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Fire to Hide por carina_mew12

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Notas del capitulo:

omg... después de prácticamente un año me vuelvo a pasar por aquí; no les mentiré, se me fue la inspiración de vacaciones, pero he vuelto y espero que este capi les guste mucho... aunque quién sabe si sigan leyendo esto...

en fin, no los hago esperar, disfruten la lectura y nos vemos abajo!!

5. Solo

Había aprendido sobre besar en sus clases de modales con Makino cuando era un niño. Según le contó la peliverde aquella vez, para dar un beso sólo se debía cerrar los ojos, fruncir los labios y acercarse a tu pareja lo más lento posible hasta que sus labios hicieran contacto, y entonces su corazón palpitaría de alegría, el sonido de los fuegos artificiales golpearían sus oídos mientras el tiempo se detenía a su alrededor, como en los cuentos de hadas. Después, cuando se unió a la tripulación de los piratas de Shirohige, Marco le dijo que no todo eso era verdad, que no siempre se detiene el tiempo y que un beso implicaba más que juntar los labios; en un beso también había lenguas, saliva, caricias provocativas y sonidos indecentes que podían llevar a algo más íntimo como el sexo… que no siempre hay amor cuando estás con alguien, que algunas veces sólo se trata de sentirse bien…

¡Pero en ese momento ni siquiera sabía lo que sentía!

Lo que comenzó como un desesperado intento por cerrarle la boca al cirujano de la muerte ahora era uno de esos besos que le enseñó Marco; una caricia húmeda que exploraba hasta el fondo de su garganta y le impedía respirar con normalidad, de esos besos que no eran sólo con los labios sino con el cuerpo completo y que le hacía suspirar hasta que se te acabara el aire. También se sentía… familiar… como un saludo de una persona querida que no ves desde hace tiempo... un beso íntimo y exquisito.

Ni siquiera supo en qué momento Law lo empujó hasta la orilla de la cama y mucho menos tenía idea de cómo terminó debajo de él, mordiéndose los labios y fregando sus cuerpos de tal forma que el calor comenzaba a sofocarlo; nunca imaginó que hubiera algo más caliente que sus llamas…

Y tan inesperado como inició, se detuvo. Law cortó el beso sin aviso alguno, provocando un chasquido peculiar al soltar sus labios. Después de tomar algo de aire y retirar los restos de saliva de su cara, Ace abrió los ojos con lentitud, topándose con la fría mirada del otro, analizándole como si fuera uno más de sus pacientes.

- ¿Por qué?- la voz jadeante del médico chocó contra sus labios hinchados- ¿Por qué mencionaste a Mugiwara-ya?- ante la pregunta, el pecoso frunció el ceño y todo rastro de “magia” que flotaba alrededor de ellos se esfumó; se suponía que ese momento sólo era para los dos, ¿por qué Law mencionaba a Luffy?

- ¡Capitán!- la voz de Bepo se escuchó a través del den den mushi en la habitación; había uno en cada habitación y punto estratégico del Polar Tang para mantener comunicados a los tripulantes a manera de alto parlante- ¡Capitán, estamos por emerger!

- Joder Bepo…- el médico masajeó el tabique de su nariz justo antes de apartarse de él y dejar al pecoso ahí, con las dudas todavía revoloteando en su mente.

No comprendía a Law.

A pesar de todo ese tiempo en la tripulación de los Piratas Heart, no podía descifrar la mente de su capitán; a veces era comprensivo y se atrevería decir que amable, y en otras era el despiadado pirata de la Nueva Generación del que todos estaban hablando… no tenía idea de cuál era el real. Pero Ace no pudo divagar más pues la alarma de emersión sonó por todo el Polar Tang, avisando a los tripulantes. Todos ya sabían cuál era su función, incluso el pecoso… Ace sólo debía mantenerse en su habitación hasta que la alarma dejara de sonar y alguien viniera por él.

