4. Egoísta
Aunque medía menos de diez metros, ese era el camino más increíblemente largo y difícil de toda su vida. Sus piernas temblaban con cada paso como si fueran de papel y sus músculos estaban tan tensos que dolían. El calor sofocante del estrecho pasillo y ese enorme esfuerzo que hacía para llegar al final del corredor hacía perlar el sudor por todo su cuerpo, haciéndole más complicado sostenerse de la pared, pues sus manos terminaban resbalándose por el liso metal. Era demasiada tortura, no podía dar un paso más… tan sólo debía dejarse caer en el piso y gritar que era suficiente… que se rendía.
- vamos Portgas-ya, casi lo logras- le animó una voz. Al final del pasillo, una figura alta esperaba por él de pie y con brazos cruzados en medio de la luz del atardecer, resplandeciendo como si fuera su ángel guardián.
Un segundo aire le regresó la vitalidad al cuerpo; ¡Podía hacerlo! ¡Claro que podía hacerlo! Soltó la pared para abalanzarse hacia adelante con largos pasos, la luz se volvía más intensa y la silueta de su ángel guardián se hacía cada vez más clara… pero aunque estuviese motivado, su cuerpo no pudo resistirlo. Sus piernas de pronto se entumecieron y se negaron a seguir avanzando, haciéndole perder el equilibrio justo a un par de pasos de llegar a su meta… y sin embargo, Ace en ningún momento tocó el suelo, ya que un par de brazos tatuados lograron sostenerle antes que eso pasara. Sólo bastó que el pecoso alzara la mirada para encontrarse con la enigmática expresión del cirujano de la muerte, quien le sostenía con fuerza contra su cuerpo, acelerando su ritmo cardíaco.
No supo si fue por el temor de perder el equilibrio o por sentirse más cerca de Law, pero Ace se sujetó con toda la fuerza que tenían sus manos a la bata blanca del médico al mismo tiempo que recargaba la frente en su pecho. Le gustaba estar con él, o mejor dicho, le gustaba el médico en sí. Quizá el hecho de que le salvara la vida hubiese influido un poco pero estaba seguro de sus sentimientos; ese año que había pasado junto al capitán de los piratas de Heart le hizo ver que no era tan despiadado como decían, que incluso él podía tener sentimientos.
Era una lástima que esos sentimientos no fueran para sí.
Sólo recordar que le había ayudado para agradar a Luffy le hacía ponerse de mal humor; no era que odiara a su hermano, sólo odiaba que el poco afecto que alguna vez pudiese mostrar Law no le perteneciera.
¿Por qué estaría enamorado de Luffy? Francamente no lo sabía. Si bien su hermano menor era adorable y de buen corazón, también era demasiado estúpido para corresponder un sentimiento tan fuerte como el amor; no es que él supiera mucho del tema, sólo no quería que el médico se involucrara de esa manera con su hermano… casi era como si estuviese celoso.
¿Habría forma de hacerle cambiar de opinión? ¿Law podría enamorarse de él?
- ¡Capitán!- la extrañamente estruendosa voz de Bepo se alzó entre la calma de esa tarde. El oso pescaba a la orilla a la embarcación, y por lo tensa que estaba su caña de pescar, acababa de atrapar algo bueno - ¡Capitán, lo tengo!
- ¡No lo sueltes Bepo, hace días que no comemos pescado!- otro de los tripulantes sujetó al oso polar para ayudarle y pronto los demás se unieron, incluyendo aquel hombre enorme llamado Jean. Con todos cooperando, el enorme pez terminó saltando del agua hacia la cubierta del Polar Tang, listo para convertirse en su alimento.
- ¡Tenemos la cena!- gritaron todos con entusiasmo mientras él y Law sólo miraban
- ¡Comenzaré con los preparativos para la fiesta, capitán!- afirmó uno de ellos cuadrándose ante el médico antes de salir corriendo con un grupo más
- ¿fiesta?- eso sonaba raro. Law no parecía de los que disfrutaran las fiestas, aunque su tripulación sí que era bastante animada
- es una celebración- respondió finalmente el médico, mirándole desde los cinco centímetros que le ganaba en altura- tras un largo año, mi más importante paciente ha dado sus primeros pasos por sí mismo…
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Ya se había ocultado el sol cuando el gran banquete en el Polar Tang dio inicio. La tripulación se reunió en la cubierta, y en medio de aguas calmas y un cielo salpicado de estrellas, celebraron a lo grande; el enorme pescado asado era el platillo principal y la cerveza la bebida predilecta. Los tripulantes gritaban, cantaban y hacían competencias… era casi como el Moby Dick… pero ellos no eran su familia.
A pesar de que le permitieron comer un poco más de lo usual, Ace no estaba del todo a gusto, no sólo porque le prohibieron el alcohol, también era que sentía que no encajaba.
- no te has terminado la cena, eso sí que es extraño- el cirujano de la muerte se acomodó a su lado con una taza de café a medio beber en su mano - ¿sucede algo, Portgas-ya?
