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Una cuestión de pelos por Orseth

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            -Mi papá ya se enteró y me envió un vociferador –dijo Draco mientras le acariciaba el pelo a Harry, quien tenía la cabeza recargada en las piernas del rubio frente a la chimenea de la habitación de las mazmorras.

            -Sí, todos nos dimos cuenta –respondio amodorrado por las caricias en su cabeza y el calor del fuego- fue épico.

            -Fue vergonzoso.

            -Sí, pero ya pasó.

            -Sí tú lo dices.

            -Mejor hagamos algo más entretenido que hablar de tu papá.

            Draco sonrió y se acostó junto a él, y ya teniéndolo tan cerca Harry se levantó un poco para comenzar a besarlo con ganas; Draco le acarició la nuca mientras la lengua de Harry recorría el interior de su boca, luego se separó de ella y se paso a su cuello aspirando su fresco aroma.

            Mordisqueó y besó el terso cuello haciéndole caricias más atrevidas por primera vez; Draco ladeó la cabeza dándole más espacio, sintiendo con deleite como la boca de Harry le lamia el cuello.

            -Oh Harry… -susurró pasándole los brazos por el cuello.

            Pero entonces una extraña sensación le hizo abrir los ojos al tiempo que una molestia en su espalda baja se hizo presente.

            -Ay…

            -¿Qué sucede?

            No respondió, solo se tocó el trasero sintiendo algo raro, pero más rara fue la expresión de Harry cuando lo vio.

            -¿Qué pasa?

            -Draco… -respondio señalando su cabeza.

            Draco se tocó la cabeza descubriendo con espanto unas orejas de gato haciéndole comprender que lo que había sentido por detrás era su esponjosa cola atrapada en su pantalón.

            -¡Ay Dios mío! –gimió arrodillándose en la alfombra con las manos en las orejas peludas.

            -¿¡Qué pasó?! –exclamó Harry arrodillándose frente a él.

            -¿¡Y yo como voy a saber?!

            Se levantó rápidamente desabrochando su pantalón para liberar esa conocida y flamante cola blanca.

            -También tu ojo cambio de color.

            -No puede ser, no puede ser… -masculló caminando de un lado a otro sujetándose el pantalón con una mano y la cabeza con la otra.

            -Cálmate Draco –dijo levantándose también.

            -¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡No puedo pasar por esta vergüenza de nuevo ante todo el colegio!... oh por Merlín ¿Quién me habrá hechizado ahora?

            -No creo que nadie te haya hecho algo esta vez, todos vieron salir a Chloe cuando fue expulsada, no creo que alguien se atreva a hacer algo así de nuevo.

            -¿Y entonces?

            -La verdad no sé.

            -¿Y ahora? –Exclamó desolado dejándose caer en el sofá- ¿Qué voy  a hacer?

            Harry fue a sentarse en el otro sofá sin decir nada, pues realmente no había nada que decir, por lo que así pasaron unos minutos viendo el fuego de la chimenea.

            -¡Harry! -Harry volteó a mirarlo y lo vio tocándose la cabeza con gesto sorprendido- ¡mira, ya no están!

            -¡Es cierto! ¿Pues qué pasó? –preguntó levantándose para mirarle la cabeza más de cerca mientras Draco se levantaba buscando la cola blanca, misma que ya no estaba.

            -¿Qué pasó? No entiendo nada.

            -Yo menos –respondio Harry sentándose en el brazo del sofá mientras Draco se sentaba también- tal vez un efecto colateral.

            -¿Pero porqué hasta ahora?

            -¿Y yo que voy a saber?

            -Veamos, tu saliva no  creo, nos hemos besado en estos días y no me había pasado nada.

            -¿Qué hicimos distinto?

            -No habíamos venido a esta habitación desde que comenzamos a andar.

            -Sí, pero no creo que sea nada de la habitación.

            -Pues no, yo tampoco… pero entonces no tengo idea  -respondio Draco con desaliento.

            El asunto más obvio fue analizar que habían hecho distinto ese día de los demás, por lo que se quedaron callados analizando cada hecho hasta que Harry dijo con tono pensativo.

            -Hablaste sobre la habitación.

            -Pues sí, pero ya descartamos eso, este cuarto no tiene nada que ver en esta rara situación.

            -No habíamos venido desde que comenzamos.

            -Ya lo sé.

            -Por lo que no habíamos tenido este tipo de privacidad, es decir nos hemos besado en pasillos y cosas así, pero solo hasta ahorita pude tocarte así.

            -¿Así cómo?

            -Cuándo estábamos en la alfombra besándonos, nunca te había besado el cuello.

            -¿Y?... no creo que haya sido eso, en todo caso tu saliva me hubiera hecho efecto desde el primer beso que nos dimos.

            -No, no hablo de eso.

            -¿Y entonces?

