Extraño… Se sentía extraño, sofocado, cansado, temeroso.
Angustia… La angustia lo inundaba, terror, todo estaba oscuro, ¿Dónde estaba?
- Eres un hermoso doncel- esa voz, ¿de quien era esa voz?, ¿Por qué sentía miedo?
- ¡alguien ayuda! ¡Quién sea! –
Dolor… Dolor.. Un dolor desgarrado lo inundó.
Con un fuerte grito despertó. Sus ojos estaban inundados de lágrimas, su respiración era rápida, su cuerpo temblaba, ¿Qué había sido ese sueño?, respiro profundo tratando de tranquilizarse, últimamente esos sueños le agobiaban, y no entendía porque, cada vez era más constante sentirse de aquella forma.
Dio un largo respiro y salió de la cama, de todas formas ya no iba poder dormir, vio el reloj de alado las 4 de mañana, precisamente el día de hoy que tenía que estar descansado para desfilar.
Era 20 de noviembre y la escuela lo obligaba a desfilar, suspiro, aquello era tan fastidioso, bajo a la cocina con el teléfono en mano, quería un poco de leche caliente con miel, camino en silencio no quería que nadie se despertara y preguntara porque estaba despierto, pues no tenía intención alguna de contar de “esos” sueños.
Llegó a la cocina tomó la leche y la puso a calentar, espero en la mesa, tomó su teléfono y se puso a ver Facebook. Un minuto después un mensaje le sorprendió.
“ Despierto tan temprano pequeño Ciel” Sonrió, le gustaba que le llamara así aunque siempre lo negara
“ solo no podía dormir, y que haces despierto Sebastián”
“ mmmm, bueno el desfile empieza a las 7, pero ustedes deberán llagar a las 6, y como soy tutor de un grupo debo llegar mucho más temprano que ustedes, es por eso que estoy despierto”
“ ahhh, esta bien”
“ Ciel, quien te va a traer?, quieres que te pase a buscar?”
“ no gracias, mi hermano también va a desfilar, así que padre nos llevará”
“ esta bien, entonces nos vemos haya Ciel, intenta dormir otro rato más, tengo ansias por verte vestido como un lindo doncel noble, te quiero pequeño”
- Ciel que haces despierto a esta hora – su padre le llamaba desde la puerta de la cocina, dio un brinco y dejó caer el celular en la mesa.
- ¡padre!. Solo vine por una taza de leche, no puedo dormir—se levantó de la mesa y se acerco a la estufa apago la hornilla, y se sirvió la leche en una taza.
- ¿estas bien? Si te sientes mal, podemos llamar a tu tía para que te revise, no es normal que no puedas dormir—su padre se acerco hasta el, mirándolo de frente y tocándole el rostro buscando signos de temperatura.
- No papá, es solo por el desfile, me pone nervioso estar entre mucha gente—su padre lo miro con atención, le sonrió, tomo un pequeño frasco que estaba en la encimera, y vacío un poco en la taza del menor, miel… Sabia que Ciel prefería su leche con miel.
- Esta bien ve a la cama e intenta dormir un poco más- le dio un beso en la frente y vio como el menor subía a su cuarto.
Suspiro profundo, se recargo contra la encimera y vio hacia la mesa, donde yacía el celular de Ciel, se acerco y lo tomó.
El semblante despreocupado que traía cambio drásticamente a uno serio, dejó el celular de nuevo en la mesa y se encaminó a su recamara, tenía asuntos que arreglar.
Se sentó en su cama y se tomó la leche, dejó la taza en la mesa de noche y se acostó, tenía un poco de sueño, unos minutos después el sueño lo domino.
Un ruido ensordecedor lo despertó, su alarma indicaba 20 minutos para las 6, se levantó con pereza, busco su teléfono a un costado y no estaba, sus ojos se abrieron sorprendido, no podía ser cierto, bajo corriendo las escaleras hasta entrar a la cocina, ahí estaba en la mesa, suspiro mientras lo agarraba.
- Porque tanta prisa Ciel- preguntó su mama que estaba cocinando.
- Nada mama solo vine por mi teléfono, en un minuto bajo, voy a cambiarme-
Subió las escaleras tranquilo y se cambio de ropa, era ridículo pero ahí estaba, con un conjunto azul oscuro, se veía….
- Estas precioso Ciel- le dijo su madre entrando para apretarlo entre sus brazos—pero te falta algo—dijo viéndolo fijamente—el moño Ciel, lo debes de llevar puesto es signo de tu fertilidad
- Pero madre… Es muy grande—
- Es del tamaño perfecto para ti – le dijo mientras le ponía el ostentoso moño- listo, baja a desayunar y después nos iremos
- No nos iba a llevar papa-
- Dijo que tenía un asunto que resolver y por eso los llevare yo-
El desfile fue cansado y aburrido, solo íbamos caminando y platicando, éramos el grupo más aburrido, pues solo nos toco vestirnos como en aquella época, dichoso mi hermano que a su grupo le tocó hacer pirámides. El desfile terminó a las 12, y en todo ese lapso no pude hablar con Sebastián más bien apenas y lo pude ver, supongo porque era un maestro encargado.
