7. Primeras Impresiones
Durante el tiempo que pasó como paciente del cirujano de la muerte, Ace había aprendido una cosa o dos sobre cuidar a alguien convaleciente. Lo primero era poner al herido cómodo, por lo que recostó al médico en la cama, lo rodeó con almohadas y le quitó los zapatos para elevar sus piernas; era tan alto que no cabría en un colchón tradicional; al parecer ese estaba diseñado especialmente para él. Abrió el pesado abrigo negro para que respirara su cuerpo se templara un poco, pero quien se quedó sin aliento fue el propio pecoso… el tostado cuerpo bien marcado del médico subía y bajaba acorde a su respiración de forma casi hipnótica. Además los tatuajes en su piel le daban un toque mucho más erótico.
- Portgas-ya…- fue como si hubiese sido descubierto a mitad de una fechoría; las manos comenzaron a sudarle y su saliva se sentía tan espesa que era doloroso pasarla por su garganta; quizá no era tarde para escapar- Estoy bien, no tienes que esforzarte tanto
- Supongo que sí- era un alivio que alguien tan astuto como Law no se percatase del morbo que le provocaba verlo. Ace trató de ignorar los pensamientos impuros de su mente para verificar los signos vitales del otro; además de la respiración agitada y el evidente cansancio, todo lo demás parecía estar bien- Descansa Law, te pondrás mejor pronto
- Portgas-ya, sé que lo que voy a preguntarte sonará estúpido, pero necesito que respondas con sinceridad- eso sonaba lo bastante serio como para dejar sus otros pensamientos de lado. Ace se sentó a la orilla de la cama y junto al médico, quedando de frente a él para darle a entender que tenía toda su atención- ¿Qué tanto recuerdas de tu vida antes de la guerra?
- No… No entiendo tu pregunta…
- Tus recuerdos, ¿Están intactos? ¿Hay algo en tu memoria que no parezca lógico?
- Eso se supone- ¿Qué recordaba de su vida? Pues todo, eso era lo que se suponía. Recordaba su infancia en la montaña Colubo con Dadan y el resto de los bandidos, su infancia con Luffy y Sabo, el dolor de la pérdida de su hermano y del cómo se embarcó al mar para cumplir su sueño; estaba seguro que todo estaba ahí, y a la vez, las palabras del médico le hacían dudar- Mi memoria está perfecta y aun si no lo estuviera no hay forma de estar seguros. Son mis recuerdos, si algo falta no lo sabré…
- Hablas demasiado, sólo debías responder con sí o no- el médico soltó un suspiro- Y otra cosa, eres un pésimo enfermero- ante sus palabras, el pecoso enarcó una ceja, indignado- Ni siquiera tomaste bien los signo vitales. Para medir la frecuencia respiratoria, tus manos deben estar sobre el pecho del paciente
- ¿Eh? ¿En serio? Creí que lo había hecho bien- Law era médico, debía saber de lo que hablaba. Enseguida Ace colocó ambas manos sobre el pecho del moreno, presionando apenas lo suficiente para percibir el sube y baja de su respiración en la palma de sus manos- ¡Oye, sí funciona! ¡Law, es…!- de nuevo se quedó sin aliento al notar que sus manos estaban sobre el pecho desnudo del cirujano, quien le miraba con una malicia que no había visto antes.
- Eres tan malditamente cruel- no entendía el resentimiento de Law hacia su persona, ¿Acaso había olvidado algo que pasó entre ellos? No, si se trataba del médico causante de sus insomnios, apostaría su segunda vida que no lo olvidaría jamás.
Sin embargo, las expresiones de Law decían lo contrario; parecía saber algo que él ignoraba. Tenía tantas preguntas en la cabeza que no sabía por dónde comenzar; y antes de poder iniciar su interrogatorio, el capitán de los piratas Heart tomó una de las manos que aún mantenía sobre su pecho y masajeó un par de sus dedos mientras se los llevaba a su boca. La calidez de su boca era agradable pero no se comparaba a su resbaladiza y juguetona lengua; iba de un lado a otro midiendo la longitud de sus falanges y se enredaba en ellas, haciendo escurrir su saliva entre sus labios.
Pronto Ace movió sus dedos tratando de enganchar la lengua del médico, persiguiéndola por toda la cavidad contraria hasta que escuchó un jadeo ahogarse en la garganta del mayor. Temiendo haberle hecho daño, retiró sus dedos y con su mano todavía húmeda, sujetó a Law de la barbilla para revisarle. Su sonrisa le dio a entender que no sólo estaba bien, sino que se estaba burlando; el pecoso hizo un mohín de falso enfado, y como respuesta sólo obtuvo un tirón tan fuerte que se desplomó sobre el otro. Logró detener su peso apoyando un brazo en el colchón, sin embargo eso no bastó para distanciarlo de la insaciable lujuria de Law.
