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Minifics Cherik por midhiel

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*Tercera y última parte*

 

Antes de salir, Erik le envió un mensaje a su ex esposa pidiéndole que vistiera a los niños adecuadamente para una cena formal y ella los tuvo listos e impecables en el vestíbulo del edificio de su departamento. Los dos estaban ansiosos, Wanda daba brincos de la excitación mientras que Pietro estaba un poco deprimido porque su madre le había prohibido llevar su mochila de Ben 10. Además, eso de vestirse formal no le gustaba mucho.

 

Su padre bajó del coche, despidió a Magda con un beso amistoso en la mejilla y se llevó a los niños de la mano. Fue un viaje rápido, Erik sonrió a su buena suerte porque los semáforos sincronizados le marcaban la luz verde en cada parada. Llegó a tiempo y Charles también lo estaba aguardando en el vestidor de su edificio con la diferencia de que como era rico en extremo, el edificio entero era de él y se trataba de una de las edificaciones más lujosas de la ciudad. Tenías que ser millonario para rentar un departamento en “Xavier Tower,” y él tenía un piso completo a su disposición.

 

-¡Wow! ¿Tu novio vive aquí, papá? – preguntó Pietro con la boca en forma de O.

 

-Así es y te agradecería que dejaras de llamarlo “mi novio,” hijo – exigió Erik molesto. Vio por el espejo retrovisor que Pietro había bajado la cabeza y suavizó el tono -. Llámalo Charles, que le gusta que le digan así.

 

-Está bien – sonrió el niño. Pasaba de la tristeza a la alegría con mucha facilidad.

 

Erik le sonrió a través del espejo y notó que Wanda estaba entretenidísima con un teléfono celular.

 

-Wanda, ¿qué haces con eso, mi ángel?

 

-Pietro se lo quitó a mamá antes de salir.

 

-¿Qué? ¡Pietro!

 

-Lo siento – el niño hizo un puchero -. Estaba mirando mis dibujitos y se me olvidó devolverle.

 

-Es cierto – confirmó Wanda -. Y ahora estoy mirando yo.

 

Pietro fisgoneó la pantalla.

 

-Papá, Wanda está mirando caricaturas para niñas – rio.

 

-¡Me encantan! – se defendió la niña y le sacó la lengua.

 

Pietro rio más.

 

-¡Niños, compórtense! – ordenó su padre con firmeza y los dos se callaron.

 

Charles acababa de despedir al encargado del edificio con un apretón de manos y se acomodaba el cuello de su elegante saco para cruzar la calle y subir al coche. Erik le abrió la puerta del acompañante. Charles entró, le dio un beso breve a Erik en los labios y volteó hacia atrás para saludar a los niños.

 

-Hola, Pietro – le pasó la mano y el niño se la estrechó, serio como había visto hacer a los adultos. Luego miró a la niña -. Tú debes ser Wanda. ¿Cómo estás?

 

La pequeña no le respondió pero no por ser mala educación sino porque estaba fascinada con él. Le parecía un hombre tan apuesto y elegante que pensó que su papá no podía haberse conseguido partido mejor.

 

-H.  .  . hola – balbuceó después de un rato.

 

-Mi mamá no me dejó traer mi mochila con juguetes y dulces – se quejó Pietro y miró a Charles con carita suplicante para conmoverlo.

 

-No te dejó que trajeras golosinas porque vamos a cenar – dejó su padre en claro -. En cuanto a los juguetes, tienes a tu hermana para divertirte.

 

Pietro rio pero a Wanda no le hizo mucha gracia. Charles sonrió a Erik.

 

-¿A dónde vamos a cenar exactamente?

 

Erik lo miró con picardía.

 

-Ya verás.

 

Y Charles sonrió otra vez, encantado con la intriga.

 

 

………………….

 

Llegaron al restaurante y entraron. Erik dio su apellido para la reserva y cuando el acomodador iba a objetarle que traía dos personas más, Charles se le adelantó y se presentó.

 

-Señor Xavier – lo reconoció el acomodador y cambió su compostura -. De haber sabido que se trataba de usted, le hubiéramos preparado su sitio especial. Por aquí, caballeros, damita – los invitó y dio media vuelta.