- Law, les agradezco el banquete, pero… no sé si debamos estar celebrando algo
- también era para relajarte un poco antes que hablemos sobre ese otro tema- el pecoso enarcó una ceja, confundido- teníamos un trato, ¿recuerdas? ¿Estás listo para escuchar sobre Marineford?- ah, era verdad. Había olvidado ese pequeño detalle; acababa de dar sus primeros pasos hacia su recuperación, y al mismo tiempo eran sus primeros pasos para volver a su antigua vida.
Tras mover la cabeza afirmativamente, Ace se levantó junto al médico y, a paso lento, le siguió al interior del submarino. Quizá no había recorrido el submarino mucho tiempo pero supo enseguida al ver a su alrededor que nunca había estado en ese sitio. Por un momento dudó en seguir avanzando, pero el médico se echó uno de sus brazos al hombro y dejó que lo usara de apoyo para seguir. Llegaron a un cuarto tan normal como en el que dormía, sólo que éste tenía varios libros y un olor a medicina impregnado en el aire con el que ya estaba familiarizado
- [¿Es la habitación de Law?]- su corazón le golpeaba el pecho con fuerza; se sentía emocionado y ni siquiera comprendía por qué.
Y como si quisiera volverlo loco con tanta felicidad, Law lo ayudó a sentarse a la orilla de la cama mientras él se acercaba al escritorio a hacer algo. Los dedos de Ace serpentearon sobre la cama, disfrutando la suave textura de las sábanas, hasta dio pequeños saltitos para rebotar un poco en ella, pero era más rígida de lo que imaginó, su cuerpo apenas y se movió. Mientras brincaba en la cama, su mirada siguió explorando la habitación; todo estaba perfectamente acomodado a excepción de la pila de periódicos en el suelo.
- ¿y bien Portgas-ya?- la tersa voz del médico le llamó mientras llenaba su taza de nuevo con café- ¿por dónde quieres empezar?
- Luffy…- el recuerdo de su hermano pequeño fue lo primero que se le vino a la mente- ¿Cómo está Luffy?
- lo suponía- el médico aspiró el aroma de su taza de café recién preparado, tomó un sorbo y se acercó a ese montón de periódicos. Cogió uno de ellos, le sacudió un poco el polvo y se lo entregó al pecoso. En el encabezado estaba su hermano con la mirada baja, como si mostrara respeto por algo- como puedes ver, tu sacrificio permitió que Mugiwara-ya escapara de Marineford, aunque nadie sabe dónde está ahora
- Luffy… te has hecho fuerte…- su sonrisa se impregnó de orgullo; su pequeño hermano había dejado de ser un niño. Ni siquiera supo en qué momento ese chiquillo llorón había soltado su mano para tomar su propio camino- parece que padre tendrá algo de competencia. Será divertido ver quién encuentra primero el One Piece…- un sepulcral silencio los envolvió de golpe; algo en el ambiente no se sentía bien- padre y los demás…¿cómo están?- mas su pregunta jamás obtuvo respuesta.
Pero Ace no renunciaría a saber lo que había ocurrido. Con su mirada comenzó a examinar la habitación hasta que sus ojos terminaron sobre aquella pila de periódicos. Su curiosidad creció aún más al distinguir la palabra “Shirohige” en ellos e instintivamente se estiró un poco para tomarlo.
- es muy pronto para que leas eso, pero tampoco voy a detenerte- con su taza humeante de café en una mano, Law tomó el periódico y se lo acercó- si crees poder con la realidad, adelante, Portgas-ya
Cuando Ace se estiró a tomar el periódico creyó que estaba listo para todo, pero al tenerlo entre sus manos entendió enseguida lo débil e insignificante que era.
“Gol D. Ace Asesinado en la Guerra”…
“La Muerte de Barba Blanca”…
“El Comienzo de una Nueva Era”…
Todo en aquel periódico era muerte, sangre y guerra; fue impactante verse a sí mismo tendido en el suelo, sin vida, con la sangre fresca serpenteando por el suelo. Sin embargo nada se comparó a ver el imponente cuerpo de su capitán de pie, literalmente lleno de agujeros, después de haber perdido la vida. Sólo para estar seguro volvió a leer el artículo por segunda, tercera y hasta cuarta vez, pero nada cambió… el que Kurohige tuviera los poderes de la Gura Gura no mi era suficiente prueba para que…
- ¡¡NO!!- su dolor y fragilidad pareció haber desaparecido, pues Ace se puso de pie de golpe, aun sosteniendo el periódico entre sus manos temblorosas- ¡No, no, no! ¡¡No es posible!! ¡¡Padre es el hombre que se convertirá en Rey de los Piratas!! ¡¡Padre no puede…!!
- Shirohige está muerto- la serena voz del médico interrumpió su berrinche- recibió 267 estocadas, fue impactado por 562 balas y lo golpearon 46 balas de cañón, y aun así el viejo murió de pie, sin cicatriz alguna en su espalda… fue alguien realmente admirable…
- ¡Padre es el hombre más fuerte del mundo! ¡Padre no pudo morir!- aun cuando tenía las pruebas en sus manos, se negaba a creer que su padre y capitán había muerto; después de todo él estaba ahí, estaba vivo, ¿cierto? Quizá su padre había encontrado una manera de escapar- ¡¿Dónde están los demás?! ¡¿Dónde está Marco?! ¡¿Y Vista?!
