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Minifics Cherik por midhiel

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Verano. Angst, ErikMpreg. Primera parte

 

Dedicado a Granadina

 

El último verano que pasaron juntos, siete años atrás, había sido el más feliz de sus vidas. Erik atravesaba la recta final del embarazo así que los mimos, el calor y el cansancio habían sido moneda corriente. Pero Charles no recordaba haberlo visto de malhumor ni una vez. Si se lo contaba a otros que lo hubieran conocido, no le habrían creído que el frío y distante Magneto podía sonreír, amar y ser el amante más ardiente.

 

Charles lo lloraba. No tanto como los primeros años cuando cualquier recuerdo le arrancaba un llanto desconsolado. Ahora solía derramar lágrimas y llorar cuando estaba solo. Pero lo extrañaba mucho y los recuerdos felices no compensaban su ausencia. Había hecho terapia un par de años atrás pero no resultó porque él no había puesto el más mínimo empeño. Pensaba erróneamente que si se trataba y buscaba elaborar el duelo, terminaría por olvidarlo. Algo imposible pero Charles lo veía así.

 

El embarazo se había presentado sin inconvenientes hasta que en el momento de parto, luego de dar a luz a Pietro, el obstetra inexperto descubrió que había otro bebé más que venía de hombros. Erik sufrió una hemorragia cuantiosa y entró en coma. Le practicaron una cesárea de emergencia que salvó a Wanda pero se llevó a su padre.

 

Charles se estremecía al recordar su impotencia. Lo había acompañado en la sala de partos y trató de darle fuerzas mentalmente hasta que perdió la conexión con él y ya no pudo ayudarlo más. Los seis primeros meses fueron los peores porque se encerró en el alcohol hasta que Hank, Raven y Logan le hicieron ver con gritos y sermones que había dos criaturas que lo necesitaban.

 

Con el correr del tiempo se fue enfocando más y más en sus hijos y trató de no llorarlo tanto, pero el dolor, agudo y penetrante como una aguja quirúrgica, lo carcomía.

 

-Papi, mira – una vocecita fina lo sacó de sus reflexiones.

 

Era Wanda con sus coletas sujetando su cabello carmesí, y esa mirada pura y fresca tan de Erik. Traía un dibujo que había hecho recién en el despacho de su padre con crayones de muchos colores. Se trataba de un retrato de él, Charles, sentado en su silla de ruedas, Pietro con su cabello plateado y su sonrisa perenne, ella misma con sus coletas y su vestido azul pastel, y una figura más: la de un hombre largo y espigado, vestido con pantalones oscuros y gabán marrón. Tenía el cabello cobrizo, los ojos verdes y Charles podía jurar que parecía el boceto de Erik Lehnsherr. ¿Cómo iba a ser posible si los niños no habían visto nunca una foto suya porque Charles, en su desesperación y furia al perderlo, las había quemado a todas?

 

-¿Quién es este señor, Wanda?

 

Pietro llegó corriendo con su súper velocidad. Blandía la hoja con su propia creación artística. Él había usado témperas. Charles la estudió: era el niño, con su pelo plateado, la mochila en los hombros, feliz y sonriente, y estaba tomado de la mano del mismo sujeto que su hermana había dibujado.

 

-¿Quién es él, niños? – les reclamó pasando saliva.

 

Los niños sonrieron cómplices entre ellos y señalaron un rincón vacío junto a la mesa, que había en la sala.

 

-¿No lo ves, papá? – cuestionó Wanda -. Es él. Está sentado en esa silla y siempre está con nosotros.

 

Charles sintió un nudo en la garganta.

 

-¿Quién es, mi brujita carmesí? – la abrazó para sentarla en sus rodillas.

 

-¿Cómo que quién es? – exclamó Pietro ansioso y corrió hacia la silla, haciendo ademán de abrazar el aire -. ¡Papá!

 

……………

 

 

¡Hola! ¿Qué les pareció? Más adelante subiré la continuación, si les interesa.


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