No sabía quién era el navegante de esa nave pero lo admiraba. Navegar un submarino tenía que ser de las cosas más complicadas de hacer; la simple presión del agua era un problema pues cualquier error de cálculo y terminarían aplastados, eso sin contar las tormentas, erupciones submarinas y monstruos que se escondían en lo más oscuro del infinito océano.  También se había enterado que fue el Polar Tang quien los sacó de la guerra en Marineford y que, de hecho, estuvieron bajo el ataque de dos almirantes durante su escape… cualquiera que llevara el timón del submarino tenía su respeto por completo. Debía preguntarle a Law quién era su navegante, o mejor dicho, qué función tenía cada uno de sus nakama; llevaba ya un año ahí y no los conocía del todo.

Después de algunos minutos entre chirridos metálicos y variaciones de temperatura, la alarma se apagó por completo. Ace suspiró aliviado y miró hacia la entrada, esperando que alguien viniese a invitarlo a salir… ¡Pero nadie vino! Llevaba ya un rato ahí y nadie se dignó siquiera a hablar por el den den mushi, y Ace ya estaba harto de estar encerrado, por lo que decidió ir a echar un vistazo.

Con pasos más bien cautelosos, salió de su habitación y avanzó por los pasillos hacia la cubierta. La parte más difícil siempre era subir las escaleras; sus extremidades apenas y aguantaban su propio peso a pesar que había perdido una cantidad considerable. Siempre que iba a la superficie cerraba los ojos para no lastimarse la vista pero esta vez no fue necesario, ya era de noche. El cielo estaba salpicado de estrellas y el Polar Tang se mecía con suavidad entre las olas, ligeramente oculto detrás de un risco.

Una isla… ¡Habían llegado a tierra! Siguiendo el sendero rocoso que rodeaba esas tierras, se distinguían una serie de luces que iluminaban la costa, permitiéndole ver algunas de las construcciones a su alrededor y las siluetas de los barcos que flotaban apacibles en el oscuro mar ondeando sus banderas con la brisa salada… banderas piratas…

¡Ya había estado ahí! Haciendo algo de memoria, Ace recordaba haber estado en esa pequeña isla unas cuantas veces durante sus viajes; era la isla de Pamm, una isla donde la ley que gobernaba era la de los piratas, algunos de los más famosos grupos de piratas solían resguardarse ahí y hacer literalmente lo que quisieran; abastecerse y descansar antes de seguir su camino.

- ¡Ah! ¡Aquí estabas!- aquella exclamación junto a unos apresurados pasos a su espalda le hicieron girarse, detrás de él un sujeto de gafas oscuras se acercó apresuradamente, sujetándose la gorra de orca que llevaba sobre la cabeza y a decir verdad agradecía que la llevaba puesta, así no podía olvidarse de su nombre, Shachi- ¡No vuelvas a desaparecer así de tu habitación, casi me da un infarto!

- ¡Llevaba ya horas ahí y nadie me decía nada!- se defendió ofendido, era él quien debía estar reclamando algo - ¡Estaba aburrido!

- Sólo han pasado diez minutos desde que desembarcamos…

- Estando ahí encerrado es difícil saber la hora, ¿Bien?- y no sólo eso, desde que había “renacido”, la noción del tiempo parecía transcurrir diferente para el pecoso; quizá porque llevaba tanto tiempo sin estar bajo la luz del sol que le era difícil medirlo. Ace dejó salir un suspiro y se recargó en la barandilla que rodeaba la proa del submarino, dejando que su atención se perdiera en el horizonte- ¿Entonces venimos a reabastecernos? Law pudo al menos dejar que los ayudase con eso, no me agrada sentirme como parásito

- Para eso nos tiene a nosotros- Shachi permanecía a sus espaldas, quizá mirando hacia la costa también- La tripulación fue a por víveres y el capitán tenía asuntos importantes que atender aquí, y aunque no fuera así no puedes acompañarlo. Para el mundo entero, el hijo de Gold Roger está muerto, ¿Lo olvidas?- sus palabras eran severas, casi como si le guardara cierto rencor- Nadie puede verte o la noticia se sabrá antes del amanecer. Para el resto del mundo, no existes…

- ¿Entonces por qué me salvaron?- ahora era Ace quien sonaba enfadado- ¿Por qué arriesgaron sus vidas por mí? ¡¿Por qué Law hizo todo para mantenerme con vida?!

