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Una cuestión de pelos por Orseth

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            Harry y Blaise tenían razón en que solo era cuestión de tiempo para que el profesor Snape localizara a Chloe, pues bastaba con preguntar con quien había estado saliendo los últimos días y cuando él la llamó a su oficina, simplemente se derrumbó.

            -¡Estoy muerta Eva, estoy muerta!

            Habiéndole confesado su última hazaña, Evangeline simplemente no encontraba que decirle.

            -¿Qué te puedo decir Chloe? Solo que era de esperarse, casi matas a Draco Malfoy, era más que obvio que sus padres no iban a quedarse de brazos cruzados.

            -Mi abuela… sabrán que ella me ayudó y la meteré en problemas.

            -Mejor vete ya, solo estas retrasando el momento, si ayudas a Malfoy en su recuperación eso se te tomaría en cuenta ¿no?

            Sonándose la nariz y limpiándose las lagrimas que no dejaban de fluir, Chloe solo negó con la cabeza mientras salía de su casa y se dirigía a la oficina del profesor.

 

__________________________

 

 

            -Ya anocheció Blaise, debes regresar al colegio –dijo Lucius- puedes venir mañana.

            -Sí señor Malfoy, ya es algo tarde.

            -Toma, cena en la cafetería pues creo que la hora de la cena ya paso en Hogwarts –añadió Narcisa dándole unos galeones.

            -No es necesario.

            -No discutas.

            -Bueno… gracias.

            Salió de la habitación dirigiéndose a la cafetería en donde ya sabía que no solo cenaría él.

            -Me muero de hambre –dijo Harry ya sentado a la mesa y sin la capa.

            -Lo sé.

            -Eres un bastardo Zabini, no me convidaste ni un poquito de tu hamburguesa.

            Cuando terminaron de cenar, se dirigieron a las chimeneas para regresar al colegio, pero entonces vieron salir de una de ellas al profesor Snape, por lo que apenas alcanzaron a esconderse cuando paso a su lado acompañado de un hombre que supieron era un auror por la túnica que vestía.

            -Trae cara de haberse tragado una bola de mierda –dijo Harry.      

            -Sí… creo que ya sabe todo.

            -¿Y qué hacemos?

            -Irnos, ya hicimos lo que podíamos… ya mañana veremos si esto resultó.

            Y no se equivocaban, pues Severus sacó a los Malfoy y hablo con ellos usando la oficina del director del hospital dejando a Draco al cuidado de una enfermera; ahí les dijo todo… desde  quien fue la culpable de ambos hechizos, los motivos, los efectos y quien la había ayudado; cuando terminó de hablar Lucius estaba rojo.

            -¡Las mataré, las mataré!... ¡A esa estúpida niña y a su maldita abuela!

            -¿Y donde esta esa  mujer? –pregunto Narcisa no menos impactada que su marido pero si más calmada.

            -Habiendo estado en riesgo la salud de un menor se le ha notificado al Ministerio y al departamento de aurores, ellos se encargarán de buscarla y traerla de regreso a Gran Bretaña –respondió el auror.

            -La refundiré en Azkaban y no volverá a ver la luz del sol –continuó Lucius caminando de un lado para otro- mi hijo era normal… ¡mi hijo era normal y lo ha convertido en un… en un marica!...  Severus… -dijo entonces deteniéndose abruptamente y dirigiéndose al profesor- tú puedes rectificar esto, con la información que te de esa mujer puedes hacer un antídoto ¿verdad?

            -No lo sé Lucius, pero siendo honesto, creo que los resultados son irreversibles.

            -¡No!... no, mi hijo era normal, puede volver a ser normal… ustedes pueden hacer algo ¿no? –dijo entonces dirigiéndose al medimago, director de San Mungo- su equipo de medimagos pueden encontrar una cura para mi hijo.

            -Señor Malfoy, no podemos asegurarle nada hasta que la persona que hizo la poción esté aquí.

            -¿¡Y donde esta?! –pregunto a Severus.

            -Ya te lo dijo el auror, esta fuera del país.

            -Mierda… -masculló desplomándose en una silla mientras exhalaba un suspiro y miraba hacia el techo, entonces otro fragmento de información acudió a su mente- oye, sobre lo que dijiste de… de Potter, creo que estaba muy exaltado y no entendí bien.

