rubio regresaba, ahora listo para marcharse, a la vez que él se sentaba en la cama.


Al pasar cerca, el rey detuvo sus pasos, observándolo. Yuuri le devolvió la mirada. El reclamo impreso en las heridas que su indiferencia causaba era evidente en sus ojos oscuros. Wolfram apretó uno de sus puños con algo más de fuerza. Se obligó a respirar antes de acercarse.


Lo único que el antiguo regente exigió a cambio por su actual mesura era algo que el rubio no supo rechazar.


Rodeó su lado de la cama, se inclinó de manera despreocupada y pronto su rostro estuvo al alcance del menor. Como cada ocasión, Bielefeld se permitió mostrar su nerviosismo cuando la mano ajena alcanzó su cuello, jalando de él un poco más. Besó los labios que buscaron los suyos, cerró los ojos mientras intentaba controlar la necesidad creciente de mover sus propias palmas en busca del cuerpo contrario. 


Un beso diariamente. Uno dentro del cuarto, y sin intenciones de pelea evidente. Ése era el precio por su silencio.


Al apartarse unos segundos después Shibuya observa el lago en los ojos verdes, él le regresa la mirada.


—¿Desayunarás conmigo hoy?—inquiere el más joven, sus dedos deslizándose lejos de la piel blanca


El rubio niega ligeramente.


—Me encantaría hacerlo...—admite, antes de explicar con más tranquilidad— Günter me informó que comenzaríamos a revisar todas las peticiones ni bien amaneciera... Al parecer, muchos permisos escritos por puño y letra de otras naciones han sido recibidos recientemente... Ni siquiera sé si tendré tiempo para hacer algo más que eso hoy.


Peticiones que antes habrían llegado en forma de representantes capaces de comunicarse verbalmente. Siendo que el actual Maou podía leer perfectamente el idioma nacional, los otros reinos podían ahorrarse esas molestias. Y, gracias a ello, atiborrar al rubio con pilas y pilas de documentos oficiales que tenía que revisar. Lord von Bielefeld no quería preocupar a su pareja con ese tipo de detalles. Suficientemente mal le gustaba hacerlo sentir de vez en cuando comparando su nivel de lectura y escritura con el de un infante, ¿cómo decirle ahora que gracias a él ahora tenía mucho más trabajo del que hubiese tenido de haber aprendido bien el idioma en una sola vez? Pasó las últimas semanas preparándose para la tarea que se le venía. Oficialmente éste era su primera mañana como regente, así que es solo hasta este momento en que puede ejercer su poder. Aunque Günter intentó ayudarle a clasificar lo que tenían hasta ese instante, era demasiado aún. Yuuri ya sabía que el Consejero hacía muchas veces gran parte de su trabajo, nunca por considerarlo ineficiente sino por el solo placer de ayudarlo, pero con lo quisquilloso que era Wolfram, y lo exigente del propio maestro, todo pintaba para ser absorbente como mínimo. El capitán ni bien había entrado a la oficina ese día, y ya estaba preguntándose cómo se las arreglaría para entrenar esa noche —hábito que adquiriese en un intento de calmar su mal humor reciente—.


—Siendo que tomará todo tu día de cualquier manera, ¿por qué no lo retrasas un momento más? Günter no se enojará contigo si le explicas eso... El desayuno es la comida más importante del día, ¿recuerdas?


Wolfram —quien continuase acariciando la mejilla del menor sin haberse dado cuenta de ello—, se siente un poco culpable al notar que su cuerpo actuó por su cuenta de nuevo. La mirada del moreno hace que su calma tiemble. Lord von Christ no es tan benevolente... Pero si se excusa explicando que solo intentaba complacer a su prometido, quizá hubiese oportunidad.


—Eres imposible a veces... —comenta, a lo que él le mira sin entender— Ve a cambiarte, avisaré que preparen el desayuno fuera...


El antiguo Maou le miró confundido.


—¿Fuera?


—¿Qué mejor manera de presumir el tiempo que vivo contigo?


Wolfram sabe que Yuuri intenta arreglarlo, sabe además que lo mejor sería intentarlo también. Permanecer solos el tiempo suficiente para hablar sobre ello. Pero, pese a que lo sabe muy bien, es él quien se niega a ceder fácilmente. 20 días no parecen los suficientes para perdonarlo.


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Shibuya abandona el consultorio de Gisela con una actitud más bien decaída. Desde que su prometido notara el creciente malestar, le ha pedido que viste a la médico cada vez que sienta que algo va mal. Como podría esperarse, aunque sorprendida, la mujer no se niega a realizar revisiones exhaustivas en cada oportunidad —siempre que el moreno esté de acuerdo con ello—, y aprovecha esos momentos para charlar con él tanto como el anterior lo permite. Como ha pasado durante las últimas semanas, todo parece estar en orden a nivel físico. Su lado emocional, en cambio, está bastante afectado.