 

Pietro quedó encantado con eso de ser llamado caballero y Wanda, damita.

 

Impactado, Erik les dio una palmadita a cada hijo para incitarlos a caminar, mientras que Charles le murmuraba con tono cómplice.

 

-Mi padre fundó este restaurante hace cuatro décadas y lo vendió al actual dueño. Prácticamente crecí almorzando y cenando aquí.

 

Erik asintió sin salir del asombro.

 

Por tratarse de Charles Xavier, le prepararon una mesa privilegiada debajo de una araña enorme, que Pietro no dejaba de admirar.

 

La cena transcurrió de forma amena y divertida. Pietro fue el centro de la atención porque Charles le preguntó si tenía algo para contar y el niño enumeró cada actividad que había realizado desde que se levantara en la mañana, pasando por los detalles de su ida al colegio como ver volar un gorrión, cada acción hecha en el recreo y su regreso a casa hasta que su madre decidió llamar a su padre por insistencia de su hermana.

 

Su padre miraba a Charles de reojo para ver si lo estaba aburriendo, pero notaba que reía con alegría. La que no decía ni media palabra era Wanda.

 

Erik no quería preocuparse pero era insólito que se mantuviera callada durante tanto tiempo. Al momento de los postres, la niña miró a Charles a los ojos y soltó con un suspiro.

 

-Eres muy lindo, Charles. Me gustas.

 

-¡Wanda! – exclamó su hermano escandalizado -. ¡Es el novio de papá! – y se cubrió la boca -. Cierto, no debí llamarlo “novio de papá.”

 

Erik se pasó la mano por la cabeza, demasiado incómodo para opinar, mientras que Charles reía con ganas.

 

-Gracias, Wanda – respondió Charles finalmente -. También me gustas tú.

 

-¿Qué? – a Pietro se le saltaron los ojos -. ¿Van a casarse?

 

-¡No! – gritó Wanda.

 

Charles no podía más de la risa y eso tranquilizó a Erik. Terminada la cena, la pareja discutió sobre quién la pagaría y ganó Erik la contienda. Charles pidió en compensación comprarles golosinas a los niños y que todos tomaran un helado en su heladería favorita.

 

Erik se sentía complacido de lo bien que su novio se llevaba con las criaturas y se preocupó un tanto cuando vio que sus hijos cuchicheaban con complicidad en la heladería mientras abrían sus dulces y que Pietro se acercaba a pedirle un papel al chico que atendía.

 

Después los cuatro viajaron al departamento de Magda para dejar a los niños, que muy satisfechos, agradecían a su padre la salida. Charles bajó del coche pero se quedó aguardando, mientras Pietro y Wanda lo despedían con besos y abrazos antes de cruzar la calle de la mano de su papá. Pudo jurar que mientras los abrazaba, sintió una manita metiéndose en el bolsillo de su saco.

 

Erik entró al edificio y subió con ellos para entregarlos personalmente a su madre y Charles introdujo la mano en el bolsillo y encontró un bulto. Vio que se trataba de una nota escrita con caligrafía infantil y un objeto envuelto. Decía: “Para que se lo des a papá y te cases con él. Wanda y Pietro XX.”

 

El bulto se trataba de un anillo de los huevos Kinder que les había comprado después de cenar.

 

Charles rio enternecido.

 

Erik volvió al rato con una sonrisa enamorada.

 

-¿Te llevo a tu departamento?

 

-Sí – afirmó Charles y entraron en el auto -. ¿Te gustaría subir a beber algo cuando lleguemos? ¿Un café, tal vez un té?

 

-Un café suena bien – comprendió Erik la insinuación y se sintió excitado. Mientras encendía el motor quiso saber -. ¿Te divertiste con los niños?

 

-Erik, esta noche no podría haber sido mejor, fue simplemente perfecta – y tomó el rostro de Lehnsherr entre sus manos y le plantó un beso en la boca, ya sin niños a la vista -. Y en mi departamento la acabaremos.

 

 

…………………..

 

 


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