            -Entendiste muy bien Lucius, es tu negación lo que no te permite aceptarlo.

            Lucius miró como ido a Severus mientras esa información entraba en tropel en su cabeza como si apenas se la hubiera soltado el profesor de pociones.

            -Mierda… -dijo levantándose y comenzando a caminar por la oficina.

            Si eso era cierto, entonces por eso su hijo no quería decirle quien le había dado el “antídoto”… cosa que le hizo cerrar los ojos y fruncir el ceño al recordar la manera de “administrarlo”.

            -Esas malditas… -mascullo poniéndose las manos en la cintura y mirando el techo de nuevo sin dejar de caminar.

            El había pensado que Draco le había confesado sus “raras preferencias” porque recién las había descubierto, pero no era así… su hijo le había confesado esas preferencias porque antes no era así, su hijo era “normal” y alguien le había desgraciado la vida.

            -Las mataré… las mataré pero antes las torturaré…

            -Lucius por favor –dijo Narcisa deteniendo su andar- lo único que me importa ahora es detener el sufrimiento de mi hijo.

            -Sí, es verdad… Con la llegada de esa mujer podrán hacer algo ¿no?

            El medimago miro a Narcisa y sonrió tranquilizador aunque también tenía la misma certeza que Severus.

            -Claro señor Malfoy.

            -Iré a ver  ahora como esta mi hijo.

            -No se preocupe, el dolor de su hijo está controlado, el chico no sufrirá  mientras esté sedado.

            -Manténgame informado, necesito saber cuándo localicen a esa mujer –dijo Lucius al auror antes de salir de ahí.

            Severus, Lucius y Narcisa salieron de la oficina y regresaron a la habitación de Draco acompañados del medimago, pues era hora del medicamento del paciente.

            -¿Draco? –exclamó Lucius sorprendido al entrar y ver a Draco sentado en la cama cenando.

            -Papá… -respondio Draco a punto de llevarse una rodaja de zanahoria cocida a la boca.

            -¡Hijo! –Dijo Narcisa entrando de prisa para tocarle el rostro- ¿Cómo estas, como te sientes,  ya no sientes dolor?... ¡hasta estas comiendo!

            Draco sonrió tímidamente al verse avasallado a preguntas y atenciones de su madre mientras los demás hombres en la habitación lo miraban sorprendidos.

            -Enfermera –dijo entonces el medimago a la chica que estaba ahí- ¿Qué sucedió?

            -Vine a hacer el chequeo correspondiente y ya estaba despierto y pidió de cenar.

            -Draco –exclamó Lucius acercándose- ¿te sientes mejor?

            -Sí.

            -¿Y el dolor?

            -Ya no tengo.

            -¿Cómo es eso posible? –pregunto mirando al medimago y a Severus alternativamente.

            El medimago se acercó a checar sus signos vitales y a tocar partes de su cuerpo constatando que el dolor ya no estaba.

            -Aun así debe permanecer aquí en observación –concluyó el medimago.

            -Por supuesto –respondio Lucius.

            -¿Por qué no van a casa? –Dijo Draco- están cansados, vayan a descansar.

            -Por supuesto que no, estoy bien –respondio Lucius.

            -Yo tampoco me voy.

            -Querida puedes ir a descansar un poco, yo me quedaré.

            -¿Y dejar a mi hijo? No bromees Lucius, yo también me quedo.

            Sin más que hacer, Severus regreso a Hogwarts.

 

_______________________________

 

 

            Siendo muy tarde, Dumbledore decidió llamar a los padres de Chloe hasta el día siguiente, por lo que a primera hora llegaron a Hogwarts en donde el profesor Dumbledore los puso al tanto con el profesor Snape y la profesora Sprout presentes.

            -Dios mío Chloe, esto es demasiado grave ¿es verdad todo lo que el profesor Dumbledore ha dicho? –pregunto su madre.

            -Sí –respondio quedamente mientras se secaba el llanto con un pañuelo.

            -¿En qué demonios pensabas? –Dijo su padre entonces- ¡Casi matas a un chico!