"—Debe de tratarlo con su majestad... Siendo que por juramento, y propia decisión personal mantengo por usted silencio, no puedo decirle yo sobre esto... Sin embargo, si es él quien me pregunta directamente, no le mentiré. Lord von Bielefeld sabe qué puede pasar, pero si no habla, no hay manera en que pueda saberlo con exactitud"


Yuuri debe admitir que si bien prometieron no guardar más secretos el uno con el otro, hablar sobre determinados temas es todavía complicado. Siendo que Gisela es quien se encargó, junto con Yozak, de cuidarme tras lo que ocurrió, ella sabe perfectamente dónde está el problema realmente. La pareja real no es tan feliz como aparenta, y siendo que la decisión fue hecha por ambos, nadie se atreve a intervenir allí.


Ni siquiera el hermano mayor del antiguo rey quien, en este momento, observa a su pequeño protegido caminar lejos del pasillo con una postura tensa. Shouri se suma a su andar pocos segundos después, Yuuri, sin sorprenderse demasiado por su presencia, le dedica solo una mirada antes de continuar caminando. No intercambian demasiadas palabras mientras llegan al despacho del general. Yuuri está empezando a creer que por fin las malas ideas le abandonan hasta que su hermano dice:


—Si me lo pides, podríamos partir ahora mismo... Sólo debes decirlo...


El antiguo Maou hace una mueca mientras toma la perilla de la puerta. La escena se repite entonces, como cada mañana.


—No voy a dejarlo, Shouri. Nunca podría abandonarlo...


Y su hermano mayor solo puede mirarlo entrar al despacho con una expresión seria. En la rutina creada por ambos, este es el justo instante donde, por el resto del día,  él deja de insistir. Yuuri desaparece de su vista mientras que Shouri se pregunta cuanto tiempo más podrá seguir en estas circunstancias. Siendo que en su hogar nadie le espera realmente, y dado que Bob parecía anticipar lo que ocurriría mucho antes de conocerlos, el próximo Maou Mayo de la tierra tiene un tiempo casi ilimitado. El como decida aprovechar esta oportunidad es su decisión. 


—Oh. Shouri... ¿Ha entrado ya? 


Y como cada mañana, es siempre el segundo hijo de la anterior Maou quien le encuentra justo allí.  


—Ni siquiera pude convencerlo de desayunar con su hermano mayor hoy...—comenta en respuesta el moreno, comenzando a andar


Lord Weller le alcanza sin dificultad.


—¿Desayunar? Escuché que Yuuri desayuno temprano hoy. Más de lo habitual...


El moreno alzó una ceja.


—¿Desayunó ya? Es inusual que no te esperase. Siempre es a ti a quien anda buscando. Especialmente desde que se enteró de tu embarazo...


Conrart se avergüenza apenas, sonríe con total calma y le guía hasta el patio, donde una mesa estaba ya acomodada. Tres mujeres pululan alrededor de esta, y les dedican un saludo antes de continuar con su tarea. Por supuesto, Weller no quiere ahondar demasiado en lo dicho por el menor. Desde que su ahijado se enterara de la noticia de su estado, era realmente notable lo cercanos que se habían vuelto. Mucho más de lo que eran antes, que era un verdadero evento. 


—Wolfram desayunó junto con él esta vez... Ha sido una buena idea. De acuerdo a Günter, hoy será complicado verlos juntos en algún punto. Él mismo piensa que no verá a Gwendal en lo que resta del día.


Ante la mueca del moreno Conrart sonríe un poco más. No le sorprende demasiado que su sola sonrisa parezca tener un buen efecto aquí. Lord Weller nunca había pensado demasiado en el hecho, pero siendo que este particular acto era más notable recientemente decidió que consultaría después con su cuñado predilecto. 


—Lo he visto antes... Él no parecía especialmente feliz ahora mismo—admite Shouri, a la vez que ambos tomas asiento. 


Agradecen a sus modos particulares cuando las tres damas proporcionan los alimentos, y el próximo Maou alza una ceja ligeramente mientras sonríe de manera burlona al ver que una porción extra aparece delante del castaño, quien parece sorprendido por el hecho.


—¿Doria?—pregunta, sintiéndose algo avergonzado


Su dieta no ha cambiado demasiado. No tiene sentido alguno que parezcan dispuestas a prepararlo para días de hambruna extrema.


—Su excelencia ordenó que adecuáramos su dieta con su sobrina, ex... Lord Weller... —explica inmediatamente la de cabello verdecino— Gisela explicó que comenzará mostrar un aumento de apetito, por tanto decimos adelantarnos... Podemos traerlo más tarde, si es que así lo prefiere.


