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Minifics Cherik por midhiel

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Verano. Angst, ErikMpreg. Segunda Parte

 

Dedicado a Granadina

 

Charles se estremeció con una mezcla de sorpresa y alegría, pero mucha frustración. Trató de divisar algo, tal vez un destello o el polvo volátil cambiando el rumbo, pero solo veía el aire. Además, su cerebro científico le decía que era imposible porque el cuerpo de Erik Lehnsherr había sido enterrado siete años atrás.

 

Pietro rio con ganas y apretó más a la figura invisible.

 

-Papá está besando a Pet en la mejilla – explicó Wanda, aplaudiendo entre risas y se volvió hacia Charles -. ¿Lo ves ahora?

 

Charles puso su mejor empeño pero no distinguía nada.

 

-Erik – murmuró, observando el aire. Tal vez necesitaba la imaginación e inocencia de sus hijos o, quizás, él no estaba destinado a verlo. La sola idea lo agitó.

 

-¡Papá te dice “hola”! – gritó Pietro con énfasis.

 

Wanda saltó del regazo del telépata para correr hacia su otro padre. Los dos niños parecían abrazar algo que Charles no podía distinguir.

 

Raven abrió la puerta. Venía a buscar a sus sobrinos para llevarlos a comer papas fritas y hamburguesas.

 

-¡Tía Raven! – exclamaron al unísono y brincaron -. Papá está confundido porque no puede ver a papá. ¡Adiós, papi! ¡Adiós, otro papi!

 

Raven miró a Charles extrañada pero él se encontraba sin respuestas. Los niños la tomaron uno de cada mano, entusiasmados con la salida.

 

-Los traigo de regreso a las ocho – avisó a su hermano.

 

Charles asintió.

 

Raven se marchó con las criaturas y lo dejó solo.

 

El telépata manejó la silla hacia el lugar donde sus hijos aseguraban que Erik se encontraba. Pasó la mano por el respaldo de la silla y acarició la mesa. Cerró los ojos para concentrarse pero sus poderes telepáticos no le indicaban ninguna presencia. No podía hallar la mente de Erik, ni sentir su corazón. Nada. Se encontraba solo en el salón. Lloró decepcionado. Había sentido esperanza, pero era inútil porque Erik no estaba allí y, si lo estaba, Charles no podía entender por qué se negaba a manifestársele. Nunca había creído en los fantasmas pero los niños aseguraban que él estaba con ellos. Lo podían ver, oír y sentir. En cambio, Charles, que lo había conocido, no podía percibir nada. Nada, esa era la sensación que Erik le había dejado al morir, mezclada con el dolor y la bronca que provoca la impotencia.

 

Charles estaba solo en la sala. Completamente solo. Sintió la misma angustia lacerante que sufrió cuando lo perdió siete años atrás. En ese momento algunos lo consolaron prometiéndole que con el tiempo aprendería a convivir con la pérdida. Pero Charles seguía tan desconsolado como esa vez. Se dirigió a su despacho donde los niños habían estado dibujando, y abrió una de las puertitas de la biblioteca con una llave que guardaba en su bolsillo. Ahí adentro se encontraba la licorera con su colección de whiskies caros, fuera del alcance de sus hijos. No reparó en ninguno en especial, solo alzó el primero que tanteó y llenó el vaso. No pensó en beberlo de a poco porque su idea no era disfrutarlo sino emborracharse cuanto antes y, en el delirio etílico, olvidar su dolor. Lo estaba tomando como si se tratara de agua, cuando oyó una voz directo en su cabeza, igualita a la suya cuando les hablaba a los demás telepáticamente.

 

-Hubo un tiempo en que me invitabas un trago, Charles, y no abusabas del alcohol.

 

Charles se asombró y en su desesperación, dejó caer el vaso, que se hizo añicos en el piso de parqué.

 

-¿Erik? – llamó, anonadado -. ¡Erik! – pensó que podía tratarse de un efecto de la borrachera, y se sirvió más para volver a oírlo -. ¡Erik! ¡Maldita sea, responde! ¡Erik! – lloró y bebió compulsivamente -. ¡Erik!

 

Logan entró alertado por sus gritos.

 

-¡Charles! – corrió hacia él -. ¡Charles! ¿Qué estás haciendo? – le quitó el vaso y lo sujetó. Charles lloraba desconsolado con frustración y rabia -. ¡Charles, mírate! ¿Por qué haces esto? ¿Por qué? – hizo silencio, comprendiendo al fin -. Porque no puedes lidiar con su pérdida – Charles no le respondió. Solo lloraba -. Lo entiendo, amigo – suspiró Logan, él sabía lo que era perder a quienes más le importaban porque había sido su maldición durante más de un siglo -. La vida parece que se regodea quitándonos a quienes más amamos.