Sus labios se encontraron por segunda ocasión en lo que iba de ese largo viaje. Esta vez no hubo tiempo que perder; se devoraron con ganas, mordiéndose e intercambiando fluidos pecaminosamente; sintiendo el sabor del contrario agolparse en su paladar. Con cada caricia, Ace se convencía más que el médico era un amante intemperante y cruel, eso último lo confirmó cuando, al igual que su primer beso, Law le cortó de una vez y con un fuerte chasquido entre sus labios, los cuales se percibían aun húmedos.
- Quizá fue cuando tu corazón se detuvo- el médico cambió el tema radicalmente; como si aquel beso no hubiera ocurrido. Empujó al pelinegro un poco para poner distancia entre ellos y así poderse levantar de la cama- Las funciones neuronales dependen de un sinfín de sustancias, entre ellas el oxígeno, el cual es transportado a través de la sangre, ¿Sabes lo que significa?
- Que… ¿Respiramos por la sangre?- quizá no se daba cuenta, pero Law era muy técnico al hablar, muchas veces no comprendía sus oraciones completas
- Las funciones de tu cuerpo se detuvieron por un tiempo prolongado; muchas funciones pudieron verse afectadas; motricidad, funciones orgánicas y neuronales. Hay posibilidad que tu memoria se haya visto afectada en ese rango que tu cerebro dejó de funcionar. Tengo que hacerte pruebas de inmediato- y salió de la habitación sin más, sumergido por completo en su papel de médico.
- ¿Y se supone que yo soy el cruel?- Ace inhaló profundo y le siguió sumiso; al parecer estarían metidos en el consultorio de Law por lo que restaba del viaje.
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En otra parte del Polar Tang, momentos después…
Quizá, en algún rincón de su memoria, Ace tenía vagas imágenes de esa habitación. A diferencia del resto del barco, todo se veía más “futurístico” en ese lugar, sobre todo por aquella máquina en medio del cuarto que se robaba toda la atención… una máquina enorme parecida a una cápsula, cuyo centro era una plancha larga que se deslizaba hacia el interior de la misma.
- Recuéstate en la plancha- Law no estaba en la misma sala sino en una contigua a esa; lo único que las dividía era una pequeña puerta y un gran ventana con cristal unidireccional que sólo le mostraba su reflejo en él- esta máquina me permitirá obtener una imagen por resonancia electromagnética de tu cerebro para detectar cualquier anomalía
- Esto no duele, ¿Verdad?- aun dudoso, Ace se recostó en la fría plancha, la cual se movió hacia el interior mientras una luz se encendía
- No, pero necesitas quedarte quieto para que las imágenes sean claras- tras darle las indicaciones por el altavoz, Law apagó el micrófono y encendió la máquina para comenzar a escanear al pecoso.
Mientras las imágenes rebelaban poco a poco en la pantalla del ordenador, Law mordisqueó su labio inferior y soltó un largo suspiro; ese maldito puños de fuego se había vuelto un dolor de cabeza desde que lo conoció hace algunos años; quizá unos tres o un poco más.
Ese día él y su tripulación se detuvieron a la mitad del océano a tomar un poco de aire pues llevaban varias semanas encerrados en el Polar Tang. Apenas habían tomado la primera bocanada de aire fresco cuando una gigantesca silueta les obstruyó los perfectos rayos del sol; un barco pirata acababa de anclarse junto a ellos y se disponían a quitarles hasta la ropa interior… era una lástima que no supieran con quiénes se estaban metiendo. En menos de dos minutos los enemigos fueron vencidos y su capitán tomado como rehén mientras los piratas Heart atracaban su embarcación.
Law permanecía de pie en la proa del barco enemigo cuando, a la lejanía, logró ver un destello; una estela luminosa de fuego cruzaba las olas hacia un destino desconocido. Aunque le pareció algo peculiar, trató de no tomarle mucha importancia para seguir con lo suyo; consiguieron un buen botín de aquellos piratas, y tras atarlos y encerrarlos en la bodega del barco, los piratas Heart siguieron su camino.
Algunos días después llegaron a su destino; la última isla en la que se detendrían antes de llegar a Sabaody. Kiretsu tenía la particularidad de ser un país insular; un conjunto de pequeñas islas que eran consideradas un solo territorio; cada parte de ese reino se distribuía en los islotes, por lo que había algunos que eran exclusivamente para el comercio, otros actuaban como base para la marina e inclusive algunas estaban totalmente deshabitadas; eran pequeños trozos de bosque flotando en el mar, dominadas por la vegetación y los animales de la zona. La comunicación entre islas dependía de barcos pequeños que transportaban a oriundos y extraños con ayuda de los brazos de agua salada que dividían aquellas tierras como si fueran ríos.
Los piratas Heart desembarcaron en un islote deshabitado para no llamar la atención y se dividieron en grupos; unos se quedarían a cuidar el Polar Tang, otros irían por suministros, algunos más vigilarían los movimientos de la marina para no ser descubiertos y el capitán se encargaría de recopilar toda la información necesaria sobre Sabaody y su casa de subastas. Según había averiguado Bepo, el log pose tardaría dos días en cargar el campo magnético de esa isla antes de apuntar a la siguiente, así que tendrían suficiente tiempo para todo.
