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Cette Fois por Kunay_dlz

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Notas del capitulo:

Miércoles 17, febrero 2021.

 

Cette Fois

XVI

Serait-ce possible alors?         

 

 

 

Me miró muy lentamente, parecía tan perdido que no hice más que soltar un suspiro, abrió y cerró su boca un par de veces y yo levanté una ceja... este comportamiento era totalmente distinto de él. Supongo que hablaba en serio cuando dijo que prefería seguir soltero.   

--¿Tanto aborreces al Ministro como para casarte con la primera persona que acepte tu propuesta?       

O tal vez no. Su tono de voz era más fría que la noche.  

--Por favor. Tú y yo sabemos que no es tanto el "no soportar la presencia del Ministro" sino el sentirme atrapado. La mayor parte de mi vida he sido libre de tomar mis propias decisiones, primero en el orfanato, luego en las calles y callejones hasta llegar con Octavio. Sí, Octavio fue el padre que nunca tuve pero incluso bajo su supervisión jamás me dio órdenes... lo intentó, sí, pero desistió de usarlas cuando vio que todo en mí cambiaba. --me encogí de hombros.  

Y con un manejo de mi Magia no era recomendable hacerme enojar, aunque no lo dije, nadie sabía más que mi adorado viejo el control que tengo sobre mi Magia.  

--Odias sentirte "atrapado". --resumió él.  

--Sé que puedo ser difícil de tratar, socializar jamás fue lo mío y cuando siento que alguien intenta controlar cada paso que doy es normal que reaccione con rebeldía, así como lo he estado haciendo, es algo que no puedo evitar. --casi suspiro.  

--Durante estas citas, las disfrutaste porque fuiste tú quien decidió a dónde ir, qué hacer y actuabas más por instinto que por etiqueta. --razonaba él.  

Su rostro parecía casi endurecido, no tenía idea cómo lucía un rostro al momento de una epifanía. Fueron solo segundos, luego cambió nuevamente... ahí había culpa. Ahora sí suspiré, estas citas fueron bastante divertidas y sin tantos ojos sobre nosotros hasta era agradable su compañía. Tengo que decirle.  

No tolero los engaños.   

Odio las mentiras.  

Sería bastante hipócrita de mi parte el engañar y el mentir al que acuso de eso y muchas otras cosas más.  

--No es necesario casarnos, no sin más citas de por medio --me miró directo a los ojos --pero en las siguientes ocasiones me gustaría que no usaras la piel de otra persona, --sus ojos de dilataron --además, Ministro, esta vez tú puedes elegir.  

De pronto no hubo ruido al rededor, el frío se sintió más intenso, hasta podría jurar que las luces artificiales disminuyeron en intensidad. No dejé de mirarlo a los ojos. No dejaría que me intimidara.  

--¿Desde cuándo? --masculló.  

--Desde la segunda cita, donde dejé de llamarte "Maestro Prince" o cualquier alusión a la profesión y nombre de Severus Prince o Snape, como era llamado antes de reclamar su título como Lord aunque prefiera que le llamen por su maestría en la que se esforzó tanto que le llena de orgullo ser reconocido de esa manera. --expliqué con calma.  

--¿Cómo? --volvió a indagar.  

--La posión multijugos es casi perfecta, de eso no hay duda, sin embargo siempre hay un riesgo que estoy seguro lo tomaste en cuenta ya que trataste de no usar Magia cuando estábamos juntos. De la posión... --su expresión me decía que fuera rápido --tu olor y magia.  

Sí, sin una explicación adecuada no había más respuesta que incredulidad en sus facciones.  

--Mi... olor... --mencionó.  

--Por el incidente con la posión prohibida en el Ministerio, sé la diferencia entre tu aroma y el de Lestrange. --dije llevando mis manos frente a mi boca, traté de darles calor con mi aliento.  

--...y mi... magia. --repitió.  