            -No sé, solo tengo una vaga idea… pero ¿te parece si lo probamos?

            -¿Besándome el cuello otra vez?

            -Sí.

            -Bueno… -respondio dudoso- si tu quieres.

            -Claro que quiero –exclamó sonriendo.

            Draco también sonrió quitándole un poco de hierro al asunto, por lo que Harry lo tomó de la mano para recostarse de nuevo en la alfombra; comenzó de nuevo un juego de besos en donde Harry se tornó más atrevido dejándole manchitas purpuras en el blanco cuello haciendo a Draco estremecerse cada que se las hacía.

            -Ah…

            Entonces Harry levantó la cabeza para mirar y dijo:

            -Ahí están de nuevo.

            Esas palabras rompieron el encanto en el que Draco estaba sumergido.

            -¡Oh mierda, no puede ser!

            -¡Lo sabía! –exclamó Harry sentándose.

            -¿Qué cosa? –pregunto acomodando la inquieta cola blanca.

            -Dime Draco ¿Qué sentiste cuando te estaba besando?

            -¿Qué pregunta es esa? –respondio poniéndose colorado.

            -Dime… ¿te excitaste?

            -¿Qué?

            -Qué si te excitaste.

            -¿Y eso que tiene que ver? –rezongó apenado mientras se ponía de pie.

            -¿No lo captas aun?

            -¿Captar qué?

            -¡Ah Draco eres un despistado!

            -Pues no entiendo.

            -¡Las orejas aparecen cuando estas excitado!

            -¿¡Qué?!

            -Sí, analízalo y veras.

            Aun negándose a creer semejante disparate, Draco se sentó en el sofá mientras repasaba la situación mentalmente.

            -Oh mierda… creo que tienes razón.

            -Sí, creo que es eso.

            -¿Y ahora?... ¿se me quitan cuando se me pasa la calentura?

            -Yo supongo.

            -Oh mierda, mierda, mierda ¿Por qué todo me pasa a mi?

            Harry no quiso añadirle más leña al fuego diciéndole que esas orejitas blancas le hacían ver más adorable, así que solo se quedó callado mientras Draco se ponía de pie y comenzaba a caminar de una lado a otro mascullando quien sabe que cosas.

            Pasaron casi diez minutos para que las orejas de gato desaparecieran confirmando la teoría de Harry.

            -Tenias razón Harry, es un efecto colateral –exclamó desanimado.

            -¿Le dirás a Madam Pomfrey?

            -¿Y qué le voy a decir, Madam Pomfrey tiene algo para mis orejas de gato? Me aparecen cada vez que me pongo caliente.

            Harry comenzó a reír ante un enfurruñado Draco, por lo que se sentó en el sofá jalando a Draco consigo sentándolo en sus piernas.

            -Ya, no te malviajes, la verdad es que te ves muy lindo con esas orejitas blancas.

            -No es gracioso Harry.

            -No dije gracioso, dije “lindo”

            -Pero yo no quiero verme lindo –respondio dramáticamente- quiero verme normal.

            -Ni Draco Malfoy ni Harry Potter pueden ser normales.

            -Vaya, que consuelo.

            -Mejor hagamos aparecer de nuevo esas orejitas –dijo tocándole una pierna.

            -Creo que tienes un fetiche Harry.

            -Sí, creo que lo acabo de descubrir.

            Draco se inclinó y comenzó a besarlo sintiendo la otra mano de Harry colarse por debajo de la camisa y comenzar a acariciarle la espalda.

            -Epa, espera… -dijo separándose al sentir esa mano más atrevida.

            -Dime Draco ¿no te gustaría que hiciéramos desaparecer esas orejitas al método antiguo? –preguntó sin dejar de besuquearle            el cuello.

            Draco se levantó mientras se acomodaba la camisa suelta dentro del pantalón y lo abrochaba.

            -No.

            -¿Por qué no?

            -¿Y aun lo preguntas? –respondio alisándose la ropa- cuatro veces Harry, cuatro veces me lo hiciste y fue espantoso.

            -Bueno Draco, las circunstancias eran otras.

            -Eso no le cambia el tamaño, tonto.

            -Déjame mostrarte lo rico que puede ser.

            -No.

            -Anda Draco.

            -No quiero, no se me antoja, gracias.

            -Esta vez sería totalmente distinto.

            -Luego seguimos hablando de eso, ya es tarde y mañana hay clases.

            Sabiendo que era verdad, no le quedó más remedio que levantarse.

 

______________________

 

 

            Pasados dos meses ya todo el mundo sabía que Harry y Draco eran novios y aunque aun les causaba cierta fascinación verlos tomados de la mano e incluso besándose por ahí, la novedad pasó.