 

Charles no podía dejar de llorar. Logan esperó un rato y lo acompañó a su recámara. En momentos como estos, lo único que podía hacer era dejarlo dormir para que la mezcla del alcohol y el sueño lo ayudaran a olvidar.

 

………….

 

Raven leía unos informes sobre mutantes secuestrados en una base secreta. Sí, aunque estuviese con los niños no dejaba de ocuparse de misiones para salvar a su gente. Antes lo había hecho con Magneto pero ahora que él ya no estaba más, seguía ocupándose sola.

 

Los niños discutían que si las papas sabían mejor con kétchup o con mostaza, ella no les prestaba mucha atención porque había un asunto de un arma “X,” que había captado su interés. Debía discutirlo con Charles cuando regresaran.

 

-¿Por qué papá no puede ver a papá? – preguntó Wanda, mordiendo su hamburguesa.

 

-Porque – Pietro quedó pensando -.  .  .  Tal vez porque no puede.

 

-Pero es psíqui.  .  . no sé el nombre – argumentó su hermana -. Se supone que tiene que ver fantasmas.

 

Raven dejó de leer.

 

-No puede porque tenemos más poder que él – respondió el niño con arrogancia y conocimiento -. Nosotros vemos a papá y él no puede.

 

-¿A quién ven ustedes, niños? – preguntó Raven intrigada.

 

-A nuestro papá Erik – explicó Pietro, embadurnado una papa con mucho kétchup -. Nos da el beso de las buenas noches, nos suele cuidar cuando jugamos en el jardín y nos pidió que lo dibujáramos y le enseñáramos los dibujos a papá Charles.

 

-Después entró en la sala para que papá Charles lo viera pero no lo vio – continuó contando Wanda -. ¡Hasta le dijo hola!

 

Los niños relataban con tanta naturalidad que Raven pensó si no estaban imaginando.

 

-Mira, tía Raven – enseñó Pietro su creación -. Es papá tal cual lo conocemos.

 

Raven quedó boquiabierta. Sabía que Charles había quemado todas las fotografías y los niños no tenían forma de conocer el aspecto físico de Erik así que la similitud la sorprendió.

 

-¿Desde cuándo ven a su padre Erik?

 

-Desde que éramos así de chiquitos – explicó Wanda, agachándose en la silla hasta quedar a centímetros del suelo -. Está con nosotros siempre.

 

-¿Por qué no dijeron nunca nada?

 

Pietro se encogió de hombros.

 

-Pensamos que todos lo veían también.

 

Wanda asintió.

 

Raven cerró veloz la carpeta. Esto ameritaba un regreso de emergencia a la casa. Ordenó a los niños que se llevaran su comida y siguieran cenando en el auto. Los niños se miraron divertidos, comer en el coche sonaba a una aventura fantástica.

 

……………

 

-¡Logan! ¡Logan! – entró Raven, llamándolo. Apuró a los niños, que corrieron al comedor a comer lo que todavía les quedaba -. ¡Logan!

 

Wolverine bajó de la escalera bifurcada.

 

-Trajiste a los niños demasiado temprano.

 

-Lo sé – contestó ella -. Logan, tienes que ver esto – quiso enseñarle el dibujo de Pietro.

 

-Raven, escucha – la interrumpió serio -. Charles está acostado y está borracho. Hace años que no lo veo así. Lo encontré en el despacho llamando a gritos a Erik.

 

-Tiene sentido – murmuró Raven para sí.

 

-¿Qué tiene sentido? – reclamó Logan nervioso.

 

Ella lo tomó del brazo para llevarlo a un lugar alejado del comedor, que estaba a pocos metros de allí. No quería que los niños la oyeran.

 

 

…………….

 

 

Logan terminó de escucharla y fue a sentarse en un sillón con aire descreído. Lo de la aparición fantasmal de Magneto le sonaba descabellado.

 

Raven le entregó la hoja como última prueba.

 

-Dime de dónde Pietro sacó el modelo para dibujar a Erik si nunca lo conoció.

 

Logan observó el dibujo.

 

-Se lo habrá descripto Charles, o yo, o tú, o Hank, o quien fuera. Son niños inteligentes, tienen buena memoria y mucha imaginación.

 

-No me trates de tonta, Logan – se fastidió Raven -. Sabes que para hacer ese dibujo tuvieron que haberlo visto alguna vez.

 

Logan sopló. Se negaba a creer que esas criaturas inocentes tuvieran visitas fantasmales, sonaba muy a “Una Vuelta de Tuerca” de Henry James.

 

Mientras ellos discutían, en su recámara, Charles entreabrió los ojos en medio del sopor etílico y distinguió la silueta de Erik sentada a los pies del lecho.

 

-¿Erik? – murmuró, frotándose la cabeza.

 

La figura desapareció y Charles volvió a sumergirse en el sueño profundo e intranquilo de los beodos.

 

…………..

 

Aviso que no termina aquí.

 

 

 

 

 

 

 


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