            -Señores Williams –intervino Dumbledore- estoy seguro que ambos necesitan una plática con su hija, sin embargo debo decirles que lo que apremia ahora es localizar a la señora Brown para que nos dé información sobre la poción utilizada en Draco Malfoy, también es mi deber informarles que el matrimonio Malfoy levantará cargos contra ella y aunque la señorita Williams  se libra de eso por ser menor de edad, de lo que no se libra es de su expulsión inmediata del colegio Hogwarts de magia y hechicería.

            -¡No! –gimió Chloe con el pañuelo en la boca- Por favor profesor Dumbledore, me arrepiento de lo que hice… juro que nunca volverá a pasar, lo juro de verdad, juro que me arrepiento…

            -No es a mí a quien debe decirle eso jovencita, hay una persona en el hospital a la que le ha cambiado la vida irremediablemente y todas sus palabras y lagrimas no corregirán el daño hecho; solo puedo decirle que espero que esto le sirva de lección para no volver a cometer este tipo de errores… señores Williams, las reglas son muy claras y la expulsión de su  hija se lleva a cabo a partir de este momento, profesora Sprout, como jefa de la casa Hufflepuff acompañe a la señorita Williams a recoger sus pertenencias.

            -Sí profesor.

            -Por favor profesor…

            -Basta Chloe, ya hablaremos en casa –exclamó el señor Williams con gesto adusto.

            El chisme de la expulsión de Chloe corrió como reguero de pólvora por todo el castillo, la mayoría de alumnos la vieron salir con su equipaje en medio de un llanto silencioso y aunque casi toda la información respecto a ese asunto se mantuvo en privado, el que ella fuera quien hechizó a Draco fue conocido.

            -Adiós Eva.

            -No es un adiós Chloe, nos veremos después, animo –respondio Evangeline abrazándola.

            Sintiendo morir de vergüenza y pena por dejar su querida escuela, Chloe se reunió con sus padres para salir para siempre de Hogwarts.

            -El castigo es muy merecido –dijo Hermione camino a clases- pudo matar a Malfoy.

            -Pues algo debió hacerle él para habérselo ganado –respondio Ron.

            -No hay justificación Ron, una poción de sangre es muy grave.

            -¿Tú qué opinas Harry?... ¡Harry!

            -¿Qué?

            -Sobre lo de Malfoy.

            -Ah… que estuvo muy mal.

            -¿Lo ves Ron? –dijo Hermione.

            Pero Harry ni siquiera los había oído, estaba pensando en cómo amanecería Draco.

            -Voy al baño –dijo entonces.

            -Pero la siguiente clase ya va a empezar.

            -Tranquila Hermione, no me tardo.

            Lo que hizo fue ir a buscar a Blaise, con quien había quedado el día anterior de encontrarse en la escalera de la oficina de Dumbledore.

            -¿No has sabido nada? –pregunto al ver al Slytherin.

            -No, pero Dumbledore ya nos dio permiso de ir al hospital.

            -Bien, aquí traigo mi capa –dijo palmeando su mochila.

            Subieron a la oficina y desde ahí fueron a San Mungo, no sin antes preguntar:

            -Profesor ¿sabe como sigue Draco?

            -Es una alegría decirles que está mucho mejor.

            Ambos chicos sonrieron mientras se miraban entre sí.

            -Harry… -dijo entonces Dumbledore cambiando su gesto a uno más serio- ya sabemos que tanto fuiste involucrado en este asunto y siendo muy sincero contigo no estoy habituado a tener este tipo de conversaciones con los alumnos, creo que a veces olvido que ustedes ya no son niños, son adolescentes y debo advertirles que pondré más vigilancia en el colegio para evitar que anden por ahí  a deshoras haciendo cosas que no están permitidas.

            -Sí profesor.

            -También debo advertirte que el señor Malfoy ya sabe como ayudaste a su hijo a romper el hechizo y creo que es más que obvio que tu presencia en San Mungo lo alterará.

            -No se preocupe, no dejaré que me vea.

            -Ten cuidado.

 

___________________________

 

 

            -¿Cómo amaneciste hoy, hijo? –pregunto Lucius a Draco mientras éste desayunaba.

            -Mucho mejor papá, de hecho me gustaría regresar al colegio, ya me siento bien, nada me duele… Bueno, solo el culo –pensó reacomodándose en la cama.

            -Draco… -dijo aprovechando que Narcisa había salido a desayunar- quiero hablar del asunto de Potter.

            En cuanto dijo eso, Draco sintió que el hambre se le fue de inmediato.