Cuando Conrart está por responder Shouri es quien le interrumpe.


—Es una buena cantidad. Siendo que comes por dos...—comenta, con un brillo divertido en los ojos


Weller solamente suelta un suspiro bajo, agradece las atenciones y pronto se encuentran solos de nuevo. Cuando da el primer bocado intenta por todos los medios no devorar lo que tiene enfrente. No es ni de lejos tan orgulloso como sus hermanos, pero no le dará el gusto a nadie de admitir que, en realidad, sí que tiene más hambre que antes. Shouri come también en silencio, mientras que le observa como si fuese capaz de adivinar sus pensamientos. Sus mañanas han sido de esta manera. Desde que platicó en aquella ocasión con MuraKen, pocas han sido las veces en las que tiene que pasar sus desayunos al lado de alguien quien no sea su pequeño hermano, o el hombre que le dio el nombre a éste. Permanecen callados, hasta que, eventualmente, una duda que viene acosándolo no puede ser guardada por más rato.


—¿Cómo puedes soportar esto?


La pregunta toma por sorpresa al mayor, quien le mira sin comprender. Los platos han sido ya levantados, y permanecían uno al lado del otro mientras compartían un té. El café era deliberadamente evitado por el castaño desde que dio de lleno con el hecho de que, de entre todas las cosas, esa bebida en particular le daba cólicos por una razón ajena a la comprensión de cualquiera.  Yuuri les acostumbró a este ritual antes. Y aunque ahora su ausencia era notable, se obligaron a seguir la normativa que él les dejó en ese tiempo.


—¿Soportar qué, exactamente?—cuestionó Conrart, no muy seguro de qué estaba hablando


Pensaba que podía darse una idea vaga de lo que el otro tenía en la cabeza, pero prefería ser directo con ello.


—Según mi hermano eres el mejor espadachín que ha puesto un pie en este reino... —comenzó


—Eso es un buen halago, pero no es totalmente cierto... Todo lo que sé lo aprendí de Günter...—replicó él


—En cualquier caso, eres tú quien se creó un nombre propio. Lejos de los títulos que te fueron entregados por ser hijo de una reina... —le recordó Shouri, serio, Conrart no tuvo respuesta— Siendo de esa manera... Si te costó tanto lograr todo lo que has hecho, ¿cómo puedes aceptar esto? ¿Perder esos reconocimientos? No consigo entenderlo... 


El mayor guarda silencio un momento, pensando sus palabras. Toma el resto de té antes de contestar.


—Siempre tendré los recuerdos de ese tiempo... Eso debería ser suficiente.


Shouri le mira suspicaz.


—¿Renuncias a una espada y te conformas con meros recuerdos? Te pensaba mejor que eso...


Cuando el castaño sonríe de un modo enigmático no puede no sentirse confundido, burlado incluso.


—Quizá no tenga espada en mis manos, pero eso no quiere decir que no sepa usar una. Si es necesario, no dudes de mi palabra. Prometí cuidar de tu hermano. Si está en peligro, siempre que esté ahí nadie podrá tocarlo... Sin embargo... Alguien me necesita más que Yuuri ahora. Ningún título ni un solo derecho vale más que él. Lo siento, Shouri. Pero siendo que incluso Yuuri está de acuerdo aquí, no puedo permitirme dudar sobre esto...


—Viniendo de ti parece una blasfemia... Poner a tu hijo por sobre el hombre que jugase proteger.


—Algún día comprenderás por qué. No dudo de ello.


Shouri dibuja apenas una mueca.


—Me cuesta entenderlo, pero no puedo reprochar nada... Si él está bien contigo... Si se siente bien consigo mismo... Como su hermano, desearía protegerlo... Pero siendo que es feliz ahora, o al menos dice serlo, ¿cómo podría perdonarme quitarle eso?


Conrart le dedica una mirada un poco más intensa entonces. El recuerdo de sus propios pensamientos antes viene a él con fuerza. Meses fueron necesarios para que Weller aceptara que el romanticismo de su adorado pequeño no era un simple capricho. Quizá nunca llegó a un extremo como Shouri, quien rechazó totalmente la idea de su posible relación, pero, al menos por un tiempo, Conrart tiene que admitir que ni siquiera él estaba completamente seguro de que fuera una buena idea para ambos. Especialmente para su pequeño hermano. Si no fuese porque el príncipe de Bielefeld se mostró tan seguro desde el comienzo, quizá... Solo quizá, él se hubiese atrevido a dar un paso más allá. Sugerir una anulación, buscar alguna manera que fuera menos evidente para mostrar su preocupación, o sus miedos. Ahora está satisfecho con no haberlo hecho.


