Cuando se tiene todo es cuando uno más se siente solo, su destino se marcó cuando nació en la familia Phantomahive, y desde muy corta edad se le asigno una tarea, crecer fuerte para liderar el negocio.
Que los Phantomahive eran las personas más caritativas y llena de valores, solo eran mentiras. México es conocido por su gobierno corrupto y crimen organizado, y estos estaban relacionados, que el gobierno era controlado por el narcotrafico era una verdad a medias.
La historia de los Phantomahive estaba plagada por éxitos, inversionistas de hospitales, creadores de diferentes instituciones para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y siempre involucrados en la caridad, nunca habían estado envueltos en la política y nadie se había postulado para un puesto de este tipo aunque su influencia era mucha.
La verdadera historia de los Phantomahive estaba plagada de cosas ilícitas, eran los encargados de controlar el bajo mundo y la situaciones políticas en todo México, tenían contratos con todos los carteles poderosos, manejaban todo bajo la ilegalidad, hacían más fácil la distribución de droga y armas, y su especialidad, manipulación de los partidos políticos. Por mucho tiempo esto se fue pasando de generación en generación hasta Vicent Phantomahive.
Un muchacho rebelde y sin ningún intención de seguir lo que hacían sus antecesores, pero poco podía hacer contra la voluntad de sus padres, por eso terminó estudiando Leyes y fue ahí donde se dio cuenta de que si quería salir de ese mundo tendría que pelear con fuego.
Se volvió socio del primer tipo que el destino le cruzo y supo que esto era favorable, logró manipularlo y pronto se hicieron de una reputación. Así con una organización influyente se enfrentó a su padre. Pero las cosas nunca pasan como uno lo planea. Y fue cuando conoció a Rachel, una abogada idealista creyente en la justicia, entonces las cosas empezaron a tomar otro sentido, ahora podía comprender el porqué se necesitaba controlar todo. Habló con su padre, este sin ningún tipo de contemplaciones le preguntó si serían socios o enemigos, la respuesta fue obvia.
Porque si quería proteger a Rachel necesitaba controlar todo lo que la rodeaba, las cosas cambiaron de nuevo en solo unos cuantos meses, se deshizo de la organización, traicionando así a su socio, y se quedó en las sombras tomando el lugar de su padre.
Era lo mejor, por su familia.
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¿Qué tanto puedes hacer por amor?
Si me hubieran preguntado eso hace 9 años, hubiera reído, y después contestado, no haría absolutamente nada por amor.
Ahora enfrente de la persona que se convirtió en lo que muchos llamaría el amor de mi vida, puedo decir: Mataría por amor.
- es curioso como con dinero puedes comprar cualquier cosa… Sebastián es la prueba de ello-
Se escucho una fuerte risa.
- Tendrás que ser muy estúpido para creer que puedes comprar a Sebastián- Ciel seguía en es suelo mirándolo con ojos divertidos, su cuerpo seguía temblando ligeramente, pero una sonrisa sarcástica adornaba su cara. - Verdad amor mío – Sebastián lo miro sorprendido por unos instantes, para después sonreír, ese niño era después de todo completamente delicioso.
- No podría traicionarte cariño- Sebastián se acerco al pequeño, ofreciéndole una mano para que se levantará.
- Morirán los dos – exclamó el hombre levantándose del asiento y apuntado con el arma.
- No sin antes haber muerto tu, te lo puedo asegurar-- ciel estaba de pie, con una sonrisa, su rostro reflejaba diversión- pero antes- camino hacia el hombre sin una pizca de temor—tengo que hacerte pagar por todo lo que me has hecho—la risa se fue de su rostro y ahora estaba una mirada fija y penetrante.
Aquel hombre lo miro con un poco de temor, ¿Qué tenía ese niño que le hacía retroceder?, se perdió por un momento en la intensa mirada del doncel al segundo el arma con la que apuntaba ahora lo apuntaba a él. Sebastián seguía con la sonrisa en el rostro, apuntando directamente al hombre.
- Es interesante como éste pequeño niño puede hacerte perder la concentración.
-… Como.. Como puede ser posible? –
- Mi regalo de compromiso amor- le dijo Sebastián posesionándose detrás del pequeño, agarro sus manos y las posicionó en el arma, tal y como se debía disparar—velo como mi último regalo, ya que no podremos salir vivos de aquí-
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Tobías Phantomahive era un chico ingenioso y con un futuro prometedor, creció con muchos ideales justos, y siendo perfectamente normal, era un hermano mayor excelente, un excelente hijo. Hasta que Su hermano fue secuestrado, justo delante de él, habían salido fuera del salón solo unos minutos, pero los suficientes para que varios hombres armados lo rodearan, trato de proteger a su hermano, abrazándolo, poco pudo hacer con tantos hombres, “esto es por culpa de tu padre” fueron las palabras de aquellos hombres, eso le cambió por completo su perspectiva de ver la vida. La culpa por no haber protegido a su hermano fue su motor para investigar que estaba pasando y con tan solo 11 años pudo descubrir todo. Un enfrentamiento con su padre le confirmó todas sus hipótesis. Después de eso todo fue muy rápido que apenas recordaba, entrenamiento, reuniones, entrenamiento y más reuniones, una vez sabido todo no quedaba más de otra que involucrarse de lleno.
Cuando su hermano volvió a sus brazos fue un alivio, y supo las razones porque su padre continuó con todo eso, si querías proteger a alguien solo podía ser controlando todo. Los entrenamientos y reuniones cada día fueron aumentado, sabía que algún día el se quedaría al mando, no anhelaba que ese día llegara. Y ahora su hermano estaba de nuevo lejos de él.
- Tobías no te lamentes y ve por las armas, iremos personalmente—le grito su padre, hace sólo unos minutos se dieron cuenta de que ciel no estaba, agitó la cabeza despejandose y llendo por las armas. Esta segunda vez se tomarían las cosas en serio.