- los antiguos piratas de Barba Blanca se enfrentaron a la tripulación de Barba negra hace un par de semanas en venganza tuya y del viejo y perdieron miserablemente. La tripulación terminó disolviéndose, nadie sabe el paradero de ellos; es como si se hubiesen esfumado en el aire…- el cirujano de la muerte vio caer de rodillas a su paciente mientras se quebraba en llanto. Si bien todavía estaba débil, al menos le quedaba suficiente fuerza para arrugar el periódico entre sus manos mientras las amargas lágrimas de la derrota bajaban silenciosamente por sus mejillas- te lo advertí, Portgas-ya. A veces no saber nada es mejor
- ese maldito… ¡Voy a matarlo!- aun sin parar sus lágrimas, el pecoso azotó los puños en el suelo antes de ponerse de pie con una agilidad que no tenía desde hace mucho tiempo, dispuesto a cumplir su amenaza. Pero sólo bastó un empujón de la mano derecha del médico para tumbarle boca arriba en la cama, donde aprovechó para sentarse a horcajadas del pecoso para impedir que se levantara otra vez- ¡No intentes detenerme Law, o te asesinaré también!- si bien la ira corría por sus venas, su cuerpo no estaba en condiciones para resistirse
- lo mismo hiciste en la guerra. Tus deseos impulsivos y egoístas te hicieron caer en un error tras otro hasta que encontraste tu fin. De no ser por ti, esa guerra no hubiera iniciado- sus palabras se clavaban bien profundo en el pecho de Ace, impidiéndole respirar- ni siquiera te importó el sacrificio de cada uno de tus nakama, todo este tiempo sólo has estado pensando en ti…
- ¡No es cierto! ¡Yo ya estaba preparado para morir, no tenían que rescatarme! No… no tenían…- Law tenía razón; incluso el hecho de haberse rendido era egoísta; sólo quería estar en paz consigo mismo, jamás se preocupó por lo que ellos pudieron hacer- no tenían por qué… ¿por qué sigo aquí?... Law…- su mirada cristalina buscó la del mayor con un rastro indiscutible de miedo- ¿Por qué nací?
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Esa noche, las pesadillas se volvieron peores y le atacaban aun cuando estaba despierto. Ahora que sabía más de Marineford podía escuchar claramente los gritos, los disparos, la sangre salpicando por todas partes... la voz de su padre pidiéndole que no siguiera a Kurohige. Si no hubiera tomado tan malas decisiones en ese entonces, todos seguirían juntos… seguirían siendo la enorme familia que su padre siempre deseó.
Pero ya no tenía nada. Estaba solo.
- ¿una pesadilla de nuevo, Portgas-ya?- Law entró a su habitación momentos después, quizá a revisar cómo estaban sus signos vitales. Escuchó al joven médico moverse dentro de la habitación, arrastrar una silla y colocarla a su lado; estaba de espaldas a él por lo que no tenía seguridad si lo estaba mirando o no- me quedaré aquí, no tienes qué temer- Ace tan sólo se enredó con las cobijas y le ignoró monumentalmente; quería llorar y desahogarse, pero hace mucho que sus lágrimas se habían secado- vas a estar bien
- estaría mucho mejor si me dejaras salir de aquí- desde que leyó la noticia en el periódico, el pecoso no dejó de intentar escapar del submarino hasta que Law le encerró en su habitación y el Polar Tang se sumergió en el mar- sé que matar a ese sujeto no traerá de vuelta lo que perdí, pero…
- ¿pero qué? ¿Te hará sentir mejor acaso? Si no pudiste con él cuando tenías el poder de la mera mera no mi, ¿qué te hace creer que puedes matarlo ahora que estás débil y él tiene dos habilidades de las frutas del diablo a su disposición?
- ¡Al menos debería intentar!- sus puños golpearon con fuerza el colchón mientras él se levantaba de un movimiento- ¡Dijiste que podría hacer lo que quisiera cuando estuviera mejor, y lo que quiero es matar a ese bastardo!
- ¡Sólo eres un mocoso egoísta! ¡Ni siquiera te importan tus nakama o la muerte del viejo, sólo estás enfadado porque perdiste contra Kurohige!- aun siendo uno de los comandantes de la flota de Barbablanca, Law no le tenía miedo, y el que fuera más alto que él lo imponía aún más
- ¡Luffy también estaba en esa guerra y perdió al igual que yo!, ¡¿por qué lo prefieres a él entonces?!- después de gritar aquello, la sorpresa de ambos fue evidente; uno porque no comprendía lo que pasaba, el otro porque acababa de poner en evidencia algo que no quería que otros supieran
Y la situación empeoró cuando, en su desesperación por callar a Law, lo tomó del cuello de la camisa y o besó…
Continuará…