El moreno le observa con especial atención al notarlo tan pensativo, como si meditara realmente sus próximas palabras. Weller regresa su atención al próximo Maou antes de sonreír apenas. Shouri se siente algo confundido ante la tranquilidad que proyecta su expresión repentinamente relajada.


—¿Ocurre algo, Lord Weller?—inquiere, curioso, tras su prolongado silencio


Conrart parece incluso divertido entonces.


—Es bueno saber que has aprendido a respetar sus decisiones ahora, eso es todo...


Al moreno le costó un gran esfuerzo no avergonzarse.


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El 27avo Maou abandona el despacho de su futuro hermano mayor, como cada día, cuando transcurren unas buenas horas desde el momento en que ingresó. La comparativa entre consejero y general es inevitable, y, con pesar, Shibuya tiene que reconocer que aunque junto con Gwendal el tiempo es menor para sus estudios, su nivel de exigencia es mucho mayor. Günter, quien pese a que era igualmente quisquilloso con su educación, siempre ponía especial cuidado con sus avances. Gwendal, en cambio, es poco accesible en algunas cuestiones. La filosofía de el general no es del todo incorrecta, o al menos así es como Yuuri decide verlo. 


"—No desperdiciaremos tiempo en temas que para este momento debería conocer... Ni tampoco repasaremos asuntos que usted mismo puede aprender. Corregiré su escritura, pero no volveré a enseñarle a leer..."


Lord von Voltaire no era un mal maestro, sencillamente estaba más preocupado en enseñarlo a defenderse por sí mismo que en enseñarle a depender del resto. Ésa era la diferencia definitiva entre su esposo y él. En una manera que Shibuya no esperaba  agradecía su manera de ser. Entre más tiempo pasaba junto al mayor, más sentía que las cosas continuaban donde tenían que estar. Y esa era una sensación que difícilmente encontraba en su vida últimamente.


Entró a las caballerizas mientras que distinguía a lo lejos la figura de Dorcas, quien caminaba con paso lento mientras arrastraba un gran saco que capturó el interés del antiguo monarca. Le resultó familiar. Siendo que los días anteriores había instalado esta pequeña rutina de pasar unos minutos visitando a Ao, Yuuri había tenido oportunidad de observar con mayor claridad las distintas tareas que todos cumplían a lo largo y ancho del Pacto de Sangre. Uno de sus principales objetos de estudio fue el soldado más cargado de trabajo que conocía, mismo que tenía un juramento silencioso con el consejero real. La sola idea de que Günter estuviese detrás de tan pesada carga —esta que le había notado hacer durante varios días seguidos— hizo que su sentido del deber picara en sus manos con impaciencia. Repartir justicia era su deber, y, en su opinión, el ver al pobre Dorcas cargando sacos diariamente de un lado a otro sin razón aparente era una falta a la moral.


—¡Hey! ¡Dorcas! ¡Hola!—gritó, en un intento de llamar su atención.


Para Yuuri no pasó desapercibido el cómo se tensó notablemente.


—¡Ma-majestad!—respondió el perturbado hombre, mirándole más pálido que de costumbre.


Con el paso de las semanas, el moreno había empezado a costumbrarse a que dejasen de tratarle con tanta solemnidad. Algunos se referían a él de maneras distintas, fuese con su nombre, o sencillamente como "Excelencia". Existían, sin embargo, también aquellos que continuaban mirándole como el rey que era. Y, siendo que el actual regente había comentado "casualmente" que aquello era lo que se tenía que hacer, nadie luchaba demasiado por corregir sus maneras para dirigirse a él. Dorcas era el mejor ejemplo.


Hasta ahora, es el único hombre que nunca ha dicho su nombre.


—¿Qué l-lo trae por aquí?—inquiere, nervioso.


Shibuya le mira con cierta suspicacia. El hombre de calva brillante intenta ocultar sin éxito la gran bolsa tras de él.


—Me gusta venir aquí a pensar... Creí que me habías visto antes... —responde, pretendiendo que su atención no sigue en aquello que Dorcas quiere hacerle creer no existe.


—¿A-ah? ¿Es así? Lo lamento, majestad... No he tenido oportunidad.... Recientemente he estado siguiendo órdenes al pie de la letra, así que ni siquiera he podido notar dónde cargo verdaderamente la cabeza...


Yuuri sonríe ligeramente.


—Justo de eso quería hablarte recién—admite, acercándose un paso, alza apenas una ceja cuando el mayor da un paso atrás.


—¿El qué?—inquiere Dorcas, confuso


—Günter te ha estado cargando de trabajo últimamente, ¿no es así? Esas bolsas que cargas... ¿Cuántos días llevas arrastrándolas por todos lados? ¿Es la misma que traías ayer?