            Como no había realmente una regla que prohibiera hacer equipo entre casas, la profesora Sprout no vio ningún inconveniente cuando a la hora de decirles a sus alumnos que formaran equipo con otro compañero para la clase, Harry y Draco se juntaron  y como ya era muy sabida la relación de la parejita, tampoco sorprendió a sus compañeros el que de inmediato uno tomara lugar junto al otro.

            -De acuerdo, vamos a trabajar con la planta Dionea strupilus, de la familia de las Droserácea, para que me entiendan mejor, es pariente de las plantas carnívoras o insectívoras.

            -¿Las atrapamoscas? –pregunto Neville.

            -Exacto, pero estas plantas son mucho más grandes como pueden ver, cada equipo tome un lugar.

            Los alumnos vieron ante sí un largo estante con muchas macetas, así que cada equipo se coloco ante una; la planta en la maceta no tenía nada que ver con las tiernas y diminutas atrapamoscas, estas medían cerca de medio metro o más y sus hojas parecían fauces listas para romper un dedo.

            -No se dejen amedrentar, realmente son muy tiernas –dijo la profesora con una maceta junto a ella.

            -Entonces métale el dedo –dijo Draco.

            -¿Cómo?

            -Nada, que esas cosas dan miedo.

            -¡Ah tranquilo! Solo hay que saber manejarlas -Harry contenía la risa mientras la profesora tomaba unas largas pinzas  y con ella cogía una semilla de un recipiente- Esta planta se alimenta de frijoles azules, son semillas que se cultivan dentro de la tierra, son como granos de mostaza y cuando crecen toman la forma de un frijol azul, junto a su planta hay un recipiente con suficientes frijoles para alimentarla.

            -¿Cómo a una mascota? –pregunto Crabbe.

            -No, cuando está satisfecha exuda un liquido pegajoso color verde y es magnífico para las quemaduras de primer, segundo y hasta tercer grado, por eso es importante mantenerlas contentas y satisfechas.

            -Cómo a una mujer –dijo Seamus ganándose las risas de algunos compañeros.

            Después de ver como la profesora alimentaba a la planta, todos se volvieron a la suya.

            -Bueno… -dijo Harry tomando la pinza- alimentemos a nuestra hija.

            Draco comenzó a reír mientras tomaba el recipiente de las semillas encontrándolo vacío.

            -Profesora –exclamó levantando la mano- nuestro cesto está vacío.

            -Oh por Merlín, creí que los había llenado todos… bueno, allá atrás hay unos cultivos de frijoles azules, con buscar en el macetón bastará para alimentar a su planta, les servirá también de conocimiento.

            -¿Escarbamos en la tierra y ya? –pregunto Harry.

            -Así es.

            Sin más remedio los dos caminaron al fondo del invernadero por un pasillo como de diez metros y dieron un giro para ver un espacio en donde había varias macetas de barro en un largo estante de madera; Draco se adelantó señalando una mesa.

            -Mira, vaciemos ahí la tierra.

            -Pues yo quiero hacer otra cosa.

            -¿Y qué co…?

            Fue girado y tomado de la corbata para recibir tremendo beso que lo hizo ir hacia atrás hasta pegar con brusquedad su trasero con la mesa; y ciertamente no se hizo del rogar al recibir el beso pero cuando Harry comenzó a besar su cuello comenzó a reír y a tratar de empujarlo.

            -¡No Harry!

            -Oh  Draco, nadie nos ve.

            -¡Pero alguien puede venir!

            -Nadie se va a dar cuenta –mascullo aflojándole la corbata para tener más acceso a su piel.

            -No Harry…

            -Oh vamos ¿a poco no quieres?

            Miró sus brillantes ojos verdes y sonriendo le estampó un beso en la boca; aquellos dos se besaban como si tuviesen días sin hacerlo cuando apenas tenían un par de horas de haberlo hecho, las manos de Harry se colaron por debajo de la túnica para sacar la camisa del pantalón y poder tocar su espalda.

            -Mmm no Harry… -susurró ladeando la cabeza mientras Harry le besaba un hombro.

            -Es que hace horas que no te toco, ya es justo –respondio bajando su mano.

            Cuando Draco sintió esa mano en su trasero, con la suya la agarro y la quitó de ahí, pero Harry siguió en lo suyo sin  importarle la poca resistencia del rubio.

            -No Harry, ya sabes que pasa…

            -¿Qué me pongo duro?

            -No tonto…

            Pero Harry no hizo caso, lo que hizo fue separarse bruscamente y girar a Draco empinándolo sobre la mesa.

            -¡Harry!

            Harry lo tomó por las caderas pegando su paquete al mismo tiempo.

            -¿Lo sientes?

            Desde que habían comenzado su noviazgo, Harry nunca se había atrevido a tocarlo de esa manera, por lo que Draco estaba sorprendido no solo del momento que había Harry escogido, sino también de su temperamento.