            -Ah…

            -¿Por qué diablos no le pediste ayuda a Severus cuando descubriste como romper el hechizo gatuno?

            Draco lo miró y solo tragó en seco.

            -Responde.

            -Pues… yo… la verdad me dio mucha vergüenza.

            -¿Y vergüenza de que si tu no eras responsable?

            -Pues no se papá, simplemente no pude.

            -No pudiste hablar, pero si ponerle el culo a Potter ¿no? -Draco miró hacia el frente, viendo fijamente su plato mientras su cara ardía de vergüenza- ¿te das cuenta lo que ese estúpido chiquillo debió de reírse de mí?

            -¿Y porqué de ti, si el problema era mío? –se atrevió a preguntar, dolido de que Lucius solo estuviese hablando de sí mismo.

            -¡Pero eres mi hijo!

            -¡Pero son mis nalgas! –respondio harto de que su padre no viera realmente que la víctima había sido él.

            Lucius le soltó un bofetón que le hizo voltear la cara.

            -Es inaudito… -exclamó Lucius- mira lo que me haces hacer…

            Draco se sobó la ardiente mejilla mientras apretaba los labios, nunca en la vida Lucius le había puesto un dedo encima y ahora le había cruzado la cara.

            -Por eso no querías decirme quien te había dado el antídoto.

            -Y yo tenía razón…

            -¡Me engañaste!

            -No es cierto… dije la verdad, tu eres el mentiroso…

            -¿Qué? –exclamó mirándolo atónito- ¿de qué hablas?

            -Quieres desquitarte de Potter…

            -¡Obviamente!

            -Pero él me ayudó.

            -Lo que él hizo fue cogerte como a una…

            -¡Lucius! –exclamó Narcisa desde la puerta.

            Lucius exhalo un suspiro exasperado y salió de ahí, Narcisa vio a su hijo sobándose la mejilla enrojecida y fue tras su marido.

            -Lucius…

            -¿Qué quieres mujer? –respondio sin detenerse hasta llegar a una salita de espera vacía.

            -¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer?

            -¿Y qué hice, según tú?

            -Le pegaste a tu hijo por lo que pude darme cuenta y no solo eso, estuviste a punto de decir algo de lo que más tarde ibas a arrepentirte.

            Lucius chasqueó la boca  mientras caminaba de un lado a otro.

            -Yo no estoy para nada contenta con esta situación y el que mi hijo ya tenga esas… preferencias rompe mi corazón ¿pero sabes que hubiera destruido mi corazón por completo?... el que mi Draco haya muerto y nadie haya podido hacer nada.

            -No iban a matarlo Narcisa, solo tenía unas malditas orejas de gato.

            -Eso y un miedo terrible a decepcionarte.

            -Claro, ahora el culpable soy yo.

            -¿No te das cuenta de las cosas aun viéndolo retorcerse de dolor? ¡Creímos que iba a morir!... ver eso me hizo darme cuenta de que no me importa si a mi hijo le gustan incluso los Inferi, yo lo quiero vivo y feliz.

            Lucius rodo los ojos mientras se ponía las manos en la cintura mientras seguía caminando de un lado a otro.

            -El que Potter lo haya ayudado no es culpa de ninguno de los dos, fue esa maldita chiquilla la que hizo ese trabajo de por medio.

            -¡Pudo haberle pedido ayuda a Severus!

            -¡Pues se equivocó Lucius!... ¡entiende que solo tiene catorce años, aun no sabe manejar bien los problemas que se le presentan en la vida!... mírate a ti, ya cuarentón y sigues cometiendo estupideces.

            Lucius se giró a verla con ojos asesinos mientras ella continuaba hablando sin hacer mas caso.

            -Su mayor temor era decepcionarte ¿acaso no te das cuenta?... él quiere llenar tus expectativas a toda costa y si para lograrlo tuvo que recurrir a Harry Potter, imagina que tan desesperado debía de estar.

            Para ese entonces Lucius ya no decía nada, solo se desplomó en una silla mientras Narcisa decía:

            -Mi hijo está bien ahora y es todo lo que me importa y no voy a permitir que sigas castigándolo por algo de lo cual no tuvo la menor culpa ¿entendiste?

            Y sin más se dio la vuelta y se fue de ahí.

 

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