El soldado parece más confundido que antes.


—¿Su excelencia? ¿Ayer? No... Para nada.... Mi vida sería sencilla si fuese una sola ocasión... Esta llegó hoy. La de ayer era de ayer... Los sacos no dejan de llegar al reino, y diariamente tengo que deshacerme de ellos.


El antiguo Maou es ahora el extrañado.


—¿Deshacerte? ¿No son cartas acaso? ¿Por qué rechazaría Günter peticiones del pueblo? No suena a algo como él...


Dorcas se pone nervioso, pero responde con todo y su tono ansioso.


—No son peticiones, majestad... Al menos, no de nuestro pueblo.... 


Yuuri ahora parece más interesado que antes, cuando intenta alcanzar el saco Dorcas le mira pálido.


—¿Dorcas?


—Tengo órdenes de ocultarlo, señor... No puedo mostrarlo.


—Puedes hacer una excepción... Si Wolfram no tiene tiempo para revisarlo, y Günter tampoco puede ayudarlo, yo soy perfectamente capaz de aligerar un poco el trabajo, ¿no crees? No es como que esté muy ocupado ahora mismo...


—No se trata de eso, majestad... Mis órdenes son no entregarlo a nadie más que a esa persona, sin excepciones...


El menor le mira con una mueca.


—¿A quién? 


El otro duda, y Yuuri va formándose sus propias ideas entonces. Cada una más estresante que la anterior.


—Dorcas... ¿Quién te ha ordenado hacer esto? ¿Y qué te pidió exactamente?


—Majestad... —casi gimotea, contrariado—Yo no...


—Si todavía me consideras tu rey, deberías ser capaz de responderme, ¿no piensas lo mismo? Si temes por la reprimenda de Günter, no debes preocuparte... Yo mismo...


—¡No tiene nada que ver con su excelencia!—repite, quizá demasiado alto


—¿Entonces quién fue?


Ante la mirada oscura el más alto no consigue callar más tiempo. ¿Cómo negarle algo al rey? Emite un suspiro lastimero antes de decir, en voz baja.


—Su majestad Wolfram... —confiesa, intentando sonar tranquilo sin éxito— Él fue quien me ordenó ocuparme personalmente de todas estas peticiones sin que nadie más se entere sobre ello... Interceptar todo lo que llegue al reino con este tipo de intenciones, y desaparecer la evidencia antes de que él tenga que enterarse de nuevo.... Ésas fueron sus órdenes.


La imagen nítida del enfadado rubio es suficiente para que el soldado empiece a arrepentirse por abrir la boca, pero ante las facciones endurecidas del 27avo Maou ya no sabe a quién le tiene más miedo... 


"—Te juro que si vuelvo a ver una sola de estas cartas, o peor aún, si Yuuri llega a tener una sola... Te lo advierto, Dorcas... El castigo de Günter será el menor de tus problemas" 


Recuerda entonces que ha tenido un problema con el fuego desde siempre, y ya tiene claro quién es quien le quita verdaderamente el sueño. El solo recuerdo de cómo explotó —nunca mejor dicho— ni bien abrió la primera pila que el preocupado Dorcas le entregó semanas antes es prueba suficiente. Omite deliberadamente el por qué pidió eso, o al menos, procura que quede en el olvido lo más rápido posible. Sin embargo Shibuya puede darse cuenta de que algo más le está ocultando, pues pronto extiende su mano, a lo que el otro le mira fingiendo confusión.


Está entre la espada y la pared, y no sabe qué tan figurativo es el escenario realmente.


—¿Majestad?


—Son para mi prometido, ¿no es así? Quiero verlo


—Su majestad...


—Es un favor entre amigos, Dorcas... Quiero ver sucorrespondencia.... Estoy seguro de que haz hecho esto por él antes, así que dame el gusto...


Y el mayor no puede mentir allí en lo absoluto. La cantidad de veces que se ha metido en problemas por ese par de críos es inestimable. No los culpa para nada, siendo que siempre fue un gusto ayudarlo... Pero al pensar en ello... Por supuesto que ha cedido ante las demandas del rubio en más de una oportunidad. Y en todas terminó mal. Ni qué decir de las veces que tuvo conflictos con el general por el consejero. O con el hombre que dio nombre al Maou. O la reina misma ante sus peticiones.


La familia real entera era un verdadero reto en todos los aspectos.


Hoy día no sabe si el cabello dejó de crecerle por haberse rapado antes, o porque sencillamente su estrés es así de intenso.


—En realidad... Las cartas no son para su majestad... —murmura Dorcas, tomando el saco tras él con algo más de fuerza, ¿qué más puede perder ahora?— Todo... Está dirigido a usted...


