~De viajes búsquedas y encuentros~ por Paxito

El mundo luce diferente.

Pensó él. Y seguía pensándolo mientras caminaba por las amplias colinas de flores. Cada paso que daba, el mundo lucía distinto.

Más hermoso. Colorido.

El cielo, por ejemplo, parecía un lienzo de acuarelas en el que los colores naranjas y rosados parecían deslavarse por un azul profundo. Una hermosa alborada que llenaba sus sentidos.

El olor del aire también le era curioso. Como si cada paso sobre la tierra de ese lugar desprende la esencia de su infancia. Era difícil de explicarlo. Su infancia nunca fue sencilla, pero nunca faltaron las risas y los juegos.

Otro paso más bañó sus fosas nasales con la memoria su hermana. Olía a rosas y a ternura. Recordaba a su hermana, sería imposible no hacerlo. Seiya buscó rosas en el camino, pero no halló más que flores silvestres, de esas blancas que se encuentran en todos lados. Al chico esas flores le parecían sumamente alegres, simples y hermosas.

Como su hermana. 

Cada paso que daba, Seiya recordaba a Seika. Como aquella vez en que habían dormido debajo de un puente, como para protegerse de la lluvia. Ella lo acunaba en sus brazos y le contaba historias.

“No estas aqui, no tienes frio, no tienes hambre”. le cantaba, con aquella su voz de campanilla con el que solía recordarla. “Es el ensueño y tu eres un changeling, Seiya…buscas las tierras del verano, ve a ellas...yo te cuido”

El cerraba los ojos y se transportaba en un mundo muy similar al que estaba ahora. Con su cielo naranja, con el olor en el aire y con las risas lejanas de los seres féericos.

Risas que ahora volvía a escuchar. Seiya miró de un lado a otro y guiado por su oído llegó a una pequeña cueva , un escondite infantil hecho de ramas de árboles, como una madriguera profunda y, terriblemente tentadora en visitar. 

De rodillas, Seiya se arrastró por el túnel verde.

– ¿Hola? – preguntó él, y las risas callaron con unos siseos.

Sigue a gatas un largo trecho a oscuras, con motitas de luz del exterior. Hasta que finalmente la salida resplandeciente lo ciega antes llegar a este nuevo lugar.

 Seiya se encuentra en un bosque de árboles altísimos como columnas.

Las risas infantiles vuelven a escucharse. 

– Pueden bajar a hablar conmigo un momento, por favor…. – pide Seiya. A nadie. No obtiene respuesta - tengo dulces..

 No se acuerda cuando los ha metido. Se se le ocurrió que ahí los tenía, y en realidad empezaba a sacar de su bolso puños y puños de unos apetitosos caramelos.

– Eres un changeling

Frente a él, un niño, de cabello rojo lo veía con curiosidad. Tenía la piel de color verde y orejitas puntiagudas.

– Shh! ¡Kouga! no le hables. – otro niño estaba frente a él, bueno en realidad eran dos

 ¿Era su imaginación o se parecían mucho a él cuando era niño?. Ambos niños de cabello castaño y ojos de fuego, con la piel color olivo. Tenían rabo de caballo y alitas de color blanco y negro respectivamente, incluso sus piernas parecían de un equino. Sin embargo no eran centauros como Gestatl. 
 
– Pero, Tenma 1…– se queja Kouga, el de cabello rojizo y evidentemente el más pequeño de todos, este babea por los dulces que Seiya le ofrece.

– Nos puede ver… – advirtió uno de ellos, asombrado. Tenma 2 se diferenciaba del primero porque sus alitas eran negras y este vestía tirantes y pantalones abonchados de color verde. –  No puede ser malo si nos ve. Además se parece a él...un poco, y en feo.