--Que no se te suba a la cabeza, tu magia se siente diferente al resto de las personas que te rodean... puedo saber, casi siempre, en dónde te encuentras sin ver en un radio de diecisiete metros, además que por el tiempo que pasamos juntos era normal que me familiarizara con tu magia y el cómo se siente. --más o menos.  

Incrementó la incredulidad en sus ojos y hasta levanto ambas cejas.  

--Todo este tiempo... --iniciaba lo que sería un gran berrinche.  

--¿Qué? ¿Supe que te estabas haciendo pasar por alguien más? ¿Que estabas entrometiéndote en mi vida nuevamente? ¿Que estabas usurpando el lugar de alguien a quien respeto? Por favor, si vas a molestarte conmigo que no sea por tu propia estupidez. --declaré.  

Las luces cercanas explotaron, se escuchó un gran estruendo y sí, fue él quien desapareció primero. Volví a suspirar.   

Supongo que no habrá boda.  

Ni tampoco citas.  

Se supone que debo alegrarme, ¿no es así?  

Otro suspiro. Esta noche acabará con mi aliento... con tantos suspiros.       

 

¨*´¨*´¨*´¨*´¨*´¨     ¨*´¨*´¨*´¨*´¨*´¨     ¨*´¨*´¨*´¨*´¨*´¨
   

Los siguientes días de trabajo en el Ministerio fueron relativamente normal. Él seguía con sus muestras de poder en la política y salieron algunas leyes que apoyaban trabajos pagos para creaturas dentro del mismo Ministerio, él como ministro pondría el ejemplo y contrataría a un vampiro como su asistente y guardaespaldas... y sí, de sus actuales guardaespaldas fue a mi a quien reemplazó. Tampoco es como si me dejara sin trabajo, menos si mi condición de libertad del gobierno francés tendría que seguir en pie aunque me colocó como jefe de seguridad de las casas de acogida a cargo de Remus Lupin.  

Fue... algo difícil. Ver a tantos niños de nueva generación en ese albergue ya que se comprobó el maltrato en sus hogares originales por "ser diferentes". Algunos niños eran tan pequeños, tenían ese recelo en su mirada al ver algún adulto, estaban convencidos que pronto empezarían los golpes para tratar de "curarlos". No terminé el recorrido de parte de Lupin, sali del albergue hasta el patio, me alejé tanto como pude y lloré. Había algo en mi cabeza que me hacía querer llorar aún más, como si me doliera mucho el pecho, como si esos niños me recordaran a mí mismo en mi infancia... aunque, una infancia aún más desoladora a la que recuerdo.  

Tras un par de horas y ya sin lagrimear Lupin se acercó a mi y con una sonrisa aguada palmeó mi espalda, fuimos al comedor donde estaban los miembros a cargo del lugar y me platicaron acerca de sus roles. Había programas de terapia obligatoria con los niños recién llegados, algunos a largo plazo y otros que se encargan de impartir costumbres mágicas. También había programas de tutorías; materias muggles como historia, ciencia y matemáticas; clases sobre el manejo de la magia y su historia así como la importancia de las tradiciones y geografía de otras comunidades mágicas. Conforme los niños avanzaban iban cambiando el contenido hacia hechos más osbcuros (reales) como las guerras muggles y la destrucción de la que eran capaz pero, también sobre conflictos y guerras en el mundo mágico. Estos niños comprendían más lo que era la maldad dentro del hombre sin importar el lugar donde naciera.  

Aunque claro, no podían faltar deportes y artes, algunos se expresaban mejor con sus manos o su voz y otros dejaban su dolor y frustración junto con el sudor en las diferentes competencias. Me permitieron entrar a algunas clases, fui arbitro de algunos partidos de futbol, quidditch, carreras de escobas y otras a campo traviesa. Era muy diferente estar aquí. Temía hablar con niños recién llegados por temor a causar algún episodio y luego resulté ser a quien siempre llamaban; estos niños no comprendían el cuidado con el que los trataban y yo pues, yo sabía que de estar en su lugar preferiría escuchar de una buena vez los que serían mis deberes, lo que se esperaba de mí y cuáles eran los limites antes que me regresaran al lugar de donde me trajeron así que eso era lo que les explicaba y sí, como eran niños y no sabían nada sobre mí me era posible sanarlos si venían con heridas.  