Shibuya detiene su línea de pensamientos ante aquello.


Dorcas solo puede imaginarse que sea agua o fuego, cualquiera es intimidante.


—¿Qué? ¿Son mías?


El hombre sin cabello asiente.


—Con más razón, quiero verlo...


—Pero...


—Por favor... 


Dorcas no consigue decidir entonces qué lo mueve realmente. La familiaridad de cumplir con sus órdenes antes, su tono amable, o la mirada sencillamente adorable que le dedica al decir esa sola frase. Suelta la bolsa con cierta renuencia, y pronto la arrastra hasta colocarla entre ambos. Cierra los ojos ni bien queda a disposición del menor, quien inmediatamente abre el enorme bulto para sacar uno de los sobres.


"A su majestad, el 27avo Maou, Shibuya Yuuri..."


Yuuri lee el contenido de ésta rápidamente. Su rostro se mantiene imperturbable por breves instantes. Pasa de la confusión a la sorpresa, de la sorpresa a la duda, y se vuelve de pronto tenebroso la forma violenta en que parece caer en cuenta de qué tipo de cosa está leyendo realmente. Alza la mirada buscando la confirmación de sus sospechas, y ante la visión del tembloroso hombre no puede más que contener un bufido. Arruga la carta y abre una más, solo para reafirmar lo que sabe ya. 


Para cuando Dorcas abre los ojos —luego de escuchar algo parecido a una maldición, pero no puede asegurarlo—, observa la imponente figura del antiguo Maou alejándose de él, llevándose consigo el enorme saco que minutos antes el cuidara celosamente. Palidece al entender su rumbo, y ante la duda razonable de las posibles repercusiones por su actuar decide hacer lo más lógico. 


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Lady Gisela ingresaba al castillo por las puertas principales alrededor de éste cuando distinguió un brillo ya familiar pasando por el rabillo del ojo. Levantó la mirada justo para mirar a su soldado más vago abandonar los terrenos del Pacto de Sangre a toda velocidad.


—¡DORCAS!—rugió, enfadándose.


Se suponía que ella regresaba desde el Templo para trabajar con él en un nuevo cargamento, ¿cómo se atrevía a dejarla botada con todo el trabajo, siendo que sabía de antemano lo mucho que tenían que hacer?


—¡LO SIENTO!—fue el grito que obtuvo en respuesta, y la dama no pudo más que suspirar.


En otra ocasión se las haría pagar. Y, por supuesto, podría cuestionar con más tranquilidad el por qué parecía listo para ponerse a llorar.


"Hombres... Son todos extraños" pensó, recordando las palabras de su amiga/enemiga favorita.


Quizá Anissina no estaba equivocada al pensar así de ellos en general.


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Cuando la puerta del despacho fue azotada con fuerza tanto el rubio como el consejero levantaron la mirada. Ambos parecían especialmente enfurruñados ante la violenta interrupción, pero en sus rostros el cambio al descubrir al recién llegado fue por demás notable. La expresión del mayor se tensó ligeramente antes de suavizarse apenas, mientras que el actual rey endurecía sus facciones. Nunca le habría discutido a su amado que entrara de esos modos al despacho —siendo que él lo hizo incontables veces antes—, sino fuera porque, contrario a Lord von Bielefeld quien llegaba siempre vociferando, su futuro esposo se notaba bastante molesto por solo mirarlo.  Y Wolfram era una llama vida la mayoría del tiempo —apartando las bromas, por supuesto— pero nunca le miró de esa manera. 


Apartándose del actual monarca de ShinMa, Günter le dedicó una mirada al menor de los tres. Debido a que se encontraban lidiando desde la última hora con una misma demanda de un país vecino, el Consejero no intentó siquiera ocultar su intención de resolver la disputa rápido. Las peleas entre ambos jóvenes, fuese quien fuese el primero en atacar, tomaban horas enteras que en ese instante no poseían. Por la mirada del actual rey, supo que Wolfram pensaba justo de esa manera. 


—¿Ocurre algo?—cuestionó, al notar como el rubio guardaba silencio


Shibuya, reconociendo la advertencia implícita en la sola voz del peli-morado expresó:


—Quiero hablar con él...


El rubio estuvo tentado a hacer una mueca. Miró apenas de reojo al mayor, justo antes de que éste se atreviese a responder comentó:


—Günter... 


El nombrado le miró con sorpresa un instante, antes de asentir.


Contrario al calmado moreno, el actual rey no dudaría en ordenar con tal de tener privacidad.


Ésa era otra de sus grandes diferencias entre ambos.


Y Günter no necesitaba que lo demostrara una sola vez.