            -Harry espera…

            Pero Harry en lugar de detenerse, comenzó a restregarse terminando eso de ponerlo erecto haciendo eso también estragos en la libido del Slytherin quien con la respiración acelerada sintió de pronto lo que había estado temiendo.

            -¡Mierda!... –masculló tocándose la cabeza- ¡Harry, mis orejas!

            Harry entonces metió su mano por debajo para desabrocharle el pantalón diciendo:

            -Liberemos entonces esa colita esponjada.

            Le bajó el pantalón a media nalga ayudando a sacar su larga y peluda cola que viéndose libre comenzó a ondearse con singular alegría.

            -Sí… -pensó Harry atrapándola y sintiendo el suave pelaje entre sus dedos- Creo que he desarrollado un fetiche.

            Draco intento enderezarse pero Harry comenzó a embestirlo sobre la ropa haciendo a Draco levantar el culo mientras pegaba el pecho a la mesa.

            -Oh Harry…

            Harry ya no dijo nada, solo siguió embistiéndolo sintiendo que en cualquier momento iba a correrse mientras Draco intentaba ahogar sus gemidos; ambos chicos no tardaron en acabar provocando que Draco en ese momento diera un manotazo que tiró una maceta de barro que estaba en la orilla de la mesa rompiéndose en pedazos al caer al suelo.

            La profesora Sprout volteó a ver en esa dirección al oír el ruido de la maceta al romperse, por lo que acabando de ponerle una bandita en el dedo a Neville, se dirigió allá.

            -¿Todo bien? –pregunto cuando llego encontrando a Harry con una maceta en la mesa con la tierra esparcida buscando frijoles azules y a Draco en una esquina con el pantalón desabrochado- señor Malfoy… -exclamó asombrada viéndole las orejas de gato y la cola ondearse.

            -Lo siento profesora –exclamó con el rostro más triste del mundo- es un efecto colateral del hechizo… las orejas y la cola de gato aparecen cuando menos lo espero, los medimagos no pudieron hacer ya nada al respecto.

            -Oh lo siento tanto –respondio acercándose apenada por la terrible situación del chico.

            -Disculpe que me haya desabrochado el pantalón, necesitaba liberar mi cola.

            -No te preocupes, tómate el tiempo que necesites –dijo poniéndole una mano en un hombro- Harry alimentara a la planta por ahora, tu quédate aquí hasta que te sientas listo para salir ¿de acuerdo?

            -Sí, gracias.

            -Por nada ¿Harry ya tienes suficientes frijoles?

            -Como para alimentar a una docena de plantas profesora.

            -Bien, vamos.

            Los dos se fueron de ahí dejando solo a Draco, quien sin más remedio espero a que sus efectos desaparecieran; faltando cinco minutos para que la clase terminara, la profesora dijo a Harry.

            -Ve a ver si Draco ya está bien.

            -Sí profesora.

            Cuándo Harry llegó vio a Draco sentado en la mesa, sin rastro de sus orejas.

            -¿Desde cuándo desaparecieron?

            -Hace como una hora pero no tenía ganas de regresar.

            -Vamos ya, la clase terminó.

            Draco se levanto sin decir nada pero Harry notó su rostro molesto.

            -¿Qué sucede?

            -¿Por qué me tocaste así?

            -¿Así?... bueno… -exclamó sin saber que decir mientras  metía la manos en los bolsillos de su pantalón.

            -Sabes lo que me pasa cuando me excito, este  no era el mejor lugar y sin embargo lo hiciste.

            -Lo siento, creí que te había gustado.

            -Y me gusto, fue más que obvio… pero tu sabias lo que iba a pasar ¿Por qué lo hiciste entonces?

            -Porque me gustan tus orejas de gato Draco, esa es la verdad –respondio alzándose de hombros otra vez- hoy confirme que me gusta verte así mientras estamos dándonos un faje -Draco abrió la boca sorprendido- y tampoco es que lo haya planeado pero la situación se dio y no pude evitarlo.

            -¿Hablas en serio?

            -Sí ¿Por qué habría de mentir?

            -Pero yo… -dijo aun sin saber que decir- pensé que eso te era molesto, que tal vez pensaras que estabas con un animal o que se yo.           

            -¡Claro que no! –respondio riendo.

            -Además llenar tu ropa de pelos me preocupaba, es pelo blanco en ropa negra.

            -Sí es por eso no te preocupes –dijo acercándose y abrazándolo por la cintura.

            -Pero una vez me reclamaste, incluso dijiste que me cepillara.

            -Bueno Draco, eran otras circunstancias.

            -¿De verdad no te molesta?... a mí me da vergüenza cada que me aparecen.

            -Solo es una cuestión de pelos Draco y si esos pelos vienen de mi lindo gatito, no me importa.

 

 

 


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