Era emocionante verlos emocionarse cuando descubrían imposibles cosas del mundo mágico, verlos sonreír más, verlos incrédulos cuando aprendían más y, también era de festejar cuando recibieron cartas de aceptación el Hogwarts o de otras escuelas aquellos que aplicaron para becas en el extranjero.  

El tiempo pasó rápido, mi acento francés ya no era tan marcado pero ahí seguía por las clases del idioma que suelo impartir, mi cabello ya no era tan largo... del lado derecho me llegaba a mi clavícula y del lado izquierdo apenas lo podía llevar tras de mi oreja. Fue un corte por accidente, sí, magia accidental, por fortuna logré salvar mi oído. Aún sigo tratando de convencer a Diego que la magia no es malvada mucho menos él.  

--Señor Evans. --escuché a mi espalda.  

--Señor Ministro. --saludé de igual manera.  

--Veo que se unió a los terapeutas en sus continuos cabios de look. --comentó.  

--Es importante hacerles saber a los niños que a veces de accidentes se puede sacar algo bueno, en este caso un buen corte de cabello. --expliqué.  

Hacía meses que no lo veía. No lucía tan cambiado pero tenía un aire... menos arrogante.  

--Veo que también volvió a usar sus lentes en lugar de la posión para la vista. --señaló.  

--Ministro, diga lo que tenga que decir, por favor, si dice algo acerca de mi vestimenta o calzado tendremos un serio problema. --dije exasperado.  

--Mis disculpas. --constató.  

--De acuerdo, ahora sí o habla o tendré que hechizarlo. --amenacé mientras rodeaba el escritorio de la oficina y sacaba mi barita apuntándole.  

--Solo vengo a felicitarlo, el Maestro Prince me comunicó que contraerían nupcias el próximo Yule. --dijo.  

--¿Contraer nupcias, quiénes? Y por qué... oh, MInistro, no he visto al Maestro Prince con o sin poción multijugos desde el Titanic. --aclaré --Seguramente solo se lo dijo como venganza por impersonalizarlo o algo por el estilo.   

--Tal vez. --susurró.  

Y se hizo el silencio. Es bastante extraño que Gaunt viniera hasta acá solo para... no, no creo... ya pasaron varios meses no creo que...  

--Señor Evans, acompáñeme, si mal no recuerdo le debo una comida que consistía en pizza y vino. --me tendió su mano.  

--¿Cómo podría negarme? --acepté su invitación.  

Porque sé me debía una pizza y porque tal vez sea la última plática que tengamos.    

 

¨*´¨*´¨*´¨*´¨*´¨     ¨*´¨*´¨*´¨*´¨*´¨     ¨*´¨*´¨*´¨*´¨*´¨    

 

Cuando llegué a la oficina de Remus no solo estaba él, estaban James y Sirius y Charly acompañada de Cedric sino que estaban claramente discutiendo. Mientras balanceaba los pros y contras de intervenir mi jefe me miró, dijo que tenía la tarde libre y cerró la puerta con su barita.  

Me volví hacia Gaunt y ante su mirada inquisitiva tan solo me encogí de hombros y nos dirigimos a la salida.  

Ya no era tan distante con los Potter y Black, pero tampoco aceptaba sus ofertas de vivir con ellos.  

Al llegar a los límites de las barreras de protección Gaunt volvió a ofrecerme su mano y volví a tomarla.  

Dejamos tras nosotros un gran estruendo.                

 

 

 

 

 

 

>>Continuará...  

Notas finales:

Gracias por leer.


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