Asintiendo ante su orden no dicha, el Consejero abandona la estancia. Les dedica una mirada curiosa antes de cerrar la puerta al salir. Sus pasos lo llevan entonces lejos del despacho, decidiendo que al menos un aperitivo luego de horas sin probar bocado quizá será su mejor distracción. Dentro de la oficina, Wolfram suelta finalmente el documento en sus manos, no oculta su incomodidad, pero no permite que el otro le intimide tampoco. No intentará fingir que su actitud le sorprende. Se conocen demasiado bien como para pretender ahora.


—¿Qué significa esto? —cuestiona el monarca, y su predecesor le mira con enfado.


Por supuesto que Bielefeld ha visto lo que el otro lleva entre manos. Y siendo que Günter no comentó nada sobre ello, es obvio que desconoce el motivo de su descontento. El rubio puede darse una idea, claro, pero si Yuuri no lo pone en palabras no puede ayudarlo.


O siquiera calmarlo.


—Eso debería preguntar yo...—responde el moreno, lanzando el saco delante suyo


Por el peso y tamaño, el mismo cae vaciando su contenido sin que ninguno haga nada por evitarlo. El antiguo príncipe se ha tensado de manera imperceptible. No es sorpresa confirmar que se trata justo de eso. Han pasado 15 días exactos desde que los vio por primera vez... El imbécil de Stoffel empezó todo aquello. La razón de su actual descontento no es el cabezota de su tío. Sino aquellos que han seguido su ejemplo.


Lord von Bielefeld se pone de pie, intercambia apenas una mirada con el otro, y sus pasos lo guían hasta la insultante cantidad de cartas que han ido a parar a los pies de ambos. Alza una ceja cuando Yuuri mueve una de ellas delante de sus ojos.


—¿Qué demonios es esto?


El mazoku se cruza de brazos.


—Una propuesta de matrimonio —contesta, intentando sonar indiferente con ello.


Por supuesto, Shibuya ha notado su molestia al respecto.


—Sé que es una maldita propuesta, Wolfram. La pregunta es, ¿por qué demonios estoy recibiendo esto?


El nombrado frunce el ceño apenas. Negándose a enseñar lo mal que aquello le deja.


—No se supone que seas tú quien lo reciba, sin importar que sean para ti—dice, antes de tomar el sobre de sus manos no sin cierta fuerza.


Cuando abre el mismo antes de leer en voz alta Yuuri siente la sangre ebullir a través de su cuerpo de la misma manera en que sintió antes, al leerlo la primera vez.


"A su majestad, el 27avo Maou, Shibuya Yuuri..."—comienza, con voz helada— "Por medio de la misiva nos complace informarle que como poblado independiente de ShinMa apoyamos totalmente su actual decisión y lamentamos los problemas que la misma ha provocado en su unión... Si su guardián actual nos permite el placer seríamos honrados por visitarle una vez con el propósito de fortalecer la relación entre nuestro pueblo y la capital..."


El menor frunce el ceño a cada palabra, y el actual Maou no está en mejor posición. Continúa avanzando a través del contenido hasta llegar a un fin que le es ya familiar. Luego de leer las primeras 20 cartas semanas atrás, es evidente qué intención tienen todos allí.


—"Esperamos que su guardián considere oportuno incluir a nuestro representante, Lord Amilia Jonathan como uno de sus posibles prospectos, y honre a nuestro hogar con su futura elección, convirtiéndose en su compañero..."


El tono ácido del rubio no hace más que perturbarlo. Al notar como la hoja es arrugada segundo a segundo, Yuuri no puede más que compartir la ofensa que el otro dibuja en su rostro.


—¿Por qué...?—dice, y Wolfram, apartando la hoja de su visión, le mira entonces con enfado


—¿Te sorprende...?—cuestiona, mofándose de su tono contrariado— ¿Realmente no lo entiendes? 


Una tras otra, cada carta es tomada por el mayor, abriendo éstas antes de releer en apenas segundos hasta dar con una misma oración. La repite una vez, dos más, pronto 15 cartas son descartadas por su mano. Las palabras son las mismas. "Lo apoyamos" "Secundamos su decisión" "Por favor considere nuestra ciudad" "Su guardián puede..." "Si es oportuno..." "La familia se sentirá honrada si decide convertirse en compañero de nuestro heredero" 


—Tus estupideces llegaron hasta los rincones más olvidados de Shin Makoku, Yuuri... Y éstas son las consecuencias... 