Cuando terminó, mi hermano insistió en llevarme, pero lo rechace, diciendo que iba a salir a comer con lizzy y Soma, aunque la verdad había quedado con Sebastián de salir a algún lado, espere que se fuera para salir a buscar a Sebastián.
Eran apenas las 12 cuando llegaron a la casa de Sebastián, decidieron no ir a algún otro lado debido a que el menor estaba cansado, el pequeño entró y lo primero que hizo fue acostarse en uno de los sillones cansado, esos zapatos con tacón le habían cansado demasiado.
- Te veías hermoso hoy Ciel- le dijo el mayor acercándose y besándole escasamente- te traire una camisa para que te cambies, debes de estar cansado de ir vestido así.
Estaba cansado, suspiro, todavía le era extraño estar con alguien como Sebastián, pero se sentía bien, amaba a Sebastián aunque no se lo dijera, se le hacia extrañamente familiar.
- Solo puedo darte un camisa, puedes quedarte en ropa interior y meternos a la piscina-
Sebastián venia caminado con una camisa blanca en la mano, el venia descalzo solo con un pantalón y sin camisa, un fuerte sonrojo adorno al menor que solo bajó la mirada. El mayor se agacho para quedar a la altura de del pequeño, y le empezó a quitar el moño, siguió con el pequeño chaleco, el menor solo se dejaba hacer, le quito los zapatos y calcetines, desabrocho despacio los botones de la camisa que traía, Ciel tenía la piel blanca, suave, era delgado y tenía un figura exquisita, le quito la camisa viendo el sonrojo, era tan lindo.
Suspiro para concentrarse, no quería perderse en el hermoso cuerpo de Ciel, le puso la camisa de algodón blanca que el había traído, le queda grande, pero le hacia ver adorable y delicioso, lo tomo del rostro y lo hizo que se levantará, lo abrazo, su cabeza quedaba justo en el vientre del menor, lo acaricio con el rostro, se alejo un poco y procedió a desabrocharle el short, se lo quito y alzó la mirada. El menor tenía el rostro completamente rojo, estaba paralizado, le sonrió incorporándose, lo agarro de los costado y lo levantó, haciendo que Ciel le rodeada con sus piernas la cadera, lo beso profundamente.
- Bien pequeño que te parece si vas al jardín mientras voy a buscar algo para que comas- la voz del mayor se escuchaba dulce, mientras le acariciaba la espalda.
- No quiero—se oyó la voz del menor que escondía su cara en el hombro del mayor, lo tenía fuertemente abrazado por el cuello.
- Pero que Jovencito tan más caprichoso me ha tocado—le dijo riéndose. Se dirigió a la cocina, con Ciel en los brazos y preparo sándwiches, con toda la facilidad del mundo, pues que sería de él si no pudiera preparar algo tan simple con su pequeño en brazos.
Se sentaron en los muebles del jardín junto donde se volvieron pareja, se la pasaron ahí en silencio disfrutando del aire que corría, todo era perfecto. Sebastián se levantó, y empezó a quitarse el pantalón en medio de la mirada asombrada del pequeño, le dio una sonrisa sensual al menor, y se metió a la piscina.
Sonrió mientras se levantaba del sillón, se acerco a la orilla de la piscina viendo al mayor en medio de esta, sonrió.
- ¡Sebastián agárrame! – grito mientras se aventaba al agua, sintió como era agarrado por debajo del agua, se abrazo a el.
Se miraron sonriendo, se acercaron lentamente hasta unir sus labios, se besaron apasionadamente, sentía las grandes manos del mayor acariciar su espalda, bajando por esta hasta posarse en glúteos.
Gimió quedó en medio del beso, Sebastián bajo por su cuello muestras lo seguía acariciando, era demasiado para el.
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-gracias por traerme-- le dijo el oji-azul
- gracias por la hermosa tarde - el mayor le dio un pequeño beso en la frente, vio como este se bajaba del auto y se adentra a la casa.
Arranco el auto y se marchó, en poco tiempo llego a la suya, enfrente de esta estaba un auto negro, se estaciono detrás de él, bajo del auto y vio a un hombre recargado de este, traía un elegante traje negro.
- Tenemos asuntos que tratar Señor Michaelis – su mirada se agudizó, frunció el ceño levemente.
- Pasemos adentro, Señor Phantomahive-