- Eso mismo quisiera saber. No te ofendas, pero a mi parecer, no valía la pena… aun así, el capitán hizo lo imposible para conservar tu vida. Nosotros somos sus subordinados, jamás le cuestionamos nada, sólo nos concentramos en actuar conforme él lo indique. Si quieres saber por qué se jugó el cuello por ti, tan sólo pregúntale

- Creo que no quiero saber- todavía tenía ese sabor amargo de aquella charla que escuchó; pese a que eran amables con su persona, en esa tripulación no era bienvenido y la única razón por la que estaba ahí era porque su capitán se había encaprichado con Luffy; ¿Qué ganaba quedándose ahí?

Con ayuda de su pie izquierdo, se zafó la pantufla que llevaba puesta e hizo lo mismo con el pie derecho. Una vez descalzo, Ace se subió a la barandilla del submarino sin quitar su mirada del mar.

- ¡Oye! ¡¿Qué haces?- el pánico invadió al pelinaranja tan rápido que lo paralizó en su sitio mientras sus labios temblaban; si algo le pasaba al pecoso su capitán lo iba a matar, y no sería una muerte pacífica- ¡Portgas!

- ¿Sabes cuánto llevo sin entrar al agua? Creo que es una buena oportunidad- llevaba sólo la vestimenta típica de un enfermo en un hospital, unos shorts azules y una camiseta del mismo color. Se quitó la parte superior de su conjunto y, antes que Shachi pudiera hacer algo, se lanzó al mar.

El golpe de la caída se sintió en todos sus músculos y su piel se encrespó con el frío del agua mientras se hundía… ¡No, no se hundía! La densidad del agua se encargó de empujarle hacia arriba hasta que su cabeza asomó y tomó una gran bocanada de aire. Pese a todo ese tiempo sin sumergirse en el agua, su cuerpo recordaba cómo flotar. Después de parpadear un poco para retirar el agua salada que escocía sus ojos, finalmente Ace observó a su alrededor… en verdad estaba nadando en el mar… y era tan relajante…

Con una boba sonrisa en su pecosa cara, relajó su cuerpo y estiró sus extremidades para que fuera el océano quien lo mantuviera a flote. Su cabello azabache se revolvía con el movimiento haciéndole cosquillas en las orejas de vez en cuando; su cuerpo entumido dolía, recordándole que estaba vivo… y eso le oprimía el pecho… lo odiaba.

Odiaba estar vivo, ¿Qué sentido tenía si no quedaba nadie que lo esperase con los brazos abiertos? Su padre estaba muerto, sus nakama perdidos y su hermano no sabía que había sobrevivido… nadie lo sabía… estaba solo, como cuando era niño. Algunas lágrimas se mezclaron con el agua salada del mar, recordándole lo amarga y vacía que siempre había sido su existencia…

“Si te rindes tan fácil, no eres tan grande como dicen”

 Abrió los ojos con sorpresa al escuchar esas palabras golpeándole al oído y enseguida se enderezó. Miró a su alrededor casi con miedo pero no encontró a nadie, la única persona cerca de él era Shachi, quien parecía estarle gritando algo desde arriba del submarino, pero ya que no lo escuchaba, era impensable que fuera él quien le había hablado… quizá se estaba volviendo loco. El pecoso se dejó flotar de nuevo e intentó relajarse, sin embargo le fue imposible… esas palabras seguían retumbándole en sus oídos, y mientras más pensaba en ellas, menos las comprendía…

Después de un tiempo se dio cuenta que, de hecho, conocía a la persona que pronunció la curiosa frase; esa voz profunda y sin sentimientos no podía ser de alguien más que Trafalgar Law, pero no recordaba que el cirujano de la muerte le hubiese dicho algo así antes, y a pesar de ello era como si de verdad se lo hubiera dicho, quizá hace mucho tiempo.