Ésta es la guerra que Lord von Bielefeld quería ahorrarse.  Porque ni bien el mundo se enteró de lo que decidió el rey, todos tuvieron interés en él. No que antes no fuese acosado —no por nada el rubio era celoso hasta el cansancio—, sino que era una perspectiva distinta. Sí, Shibuya Yuuri sería recordado en por su nación como el rey más amado en la historia de ShinMa, pero, como todos, también tenía ese pequeño grupo en contra... Y esos mismos son los que se unen a la lista de acosadores ahora. Una oportunidad única en la vida se presentó ante ellos. Estúpidos habrían sido todos si lo hubiesen dejado pasar. La posibilidad de reinar por él.


—Es absurdo. Fui bastante claro... Me volvería un compañero para ti, no para otro. ¿Por qué están tan empeñados con ésto? Estoy comprometido ya, ¿cuál es el punto?


La duda con la cual externa sus preguntas hace que el rubio se sienta un poco más molesto consigo mismo.  No fue capaz de detenerlo antes porque pensó que no se atrevería nunca a hacer semejante estupidez, y ahora, una vez más, ha fallado en predecir sus emociones. Wolfram aprieta los puños, apartándose de él. Para el menor no pasa desapercibido como la última carta parece convertirse en cenizas en un parpadeo.


—No estás casado aun—le contesta— Legalmente cualquiera que esté interesado en ti puede ofrecer una entrevista... No es muy diferente a lo que tenías antes... —le recuerda, mientras se acerca a los ventanales, necesita algo de aire— Como compañero, si tu guardián lo considera, cualquiera sigue siendo opción para ti...  Y la lista aumenta, siendo que todos los hombres del reino están interesados ahora.


A pesar de que el moreno comprende que el tono firme procura amedrentarlo, no se siente insultado nunca. No de la manera en que el otro desearía, al menos. Da un paso en su dirección, duda un momento. Finalmente se acerca al rubio y observa en la misma dirección que él. La vista desde allí siempre fue su favorita.


—No me interesa ninguno de ellos... El único que me interesa está conmigo ahora...


Ante el silencio del rubio coloca una mano en su hombro. Le obliga a mirarlo. Más que molesto, Yuuri finalmente nota lo triste que es verdaderamente su semblante. Arrepentimiento incluso sería más adecuado para describirlo. Yuuri sabe que fue su culpa, pero no se siente arrepentido por ponerlo en una posición que el rubio jamás deseó tener. Lo único que le duele realmente es que la confianza fuese fracturada por su causa. Pero era lo correcto. Hoy día continúa convencido de ello. Defender a su prometido era lo correcto. Y siempre va a serlo. Cuando se acerca para besarlo no le sorprende que Wolf no corresponda inmediatamente. Su corazón duele un poco por ello, pero no se detiene. Pocos minutos demora el otro en regresar a su boca. 


—Te extraño...—confiesa Yuuri


No se atreve a mentir más sobre ello.


—Lo sé...—admite Wolfram, sabiendo que esa sí que es su culpa.


Es él quien lo mantiene lejos a pesar de que siguen uno al lado del otro. Es él quien pretende que nada ha cambiado, a la vez que se esfuerza en hacerlo sentir de modo contrario. Es su orgullo el que gana terreno cuando su corazón se siente más necesitado que nunca. Lord von Bielefeld, cuando se trata de su prometido, es capaz de actuar de ese modo tan ajeno a su personalidad. Es famoso por ser rencoroso, y aunque deseó con todas sus fuerzas guardar algo de odio por su actuar, era solo dolor lo que lo movía para apartarse. El dolor que le provocó la traición, más que la traición en sí. Puesto que al final algo de razón tuvo... Fuese pronto, o en un futuro, todo lo que pasó ya estaba destinado a pasar. Nadie podía detener los acontecimientos que vendrían. Yuuri decidió quitar la bandita de tirón, esa era la simple verdad, y a Wolfram le dolió demasiado porque no hubo un aviso previo.


—¿Estás enojado conmigo?


La duda pronunciada sobre sus labios le provoca un temblor. El rey desearía poder responder con una afirmación. Desearía mentir un poco más. ¿Habrá aprendido ya la lección? ¿Aprendió él a cómo lidiar con sus propias emociones ahora? Inseguro sobre estas respuestas, Wolfram responde:


—No, Yuuri... No lo estoy.


Cuando el rostro del rubio se esconde en el pecho del antiguo rey, éste acaricia sus cabellos con parsimonia. Al entrar antes se esperaba que todo terminara en gritos, palabras hirientes, y escenarios de lo más desagradables en su mente... No consigue creer aun que nada de eso pasó en realidad, ni puede comenzar a entender por qué todo parece caer en su lugar finalmente. Como si todo volviera a la normalidad. 


Porque 20 días no parecen suficientes para perdonar a Yuuri por su actuar, pero 20 segundos le bastaron para Wolfram para hacerlo, en realidad.


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