“¿En feo?” piensa Seiya haciendo un puchero, que le parece comiquisimo a los niños feericos que empiezan a llegar uno en uno. Un pequeño niño con un cuerno en la frente y cabello color miel, era el único que mantenía un rostro serio y arisco.  Haciendo travesuras, estaba un niño moreno, de ojos rojos y cabello blanco, tenía alitas en forma de murciélago y patitas de cabra negra. Tenía risa de hiena y su nombre era “el cretino”. O Kenuma.

– Si no es de aquí, debería irse - respondía el rubio cuyo nombre era Jabu. – No deberían aceptar sus dulces.

Kenuma da un codazo a Jabu.
 
– No quiere que te vayas por que se ha enamorado de ti, jajaja, te ama, jaja. Te odia, jaja  – el de la risa de hiena, Kenuma se burlaba y se burlaba como mayor pasatiempo en la vida. A lo que hace que Jabu lo de un pisotón que lo hace llorar e irse al bosque gimoteando.
Seiya recuerda a los niños del orfanato. Y a Miho...su amiga de la infancia, quien por cierto, llegaba a poner orden.

Pero en esta ocasión no fue Miho quien aparecía, sino una adolescentes de cabello de fuego, hiperactiva y glotona. Tenía las mismas características de los llamados “Tenmas”.

–Solo quiero saber donde estoy y a donde voy…– insistía en preguntar Seiya.

–Si me das un onigiri te respondo

Antes de que Seiya contestara ya tenía una boca llena por unos dos onigiris.

– Estás aquí. – responde la niña, con obviedad “estas aquí, ¿dónde más?, tenía la  la boca llena y aun así continuó hablando  – para saber dónde es “aquí”, primero debes comprender “quién eres tú”, y sabiéndolo sabrás “adónde ir”.

Sabias palabras a pesar de que por hablar con la boca llena la pobre muchacha casi se atraganta. Ayudada por los “Tenmas” dándole golpesitos en la espalda. Mientras Seiya medita lo que ella dijo.

– ¿Quien soy? Soy Seiya. y soy yo. Solo yo. Un viajero. –  lo dice en voz alta para creerlo y hacerlo creer a los demás.
– Eres un soñador. – asegura Koga, el menor.
– Si un poco…– admite Seiya, sin entender realmente lo que el pequeño había sugerido. – a veces ando en las nubes y….
– No, en serio, eres un soñador.  - insiste Koga - Y eres un changeling.
 
Seiya no entiende. Ha oído esa palabra antes y ahora la han repetido. ¿pero qué es un changeling?.

– Es decir que no eres de este mundo. Lo soñaste y llegaste aqui. – dice el tenma 1.
– Ese es el poder de los changeling** – añade el tenma 2.

Eso fue mucha información para Seiya, cuya confusión provoca que en este mundo empiece a temblar un poco. Los árboles se agitan y el cielo truena. El pecho empieza a dolerle. A dolerle mucho.

– Este lugar se llama Arcadia, somos vecinos del ensueño..– comenta Shoko, la muchacha de cabello de fuego y apetito feroz. – Si no sabes a donde ir, debes cambiar de perspectiva.

Todos los niños, incluyendo al arisco Touma, asienten.  Señalan los altísimos árboles. 

– Si ves siempre adelante, te perderás lo que te rodea. Es fácil perder el camino, solo tienes que…– dice Shoko.
– Cambiar - añade Tenma 1
– De – aporta Tenma 2
– Perspectiva. – finaliza Jabu

Los niños señalaron lo alto de los árboles, porque ellos viven en lo alto de las copas. Pero Seiya miró más allá, en las montañas. Si, debía saber dónde estaba viendo el mundo desde otro punto de vista.

Seiya, sin saberlo completaba su arco poco a poco su arco. Pues de nada serviria, tenerlo si no podía ver más allá de lo que sus ojos le decían, si no comprendía al viento que Sisifo le ha hablado, si no posee la paciencia de Gestalt .

Su siguiente parada, fue lo alto de las montañas, los niños los despidieron con risas y se engolosinaron de los dulces bañados en el glamour del japonés.