Nervioso, claro que lo estaba, yacía sentado en un mueble de madera, esperando, pensando… Porque tenía que estar ahí, justamente en la casa de Sebastián…el patio donde estaba era espléndido, pero aun así…Todavía no se convencía.
Pero ahí estaba esperándolo, con nervios e impaciencia, esperando, para hablar de lo inevitable, que podía hacer al respecto, nada, pues el mismo aceptó hablar de lo ocurrido.
Lo vio venir con un bandeja, chocolate, esperaba que eso lo calmase, no por nada era su dulce preferido… ¿Por qué Sebastián siempre era tan perfecto?, justo ahora, con sólo una camisa blanca y un pantalón azul, se veía tan despreocupadamente perfecto.
- El chocolate es tu favorito, espero que sea de tu agrado, lo prepare en la mañana.
Tan perfecto.. Todo de él, incluso en la comida, porque mentiría si dijera que ese mause de chocolate no estaba delicioso, se concentró el comer el postre mientras fijaba su mirada al suelo.
- Se que te es incomodo hablar del tema, pero para mi es muy importante aclarar las cosas—levanto la mirada azulina encontrándose con la carmesí- Ciel quiero que entiendas que mis sentimientos son sinceros, me gustas y quisiera pedirte que formáramos una relación, tal vez no ahora, pero si en un futuro cercano, me puedes rechazar, por supuesto, después de todo te llevo por 10 años, soy tu profesor y no tengo nada que ofrecerte—
Porque dar una respuesta era complicado, estaba en blanco, que se supone que debe uno que responder en situaciones como esta, los ojos azules estaban fijos en los carmesí, le gustaba por supuesto que le gustaba, y de alguna forma no sabía como pero le amaba, Sebastián se sentía como alguien cerca, familiar, es por eso que desde el principio le atrajo, pero como era posible desarrollar ese sentimiento si apenas y lo conocía de unos meses.
Sentía cosquilleo en el rostro, su mente trabajaba rápido, y sus latidos rezumbaban en el oído, se sentía inquieto, no hizo nada cuando Sebastián se acerco a él y lo tomó de rostro para besarlo, un beso suave, lento, con calma, saboreando y disfrutando cada segundo, cada roce, no se alejo, ni lo interrumpió, solo se dejo, se dejo besar y beso, correspondió el beso de igual manera, lento pero torpe, oía sus latidos fuertemente, no supo en que momento Sebastián lo alzó y el enrosco sus piernas en su cintura, se sentía en otro mundo, lejano, ajeno a todo.
El beso terminó, sentía los labios húmedos y calor en todo el cuerpo, ¿Qué había pasado?, sus pensamientos estaban confusos, miro directamente los ojos carmesí que tenían un extraño resplandor, cerro los suyos y lo beso, un beso pequeño que el mayor intensificó, esta vez con fuerza, rápido, rudo, y pasional.
Bésame, bésame apasionadamente, hasta que olvide mi nombre, hasta que me falte el aliento y hasta que mi conciencia desaparezca.
“ Ahora yo cuidare de ti” resonó en su cabeza, desesperación, ¿Por qué sentía desesperación?, miedo, terror, abrió sus ojos y detuvo el beso, ¿Qué había sido eso?
- ¿estas bien Ciel? – una mirada de extrañeza cruzo por los ojos carmesí.
- si, si estoy bien, solo un poco sofocado-
Sebastián seguía cargando a Ciel, lo apretó contra si, se sentó y dejó al pequeño en su regazo, este solo se aferro.
- Ciel, entonces aceptas que formemos una relación –
- si Sebastián—
Se sentían bien estar entre los brazos de Sebastián, era tan cálido, tan cómodo y reconfortante, cerró los ojos unos instantes y respiro profundo, quería pasar toda una vida junto a él, ¿Cómo una persona puede enamorarse de un extraño? No tenía respuesta para eso, pero si podía saber con certeza que ese hombre que lo abrazaba era su primer amor.
Se quedaron en silencio, por unos instantes, fue cuando Sebastián le empezó a hablar, primero de lo hermoso que era, halago sus ojos, su figura y su inteligencia, después le habló un poco de él, de lo que hacía en sus tiempos libres, de lo que le gustaba.
Cuando fue el turno de Ciel este se recostó en su pecho y le habló de sus ambiciones, de su sueños, de su familia, le contó muchas cosas sobre el que nadie más sabía, y también le preguntó al mayor muchas otras, cuando se dieron cuanta eran casi las nueve de la noche, Sebastián llevó a Ciel a su casa, lo despidió en el auto, con un beso en la frente, prometiéndole un mensaje de buena noche.
Nadie le preguntó nada, sobre quién manejaba ese auto de color negro que lo fue a dejar.
- Si señor, estuvo todo el tiempo en la mira-
- No quiero que le quites los ojos de encima, ya van dos avisos que nos mandan, no quiero que se vuelva a repetir lo de hace ocho años-
- no señor, me mantendré en alerta—
- eso espero Sebastián- el oji- carmie colgó el teléfono
- No se como reaccionarias mi querido Ciel si supieras quien soy-
La expresión de aquel hombre era indescifrable.
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