¡Imposible! No conocía a los Piratas Heart y mucho menos a su capitán antes que lo salvaran en Marineford, ¿Cierto?

*********************************

La luna ya estaba en lo más alto cuando Ace se decidió a salir del agua. Su piel estaba fría y la planta de sus pies y manos se arrugaron como una pasa, sin mencionar que el hambre atacaba su estómago con furia. Shachi le tiró una escalera de cuerda desde arriba del submarino, permitiéndole regresar al mismo. El agua para su baño ya estaba caliente y esperando, por lo que no perdió tiempo y, guiado por el pelinaranja, llegó al área de duchas. En total eran tres regaderas sin división entre ellas, con una pastilla de jabón y una esponja sobre una pequeña jabonera pegada a la pared y un espejo de medio cuerpo colgado a la parte trasera de la puerta. Del lado contrario estaban un par de toallas limpias y un pequeño compartimiento donde arrojaban la ropa sucia.

Agradecía que en esos momentos sólo estuviera él, de lo contrario todos habrían visto sus movimientos erráticos cada vez que intentaba tomar algo entre sus manos. Se había acostumbrado tanto a que Law o Bepo lo asearan que, ahora que lo hacía por él mismo, se movía con una torpeza terriblemente lenta. Y al parecer tampoco tenía mucho tiempo pues el agua se iba enfriando; apenas y pudo lavarse antes que el agua caliente se acabase por completo. Cerró la llave y se secó con una de las toallas, colocándosela alrededor de la cintura al terminar.

Estaba por salir cuando sus ojos se clavaron en el espejo de la puerta… al fin podía ver las cicatrices de su cuerpo por completo. Tenía heridas por todos lados, unas más profundas que otras, pero sin duda la que se llevaba toda la atención era la de su pecho, la cual abarcaba más de la mitad de éste, marcada por las orillas rugosas y la piel fina de color rosado que apenas comenzaba a sanar. Con miedo, giró sobre su cuerpo para ver el reflejo de su espalda; el golpe del puño del almirante había sido tan grave que el tatuaje en su espalda que llevaba con tanto orgullo estaba prácticamente borrado a causa de la cicatriz… Había sido atravesado por Akainu de lado a lado… Había muerto… y ahora, era menos que nada.

- Portgas-ya- era la segunda vez que el inconfundible acento de Law le hacía saltar del susto; el moreno estaba detrás de él, mirándole a través del reflejo del espejo, ¡¿Cómo demonios llegó ahí sin abrir la puerta?! Y aun así, eso no era lo que daba más miedo- Es bueno que camines por tu cuenta, pero no te exijas más de lo que puedes- le reprendió con suavidad antes de tirarle lo que cargaba en una mano- conseguí algo de ropa para ti, vístete y regresa a tu habitación- no era nada fuera de lo común; una playera y ropa interior, mas no era la ropa lo que le había quitado el habla, sino lo que sostenía en su otra mano… un pequeño costal de tela manchado de sangre y, lo que fuera que estuviera en su interior, se seguía retorciendo- ¿Quieres verlo?- al notar en dónde estaba la atención del pecoso, Law abrió el saco y de él extrajo un cubo transparente que contenía un corazón que aún palpitaba con fuerza, tanto que sus latidos podían escucharse

- ¿Qué es…?

- Es el número cien…- la sonrisa ancha y macabra de Law le recordó por qué le apodaban Cirujano de la Muerte…

Continuará…

Notas finales:

estoy intentando seguir la línea del tiempo y los acontecimientos de la obra original de one piece, espero estar haciéndolo bien xD ojalá hayan disfrutado el capítulo, procuraré andar más por aquí... y gracias a los que me siguen leyendo!! nos vemos~

no olviden quedarse en casa y cuídense ustedes y a los suyos, pronto saldremos de esta crisis si nos apoyamos unos a otros <3


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