El capitán de los piratas Heart tomó uno de los barcos para moverse a una parte habitada de la isla; en las zonas comerciales era donde usualmente se podía recolectar información. En menos de una hora ya se encontraba recorriendo las calles llenas de puestos y comerciantes ofreciendo su mercancía a viva voz; desde frutas y comida hasta objetos exóticos… había prácticamente de todo. Con su mirada, Law buscaba a un comerciante que luciera experimentado cuando, unos metros más adelante, vio cómo la gente se conglomeraba. Por un momento creyó que alguno de los vendedores había enloquecido y estaba ofreciendo sus productos a precios ridículamente bajos, sin embargo, el grito aterrado de una mujer le hizo ver que otra cosa más grave ocurría…
- ¡Está muerto! ¡Está muerto!- gritaba la alterada mujer, haciendo sobresalir su escandalosa voz entre el barullo de la gente
Como médico no podía ignorar un llamado así, por lo que se abrió paso entre el gentío hasta llegar al centro donde todo ocurría; un joven estaba tendido de espaldas en el suelo con las extremidades extendidas y la boca semi abierta. Alrededor de sus labios, había restos de moronas violetas.
- No está muerto- no lo había tocado siquiera pero cualquier persona con dos dedos de frente podía notarlo; el chico no sólo respiraba sino que lo hacía tan fuerte que se escuchaba un ligero ronquido- Está durmiendo
- ¡¿Eh?! ¡¡Pero se cayó de la nada!!- replicó alguien entre la multitud
- ¡¡Estaba probando mis panes!! ¡¡Creí que se había intoxicado!!- habló un anciano, el dueño de un puesto a unos cuantos pasos de ellos; era una panadería dedicada a la elaboración de pan y galletas que usaban frutas exóticas del lugar- ¡Son endémicas, creí que quizá tenían algo a lo que era alérgico o…!
- ¡E-Ese chico es…! ¡¡Es…!!- otro de los comerciantes interrumpió con un grito de alarma- ¡Es el comandante de la segunda división de los piratas de Shirohige! ¡Puños de Fuego Ace!
- ¡¡¿Qué?!!
- ¡¡Si Shirohige se entera que asesinamos a su comandante, Kiretsu arderá en su ira!! ¡¡Debemos deshacernos de él!!
Antes que los lugareños pudieran siquiera tocar el “cadáver”; éste se levantó de la nada, limpió su boca, se sacudió para quitar los restos de polvo de su cuerpo y miró a los presentes, quienes se habían quedado de roca al ver el tatuaje en su espalda que, en efecto, lo identificaba como parte de la tripulación de Shirohige.
- Lamento los inconvenientes- el pecoso sostuvo su sombrero y agachó la cabeza en señal de respeto hacia el vendedor. Levantó su mochila, que hasta ese momento había estado en el suelo, y avanzó para marcharse. La gente sólo se apartaban para dejarle pasar, no querían siquiera tener contacto físico con ese temible pirata.
- Espere…- con todo el miedo del mundo, el vendedor alzó la voz, logrando atraer la atención de puños de fuego- Usted no… No me ha pagado…- el pirata sólo le sonrió, hizo otra reverencia y corrió tan rápidamente que nadie pudo seguirle ni siquiera con la vista- ¡¡O-Oiga!! ¡¡Se escapa sin pagarme!! ¡¡Atrápenlo!!
- ¡¡Usted!!- uno de los comerciantes señaló al joven médico, quien había permanecido como espectador hasta ese momento- ¡Usted es cómplice suyo, ¿Cierto?! ¡¡También es un pirata!!
- ¡¡Es verdad!!- habló alguien- ¡¡Es el Cirujano de la Muerte, Trafalgar Law!! ¡¡Que alguien llame a la marina!!
Que lo culparan de robo no le importaba en absoluto; era un pirata, tomaba lo que quería cuando lo quería, pero acusarlo de ser cómplice de ese tipo era algo completamente distinto; ¡Ese idiota no sólo había hecho que todo el pueblo notara su presencia, la marina no tardaría en encontrarlos!
Pero no estaba dispuesto a permitirlo…
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El pitido del ordenador le hizo despertar de sus recuerdos, la tomografía estaba completa. Law examinó la imagen en la pantalla minuciosamente mientras se imprimía con ayuda de otro aparato; había algo extraño en las tomografías de Ace, pero no lograba determinar qué. Deslizó la plancha y apagó la máquina para que el pecoso pudiera salir.
- Necesito tiempo para analizar esto, Portgas-ya. Puedes ir a descansar si quieres- le avisó tras encender el micrófono
- ¡Capitán!- la voz de Bepo resonó en los altoparlantes del submarino, escuchándose incluso en esa habitación- ¡Emergeremos en quince minutos! ¡Estamos por llegar a Marie Geoise!
Continued…